Visita mientras duerme

Me aprovecho de mi vecina mientras duerme.

Visita inesperada.

La idea me la proporcionó mi vecino hace unas semanas. Él es motorista y sale los fines de semana a dar vueltas por ahí, disfrutando de las curvas de carreteras comarcales, y otras veces para presentarse en algún evento de moteros en cualquier parte del país.

Me comentó que un sábado se levantó temprano para poder ir a una concentración. Cuando ya salía del garaje empezó a llover y después de quejarse del tiempo, me dijo que volvió a casa y se metió en la cama junto a su mujer.

Según él, ella apenas se enteró y continuó durmiendo. Él tenía ganas de “juerga” y quiso compensar la decepción de no poder salir con  la moto con una buena sesión de sexo con su mujer.

Por ello la acarició suavemente para despertarla, y luego la acarició suavemente para animarla. Al final no pudo ser, y decidió volverse a dormir junto a su esposa hasta bien entrada la mañana de aquel sábado.

La esposa se llama Marta. Es una mujer muy agradable y dulce, que contrasta con él que muchas veces resulta rudo y poco atento con su mujer. Marta tiene un cuerpo bonito, que sin ser espectacular, tiene todo lo que me gusta ver en las mujeres.

Tenemos una relación de vecinos cordial y de vez en cuando charlamos en el rellano. Algunas veces critica veladamente a Juan por su afición desmedida por las motos y las pocas atenciones que tiene con ella. “Cuando es para algo de motos tiene todo el tiempo del mundo, pero si es para mí, nunca llega el momento”, me cuenta con cierta decepción.

Con veinticuatro años todavía vivo con mis padres, pero sueño con encontrar una chica como Marta con la que compartir mi vida. Algunas veces cuando oigo su puerta abrirse me apresuro para coincidir con ella para poder charlar un poco.

Cuando llegamos a la calle finjo que voy en dirección contraria para dejarla ir y luego vuelvo sobre mis pasos para seguirla y poder contemplar el contoneo de sus caderas. Solo con esto ya me pongo a tope e imagino lo placentero que debe ser tener ese cuerpo con “ganas de baile” entre los brazos. Solo imaginar a Marta pidiendo sexo ya me pone a 100.

Son las 6:00 AM. me encuentro delante de la puerta de mis vecinos. Estoy a punto de introducir la llave en la cerradura y el corazón me palpita tan fuerte que parece que  va a explotar.

Tiempo atrás mis vecinos dejaron una llave en casa de mis padres por si se necesitaba por alguna urgencia. Yo estoy a punto de utilizarla para hacer una visita furtiva que  me permita disfrutar un poco de la contemplación de mi vecina mientras ella duerme.

He oído a Juan salir muy temprano. Se ha ido a una concentración motera y estará fuera todo el día. Mi atracción por Marta me tiene loco y me impulsa a ir visitarla de esta forma clandestina y peligrosa.

Empujo la puerta para que se abra lenta y silenciosa. Voy hasta su habitación y abro y me cuelo dentro. Una luz tenue entra por la ventana y deja a la estancia en una penumbra que permite adivinar las formas pero que oculta los detalles.

Me tumbo sobre la cama al lado de Marta. Ella me da la espalda y eso me permite contemplar su cuerpo envuelto en un camisón de satén que se acomoda a sus curvas. ¡Qué situación tan peligrosa y tan excitante!

De un manotazo y de forma inesperada, Marta retira la sabana hacia un lado, se incorpora quedándose sentada en el borde de la cama con las manos apoyadas en el colchón. Me siento morir, seguro que ahora se vuelve hacia mí y me monta un escándalo descomunal por haber invadido de esta manera su intimidad.

Tras unos instantes, que a mí me parecen eternos, sacude la cabeza como para alejar el sueño, se pone las zapatillas de noche  y se va directamente al cuarto de baño contiguo sin volver la vista hacia mí.

Estoy en medio de una duda que me mata, si me ha descubierto quizás me está dando la oportunidad para que salga rápidamente y correr un tupido velo ante este suceso. Si no se ha dado cuenta de mi intromisión quizás también sería un buen momento para salir por piernas antes de me descubra en esta situación tan embarazosa.

Mi espíritu de supervivencia me aconseja salir corriendo sin hacer el menor ruido y dejar las cosas como estaban antes de empezar está loca aventura.

Por otra parte mi atracción por Marta y la erótica del momento me piden que me quede allí callado y esperando a ver qué sucede. Ambas ideas compiten entre, si rebotando una y otra vez de forma explosiva contra las paredes de mi cabeza.

La duda se desvanece de forma categórica e inmediata cuando Marta regresa del baño, se acerca a la ventana para bajar completamente la persiana y meterse en la cama. Ya no me puedo escapar.

Se ha echado de costado dándome la espalda y abraza la almohada. Pronto recula un poco buscando el contacto de mi cuerpo para terminar con la postura de la cuchara. Su mano busca la mía, la atrae hacia sí, hasta que le abrazo dejando la mano rozando su pecho.

Tras unos minutos de incertidumbre me quedo más tranquilo cuando oigo su respiración tranquila y acompasada. Es mi oportunidad para pegarme a ella y disfrutar del contacto íntimo con su cuerpo.

En un ataque de osadía, pongo la mano levemente sobre muslo, cerca de la rodilla. La desplazo lentamente hacia arriba hasta alcanzar la prominencia de su cadera. El movimiento es casi imperceptible, lento y con la mano suspendida en el aire para que el contacto sea lo más leve posible.

Al llegar a este punto siento ganas de lanzarme sobre su sexo pero no me atrevo y continúo deslizando la mano hacia sus nalgas. Primero con el dorso recorro sus curvas, para terminar posando la palma de la mano en uno de sus glúteos firmes y suaves.

Embelesado con estas maniobras, se me olvida que mi sexo está en contacto directo con su trasero  con lo que es posible que note su calor y dureza.

Marta se despereza y reacomoda abrazándose al cojín al tiempo que saca el culo hacia atrás con lo que se acomoda en mi regazo. Asustado me retiro unos centímetros muy lentamente para que la transición sea lo más progresiva posible.

Conseguida una distancia de seguridad, me la empiezo a tocar por encima del pantalón, luego metiendo la mano por la bragueta. Termino por sacarla y masajearla con dos dedos. Mi polla crece y crece, con la mano la acerco hasta que con la punta rozo sobre sus nalgas.

Lego con la mano cerrada en puño me la froto, al principio muy despacio y luego más y más rápido. Marta respira fuerte (sospechosamente fuerte, quizás simulando un sueño profundo) y mueve la cadera hacia atrás hasta que sus nalgas tropiezan con mi polla.

Me sigo masturbando con fuerza pero despacio, disfrutando de cada segundo. Marta sigue recostada, semidesnuda, dormida…¡como me gusta!.

De forma inesperada, mi polla se agarrota, los huevos se aprietan contra la base y un chorro de leche fluye desde abajo hasta salir disparada por la punta. Pongo la mano delante para detenerla aunque las primeras gotas se depositan sobre el culo de Marta.

Nuevas contracciones provocan nuevas eyaculaciones que apenas puedo contener en medio de un sensacional orgasmo.

Marta se da la vuelta y queda encarada a mí. Tiene los ojos cerrados y parece todavía dormida. Tiene una medio sonrisa dibujada en la cara.

Le paso la mano suavemente sobre el pecho desnudo. Ella ha puesto la mano de forma que mi polla se acomoda entre sus dedos. La dejo así unos instantes hasta que con sumo cuidado me retiro para no despertarla.

Hoy me retiro cobardemente, quizás otro día vuelva a continuar donde hoy lo dejo.

Deverano.