Violeta: Princesita Sissy Rosa. Parte 1

Un jóven descubre su verdadera naturaleza de mujercita maricona con la ayuda y amor de su novia. Transformándose en una princesita sissy rosa que usa pañal. Poco a poco descubrirá el placer de recibir pene y ser una travesti ejemplar.

Hola, quiero compartirles mi experiencia. Desde que empezamos a tratarnos ella siempre me insinuó sus fantasías de querer estar con una mujer pero nunca me lo dijo tal cual; casualidad o no, yo siempre fui algo sensible en mi manera de ser, además de causarme cierta fascinación todo lo que tenia que ver con las mujeres, en ocasiones dejándome con el sentimiento de simplemente no encontrar congruencia en mi vida, como si haber nacido hombre hubiese sido un pequeño tropiezo de fábrica, un error de manufactura que me dejó como con la percepción de ambos géneros al mismo tiempo, niño y niña a la vez. Ella no tardó en notarlo cuando yo me ponía un poquito rojo las veces que me sugería sus fantasías o hablábamos de temas femeninos; se notaba en mi cierto nerviosismo y pudor de reconocer mi interés en ello, por temor a ser juzgado o mas bien “descubierto”.

Una noche que intentamos hacer el amor, ella estaba sobre de mi y comenzó a acariciar mi rostro mientras me miraba diciendo: “eres tan finito y suave… como una niña pequeña, con tus rizos hermosos que podría peinar por siempre”. Me besó y comenzó a estimular mis pezones, haciéndome sentir extraño; manifeste mi incomodidad pero ella no se detuvo, tomo lubricante de su vagina con sus dedos y los dirigió a mi ano, comenzando a frotar como si fuese una vagina. Yo inmediatamente me puse muy tenso y nervioso, me asuste, entré un poco en pánico, no lo esperaba y le dije que se detuviera pero me puso su mano sobre mi boca, su peso encima mío, su calor, además de la estimulación, el nerviosismo hizo lo suyo, no pude evitarlo y cedí. Comencé a llorar mientras ella metía y sacaba sus dedos, lo reveladora que era la situación tenía mis emociones a tope, como una verdadera montaña rusa, entre culpa y máximo placer. Ella me decía condecendiente “Mi vida, calma, no llores bombonsito, no hay nada de malo en ello, disfrútalo, entrégate a lo que sientes si es lo que realmente hay en tu interior, siempre lo he sabido de algún modo”. Rápidamente y sin darme oportunidad de nada, me coloco en 4 de un solo giro, bien empinado y comenzó a meter sus dedos más rápido y fuerte; al instante solté un chillidito y me brotaron mas lágrimas entre gemiditos de placer. “Vaya… pero si eres toda una bebita rosa y mariconsita, lloras como una princesita de 2 añitos, que ternura…”. No pude más y tuve un orgasmo, expulsando grandes cantidades de semen y un largo gemidito agudo; ella solo sonrió, me beso y acaricio, calmándome poco a poco hasta que nos quedamos dormidos. Al día siguiente hablamos, corto y conciso, las cosas entre nosotros, evidentemente habían dado un giro radical. Resolvimos el rumbo de nuestra relación mientras yo no podía evitar llorar nuevamente como niña en descontrol hormonal y mientras la plática finalizaba con ternura, me dio una paletita como para calmarme. Me dejo un rato en soledad para que pensara las cosas, salió de casa el resto de la tarde. Al regresar traía consigo varios paquetes; la plática había ido muy en serio.

-Mi amor, debemos enfrentarlo – dijo, mientras hacía una pausa – eres homosexual… siempre lo hemos sabido pero no queríamos aceptarlo, sin embargo yo te amo y deseo que seas feliz, libre, plena… En el fondo creo que ambos sabemos que eres una mujercita, una mariquita rosa total, aniñada y lloronsita… No pienso apartarme de ti, creo que por simple congruencia y por el bien de nuestra relación debemos aceptarlo y hacer frente a la situación o estos en verdad que podría hacer que terminemos odiándonos, cosa que no deseo. He resuelto ayudarte a convertirte en toda una travesti preciosa, una marica de primera, si tu estás de acuerdo, claro, en emprender conmigo esta aventura. Bien sabes que siempre he tenido fantasías lésbicas que por temor y vergüenza nunca te había dicho nada.. así que, la honestidad va para ambos lados…

No pude decir nada al respecto, era cierto, lo había disfrutado y había sido revelador. Acepté la oferta, en un mar de incomprensible llanto.

Calmo mis lágrimas con un chupón rosita de Hello Kitty con brillantitos de diamante. “calma chiquita, toma, este será tu chupón especial de princesa para cuando no puedas evitar lloriquear como la mariquita sin calzones hermosa que eres…” me decía. Fuimos al cuarto, me desvistió y me dijo “ya que lloras un montón y desde que anoche hice mía tu colita, quedaste toda sensible, te empezaré tratando como una nena pequeña, vamos a recuperar el tiempo perdido por no haber nacido mujercita, esto será un nuevo comienzo para ti”. Acto seguido me acostó y de los paquetes , que había traído, sacó todo lo necesario: Me puso talquito y me abrochó un pañal de adulto mientras me explicaba que aprendería a ser toda una niñita bebé como de dos o tres añitos y poco a poco iría entrenándome para chupar pene y sentir placer solo como nena, educándome en todos aspectos de comportamiento y amaneramiento para ser absolutamente delicada y modosa. Luego del pañal, me puso un vestido rosa con crinolina que me llegaba un poco arriba de las rodillas, como de niña pequeña, me ayudó a colocarme unas medias unas medias blancas en mis lampiñas piernas, me quedaban a medio muslo con un moño de listón  en cada pierna, finalizó con zapatitos tipo mary jane, blancos con un taconsito discreto. Me maquilló  en tonos rosas, lilas, platinados y perlados, con pestañas postizas y delineado pin-up, rubor y labial en tono rosita casi morado que me aplicó suave, lento y con mucha ternura y detalle, luego me peinó suavemente haciéndome dos colitas altas de cada lado que amarró con tiernos moñitos lila. Me llevó a sus brazos y me arrulló un buen rato, me encontraba vulnerable y un poco asustada, era un cambio treméndamente drástico, pero no me quedaba más que confiar en ella y dejarme llevar a lo que después de todo siempre había deseado secretamente; no pude evitar orinarme encima al poco rato, entre nervios y sensación de shock… Mi pañal se sentía abultadito y caliente, por lo que me puse más confusa y empecé a lloriquear a la par de que ella me consolaba. Al poco rato, bajamos a cenar, me dio juguito en un biberón rosa con dibujos de princesas Disney, verduritas y pollito deshebrado en tiernos bocaditos. Caída la noche subimos al cuarto.

– Lista para tu primer noche de mujercita y mariconsita total?

Yo solo suspiré en resignación y asentí amanerádamente con mi chuponsito en la boca.

Comenzó a darme tiernos besitos mientras metia sus manos en mi vestido para frotarme mi penesito por sobre el pañal, lo fue desabrochando lentamente. Me acostó suave y lentamente mientras me besaba, levantó la crinolina y me limpió los orines en toda el area con una toallita húmeda para bebé. Comencé a tener una erección, a lo que ella solo me comenzó a reir en complicidad. Enseguida me puso una coronita de princesa de bisutería mientras me decía: “yo te nombro, Princesa Violeta, mi mariconsita, mi sissy, mi nenita hermosa y jotita”.  Me besó de nuevo y empezó a frotarme y lubricarme lo que ahora sería mi vagina de nenita gay, empezaron mis gemiditos, con las piernitas abiertas como toda una jovensita virginal y temerosa. Poco a poco me acomodó a que quedara con la colita levantada y sin esperarlo sentí algo grande y grueso en mi agujerito, se habia colocado un arnés con un dildo, “no voltees y esta prohibido soltar el chupón, entiendes? tienes que someterte como toda una marica chiquitina, ok?”

Subió mi falda, y me fue penetrando poco a poco haciendome lloriquear de nuevo y soltar gemidos agudos mientras entraba el enorme falo y yo con el chupón en mis rosaditos labios, succionando, sintiéndome una indefensa nenita, apenada y aterrorizada. El dildo entraba y salia en movimientos largos y constantes, firmes pero amorosos, yo lloraba y lloraba mientras ella no paraba de elogiarme y decirme que era hermosa, dulce, tierna y afeminada; me cogió por muy buen rato hasta que mis nalguitas empezaron a moverse ya naturalemente, como aceptando y aflojando, rindiéndose al correcto comportamiento de una apropiada maricona. Eyaculé en abundancia mientras pataleaba como niña haciendo berrinchito, soltando grititos afeminados. Estaba hecho.

Y así es como hemos proseguido, diariamente, estructurando toda una estrategia para volverme una travesti ejemplar, todo el tiempo estoy ya vestida de mujercita, educándome y obedeciendo todas las reglas que ella me va poniendo, hago el quehacer de la casa y estoy trabajando como gerente en un antro gay de un amigo suyo, ella me ayuda a arreglarme cada noche para verme guapa y empoderada. En los últimos meses ha estado desarrollando un manual de feminización forzada para hacerme una nena rosa total. Me siento nerviosa porque se que pronto me dará mi primer pene de verdad. Ya les iré contando en la siguiente parte de esta historia, sobre todo el proceso y de este maravilloso manual que desarrolle junto con ella, ´seguramente será de mucha ayuda para otras princesitas en mi situación…

Besitos.

Violeta.