Visita a mi vecina con nocturnidad y alevosía

Me follo a mi vecina mientras su marido ronca ajeno a todo.

Hace un tiempo sufría bastante stress en el trabajo y dormía muy mal. Tras la visita al doctor empecé a tomar un medicamento que en las indicaciones decía que era relajante muscular, y por cierto me causo un efecto espectacular, mano de santo. Empecé a tomarlo y las noches se convirtieron en excusa perfecta para dormir a pierna suelta.

Mi esposa que también sufría dolores se hizo adicta al medicamento,  ahora es caer en la cama y quedarse dormida de inmediato.

Durante la cena he disuelto un comprimido en la copa de mi vecino y otro en la de mi esposa con lo que me aseguro que ambos van a dormir profundamente toda la noche.

Son las 3:30 AM, en la casa reina un silencio absoluto.  Al manipular la manivela oigo el clic del cierre de la puerta de la habitación donde duerme mi vecina Silvia. En estas circunstancias me parece un chasquido muy ruidoso. Empieza una aventura peligrosamente morbosa que entraña muchos riesgos pero que su idea me ha estado martilleando el cerebro durante muchos días y esta noche la quiero llevar a cabo.

Abro la puerta y miro hacia el interior. Está totalmente a oscuras y solo después de unos instantes el ojo se acostumbra para poder distinguir los bultos gracias al tenue resplandor de la luna casi nueva que entra por el ventanal. El ronco respirar de Raúl completamente dormido me orienta para que pueda situar la cama justo delante a la izquierda y así avanzar hacia dónde está mi querida vecina.

Me dirijo hacia el espacio que hay entre el ventanal y la cama. En ese lado de la cama es donde duerme mi amiga a la que vengo a visitar de esta forma tan imprudente y arriesgada. A tientas, avanzo pasito a pasito, casi arrastrando los pies, con las manos por delante buscando el contorno de la cama que me sirve de guía para llegar hasta donde quiero.

Me tranquiliza oír la respiración de Raúl que me indica que está en medio de un profundo sueño, pero no por ello el pálpito alocado de mi corazón ha disminuido. Late tan fuerte que me parece que debe oírse fuera de mi pecho.

Con mucho sigilo rodeo los pies de la cama y me encamino lentamente hacia la cabecera por el costado donde está Silvia. Ya acostumbrado a la oscuridad y estando tan cerca, ahora ya soy capaz de distinguir los cuerpos reposando plácidamente dormidos sobre la cama, es justo como lo había imaginado

Es momento de dar rienda suelta a mi fantasía y gozar de la compañía de mi vecina. Como la cama es de grandes dimensiones y ellos dos están bastante hacia un lado, tengo sitio suficiente para echarme de lado junto a de ella después de haberme quitado la ropa.

La lujuria se ha apoderado de mi voluntad y me empuja a hacer lo más osado de mi vida. El temor a ser descubierto se mezcla con mis ansias por tenerla para mí con lo que simultáneamente siento mi cuerpo tembloroso y una buena erección.

Oigo su respiración pausada y tranquila, y veo como su pecho se hincha acompasadamente. Hacía tiempo que deseaba tenerla así, para poder contemplarla y gozarla con esta quietud. Lleva puesto un camisón de color claro que me ayuda a situarla mejor, y adivino que debe ser muy corto pues sus muslos están a la vista.

Con mucho cuidado para no despertarla, le echo el camisón hacia arriba para dejar sus braguitas a la vista para pasar la yema de los dedos justo por encima de la tela. Estoy tan cerca de ella que su perfume me embriaga y siento grandes deseos de abrazarla y hacerla mía.

Sé que ella está orgullosa de su cuerpo, y que exhibirse desnuda le causa un íntimo placer, por lo que me recreo descubriendo sus curvas  rescatándolas de la penumbra dedicándole un buen rato.

Durante varios minutos disfruto de esta situación tan rica y morbosa. Al oír que la respiración de su marido se hace más fuerte, me indica que está muy dormido y esto me envalentona. Me atrevo a rozar con el dorso de los dedos su pecho, cintura y caderas… muy levemente… recorriendo sus curvas en un sentido y en otro.

Es como quien prueba con la punta del dedo las distintas cremas de un rico pastel que pronto se va a comer. Soy goloso y me gusta recrearme en cada uno de los pasos antes de devorar este manjar que tengo a mi alcance.

Dentro de su sueño, Silvia se da la vuelta poniéndose de medio lado dándome la espalda. Ahora puedo deleitarme con la curva rotunda de su cadera y con la preciosidad de sus nalgas que parecen gritar: “Cómeme, cómeme”.

Acerco la mano muy lentamente hasta llegar a tocarlas primero en un punto y después de forma progresiva más y más, hasta que mi palma descansa sobre su cachete sin que ella extrañe mi contacto ni la calidez de mi mano.

Aun en sueños, algo debe haber notado pues mueve las piernas y se reacomoda poniendo el culo en pompa, lo que aprovecho para colocarle un dedo entre las piernas por encima de la braga. Uhmmm, que rico!. Pienso que pronto el coñito que hay debajo será mío. Tengo que tragar saliva antes de continuar.

Se vuelve a mover y esta vez su culo tropieza con mi mano. Se despierta y revuelve hacia mi sobresaltada,  antes de que pueda decir ni hacer nada tapo su boca con la mano.

-  “Chiiiisssst!!!, no digas nada. Soy yo… tranquila” le susurro al oído con tono tranquilizante aunque por la agitación que muestra no parece que le convenza mi petición.

-  “Chissssst…tranquila… no hagas ruido y no pasará nada”, “he venido porque te quiero para mí, ahora y siempre que me apetezca”, “eres mi gorrinita… mi putilla y vas a hacer todo lo que a mí me gusta”, le repito ante su incrédula mirada.

-  “Estoy aquí porque lo deseo con todas mis fuerzas y porque sé que lo quieres y lo que te gusta”, “eres mi guarrilla y estas deseando sentir como mi polla se clava en tu vagina como un cuchillo, abriendo las carnes haciéndote sentir llena de mi”

Cuando reacciona, lo único que puede decir tan flojo como le es posible:

-  “¿te has vuelto loco?... si Raúl se despierta nos mata a los dos”, ella no sabe nada sobre el medicamento que le he dado al marido y su preocupación está más que justificada.

-  “Si no hacemos ruido no se despertará”, le digo al tiempo que llevo la mano al pecho por encima del camisón, para luego bajárselo un poco para que la teta pueda salir para mi regocijo. Se la aprieto y le doy un chupetón al pezón como anticipo de lo que va a venir.

-  “Estas rematadamente loco… de ti no me lo puedo creer”, dice Silvia enfadada mientras le vuelvo a pasar la lengua sobre el pezón que acabo de descubrir.

En un desesperado intento por hacerme desistir de mi atrevimiento, maniobra para acercarse al cuerpo del marido, abrazándolo por el pecho y poniendo la cara junto a su hombro. Él continua roncando plácidamente ajeno al abrazo de su esposa y sobre todo de mi presencia.

Con este movimiento de su cuerpo ha alejado de mi la espalda y su cabeza, pero ha dejado atrás sus caderas y piernas, por lo que con un certero movimiento le quito las bragas sin que pueda oponerse. Tiene las manos ocupadas en el abrazo a su marido y no se puede separar con la suficiente rapidez para poder oponerse a mi inesperada maniobra.

Una vez alcanzado el objetivo me pongo a sobarle muy suavemente los glúteos, la entrepierna y los muslos.  Me tomo todo el tiempo del mundo pues sé que la noche es larga y quiero disfrutar de cada  momento con calma.

Creo que Silvia ha llegado al convencimiento de que no me voy a ir y que es mejor colaborar conmigo mínimamente para que yo pueda conseguir mi objetivo fácilmente, sin hacer ruidos que pudieran despertar a su pareja y así terminar con la embarazosa situación cuanto antes.

Abandona el abrazo a su marido, se separa de él y se queda bocarriba esperando intranquila cual es mi siguiente acción sabiendo que ahora está a mi disposición y puedo hacer con ella todo lo que me plazca. Le doy un beso en los labios para luego ir bajando beso tras beso hasta llegar a sus tetas.

Las lamo y mordisqueo muy delicadamente notando como su pecho se hincha presa de una gran excitación. Tomo un pecho con cada mano para acariciarlo, amasarlo y darle tironcitos de los pezones para luego chuparlos, y atraparlos entre mis labios.

Salgo fuera de la cama y con una mano atraigo todo su cuerpo hacia mí, hasta que queda apoyada sobre  el culo en el borde de la cama y un pie apoyado en el suelo. Su almeja queda perfectamente expuesta para que un goloso cómo yo la pueda degustar con mucha parsimonia.

Me arrodillo junto al lecho y me coloco entre tus piernas, hundo mi cara entre ellas y empiezo a lamer. Empiezo por las ingles, continuo por el pubis hasta terminar en la parte superior de la rajita, el monte de Venus nunca resultó más delicioso.

Me siento muy feliz porque ahora soy el dueño y le voy a dar a mi querida Silvia todo el gusto que pueda aguantar, con la condición de que debe estar en silencio, disfrutando para sí, sin poder gemir ni apenas moverse mientras acoja los espasmos de su cuerpo cuando le llegue el orgasmo.

¡Uy, qué cosa más rica! Su almejita se va abriendo y mojando a medida que le voy pasando la lengua y le sorbo los labios y el clítoris. El tiempo se detiene en este punto para poder entretenerme rebuscando con la lengua todos los pliegues y todos los rincones de su ansiado chocho.

Atrapo con mis labios los suyos, los estiro y los chupo. Luego viene comer y lamer su clítoris que se me presenta como un garbancito duro y caprichoso. A cada lamida se retira y provoca el movimiento hacia atrás de la cadera, es muy juguetón y sensible.

Me ayudo de los dedos de la mano izquierda para separar los labios mayores con lo que mi lengua se puede pasear por encima de su botoncito y sus labios menores más sensibles. Mi saliva se mezcla con tus flujos vaginales, disfruto mucho saboreándolos y su olor me embriaga.

“Mmmmm, Mmmmm…” es el único sonido que puedo oír mientras siento su mano sobre mi nuca como queriendo mantener pegados mis labios a los suyos, o para guiarme en mis caricias.

Me retiro unos centímetros para relamerme los labios y disfrutar del sabor y del olor del aguamiel que moja toda la raja. Cojo un poco de aire antes de continuar, pero a ti no te doy descanso pues primero el dedo índice y después con el medio también, paso las yemas arriba y abajo varias veces, entreteniéndome con los labios y con tu perlita, suave y delicadamente, para pasar después a movimientos con más presión y ritmo.

Después de darte gusto así, y que tus flujos sigan manando sin parar, mis dos dedos se cuelan dentro de tu raja. Hago un mete y saca lento pero intenso, giro la mano poniendo la palma hacia arriba y dejo que los dedos busquen la parte interior de tu clítoris. Hago un rápido movimiento de tijeras con los dedos, de manera que impactan repetida y alternativamente en esta zona tan sensible para ti.

“Mmmmm, Mmmmm, Mmmmm, Mmmmm….” Es el sonido que sale de tu boca.

No te doy tregua. Te chupo, te lamo, te sorbo para a continuación frotarte con los dedos y termino metiéndolos una y otra vez. Continua así hasta que te viene un bonito y silencioso orgasmo que compartimos en la oscura clandestinidad de la noche.

Me lleno la boca, los labios, la barbilla con tu néctar y me siento muy satisfecho por haberte dado este momento.  Tu mano me agarra por el pelo y me atrae hacia ti hasta que nos fundimos en un beso apasionado. Tu lengua busca la mía, se enrosca sobre ella, me sorbes la mezcla de saliva y tus jugos que hay en mi boca.  Mis labios, mi barbilla y mis mejillas mojadas reciben tus besos y tus lamidas.

A mi gorrinita le gusta mucho lamerme y mostrarme que me quiere. Sabe que es mía y que yo la voy a tratar como a una reina… una reina bien puta.

Tenemos la noche por delante…

Levanto la cabeza para disfrutar de la penumbra y del silencio que envuelve la habitación. Una agradable sensación de plenitud me invade mientras disfruto del regusto que todavía me queda en el paladar de tus jugos.

Tan solo unos instantes atrás tenía el hocico hundido entre tus piernas comiéndote y bebiéndote, dándote gusto al tiempo que mi lengua hacia travesuras con tu jugosa almeja. Me has recompensado con besos largos y apasionados que me han transmitido toda tu emoción.

Mientras contemplo en la tenue penumbra el perfil de tu cuerpo pienso que ha llegado el momento de ofrecerte parte de mi carne para que juegues con ella y me hagas todo eso que me gusta que conoces tan bien.

Sobre la cama distingo vuestros cuerpos, el de tu marido al otro lado, bocarriba durmiendo a pierna suelta acompañado con un ronquido acompasado al sueño. El tuyo esta junto en el borde donde estoy yo. Apoyo una rodilla en el suelo y entiendo la otra pierna para apoyo. Mi polla completamente erecta queda justo por encima del nivel de la cama.

A tientas te busco, acaricio tu piel desnuda y una vez que te tengo bien localizada te sobo las tetas. Me encanta tocártelas y sentir tu pezón erizado por la emoción. Te acaricio la cara y meto los dedos entre tus cabellos jugando con ellos hasta poner la mano rodeando tu nuca. Luego acerco suavemente tu cabeza hacia mi entrepierna.

Ya sabes lo que quiero y te preparas para recibirme, sé que tienes ganas de sentir mi polla dentro de tu boca. La buscas a ciegas, tropieza con tu mejilla, después con la barbilla y finalmente la atrapas entre tus labios.

Echada sobre la cama comiéndome la polla, chupeteándola, lamiéndola y succionando pareces un bebe que sujeta su propio biberón mientras disfruta de su ración de leche. Dejo que juegues con ella mientras te acaricio los hombros y los pechos. Tengo al alcance de la mano tu cadera y la entrepierna que permanece húmeda y caliente, hacia allí me dirijo.

Empujo sobre tu cadera para que apoyes todo el culo sobre la cama, el torso queda medio girado y to boca bien encarada hacia mi polla. Hago que separes las piernas con lo que tu rajita queda accesible a mis traviesos dedos.

Chupa, chupa… mi amor, al mismo ritmo que chupas te froto la raja y la perlita que tienes dentro para darte mocho gustito. Sincronizamos el ritmo, si tú me chupas lento, yo te froto suave, si me chupas con intensidad yo te froto con presión, y si alternas la boca con la mano, entonces te froto rápido y te hago un mete y saca de dedos intenso.

No sé quién es el más vicioso, quizás tu quizás yo. A ambos nos gusta lo que hacemos y a ambos nos gusta que nos hagan, por lo que los dos tratamos de llevar al límite al otro pero con mucho cuidado de que no se acabe nunca. La noche podrá durar eternamente…. Uhmmm, que rico!

Creo que si ahora se despertara tu esposo no sabríamos que decir, pero sobre todo no sabríamos parar.

¿Te lo puedes imaginar? Decididamente estamos locos pero lo pasamos muy bien y seguro que no podrá pasar pues ronca muy satisfecho y nosotros no hacemos nada para turbar su sueño.

Ya has estado a punto de llevarme al orgasmo un par de veces pues tienes el control completo sobre las chupadas y meneos de mi polla. La pobre no puede resistirlo por más tiempo y debo aliviar la presión. Para ello, te pido que te pongas de costado, en el borde y dándome la espalda. La pierna izquierda se va hacia el centro de la cama, y la derecha que está debajo se queda estirada.

La rajita así queda expuesta para que mi polla la pueda atravesar hasta clavarse hasta las bolas. Con mucho cuidado para no provocar vibraciones en la cama, te la meto y te la saco despacio… pero con decisión una y otra vez. Tu chocho se aprieta sobre mi miembro mientras entra y sale dándonos un placer intenso a ambos.

Maniobro para poner un pie sobre la cama y apoyar las manos sobre tus caderas para ganar estabilidad y también amplitud de movimientos. Uffff, son unos movimientos lentos que no nos llevaran al orgasmo pero nos dan muuuucho gusto.

Te imagino con la mano en la boca, o mordiendo el cojín pues es imposible que puedas contener los gemidos pues te conozco muy expresiva.

Te tengo que confesar me encanta sentir como tus nalgas se comprimen  mientras mi pubis las aprieta tras un largo y lento empujón. En ese instante el contacto entre tu piel y la mia es máximo y mi polla esta clavada hasta lo más profundo, tu eres mía y yo soy todo tuyo. Llegado a este punto me gusta mover lentamente la cadera para hurgar en tu cueva, eso es sencillamente delicioso, y veo que te gusta.

Me animo, no lo puedo evitar, el ritmo se acelera y también los movimientos de nuestros cuerpos sobre la cama. Estamos en el límite, un poco más y quizás se despierte.

¿Me detengo, o sigo? De forma lenta no lo puedo dominar… Ufff, que nalgas tan ricas… y encima tu culeas un poco para facilitar el contacto… que guarrilla eres… mi reina… mi esclava… mi amor.

Con desgana me separo de tus nalgas y dejo que mi cuerpo se deslice hasta el suelo. Allí pongo mi cuerpo bocarriba, me apoyo solo en los glúteos y los hombros luciendo la polla apuntando al techo tiesa como un poste de teléfono. Tu mano se descuelga por un lado de la cama hasta encontrar mi cuerpo y a tientas localizas donde está mi trozo de carne que tanto gusto te da.

Sé que te gusta cogérmela y jugar con ella hasta que me haces correr. Te dejo que lo hagas durante un rato mientras seguimos amparados por la oscuridad y por tu discreta posición en la cama. Si él se despertase al verte echada sobre el borde de la ama no podría sospechar que su ardiente esposa mantiene la mano haciendo una paja a su vecino tendido en el suelo.

Tus caricias me llevan al límite, pero sabes distinguir bien los síntomas de mi rendición para detenerte justo antes durante unos intensos segundos, y así luego poder continuar otra tanda de meneos.

Te atrapo cogiéndote por la muñeca y por el antebrazo, tirando de ti para atraerte hasta el suelo. Te resistes, quizás sientes temor sobre lo que pueda venir después. Finalmente te dejas arrastrar y aterrizas encima de mi cuerpo, para poder besarnos de nuevo apasionadamente.

Mi polla sigue tiesa esperando su gratificación completa, una vez sobre mí buscas el encaje y tu chocho me recibe abriéndose como una almeja. En cuclillas sobre mi tus nalgas lentamente  empiezan a subir y bajar haciendo que entre y salga al mismo ritmo.

Te ayudo para que pongas tu cuerpo mirando hacia la cama, atravesada obre mí. Te apoyas sobre el borde y empiezas la mejor tanda de sentadillas que has hecho nunca, con ritmo e con intensidad.

Con una de mis manos bajo la nalga, facilito el movimiento de sube y baja, mientras que la otra te acaricia el muslo. Miras hacia el centro de la cama vigilando su sueño, mientras que cabalgas con ritmo alegre.

Cariño, me voy a correr… te retengo en la posición baja para darte toda mi leche dentro de tu cuca.

Allá va!!!, toda… para ti… que gusto!!!.

Me dejas paladear unos instantes de  mi orgasmo antes de volver a la cama esperando no ser descubierta con intención de darme la más dulce caricia en mi polla mientras esta se va desinflando satisfecha y rendida.

Pocos instantes después ya duermes tranquila y yo abandono la oscura habitación, a tientas como cuando vine, pero completamente satisfecho, gracias gorrinita, gracias amor.

Deverano.