Violan a mi novia
Cinco fortachones violan a Vanessa delante de mí hasta que parece que a ella comienza a gustarle...
Buscabas ayuda en mis ojos, pero yo sólo estaba llorando en el suelo, intentando recuperar la respiración del puñetazo que habían dado. No me di cuenta de cuando entraron, ni de dónde salieron, justo cuando estaba abriendo la puerta de casa, se introdujeron en ella a la fuerza.
-No, por favor, dejadme, mal nacidos- gritabas y llorabas mientras se dirigían hacia ti.
Eran 5 hombres fornidos, con pinta de desgraciados, que se dirigían hacia ti con miradas sucias.
-Mira nena, esta noche ya hemos matado a un hombre, así que una violación no va a suponernos nada más que un placer a nuestras pelotas, si tu chico no se hace el héroe y tú eres amable, viviréis.
Yo te veía la cara de angustia, de impotencia y yo me sentía igual. Entre carcajada y carcajada me ataron a una silla y nos llevaron al dormitorio.
-Zorra ya verás como te gusta, todas las tías que hemos violado siempre empezáis diciendo lo mismo, y al final acabáis gimiendo como putas baratas.
-¡No, por favor, os lo suplico, coged todo el dinero que queráis!
-No es por dinero a por lo que hemos venido.
Y te tiró a la cama y se abalanzó sobre ti y comenzó a intentar arrancarte la ropa. Tú te revolviste y le arañaste la cara.
-¡Zorra!- y te llevaste un tremendo bofetón - vuelve a hacerlo y te marco la cara para siempre - y sacó su navaja. Con ella empezó a hacer pedazos tu ropa.
-¡Y tú, futuro cornudo!, no pierdas detalle de lo que le vamos hacer a tu novia - los dos llorábamos y llorábamos de la impotencia del momento.
Pusieron mi silla al lado de la cama, para que pudiese contemplar cómo esos cinco cerdos te iban a violar.
Te dejaron totalmente desnuda, temblando de miedo sobre la cama, a pesar de la tensión del momento, no pude evitar fijarme en tu hermoso cuerpo, en esa piel tan suave y tersa de la que siempre te quejas, en esas curvas de tu cintura, ese culo tan apretadito que tanto me gusta morder, tu tripita totalmente plana y esas tetas perfectas. Joder, los hijoputas iban a pasárselo en grande contigo y yo no podía más que gritarles que te dejaran en paz. Me amordazaron, y me obligaron a golpes a mirar hacia ti. Nos dijeron a los dos, que si uno no obedecía el otro lo pagaría a base de golpes. Incluso sacaron su navaja para hacer hincapié.
-Bueno, es hora de enseñar las herramientas a la dama - y se desnudaron enseñando cinco pollas enormes. Casi entreví algo de admiración en tu mirada de horror al ver aquellas descomunales herramientas.
-Tú, puta, ponte de rodillas, que vas a chupar polla como no has chupado en tu vida, ah, si nos haces daño, le sacamos un ojo a tu chico.
Se pusieron alrededor de ti formando un círculo y acercando esas gigantescas pollas a tu hermosa carita, cubierta de lágrimas y llena de desolación.
-Lo siento cariño - me dijiste entre lágrimas - pero no quiero que te hagan daño.
Y me sentí morir, cuando vi cómo poco a poco, agarrabas una polla con una mano y empezabas a lamer con algo de asco aquella polla que no era mía.
-Venga nena, con más garbo - y te la metió hasta el fondo de la garganta, casi te ahoga el animal, tuviste una arcada, pero seguiste chupando. Te ordenaron que pajearas las demás, empezaste a coger dos pollas mientras chupabas otra. Qué bien te movías, siempre has sido una experta chupapollas, y a pesar de lo violenta de la situación no podías evitar ser buena.
Los otros tíos se pajeaban al lado, y empezaron a acercarse a tu boca, ordenándote que alternaras pollas en tu boca. Era un espectáculo bizarro, ver tu boca llena de carne, ver cómo se alternaban dentro de tu boca, y cómo se empezaban a mezclar saliva y líquido preseminal. Tus mejillas estaban ya empapadas de esa mezcla, y brillabas como una zorrita.
-Cómo chupa la puta ésta, colega.
-Oye, tu novia la chupa muy bien, chico - se reían y te aplaudían como si fueras su puta. Yo sólo podía mirar cómo engullías y engullías sin dar abasto, eran unos animales, no paraban de acercar pollas a tu cara. Y con las manos pajeabas a otros dos. Las caras de todos, eran un espectáculo, daban muestra de lo bien que se lo estaban pasando contigo. Me miraban y se reían de mí, no paraban de insultarme.
-¿Sabías la puta tan buena que tenías en casa, chico?
-Esta se va a cansar hoy de polla, la vamos a reventar.
-¿Has tragado semen, alguna vez, nena? Queremos llenarte la carita y el cuerpo de nuestra leche, zorrón.
No paraban de reírse y de gemir como cerdos. De repente me di cuenta de que mi polla estaba empalmada, y de que no había lágrimas en tu cara. Parecía que empezaba a gustarte estar rodeada de tanta estaca de carne. No en vano, ellos también llevaban rato tocándote las tetas, y empujándote la cabeza con sus manos, tirándote del pelo y haciéndote esas cosas de hombre dominante, que tanto te gustaban que te hiciese. Yo luchaba contra mi polla, porque mis sentimientos se me revelaban en contra.
-Mira, ya parece que le empieza a gustar.
-Sí, parece mentira que le haya costado tan poco. Estará mal follada. Menos mal que hemos venido aquí nosotros, guarrilla, ¿eh?
Me miraban a mí y se reían. Tú no decías nada pero empezabas a chupar con más ansias. Se notaba que te gustaba y que te gustaban todas las cosas sucias que te decían. Te pusiste roja de vergüenza mientras ellos se reían, dándose cuenta de tu calentón. Mi polla también estaba a punto de explotar, pero te odiaba y te odiaba. ¿Cómo podías estar disfrutando con otros hombres que no fuesen yo?. Parecía que ya estaban a punto de correrse cuando te dijeron:
-Bien nena, ahora nos vamos a correr todos sobre esa boquita, ya verás cómo te gusta. Tienes que abrir la boca y sacar bien la lengua.
-¿Ah, sí? - preguntaste y pusiste la mayor cara de puta que puede poner una mujer, invitando a todos que se corrieran sobre tu boca y sobre tus mejillas. Yo te odié por ser tan puta.
-Jodo, nunca había visto una tía tan zorra tan mal follada, sí, así cariño, muy bien, prepárate a beber leche condensada, y tú cornudo, mira a la zorra de tu novia.
Y un chorro espeso de semen se estrelló en tu paladar, otro cayó en tu mejilla y otro regó tu barbilla y te salpicó ligeramente en la nariz. El tío gemía y gemía, mientras tú te relamías.
-Eh chaval, ¿estás viendo esto? ¿Estás viendo la puta que tenías en casa? ¿Tan mal te la follas? Mira cómo la regamos.
Otro más se corrió en tu cara, tratabas de no perder ni una sola pizca de semen, lo que no podías tragar, los escupías de manera que bajase por tu barbilla y tu cuello, llegando a formar charquitos en tus pechos. Yo empecé a gritarte barbaridades ya con la mordaza suelta, que eras una puta, que no te quería más. Tú me increpaste:
-¿Qué pasa, cariño, no era esto lo que querías? ¿Que me regasen toda la carita? ¿Sólo te gustaba en fantasías? Ahora esto es realidad y tu novia lo está disfrutando, jódete cornudo, y aprende a ser un hombre - esas palabras, esa humillación, la burla de los tíos sobre mí, sobre mi masculinidad, tu puterío y los tres últimos chorros de espeso semen que regaron tus mejillas me hicieron correrme. Me estremecí como un idiota en aquella silla en el mayor de mis orgasmos, me sentí morir, no podía creer lo que me estaba pasando. Mientras me corría, vi cómo tu cara estaba empapada de semen, cómo tu pelo también estaba salpicado, cómo de la comisura de tus labios rebosaba semen, que resbalaba por tu preciosa barbilla, bajando con tu cuerpo y formando charcos sobre tus hermosos pechos y en el vientre.
Visteis una mancha en mi pantalón y os disteis cuenta de que me había corrido. Os reísteis todos, incluso tú. Eso fue lo que más me dolió, y lo que más me excito. ¿Cómo podías ser tan puta?
Sin que aquellos mal nacidos que estaban violando te dijeran nada, te empezaste a relamer todo el semen en tus manos, a recoger todo el semen acumulado por tu cuerpo y a lamerlo y tragarlo. Deleitándote con ello, y para qué negarlo, deleitándome a mí, me mirabas a los ojos como una puta, y te relamías los dedos. Te tragabas todo esa sucia compota disfrutando con cada trago y con cada mirada lasciva que me hacías. Yo no podía más, mi polla estaba que reventaba otra vez. Odio y deseo se mezclaban en mi cabeza y en mi polla. Te odiaba, pero no podía dejar de mirarte.
Te acercaste a mí, con el tío más grande de la cintura, y me humillaste delante de todo:
-¿Te ha gustado ver como hacia esto, Alex? - y cogiste esa polla por el tronco y te la metiste en la boca. Se la mamaste lentamente, con mucho amor y mucha lascivia, pero sin dejar de mirarme. La sacabas de tu boca y la pasabas por tus mejillas, le dabas golpes contra tu lengua. Los tíos no se lo creían, se reían, y te decían de todo, por no hablar de los insultos que me dirigían, era humillante.
Después de un rato te la sacaste de la boca, y mientras pajeabas aquel tubo de escape me decías:
-Pues tengo el coño como un horno, y estos tíos me lo van a aliviar, ¿a que sí? Cornudito mío, te van a salir cinco cuernos que a ver cómo los llevas.
Vítores y aplausos cayeron sobre ti, tú les sonreías a todos y de vez en cuando. Eras una puta desenfrenada.
Se tumbó uno en la cama, con la polla apuntando al techo, tú te acercaste sensualmente a él, le agarraste la polla y te empezaste a sentar lentamente sobre ella, dándole la espalda al tío. Creo que te dolió un poco, por la cara que pusiste, pero al mismo tiempo estabas asombrada, mi polla no era de gorda, ni la mitad que ésa, nunca habías tenido una tan grande dentro. Lo hiciste lentamente, mordiéndote el labio y sin dejar de mirar.
-¿Qué se siente con una polla como la mía? - te dijo el tío.
-Como una zorra, quiero que me folléis todos sin parar, por favor, lo necesito, ese cabrón de ahí, casi no tiene polla y necesito un buen polvo ya - me mirabas y me insultabas, cornudo, impotente... lindeces así. Más risas de su parte y aclamaciones a tu sangre de puta.
Cuando ya la tuviste dentro, empezaste a restregarte contra ella, a hacerle hueco en tu matriz, te costaba. Pero poco a poco lo conseguiste y empezaste a moverte con más soltura. Dos tíos se sentaron a cada lado tuyo, y empezaron a magrearte y chuparte tus tetas. Qué envidia me daban, parecían unos niños mamando de ti. Te succionaban los pezones, te mordían por todos los pechos, sobre todo en los pezones, algunos muy fuerte que te dejaban marca. Dios cómo gritabas, estabas fuera de control. Los dos que faltaba se pajeaban en la distancia viendo el espectáculo. Gemías sin parar, y te mordías los labios de placer o dolor, o una mezcla de ambas, podía ver cómo la saliva empezaba a asomarte por la comisura de los labios. Me corrí nuevamente como un desgraciado, cómo estaba disfrutando de ver tu violación. Eras una puta, y encima me estabas humillando, pero dios, cómo me gustaba.
Empezaste a meterte de nuevo conmigo:
-Socornudo, te gusta mirar cómo se follan bien a la puta de tu novia, ¿eh? Cornudo, mírame bien, esto es follar y éstos son hombres, no tú, con tu mierda de polla, que no te atreves a pegarme y hacerme tu esclava. Maricón, mira lo que es ser un hombre.
No lo podía creer, lo peor de todo era que me ponían como loco tus insultos. El que estaba taladrándote te cogía de tu hermosa cintura (mi cinturita, que tanto la había agarrado yo antes) y te ayudaba a metértela mejor. Los dos que se estaban pajeando subieron a la cama, y exigieron que se las chupases. Accediste con gusto. Era un espectáculo verte, follando como una descosida, alternando pollas en tu boca, y masturbando la otra. Con una calentura insoportable. Y mientras los otros dos te trabajaban las tetas. No podías ser mi misma novia.
Vi cómo te corrías, vi cómo gemías, cómo temblabas como una hoja, cómo gritabas como nunca habías gritado conmigo y todo lo que te duraba.
-Mira parece que se corre la furcia ésta.
Te dejó exhausta ese orgasmo, pero el tío de abajo se vació en ti, también.
-¡Síííííííííí! Toma mi lechita, cariño, en toda tu vagina, mira cómo insemino a tu puta chaval. - El tío no hacía más que correrse y que correrse, vi cómo el semen asomaba entre tus piernas. Los otros dos explotaron en tu boca, mientras tú hacías todo lo posible por tragarte todo su semen.
-Chaval, no sabes la guarra que tienes en casa - insistían, me miraban mi nueva mancha y se reían. Así de pronto habías dejado a tres fuera de combate, y tu coño chorreando un semen que no era mío. Lamiste todo el semen que tenías en tu cara, te limpiaste como una gatita, y luego te pusiste a recoger el de las piernas para hacer lo mismo. Quedaban dos tíos que aun tenían ganas de juerga. Uno te cogió en volandas y te puso a cuatro patas. Escupió sobre su polla, y se dirigió a tu culo.
-No por ahí no, por favor, nunca me han dado por ahí - casi estabas a punto de llorar, te daba pánico. No te hizo caso, te agarró muy fuerte y te la jaló de un tirón.
-Qué culito más estrecho -, dijo. Gritaste de dolor, pero al poco estabas chupando la polla de su compañero delante de ti, mientras te movías a un ritmo frenético.
-Ves como al final te ha gustado, putita
-Sí, por favor no pares destrozarme el culo, pétamelo con todas tus fuerzas.
Yo creía morirme, nunca me habías dejado darte por culo, y había una polla enorme abriéndose camino en tus entrañas sin parar, por tu agujero pequeñísimo mientras tu pedías más y más. Puta.
Te daba unos empellones de aquí te espero, y tu sólo gemías y gemías, y te dejabas hacer, creo que te volviste a correr. Te tiraba del pelo, te azotaba fuertemente los glúteos, y no querías más que más y más. So zorra.
El tío al que se le estabas chupando como una descosida se corrió en tu garganta, sentiste todos los impactos en tu paladar pero te los tragaste sin rechistar. Sólo quedabais tu sodomizador y tú. De repente uno de ellos me empezó a bajar los pantalones, dejando a descubierto mi polla a punto de explotar.
-Eh, acércala aquí, ya que has abierto camino, deja que el chiquillo también lo pruebe - Yo no me lo creía, iba a metértela por el culo. El tío saco la polla de tu culo, dejando al descubierto un agujero enorme (me daba morbo vértelo así), te cogió en volandas, y te depositó sobre mi polla, dándome la espalda. Casi muero al notar cómo mi polla entraba en tu culo. Fue fantástico, pero el tío no había acabado, así que te la hincó en todo el coño mientras tú te estremecías, y yo podía sentir su polla rozando la mía en tu interior. Gemíamos los tres como salvajes.
-Mira cariño al final te has salido con tu ración - me increpabas.
-Eres un cornudo que le gusta ver cómo violan a su novia, ¡cornudo!
Era genial verte así, botando sobre mí, siendo sodomizada por mí, y al mismo tiempo violada por otro tío. Nos corrimos los tres a la vez, tú con un orgasmo que te dejó agotada. El tío salió de ti, y te dejó tendida en la cama, en una posición que pude ver cómo rebosaba semen por todos tus agujeros. Luego me desataron, y les acompañe a la puerta, les pague y les di a las gracias. Cuando te despertaste te estaba follando por el culo y empezaste a gemir...