Visita a la Feria de Sevilla (II)

El segundo día de Feria estaba intrigado por si Cayetano querría volver a verme. Y quiso; follarme, usarme y verme.

Abrí los ojos sin tener claro qué había pasado: ¿había sido un sueño o realmente mi principal cliente me había usado como un perro?

Mientras miraba el ventilador de techo dar vueltas me relajé con la tranquilidad de que había tenido un sueño erótico y me volví a dormir.

De pronto mis músculos se tensaron y pegué un bote en la cama: de mi mano llega el olor a sus cojonazos sudados. Me había lavado pero aun así aquella era la prueba de que aquel cabrón me acabó usando.

Puede que el buen Whisky no de resaca pero mezclado con rebujito y cerveza es mortal. Me dolía la cabeza y ahora más al pensar que tendría que volver a mirar a los ojos a Cayetano. ¿Y si mi jefe se enteraba? A uno de la oficina le hizo la vida imposible por divorciarse.

Pensé en inventarme alguna enfermedad para no acudir o bien irme de vuelta a casa pero no lo acaba de ver claro. Llamaron a la puerta y aunque no esperaba a nadie fui corriendo. Por un momento pensé que Cayetano igual quería hablar de los sucedido la noche anterior. Al fin y al cabo él estaba casado y en la Feria estábamos ante todos sus empleados. Era Pedro, su chico para todo, un cani que llevaba la misma ropa que el día anterior con las mismas pequeñas manchas de pintura blanca.

Abrí en calzoncillos y con una camiseta blanca de tirantes. - Buenos días. ¿Resaca?. jeje.  Don Cayetano quiere le agregues al teléfono para poder coordinaros mejor- Y con una sonrisa, no sé si cómplice de su jefe, esperó a que yo lo añadiera al teléfono.  Yo estaba cortado, casi en pelotas, recién despierto y ahora con aquel machito en el salón. Más cuando me di cuenta de que había leche reseca sobre la mesa delante del sofá. Cuanto más nervioso estaba yo, más sonreía Pedro lo que me hacía dudar si me iba a follar por orden de su jefe, o era el encargado de preparar sus citas.

  • Bueno illo te dejo que veo todavía estás medio sopa. Sobre las 2 me paso a recogerte- Y rascándose el paquete fue caminando hacia la puerta. Cuando la cerré mi corazón estaba a mil.

Me preparé un café y me di una ducha mientras oí a lo lejos la música de mi teléfono. Después de lavarme y secarme a conciencia, creo que porque me sentía algo sucio, fui a ver la llamada. Era un número desconocido desde el que tenía varios mensajes.

  • Espero que te esté gustando la Feria y la disfrutes "a fondo”

A mí tampoco me gustan los toros así que  después de comer cuando se vayan quedamos para la corrida.

A las 5.15 dejas la puerta abierta y me esperas a cuatro patas sobre la cama-

El rabo se me puso a mil al leer el mensaje de Cayetano y comprender que por eso había enviado a Pedro.

Cuando llegué a la caseta, Cayetano estaba en la puerta vestido de corto y tomando una copa sobre un caballo. Hablaba con otros hombres, patilludos también y que sobre los caballos parecían la banda de Curro Jiménez. Me ignoró aunque le busqué con la mirada.

En el interior encontré a mi jefe y jefa consorte y estuve tomando algo con ellos.

  • Por cierto que don Cayetano dice que eres un chaval estupendo y que ayer estuviste muy dispuesto para ayudarle a cerrar aquí- La cara de los dos era un poema mirándome orgullosos como de un hijo.

  • Échale una mano en lo que puedas, no debemos ser una carga que aquí tiene a mucha gente que atender- No pude dejar de sonreírme al oír esto y quitándome la paranoia de que todo el mundo supiera que había sido su perraco la noche anterior le respondí. - No te preocupes. Haré lo que esté en mi mano-

Salí a la puerta para provocar el encuentro con Cayetano. Después de la conversación con mi jefe me había envalentonado.

  • Chaval coge un momento aquí- Yo no podía creer lo que escuchaba, hasta que me di cuenta de que me ofrecía las riendas del caballo. Las cogí y él se perdió en el interior. Habría ido a mear y me había dejado allí pendiente del caballo. La verdad es que en público prefería que no hubiera jueguecitos porque me ponía cachondo pero también muy nervioso.

Tardó casi media hora y cuando por fin le vi no pude evitar una sonrisa tontorrona. Cogió las riendas y sin mirarme se subió al caballo y se puso en marcha con el resto de sus amigos. Le vi desaparecer por la esquina y me quedé algo frustrado. Desde que le conocí el día anterior pasó de estar pendiente de lo que necesitara a darme órdenes, incluso en público.

Con tanto estar pendiente de él no me di cuenta de que tenías un montón de mensajes suyos desde una hora antes.

  • Si vienes pronto me puedes hacer una paja en el almacén-

  • Trae ese culo ya aquí. Quiero que te pongas delante y te lo restriegues discretamente-

  • Te he visto llegar. Sal fuera-

  • Dale las riendas a otro y entra al baño. Quiero que tu mano huela a mis pelotas el resto del día-

  • ¿Vienes chaval?-

Al leerlos se me puso dura así que me acerqué a una mesa intentando ocultar mi empalme. Y yo pensando que no quería juegos y llevaba una hora preparándolos. ¡Joder si es que estoy a uvas!.

Las cervezas de la comida me relajaron tanto que se me pasó la hora. Salí corriendo al apartamento temiendo no llegar a la hora que había dicho "¿mi amo?". ¡Qué raro se me hacía ese pensamiento!. Cuando veo pelis y leo relatos muchas veces no me veo en el papel ese de sumiso pero la verdad es que ya me estoy comportando como tal.

A las cinco y cuarto estaba por fin sobre la cama con el culo en pompa y sólo con unos slips blancos de estos sin costuras que son muy finitos y se adaptan al cuerpo. Joder nunca había pensado en unos gallumbos para poner cachondo a un macho. Creo que me está gustando esto de complacer a Cayetano.

Un mensaje suyo me avisó de que estaba abajo. Entorné la puerta y volví a ponerme a cuatro patas de espaldas. Oí como se cerraba y en ese momento me puse a temblar. No quería mirar atrás pero por otro lado las pulsaciones me estaban subiendo demasiado.

Noté una mano cálida sobre mi culo. -Tranquilo chaval, si vas a disfrutar- No estaba seguro de reconocer la voz de Cayetano cuando vi su sombrero que caía sobre la cama. Sus manos recorrían todo mi culo y muslos y yo volví a temblar pero esta vez de placer. Sólo con sus manos me estaba haciendo convulsionar.

  • Vaya parece que estás calentito ¿eh?. ¿Por qué no respondiste a los mensajes?- Y me dio un azote en el culo. Nunca me habían gustado las tortas pero en ese momento se me escapó un gemido.

  • Porque no los vi. Estaba pendiente de verte y no me di cuenta del móvil-  M disculpé

  • ¿Si, estabas pendiente? ¿Tenías ganas de polla de tu macho? ¿eh? dime-

  • Si, tenía ganas de volver a saborearla- Le respondí queriendo ser morboso y más bien pareciendo arrepentido.

  • Pues ya verás que rica que me he pasado seis horas a caballo- Y nuevo se me escapó un gemido.  -¡Joder si yo nunca gimo!- pensé.

Y así seguimos haciéndome cosquillas y dándome cachetes un buen rato. Me decía que le gustaba verme tan cachondo y que iba a ser su putita los días que me quedaban. Me metía el calzoncillo por la raja del culo haciendo que sintiera presión en el ojete. Después lo apartaba a un lado y pasaba su dedo húmedo. Poco a poco lo fue metiendo hasta sentirlo bucear en mi interior. Por si me faltaba algo comenzó besarme el culo, los muslos, la espalda haciendo que cayera sobre la cama retorcido de placer.

Siguió besándome el culo y mordiéndolo de vez en cuando. A mí me dio por decir - Joder, joder,joder- Bueno, igual lo gritaba. El caso es por un momento apartó sus manos y sentí el ruido de que algo se caía. Seguramente sus botas. Estuve a punto de mirar pero resistí la tentación. Cuando le sentí de nuevo era para abrirme la boca y meterme algo dentro. Era su calcetín. Con todo el sabor de mi macho. Por un momento creí correrme sin tocarme.

Con tanto calor consiguió dilatarme el culo. Llevaba ya varios dedos. Yo cada vez notaba más presión. De pronto noté un vació y apoyando su antebrazo y poniendo los dedos hacia arriba me dijo - Siéntate aquí-.  A estas alturas no tenía mucho que pensar. Me giré para mirarle por primera vez en 30 minutos y sus ojos de cabrón me pusieron todavía más cachondo.

Intentando mantenerle la mirada desde arriba me senté sobre su mano. Despacio haciendo que entraran todos los dedos. Tampoco aquello lo había probado nunca pero me gustaba sobre todo porque me permitía mirarle mientras jugaba con mi culo.

Cerré los ojos y subiendo y bajando sobre su mano me reconcilié conmigo mismo - Vale soy su puto perro. Es mi amo, mi macho. ¡Y joder cómo me lo paso con él!-

  • Hijo de puta te estás metiendo cuatro dedos. Ven aquí y ahora siéntate sobre ésta- El muy cabrón se echó sobre la cama apuntando su nardo al cielo.

Sin dudarlo pero haciéndome algo de rogar me coloqué encima y sentí su capullo caliente en mi culo. Su cara confirmaba la toma de contacto.

  • Llevo queriendo follarte desde que ti ayer- y me introduje todo el cipote dejando que mi culo se relajara.

  • ¿Qué llevo un cartel del sumiso o qué?- Pregunté un poco ofendido con su puta seguridad de que me moría por comerle la polla.

  • No hombre no es eso- Primera vez que no me llamaba chaval con tono peyorativo. - Es que yo tengo un radar para eso jeje-.

  • Pues vaya con el casado- Y le sonreí siguiendo la broma que a él no debió gustarle porque puso de nuevo su cara de hijo de puta y apoyando los pies empezó a bombearme el culo. Poco a poco pero me iba metiendo todo aquel cacharro. No se la medí pero era larga y gorda. Respiraba fuerte por la boca a ritmo de su bombeo y me mantenía su mirada de "estás disfrutando con mi nabo dentro. Y lo sabes".

No creo que haya otra ocasión en la que mi culo estuviera tan dilatado. Y es que ese día estaba salidísimo. Ahora me la metía hasta el fondo y me la sacaba de golpe. Vamos cosas que yo pensé que eran sólo de las películas.

Me puso a cuatro patas y comenzó a clavarme la polla sin piedad. Creo que estaba muy cachondo. Aunque no creo que tanto como yo. Notaba su sudor en mi espalda, su vello y sus pelotas chocar con las mías.

Cayetano bufaba como el león de la metro y llegó un momento en que yo estaba quieto simplemente dejándome follar por mi macho para darle placer. Creo que fue ahí cuando me corrí sin tocarme mientras al notar el palpitar de mi culo él también lo hizo.

Los dos respiramos inmóviles y nos miramos divertidos. Yo no podía más. O eso creía yo porque me atrajo con fuerza hasta recostarme sobre él y meterme su lengua en la boca por primera vez. Recorrió toda la mía, me lamió la cara y me escupió haciéndome tragar. Nunca lo hubiera hecho pero esa tarde de corrida sí.

Allí estaba yo entre sus brazos sudados, abriendo la boca todo lo posible para dejar entrar su lengua y sus dedos.

  • Me da igual que te hayas corrido quiero seguir usándote. Lámeme los pies-

Yo seguí sus indicaciones y me llevé el pie a la boca. Pasando la lengua entre sus dedos y mirándole a la vez. Su sabor era más intenso que el día anterior, seguro que por las botas. Me gustaba darle mordisquitos por los laterales y ver cómo disfrutaba.

  • Ven chaval que te voy a dar olor a macho del bueno- Me dio un lapo en la boca abierta y se sentó sobre mi cara. Justo la parte trasera de sus cojones en mi nariz. Creí que me corría con aquel olor a macho sudado. - Vaya a tu polla le gusta el olor a culo de macho eh chaval. Huele ahí-

Serían las horas caballo o los 30 grados que hacía ese día pero su culo húmedo me había vuelto del revés. Era el verdadero olor a macho. Mi macho e iba a hacer todo para complacerle.

Se levantó un poco y me dejo ver sus pelotas cegando y su ojete lleno de pelos largos.  Su olor me llegaba  como viento de macho cuando se sentó sobre mi boca. Su ojete estaba a mi alcance y quería entrar en él todo lo posible. Notaba como al principio apretaba el culo pero una vez le metí la lengua se relajó y dejó que le follara con mi lengua. Su nabo otra vez era de acero y se mordía los labios de placer.

Dejó caer todo el peso de su cuerpo sobre mi aplastándome sobre el colchón y haciendo que mi lengua entrara todo lo posible en su culo. Hasta que sentí su leche caliente en mi pecho. Poco a poco seguí lamiendo hasta acabar besándole el culo mientras poco a poco se incorporaba.

Con cara de satisfacción el cabrón me atrajo otra vez hacia si para besarme. - ¿Así sabe mi culo?. A macho eh chaval. Y lo que te gusta a ti-

Levantó un brazo y me metió la nariz en su sobaco haciendo que me apoyara completamente como para quedarme allí un buen rato. Y allí seguí oliendo a macho mientras charlamos un rato.  El muy cabrón era muy morboso y me preguntó por cómo fue la primera vez que me la metieron, si había hecho un trio, por qué me gustaba el olor a macho.....

Tres horas después de nuestro encuentro se levantó y fue al baño. - ¿Chaval no tienes que hacer algo?- Fui corriendo y le sujeté la polla mientras meaba y cuando acabó me la metí en la boca para limpiársela y tener su sabor.

  • Que no te lo tenga que recordar perro. Y en la feria si no hay nadie me la limpias también-

  • Si amo- Le dije por primera vez arrodillado.

  • Mañana te voy a traer una sorpresa- Me dio de pie ondeando su polla.

  • No, amo. Te dejaré hacer lo que quieras pero no quiero pasar miedo-  Le supliqué.

  • Tranquilo chaval, confía en mí. Yo te cuidaré. Estás aquí para darme placer. Date cuenta de que te reconocí en cuanto te ví- Y dejó caer saliva que yo atrapé con mi boca y saboreé mirándole.

  • Venga ayúdame a vestirme que tengo que recibir a la gente para cenar. A las nueves y media te quiero allí. Hoy te voy a hacer un sitio sentado frente a mí. Quiero ver como tú culo te recuerda a mi polla cuando te sientas-

  • Eres un hijo de puta- Me salió del alma pero temí que diera una bofetada sin embargo me sonrió. - Y a ti te gusta chaval. Te gusta  mucho porque tienes mucho vicio-

Se acabó de vestir y se fue.  Menos mal que vivíamos a 500 kilómetros porque aquel tío me había vuelto del revés. Era un verdadero macho alfa acostumbrado a que todo el mundo le complaciera.

Cuando llegué a la caseta estaba en la puerta recibiendo a la gente. Esa noche la cena era algo especial y venían algunos banqueros y políticos. Me saludó con una sonrisa y me presentó al de seguridad de la puerta. Un chaval de mi edad pero de 1,90 de altura vestido de paramilitar. Cayetano empezó a preguntarle por lo cansado que  era su trabajo, tantas horas al sol y aguantando borrachos. Y además sin poder tomarse una copa y viendo a tanta muchacha guapa. El chaval que hablaba por los codos nos narró cómo llegaba de muerto y de sudado, vestido con aquel uniforme oscuro y aquellas botas todo el día, todos los días.

¿Cayetano estaba intentando calentarme en su noche más importante de Feria?

Llegado a este punto Cayetano ya no esperaba a más amigos y nos despedimos del vigilante para sentarnos a cenar. Efectivamente me reservó un sitio junto a mi jefe y en frente suya. Y cada vez que me sentaba y notaba por mi cara que me dolía el culo sonreía sin mirarme. Creo que fui a elegir al más cabrón de todo Sevilla. ¿O realmente me eligió él como dice?.

La cena transcurrió entre risas. A medida que iban pasando días compartías más cosas que los otros visitantes de la caseta. Después nos tomamos unas copas mientras Cayetano iba de grupo en grupo asegurándose de que no faltase nada. Cuando llegó al mío me cogió del brazo y me dijo - Chaval que la sorpresa se ha adelantado. Va a ser hoy- Me guiñó un ojo y se fue.

Y ahí me tienes de nuevo caliente perdido pero también inquieto por saber qué clase de guarrada se le habrá ocurrido ahora a mi macho.

Avanzaba la noche y mi sorpresa no llegaba así que cuando me jefe y esposa se retiraron yo alegué tener que ayudar a Cayetano a supervisar el cierre.

Cuando salió el último invitado Cayetano me llevó a los baños y allí me dio un tremendo morreo mientras me azotaba el culo despacio.

  • Me has tenido caliente toda la noche .Cabrón- Le dije ya con la respiración entrecortada.

  • Lo sé. Es lo que quería. Y ahora espero que seas mi putita en celo. Quiero verte en acción para mí- Yo no entendía bien que es lo que me decía pero con besarle tenía bastante.  Sirvió dos vasos de whisky y bridamos bebiendo de un solo golpe.

Lo que me contó a continuación no me lo podía creer. Quería verme comérsela a otro tío. Verme metérmela y verme con la cara llena de leche. Y de nuevo el alcohol y beso muy largo y tierno me convencieron.

Otra vez una estampa:  me dejó metido bajo el mantel de una mesa que llegaba hasta el suelo por un lado y era muy corto por el resto. Desde allí pude oírle hablar con alguien.

  • Enrique, no te lo puedo decir por discreción pero sí, la conoces de la caseta. Es joven y por eso no se atreve a decírtelo. Hazlo como un favor para satisfacer a la chiquilla- decía Cayetano con un tono emotivo al que el tal Enrique sucumbió.

El mantel se levantó y aparecieron unas largas piernas con botas negras.

  • Ahora tienes que acercarte bien a la mesa. Pon las manos encima y no puedes moverlas de ahí. Ella lo hará todo ¿vale?-

  • Vale Don Cayetano- respondió Enrique que por el uniforme era el vigilante sudoroso que saludamos a la entrada.

  • Adelante nena. Prueba ese cacho de carne que tanto deseabas-  Y diciendo esto Cayetano se sentó en un lateral pudiendo ver las manos del vigilante y también a mí por debajo de la mesa.

La verdad es que aquel tipo debía de calzar un 50. Eran las botas más grandes que había visto nunca. Me acerqué toqué un paquete inmenso y ya medio duro. El chico parecía agradecido. Abrí el pantalón y una bofetada de olor a macho me llegó de su entrepierna. Iba a darle lengua cuando oí a Cayetano repetir-

  • Nena ahí tienes tu regalo disfrútalo- Eso me hizo pensar que antes de que se corriera quería saborear a aquella mole humana. Miré con complicidad a Cayetano mientras cogí los cordones de una bota y los fui abriendo. Al quitarle la bota otra ola de aroma macho currante. El calcetín era enorme. Gris y más oscuro por algunas zonas. El dedo gordo asomaba por un agujero y allí fui a oler a macho.

Cayetano me miraba complacido del espectáculo. Seguí quitándole el calcetín cuando pude oír algunos suspiros del vigilante. Nada como cuando me puse a lamer aquella enorme planta del talón al dedo gordo. Su sabor era fuerte. Y es que ese pie llevaba 12 horas allí encerrado hasta yo lo liberé. Me lo pasé por toda la cara como Cayetano me había hecho el día anterior. Lo mordí despacio y también me lo intenté meter en la boca pero era demasiado largo. Cayetano entonces vino debajo de la mesa y me dio un beso largo saboreando mis labios y cara y volvió a su sitio.

El vigilante seguía gimiendo y más cuando junté sus pies sobre el suelo para chuparlos a la vez.

Ascendí hacia su entrepierna y percibí un olor intenso a macho otra vez. Llevaba unos slips viejos y ya algo raídos por algunos lados que sujetaban unos huevos enormes y de los que salían pelos negros por los lados. Metí la lengua por las costuras de las ingles y ahí el olor a macho era todavía más intenso. El vigilante daba hostias encima de la mesa mientras le humedecía el slip con mi saliva. Entonces apareció el sabor a su meada que a lo largo de todo el día había ido cayendo allí gota a gota.

Me deshice del slip dejándolo por las rodillas. Ahora tenía un inmenso aparato a la vista. Su olor por el cipote era muy fuerte. Y con cara de asco miré a Cayetano que me dijo con los labios - Vamos- Empecé a lamer aquella polla sudada que crecía con cada lengüetazo.

Menos mal que el vigilante no podía presionarme con sus manos porque de aquella polla sólo me cabía la mitad. Eso sí, seguí intentándolo y provocando convulsiones en la mesa. Pude ver a Cayetano tapándose los labios con los dedos como en gesto de silencio mirando al vigilante.

En un momento me la saque de la boca para comerle bien aquellas pelotas de macho guarro y conseguí que el rabo se pusiera todavía más duro. Era un trabuco que me llenaba la boca. Tenía que sacármela para poder respirar y justo en ese instante mientras respiraba se corrió en mi cara como un animal. Cerré los ojos y sentí 8 o 9 trallazos y después la leche caer por mi cara.

  • Límpiasela no se va a ir así a su casa- Eso sí que era por mi así  que me pude a lamerme la leche le quedaba por aquel pollón flojo mientras miraba a Cayetano para intentar ponerle celoso. Pero lo único que conseguí es que su bulto del pantalón creciera.

  • Bueno nena, ya tienes tu capricho.- Cayetano se levantó cogió unos vasos y  los colocó al bajo la mesa.

  • Puedes mear Enrique. A esta guarra le va ver cómo te alivias- Oyendo esto comprendí el uso de los vasos. Cogí la polla e intenté meterla dentro pero no cabía todavía así que la  sostuve hasta llenar un vaso. En el cambio al segundo se me mojaron los pantalones y los calcetines pero recogí el resto.

  • Venga, límpialo y  cálzalo que tendrá que descansar algo- Le di las últimas lamidas a su polla de macho  y le puse sus botas.

Cayetano le despidió con un billete por lo que oí y volvió para sacarme de debajo de la mesa y darme un nuevo morreo. El cabrón saboreaba la meada del vigilante desde mi boca, su leche y el sabor de sus pies. ¡Menudo cerdo!.