Vírgenes pero putas.

El virgo para el marido en la noche de bodas.¡Faltaría más!

Vírgenes pero putas.

Era bastante frecuente en aquellos años de la represión sexual, dar con chicas (yo di con dos y doy fe de lo que escribo) que bajo ningún concepto se dejaban penetrar por vía vaginal; ya que el himen o virgo, era el símbolo de la pureza de la mujer; y que debían llevar intacto al matrimonio para no ser repudiadas; o que el mismo novio la desvirgara antes y asumiera el riego que la dejara plantada ante el altar.

Pero como eran tan calientes y "les picaba" lo mismo que les "pica" a las chicas liberadas de hoy, se buscaban las formas de satisfacerse y satisfacer al amigo o novio, sin perder la virginidad.

Recuerdo aquellas dos hermanas que vivían por la Av. de Oporto de Madrid, solas, ya que eran de un pueblo de Ciudar Real, que estaban estudiando en Madrid, financiadas por su papá, que hacían de todo, menos que las penetraran.

Con la mayor, pasé toda la noche de un sábado en una habitación de San Martín de Valdeiglesias; localidad próxima al Pantano de San Juan, también llamado, la playa de Madrid. Me la chupó como una profesional de la felación, pero lo que más me llamó la atención, fue que llevaba en el bolso un tubito de vaselina. Mira que las mujeres llevan cosas en los bolsos; las de hoy casi todas llevan su cajita de preservativos. ¿Pero vaselina?

-¿Para qué llevas eso? Le pregunté un tanto asombrado al sacar el tubito. ¿Es que no te mojas?

-Sí, mi amor, pero es para que me la metas "por la colita".

-¿Cómo por la colita?

-Sí, cariño, por el culito.

-¡Ah!

-Verás. Es que tengo novio en el pueblo, y si me desvirgan, me deja, no se casa conmigo.

-¡No me digas!

-Sí, corazón, los hombres de mi pueblo suelen pedir a las novias antes de llevarles al altar, certificado de virginidad.

-¿Pero... y si las desvirga el novio?

-Pues es posible que también las dejen, por putas.

-¡Pero cómo puede ser eso!

-Sí, cielo. Una mujer que se deja desvirgar por el novio, lleven el tiempo que lleven, es una fresca, ya que los novios tienen que presumir y demostrar a sus amigos, que han desvirgado a la novia en la noche de bodas; porque si va desvirgada, pueden pensar que la ha podido desflorar otro hombre,

-¿Cómo lo demuestran?

-Enseñando por la ventana o el balcón de donde consuman el acto, un paño o las bragas de la novia manchadas de sangre.

-Pero pueden enseñar un trapo manchado de sangre.

-Pudiera ser, pero el certificado de virginidad emitido unos días antes de la boda, confirma a "la virgen".

-¡Joder! Con los hombres de tu pueblo. ¿Y si una mujer se ha desvirgado por algún accidente, que pasaría?

-Un médico podría certificar que fue desvirgada por accidente, no por contacto sexual. -¿A ti no te importaría casarte con una chica sin el virgo?

-La verdad, de una mujer pido algo más importante que "esa telita" que os tapa la vagina. Si la amara de verdad, no, no me importaría.

-Es que los chicos de Madrid tenéis otra mentalidad. Los de mi pueblo son unos brutos.

-Ya veo, ya.

Mientras manteníamos esta conversación, ella se estaba untando bien el ano de vaselina; y a renglón seguido, tomó mi pene, y también le engrasó bien.

-Ya, mi vida, ye me la puedes meter por "la colita". Verás como te dará tanto o más gustito que por delante.

Se puso a cuatro, y la verdad es que me impresionó. En esa posición el culo de la mujer se contempla en toda su magnitud, y si es culona cómo esta manchega,* todavía más. Es un espectáculo maravilloso ver a la mujer a "cuatro patas".

-Va mi amor, que quiero sentirte hasta lo más profundo de mis intestinos. Me dijo con voz cachonda.

-Cariño, que sólo dispongo de dieciocho centímetros, hasta donde llegue.

Me situé de rodillas frente a su ojete. De repente me sobrevino el olorcillo que esa zona expele, y la verdad que me puso a mil. Ese aroma natural a coño y culo fresco, (no rancio) enervaron mis sentidos, y el pene me dio tal respingo, que rebotó en la tripa.

Puse las manos en ambos glúteos, mientras ella con su mano derecha, por debajo de sus piernas me la cogió y se la llevo justo a la embocadura de su ano.

-Métela muy despacio, por favor. Que la quiero sentir milímetro a milímetro como entra.

Con mis manos posadas en su nalgas, miré hacia ese agujerito marrón y observé como se abría, la moza hacía fuerzas como cuando se hace al defecar, de modo que los esfínteres se abren. Una vez metida, se deja de hacer fuerza, por lo que al cerrarse crean una especie de succión que mete el pene para adentro de una forma suave.

¡Qué gusto, madre mí! Era la primera vez que daba por el culo a una mujer. Notaba como mi pene estaba preso en esa especie de cueva tan estrecha; las paredes  suaves de sus intestinos, permitían que se deslizara de adentro hacia fuera y viceversa antes los suspiros y ayes de mi pareja.

-¡Qué rico.. qué rico..! No cesaba de repetir, a la vez que menaba el culo de forma tan cadenciosa que sino la paro me hubiera corrido en un plis plas.

-No muevas el culo, porfa, que quiero disfrutar más de este momento.

-Pero dame más fuerte cabrón, párteme el culo en mil pedazos.

Estuve bombeando mi miembro durante un buen rato en su recto con paradas intermitentes. El espectáculo es impresionante, porque en esa postura te permite ver perfectamente como entra y sale del ojete, a la vez que estás contemplando ese par de nalgas que debido a la posición se magnifican, se engrandecen. ¡Ufff!

No pude aguantar más; sentía por mi uretra una catarata de semen que me estremecía.

-No la saques... No la saques... ¡échame toda le leche dentro! Me dijo angustiada a la vez que me apretaba mi culo contra el de ella, para que no se la sacara.

No sé lo que eché, pero seguro que le inundé los intestino de semen, por cuando la saqué, le salían chorros de leche por el ojete.

Y a lo que iba. La tía no consintió de ninguna de las maneras que se la metiera por su sitio natural. ¡Imposible! Me la mamó, hicimos el 69, le di por la mañana otra vez por el culo...

¡Cómo no iba ir virgen al matrimonio! Pobre novio el del pueblo, ¿verdad?

*Manchega. Natural de la comarca española La Mancha, que comprende parte de las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Albacete