Visita al Paraíso

A veces, una despedida de soltera, se puede ir de las manos

Aquella era un noche muy especial. Mi amiga Zara iba a casarse, y todas estábamos exultantes. Habíamos ido a los mejores bares de la ciudad. Bebimos, reímos... En definitiva, lo pasamos muy bien todas juntas. A las 5 las chicas decidieron que sus pies no iban a aguantar más aquellos tacones y decidieron irse a casa a dormir; sólo nos quedamos Zara y yo, su más fiel escudera.

-Jobar, Bea... Qué rácanas son. No nos aguantan nada.

-Ya te lo dije antes de salir - Dije, sonriendo.

-Me han defraudado un poco.

-Anda, no seas aguafiestas, que aún no acabó la noche.

Pasamos por la calle Olivar, y a mi amiga se le ocurrió algo.

-¿Por qué no entramos aquí?

-¿Estás loca? Vas a casarte, y, precisamente, quieres entrar ahí.

-Por favor... Sólo un ratito...

Definitivamente había perdido la cabeza. El local "Nube", era famoso por las fiesta que allí se montaban. Fiesta Swingers para ser más exactas.

-Está bien... Sólo un ratito. - La advertí.

Al entrar el ambiente cargado y con olor a sexo, por poco me hace vomitar. Pero no quería estropear la fiesta a mi amiga.

-Voy a pedir un par de copas - Dijo - Tú espérame aquí sentada.

La voz pastosa de Zara, hacía indicar la cantidad de alcohol ingerido aquella noche. Un par de minutos más tarde, regresó con dos copas.

-Nos ha invitado el camarero. Está buenísimo.

-Eres de lo que no hay.

-Pfff... Agua-fiestas.

-Pero mírate, si estás que te caes.

-Lo que deberías hacer, es mirar enfrente tuyo.

Así lo hice, y dos chicos, guapísimos, no nos quitaban ojo.

-Están buenos, ¿eh?

-Zara, Zara... Que te veo venir.

-Son monos, Bea. No digas que no.

Lo eran. Estaban como un par de trenes. Y seguían mirando, sin cortarse.

-Tú disimula.

Nos pusimos a hablar, desinteresadamente. Pero, por el rabillo del ojo, vi como uno de ellos se acercaba.

-Hola, chicas. ¿Qué tal va la noche?

-¡Hola! ¿Qué tal guapo? Yo soy Zara, y ella es mi amiga, Bea.

Estaba desatada. Y cuándo se pone así no hay quien la pare.

-Encantado. ¿Queréis venir a nuestro reservado?

-No - Dije.

-Pues, yo sí.

-Pero, Zara...

Y allí me dejó, más sola que la una. Ella sabrá lo que hace... Aunque claro, al final, quien la tiene que aguantar, soy yo.

-Parece que tu amiga te ha dejado sola.

-Bueno... Eso parece. ¿Y tú eres...?

-Joan, el amigo de Luis... Ese que se acaba de ir con tu amiga.

-Ya... ¿Querías algo?

-Me preguntaba... Si te apetecería venir a mi reservado...

-No, gracias.

Joan se echó a reír, y dijo, con una sonrisa pícara.

-¿No irás a dejar a tu amiga sola?

Esa frase hizo click en mi cerebro. Estaría feo, dejarla sola el día de su despedida. Así que, acepté a regañadientes.

-No me has dicho tu nombre... - Dijo mientras nos encaminábamos hacia allí.

-Beatriz.

-Encantado, Beatriz - Dijo parándose en una puerta - Pasa, por favor.

Cuándo entré al reservado, casi me caigo de culo. Zara, estaba de rodillas, con las tetas al aire, lamiendo la polla de Luis. La pena, es que no pude decirla nada, una cristalera nos separaba a ambas.

-¿Qué coño...?

-Mola, ¿eh? Son salas insonorizadas, separadas por cristales. Para que puedas ver que pasa a tu alrededor.

Y lo que estaba viendo, me dejó sin aliento. Mi amiga, esa que se iba a casar en un par de semanas, lamiendo el pene de un hombre desconocido. Lo peor, es que no podía apartar la vista.

-¿Has visto como disfruta tu amiga?

-Se va a casar.

-Bueno, Beatriz. No te imaginas la de despedidas de soltera que se han celebrado aquí... Y todas las que se van a casar, acaban haciendo lo mismo.

Me di la vuelta para replicar una respuesta que no acabó de salir de mis labios. Vi al hombre masturbándose mientras veía la felación de mi amiga.

-La chupa muy bien.

Me mordí el labio. Joan tenía un miembro bastante decente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, hasta llegar a mi entrepierna. Levanté mi falda, y, disimuladamente, metí la mano.

-Hazlo sin miedo.

Bueno, a lo mejor no lo estaba haciendo tan disimuladamente...

-Ahora viene lo mejor.

Zara, dejó de lamer la polla del hombre, le sentó en un pequeño sillón, y se dispuso a adentrarse en él.

-¿Qué sientes? - Me preguntó Joan.

-Mucha excitación.

-Es lo lógico.

Miré el miembro de Joan. Estaba tan hinchado que parecía a punto de explotar. Yo estaba tan caliente, que estaba a punto de explotar, ¿cual es la respuesta de la ecuación? Eso mismo. Me agaché y comencé a lamer su dura polla.

-Eso es. Muy bien. Me encanta que me la chupes mientras veo como disfruta tu amiga.

La polla de Joan estaba tan gorda, que me costaba metérmela en la boca por completo.

-Dime que hace mi amiga - Imploré.

-Se está follando a Luis muy duro. Ella encima de él. Cabalgando como una amazona.

Cerré los ojos, imaginando la escena y me excité solo con pensarla.

-Si sigues así, me correré.

Pillé la indirecta. Me aparté, y Joan se sentó en el sofá. Con un movimiento de cabeza, me invitó a hacer lo mismo que estaba haciendo Zara. No me lo pensé mucho. Levanté mi falda, me quité las braguitas las arrojé con un pie aun lado,  me introduje su polla en mi coño, y comencé a cabalgarlo, mientras veía a mi amiga, al otro lado, hacer lo mismo. Y esa imagen, me excitó mucho más.

-Tienes un coñito, muy apretado, Bea. Me gusta.

Comencé a gemir, como una loca, mientras me quitaba la camiseta. Joan palpó mis tetas con un poco de violencia. Cosa que me excitó aún más, hasta acabar quitándome el sujetador, para darle vía libre hacia mis pezones.

-Tienes una polla muy rica - Gemí, con los ojos cerrados por el placer.

Al abrirlos, vi como Zara me miraba con lujuria, mordiéndose el labio inferior. Acababan de cambiar de postura, ella se hallaba a cuatro patas encima del sofá.

-¿Has visto como te mira tu amiga? Esta excitadísima.

Yo también lo estaba. Nos habíamos visto desnudas un millar de veces, pero nunca follando con un hombre. Zara me estaba poniendo muy mala. Me toqué los pechos con frenesí, y Zara hizo lo mismo... Nos estábamos poniendo cachondas mutuamente.

-Me encanta la lujuria con la que os miráis - Dijo él, quitándome la falda.

-A.. Mii... También - Dije, con la voz entrecortada a causa de los gemidos.

Un dedo de Joan pellizcó mi pezón y grité más fuerte aún.

-Me voy a correr.

-Hazlo, cielo. Pero no dejes de mirar a tu amiga.

Un dedo viajó hacia mi clítoris, y comenzó a moverse con violencia. Estaba al borde del orgasmo.

-Me corro... Me corroo...

El orgasmo llegó en el momento en el que Zara, chupaba el miembro de Luis, dispuesta a sacar todo su semen.

-Córrete - Imploró Joan.

Me levanté, me agaché, comencé a tocar mi botoncito, y, el simple roce, hizo que me corriese en el suelo.

-Joder, que buena eres, Bea.

-Dame tu leche, Joan.

Acercó su miembro y comencé a succionar con furia. Ya no presté atención a Zara, porque supuse que Luis ya se habría corrido en la carita de ébano de mi amiga. Masturbé a mi amante de esa noche, con fuerza.

-Dios... Me corro...

Y así fue. Empapó toda mi cara. El semen bajó hasta la comisura de mis labios. Lo recogí con la lengua, y pasó por mi garganta.

Al ir a mirar a mi amiga de nuevo, había desaparecido.