Violando al mirón
Un grupo de mujeres, hartas del constante acoso de un pervertido anónimo deciden atraparlo y darle una lección (Dominación femenina + sexo anal + no consentido)
Como normalmente sucedía todas las tardes en aquel gimnasio, el grupo de aeróbic fue el último en salir y pese a que la monitora les instaba a que se ducharan y se marcharan rápido las mujeres siempre se quedaban charlando en el vestuario un rato, lo que a Fátima, la encargada de cerrar aquella tarde la estaba llevando a los demonios.
- Vamos chicas, iros al bar de enfrente a charlar si lo que queréis es hablar- dijo la mujer enfadada ya perfectamente vestida de calle, mientras observaba como la mayoría aun están medio desnudas, quedando aún alguna rezagada en las duchas- ¡que tengo que cerrar ya!
- Venga Fati no te enfades tanto- dijo Sonia, una mujer de unos 30 años, piel clara, pelo largo y castaño y cuerpo esbelto, que en aquel momento tan solo llevaba encima unas braguitas, quedando así a la vista el resto de su anatomía de la que la mujer se sentía muy orgullosa, especialmente de sus pechos que eran de tamaño medio, redondos, firmes y acabados en unos pezones pequeños y rosados- ¿no será que has quedado con Miguel esta noche también?- Sonia sonrió al ver que llevaba razón al ver el sonrojo en el rostro de Fátima- Pues no te preocupes, puedes salir ya, si me dejas las llaves yo me encargo de cerrar esto.
Fátima dudó un momento, pero después de valorar que con aquello podría llegar a tiempo a su cita y que Sonia era amiga de la jefa del gimnasio y de ella misma, decidió aceptar la oferta de su clienta y tenderla la llaves para advertirla de que la puerta principal ya estaba cerrada, que tendría que encargarse tan solo de cerrar la puerta trasera.
Mientras esto sucedía, sentada en el segundo retrete comenzando a contar desde la derecha, estaba sentada Patricia, una chica de la misma edad que Sonia, pero bastante diferente en físico, su piel estaba bronceada, su pelo era largo, castaño y liso y sus curvas eran moderadas, con pechos entre medianos y pequeños pero de un aspecto firme y tacto suave.
Patricia sonrió ligeramente cuando escuchó como Fátima hacía entrega de sus llaves a su amiga, con lo que comenzó a relajarse y a toquetear suavemente su sexo, que en aquel momento estaba ligeramente lubricado pero que no tardaría en comenzar a producir fluidos y empapar por completo sus pequeños labios oscuros y su pequeño clítoris.
Patricia no estaba acostumbrada a hacer aquellas cosas en lugares públicos, cuando no podía tener sexo y necesitaba recurrir a sus habilidosas manos para auto-complacerse, la mujer lo hacía en la intimidad de su hogar, pero había llegado a un acuerdo con Sonia y con Natalia para “cazar” al supuesto pervertido que se escondía en el cubículo anexo a este, el mismo en que sobre la puerta había pegado un cartel que ponía averiado.
Después de varios días de sospechas finalmente Sonia, que era la líder del grupo, había decidido poner en conocimiento de sus amigas su teoría, encontrándose con que Natalia también había escuchado algún ruido extraño lo que hizo que los deseos de pillar a aquel pervertido fuesen aún mayores en las mujeres.
Tras mucho debatir el día anterior, optaron por hacerlo salir poniendo un buen cebo, como era que una de ellas se masturbase de manera más o menos escandalosa para que el anónimo observador se delatase y pudiesen pillarlo con las manos en la masa. Y fue así, como después de una larga e intensa partida de póker Patricia perdió, teniendo que ser esta la encargada de exhibirse el primer día, dejando el segundo a Sonia y el tercero a Natalia.
Y por aquel motivo fue que Patricia se encontraba luciendo su pequeño y liviano cuerpo, prácticamente desnuda salvo por las braguitas que aún conservaba con la esperanza de atrapar al supuesto mirón que Natalia y Sonia habían oído los días anteriores.
Patricia no escuchó el primer sonidos sospechosos hasta que todas las mujeres se hubieron marchado del vestuario, bueno todas no ya que Natalia y Sonia esperaban fuera, pero están tan en silencio que no tardó en escuchar una cada vez más intensa respiración tras la pared de madera que había a su derecha.
La mujer comenzó a mover la cabeza de forma alocada fingiendo que un orgasmo estaba a punto de dominar su cuerpo, pero en lugar de eso lo que trataba era de encontrar la forma en la que el mirón estaba observándola.
Patricia se sintió tremendamente frustrada al no darse cuenta de por donde estaba siendo observada y comenzó a valorar la posibilidad de que fuese alguna cámara oculta la que pudiese estar espiándola. Pero entonces, cuando ya casi se había dado por vencida, Patricia metió su mano dentro del portarrollos de papel higiénico, para en lugar de encontrarse el papel encontrar un tubo, pero no era un tubo frío de plástico sino uno de carne, no muy gruesa pero si caliente, mojada y palpitante.
La mujer soltó aquella verga en un primer momento, sorprendida, pero después soltó una risotada y llevó su mano de nuevo al pene para acariciarlo y darle placer, el suficiente como para ganarse su confianza y que no escapase demasiado rápido: ahora que sabía con certeza que al otro lado había un hombre espiando no la sería complicado capturarlo con ayuda de sus otras dos amigas.
- Vamos a ver que tenemos aquí- dijo la mujer en tono risueño mientras quitaba el aparatoso portarrollos de plástico blanco para dejarlo caer al suelo.
Patricia gimió de placer en cuanto vio con sus propios ojos la verga que salía de la pared del baño, no perdiendo tiempo y agarrándola con firmeza para subir y bajar de forma acompasada la piel que cubría el grueso, rosado y empapado glande que coronaba aquella pálida polla.
Sin que el muchacho se diese cuenta, Patricia abrió la puerta del baño en el que se encontraba para que sus amigas viesen lo que acababa de capturar, teniendo estas dos que aguatar la risa para no ser descubiertas por el hombre, que ya no se contenía y gemía ante las caricias de las pequeñas pero hábiles manos de la mujer.
Deseosa de tener toda la masculinidad de aquel hombre en su poder la mujer se metió la punta de la verga de este en la boca, para mover la lengua en círculo con la intención de procurarle suficiente placer como para que se desinhibiese del todo.
Patricia agradeció que su observador tuviese una higiene adecuada y metió sus dedos por el agujero que los separaba en busca de los testículos del macho que estaba al otro lado. Pero esa demasiado complicado atraparlos tan solo con sus dedos y el hombre se sentía demasiado bien recibiendo aquella mamada como para cambiar de postura.
- Déjame tocar tus testículos también- pidió la mujer- ya verás como te hago sentir muy bien, acércate un poquito más.
El mirón, tentado por la oferta, se acercó un poco más, dejando su pubis pegado a la pared de madera que los separaba. Patricia quedó impresionada ya que aquella verga era algo más larga de lo que esperaba, estando cerca de los 18 cm de su marido. Para que el hombre no perdiese la confianza y se alejase de nuevo la mujer me metió todo aquel pene en la boca, hasta que el glande de su observador golpeó su garganta.
Mientras seguía con aquello la mujer también comenzó a mimar las bolas que acompañaban a aquel falo que estaba chupando, siendo estas de un tamaño medio, bastante duras, envueltas en una bolsita libre de bello y que dejaba sus testículos colgantes y accesibles.
En lo que Sonia observaba la escena excitada, Natalia, la más veterana del grupo, una mujer de casi 40 años de complexión delgada y muy alta, piel clara, pelo largo y rubio y unos grandes ojos azules, comenzó a quitarse los cordones de sus zapatillas de aerobic para entrar en acción.
Al estar descalza fue fácil para ella entrar con disimulo al cubículo en que Patricia permanecía arrodillada chupando el pene del mirón, para con ese mismo cordón hacer un nudo corredizo que mostró a la mamadora, que guiñó su ojos derecho a su amiga en señal de aprobación.
El hombre que estaba al otro lado, con la excitación que tenía en aquel momento, no notó la diferencia entre las manos de Patricia y las de Natalia, no tardando esta última en rodear con el cordón las bolas del receptor de la mamada y tirar con fuerza para que estas quedasen bien sujetas.
- ¡Pervertido atrapado!- dijo Natalia a voz en grito, momento en que Patricia sacó el glande de su boca y comenzó a aplaudir mostrando su alegría, al igual que lo hizo Sonia.
- ¿Qué?- preguntó una voz, de apariencia joven, desde el otro extremo, pregunta que fue respondida a carcajadas.
- ¿Qué te pensabas, cerdo?- preguntó Natalia tirando un poco más de la cuerda mientras oprimía con su pulgar una de las bolas del muchacho que soltó un quejido ahogado de dolor- ¿Qué todas las mujeres en cuanto ven una polla ridícula como la tuya se lanzan a chuparla?
- ¡Dejarme ir!- exigió el chico a voz en grito.
- De eso nada, abre la puerta del baño ahora mismo, queremos verte la cara, pervertido.
El muchacho, viéndose atrapado, trató de sacar su pene del agujero, pero no tardó en darse cuenta de que tenía los testículos muy bien apresados, con lo que no podría escapar hasta que sus captoras no se lo permitiesen. El chico dejó de pensar en escapar cuando volvió a notar como los dedos de la mujer, que en aquel momento tenía en su poder su zona más sensible, volvía a ejercer una presión muy por encima de su umbral del dolor. Con lo que sin saber lo que le esperaba abrió la puerta.
Patricia, que ya se había puesto un sujetador para que el muchacho no pudiese deleitarse con sus pechos de nuevo, y Sonia, observaron la mirada temerosa del chico al que no tardaron en reconocer. El muchacho se llamaba Gerard, tenía no más de 20 años, era un chico de mediana estatura, piel clara, pelo corto y negro y estaba en una forma bastante aceptable, ya que acostumbraba a estar en el gimnasio una hora todos los días, normalmente coincidiendo con la hora de aerobic de sus captoras.
- Pero mira a quien tenemos aquí, si es Gerard- dijo Sonia avanzando, luciendo su conjunto de ropa interior de color negro, compuesto por un tanga y un sujetador semitransparente, para colocarse a la espalda del muchacho y rodearle con los brazos el pecho.
El muchacho se alarmó cuando notó sobre su torso depilado el frío metal de unas tijeras, aunque se relajó un poco y se quedó muy quieto la ver que Sonia no tenía intención de clavárselas, sino de cortar la camiseta que llevaba.
Gerard lamentó que aquella mujer destrozase su camiseta, sus pantalones y sus bóxer de marca, por lo caros que les habían salido, pero aquella preocupación le pareció algo ridículo cuando notó las manos de Sonia acariciando sus costados y dándole suaves besos por la espalda.
- Te noto muy nervioso, Gerardito- dijo Sonia mostrándose amable con su presa- ¿no será que aún eres virgen?
- Sí…- dijo el chico en voz baja, un poco avergonzado.
- ¿Lo habéis oído, chicas?- preguntó a voz en grito- Gerardito aún no lo ha hecho con una chica, ¿Qué os parece si nos repartimos su virginidad entre las tres?- Patricia y Natalia mostraron su conformidad- ¿Quieres eso, Gerard?¿Quieres hacerlo con nosotras?
- Sí, si quiero- dijo el chico elevando su tono de voz.
- Muy bien, déjame estos brazos tan fuertes- dijo mientras recibía de manos de Patricia una cuerda gruesa y resistente.
- ¿Por qué me vais a atar?- preguntó el chico comenzando a desconfiar- ¿No os vale con que me tengáis atados los huevos?
- Demasiado generosas estamos siendo no denunciándote, así que lo haremos a nuestra manera- dijo Natalia desde el otro lado de la pared, ya acomodada sentada en el retrete, tirando un poco de la cuerda que mantenía bien juntas las bolas de su presa para así poder colocar su pie descalzo sobre ellas.
Viéndose en aquella delicada situación el muchacho puso sus manos detrás de la espalda, dejándose atar con firmeza por Sonia, que le hizo una atadura que mantenían los antebrazos del muchacho unidos a la altura de la mitad de su espalda.
- ¿Ya está lista para comenzar con esto, Patri?- preguntó Sonia asomándose por la puerta para ver a su amiga, una vez comprobó que las ataduras que acababa de hacer eran muy seguras.
- Lista y lubricada, sácamelo de ahí- ordenó la más pequeña del grupo.
Gerard esperó sin mover ni un músculo a que Sonia recogiese la cuerda con la que Natalia lo tenía apresado, para salir del cubículo del baño. El muchacho sintió una gran excitación ante la idea de mostrarse desnudo ante tres de las mujeres de cuerpos esbeltos de la clase de aeróbic, pero la erección se le bajó un poco cuando se encontró con Patricia.
La mujer, a la que había estado espiando minutos antes, estaba totalmente desnuda ante él, con los brazos cruzados debajo de sus pequeños y redondos pechos bronceados y mirándole con una sonrisa divertida. Pero aquello, lógicamente, no fue lo que le bajó la excitación sino que llevaba enfundado entre sus piernas un arnés, con un dildo de dimensiones medias, que brillaba de forma intensa.
- Ni hablar- dijo el chico dando un par de pasos hacia atrás, pero volviendo a acercarse cuando Sonia tiró de la cuerda que lo unía a las bolas de su presa.
- Sí, acabamos de llegar a ese acuerdo, te vamos a desvirgar- dijo Sonia acercándose de forma mimosa al chico, acariciándole el pecho con la mano derecha mientras que con la izquierda le clavaba suavemente las uñas sobre sus testículos- ponte de rodillas si no quieres que la cosa se ponga mal de verdad para ti.
Gerard, un poco intimidado, clavó sus rodillas en el frío suelo del baño, siendo, una vez estuvo en esa posición, forzado a pegar su cara contra el suelo por cortesía de Natalia que lo agarró con firmeza de la cabeza y colocó su pie descalzo sobre su nuca para que no pudiese volver a incorporarse.
Sonia, al ver la incómoda posición del muchacho, decidió soltar la cuerda que tanta ventaja las había dado, estando segura de que si el muchacho trataba de revelarse no sería difícil que alguna de sus amigas lograse hacerse con ella de nuevo para volver dócil de nuevo al joven mirón.
- ¡Muy bien!- dijo Patricia después de dar un par de potentes nalgadas sobre el trasero del muchacho, para a continuación separar las nalgas de este dejando su ano al descubierto- No te preocupes, Gerardito- dijo mientras apuntaba la punta del dildo negro sobre el pequeño agujero del chico- he puesto bastante lubricante, así que no te costará mucho recibirlo.
Confiando en las propiedades del lubricante, Patricia introdujo la cabeza del dildo sin miramientos, forzando de manera excesiva la entrada trasera del muchacho que soltó un quejido de dolor. A la penetradora le agradó que el muchacho se contuviese en sus gritos de dolor, y por aquel motivo decidió ir penetrando con suavidad hasta que finalmente todo su arnés desapareció en el interior de Gerard.
Patricia, que nunca había penetrado a nadie no tardó en comenzar a disfrutar de la experiencia y dejarse llevar hasta el punto que no le importó que Sonia, de la que sabía que tenía tendencias bisexuales se colocase a su espalda para sobarla suavemente los pechos al tiempo que restregaba su sexo empapado contra sus nalgas, animándola a que fuese más deprisa.
La penetradora también se excitó viendo como Natalia pisaba sin miramientos la cara de Gerard, no eran pisotones violentos sin pisadas suaves con los que restregaba sus pies sobre la cara del muchacho para humillarlo. A Patricia le dio aún más morbo cuando esta le ordenó elevando su tono que voz que la lamiese los pies, ante lo que el muchacho obedeció por temor a las represalias de aquella férrea mujer. Patricia no pudo evitar imaginarse que esta hacía algo parecido con su marido en la intimidad ya que el marido de la rubia mujer parecía tener poco carácter.
- Creo que me voy a preparar ya- dijo Sonia alejándose del pequeño y vibrado cuerpo de su amiga para sacar de su bolsa de deporte un arnés algo más grande que el de su amigas, de unos 20 cm y más grueso.
Sonia, que en aquel momento se sentía muy caliente, se desnudó completamente delante de Patricia, cuyo rostro estaba cada vez más rojo por el esfuerzo y la excitación, y delante de Gerard que pese a seguir lamiendo los pies de Natalia no dudó en alzar la mirada de forma disimulada para observar como toda la anatomía de Sonia quedaba al descubierto.
- Esos pies ya están bastante chupados- dijo Sonia acariciando la espalda de su amiga para que dejase de acaparar la lengua de su prisionero- creo que es hora de que ensalive algo diferentes- sugirió acariciando su falo de plástico de color azul.
Natalia lo levantó con violencia agarrándole del cuello para que este tuviese la cabeza a la altura del arnés de Sonia, que se había arrodillado para no alterar la penetración que tanto estaba gozando su amiga. El muchacho soltó un quejido de dolor, momento que Sonia aprovechó para meter su falo en la boca del muchacho.
Las dos amigas rieron al ver como los golpes contra la garganta del chico hacían que este no pudiese contener las lágrimas y que sus ojos se pudiesen llorosos, risas que se mezclaron con los gemidos de éxtasis de Patricia, que agarró con firmeza las caderas de Gerard para embestirlo con todas sus fuerzas cuando vio que el orgasmo estaba más que cerca.
- Ya puede pasar la siguiente- dijo Patricia entre jadeos, sacando su arnés del dilatado ano del muchacho, no soltando las caderas de este por el ligero mareo que en aquel momento sentía.
- Esa soy yo- dijo sacando su pene de plástico, totalmente empapado por la saliva del muchacho.
- Tú ven aquí, Patri- dijo Natalia con una sonrisa- ahora este cerdito te va a limpiar el arnés.
- ¡No, por favor eso no!- pidió el muchacho ante lo que recibió una bofetada.
- ¡A callar!- dijo Natalia con fiereza- Vuelve a replicar y ato la cuerda de tus bolas de ese gancho del techo.
Gerard, viendo que no era una buena idea desafiar a aquella mujer, y mucho menos delante de sus amigas ante las que no querría quedar como una mujer que amenaza si no se atreve a hacer lo que cumple cerró la boca al momento, para abrirla lentamente para que Patricia penetrase su boca con el arnés negro que tan solo unos segundos antes había estado taladrándole.
Al muchacho le desagradó al sabor del consolador de su boca, pero esto pasó a un segundo plano cuando recibió la primera y violenta embestida de su penetradora, que no había desaprovechado la ocasión al ver lo dilatado que estaba en ano del muchacho para meter su arnés, que era sensiblemente más grueso.
El muchacho, al sentir la fuerza con la que Sonia se estaba empleando con su parte trasera no pudo contener sus quejidos, que fueron recibidos con una risa sádica por parte de Natalia que observaba la escena divertida mientras se iba quitando la poca ropa que llevaba.
- ¿Aun no has mirado bastante, pervertido?- preguntó la más alta del grupo acercándose al muchacho para garrarle con firmeza de la nuca y darle medio docena de fuertes y sonoras bofetadas, golpes ante lo que el chico acabó por mirar hacia otro lado y dejar de observar los firmes y redondeados pechos, coronados en pequeños pezones rosas, de aquella preciosa y a la vez perversa mujer.
Una vez se libró de las miradas de Gerard e hizo que este se centrase en su misión de limpiar el dildo de Patricia, decidió darse la vuelta para sacar de su bolsa de deportes su arnés. Era el arnés más grande que había podido encontrar en el sex-shop, de casi 30 cm, de un color rosa muy intenso y de gran realismo ya que aquel falo estaba contaba con largas venas que llegaban desde la base hasta el inicio del glande.
La mujer sabía que recibir aquel consolador por la vagina era un gran placer si se dilataba bien, ya que la noche anterior, excitada imaginando una situación como la que estaba a punto de vivir, logró metérselo casi por completo por su empapado sexo de labios grandes y rosados.
Saber que meter aquello sin lubricar por el ano de aquel imberbe muchacho podría hacerle mucho daño, hizo que la Natalia se apiadase de él y sacase de la bolsa de deportes de Patricia el lubricante, con el que embadurnó su arnés mientras que escuchaba los cada vez más intensos gemidos de Sonia, lo que quería decir que su turno estaba cada vez más cerca.
La penetradora se quedó mirando impresionada en arnés que su amiga había seleccionado y aceleró al ritmo de sus embestidas para cederla el sitio cuanto antes, y observar la maña que la más alta del grupo tenía a la hora de penetrar hombres.
- Todo tuyo- dijo Sonia apartándose, con el cuerpo cubierto de sudor, pero con una sonrisa en el rostro que hacía evidente lo satisfecha que había quedado.
- ¡Arriba, cerdo!- ordenó Natalia tirando de la cuerda que aún mantenía los testículos del muchacho apresados, provocando las risas de las mujeres al ver que su polla seguía erecta después de aquellas dos primeras penetraciones.
Gerard se levantó con dificultades ya que tan solo contaba con sus piernas para incorporarse y el ano le dolía cada vez más. Una vez estuvo de pie Natalia lo guio hasta el lavabo, que contaba con un gran espejo, desde donde podría ver la cara del muchacho mientras lo penetraba. Sabiendo de su evidente posición de poder, Natalia agarró la nuca del muchacho para que este apoyase sus firmes pectorales sobre la fría pila del gimnasio, al tiempo que con la otra mano azotaba las caras interiores de los muslos del chico para que separar las piernas.
La penetradora, antes de lanzarse a follar en ano de aquel muchacho, lo acarició suavemente la espalda para que se relajase todo lo que fuera posible, mientras que movía su pelvis para ir apuntando la gruesa cabeza del arnés sobre el medianamente abierto ano de Gerard. Natalia estudió los gestos de la cara del chico, que se relajaban cada vez que sus manos se apoyaban sobre sus hombros y los masajeaba suavemente, mientras que se tensaban cuando sus frías manos se acercaban a su zona genital, seguramente temeroso de recibir un apretón de la mujer que lo tenía dominado.
Después de las dos penetraciones anteriores el muchacho no pudo resistirse a gritar de verdad cuando, después de un suave masaje sobre su espalda, Natalia de forma sorpresiva movió su pelvis con violencia para introducir por completo la cabeza de su arnés en el trasero del joven.
Natalia se relamió al ver la expresión de dolor en el rostro del chico y continuó con aquella dura penetración, sintiendo como su consolador iba taladrando aquel ano joven tras cada embestida. Gerard, a diferencia de con las penetraciones anteriores no pudo evitar seguir gritando tras cada golpe, hasta que finalmente Patricia se acercó a él, con sus braguitas echas una bola para meterlas en la boca del chico y ahogar así sus constantes quejidos.
- Buena idea, Patri- la felicitó Sonia mientras se colocaba en el costado izquierdo del muchacho mientras este trataba de contrarrestar la fuerza que Natalia estaba imprimiendo a su penetración- ¡Mirar como la tiene este cerdo aún!- dijo Sonia impresionada, acariciando la verga del muchacho que aún mantenía su erección.
- Deberíamos castrarlo para que no nos vuelva a espiar- dijo Patricia con firmeza haciendo un guiño a Sonia y Natalia, que rieron enérgicamente al ver la cara de terror, mezclado que dolor que acababa de poner Gerard.
- Tranquilo Gerardito- dijo Natalia parando las embestidas por un momento para acariciar la espalda del chico, recorriendo con un par de dedos toda la columna vertebral de este- No te vamos a castrar, ¡pero después de esto tampoco vas a tener ganas de volver a espiarnos!
Después de gritar aquello, Natalia clavó sus uñas sobre las caderas del muchacho para volver a la carga y penetrarlo con mayor violencia aún. El chico durante las primeras embestidas gimió como pudo debido a las braguitas, pero poco a poco se fue acostumbrado a aquel desproporcionado falo de plástico en su ano.
Natalia se dio cuenta en el momento en el que el muchacho se había adaptado a aquella clase de penetraciones y rápidamente llevó sus manos a la verga del chico que estaba hinchada y cubierta de líquido preseminal. Gerard, al notar los largos y finos dedos de su penetradora, rodeando con delicadeza, cerró los ojos por temor a lo que imaginaba que iba a venir. La mujer, al ver el temor que el muchacho la tenía sonrió poderosa y pajeó suavemente al muchacho hasta que sintió que este podía estar cerca de intentar eyacular y clavó sus uñas sobre aquel palpitante trozo de carne, haciendo que el muchacho abriese los ojos de par en par y soltase el más altos de los quejidos desde que tenía las braguitas de Patricia dentro de su boca.
La penetradora rio con ganas y continuó penetrando con violencia el trasero que tenía delante mientras se deleitaba con las expresiones de dolor de Gerard, que podía ver reflejadas en el espejo. La mujer no dejó de castigar la polla del muchacho con sus largas uñas hasta que la erección de este desapareció por completo, y una vez el pene de su presa quedó en reposo tampoco quedó satisfecha: Natalia estaba segura de que tan solo llegaría al orgasmo cuando viese como de los ojos del muchacho saliese alguna lágrima, ya fuese de dolor o de impotencia.
Sonia, al ver el trato duro al que estaba sometiendo al muchacho, con constantes arañazos y pellizcos por toda la espalda, no pudo evitar sentirse atraída hacia su amiga y colocarse a su espalda para agarrarla con mimo sus pechos, cuyos pezones en aquel momento estaban erectos. Sonia en más de una ocasión había tratado de seducir a alguna de sus amigas, pero nunca se le había presentado una ocasión tan buena como aquella, en la que Natalia ni siquiera se resistió cuando notó la lengua de su amiga recorriendo su espalda, sin soltar ni por un instante sus duros y redondos pechos.
Natalia, que nunca había sido tocada así por otra mujer, se mostró aun más excitada y golpeó con saña, con las palmas de sus manos, duros y sonoros golpes sobre la espalda del muchacho, para dejar esta llena de marcas rojizas de sus dedos sobre la pálida piel del chico.
Gerard gemía con fuerza tras cada golpe, sin importar con la intensidad con la que estos fuesen, ya que no había tardado en darse cuenta de que cada vez que no gemía Natalia se empleaba aún más duro con él. Algunas veces gemía de verdad, como cuando la perversa mujer arañaba con saña sus costados o le agarraba con fuerza de las orejas para retorcérselas, pero la mayoría las exageraba bastante, como cuando era golpeado sobre su espalda desnuda con las palmas de la mano.
Aunque el muchacho trató de disimularlo lo mejor posible, Natalia no tardó en darse cuenta del engaño y focalizar sus golpes en las zonas donde veía que el muchacho más sufría. Fue ahí donde Gerard no aguantó más y después de unos larguísimos minutos en los que había estado siendo penetrado sin hacer nada, comenzó a mover el culo con la intención de que aquella tortura acabase cuanto antes, sin poder contener por más tiempo las lágrimas.
El rostro del chico se puso rojo como un tomate cuando sus violadoras comenzaron a reírse de él por su debilidad, diferenciando las carcajadas de cada una de las mujeres que estaban en el baño y notando también el paso de las risas a los gritos de placer de Natalia que nada más comenzó a convulsionar por el orgasmo se dejó caer sobre la espalda del chico, estirándose todo lo que pudo para alcanzar el cuello del chico y darle primero un mordisco y después succionando con fuerza para que le quedara un recuerdo de aquel encuentro.
- No mientas Natalia- dijo Patricia acercándose, ya vestida de calle a su amiga- tú has hecho esto antes.
- De verdad que no- aseguró la más alta de las mujeres mientras se vestía- pero no te voy a engañar, era una fantasía que tenía en mente desde hace tiempo.
- ¿Bueno y ahora que hacemos con él?- preguntó Sonia a sus dos amigas señalando al muchacho que aún estaba sobre el lavabo, con el culo abierto.
- No nos hará nada si lo desatamos, he grabado con el móvil un montón de escenas y seguro que no quiere que sus amigos las vean- dijo Patricia sacando su móvil de última generación.
- Buena idea- dijo Natalia sonriendo, ansiosa de verse a ella misma penetrando al chico- pero no quiero desatarlo, creo que deberíamos dejarlo aquí así para que se lo encuentran mañana cuando abran.
- Vamos, Nati, no seas mala- dijo Sonia acercándose al chico- todas le habéis hecho un regalo menos yo: Patri le ha regalado sus braguitas sexis, tú le has dado un chupetón en el cuello con el que presumirá ante sus amigas…- comentó la mujer- así que yo le daré algo con lo que poder marcharse de aquí- la mujer echó su mano al bolso y sacó un pequeño cortaúñas que colocó sobre la mano del chico- tardarás un rato, pero podrás liberarte, cuando lo hagas sal por una de las puertas de emergencia- le sugirió mientras se inclinaba para darle un beso en la mejilla mientras le acariciaba con cuidado su irritado trasero- y procura ser un buen chico de ahora en adelante o tendremos que volver a castigarte.
Gerard asintió con la cabeza lentamente, provocando las risas de las otras dos mujeres ya que Sonia había empleado un tono similar al de una maestra de prescolar. El chico no comenzó a manipular el instrumento que le habían entregado para liberarse hasta que dejó de escuchar las risas de sus tres violadoras.
Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com