Violentado y anulado

De como fui parte de un culto lesbico, con el fin unicamente de mi semen.

Algo que me caracteriza es mi buena memoria para reconocer rostros, quizá porque miro con atención a la otra persona, a sus gestos y miradas. Esta capacidad manía mía me hizo dar cuenta de lago extraño, que ya hace varias semanas, todos los días, cuando camino, veo los mismos rostros, todas de mujeres. En una semana podía identificar por lo menos 10 rostros que día a día se repetían. Cuando contaba esto, la gente pensaba que tenía principios d esquizofrenia. Por un momento o pensé, pero aquellos rostros, pro cierto de féminas muy deliciosas. Decidí hacer explicito que me di cuenta de la presencia de esos rostros, que se de cuenta que ahora yo las observaba.

Cuando intentaba ver alguna de ellas directamente a los ojos me volteaban el rostro, siempre intentando simular que hacían algo.

Decidí ver que pasaba si me quedaba quieto, entre a un café, esos que ven a la calle. Para mi sorpresa de pronto todas desaparecieron, lo que me hizo sospechar que sí, lo mío era algo patológico.

Seguí el ritual que suponía para mí tomar un café, que siempre acompañaba con un buen puro y un buen libro, de filosofía o literatura. Ya a la mitad del café comenzó la cabeza a darme vueltas a tal punto que perdí el conocimiento.

Al despertar estaba desnudo y atado a una cama. LO ultimo que recordaba era que fui cargado por dos paramédicas, a las cuales puede reconocerle el rostro aquellas que supuestamente eran delirios de mi supuesta locura.

-¡¡¿Qué pasa aquí?!!- Grité- ¿Porqué me han estado siguiendo y ahora esto?

Una voz femenina a la cual no pude verla me dijo: pronto lo sabrás-

-¡Quiero saberlo ahora! Y desátame.

-Eso ya no es posible, tu ya no tienes decisión perteneces al clan de Safo.

A pesar de que estaba atado, me puse violéntenlo, intentaba desatarme, pro de pronto sentí como era inyectado, luego de unos segundos volvía a dormirme.

Al despertarme sentía como si tuviera una pelota de tenis en la boca, era una de esas bolas con cinturón para evitar de que hablara o gritara a su vez tenia los ojos vendados. Lo primero que hice tratar de moverme, cosa que aun era inútil, ahora me sentía mas fuerte amarrado, pero el hecho que me moviera hizo que se enteraran que me había despertado. Escuchaba movimientos en el cuarto, sonidos de zapatos de tacos, risitas. De nuevo la aguja.

Luego de esto sentí como decenas de manos acariciaban todo el cuerpo, lo que hizo que se me erectara, lo extraño es que jamás sentí que se había puesto de esa manera tan erecta, de lo que escuche de una voz delicada: No te emociones, eso es por lo que te inyectamos.

Cuando estaba en su máximo tamaño empezó la faena, sentí como una se montó encima de mí y con una de sus manos guiaba mi pene al interior e su vagina. Se Turnaban de dos en dos. Una encima no de mi cadera, sino de mi cara, seguían acariciándome, ero cada vez de manera más violenta, pues de caricias pasaron a rasguños, desgarraban mi piel. Luego de un par de horas, ya que soy de resistir mucho, eyacule dentro de una de ellas.

Estuve en esa situación por dos semanas, en la mañana en la tarde y en la noche, siempre terminaba eyaculando dentro de una de ellas, lo que significaba terminar aquel ritual.

Cada vez sentían que eran menos, como si a cada que eyaculara adentro ya no participara.

Llego el momento cuando sentí a la ultima, deduje eso, pues solo estaba ella. Esta ultima fue más cariñosa, sus caricias ahora eran mas bien delicadas, cuando mi pene estaba en su punto máximo, me saco la venda. Era preciosa, mas bien perfecta, unos senos espectaculares, redondos y grandes, una cinturita, un culito delicioso, logre verlo aunque estaba atado. Lo extraño es que no era que me haya agotado de hacerlo tanto tiempo, sino la obligación que me tomo alargarlo cada vez más, la música que se escuchaba me obligaba a hacerlo. Sus movimientos cariñosos cada vez eran más rápidos y violentos, como si le desesperara que no eyacuralara, sabía que tenía un control sobre mí, y es justamente lo que quería que perdiera, su intensidad y mi dominio hacían una momento de estación tan intenso, que de no sé dónde, eyacule como ninguna de las anteriores experiencias.

Toda su pierna estaba llena de semen, pero aun mi pene mantenía la forma eréctil, y le gritaba que siguiéramos, de lo que me contesto con un grito muy agudo pero penetrante, casi al punto de la conmoción. Saco una inyección, por fin pude ver lo que me inyectaban, poco a poco me iba durmiendo. Al despertar, estaba en mi cama, aunque mi cuerpo ya no me ardía, por los rasguños, eso me hizo pensar que fue un sueño, pero al intentar rascarme el pene ya no estaba, y más bien sentia unas masas en mi pecho, eran unos senos espeluznantemente grandes.