Visita de cortesía
No tenía por qué pasar. Ya estaba superado. Éramos sólo amigos. Mi novia estaba allí...
Llegamos a tu casa para vernos después de tanto tiempo. Las cosas han cambiado, yo voy con mi novia. Nos encontramos allí los tres. Tú llevas el vestido largo que te ponías en verano cuando conducías, fino y con unas buenas rajas en las piernas. Todavía recuerdo cuando llegabas a casa y te sentabas y te empezabas a abanicar con la parte central del vestido, mostrando todo lo que había debajo... haciendome entrar en calor con la promesa de quitarte el vestido y después todo lo que llevabas dejajo (que no era mucho) para poder ocupar tus huecos. Cosa que solía pasar sin mucha tardanza porque, en realidad, los dos estábamos muy cachondos para esas alturas... lo que ha vivido el sofá.
Llegamos y tú estas con tu vestido. Tan abierto como siempre y con una sonrisa pícara y un guiño cómplices me haces una seña de que mire entre tus piernas. Lanzo una mirada como quien no quiere la cosa y descubro un poco de piel muy arriba de tus piernas... de hecho eso ya no son piernas. Te das cuenta de que estoy mirando y con cierta maldad cruzas las piernas para que el vestido se mueva lo justo y destape antes de tapar. ¿Me ha parecido ver sólo piel en las alturas? ¿Llevas un tanga color carne?
Después de un rato charlando y de que dejemos las cosas en la habitación que nos has asignado volvemos al salón para ver qué hacemos. Es tarde, pero todavía hay noche por delante. Te vuelves a sentar y ahora sí que estoy casi seguro de que no hay tanga que cubra nada. Mi polla está como un brazo y la tienda de campaña empieza a ser más que evidente. Tú también te has dado cuenta y no dejas de sonreir con maldad y hacer movimientos provocadores.
Al final decidimos salir un rato por ahí. Nos vamos a cambiar. Yo acabo rápido, en realidad tampoco me voy a poner otra cosa. Entro en el baño para lavarme la cara y refrescarme un poco después del viaje. Tú entras detrás de mí.
- No te importa que mee, ¿no? Total a estas alturas no hay nada que no nos hayamos visto ya el uno al otro.
Yo la verdad es que me pongo como una moto en cuanto te oigo decir eso (con lo que me había costado que se me bajara la de antes). Te colocas en el baño y te sientas, ahuencando el vestido. Oigo como estás meando y eso confirma que no llevas nada debajo. Acabas y después de limpiarte te pones de pie dejando caer el vestido de nuevo.
- Además tampoco hay por qué ver nada. Que no hace falta desnudarse entera para mear.
La sonrisa maliciosa me indica que no te has desnudado entera símplemente porque ya estas desnuda debajo del ligero vestido que llevas. Para confirmar mis sospechas miro tus tetas y descubro claramente tus pezones marcados sobre la tela. Ciertamente no llevas nada debajo del vestido.
Sales del baño y, aunque no quiera pensar en eso, no puedo dejar de pensar en que tu coño estará ahora mismo tan excitado como mi polla, empapado y deseando sentir el contacto de unos dedos, unos labios, una polla... Me seco y salgo de allí tratando de despejarme la cabeza.
Nos vamos de fiesta. Tú te has puesto una camiseta muy ajustada (que yo creo que llevas todavía sin nada debajo) y unos pantalones también muy ajustados, tanto que se marca claramente el pequeño tanga que esta vez sí te has puesto. Después de unas copas y de unos bailes yo vuelvo a estar bastante acalorado y deseando ir al baño a descargarme. Decidimos volver a casa que ya es tarde y mañana hay que hacer turismo.
En casa vuelvo al baño para lavarme los dientes. Mientras estoy en el baño lavándome vuelves a entrar. Esta vez vas vestida con un camisón, negro corto de semi-encaje. Es muy corto, tus piernas morenas se ven totalmente... la piel suave, fina,...
- Vaya, se está convirtiendo en una costumbre mear delante de ti, ¿eh?
El problema es que esta vez sólo con sentarte ya se te ve todo. Miro como sin querer a ver qué se ve, sabiendo que se verá todo. Me atraganto al ver un coño completamente depilado.
- Pues sí, lo he hecho especialmente para ti. - Me dices riendo al darte cuenta de que lo he visto. - ¿Te gusta?
Te levantas con el camisón subido para que pueda apreciar bien el apurado. Te das la vuelta y te inclinas mostrándome completamente los labios que también están depilados. Te pones de frente y te sientas en la taza, abriendo las piernas y separandolas bien con las manos al tiempo que te abres los labios.
- ¿Qué te parece? Ni un pelo, ¿es así como te gustaba?
No puedo dejar de mirarlo. Noto como está brillante de tu humedad y cómo se va humedeciendo cada vez más.
Sí, así es como me gusta. Y veo que a ti no te disgusta del todo, porque noto que está muy mojado.
La verdad es que, más que excitarme el tenerlo depilado, me excita el estar enseñándotelo. Me estoy exhibiendo delante de ti y me encanta saber que te gusta.
Y mucho. - Digo marcandome bien la polla por encima del pantalón.
Tú antes esta mirada empiezas a acariciarte. Tus dedos se empapan con rozarte y los pezones están gritando al camisón que les deje salir. Les escuchas y les haces caso. Te bajas los tirantes y aparecen tus tetas para que tus manos las acaricien también. Te estas masturbando delante de mí. Tu mirada no se separa de mis ojos, no puedo hacer más que unirme a ti. Me bajo los pantalones y empiezo a hacerme una paja yo también.
Me centro en tu coño y en como tus dedos entran y salen de él, tu otra mano se encarga de pellizcar tus pezones alternativamente y veo que tu mirada está fija en mi polla mientras te muerdes los labios. Estas a punto de correrte, lo noto. No puedes esperar más y con un gemido tu cuerpo se tensa y todos sus movimientos se paran por un instante. Tus ojos no han abandonado mi polla en ningún momento mientras te corrías. Yo estoy también a punto. Me acerco a la taza para no mancharlo todo, pero tú estas sentada en la taza, hipnotizada con mi polla. No lo puedo evitar y empiezo a correrme mientras me miras. El primer chorro te golpea en las tetas y a partir de ese momento levantas la cabeza para mirarme a los ojos mientras el resto del semen cae sobre tu cuerpo y tu camisón que está recogido en tu cintura. Termino de correrme y tú recoges parte de mi semen de tus tetas y te lo llevas a la boca para probarlo.
- Sigue estando exquisito.