Virginidad Perdida

De como perdi mi virginidad.

Virginidad Perdida.

Cuando tenía 17 años me agarraba unas calenturas tremendas con mi novio Pedro. Íbamos a bailar y a refregarnos, nos franeleábamos y de vuelta a casa, sola en mi habitación y haciendo esfuerzos por no gemir, me hacia unas pajas bárbaras. Mis amigas hacían otro tanto, ya que algunas ya habían cogido y contaban las maravillas del sexo, pero la mayoría teníamos un miedo horroroso a quedar embarazadas.

Un día, por una de esas casualidades, nos quedamos mi amiga Brenda y yo en casa solas, sabiendo que mis padres no vendrían hasta la noche. Habíamos quedado en salir con nuestros novios, los cuales vinieron a buscarnos. Me entretuve un rato hablando con Pedro y Brenda y su amiguito se trenzaron en el sofá. Pedro me arrincono en el comedor y comenzamos a calentarnos. Me pidió que subiéramos a mi cuarto, prometiéndome que no pasaría nada. Decidí que si, que era la hora de la gran paja mutua, sabia que no pasaría nada que yo no quisiera. Tenia ganas de verlo acabar en mi mano. Le dije a Pedro que si iríamos a mi cuarto, bajo la promesa que no hiciera nada que yo no quisiera, él acepto y subimos la escalera. Pero ni bien llegamos a mi cuarto, él me tiro en la cama y me quiso coger. Le dije que no porque tenia miedo de quedar embarazada. Intento convencerme, pero no pudo. En cambio de eso empezamos a besarnos y a tocarnos apasionadamente. Me deje sacar la bombacha, a condición de que él sacara su pija afuera. Estando los dos desnudos me la quiso meter y para evitarlo me di vuelta. Me la metió entre las nalgas, pegándose a mí de costado. Yo saque la cola para atrás para permitirle que encajara bien. Le pedí que acabara ahí, medio entre mis nalgas, medio entre mis muslos. Se acomodo bien y comenzó a moverse. Entre la lubricación que le salía a él y yo, que estaba empapada, la sentía moverse sin problemas.

Me alegre de que por fin sentiría la leche de Pedro sobre mi piel, así que me relaje por completo y me empecé a sobar el clítoris. Me vino enseguida, casi tan rápido como a él. Los dos nos olvidamos del mundo mientras estábamos acabando y sin darnos cuenta se le corrió la pija entre mis muslos y de atrás me entro en la vagina como un tubo. Sentí un pequeño dolor, pero como estaba acabando no me importó. Cuando volvimos a la realidad nos dimos cuenta que yo ya no era virgen y que habíamos cogido.

Analía