Visita

Cuando la veo entrar en la “garita” temo haberme dormido y estar soñando. Lleva un chándal y tiene aspecto cansado. Su beso me descubre que ella también me ha echado de menos. Es un beso eterno que no me atrevo a acabar. Se sienta muy cerca de mí mientras me cuenta, excitada, su viaje. Cuando sus padres la llaman pone su mano en mi paquete y, al oído, me pide quedarse.

VISITA

Cuando la veo entrar en la "garita" temo haberme dormido y estar soñando. Lleva un chándal y tiene aspecto cansado. Su beso me descubre que ella también me ha echado de menos. Es un beso eterno que no me atrevo a acabar. Se sienta muy cerca de mí mientras me cuenta, excitada, su viaje. Cuando sus padres la llaman pone su mano en mi paquete y, al oído, me pide quedarse.

Decidida sale, durante un instante parece enfadarse. Comienzo a resignarme cuando vuelve con una bolsa en las manos. Vuelve a besarme en medio de la explanada, con tanta pasión que casi me tira al suelo.

Pregunta por un baño, la llevo al único decente de la obra. Cuando voy a irme agarra mi muñeca y sigue contándome su viaje. El sonido de la orina cayendo con fuerza me impide concéntrame. Cuando se levanta creo que va ha hacer algo al respecto. Pero tan solo se limpia con sorprendente sensualidad. Con una de sus indescifrables miradas me pide que la espere en mi caseta.

Aparece lozana como si el largo viaje no hubiera sido mas que un paseo. El chándal ha desaparecido. Lleva un cortisimo vestido negro semitransparente y unas sandalias de tacón bajo pero fino.

Juguetea con la linterna y me pregunta cuando me toca hacer la "ronda". Me levanto e intento recuperar la linterna pero la retiene con una sonrisa. Pasamos ante mi coche y ella abre la puerta inclinándose dentro dejándome claro que no lleva ropa interior. Habré la guantera y saca los condones que, sabe, allí la esperan. Antes de dar otro paso coloca mi mano sobre su culo. Recorremos el edificio besándonos en cada esquina metiendonos mano en cada pasillo.

Cuando llegamos al desván observa, curiosa, la escalera de rejilla. Indico sus tacones pero ella se descalza ágilmente. Bajo la cubierta nos asalta el calor acumulado durante el día. No le importa, se tiende lánguidamente sobre uno de los forrados conductos de aire. Cuando me acerco se apodera de mi polla y empieza a chuparme con ansia.

Al poco le advierto la inminencia de mi corrida e intento separarme. Pero sus uñas en mis nalgas dejan claro que no me lo va a permitir. El calor y el placer hacen que mi cabeza de vueltas.

Empiezo, como otras veces, a acariciarla con dulzura. Pero esta vez mi ritmo no la agrada. Sin separarse de mí levanta a lametones mi verga. Me obliga a levantarme y se coloca a cuatro patas. Jadea y se acaricia con anticipación. Dejando claro que le parece excesivo el tiempo que invierto en ponerme el condón. Cuando entró cierra las piernas con satisfacción, no me moveré hasta que quede satisfecha. El calor y el esfuerzo me hacen sudar a mares, pero recibo mi recompensa cuando noto que otra clase de humedad la desborda. Cuando acabo me retiene entre sus piernas hasta que nos recuperamos lo suficiente para podernos mover.