Viqui mi primera madurita

Como empezó mi gusto por las maduritas

Se puede decir que soy o fui un depredador de maduras. Digo fui por que con el paso de los años las maduras de hoy en día tienen casi mi edad. En mi adolescencia lo que más deseaba era follarme a maduras. Tenía bastante claro cuales eran mi tipo, rellenitas, con buenas tetas y un buen culo.

Capítulo 1: Viqui. La vecina.

Viqui era nuestra vecina, vivíamos en una casita a las afueras del pueblo y nuestros vecinos eran un matrimonio maduro por aquel entonces tendrían cincuenta y muchos. Manuel y Viqui no habían tenido niños, quizá por eso les encantaba tener en su casa a su sobrino Migui que tenía mi misma edad y también a mi y a toda la pandilla.

Durante muchos años pasábamos las tardes en su casa y en verano casi todo el día ya que además tenían una piscina cojonuda y un jardín inmenso donde Manuel nos había construido una portería y un tablero de baloncesto. Esa casa era nuestro parque de juegos particular.

Viqui era una madurita de libro, bajita 1,65 mas o menos, pero con las carnes bien repartidas, unas buenas tetas, un culito apretado, tenía una cara muy dulce con unos preciosos ojos verdes y una melena rubia rizada

Empezamos a mirar a Viqui de otra forma. La muy cabrona creo que se daba cuenta de que nuestros ojos la seguían cuando se meneaba en biquini alrededor de la piscina. A veces al llegar la pillábamos en topless y la muy guarrilla se hacía la dormida o retrasaba el ponerse la parte superior con un

-Uy chicos disculpad. Haced un poquito de ruido al entrar.

Y lentamente, muy lentamente recogía del suelo su ropa dejándonos babear mientras mirábamos esas pedazo de tetas que como dice el refrán " tetas que la mano no cubre no son tetas si no ubres".

La muy golfa se lo buscaba. Cuando dejaba la puerta de su habitación y sabía que varios pares de ojos la vigilaban mientras se cambiaba. Joder la cantidad de pajas que caían en ese baño.

Una de mis depravadas acciones era aprovechar momentos en que no estaba para colarme en su habitación y sacar del cesto de la ropa sucia sus bragas...umm las olía y me las llevaba a casa para matarme a pajas y devolverlas todas llenas de lefa.

Lo cierto es  que fue pasando el tiempo y poco a poco fuimos cambiando de hábitos las tardes de fútbol y piscina en casa de Viqui fueron dando paso a quedar con niñas en el paseo las primeras experiencias en los bares en fin las visitas eran cada vez más esporádicas y mi colega Migui cada vez frecuentaba menos a sus tíos y ya no había muchas excusas para aparecer por allí.

De todas formas y como dije éramos vecinos y buscaba las ventanas de mi casa que daban a la suya para seguir disfrutando de Viqui.

Hasta que nuestras vidas se volvieran a cruzar de una forma más o menos curiosa. Debían ser unas fiestas del pueblo en verano unos amigos habíamos comprado enormes cantidades de alcohol y lo que es peor nos lo bebimos. Supongo que el cebollón fue memorable y desde luego difícil de recordar. No sé donde me encontró Manuel el marido de Viqui pero mi estado era deplorable supongo que lleno de vómitos y totalmente borracho.

Me llevó a su casa argumentando. cosa que agradecí, que no estaba en situación de presentarme en casa de mis padres, allí Manuel y Viqui me cuidaron unas horas hasta que me vieron más o menos presentable, la verdad es que poco consiguieron ya que aun así mi estado era tan mierda que creo que me gane uno de los mayores castigos de mi vida.

Pero desde mi pervertida mente esta situación me abrió un portal. Y mi maquiavélica mente comenzó a elaborar un plan Sabía perfectamente que Manuel trabajaba toda la mañana, Viqui hacia la compra a primera hora y desde las 11 más o menos a las tres que volvía su marido estaba sola. Ya podía desarrollar mi plan.

Cuando la vi llegar de la tienda me preparé. Seguí todos los pasos que mi hermano mayor me había recomendado para una cita:

Primero una buena paja, cogí mi revista PRIVATE del cajón y me metí en el baño. Antes de un polvo hay que hacerse una paja para después aguantar mas, eso me contaban los chicos mayores.

A continuación, me pegué una buena ducha y me puse mi mejor (y única) Colonia. Fui a la habitación de mi hermano y cogí unos condones de su escondite secreto.

Salí de casa y recorrí los 20 metros que me separaban de su portal que como siempre estaba abierto. Me temblaban las piernas y algo en mi interior discutía si seguir o no. No me dio tiempo a pensarlo mucho mi dedo ya estaba tocando el timbre de la puerta.

Apareció y casi me desmayo estaba más buena que nunca y mis ojos se posaban en sus enormes tetas que iban sin sujetador y empitonaban unos pezones que hacía que su camiseta colgara holgada alejándola de su cuerpo.

-Hola Fran ¿qué tal estas?

-Hola. Bien Viqui..

-Dime Migui no está.

  • No. No venía por Migui. Vengo a darle las gracias a Manuel y a ti por lo del otro día.

-Ah. Pero Manuel no está. Ya sabes que trabaja de mañana.

-Vaya, Pensé que ya estaba de vacaciones.

-No, empieza en agosto. Pero bueno, ¿quieres pasar? Iba a preparar algo de limonada fresquita con este calor que hace…

-Pues gracias. Si.

-Venga pasa vamos a la cocina. Caramba que bien hueles. Vas a una cita? Jaja.

-No, yo siempre uso Colonia.

-Como crecéis aún me acuerdo cuando olías a Nenuco. Ya sois unos hombrecillos.

Joder si ella supiera. La polla me estaba sudando mientras iba detrás de ella. Llevaba unos pantalones vaqueros cortados que dejaban al aire la mitad de su pandero. Seguía su culo intentando aguantarme las ganas de tocarlo. Dios. Entre el calor del día y la calentura que llevaba no sé como no me desmayé. Pero los pocos metros entre la puerta y la cocina se me hicieron eternos.

-Venga siéntate que voy a preparar la limonada.

Se puso de espaldas a mi mientras cortaba los limones y empezaba a exprimirlos yo sentado no paraba de mirar ese culo y algo en mi interior me dijo: ahora.

Me levanté y me coloqué detrás de ella mientras una mano acariciaba el culo la otra más decidida la abrazo desde atrás a la altura de sus tetas, cuando mi cabeza se inclinaba a besar su cuello ocurrió.

PLASSS...

Nunca me habían dado una ostia así. Por poco me deja la cabeza como la de la niña del exorcista. Y cuando aún me estaba recobrando me vino la otra.

-Pero estas loco. ¿Tú que te crees?

-Perdón. -Intente decir-.

-Que perdón ni ostias. ¿Estás idiota? ¿Pero quien te crees que soy?  ¿Cómo se te ocurre?

-Fuera de mi casa. Si estás caliente vete a bañarte. Y no quiero verte más por aquí. Y ya hablaré con tus padres. Pero que niñato. ¿Qué te has creído?

Como perro derrotado y con el rabo entre las piernas retrocedí temiendo hasta por mi vida ya que empuñaba el cuchillo que había usado para cortar los limones.

Cerré la puerta tras de mi y me escondí en mi habitación esperando oír el timbre de la puerta y que Viqui le viniera a contar todo a mi madre. Aquel día no pasó. Y el día siguiente tampoco. Y esa semana tampoco.

Bueno lo cierto es que el que no se hubiera chivado lo entendí como que en el fondo no le había molestado tanto. Y bueno me dio a entender que a lo mejor se podía hacer algo más.

Así que a la semana siguiente me volví a plantear mi plan. Repetí el proceso cogí mi PRIVATE y me encerré en el baño. Paja. Ducha. Colonia. Volví a la habitación de mi hermano y cogí un puñado de condones.

Esta vez de paso que salía arranque unas rosas del jardín de mi madre y las envolví a modo de ramo. Y allá me fui.

Otra vez lo mismo abrí el portal y me dirigí a la puerta, pero esta vez ya no estaba nervioso esta vez estaba muy muy seguro de mi mismo.

Llame al timbre y Viqui me abrió, pero tan rápido como lo hizo me echo la puerta en las narices. Volví a timbrar una, dos veinte veces hasta que volvió a abrir.

  • Como no te vayas te juro que llamo tu madre y también a la guardia civil. Te dije que no volvieras a mi casa.

Intentó volver a cerrar, pero pare la puerta y le suplique.

-Viqui. Perdón. Solo quiero pedirte perdón. Por favor déjame pasar y te juro que no volveré a molestarte.

Dejo de empujar la puerta y me dejó entrar momento que aproveche para darle las rosas.

-Gracias. Aunque no te has esforzado mucho con el ramo.

Con el estrés de la situación no había reparado en como iba vestida hasta ese momento. Llevaba un vestido de verano de esos que se usan para ir a la playa, puede que esa fuera su intención. El vestido aunque holgado no era capaz de disimular sus curvas, por lo que como siempre sus tetas y su culo se marcaban bajo la tela.

Me acompaño a la sala y nos sentamos en el sofá. Ella despectiva me indicó mi sitio lo más alejado de donde ella se sentó.

Cogió un pitillo de la mesa y me miró ofreciéndome uno. la verdad es que me gustaría cogerlo pero aún estaba en la edad de fumar a escondidas.

-Venga cógelo. No soy tonta ya se que fumáis además que miedo tienes no le dije a tus padres lo del otro día y tampoco les voy a decir que fumas. Y a Manuel tampoco se lo dije. Te quiere mucho y le haría mucho daño saber como eres en realidad.

-Ya. Bueno. Yo es que lo que quería era eso pedirte perdón por lo del otro día.

-Pues empieza.

-Pues eso perdón.

-Vamos a ver ¿perdón por meterme mano? ¿Perdón por pensar que soy una cualquiera y le voy a poner los cuernos a mi marido?  ¿Perdón por hacerlo con mentiras? son muchos perdones.

-Ya. Pero de verdad lo siento mucho. No se, me cegué. Se me fue la pinza.

-Pero las cosas no son así. Es que no me cabe en la cabeza tu actitud.

  • Ya. Y lo siento de verdad.

-Es que no me lo puedo creer. Y si se lo llego a decir a tu madre. Es que tu padre te desgracia. Por eso no se lo dije. Además de perdón me tienes que dar las gracias.

  • Ya. Gracias.

-Joder. ¿Es que no te das cuenta de las cosas? ¿En que estabas pensando?

-No sé. En que me gustas.

-Pues me halaga. Pero no puedes tener todo lo que te guste. ¿No te parece?

-Ya.

-Mira olvídate de todas esas tonterías. Y Compórtate si no lo haces acabarás teniendo un lío. Y por favor. Olvídate de mi en este sentido.

-Vale, pero ¿es que yo no te gusto?

-¿Y eso que tiene que ver? No me fijo en ti eres un niño y yo soy una persona adulta. La verdad es que a mi solo me gusta mi marido.

Era ahora o nunca. Me deslice por el sofá hacia ella preguntándole de nuevo.

-Pero dime de verdad que no te gusto.

Cada vez estaba más cerca de ella. Mi polla estaba engordando a cada centímetro que me acercaba.

-¿No te gusto ni un poquito?

Y cuando estaba lo suficientemente cerca, me lancé sobre ella buscando sus labios mientras mis manos agarraban sus tetas.

-¿Pero que haces? Estás loco. Suéltame. Voy a gritar.

Le tape la boca con mi mano mientras con la otra levantaba su vestido y descubro que  está sin bragas,  mi mano se entierra en un coño peludo caliente y chorreante. La muy zorra estaba mojada como una perra. Aún así me empuja y patalea intentando apartarme. Me muerde la mano, pero yo sigo jugando con su coño llevo mi boca a sus tetas y por encima del vestido mordisqueo sus pezones mis dedos juegan con su chochito y sus gritos se transforman es gemidos. Ya no empuja para sacarme de encima.

Al dejar de sentir sus dientes en mi mano la saco de su boca y acerco los labios. Introduzco mi lengua y ella cede y responde con la suya. Tímidamente dice

-Para por favor. Esto No está bien. Para.

Pero ya no voy a parar. Me saco los pantalones. mi polla sale de su encierro. Dura. grande. y llena de líquido.

La preparo. Tumbada en el sofá abro sus patas. Veo por primera su coño. Quiero saborearlo. Comer mi primer coño como he visto en las revistas. Acerco mi cabeza y saboreo el néctar de las hembras. Introduzco mi lengua mordisqueo los pliegues de su chichi. Mientras ella jadea. Deseo saber que se siente y apunto mi polla a esa diana, está tan cachonda que entra sola es como si me la succionara.

Con el calentón recuerdo los putos condones e intento cogerlos, pero ella misma me atrae hacia si y me dice.

-No los necesitas.

Dios estoy en un limbo. Solo notar mi polla dentro me pone mas cachondo. Empiezo a moverme. Me acerco a ella y la beso.  Nos besamos levanta sus piernas y me atenaza obligándome a pegarme a ella noto sus pezones duros y la sigo machacando.

Gime. Me pide mas. De vez en cuando me llama cabrón.

Y finalmente llora. Llora mientras se corre. Grita como una perra. Me pone tan cachondo que cada vez voy más rápido. El ruido de mi polla en sus líquidos me pone cachondísimo, mi pubis choca contra el suyo con un ruido de flop, flop.

Me pide que pare que no lo soporta, pero yo sigo y pronto vuelve a gemir. Y vuelve a gritar cierra lo ojos y arquea su espalda parece que se va romper la columna.

Y por fin noto que viene. Acelero el ritmo. Siento que voy a explotar. Y ahora grito yo.

Y ella me pide:  Dame, Dame. Dame.

Y yo se lo doy. Me corro en su puto coño. Grito como un animal.  Noto su coño encharcado de sus jugos y de mi semen.

Arremeto los últimos empujones mientras mi polla aún está dura. Y descanso. La  beso pero ella me esquiva. Llora.

-Esto no está bien.

Giro su cabeza y ahora si la beso. Nos besamos nos abrazamos. Mi polla va saliendo de su coño.

Me incorporo y la miro. El vestido recogido sobre sus tetas. Las piernas todavía abiertas dejan ver un coño brillante de los jugos que derrama.

Me incorporo y cojo el tabaco. Se que ahora mando yo. Enciendo un pitillo y se lo doy. Otro para mi.

-Joder. ¿Por que me haces esto?  Joder. Eres un cabrón. Yo quiero a mi marido. ¿Quien te crees que soy?

-Hace un momento me pedías más...

-Eres un hijo de puta. Vete por favor. Vete.

Mire mi reloj eran las doce aún tenía muchas cosas que probar y no me iba a ir.

-¿Me das una limonada?

No respondió. Así que me subí el pantalón y me dirigí a la cocina. Cogí la jarra de nevera y un par de vasos.

Le acerqué uno y me serví otro. Ella estaba sentada ya había arreglado su vestido y ordenado un poco su pelo. Los coloretes de su cara habían desaparecido.

Me senté a su lado.

-Creo que no ha pasado nada que no quisiéramos que pasara.

-Me has violado. Puto cabrón.

-Que dices. Si te hubiera violado no te habrías corrido dos o tres veces.

Empezó a llorar.

La abracé y ella se dejó. La atraje hacia mi. Y la besé en sus mejillas saladas por las lágrimas.

Busqué la posición para que pusiera su cabeza en mi regazo y aproveché para acariciar su espalda con mi mano. De vez en cuando la paseaba por sus pechos. Y ella se dejaba. Sus pezones duros me indicaban que podía seguir. Creo que ya no iba a ahber mas resistencia.

Empezaba mi segundo objetivo.

Mi polla poco a poco iba recobrando su fortaleza. Incorporándome un poco volví a bajarme el pantalón y mi polla quedo delante de ella.

La moví y se la empecé a restregar por su cara. La lleve hacia su boca pero ella no respondía.

-¿Que pretendes?

No dije nada solo mantuve la polla a la altura de su boca.

-No voy a meterme eso en la boca. Aparta. Es una guarrada.

No le hice caso y seguí recorriendo sus labios con mi capullo.

-Joder que no, aparta eso.

Dios. Tenía el poder. Sabía que lo iba a conseguir. Empuje mi polla. Me di cuenta de que era la primera vez que se comía una polla. Joder estaba cachondísimo. Le pasó la lengua como si fuera un helado. Pero yo quería más empujando mi polla le obligué a abrir la boca mientras con mi mano le empujaba la cabeza.

Poco a poco iba aprendiendo y lo hacía cada vez con más destreza.

Joder. Me encantaba sus labios recorrían el tronco desde el capullo. La muy zorra estaba aprendiendo rápido. Mientras mi mano exploraba su coñito que volvía a estar húmedo. El placer que ella sentía con mis manos hacia que gimiera mientras chupaba.

El placer era la ostia. No me lo podía creer. Mi mano jugueteaba en su coño cuando se me pasó por la cabeza la siguiente perversión. Con los dedos mojados recorrí la distancia entre su coño y su agujerito del culo. Había visto que es necesario abrirlo un poco. Con el dedo empecé a recorrer su ano.

-No me toques ahí. -Dijo ella-

Pero yo quería más. Y seguí jugando en su ano. Alternaba mi mano entre su coño y su culo, hasta que descubrí que mientras mis dedos jugaban con su coño mi pulgar podía hacer lo mismo con su culo.

Ella gemía. Su boca succionaba mi polla llevándome a un placer único. Me encantaría correrme en su cara y ver mi semen resbalando por sus labios como hacían las putas de las revistas. Pero llevado por la ansiedad de mi adolescencia lo quería todo y ahora quería su culo. Había oído que los culos apretados es el mayor placer que se puede disfrutar. Y allí tenía uno. Un culo impresionante.

La aparté de mi polla y la obligué a ponerse a cuatro. Desde detrás me incliné a lamer su coño peludo y chorreante. Pero mi atención se centró en su culo. La empujé haciendo que su cabeza se apoyara en el sofá. Me puse de rodillas tras ella. Y empecé a comerle el culo con mi lengua.

-No. ¿Que haces? No por favor.

Con una mano la empujé hacia abajo. Seguí ensalivando su agujero. Ella lo cerraba pero aparte sus nalgas dejándolo a la vista. Agarré mi polla y presenté mi capullo en su agujero. Mi polla babeaba una mezcla de su saliva y de mis jugos. Introduje la punta y empecé a empujar.

-No. ¿Por favor? Me duele. Por favor.

Empujé y empuje, la polla resbalaba y era incapaz de poder meterla. Estaba supercachondo. Su negativa me ponía cada vez mas caliente. Pero finalmente desistí. Estaba tan cabreado que le dí una nalgada con todas mis fuerzas. Y me gustó. Le volví a dar en la otra cacha. La azoté le llamé:

-Puta, zorra. Abre el puto culo.

La seguía azotando y me ponía cada vez mas cachondo, pero a ella también y sorprendentemente sus manos me ayudaron a abrir las cachas. Allí tenia por fin el culo abierto.

-Despacio, por favor. Me duele.

La sensación de dominio que tenía sobre ella me puso a cien. Me incorporé para poder entrar desde arriba y que mi peso ayudara a entrar. Poco a poco. La puntita.

Ella emitía unos gemidos mezcla de dolor y placer. No me lo podía creer, estaba desvirgándole el culo. Con la puntita dentro hice un mete saca para ir dilatando el orificio y de cada vez conseguía introducir un poco, cuando vi que por fin algo cedía y permitía que pudiera entrar mucho mejor empujé de golpe y le enterré toda la polla.

-Ahhhggg.

Supongo que le debió de doler la ostia, pero me daba igual. No sé por que,  volví a azotar el culo y empecé a darle un mete saca. Dios. Ese agujero estaba tan apretado que notaba sensaciones en cada punto de mi polla. El placer era tan grande que casi no aguanté mas de cuatro o cinco embestidas. La agarré por las caderas y me corrí, entre gritos y espasmos de placer enterré mi polla en su trasero. Y ambos nos derrumbamos sobre el sofá.

Al sacar mi polla del culo el aire que había metido dentro salió en forma de pequeños pedos que arrojaba una extraña mezcla de semen, sangre y mierda. Me miré la polla y vi que estaba igual. Se me ocurrió la última perrada del día. Me puse de pie y acerqué mi polla a su cara. Estaba colorada del esfuerzo y le caían lágrimas por las mejillas, pero me dio igual. Le puse la polla delante de la boca y me obedeció sin rechistar. Chupó aquella mezcla de restos hasta dejármela limpia como una patena.

Misión cumplida. Cogí un par de pitillos. Le di uno y encendí el mio mientras me subía el pantalón, volví a mirar el reloj pasaba de la una. Estaba cansado. Mientras tanto ella se estaba arreglando el vestido. Me miraba con una mezcla de miedo y deseo. Apuré las caladas del pitillo y lo apagué. Sorprendentemente en ese momento ella me abrazó.

-¿Por qué me has hecho esto?

Y volvió a llorar. Yo ya no estaba para mariconadas. Acepté su abrazo y acaricié su espalda. Le di un beso, sin lengua por que me daba asco lo que había chupado de mi polla y me fui.

-Hasta mañana Viqui. Mañana vamos a probar tu cama, debe ser mas cómoda que el sofá.

Y allí la dejé. Hasta el día siguiente.

Salí de su casa habiendo crecido un metro. Me sentía el rey del mambo, me había follado a una madura, me habían hecho mi primera mamada y le había abierto el culo, y en el mismo día que perdí mi virginidad. Visité a Viqui docenas de veces, usé tanto su culo que lo dejé del tamaño de un puño, y aún mas importante mi autoestima se puso tan por las nubes que ese verano me follé casi todo lo que quise.