Virginia
Una joven desea convertirse en esclava y para ello decide encontrar la persona adecuada para entrenarla. Enrique, en su residencia La Penitencia y en la Sala de Entrenamientos dará satisfacción a los deseos de la Joven
Virginia
Introducción
Una joven desea convertirse en esclava y para ello decide encontrar la persona adecuada para entrenarla. Enrique, en su residencia La Penitencia y en la Sala de Entrenamientos dará satisfacción a los deseos de la Joven.
Historia
Ésta es una vieja historia que escribí hace un años y publicada en otro foro. No tiene cambios importantes y la pongo a consideración de ustedes.
Luego de largas conversaciones con su tío Paco, ambos habían decidido que el mejor camino para lograr el objetivo de Virginia era comenzar a entrenarse adecuadamente para ser una perfecta sumisa que fuera buscada por todos. Para ello nada mejor que Enrique, un viejo amigo de Paco que había tenido bajo su tutela a decenas de esclavas. Así concertaron una visita a la propiedad de Enrique para el día siguiente en las primeras horas de la tarde.
La residencia quedaba alejada unos diez kilómetros internándose en una quebrada, a la vera del Valle de Punilla en la Provincia de Córdoba. Allí llegaron y los recibió Enrique, un hombre de unos cuarenta y cinco años de fuerte contextura física. Pasaron a la sala en la que tanto Paco como Virginia expresaron su deseo que Enrique entrenara a la joven adecuadamente.
Enrique aceptó de inmediato y procedió a llenar una ficha con los datos personales de Virginia, que en ese momento había cumplido los treinta años. Otros datos como talla, medidas, peso etc. también fueron completados.
Supongo que no eres virgen a pesar de tu nombre, preguntó Enrique.
-No señor. Mi primera relación fue cuando tenía 17. También me la metieron una vez por el culo, pero me dolió mucho por lo cual nunca más permití que entraran por allí.-
-Te puedo asegurar que cuando demos por finalizado el entrenamiento estarás lista para servir al Amo más exigente.- Aseveró Enrique.
-¿Cuánto tiempo le llevará entrenarme?-
-No hay plazos, Hay objetivos. Cuando estés en condiciones, entonces Paco vendrá a buscarte, mientras tanto tú me llamarás Señor y yo me dirigiré a ti como Puta o Vir.-
-¿Por qué Puta si no lo soy?-
-Porque es mi decisión y de ahora en más no más preguntas y a obedecer.-
-Sí Señor. Lo que Ud. diga.-
Paco se despidió dejando a su sobrina en buenas manos. Enrique era una persona de total confianza y haría de Virginia una esclava sumisa y obediente.
Lo primero que hizo Enrique fue mostrarle todas las instalaciones de la casa, comenzando por la cocina ya que parte de las obligaciones de Vir era mantenerla limpia y ordenada. Luego pasaron a la consabida Sala de Entrenamientos y finalmente al calabozo donde Vir pasaría parte del tiempo de su permanencia en la residencia. Finalmente salieron a dar un paseo por el parque, en el cual se podían apreciar abundantes y añosos árboles.
Luego regresaron a la casa. Ahora Enrique quería completar la ficha con algunos comentarios propios y señas particulares, por lo cual le ordenó que se desnudara. Hizo sus anotaciones revisando todas sus partes íntimas. Pasó una y otra vez sus dedos por los labios vaginales de la joven e introdujo un dedo en la vagina para comprobar la humedad y lubricación de la misma. Una cosa que le llamó la atención fue el poco vello que su pubis y alrededor de la concha. Estaba casi depilada.
-Tengo poco vello por una enfermedad que tuve cuando empecé a menstruar. Se llama Depilatis Pubertis, que justamente provoca el debilitamiento y la caía de casi todo el pelo de esa zona.- informó Vir.
-Mejor así. Podré trabajar más cómodamente sin necesidad de afeitarte.- Comenzó luego la inspección de las otras partes de su cuerpo. Las tetas y los pezones ocuparon la atención de Enrique. Luego de pocos masajes notó el endurecimiento de los pechos y la turgencia de los pezones. Eso le satisfizo. Tenía buena sensibilidad en esa parte del cuerpo lo que facilitaría el entrenamiento.
Luego pasó al culo y las piernas. Pasar sus manos y acariciar la tersa piel era realmente un placer. Le separó los glúteos para mejor observar el ano. Se notaba que no era usado frecuentemente para ser penetrado. Pensó que esa piel blanca, ligeramente rosada del culo sería un buen objetivo para el látigo. Dejaría hermosas marcas rojas. Así finalizó la inspección.
-Ahora te calzaré estos grilletes - Enrique tomó un arnés de cadena que consistía en muñequeras y tobilleras que fijó alrededor de las extremidades de Vir y un collar alrededor de su cuello. Las cadenas unían el collar, las muñequeras y las tobilleras, dejando sólo un movimiento reducido. Vir dejó hacer pero una vez terminada de ser encadenada tomó conciencia que estaba desnuda.
A continuación le ordenó que limpiara la cocina y preparara la cena para él, ya que esa noche no le correspondería a ella alimentarse. Estuvo a punto de revelarse pero la visión de un látigo colgado en la pared le hizo desistir de tal propósito. Se dirigió a la cocina y se puso a hacer lo que le había ordenado. La labor fue ardua. Las cadenas le impedían hacer la tarea prontamente.
Luego de servir la cena a Enrique y acomodar nuevamente la cocina, Enrique le indicó que esa misma noche tendría su primera lección. Se dirigieron a la sala de Entrenamientos. Allí se fueron directamente a un cepo en la que Vir colocó su cuello y sus muñecas, luego que le retirara las cadenas que la limitaban. Sus tobillos quedaron fijos a la base de la picota, con las piernas separadas y su cuerpo parcialmente doblado hacia adelante.
El corazón de Vir latía con fuerza. Estaba emocionada por estar así como si fuera una prisionera y a disposición de un hombre que podía disponer como quisiera de ella. Estaba muy lejos de otro ser humano más cercano por lo que era imposible pedir ayuda si se lo propusiera. Estaba sumida en estos pensamientos cuando
Sintió las manos de Enrique magreando sus tetas que colgaban cual ubres para ser ordeñadas. Se entretuvo bastante tiempo sobándole esa parte de su cuerpo.
Luego y sin mediar palabra el látigo impactó sobre la delicada (por ahora) piel de su culo. Un grito mezcla de dolor y sorpresa llenó el recinto. Una marca roja comenzó a aparecer.
-¡Silencio Puta! Te he dejado una hermosa marca el culo que voy a completar con otras. Si vuelves a gritar deberé amordazarte, así que es mejor que cierres esa boca.-
Vir calló mordiéndose los labios mientras recibía los azotes que marcaban su trasero. En total diez marcas quedaron sobre su piel. A continuación sintió el pene de Enrique que se abría paso en su vagina y que descargaba el semen en su interior. Vir, sin excitación previa y por los azotes recibidos no pudo acabar. Así debió permanecer un largo rato hasta que Enrique decidió llevarla a su calabozo. Allí debió acostarse sobre una tabla de madera, sin colchón y sólo cubierta por una manta. Unas anillas pendientes de la pared se cerraron sobre sus muñecas. No podía siquiera frotarse los castigados glúteos. Así debió pasar su primera noche en La Penitencia, nombre de la granja de Enrique.
Antes de quedarse finalmente dormida pensaba en lo ocurrido durante ese día. No escapaba a su entendimiento que en algún momento debía presentarse sin ropa frente a su Amo, pero no permanecer desnuda como debía estarlo. No pensaba que sería violada como lo fue, sin darle la menor alternativa de resistirse como tampoco ser azotada en el culo sin motivo aparente. Finalmente tener que dormir sobre el catre, sin colchón y con sus manos encadenadas superaban lo que podía haber supuesto era su entrenamiento, pero ya era tarde. Ni siquiera sabía cuánto tiempo permanecería en La Penitencia. Su única esperanza era recibir ayuda de su tío Paco.
A la mañana fue despertada por las dos manos de Enrique que apretaban sus tetas. Efectivamente, su Amo había entrado a su celda, le había quitado la manta que la cubría y apretando fuertemente sus tetas había logrado despertarla.
-Levántate rápido, toma una taza de leche que debemos comenzar con tu entrenamiento. Vamos a trabajar un poco sobre tus tetas que las noto un poco caídas.-
Virginia sintió un nudo en el estómago. Presintió que ese "trabajar" no serían precisamente caricias. Le fueron ajustados unos grilletes en sus tobillos y se dirigió a higienizarse y luego a la cocina a beber la leche que le había ordenado. Sentía un poco de incomodidad de permanecer desnuda. Finalmente se dirigieron a la Sala de Entrenamiento. Allí Vir debió colocar su espalda contra una columna. Todo su cuerpo fue fuertemente amarrado por medio de cuerdas. Una mordaza ocupó la boca su boca impidiendo el habla y apenas unos tenues gemidos podían salir de su garganta. Finalmente una cinta negra cubrió sus ojos aumentando su temor ante lo desconocido.
Enrique colocó primeramente unas pinzas en los pezones. A continuación arrolló una cuerda fina alrededor de cada teta que quedaron como dos globos próximos a estallar. Luego fijó las cuerdas, que pasaban por una roldana frente a sus pezones a unas pesas que hacían tensar las cuerdas hacia delante. Vir quería implorar que cesara el castigo pero, por supuesto le era imposible.
A continuación tomando una jeringa hipodérmica con su respectiva aguja comenzó a inyectar en las tetas tartrato de gricerolamina, compuesto hidratante que llenaba todos los espacios en los alrededores de la glándula. Las tetas se iban hinchando cada vez más a medida que nuevas cantidades de la sustancia pasaban de la jeringa al cuerpo de Vir. Ésta sentía un dolor que crecía sin cesar en sus pechos.
Poco a poco fue aflojando las ligaduras alrededor de las tetas de Vir, mientras continuaba inyectando el líquido. Finalmente retiró totalmente las cuerdas y podían observarse unas tetas de buen tamaño pero sobre todo muy firmes. Retiró las pinzas de los pezones, para ser reemplazadas por agujas (cuatro en cada pezón) que se introdujeron de frente y muy profundamente.
Ya podía observarse la venda de los ojos de la esclava humedecida por las abundantes lágrimas que salían de sus ojos. Se sentía totalmente indemne frente a su entrenador. Sólo le quedaba soportar el castigo.
Enrique, satisfecho con su obra desató a Vir amordazada y con los ojos vendados como estaba procedió a penetrarla por la vagina. No quería en este primer día completo en La Penitencia metérsela por atrás, ya que había comentado que le resultó muy doloroso. Lo dejaría para un por de días más tarde. Consideró que era suficiente por la mañana.
Por la tarde y luego de almorzar (en esta oportunidad se le permitió alimentarse) Enrique le colocó las cadenas que toman su cuello, sus muñecas y sus tobillos y se encaminaron al parque de la casa. Vir estaba asustada que alguien que estuviera en el parque pudiera verla desnuda y encadenada, pero no se atrevió a solicitar ropa para el "paseo". Llegaron hasta un claro en el bosque. Enrique le indicó que acercara su espalda a unos de los árboles. Le quitó las cadenas y le ató las muñecas detrás del tronco. Sus tobillos también fueron atados a al árbol.
Enrique se retiró en busca de una rama verde de álamo. Encontró una bien flexible. Le quitó las hojas. La madera presentaba pequeños nudos donde había retirado las hojas, que dejarían puntos rojos en la piel de Vir. Ésta al verlo con la rama comenzó a implorar no ser azotada con semejante vara. Sus ruegos fueron reemplazados por un lastimero gemido cuando Enrique descargó un fuerte golpe justo debajo de las tetas.
Vir tiraba desesperadamente de las ligaduras para evitar los sucesivos azotes que se descargaban en sus tetas, su vientre y sus piernas. Las marcas que iban quedando eran rayas rojas con puntos más grandes cada siete centímetros, lugar donde antes estaban las hojas. En esta oportunidad Vir pudo gritar todo lo que quiso. Ninguna restricción ocupaba su boca. Finalmente el castigo cesó. Enrique se retiró unos pasos para admirar si obra. Faltaba una marca más en las tetas, que luego del tratamiento de la mañana se las notaban como dos grandes globos. Tomó nuevamente la vara y descargó el golpe quizás más fuerte de todos los que había aplicado hasta el momento.
Vir sentía la impotencia de ser castigada y estar amarrada al árbol. Sabía que sus gritos se perderían en el bosque y que nadie acudiría en su ayuda. Toda la parte delantera de su cuerpo ardía por los azotes recibidos. Imploraba en silencio que su castigo finalizara.
Poco después Enrique comenzó a desatarla. Le colocó nuevamente las cadenas y la cubrió con una túnica. Comenzaba a caer la tarde y a bajar la temperatura. No era cosa que su aprendiz se enfermara. Caminaron de vuelta a La Penitencia. Una vez allí fue liberada de sus cadenas y encerrada en la celda. Ahora por lo menos podía frotarse las partes castigadas, pero realmente se asustó cuando se palpó las tetas. Estaban de un tamaño exageradamente grande y con gruesas líneas moradas e hinchadas dónde había impactado la rama. No pudo evitar llorar con desesperanza.
El tercer día luego de su llegada a la residencia sería un hito en su historia. Efectivamente, Enrique luego de atarla a un caballete y dejando su culo bien expuesto se dispuso a penetrarla por allí. Recordaba que sólo una vez la había recibido por atrás y le había dolido mucho. Sería una nueva oportunidad para demostrarle que su dolor o humillación no impediría a su Señor hacer con ella lo que dispusiera.
Apenas lubricó la entrada y comenzó a empujar. Vir en ese momento entendió que sería violada por el culo pero sus ruegos no fueron escuchados. Muy poco después sentía la entrada y salida del pene de Enrique mientras ella hacía esfuerzos por soportar el dolor al cual estaba siendo sometida, Finalmente volcó la leche en el recto de su aprendiz.
Como ya habían desaparecido las marcas del primer castigo que recibió que fue justamente en el culo, nada mejor que revivir aquel momento. Sin retirarla del caballete le aplicó más de veinte paletazos con una gruesa lonja de cuero. Poco después todo el culo de Vir esta al rojo vivo. Permaneció atada por una media hora.
Le esperaba ahora otro castigo desconocido. Minutos después estaba balanceándose colgada de sus tobillos, con los brazos atados a la espalda mientras Enrique jugaba con sus pezones apretándolos y retorciéndolos. Finalmente la levantó un poco más para que su boca quedara a la altura de su pene. Ahora debía chupársela hasta acabar en su boca. Así terminó su tercer día de entrenamiento.
Un par de semanas más tarde llegó a La Penitencia Paco, el tío de Vir. Quería informarse cómo asimilaba su sobrina las lecciones.
-Puedes verlo tú mismo. Justamente ahora iba a comenzar a torturarla en la concha. ¿Quieres pasar para ver qué le hago?-
-Por supuesto Enrique. Será un gusto ver las enseñanzas que le administras a Vir. ¿Dónde está ella?-
-Ya está atada sobre la mesa de torturas, las piernas separadas para trabajar en la concha.-
-Magnífico, nunca había observado a Vir desnuda y será interesante ver cómo la torturas en la concha. ¡Lástima que no traje la cámara fotográfica!-
Pasaron a la Sala de Entrenamiento. Efectivamente Vir yacía de espaldas amarrada a una mesa con las piernas separadas. El clítoris asomaba entre los labios exteriores. Al ver a su tío, le rogó que la liberara del castigo que iba recibir.
-De ninguna manera. Estás aquí para entrenarte, para ser humillada y castigada. Tendré el gusto de ver a mi amigo Enrique torturarte la concha. He llegado justo a tiempo.-
-Paco, ¿Te molesta que gima mientras la torturo o prefieres que la amordacemos? Será emocionante escucharla.-
-Estoy de acuerdo en que se exprese. Dejémosla quejarse a gusto.-
Enrique tomó unas pinzas y apretando con las mismas el clítoris tiró hacia fuera. Un fuerte grito partió de la garganta de la esclava continuó con las pinzas en el clítoris para luego con unas agujas comenzó a perforar transversalmente el clítoris de Vir, que continuaba gritando e implorando que cesara el castigo.
Continuaron clavando más agujas. Finalmente unas gotas de alcohol humedecieron toda la zona con el consiguiente ardor. Paco estaba francamente entusiasmado con el tratamiento que le estaban aplicando a su sobrina.
-Mira Enrique, me he calentado. Me parece que cuando les saques las agujas le voy a clavar otra cosa en esa conchita. Además así casi sin pelos, ¿La has depilado?-
-No Paco. Lo que ocurre que ella tiene Depilatis Pubertis, una enfermedad que le debilita todo el pelo de la concha. Mira, si tiro de estos pocos pelos que tiene, se salen fácilmente.-
Enrique tomó entre sus dedos algunos pelos del pubis de Vir y de un tirón los arrancó. Ves, le dijo a Paco, salen muy fácil y más abajo del pubis no tiene pelos.
Continuaron castigando la conchita de Vir que se revolvía entre las ligaduras que la amarraban. Gotas de cera, más pinchazos, introducción de un consolador de superficie rugosa y de gran diámetro y finalmente la flagelación de tan delicada parte con una pequeña caña revestida en cuero.
Finalmente dieron por terminado esos castigos corporales. Su tío propuso vendarle los ojos para que no lo viera mientras la violaba. Le impidieron la visión con una banda negra y primero Paco y luego Enrique dejaron su carga de semen en su interior.
-Bueno Enrique, esta ha sido una sorpresa que no esperaba cuando llegué a aquí. No pensé que me cogería a mi sobrina en estas circunstancias. En otra oportunidad te vendré a visitar para interiorizarme de cómo continúa el aprendizaje de esta putita.-
-Cuando quieras Paco. Ahora la voy a desatar de la mesa de torturas para colgarla un rato de las muñecas y darle algunos azotes en el culo.-
Paco se retiró y Enrique procedió tal como había expresado antes. Luego de más de veinte azotes con una lonja de cuero el culo, la introdujo en una jaula con las manos esposadas por fuera de los barrotes de la misma. De esta manera no podía aliviar ninguna de las partes de su cuerpo que habían sido castigadas.
Pasaron los días y Vir continuaba recibiendo sus castigos diarios que aumentaban en intensidad. Así fue varias veces colgada de sus tobillos, montada en caballetes cuyos travesaños se incrustaban en su concha, tener colocados abrebocas por mucho tiempo, ser sostenida por cadenas que pasaban entre sus piernas, tener colocados vibradores de gran diámetro tanto en la vagina como el culo por largo tiempo, haber soportado sus pezones la fijación de pinzas y broches, haber sido torturada con electricidad, etc.
Justamente un día, luego que Enrique había acabado en su boca, tragando el semen allí depositado, su entrenador se dispuso a someterla a un nuevo castigo con electricidad. En esta oportunidad le colocaría un consolador metálico en el culo conectado a uno de los polos y tocaría distintas partes de su cuerpo con una barra metálica conectada a otro de los polos.
Ya estaba todo listo para comenzar cuando Paco hizo su aparición en el lugar.
-Paco, llegas nuevamente justo a tiempo. Ya tengo todo preparado para castigar a tu sobrina con electricidad. ¿Quieres participar?-
-¡Por supuesto que quiero! ¿Ya la tienes amarrada?-
-Sí, está en una cruz de San Andrés con las piernas bien separadas y su concha bien accesible. Ayer le apliqué en las tetas unas inyecciones nuevas que conseguí. Hoy tiene unos pezones turgentes, de más de media pulgada de largo. Creo que te va a gustar verla y castigarla.-
-Esta vez he traído la cámara fotográfica. No voy a perder detalle. Vamos ya dónde está ella.-
-Te advierto que he estado filmando algunas partes cuando castigaba a la puta. Tengo más de dos horas de filmación.-
-Por supuesto que quiero una copia de ese video. Pero vayamos dónde está ella que quiero comenzar.-
Vir estaba atada a la Cruz de San Andrés con fuertes ligaduras en sus muñecas, sus tobillos y su cintura. Su clítoris, que asomaba entre la vulva de sus piernas separadas todavía presentaba signos de castigos anteriores. El consolador metálico que tenía metido en el culo no podía ser expulsado ya que tenía su cuerpo apoyado contra las maderas de la cruz.
Al ver a su tío tuvo la ligera esperanza de que el castigo que le esperaba fuese un poco menos doloroso que si sólo Enrique estuviese encargado de aplicárselo. Sin embargo se equivocaba. Paco, al ver el cuerpo de la joven listo para ser castigado aparte de la erección que experimentó, tuvo deseos de comenzar en ese mismo momento con la tarea.
Sin embargo Enrique, más experimentado en el uso de la electricidad sobre el cuerpo femenino prefirió comenzar él para luego cederle la temible barra a Paco. Comenzó sobre el vientre para luego seguir por los laterales hasta las axilas y luego por los brazos.
Ésta era la segunda vez que Enrique la torturaba con electricidad. La anterior sólo le había pasado la picana por los glúteos y la espalda y con muy poca corriente, pero esta vez estaba de frente y con las piernas abiertas y con más corriente. Temía que se le ocurriera visitar sus partes íntimas. Vir gemía angustiada por el castigo que estaba recibiendo.
Luego Enrique bajó la varilla debajo de sus tetas. Ahora sentía más el castigo y gritaba con desesperación. Enrique le pasó la barra a Paco que comenzó a usarla primero en la base de las tetas de Vir para luego ir directamente a los pezones. Bajó al ombligo y allí aumentó la corriente y finalmente bajó hasta la vulva en la cual se detuvo largamente. Las lágrimas manaban en abundancia y mojaban las mejillas de Vir.
Mientras era cruelmente castigada y a pedido de Paco, que radiante de satisfacción y lujuria torturaba sin piedad a su sobrina, pidió a Enrique que tomara fotografías de la escena. Así quedaría reflejada la cara de satisfacción de Paco manejando la picana sobre su sobrina.
Con pequeños descansos entre medio estuvieron más de 45 minutos sobre el cuerpo de Vir que, al llegar al final del castigo y ya sin fuerzas casi no podía quejarse del castigo. Su concha había sido muy maltratada y la punta metálica había tocado no solamente los labios exteriores y el clítoris sino también se había introducido parcialmente en la vagina. Era el momento para ser violada.
La desataron de la cruz y primero Paco y luego Enrique descargaron su leche en el interior de Vir. Unos azotes extras en el culo completaron el castigo de ese día.
Paco comenzó a concurrir a La Penitencia todas las semanas oportunidades en las cuales castigaba y violaba a su sobrina. Ésta poco a poco se fue acostumbrando que no podía esperar piedad de su tío sino por el contrario los azotes eran más fuertes, las ligaduras más apretadas, y las torturas más crueles, todo era más doloroso. Ya no le dolía cuando era penetrada por culo y ahora recibía consoladores y vibradores de gran tamaño por su agujero trasero.
Había tragado grandes cantidades de semen tanto de Enrique como de su tío. Con la llegada de su tío generalmente le esperaba algún castigo nuevo. Había resultado un hombre de mucha imaginación e inventar cosas para probar sobre el cuerpo de ella le deleitaba, en especial porque luego de cada sesión, la violaba a su gusto.
Luego de unos seis meses de comenzadas estas visitas de Paco, llegó como lo hacía habitualmente a La Penitencia, preguntando.
-Enrique, ¿qué has preparado para hacerle hoy a Vir?-
-La colgaremos de los tobillos para azotarla en la concha dejarle caer un líquido que he conseguido en la vagina. Si quieres cogértela deberá ser antes del castigo porque su concha quedará en un estado tal que será imposible penetrarla-
-Si le duele al ser penetrada, no debe importarnos.-
-Lo que ocurre que el líquido, así como irrita su vagina también irritará tu pene. Cógetela antes, será mejor. Por otra parte quería decirte que creo que el entrenamiento está llegando a su fin. Ya podemos hacerle cualquier cosa que acepta sus castigos con resignación y obediencia.-
-Deberemos buscar entonces un Amo que se haga cargo de ella. ¿Qué te parece si ponemos algún aviso en los diarios para alquilarla?-
-No es mala idea Paco. Tendríamos que exhibirla cerca de la ciudad. Llegar aquí para que la vean es un poco difícil. Te propongo que la llevemos a tu casa y allí la mostramos a los posibles interesados.-
-Bien, lo pensaremos mejor. Ahora vamos a proceder con ella como estaba previsto. Estoy caliente y quiero acabar.-
Se dirigieron a la Sala de Entrenamiento dónde Vir estaba sentada en el suelo y sujeta por un collar con cadena a una argolla en la pared. Por indicación de Paco la amarraron a un caballete doblada hacia delante. Quedaba accesible tanto su culo como su concha. Paco primero la penetró por el recto y luego acabó en la vagina. Vir no emitió sonido alguno. Ya se había acostumbrado a todo.
El paso siguiente fue rodearle los tobillos con una varias vueltas de cuerda para fijar cada tobillo a sendas cadenas que pendía del techo. Accionaron los motores y finalmente Vir quedó con su cabeza a centímetros del suelo mientras aliviaba el peso de su cuerpo apoyando las manos en el piso. Sin embargo ambos brazos fueron luego amarrados a su espalda impidiendo cualquier movimiento. Sus piernas estaban bien separadas por lo cual el acceso a su parte más íntima estaba asegurado.
Comenzaron castigando su entrepierna con unas disciplinas que golpeaban sin cesar mientras el color rojo intenso viraba al morado en toda la zona. Apenas gemía mientras gruesas lágrimas caían al piso formando un pequeño charco. Cuando consideraron que era suficiente ese castigo (la concha estaba muy hinchada y la entrada a la vagina parcialmente cerrada) Fueron en busca de una botellita conteniendo alil fenil acetato de arilo al 5%, compuesto que volcaron en el interior de la vagina.
Ahora Vir no podía contener los gemidos y su cuerpo se balanceaba con desesperación en un inútil esfuerzo de liberarse de semejante castigo. Sólo unos minutos después el líquido comenzó diluirse y aminorar su efecto, pero el conducto vaginal estaba muy sensible, oportunidad que aprovecharon para introducirle un vibrador que pusieron a funcionar. La angustia de Vir era terrible. Con la vagina así irritada, el movimiento del vibrador era insoportable
Ambos hombres se retiraron a beber una copilla de manzanilla mientras Vir quedó en la Sala sufriendo el castigo que le era impuesto. Aprovecharon el descanso para planear el alquiler de la esclava.
Finalmente le retiraron el vibrador y permitieron que se diera una ducha con abundante agua para calmar la picazón que sentía en toda su vulva. Terminada la ducha Vir se ubicó en un sillón con lar piernas levantadas para que ambos hombres observaran el estado final de la parte castigada. Quedaron satisfechos de la tarea realizada.
Unos días después aparecía en el diario local en avisos clasificados el siguiente:
"Alquilo esclava de 30 años, bien entrenada. Buenas tetas y esbelta figura. Mínimo seis meses, dos mil dólares mensuales. Por plazos más largos, valores a convenir. Dirigirse a ...".
Vir se encontraba vestida sólo con una bombacha. Un collar rodeaba su cuello unido a una cadena de un metro de largo. El otro extremo de la cadena estaba fijo a la pared. Sus manos estaban esposadas en la espalda y su concha muy bien depilada que dejaría a la vista todos los detalles de la misma una vez que retiraran las bragas. Ese día tuvieron la visita de cinco interesados en alquilarla. Dos mujeres y tres varones.
Todos examinaron a Virginia con detenimiento, en especial sus partes pudendas para comprobar si los castigos recibidos habían incluido estas partes. Finalmente uno de los varones de unos 35 años y luego de desnudarla y hacer algunas pruebas de sumisión, la encadenó y se la llevó por el término de seis meses.
Según informó mientras la estaba encadenando buscaba justamente una esclava joven que pudiese resistir los castigos que tenía pensado desarrollar sobre ella. Justamente acababa de regresar desde Londres donde había asistido a un seminario de cómo castigaban a las mujeres en la Edad Media. Le había resultado de mucha utilidad y había podido adquirir algunos equipos construidos según los viejos modelos, que le parecían muy convenientes.
Concluía así el entrenamiento de Virginia para comenzar de lleno su vida como esclava sumisa como había querido unos meses atrás. Tanto Enrique como su tío estaban satisfechos de los resultados. Aunque algo tristes por perder esta posibilidad de diversión.
Ahora Vir conocería otros castigos y otras humillaciones. Habitaría otras celdas y otras jaulas. Sus prominentes tetas, producto de las reiteradas inyecciones de tartrato de gricerolamina que Enrique le había administrado, sufrirían nuevas torturas. Le esperaba un largo camino de sometimiento que duraría, por lo menos los próximos seis meses.
Paco y Enrique estaban sentados en cómodos sillones mientras platicaban respecto del trato que acababan de cerrar, cuando Enrique volvió sobre el tema de que extrañaría a Virginia. El tío Paco asintió con la cabeza y una cierta tristeza se reflejaba en su rostro, pero de pronto se le iluminó.
-Enrique, ¿Qué dirías tú de entrenar a la hermanita de Virginia?. Es muy joven, tiene sólo 24 años pero sería una linda pieza para aplicarle esos castigos que tú y yo sabemos.-
-No es una mala idea Paco, pero ¿Crees que aceptará recibir el entrenamiento?-
-Todo es cuestión de averiguarlo. Déjamelo por mi cuenta.-
Tres días después llegó el auto de Paco a La Penitencia con una joven prolijamente atada en el baúl.
-Enrique, te traigo a Florencia, la hermana de Virginia. Está atada en el baúl del auto. No está muy convencida de tomar el curso de entrenamiento, pero por las dudas ya la he atado y amordazado como para comenzar sobre ella.-
La bajaron del auto, la desataron y la desnudaron completamente para encadenarla a una columna. Le quitaron la mordaza y Enrique dirigiéndose a la joven le dijo:
-Tú eres la hermanita de Virginia. Será un gusto entrenarte, especialmente porque te veo muy tímida. ¿Tienes vergüenza?-
-Sí señor Enrique. Estar desnuda delante de un desconocido y de mi tío. Me da mucha vergüenza. No estoy segura de querer este entrenamiento a pesar que mi tío me insiste en que me va a hacer bien conocer los secretos que Ud. me va a revelar.
-Este látigo comenzará a sacarte la vergüenza con unos buenos azotes en las tetas. Llego de violarte sentirás menos vergüenza aun.-
-¡Nooo!. ¡No me azote con el látigo!. ¡Nooo! ¡En las tetas nooo!. Tampoco quiero ser viol...Ahhh!- No pudo terminar. Ya el primer azote impactó justo sobre los pezones, arrancándole un grito de terror, mientras Paco alentaba a Enrique con el castigo:
-Más fuerte Enrique. Quiero que esta puta grite de dolor antes de violarla. Ahora en el vientre y luego que separe las piernas para atacarla en la concha.-
Florencia estaba desconcertada. Primero que no imaginaba ser tratada así y segundo que su tío la violaría también. Estaba con estos pensamientos cuando un azote dio de lleno en su concha. De pronto vio a Enrique que al bajarse los pantalones mostraba un pene en completa erección que avanzó directamente a su agujero y la penetró sin miramientos. Si bien Florencia no era virgen era la primera vez que la penetraban sin preparación previa. Su vagina estaba algo seca por lo que la introducción fue dolorosa. Muy rápidamente Enrique acabó dentro de ella. Acto seguido su tío imitó a Enrique, acabando también en su interior.
-Florencia, dijo Enrique, de ahora en más serás castigada, violada y torturada a mi gusto y cuando yo lo decida. Tu hermana se ha comportado muy bien y espero que tú no seas menos que ella. Te cogeré todos los días pero para que tengas ese beneficio deberás sufrir todas las penitencias que te imponga.-
Florencia, contra su propia voluntad, se oyó a sí misma decir: -Lo que Ud. ordene señor. Mi cuerpo estará a su disposición. Será un placer darle satisfacción aunque resulte algo doloroso para mí.-
Comenzaba así el largo camino de Florencia en los misterios de la sumisión y la esclavitud. A diferencia de lo ocurrido con su hermana, su tío Paco tendría un rol mucho más activo. No solamente Enrique, con su experiencia, la castigaría sin piedad sino que también su tío participaría de sus sufrimientos, quién sin esperar le dijo:
-Si Enrique sólo quiere castigarte, violarte y torturarte, puedes esperar que yo te martirice con las distintas ocurrencias que tengo preparadas para ti. Ya me he cogido reiteradamente a tu hermana Virginia y no me privaré de probar los agujeros de mi otra sobrina. Dentro de un rato te la meteré por el culo.
Florencia, aun sin poder moverse del poste por las cadenas que rodeaban su cuerpo, comprendió que los días venideros allí no serían fáciles Se estremeció pero no se animó a quejarse. Los castigos podían ser peores. Sólo le quedaba aguardar lo que sus amos decidieran.
Acordaron entre ambos hombres que Paco vendría a La Penitencia los viernes por la noche y regresaría a su casa los lunes por la mañana. Tendría un fin de semana en el cual gozaría al máximo de su sobrina. Luego de tres semanas Florencia se había acostumbrado a ser castigada diariamente y cogida por sus tres agujeros. El mayor temor eran los fines de semana cuando hacía su aparición su tío Paco.
Justamente preparándola para uno de esos fines de semana, Enrique colgó de las muñecas a Florencia el viernes por la noche poco antes de la llegada de Paco. De esa manera estaba lista para recibir el castigo que su tío le impondría. Sus piernas estaban todo lo separadas que sus articulaciones lo permitían. Sendas cuerdas arrolladas a sus tobillos y fijas al suelo así lo imponían.
Paco llegó con un nuevo instrumento para martirizar a Florencia. Se trataba de un prensatetas consistente en dos maderas que podían ajustarse con unos tornillos. Hasta allí no difería mucho de otros que ya tenía Enrique y que ya habían comprimido los senos de Florencia. La diferencia estaba en que estas maderas tenían gran cantidad de pequeñas agujas que se clavarían en la piel a medida que eran ajustadas.
Paco al ver a su sobrina colgada y con las piernas separadas no pudo menos que violarla de inmediato para luego, más calmo, comenzar a torturarla. Primero le vendó los ojos para que no pudiese ver el aparato que ajustaría sus tetas. Luego con la ayuda de Enrique ubicó el instrumento y apenas lo ajustó. Todavía Florencia no sentía las agujas.
Tomando unas disciplinas con nudos descargó un fuerte azote, de abajo para arriba, en la concha de la esclava. Un fuerte grito llenó el recinto. A continuación dio unas vueltas a los tornillos comenzando a comprimirle las tetas para que las agujas pincharan la piel.. Otro azote en la concha y otras vueltas de tornillo.
De esta manera iba aumentando el castigo en la concha y las tetas paulatinamente. Ahora los gemidos de Florencia eran constantes y pedía desesperadamente que detuviera semejante tortura. Paco finalizó de azotarle la concha cuando ya presentaba un intenso color rojo morado y las tetas se habían aplastado lo suficiente como para que todas las pequeñas agujas se hubieran clavado totalmente. El proceso fue cuidadosamente filmado y fotografiado.
Era el momento de comenzar con los azotes en el vientre, la espalda y el culo. Paco tomó una fusta de montar y comenzó descargando golpe tras golpe en el vientre de Florencia que muy poco después presentaba más de veinte rayas, producto de otros tantos azotes. El procedimiento se repitió en el culo y la espalda.
Termina esta faena, tanto Enrique como Paco se habían calentado nuevamente, por lo que decidieron cogerla. Apenas acercaron el pene a la vulva, otro grito de dolor colmó el espacio. La concha de Florencia estaba muy dolorida por los azotes que acababa de recibir. No fue obstáculo para que fuera penetrada por los dos hombres a pesar de los ruegos y gemidos de Florencia.
Tiempo después Florencia recordaba ese fin de semana como uno de los más duros que debió soportar. Tanto el sábado como el domingo ambos hombres estuvieron trabajando sobre el cuerpo de Florencia. Cuando el lunes por la mañana, finalmente Paco se retiró de La Penitencia, su sobrina no tenía parte de su cuerpo que no le doliese, ya sea por los castigos activos (látigos, cadenas, electricidad, cera, etc.) como por los pasivos (permanecer atada o suspendida en las formas más dolorosas).
Enrique y Paco habían desarrollado una especial afición a Florencia. No estaban pensando en venderla ni alquilarla. Sencillamente continuarían ellos mismos torturándola y violándola tanto como quisieran. Por su parte ya Florencia se había acostumbrado a su nueva vida y si algún día no usaba cadenas o no era torturada, parecía que le faltaba algo. Sus tetas, además de lucir anillas, tenían distintas marcas de los castigos que se habían concentrado en las mismas. Ni hablar de la concha. Las marcas y perforaciones ocupaban todas las partes blandas de ese órgano. Su ano se encontraba extremadamente dilatado y elástico por todas las cosas que habían pasado por el agujero.
Durante la semana Enrique planeaba castigos que serían aplicados el fin de semana cuando llegara Paco, aplicando sólo castigos menores a la esclava. Así de lunes a viernes a mediodía Florencia podía recuperarse para soportar lo planeado para el fin de semana. Nunca hubiera pensado que en esta modalidad de vida se sintiera tan complacida.
Lo que al principio, la presencia de su tío viéndola desnuda y luego cogiéndosela, le parecía algo fuera de lo esperado, ahora resultaba placentero. Después de todo algo quedaba en la familia. Luego de un tiempo Enrique y Paco llegaron a un acuerdo. Florencia pasaría una semana en la casa de cada uno de ellos. Paco sería el encargado del transporte desde y hacia La Penitencia.
Florencia era transportada en el baúl del auto de Paco. Estaría completamente desnuda, amordazada y con un juego doble de esposas unidas entre sí que se ajustaban a sus tobillos y muñecas. El viaje duraba unos treinta minutos, pero frecuentemente Paco la colocaba en el baúl pero no se dirigía directamente a La Penitencia sino que dejaba el auto en su jardín, al sol, con lo cual la temperatura dentro del baúl subía, debiendo Florencia soportar la temperatura y humedad como si estuviera en un sauna.
La mayoría de los castigos de Enrique eran al aire libre. Permanecer atada a un árbol o colgada de sus muñecas, hacer tareas en la quinta encadenada y desnuda, masturbar distintos animales de la granja o permanecer al sol abrasador del verano. Estos castigos no invalidaban que fuera azotada en distintas partes de su cuerpo o le frotara hojas irritantes en la raja o el culo.
Por el contrario en la casa de su tío Paco pasaba mucho tiempo en el sótano, atada de las maneras más perversas, siendo azotada en sus partes íntimas o recibir descargas eléctricas en su cuerpo, castigo este último que ahora Paco aplicaba con frecuencia. Se había convertido en un experto en el manejo de esa tortura. Por supuesto era cogida a diario por alguna de sus entradas.
Florencia realmente se sentía feliz de pertenecer a dos amos a la vez. La imaginación para los castigos era doble. De Enrique temía que alguna vez pensara en crucificarla en una cruz romana. En una oportunidad había escuchado que le comentaba a Paco que había visto un video en la cual crucificaban a una esclava y había disfrutado con los detalles de ese suplicio.
Si es cierto que ocurre aquello que más se teme, se cumplió en este caso. Un fin de semana Enrique pidió a Paco que se quedara en La Penitencia para crucificar a Florencia. La ceremonia comenzó un sábado por la mañana y finalizó cuando caía el sol.
Comenzó debiendo Florencia cargar un madero hasta donde estaba emplazado el poste. Una vez allí, le ataron prolijamente los brazos al madero y la levantaron para fijarlo al poste. Las medidas estaban justas como para que un palo redondo a media altura ubicado en el poste se introdujera en el culo de la esclava y descansara sobre el mismo parcialmente. Sus tobillos fueron también atados al poste.
Una vez bien fija en la cruz comenzarían otros castigos para martirizarla. Primero le pusieron unos pasadores en la concha, 4 en total, que impedían el acceso a la misma. Las puntas de los pasadores no eran muy filosas por lo que atravesar la piel de tan sensible lugar, le causaba un enorme dolor. Sellada así la vulva era el momento de la flagelación.
Con un látigo de cola muy larga comenzó primero Enrique y luego Paco a azotarla. Las tetas, el vientre y las piernas recibieron gran cantidad de latigazos que marcaban la piel sin piedad. En una mezcla de placer y dolor Florencia gemía y sollozaba.
Ambos hombres encendieron fuego con ramas secas para calentar la comida del mediodía. Aprovechando una de las ramas encendidas, la acercaban a las tetas de Florencia que temía sufrir una quemadura profunda. Por momentos tomaban sus pezones entre los dedos, tirando fuertemente de ellos. A media tarde Florencia, no pudo contener la orina, por lo que debió dejarla escapar, buen motivo para un nuevo castigo.
Tomando espinas de un cactus que crecía en las cercanías del lugar comenzaron a clavárselas en los glúteos, para luego continuar en las inmediaciones de la vulva. Otras más se hundieron en las tetas. Estaba claro que tanto Enrique como su tío Paco no tenían piedad para con Florencia. A pesar de su buena predisposición para soportar todos los castigos, estos superaron su fortaleza. Ya caía el sol cuando la bajaron de la cruz. Ahora sería flagelada en la espalda. Fue atada entre dos árboles y comenzaron los azotes. Primero en la espalda, luego en el culo, lugar en que descargaron gran cantidad de latigazos, para seguir más tarde en las piernas. Todo su cuerpo estaba cubierto de las escoriaciones y marcas de los azotes recibidos.
Hasta allí había recibido el castigo más doloroso de los aplicados hasta el momento. No había parte de su cuerpo que no le doliera. Luego emprendieron el regreso. Al caminar los pasadores y las espinas en la concha casi le impedían hacerlo sin gran dolor entre las piernas. Las espinas en el culo también reavivaban el dolor con el movimiento. La angustia y el sufrimiento ocuparon todo el tiempo que duró el martirio.
Al llegar a la casa luego de quitarle los pasadores en la concha y algunas de las espinas que tenía clavadas en su cuerpo, debió mostrar buena predisposición para que tanto Enrique como Paco la penetraran. Luego la encerraron en la celda encadenada, pudiendo comenzar a reponerse de las penurias sufridas. Después de todo el castigo había sido duro pero lo había podido soportar bien. Pensó que no sería inconveniente repetir la experiencia. Se sentía como una verdadera esclava de estos dos hombres.
Por su parte ambos hombres disfrutaron del procedimiento y acordaron que periódicamente debía repetirse, aunque pensaban que era mejor perfeccionar el martirio mientras estaba en la cruz. Mientras tanto continuarían gozando del cuerpo la sobrina de Paco.
FIN