Violet

Una chica adoptada en acogida se hace dueña de muchas cosas.

Violet.


Autor: Thundershark

Traducido por GGG. Noviembre de 2001

Violet pensó que había encontrado un hogar feliz. Miembro adoptado de la familia Reed, su amiga Jenny y el padrastro de Jenny la habían recogido hacía varios meses cuando sus padres habían muerto en un accidente de coche. No había resultado difícil apañárselas con los dos. También habían pasado lo suyo después de perder a la madre de Jenny de cáncer. Pero Violet quería más que solo una familia.

Sabía que el señor Reed era muy rico, sin más parientes vivos que Jenny. Sabía que podía usar su aspecto y su cerebro para seducirle y convencerle de que le cediera parte de su riqueza. Jenny no era un problema. Habiendo asistido a escuelas privadas en otro estado la mayor parte de su vida, nadie la conocía bien realmente en la pequeña ciudad en la que vivían ahora. Si desapareciera, poco se diría, salvo por parte de su padrastro, y había maneras de distraerle de sus problemas.

Violet tenía solo 18 años pero ya era una belleza. Su esbelto cuerpo se elevaba 5 pies y 8 pulgadas (como 1,70 m) y, con la ayuda de unos tacones altos, resultaba una belleza escultural. Tenía un culo perfecto, a la vez redondeado y esbelto y cintura estrecha. Sus hombros atléticos hacían que sus grandes pechos sobresalieran animadamente, algo que atraería a cualquier hombre con sangre, ¡y a algunas mujeres de paso! Su rostro tenía ese aspecto a la vez de juventud y experiencia, con largo pelo rubio para darle un aspecto dulce. El plan estaba trazado. Había usado el dinero del seguro para comprarse lo que necesitaba y secretamente construido el gran sótano que se ajustara a sus propósitos. El plan empezaría esa noche, con Jenny.

Era una noche temprano para las dos muchachas de 18 años. El señor Reed estaba fuera por negocios y decidieron pasar la noche frente al televisor viendo películas antiguas. Violet sugirió que calentaran la casa y se pusieran cómodas. Violet en seguida subió y bajó con un camisón provocativo, bailando como una striper en las escaleras. Jenny se rió y aplaudió mientras su amiga se movía, luego accedió, probablemente queriendo ser un poco atrevida como su amiga Violet.

Subió las escaleras, se puso un sostén de encaje y un tanga que estaban en la cama, dejados allí por Violet.

Al rato bajó las escaleras, intentado estar a la altura de los movimientos sensuales de su amiga. Cuando se encontraron abajo Jenny continuó, pasando las manos por las piernas de Violet y por sus pechos. Violet sonrió y la animó hasta que Jenny empezó a reír y a empujarla hacia la sala de estar. Se tumbaron frente a la gran chimenea y encendieron la tele. Violet ofreció a Jenny una bebida y, después de unos pocos minutos, Jenny se había quedado profundamente dormida. Violet apagó la tele y empezó a desnudar a su amiga.

Las bragas y el sujetador se deslizaron fácilmente, revelando la forma atlética y esbelta de la morena. Más baja pero bien hecha, Jenny había jugado al tenis durante años, habiendo conseguido una bonita figura. También tenía unos buenos pechos, algo que le daba problemas con los sostenes deportivos, pero serviría bien para los propósitos de Violet.

Solo le llevó media hora preparar a Jenny. Primero le afeitó el coño, luego le aplicó una pomada que había encontrado en Europa. Estaba diseñada para impedir cualquier crecimiento de pelo en el futuro. La aplicó no solo entre sus piernas sino también sobre las piernas, los brazos y las axilas. Finalmente pasó un grueso collar de cuero alrededor del cuello de Jenny y lo abrochó. Llevó a Jenny a cuestas hasta el aparato de flagelación que había subido del sótano. Ató sus tobillos ampliamente separados a barras situadas al nivel del suelo. Su cuerpo se doblaba hacia delante por la cintura y estaba reclinada sobre una barra acolchada. Las muñecas estaban atadas a las barras superiores que las tensaban y alejaban de los postes inferiores.

Un pequeño torno permitió a Violet tensar las correas hasta que Jenny quedó bien estirada.

Su cuerpo formaba un ligero ángulo hacia arriba, pero resultaba accesible desde todos los lados, incluido el acceso a sus pechos colgantes. Cuando Jenny empezó a despertarse Violet le metió una gran  mordaza de bola entre los dientes y la ató adecuadamente.

Jenny miró alrededor confundida mientras se hacía cargo de su situación. Cuando vio a la ahora desnuda Violet, intentó preguntar que estaba ocurriendo. Violet la ignoró, pasando sus manos por el cuerpo de la muchacha. Pellizcó el pezón izquierdo y, cuando Jenny se revolvió de dolor, tomó nota de la calidad de las ligaduras. Finalmente tomó un gato de nueve colas y lo puso delante de Jenny.

"Lamento decírtelo, Jenny. Pero ahora eres mi esclava. No, no es una broma. He decidido entrenarte para que me sirvas, luego te venderé a un subastador extranjero." Violet sonrió mientras empezaba a balancear el látigo en el aire. "Aunque primero quiero enseñarte lo que te ocurrirá si desobedeces." Diciendo esto dejó caer el látigo con fuerza sobre la espalda de Jenny, dejando en su piel anchas marcas rojas. Jenny se revolvió con fuerza, gritando a través de la mordaza. Pero Violet siguió, dejando una línea uniforme de marcas de látigo cruzando la espalda y el culo de Jenny. Después de media hora, no quedaba una zona sin marcar. Se detuvo y Jenny se derrumbó en sus ligaduras, respirando con dificultad.

Pero Violet todavía no había terminado. Cambió a un pesado cinturón de cuero y se puso a un lado de Jenny donde podía ver el primer golpe volar hacia arriba desde abajo para estrellarse sobre sus pechos colgantes. El cuero duro trazó una franja en su suave piel y Jenny intentó apartarse y gritó a través de la mordaza. Pero las ataduras estaban demasiado tensas y su cuerpo demasiado prieto y su movimiento pareció un simple temblor. El cinturón voló una y otra vez dejando sus marcas por el vientre y los pechos de Jenny. Finalmente, tras otra media hora, Violet se detuvo. Las lágrimas brotaban en abundancia de los ojos de su amiga ahora, cayendo al suelo después de correr por sus mejillas empapadas. Violet se había parado pero no había terminado. Jenny levantó la cabeza a tiempo de pillar su movimiento hacia atrás, su imagen reflejada en un cristal a través de la habitación. El cinturón volvió a volar, pero esta vez entre las piernas para aterrizar en los recién afeitados labios de su coño. El artefacto de metal casi salta por el aire como consecuencia de la fuerte reacción de Jenny. El segundo y tercer golpe provocaron un grito primitivo que perforó la mordaza de caucho y se hizo eco en la habitación.

Para el golpe número 30 contra su ahora hinchado coño y el agujero de su culo, Jenny se derrumbó en sus ligaduras, desmayada. Violet sonrió mientras examinaba el torturado cuerpo que tenía delante, luego la desató rápidamente para el paso siguiente.

De nuevo Jenny no podía mover ni un músculo, pero esta vez estaba abierta en X, con las puntas de los dedos a unas pulgadas del suelo pero sin poder ofrecerle soporte. El sótano estaba oscuro y cargado de presagios, en áspero contraste con la calidez del resto de la casa. Jenny se había despertado mientras Violet terminaba su último trabajo. Violet la había encadenado bien, hasta el punto en que estaba a la vez todo lo extendida que era posible y también inmovilizada. La mordaza todavía estaba en su sitio, impidiendo cualquier queja. Nuevas lágrimas brotaron de sus ojos cuando vio a Violet coger una nueva herramienta. Se miró los pezones y se estremeció ante la visión de la joyería permanente que Violet le había instalado allí. Dos gruesos anillos perforaban sus pechos justo detrás de cada pezón. Los extremos habían sido enganchados juntos para formar un anillo sin costura de titanio. Además Violet había pasado una gruesa piqueta de acero justo por el medio de cada pezón, forzando luego una pequeña varilla por el agujero. El resultado eran dos perforaciones en cada pecho, un anillo y una varilla. Podía sentir su clítoris palpitar tanto por la flagelación como por el nuevo anillo que lo adornaba.

Se había desmayado cuando la herramienta especial de taladrar había abierto un ancho agujero a través de su clítoris. Se despertó al sentir a Violet colocando un anillo similar allí. Ahora se acercaba con un nuevo juego de herramientas. Otra taladradora se había deslizado alrededor del tabique nasal y con un chasquido y un dolor intenso tenía ahora un ancho agujero en la nariz. Mientras Jenny intentaba eliminar las lágrimas de sus ojos, Violet había deslizado dos pequeñas chapas de metal en su nariz. Encajaban perfectamente a cada lado del tabique, con un agujero en el medio que coincidía con el nuevo agujero de su nariz. Modificó la herramienta y la deslizó de nuevo en su nariz. Pudo sentir una nueva presión en las cuatro esquinas de las chapas y luego otra serie de dolores agudos. ¡En seguida se hizo cargo de que Violet había remachado las chapas directamente en su tabique! Un poco más de manoseo, luego Violet liberó su agarre en la cabeza de Jenny y, mientras la echaba hacia atrás, pudo sentir un nuevo añadido a su cara. Un grueso y brillante anillo colgaba suelto de su nariz, cerca de la parte de abajo de su labio superior. Podía sentir como las dos chapas estaban enganchadas juntas y apretaban. Empezó a llorar de nuevo cuando se dio cuenta del carácter permanente de los remaches.

Violet le soltó las piernas, dejando a Jenny en pie sobre sus pies doloridos. Tras un momento volvió con un par de zapatos exagerado. Como zapatillas de ballet ¡estas botas la obligaban a caminar sobre la punta de los dedos! Pero en lugar de zapatillas con punta plana estas tenían puntas afiladas que casi coincidían con los tacones de estilete. Violet agarró uno de los pies de Jenny y le deslizó el zapato de plástico conformador. Mientras sus dedos llegaban al final podía sentir como se estrujarían para adaptarse a la punta afilada. Violet los empujó con fuerza, luego usó las cintas para forzarlos aún más. Además de las cintas que sustituían a los cordones, otra cinta rodeaba el tacón y empujaba los dedos a fondo dentro de la punta. Incluso antes de que atara las cintas ya le dolía. Violet completó el cuadro con el otro zapato, luego admiró el cuerpo de Jenny mientras se encabritaba sobre las puntas de sus pies.

Bajando una cadena del techo, Violet usó una pinza para engancharla al anillo de la nariz de Jenny. Luego soltó sus brazos. Aunque estaba libre, estaba demasiado débil para luchar de forma eficaz y Violet deslizó rápidamente una correa alrededor de sus codos y los juntó tirando de ella. Jenny se estremeció de dolor cuando le tiró de los brazos por detrás y adelantaba los hombros. Era una postura que podía soportar, pero la hacía sentirse aún más expuesta que antes. Otra correa rodeó sus muñecas y las retuvo prietas. Como toque final, Violet añadió una correa por encima de los codos de Jenny y tiró de ella hasta que sus hombros no pudieron flexionarse más, reteniendo la correa en esa posición. Tomando el extremo colgante de la cadena del anillo de su nariz, Violet se echó atrás para admirar su nueva obra. Sonrió y luego levantó un espejo de cuerpo entero ante los ojos de Jenny. La recién estrenada esclava tuvo que forzar los ojos para mirar, luchando con el anillo de su nariz para bajar lo suficiente la barbilla para conseguir un vistazo. Pudo ver una morena alta, con dolorosas botas de ballet, con los brazos atados con severidad a su espalda por los codos y las muñecas, bailando en el extremo de una cadena conectada a un anillo nasal brillante, con sus grandes pechos balanceándose en respuesta a su lucha. La luz provocaba un reflejo en los anillos de su clítoris y sus pezones. Jenny empezó a llorar. Violet solo sonrió, e inclinándose cerca de su cuerpo, retorció bruscamente el anillo del clítoris, luego dejó Jenny para el resto de la noche.

La segunda parte del plan era sencilla. Mr. Reed, aunque veinte años mayor que Violet, era como cualquier hombre. Le era imposible resistirse a una chica guapa. Antes de que él llegara, Violet se había preparado, poniéndose un vestido largo de seda que remarcara bien sus pechos. No fue difícil interesar a Mr. Reed, pese a que sabía que solo tenía 18 años. La deseaba, como cualquier hombre, y en media hora estaban en la cama. A él le gustaba rudo, ella se encontró a su gusto, con las manos sujetas por encima de la cabeza mientras se clavaba profundamente en su coño joven. Pronto él se gastó y Violet le dejó dormir.

Después de que Mr. Reed se fuera para el resto del día, Violet abrió el sótano y bajó a visitar a Jenny. La encontró en la misma posición, colgando del anillo de su nariz. Se había acostumbrado de alguna forma a los severos zapatos, puesto que ahora estaba en pie sobre ellos, liberando la presión de sus nuevas placas del tabique nasal. Violet pudo ver una fina capa de sudor que había cubierto el cuerpo de Jenny durante la noche y una nueva señal de temor era evidente en su rostro. Violet desenganchó la cadena de su nariz, enganchando en su lugar una correa de cuero y tiró de Jenny hacia las escaleras.

A las tres horas, Violet abrió la puerta de la sauna para controlar a su esclava. Después de dejar el sótano, había bañado a Jenny y luego la había embutido en un traje ceñido de cuerpo entero de látex. Jenny intentó luchar, pero las diez horas de sado dejaron sus brazos inutilizados, y las horas de puntillas se llevaron toda la energía de sus piernas. Dos gruesos consoladores hinchables de goma habían sido forzados en su coño y su culo, luego alimentados a través de agujeros en el traje. Violet infló los consoladores hasta que la presión de la vejiga de goma ensanchó simultáneamente su coño y su culo. Después de que le hubieran extendido el traje sobre el cuerpo, Jenny vio como su piel se había transformado en látex. Antes de volver a atarle los brazos, Violet le deslizó un corsé de plástico grueso y se lo ató adecuadamente. Finalmente nuevas correas rodearon sus muñecas, por encima y por debajo de los codos, bloqueando los brazos en la misma posición inutilizadora. Le introdujo en la boca, por la fuerza y todo lo posible, una mordaza de bola más grande, dejando la mitad sobresaliendo. Le puso sobre los ojos almohadillas de piel y auriculares de foam en las orejas.

Le introdujo profundamente pequeños tapones en la nariz, cada uno con un tubo delgado para la respiración. Le deslizó una gruesa capucha de plástico sobre la cabeza y la ató en su sitio. Rodeó la capucha con bandas de plástico adicionales, cubriendo los ojos y la boca. Tiró con fuerza de la banda de la boca, forzando a la bola aún más dentro hasta que toda ella estuvo entre los dientes. Jenny soportó este trabajo sin oponerse, en parte por miedo, en parte por incapacidad. Llevándola de puntillas hacia la sauna Violet había enganchado una cadena a la parte superior de la capucha y luego a la parte de arriba de la sauna, dejándola sobre los pies. Le colgó entre las piernas un cubo, soportado por los cordones del corsé. Insertó una manguera pequeña en el cubo y luego abrió el agua creando un chorro muy pequeño. Con esto, Violet dio a los consoladores una ración extra, conectó la sauna y salió.

Ahora, tres horas más tarde, el cubo estaba casi lleno. El peso del agua, en consecuencia, había tirado de los cordones del corsé apretándolo cada vez más, reduciendo la cintura de Jenny a unas pocas 21 pulgadas (unos 53 cm). ¡Parecía un reloj de arena de plástico! Su respiración se reducía a cortos jadeos a través de los tubos de la nariz mientras luchaba por inflar sus aplastados pulmones. Violet soltó las tiras del corsé, las enganchó juntas para retenerlas rápidamente y luego retiró el cubo. Un tormento añadido, muy a gusto de Violet, fue el peso del agua sobre las punteras de Jenny. El agua había añadido unas cincuenta libras extra (unos 20 kg) a sus ya torturados pies. Cuando Violet le desenganchó la cadena del casco cayó al suelo exhausta.

La segunda noche fue aún más fácil. La sensación de culpa había anidado en el señor Reed, y mientras llegaba a la casa, convocó a Violet para tener una charla. Pero ella estaba preparada, mientras él se atrancaba con su discurso cuidadosamente meditado. Su bata cayó al suelo poniendo al descubierto su atuendo. Se había comprado un minivestido de látex que se ceñía a su cuerpo perfecto. Se había puesto sus tacones más altos, con sus seis pulgadas (15 cm) esculpiendo sus piernas. El señor Reed estuvo en sus manos cuando ella se tiró de rodillas delante de él y le tomó en su boca.

Durante tres días Jenny fue mantenida atada estrechamente. El vestido de látex, los consoladores inflables y el corsé habían permanecido en su cuerpo todo el tiempo, solo le habían quitado la capucha. Cada hora, Violet añadía un único golpe de bomba a cada consolador hasta que se expandieron al máximo. Aunque fuera doloroso se estaba consiguiendo el objetivo, ensanchando el culo y el coño vírgenes de Jenny lo suficiente para acomodarse a cualquier polla.

Violet presentó la ausencia de Jenny ante el señor Reed diciéndole que estaba fuera con unos amigos. En vez de eso, Jenny había pasado una noche atada muy apretadamente bajo la cama de su padrastro. Violet tuvo el mejor orgasmo al saber que la hijastra de su amante estaba directamente debajo de ellos mientras hacían el amor, incapaz de moverse o chillar. Violet aprovechó la oportunidad para hablar del próximo cumpleaños del señor Reed, y de la sorpresa que le tenía preparada en el almacén. Pidió detalles tal como ella suponía, pero solo le dijo que satisfaría alguno de sus principales deseos.

El segundo día Violet colocó a Jenny en una silla especial, atada hasta la inmovilidad con fuertes tiras de cuero. Sus brazos no habían estado desatados desde el día de la sauna. Se encontraba, en este caso, incapaz de evitar la tortura de Violet.

Ella le preguntaría, "¿Eres mi esclava?" y, cuando Jenny no respondiera, Violet sacaría una vara delgada de acero inoxidable y la empujaría a través del látex dentro del pecho de Jenny. Al cabo de una hora, los pechos de Jenny parecían acericos, con muchos pequeños pinchos perforando su delicada piel a través del látex, además de varias largas varillas que traspasaban un pecho y llegaban al otro. Al final Jenny aceptó cualquier cosa que Violet le hiciera.

El tercer día fue de entrenamiento sexual. Mientras el señor Reed estaba fuera todo el día, Violet empezó con el de dar placer a una mujer, concretamente a ella misma. Jenny fue puesta de rodillas, todavía embutida apretadamente en látex y con zapatos de punta, mientras Violet empujaba la cara de Jenny contra su coño depilado. Con firme estímulo conseguido mediante el pesado cinturón y amenazas de pinchos en sus pechos de nuevo, Jenny aprendió lentamente como llevar a Jenny al orgasmo. Más tarde fue tendida sobre la espalda y Violet se sentó sobre su cara, empujando el agujero de su culo contra la lengua de Jenny. Esta vez la corrección se consiguió por medio del cinturón sobre su coño perforado, un estímulo mucho más rápido y efectivo. A mediodía Jenny ya estaba suplicando lamerle el coño y las tetas.

Violet había invitado a varios caballeros para que, y con poca conversación, pusieran sus pollas en el joven rostro de Jenny. Cuando acabó el día, no solo había dado placer oral a todos los hombres sino que también los había recibido en su coño y su culo.

Finalmente el gran día había llegado. Violet había recordado al señor Reed que tenía una sorpresa para él y planeaba volver a casa pronto. Mientras estaba fuera, Violet liberó a Jenny de la suspensión. Como prueba final de su capacidad para castigar, Violet había suspendido a Jenny en el sótano. Durante doce horas había estado colgando de sus pechos, había enrollado correas de cuero alrededor de sus bases hasta que parecieron negros globos de látex. Mientras los dedos de los pies perdían contacto con el suelo y el torno se bloqueaba en su posición final, Jenny suplicaba que la liberase. Violet admiró a su esclava, balanceándose en el centro de la sala, los brazos atados sin piedad a la espalda, e ignoró las súplicas mientras volvía a subir las escaleras y la dejaba.

Ahora Jenny estaba verdaderamente sometida, habiendo sentido toda la profundidad de la crueldad de Violet.

Era difícil creer que alguien de dieciocho años pudiera controlar con tal intensidad a otro. Llevando todavía el corsé y el traje de látex, Jenny fue llevada mediante el anillo nasal a la ducha donde se derrumbó en el suelo. Violet le soltó los brazos por primera vez en tres días y la sacó del traje de látex.

Mejor que tener que sujetarla de pie en la gran cabina de ducha, Violet había instalado un pequeño torno con cable y estiró el cable, que se balanceaba en el centro de la ducha, hasta el suelo. Enganchando la pinza al anillo nasal de Jenny empezó a mover la manivela. Una vez tensado el cable y empezando a levantarse su cuerpo, Jenny encontró energía suficiente para levantarse del suelo, aunque solo fuera para librarse de la presión sobre su maltrecho tabique nasal.

Violet estaba encantada con la robustez de la nariz modificada de Violet.

Directamente enganchadas al cartílago, las placas metálicas hacían muy resistente el tabique. Podía imaginar muchos castigos a infligir a Jenny en el futuro, precisamente mediante el anillo nasal.

Una vez de nuevo de puntillas, Violet enjuagó el cuerpo de su esclava y lavó su pelo negro hasta los hombros. Jenny se limitó a estar allí, encaramada sobre sus castigadas puntas de los pies, colgando del anillo de su nariz.

Una vez seca, Violet inventó un nuevo método de atar los brazos de Jenny. Había alineado bandas de hierro de tres pulgadas (7,5 cm) de ancho acolchadas en el interior con una capa delgada de cuero. Violet tiró de los brazos detrás de su espalda con las palmas de las manos encaradas. Deslizando la primera banda alrededor de las muñecas de Jenny, los dos extremos se encontraron. Un extremo tenía tres agujeros mientras que el otro tenía tres pequeñas varillas soldadas al metal. Cuando las hubo juntado, Violet utilizó una herramienta para completar la conexión de remaches. Las ceñidas bandas soldaron juntas las manos de Jenny. Otra banda se tensó alrededor de los antebrazos, justo por debajo del codo.

La última banda consistía en dos bandas más pequeñas que iban alrededor de cada brazo, justo por encima del codo. Un trozo de banda se extendía entre los dos. Violet utilizó una llave hexagonal que encajaba en un agujero de acceso en  su centro. Lentamente la banda se fue acortando y los brazos se vieron forzados a juntarse. Jenny se retorció contra sus crueles ataduras mientras sentía que sus hombros eran forzados hacia atrás más allá de lo que nunca habían sido. Finalmente Violet se paró.

Después de volver a comprobar los remaches se volvió al rostro de Jenny deshecho en lágrimas.

"Lamento decirte que no utilizarás los brazos durante bastante tiempo. Acostúmbrate a la idea. Acabo de remacharte juntos los brazos." Violet sonrió mientras observaba la lucha aterrada de Jenny y luego cedía al comprobar la validez de la afirmación de Violet.

Cuando se aproximó la hora de vuelta del señor Reed para las actividades nocturnas, Violet empezó a preparar a Jenny. Forzó una gran bola de caucho en la boca de Jenny antes de ceñir una caperuza de grueso cuero sobre su cabeza. Atándola fuertemente, la piel de Jenny parecía como si estuviera hecha de cuero cuando hubo terminado.

Una tira pasaba por la boca forzando a la pelota a introducirse completamente en su boca. En vez de una venda le cubrió los ojos con unas gafas de plástico ahumadas. Su visión estaría limitada a la manera de las gafas de soldador. Un ancho collar postural de cuero se encajó en la base de la capucha, cubriendo la garganta. Violet aprovechó la oportunidad para revisar los cordones de sus zapatos de puntera, apretándolos y obligando a los dedos de Jenny a profundizar en las punteras de los zapatos.

Finalmente llevó a Jenny arriba hacia el dormitorio de su padrastro. La habitación había sido transformada en un antro de sexo. Todas las lámpara habían sido cubiertas con pañuelos finos, emitiendo una luz suave. Jenny fue empujada contra el suelo en medio de la habitación. Allí había sido instalado un grueso anillo embutido en el suelo y Violet enganchó una cadena desde él hasta el collar de Jenny. Bien entrenada, se puso de rodillas y se sentó erguida, con las piernas muy abiertas para mostrar su coño afeitado y su clítoris anillado.

Violet se vistió rápidamente con un provocativo traje de cuero que se ajustaba a su cuerpo curvilíneo. Al oír la puerta principal Violet se inclinó sobre la recientemente sometida Jenny.

"No lo olvides, querida. Puedo hacerte mucho daño si desobedeces." Pudo oír los quejidos apagados de Jenny tras el cuero prieto, pero asintió. Violet sonrió, acariciando la lisa superficie de cuero, luego bajó las escaleras.

Después de media hora apareció Violet, llevando a alguien a la habitación. Jenny podía ver siluetas, pero no rostros a través de las gafas oscuras que cubrían sus ojos. Sus oídos, parcialmente bloqueados, impedían que reconociera bien las voces, aunque podía oír la conversación. Pasaron unos instantes antes de que el huésped se inclinara para examinar su regalo de cumpleaños. Jenny pegó un brinco cuando el rostro de su padrastro se le acercó para admirar sus ataduras.

"Espero que te guste, señor Reed," le susurró Violet mientras veía como daba vueltas alrededor de Jenny.

"Dices que es una esclava," preguntó, asombrado por lo cruel de su postura.

"Sí, eso es," contestó Violet, "me la dieron hace algún tiempo y la he entrenado para ti. Me gustaría ofrecértela durante un tiempo. Quizás un mes o cosa así."

El señor Reed sonrió mientras cogía un anillo de uno de los pezones de Jenny y lo retorcía ligeramente.

"Me encantaría, Violet. Pero ¿qué pensará Jenny?" Violet pudo ver el cuerpo de Jenny tensarse al escuchar su nombre, quizás pensando que todavía podía ser rescatada.

"Se me olvidó decírtelo. Jenny ha decidido ir a una escuela de verano. No volverá en tres meses." El señor Reed sonrió, sin notar que Jenny se rendía por última vez.

"Bueno, podemos empezar. Le encanta que le den por el culo. Y probablemente querrás flagelarla también." Violet sonrió cuando el señor Reed asumió el control. Mientras se sentaba en una silla de la esquina para mirar pudo escuchar que Jenny empezaba a lloriquear a través de su espesa mordaza mientras su padrastro empezaba con un fuerte azote en su culo.

Fin