Violando a mi madre con la ayuda de mi abuelo.

Mi madre es violada por mi abuelo (su suegro) y gracias a el logro tener mi primer relación sexual. Relato real, sucedido en el año 1972.

Mi madre es violada por mi abuelo (su suegro) y gracias a el logro tener mi primer relación sexual.

Mi abuelo solía visitarnos cada tanto. Ese día mi madre le pidió que se quedara conmigo por estar con fiebre alta y ella tener que salir en la tarde. Una tarde de verano de mucho calor y humedad.

Yo estaba en plena PRE-adolescencia y había empezado a tocarme aunque todavía no había lograda una eyaculacion.

Mi madre me lleva 19 años y conserva su carita de joven y su cuerpo muy bien proporcionado, aunque se viste de una manera que no permite adivinar la belleza que oculta.

Permanecía en mi cama pero con pocas ganas de todo. La fiebre facilitaba mi excitación y unas revistas de modelos desnudas que me había dejado mi padre con una guiñada cómplice, al cual solo veía de viernes a domingo dado que por su ocupación viajaba por el interior del país el resto de la semana.

Mi abuelo un tipo grande, robusto, ya jubilado era el suegro de mi madre, un tipo callado y un gran compañero.

Pasamos la tarde mirando las revistas que a el le emocionaban en gran manera. Se le notaba un tremendo cañón levantando su pantalón y sus ojos bailaban de pagina en pagina. Me contó muchas historias de su época, de mi abuela, y me enseño muchas cosas sobre el cuerpo de las mujeres y el sexo.

El clima estaba muy caldeado al llegar mi madre al final de la tarde. Entro muy transpirada al cuarto, nos saludo, pregunto acerca de mi estado y se fue a darse una ducha para refrescarse. Entre tantas confidencias con mi abuelo le tuve confianza como para mostrarle como espiaba a mi madre en el baño. Le pedí por favor que fuera nuestro secreto y él prometió recompensarme de alguna manera.

Esperamos un rato hasta que mi madre entra en el baño y tranco la puerta. Entonces le mostré como entre uno de los paneles de madera que compone la puerta y el marco se formaba una pequeña abertura a lo largo, que presionándola suavemente con la mano podía llegar hasta un centímetro o dos.

Había que tener la precaución de que la luz del pasillo estuviera apagada para evitar ser descubiertos. A su vez del lado interior, esa parte de la puerta era cubierta por la sombra reflejada de la pileta, con lo cual era muy difícil darse cuenta de lo que ocurría.

El espectáculo fue breve pero muy sustancioso, la ducha no duro mucho tiempo pero alcanzo para que nos quedáramos muy excitadísimos. El cristal transparente de la ducha no se empaño y nos dejo ver todos los detalles. Bueno, por ser la primera vez deje que mi abuelo estuviera mucho más tiempo mirando. Pude ver como su amplio pantalón de tela era levantado, para su edad tenia un muy buen tamaño. El viejo descubría que desde sus pies a su pelo, mi madre tenia todo armoniosamente diseñado. Su culo completamente levantado, sus senos ni grandes ni medianos, su justa medida, su pelo negro casi ondulado mojado sobre sus hombros, sus pezones y sus aureolas bastante grandes y oscuras, su cadera y quizás lo más sensual: su boca. Ya se estaba terminando de secar y era el momento justo para retirarnos con cuidado.

En el cuarto mi abuelo cubría su gran excitación con su mano pero en sus ojos se veía el deseo ferviente. Yo también estaba a mil. En un momento me pregunto si tenia el deseo de poseer a mi madre. Y antes de que terminara su pregunta le conteste que por supuesto. Escuchamos a mi madre salir del baño y mi abuelo me pidió que me quedara en el cuarto que se iba a despedir haciendo una guiñada.

No me podía aguantar quieto. Mi madre ya había entrado en su cuarto y atrás llega mi abuelo.

Me la jugué, sospechaba algo. Apague rápidamente la luz de mi cuarto y la del pasillo. Me arrime sigilosamente hasta un punto desde donde pudiera observar el cuarto de mis padres sin ser visto. Unos 2 metros del mismo.

Mi abuelo de espaldas decía algo del calor, que no se sentía muy bien y que se iba a ir. Mi madre de frente, se le notaba muy nerviosa por la situación. Ella estaba cubierta por una toalla blanca que en la parte superior cubría la mitad de sus senos y abajo llegaba apenas debajo de su entrepierna. Lo que sucedía y no nos permitía sacar la mirada de allí, era que cuando acomodaba su toalla para evitar que sus pezones se salieran a la vista se le comenzaba a ver el pelo negro de su entrepierna y a su vez cuando bajaba un poco la toalla para evitar esto, se le escapaba uno o dos de sus pezones. Esta situación se repetía continuamente ya como un movimiento reflejo y había logrado endurecer y crecer sus pezones.

Mi abuelo se desprendió totalmente la camisa y hablaba agitado, quizás actuando un poco o quizás por el espectáculo que tenia enfrente. Mi madre hablaba bajo como para que yo no me enterara de lo que sucedía.

Le proponía al viejo que se diera una ducha, que a ella le había caído muy bien. La situación estaba en un circulo vicioso que se repetía continuamente. El físico de mi madre, su pelo mojado, el bailoteo de la toalla, el movimiento de sus senos, la visión intermitente de los pezones y de su entrepierna, todo llevaba a crear un ambiente muy subido de tono.

A esta altura el viejo estaba sentado en la cama y se quitaba la camisa. Realmente se le veía sudoroso y como que le faltaba el aire. El sabia que yo estaba ahí, quizás me vio. Me vuelve a hacer un guiño y confirmo la sospecha. Yo estaba solo con mis bóxer y muy nervioso por saber que en cualquier momento podía ser visto por mi madre. Ella miraba muy atentamente los movimientos de su suegro y sobre todo el tamaño impresionante que demostraba la elevación de su pantalón. Creo que esto junto con el roce de la toalla en sus pezones y el nerviosismo de la situación la estaban poniendo un poco caliente. La conversación giraba entorno a la salud de mi abuelo hasta un momento que este comenzó a derivar el asunto sobre lo linda de las piernas que ella tenia y con esto logra que mi madre se callara y empezara a girar su cabeza muy nerviosa. Luego comienza a hablar acerca de sus senos, que nunca se hubiera imaginado que fueran tan lindos. Luego sobre la suerte de su hijo de tener tremenda mujer para divertirse sexualmente. Luego sobre la pena de que ella estuviera tantas noches solas, etc., etc.

Mi madre logra cortar esa situación diciendo que mejor que sé de una ducha fría y gira hacia el placard para buscar una toalla, al mismo momento que mi abuelo se para y se quita rápidamente sus pantalones y queda solo con su ropa interior. En un instante mi madre que avanza hacia él para entregarle la toalla. El toma la toalla que le da pero también toma la que tenia puesta mi madre sacándosela bruscamente.

Mi madre quedo petrificada con los brazos estirados esperando que le devolviera su única cobertura. Totalmente desnuda e impresionantemente atractiva.

Mi abuelo retrocedía fuera de su alcance y tiraba ambas toallas lejos de donde estaban. Una imagen que no se borra de mi mente, verla así suplicándole a su suegro que se le devolviera "POR FAVOR" la toalla. Su mente se trabo y no atinaba a nada, su única salida parecía ser esa toalla.

Mi abuelo aprovecha ese momento para con un empujón acostarla sobre la cama y al mismo tiempo sacarse su bóxer para dejar ver su pija en todo su esplendor. Tiesa, gruesa, oscura, algo que no parecía pertenecer a ese cuerpo avejentado.

Mi madre quedo en la misma posición que cayo y con la visión que tenia seguía perpleja a los acontecimientos. Cuando el viejo avanzó hacia ella y puso sus manos sobre sus pechos, mi madre comenzó a llorar y pedirle que le dejara, que estaba loco, que que estaba haciendo, que cuando se enterara su hijo (mi padre).

Ver aquellas manos enormes, oscuras y arrugadas manoseando la piel blanca, joven y hermosa de mi madre me produjo una sensación indescriptible. Involuntariamente me iba acercando a la puerta para poder mejorar mi visión. Mi abuelo arrodillado en la cama con una rodilla a cada lado de las caderas seguía masajeando los pechos, mientras su pija apuntaba firme y desafiante al sexo de mi madre. Los acariciaba, los masajeaba, los pellizcaba y hasta le pegaba en ellos de vez en cuando.

Ella seguía llorisqueando y diciendo las mismas frases entrecortadas. Recuerdo que mi abuelo le dijo algo así como, si quieres lío yo también le cuento a tu esposo que te paseaste casi desnuda, con una toallita pequeña frente a mí y a tu hijo. Al rato mi madre estaba rendida, solo emitía algún sollozo de ves en cuando y sus manos se habían posado sobre su suegro como tratando de separarlo.

El viejo se incorporo, se bajo de la cama y tomando con cada mano cada una de sus piernas la deslizo sobre la cama hasta coincidir la concha de mi madre con el borde de la cama. Luego se arrodillo en el piso y se estiro sobre mi madre para empezar a lamer los pezones que estando muy duros señalaban el techo. Su pija entonces quedo tocando la entrepierna de mi madre y así comenzaba a jugar también en su sexo. A todo le dedicaba su tiempo. Del nerviosismo inicial del viejo pasamos a la tranquilidad y el disfrute. De los llantos y quejas de mi madre pasamos a algunas lagrimas y pequeños gemidos.

Mi padre volvía al otro día, con lo cual mi abuelo sabia que tenia tiempo para dedicarle. Mi madre también lo sabia y seguro que su necesidad de sexo luego de tantos días era imperiosa y yo prepare algunas cosas, corte el teléfono y desconecte el timbre. Ahora no quería que esta fiesta terminara. Al volver al cuarto mi abuelo estaba jugando con su lengua en el sexo de mi madre. Me sintió llegar y me miro. Volvió a subir a la cama y arrodillándose coloco su pija en la boca de mi madre, que sumamente caliente comenzó a lamer y chupar.

Mi abuelo me hace señas de que entre y siga su tarea en donde la había dejado. Con sus gestos logre interpretar a donde quería llegar. Junte coraje, entre, me agache y comencé a lamer por primera vez el sexo de mi propia madre. Lo toque, mire con atención, metía mis dedos, jugaba con aquel nuevo juguete como un chiquillo.

Al darse cuenta que alguien mas había en el cuarto tocándola, comenzó a corcovear y el viejo tuvo que meter todo el largo de su miembro en la boca y apretar sus manos contra la cama para dominarla. Le dijo algo como: Quédate quieta que vas a gozar como nunca, puta de mierda. Quédate quieta, carajo. Al final de cuenta sos una puta con muchas ganas y te vamos a satisfacer. Y cosas por el estilo que calentaban mas el ambiente.

Mis primeras sensaciones eran muy especiales, nunca había hecho algo así, Nunca había sentido que una mujer respondiera a mis caricias sexuales. Experimentaba con mi lengua, con mis dedos. Tenia muchas sensaciones que no sabia exactamente que eran, pero mi juventud me arrebato mi cabeza. Me saque el bóxer, me ubique arrodillado en posición pero estaba ubicado muy abajo.

Estaba dispuesto a penetrar a mi madre. Me pare y así pude poner mi pija en la concha caliente y mojada de mi madre. Mi abuelo seguía gozando en la boca de mi madre. Entonces me las ingenie y pude penetrarla. Sentí como se deslizaba dentro de ese lugar totalmente mojado y tibio. Una, dos, tres, cuatro y explote dentro de ella. Goce muchísimo y me asuste. Sentí vibrar los músculos de su sexo. Pensé que eso podía ser un orgasmo. La saque rápidamente, vi como salía un liquido blanco y corrí al baño. Había eyaculado por primera vez. Era tanta la excitación que en ningún momento perdí la rigidez de mi pija. Volví del baño y preferí observar de la puerta. Mi abuelo estaba penetrándola con ese tremendo pedazo de cañón. Mi madre gemía y se movía en la cama gozando descaradamente. La edad hizo que estuviera muchísimo tiempo entrando y saliendo, parecía que nunca iba a acabar. Mi madre gozaba continuamente, calculo que nunca había tenido una pija tan grande, tanto tiempo adentro. Mi abuelo sudaba y sus manos la manoseaban por todos lados. Luego con uno de sus dedos penetro el ano de mi madre y en ese momento pareció acabarse.

Era hora de irme a mi cuarto. Deje todo como estaba, el timbre, el teléfono y las luces.

Al rato vino mi abuelo a despedirse. Me dio un beso y me dijo que esto era un secreto entre nosotros tres. Me pregunto si estaba bien y si me había gustado. Solo puede decir que si y se fue.

Escuchaba como mi madre se duchaba, pero los nervios que tenia por lo que podría venir no me dejaron espiarla.

Me dormí y me desperté con un beso de ella y su voz diciéndome: "Me imagino que estas mejor, no?"

"Buenas Noches". Los dos sabíamos que gracias a mi abuelo y a ella, yo había pasado de ser un niño a ser un hombre.

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