Visita inesperada.
Una vez mas mi marido toma la decisión sin consultarme, de quien se tiene que quedar en casa. Que se atenga a las consecuencias y esta vez no le podre contar, nada de nada.
El finde no había salido como esperaba, pero tampoco había estado mal. Era cuestión de organización y de tener las ideas bien claras. Había pasado de saber controlar mis “necesidades” a estar algo confusa. Ahora ya no tenía las barreras convencionales de tener un marido, porque a él le gustaba tanto como a mí, esta nueva situación. Ahora veía a la gente y a la vida de otra manera, me veía más relajada y más feliz. Me iba a ir a la calle y como hago muchas veces, cambié las cosas de un bolso a otro, cuando vi el papel con el móvil de la del bus, me dio un cosquilleo por todo el cuerpo, no recordaba si me había dicho el nombre o no, solo había un número de teléfono. Pensé en llamarla, pero no sabía que decir.
Me anime y marque el número. Varios tonos y al final una voz suave pero firme, me dice el usual, ¿dígame? Y respondí con mucha timidez y con mi respiración algo alterada.
-Hola, buenos días, soy Ana, la del bus, a la que le diste en un papel este número. ¿Te acuerdas de mí?
-Pues claro que me acuerdo, como poder olvidar una mujer así. Me alegro de que te hayas decidido. Y bien, ahora, ¿Qué quieres?
-No sé ni porque estoy llamándote, así que difícil contestarte.
-Toma nota de esta dirección, es de un banco, cuando llegues entra y pregunta por Silvia e iremos a desayunar. Te espero con muchas ganas de verte.
Fue muy taxativa y se despidió de mi sin darme tiempo, ni a decir ni sí ni no. Me puse muy nerviosa, no sabía qué hacer y de manera veloz, me cambié de ropa y me vestí para gustar, para seducir y salí a toda prisa hacia el banco. Cogí un taxi y le hice parar antes de llegar, había llegado muy pronto y no quería dar la sensación de “necesidad” me metí en una cafetería y me tomé una tila, porque iba muy acelerada.
Me encamine al banco y entre nerviosa, pregunte por ella, me hubiera gustado más verla en su mesa y dirigirme a ella directamente. La chica a la que pregunte me pregunto mi nombre y se fue hacia un despacho, salió con Silvia, que era la directora. Vino hacia mi como si nos conociéramos de siempre y me dio dos besos con mucha alegría, haciéndome pasar a su despacho. Se la veía una mujer con decisión, firme y un poco “dominante”, en su despacho vi una foto suya con unos niños.
-Pensaba que ya no te vería más y ya había descartado que me llamaras, que alegría más grande que me has dado.
-¿Por qué hiciste eso en el autobús?
-Porque me gustaste y me pareciste interesante.
-Y si te hubiera montado el “pollo” ¿qué hubieras hecho?
-Te hubiera dicho que te confundías y, aun así, te hubiera pedido disculpas
-¿Eres lesbiana?
-No que va, me catalogarían de bisexual, pero prefiero definirme como una mujer abierta al placer.
-¿Estas casada o tienes pareja?
-Muchas preguntas, pero sí, estoy casada hace ya 10 años. ¿Y tú?
-También soy casada.
-¿Has estado alguna vez con otra mujer?
-No.
-¿Te gustaría que algún día quedáramos sin prisa, para tomar un café y conocernos mejor?
-No lo sé. Todo esto es nuevo para mí y no sé si está bien que este aquí contigo.
Se levanto y se acercó a mí, me toco los pezones que estaban duros y me dijo que me estaban traicionando, luego se agacho y me beso, tiernamente la primera vez, se apartó me miro y volvió a besarme con mucha intensidad. En ningún momento se lo impedí y le respondí a su beso. Sabía que la había mentido diciéndole que nunca había estado con una mujer, pero creí que era lo más conveniente.
-De buena gana te pondría sobre mi mesa y sentirías lo que es hacerte el amor de verdad.
-Ni lo intentes, que me moriría de vergüenza si nos pillaran.
-Podría despejar mi agenda y tener un hueco hoy mismo.
-Yo no puedo, que no tengo ninguna disculpa para escaparme. ¿Tu marido no te preguntaría?
-Mi marido no diría nada, él sabe que no me da lo que yo “necesito” y me deja a mi aire.
-Qué suerte tienes, con un marido así. ¿Cómo lo lograste?
-No lo logre yo, fue su insistencia por dejarme volar “libre” que yo no quería, pero ahora me gusta volar mucho.
Me entere de más cosas de ella, se la veía muy abierta en todo, sin complejos. No quise confesarle que éramos muy parecidas en nuestras “vidas” yo no quise contar de más. Me saco la promesa de que por lo menos la llamaría y me fui excitadísima. La vuelta la hice en trasporte público y por la hora, me pude ir sentada. Pensé en Javier, Nacho, Ismael, Carmina y Silvia. En tan poco tiempo me había liado con todos y si lo pensaba bien, me habían hecho disfrutar más que mi marido en sus mejores tiempos. Me venían las palabras, volar “libre”, ahora me gusta volar mucho. Era lo que me estaba pasando a mí, lo sabía.
Era como tratar de recuperar un tiempo perdido, del cual no había sido consciente, pero estaba dispuesta a vivir nuevas experiencias y si eran “atrevidas” pues mejor. Caminando hacia mi casa, unos chavales jóvenes me miraban con deseo según me acercaba a ellos y hablaban. Sabía que era de mí, pero no sabía de qué, hasta llegar a su altura y uno de ellos, supongo que el más lanzado me dijo, tu sí que eres la mejor MILF y si no sabes lo que es, yo te lo explico , le mire con el descaro que provocaba mi excitación y le sonreí, sabía que eso le pondría muy cachondo. Lo único que se cortó y no dijo nada más. Seria de la edad de Javier y mi imaginación me los dibujo follándomelos a todos.
Esa tarde empezaban las vacaciones escolares de navidad y al día siguiente nos iríamos a casa de los abuelos para pasar allí hasta el día 25. Estando ya en casa de los abuelos, que era una casa bastante grande, acudieron el resto de mi familia. El trato con el resto de la familia era muy bueno, aunque siempre en todas las familias hay algún, pero y ese, pero, era mi hermana mayor, que tenía varios hijos varones y cuando no se lo esperaban, después de mucho tiempo les vino una niña. Que ahora tenía 16 años, pero que se la veía una mujer hecha y derecha, tanto físicamente como mentalmente.
Como vivían en un sitio muy pequeño y la tenían como en una urna, mi sobrina esta “desquiciada” con su familia. Todos le decíamos que tenía que dejar “respirar” a la niña y ella no hacía caso a nadie, ni a mis padres. Desde el primer día estaban discutiendo y de “morros” las dos. Daba las circunstancias de que además mi marido y yo éramos sus padrinos y la teníamos muy consentida. Mi sobrina Noelia, era muy parecida a su madre y a mí. Era una chica alta muy desarrollada, desde siempre y en lo único que se diferenciaba, que era más delgada, no mucho más, lo que hacía que su pompis y sus pechos se notaran más.
A la mañana siguiente cuando me levante a desayunar, estaban otra vez discutiendo, pero ahora estaba metido también mi cuñado. Vi que mi hermana le reprochaba algo a mi marido y mi cuñado salía en su defensa. No quise meterme porque no sabía de qué iba la película. Hasta que al verme mi hermana me dijo, ya te vale, me lo podías haber dicho antes a mí, que lo habláramos y no mandar de avanzadilla a tu marido; no tenía ni idea de lo que pasaba por lo que pregunte y fue cuando me dijeron que mi sobrina quería quedarse allí las navidades y como mi hermana se escudaba en que nuestros padres eran mayores para quedarse con una adolescente rebelde, mi marido se ofreció para que se quedara en nuestra casa.
Me quede con cara de tonta, porque yo ya había hecho mis planes en como pasar el fin de año teniendo a Javier en casa y sin niños, además de alguna otra alegría que se llevaría mi cuerpo con Ismael como mínimo y si estaba mi sobrina todo cambiaba. Ahora me tenía que tragar y asumir lo que había dicho Luis, porque se había comprometido delante de la niña y porque la apreciaba mucho, pero mi marido me había “jodido” bien “jodida”. Logre convencer a mi hermana y la niña se quedaría con nosotros y por supuesto no le dije nada de que Javier estaría, porque si no, no la dejaría.
Después de la nochebuena y estando ya en casa, la primera noche nos quedamos Noelia y yo solas para nuestras confidencias. Se fue a la habitación y se trajo un paquete de tabaco. No quise dejarla fumar y menos en la salita, que, si Luis huele a tabaco, se enrabieta. Me hizo el lio, porque sabía que yo en algunas ocasiones y a escondidas fumaba y nos fuimos a la cocina.
-¿Qué te pasa con tu madre? Que estáis siempre riñendo.
-Que es sobreprotectora y piensa que sigo teniendo 8 años, que ya se la edad que tengo. Tampoco le gusta con un chico que me veo.
-Eso no lo sabía, ¿tienes novio?
-Tía, que no, que no tengo novio. Solo que salimos.
-¿Qué años tiene?
-18 para 19
-No me digas más, ya se lo que le pasa a tu madre. No te digo ni que salgas ni que no salgas con él, lo que te digo, porque seguro que mi hermana no te lo ha dicho, que siempre tomes “precauciones” que “antes de llover chispea”
-Tía, que no. Que no he hecho nada de eso.
-Soy tu tía, pero no soy tonta. Que estas demasiado bien para que solo habléis de tonterías.
-De verdad tía, créeme que no hemos llegado a eso, que nos hemos quedado a medio camino. Que la teoría mis amigas y yo la sabemos muy bien, pero los chicos, nada de nada. Que este es con el tercero que salgo y no sé cuál ha sido peor. Acabare haciéndome asexual.
-Pero ¿qué te ha pasado? Me preocupas y sabes que en mi puedes confiar y que de lo que me digas no se lo diré a tus padres.
-Tenías que preguntar qué es lo que no ha pasado. Los chicos de allí son toscos, egoístas y van a lo suyo. Solo quieren que tú se la toques a ellos y que se la chupes, encima le dices que no te lo echen en la boca que avisen y los muy cerdos, ni te avisan y cuando te tocan, parecen que están tocando el timbre. Un desastre. Al final, acabas enfadada, sin ganas de repetir y cuando lo haces, con ganas de que se corran pronto para que no sigan en plan pesado. Así como vas a hacer otra cosa, ni muerta.
-Entonces, ¿me estás diciendo que todavía eres virgen?
-Pues te lo digo y no te cortes, un desastre de vida.
-Tampoco es eso, todo llegara, date tiempo y no te obsesiones.
Se abrazo a mi casi llorando y me dio las gracias por escucharla, en ese momento al juntarse nuestros pechos y tocarse, sentí mucho “calor” y era la primera vez que me pasaba con mi sobrina. No quise seguir allí porque el juicio se me nublaba. En la cama empecé a tocarme y me paso como con Javier, mientras me tocaba me venía mi sobrina a la cabeza y tuve un orgasmo pensando en ella, a diferencia de lo que me paso con Javier, no me sentí mal ni sucia.
Salí de mi baño con mi albornoz puesto cuando entro mi sobrina, que estaba en pijama. Nos pusimos a hablar y fui retorcida, quise ver que hacía y cuál era su expresión. Sin darle importancia fui a donde tengo mi ropa interior y seleccione un conjunto de los más atrevidos que tengo. Lo deje encima de mi cama, justo al lado de ella que estaba sentada. Con mucha naturalidad y sin dejar de hablar me quite el albornoz, ella me miraba fijamente, con detenimiento y su mirada fue hacia mi chocho. Le llamo la atención como tenía mi pelito recortado y el resto como lo tenía depilado. Me pregunto y le di una pequeña disertación de lo bien que se sentía una así y de lo bueno que era. Luego ella cambio de conversación diciéndome que bonita era la ropa interior.
Se notaba su nerviosismo y le dije que mirara en un cajón, lo abrió y le dije que eligiera un pijama y se lo pusiera, que el que llevaba era muy antiguo y de niña pequeña y era verdad. Como no se decidía me acerqué y lo elegí yo, era uno de color granate. Se lo pase y le dije que se lo probase, se quedó sin saber qué hacer y al final se lo puso. Al desnudarse se quedó solo en bragas, no braguitas, en bragas estilo abuela.
No me corte y le dije que ni mi abuela llevaba unas bragas así. Se entristeció y le dije, no te pongas triste, que la culpa no es tuya, que te hagan ponerte una cosa tan fea, ven toma una de estas. Pasándole unas braguitas muy cuquis, que eran bastante más pequeñas que las que llevaba.
Ahora sí que no se decidía, hasta que le dije que no pasaba nada, que si le daba vergüenza que lo entendía. Ella muy triste me dijo, no es que me de vergüenza de ti, me avergüenza que no estoy tan bien como tú, tan arreglada. Le animé y cuando se quitó sus bragas lo entendí, eso era un tupido y frondoso “bosque” de vellos rizados. Le quite importancia a eso y se puso las braguitas, le quedaban espectaculares si no fuera por tanto pelo. Trate de ayudarla a que le quedaran más tapados y note como sintió mis dedos, vi perfectamente la piel de su cuerpo. Le dije que eso no podía ser, que cuando quisiese su tía, se lo dejaría como tenía que estar para una mujer tan guapa como ella, se le puso una inmensa sonrisa.
Nos fuimos de compras y le regale, varios conjuntos de ropa interior y ropa normal. La típica de una chica de esa edad, luego ya mi hermana me echaría sus discursitos. Noelia iba tan contenta que solo le faltaba dar saltos por la calle. Pero ese día de compras también me hizo ver que me tenía que quitar de mi cabeza esos pensamientos impuros y peligrosos.
Mi sobrina ahora la tenía todo el día pegada a mí. Menos cuando iba al gimnasio. Estábamos las dos esperando a que llegaran algunas de mis amigas al café mañanero y mi sobrina con algo de apuro me pidió que la tenia que ayudar a quitarse toda la pelambrera que tenía en sus partes íntimas, que quería verse como se me veía a mí. Le dije que no había problema, que después del desayuno con mis amigas, iríamos a comprar lo necesario y que ese día ya no daría tiempo, pero que al día siguiente lo haríamos por la mañana, que así su tío no nos molestaría y lo dije, sin ninguna doble intención.
De hecho, por la noche se lo comente a marido y aunque me aviso de que mi hermana se enfadaría mucho si se enterase y al final se enteraría, le parecía correcto para que Noelia no se sintiera mal, sabiendo que yo estaba en casa.
Los primeros en levantarnos fuimos nosotros y ya cuando estaba a punto de irse Luis, se levanto Noelia. Mientras desayunaba me pregunto que cuando lo haríamos y le dije que cuando terminase de desayunar.
Nos fuimos a mi habitación, que ya había preparado todo mientras ella desayunaba. Lo primero que le indique que se duchara bien y que en la zona de su pubis y por el resto de la zona genital, se diera bien con agua caliente, para que sus poros se abrieran. Hice que se pusiera uno de mis albornoces y como es lógico sin nada debajo. En mi cama había colocado una toalla grande de baño, había colocado el calentador de la cera y un kit nuevo de cera. Eso se lo recalqué a mi sobrina, que no compartiera la cera con nadie, por higiene y seguí dándole consejos sobre higiene.
Cuando le dije que se tumbara, levantara las piernas y las abriera, se puso coloradísima, me hizo gracia. Cogí unas tijeras para recortar parte del vello púbico, que tenia demasiado. Poco a poco se fue relajando, era asombroso la cantidad que tenía y tan tupido. Le iba preguntando como quería que se lo dejara y diciéndole las formas que se me ocurrían. Quiso que se lo dejara como lo tenia yo, una pequeña franja en el monte de venus.
La avise de que lo mismo le dolía un poco con la cera, pero que después del laser era la mejor opción. De cintura para abajo se la veía todo, pero la parte de arriba, la tenia bien tapada, agarrando el albornoz con una de sus manos para que no se abriera. Como se colocó dos almohadas debajo de su cabeza, podía ver su cara perfectamente. Una vez finalizado el corte del vello, empecé con la cera. Se quejaba menos de lo que yo esperaba, aguantaba muy bien. No protestaba nada, le decía aguanta la respiración, daba el tirón y no decía nada. Así era muy fácil.
Le quedo muy bien, muy bonito. Quería verse ya y no la deje, le dije que no habíamos acabado. Cogí un gel que llevaba aloe vera, especifico para esos menesteres y se lo aplique con suavidad, solo se quejo de que estaba muy frio. Se lo fui dando con mucha suavidad, masajeando para que se sintiera mejor. Me di cuenta de que me excitaba de forma acelerada, por lo que dejé ya de darle el gel.
Ahora tocaba la parte de los labios vaginales, aquí mostro un poco mas de inquietud, le dije que no se preocupara, pero que no valía de nada haber arreglado esa parte para luego dejar los labios vaginales y el ano sin arreglar. Ella se extraño y me lo hizo saber, de lo del ano, hasta que se lo explique y no dijo anda más.
Empecé y tampoco se quejó, es más me daba la sensación de que estaba excitada y pude ver como brillaba su chochito juvenil. Habiendo terminado ya, nuevamente le puse por esa zona gel. La note bastante “relajada” y la mano que sujetaba el albornoz, dejo de hacerlo y se le podía ver perfectamente uno de sus pechos con el pezón claramente excitado. Sin dejar de hablar, fui dando el gel por todo su chochito y me entretuve mas de la cuenta en la zona próxima a su clítoris. Pudiendo ver como se abría el capuchón del clítoris y salía, siendo de buen tamaño. Como para poder percibirlo sin necesidad de tocarlo.
Ella ya no me contestaba solo emitía leves sonidos como respuestas. Siendo su cara la mejor información de que estaba muy excitada. Me daban ganas de tocarle el clítoris y sobre todo de pasar mi lengua por él. Pero sacando fuerzas de la flaqueza me contuve y para romper ese momento tan delicado, hice que se levantara y se mirara en el espejo. Grito de alegría y de lo bien que se veía. Quería dejarlo en ese momento y Noelia me recordó lo de su ano. No me dio opción, me pregunto que como se colocaba mejor, tumbada como antes o de rodillas con el culo en alto. Como el albornoz le molestaba para colocarse en esa nueva postura se lo quito y una ve que la vi con ese culo en esa posición, me dieron ganas de comérselo.
Empezaba a entender en esos momentos a aquellos que se empeñaban en hacérmelo por detrás y decidí en ese justo momento que lo intentaría con todas mis ganas, viniéndome a la cabeza el ser poseída por dos hombres a la vez, que eran los pensamientos mas adecuados en esos momentos, para volverme tarumba.
Tenia tres pelos mal contados, tenía un culito idílico y rosado. Le puse cera por ponérsela. Me unte la mano con gel y se lo pase bien por su culito. Los movimientos de su cuerpo volvían a provocarme y a avisarme de que debía estar tan excita como yo. Estaba dispuesta a terminar ya, mandarla a vestirse y una vez que me quedara sola masturbarme para intentar apagar esa excitación que me comía.
Y en ese mismo momento Noelia me dice, que se la puedo dar otra vez el gel por donde antes, porque le esta escociendo y quemando mucho. Fue de forma automática y pase mi mano entre sus piernas desde atrás y esta vez mande todo a la mierda, toque su clítoris con total descaro y le dije , ¿así te sientes mejor, zorrita?, me escandalice de lo que salió de mi boca, la contestación de mi sobrina fue peor, no Ana, así no me siento mejor, pero espera que ahora me sentiré mejor.** Se dio la vuelta, quedándose boca arriba y mirando me con cara de zorra en celo, abrió sus piernas y ya me perdí.
Empecé a masturbarla y su cara me miraba con deseo. Se veía que según su excitación aumentaba, se volvía mas decidida, porque casi me rompe mi blusa, no paro hasta que se metió uno de mis pezones en mi boca. Me lo lamia y mordía con mucha excitación. No me encontraba cómoda, me levante y me desnude del todo y esta vez fui a comerme su chochito, pero cerro las piernas y me dijo que eso no. No hice caso y al final empecé a lamerlo y al rato me estaba diciendo que era maravilloso, que no parara, que continuara. Hice que tuviera tres orgasmos encadenados y que manera mas dulce de agitarse y de vaciar todo su cuerpo de los suspiros y gemidos que tenía guardados.
Nos besamos en la boca por primera vez y que bien besaba. Lamí su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja, que lo mordisqueé y entre mordisqueos le dije, yo también necesito lo mismo que yo te he hecho a ti, así que zorrita aplícate con tu ti. Solo me pedía que si lo hacia mal le indicase como tenia que hacerlo. Empezó regular, pero con muchas ganas, tantas que no tuve que indicarle nada, que, si besaba bien, no quiero decir como utilizaba su lengua, era prodigiosa. Estuvimos así hasta la hora de comer, fue un maratón de orgasmos. Que muchacha mas deliciosa. Descansamos un momento y aprovechamos para hacernos confidencias mutuas.
-Tía, gracias, gracias y mil gracias.
-Gracias a ti. Aunque no se si es bueno que lo hayamos hecho.
-Pues claro que ha sido bueno. La pena que no tengas pene, para haberme desvirgado de una maldita vez.
-¿Entonces de verdad eres virgen?
-Pues claro, no te he mentido, pero lo soy en contra de mi voluntad, que solo me he encontrado niñatos.
-Pues lo siento por ti.
-Que sepas que llevo tiempo pensando que vosotros me lo podíais solucionar.
-¿Nosotros?
-Si, el tío y tú. Porque con alguna amiga nos habíamos tocado y ya estaba, no más. Pensé que con vosotros dos podría ser mi gran estreno en todo.
-Siento desilusionarte, pero con tu tío imposible.
-¿Qué pasa, que el tío es mariquita?
-No hija, no, eso no. Simplemente que no da la talla y no se porque te lo cuento a ti.
-¿Cómo que no da la talla?
-Para que lo entiendas, si te ve desnuda, acabaría antes de empezar.
-Que tu estas como yo.
-Tampoco es así. El estrés, la crisis que hemos tenido, el trabajo, reflotar todo. Eso afecta a todo. Menos mal que tu tío me quiere mucho, es generoso y muy comprensivo.
-No te entiendo.
-Que Luis no es como el perro del hortelano. Que comprende mis necesidades como mujer.
-¿Me estás diciendo que el tío te permite encamarte con otros hombres?
-No te escandalices, si, lo permite, me anima y en algunas ocasiones está presente.
-Si mi madre se enterara, dejarías de ser su hermana. Madre mía, que fuerte.
-¿Alguno conocido?
-Se dice el pecado, pero no el pecador.
-Venga, dímelo, no me dejes con la intriga, que después de lo que hemos hecho, venga.
-Con Ismael.
-No se como será, pero pinta de “salvaje” si tiene, esta muy bueno. No me importaría, je je.
-Pues si quieres se lo propongo y entre los dos, ya sabes.
-Me daría mucho corte.
-Si mejor dejarlo, que no se en que estoy pensando. Olvídalo.
Era mejor olvidarlo, aunque la idea no me había disgustado, como tampoco se me iba de la cabeza el hacerlo por detrás. A quien dejar que lo intentara primero. A Luis que siempre estuvo empeñado, a Javier, el mas joven y mi primera “infidelidad”, a Ismael con ese inmenso trabuco, a Nacho lo descarto porque no sé cuándo lo volveré a ver. Ese era mi nuevo dilema, pero intentar lo tenia que intentar.