Visita nocturna
Ya puedo percibir mucho mas que tu perfume, es tu aroma de mujer imponente el que me eriza
Lentamente me acerco a tu cuarto, la ventana permite que la luna cómplice ilumine el interior. Entre sombras observo como duermes, las sabanas apenas cubren tu cuerpo y tu, boca abajo con tu pelo ensortijado hacia un lado, me regalas la imagen de tu cuello y la linea de tu espalda. Con mucho sigilo atravieso la puerta, ya puedo percibir tu perfume, me acerco a la cama, te observo, te acaricio con mis ojos.
Mis labios necesitan tu piel, se sienten hinchados, me acerco, beso uno de tus tobillos de la forma mas delicada que el deseo me permite y de la misma forma, continúo en ascenso recorriendo y saboreando la piel de tus piernas. A medida que me acerco a tu entrepierna tu, entre sueños, mueves tus caderas, pareces complacida. Al llegar a tu trasero mis manos se unen al festín de tu cuerpo. Entre besos y caricias, logro mover las sabanas, ya no hay barreras entre tu piel y la mía. Ya puedo percibir mucho mas que tu perfume, es tu aroma de mujer imponente el que me eriza, continúo besando desde la base de tu espalda hacia arriba sin perderme detalle de su majestuosidad, mientras mi mano se dedica a acariciar el interior de tus muslos. Ya llegando a tu cuello, puedo percibir que respiras agitada y tu cuerpo serpentea de gozo. Mientras beso la base de tu cuello, allí, donde se une a tu hombro, mi mano comienza a acariciar tu entrepierna desde atrás, primero sintiendo tus labios y luego percibiendo tu humedad. Al tiempo que mis dedos se deslizan entre tus labios, mi boca mordisquea la base de tu cuello y mi respiración hace eco en tus oídos. En el momento que que mis dedos alcanzan tu clítoris firme, desafiante, lo acaricio prolongada y pausadamente, al tiempo que mi lengua hace lo propio con el lóbulo de tu oreja. Siento que tus jugos se hacen presentes en oleada pero en ese momento tu te mueves, tal vez despertando, y con un gemido ahogado te giras quedando prácticamente boca arriba.
Es evidente que tu cansancio es mucho y no logras despertar completamente, balbuceas lo que parece ser “Como llegaste Lina?”... “No pares”... siento como mi cuerpo se enciende como la pólvora, con mi entrepierna al borde de la explosión. Mi boca se adueña de uno de tus pechos, saboreando la textura de tu bien firme pezón voy dejándote boca arriba, mi mano ya abriéndose paso entre tus labios íntimos, consuela a aquel abandonado clítoris, para luego entrar y acariciarte por dentro. Tus piernas se abren solas, tu cadera me mueve levemente, mi boca alterna entre uno y otro pecho, lamiendo, chupando, mordisqueando, tu espalda se arquea y yo bajo arrastrando mi lengua por tu abdomen hasta quedar de cara a tu palpitante sexo.
Deslizo la lengua por tus labios íntimos y respiro profundamente tu elixir de pasión, mis manos aprisionan tus nalgas mientras hundo mi cara en tu sexo, bebiendo de tu dulce manantial. Saboreo tu hinchado clítoris, lo envuelvo con los labios, lo acaricio con mi lengua, la que también recorre todo el camino desde tu entrada hasta tu cumbre de placer, para abrazarlo nuevamente con mi boca. Sin abandonar ese ciclo, uno de mis dedos entra buscando acariciar esa zona especial, al lograrlo, mi cara se inunda, tu cuerpo se tensa y entre gemidos ahogados me regalas un delicioso orgasmo el que desencadena también el mio. Me quedo allí, entre tus piernas hasta que tu respiración vuelve a ser pausada, para luego retirarme lentamente.
A la mañana siguiente te despiertas extrañada y pensando en que real se sintió aquel sueño...
Interlina
Valeria