Violado por la boca por un heterazo, final

Jugaba a que me castigara y me tratara como una zorra... Y esta vez (la última) fui humillado, de verdad.

¡Buenas, relateros!

La casualidad quiso que estuviéramos varios meses sin quedar mi macho favorito y yo. Claro que, entremedias, fui avanzando en mi doctorado como mamón profesional y ya olvidé mi miedo de que viniesen desconocidos a casa para que me rompieran la boca y el culo a pollazos.

Me faltaban pocas semanas para cumplir los 20 años, y para estar a punto para mi cumpleaños me metí especial caña en el gimnasio. Mejoré mi abdomen y pectorales, los cuádriceps siempre los he tenido señalados, y ahora todavía más, el culo mejoró también considerablemente gracias a mis sentadillas y me dejé barbita de tres días, que sigo manteniendo, por cierto, hasta la actualidad.

Mi agenda de contactos me hacía olvidarme de entrar en aplicaciones y páginas de búsqueda de sexo esporádico. Tenía serias sospechas de mi versatilidad, aunque seguía explotando mi don como mamona y como guarra a cuatro patas. Durante estos meses había perdido la cuenta de las pollas que me tragué, de las veces que me la chuparon, de cuantos culos rompí y de las veces que me taladraron el estrecho ojal que sigo manteniendo a pesar de todo.

Había encadenado dos semanas seguidas en las que, gracias a que tenía la facultad por la tarde y me hacía tener las mañanas completamente libres, tomé el sol de forma intensa para subrayar aún más el moreno avellanado que tengo por piel. Los ojos color miel suave con destellos verdosos a pleno sol y la barba cortísima y perfilada, contrastaban a la perfección con este morenito andaluz que conseguí tener momentos antes de soplar las velas de la veintena. Uno de estos días que terminé de broncearme en la playa volví a casa con una empalmada del carajo por varios chulazos que, como yo, estaban tumbados al sol con el bañador turbo que le ponía facilidades a la imaginación para los detalles más morbosos. Me tuve que pajear dos veces mientras me duchaba del incontrolable calentón que tenía. Era como el triángulo de las Bermudas de la lefa: cuando terminaba una necesitaba echar otra.

  • Eyy! ¿Qué tal? Mi garganta echa de menos tu pedazo de pollón... - Redacté mientras me secaba al aire y en bolas por mi piso tras salir de una ducha larguísima y mientras preparaba la comida antes de irme a clases.

  • ¡Hostia, el niñato! Pensaba que ya te habías echado novio, tío... - Ahí estaba mi treintañero, que por lo visto ahora tenía un año más.

  • ¡Que va! Pudiéndome tragar varias pollas cada día, ¿por qué quedarme con solo una? Jajajaja. Pues yo pensaba que tú sí te casaste ya con alguna, ligón...

  • Pues pensabas bien... Jajaja De hecho tengo piba, pero llevamos dos semanas que no nos soportamos, y por supuesto sin clavarla... Jajajaja

  • ¡Ves! Mejor estar soltero, que yo me hincho Jajaja

  • ¡Cabronazo! Ya me la has puesto dura. ¿Te están destrozando bien el culito, eh perra? Pufff...

  • Pues la verdad es que sí, jajaja. Pero como me pones tú aún no me ha puesto ninguno...

  • ¡No lo dudaba, niñato! Esta noche igual te pego un toque para recordar viejos tiempos... Tengo leche para que te hartes.

  • Ummm... Y yo agujeros para que la eches.

Se me había echado el tiempo encima y salí pitando para clase. Incluso llegué tarde. Toda la tarde me quedé esperando el mensaje de mi macho alfa y con la polla dura. Mis vaqueros pitillo no ayudaban, encima me quedaban algo más ajustados porque le estaba dando caña a mis piernas y a mi culo y los tenía aún más ajustados. De hecho, un chico de la universidad me devora con la mirada cada vez que nos cruzamos (Y yo a él. Puff, que guapo y que bueno está...) Sin embargo, el mensaje que apareció en mi teléfono no era el que estaba esperando...

Esta noche paso cerca de tu casa que voy a casa de un colega. ¿Quieres rabo?

Mis ojos (mi culo, y por supuesto mi boca) se abrieron de par en par. Era Iván, un monitor del gimnasio del pueblo de al lado que solía venir a mi casa a darme rabo por todos los agujeros que tiene mi cuerpo. No es muy alto, quizá 1.70 m, tampoco muy guapo, pero tiene un cuerpazo que ¡virgen santísima del amor hermoso! Y lo mejor, sus piernas. Ya creo que vais captando que mi fetiche son las piernas. Me flipan, me ponen, me encantan, me fascinan, me hacen ser una zorra. Las de otros y hasta las mías propias, de ahí que me dé caña (ya sabéis... :P) El monitor es mulato pero sin llegar a estar muy tostado. Siempre se presenta en mi casa en mallas cortas (porque sabe lo perra que me ponen sus piernacas) y una camiseta de licra de deporte dejando sus brazacos y sus pectorales bien ceñidos a la tela.

  • Sí, lo quiero entero, que ya hace tiempo que no me lo das. ¿A qué hora? - Nosotros no teníamos una relación más allá de ir al grano. Tenía presente la cita con mi macho alfa pero no era la primera vez que me decía de quedar y luego me dejaba tirado porque se presentaban sus amigos (ahora supongo que alguna que otra vez sería la novia, la muy zorrra...)

A las 22:00h o así. Pero tiene que ser algo rápido que me esperan para cenar y les he dicho que hoy salgo más tarde del gym. Recíbeme como siempre, en boxer.

  • Perfecto, tío. Ufff... Ya  me tienes duro. - El monitor era seco, distante y jamás me habló en directo, más allá de lo que más adelante veréis.

Terminé la facultad y me monté en el coche directo a mi casa. Cómo estaría de perro por tragar polla que les dije a mis amigos que me dolía un poco la cabeza para no quedarme con ellos a tomarme las típicas cañas que nos tomábamos casi todos los viernes al salir de clase.

Entré directo a la ducha y preparé mi culo para las pollas que vinieran esa noche. Me repasé con la maquinilla el ojete para que estuviese bien rasurado y me embadurné de crema hidratante para que fuese suavizándose la zona. Mi polla nunca volvió a su estado de reposo hasta altas horas de la madrugada ese día...

  • Maricón, a las 23:30h te quiero arrodillado en la puerta de mi casa. Dejaré el portal abierto con un periódico. - Mientras terminaba de comerme un yogur (porque cuando voy a follar o mamar me pongo tan nervioso que se me corta el hambre) recibí este inesperado mensaje de mi macho alfa. Sí, eran las 21:45h y el monitor estaba a punto de venir (pero que siempre, siempre, se retrasaba y ya contaba con ello) ¿Qué le respondo ahora a este? Puff... Quiero las dos pollas. Tengo que elegir... Me dije en alto.

  • Imposible a esa hora tío. Ha venido mi compañero de clase y tenemos que terminar un trabajo urgente para una asignatura y hasta la una o por ahí no creo que se pire. Si no, pues mañana. - Necesitaba tener tiempo para tragarme las dos pollas. Hacía TRES MESES que mi macho no me follaba y quería, necesitaba YA, ese pollón.

  • Uff... Que va tío, a esa hora estaré sobao.

  • Bueno, es que no puedo hacer otra cosa tío. Si hubieses escrito antes... Tampoco es tan tarde eh.

  • Bueno venga. Te tengo ganas, guarra. Te espero. Pero a las 1:00h aquí.

No le respondí porque, acto seguido, el monitor me mandó un mensaje que me hizo descuadrarme, otra vez, por completo. Son las 22:05h y ya llevaba un buen rato en el sofá pajeándome y completamente desnudo esperando polla.

Al final voy a las 0:30h que vino mi amigo al gym y vamos directos a su casa.

¿WHAT? ¡Lo mato! ¿Y ahora qué hago? Esto me pasa por querer dos pollas a la vez, pensé yo para martirizarme. Me puse un pantalón corto de estar en casa, sin nada debajo, y la verdad que cada vez que pasaba delante del espejo me ponía aún más cerdo de mirarme. El culo lo tenía de par en par de haberme ya metido los dedos pensando en el monitor y la polla era lo más parecido a un pimiento morrón.

  • Ey! Buenas noticias! A mi compañero le ha surgido un problema y al final puedo ir ahora. ¿Voy? - Fui consciente de lo que escribí al enviarlo cuando lo releía...

Eran las 23:30h y el macho alfa seguía sin responder. Mi estado de nervios era lo más parecido a un manojo de ropa metido en una lavadora a la máxima revolución y mi calentura no atendía a razones. Estoy muy cachondo. Quiero que me follen ya, además hoy, especialmente hoy, necesito mucha caña y poca compasión.

  • Oye, ¿te queda mucho? - Insistí al monitor, que al final sabía que sería algo rápido y me daría tiempo a hincharme a polla con mi treintañero.

Estamos terminando de cenar

  • No tardes tío que no quiero acostarme tarde y estoy perrisimo y a cuatro patas esperándote. - Quise ponerlo bien cerdo para que se apresurara cuando eran las 0:05h.

Llegando. - Ya eran las 0:30h y faltaban segundos para que rellenaran mi culazo. ¡Bien!

  • Perdona tío, que estaba liado charlando con mi piba... Ok, vente ya. Te espero. - De repente el macho alfa decidía responder al mensaje una hora después. ¡Mierda! (Solía ponerse muy nervioso si tardaba en responder o en llegar porque siempre me decía que tenía la impresión de que lo iba a dejar tirado) Esta vez quien no respondí fui yo. Total, cuando me folle el monitor salgo corriendo para el otro lado.

Estoy abajo, abre.

  • Dejo abierto, como siempre. Te espero con la luz apagada en medio del salón a cuatro patas.

Pasaron unos minutos cuando el monitor cerró la puerta de mi casa y se oía aproximarse a mí. Tardó un rato en llegar mientras se escuchaban sonidos de zapatos, ropa y cremalleras.

  • Mmm... Ufff... - Me acababa de meter su calentísima lengua en el ojete palpitante, totalmente en pompa y a oscuras. Tenía la barba recién afeitada, por como rozaba mis cachetes, y sus manos palmeaban mi espalda baja y mi culo.

Gggg gggg - Lamía y lamía sin parar. Me pegó un guantazo fuerte en el cachete para que me diese la vuelta y me liara a mamar como a él le gustaba.

Un pedazo de polla de 20 cm se introducía en mi cavidad bucal con fuerza. El experto en gimnasia no hablaba absolutamente nada, y cuando lo hacía era a duras penas usando el castellano, ya que era brasileño (muchos de los mensajes de texto los tenía que interpretar...) Abrochó sus manos a mi nuca y me clavó ese mástil latino en mi campanilla. Embestía muy deprisa, era siempre muy nervioso.

  • Ufff... Cómo me flipa este rabazo. Joder... - Respiraba para manifestarle mi admiración a su miembro y para coger aire, ya que siempre me la meto hasta el fondo.

  • Mmm... Qué piernas, joder. Están más fuertes, cabrón. Saca músculo para tu zorra... Ufffffffff - El hijo de puta sabía lo que me molaba y me retiraba el rabazo de la boca para agarrar mi cabeza entre sus dos mostruosas piernas morenas. Mis manos no tenían control en esos jamones. Quería tocar y lamer al mismo tiempo. Me conseguí escapar de entre las piernas y empecé a lamerle todo.

Te voy follar. Venga. - Con su español-brasileño me ordenó que me diera otra vez la vuelta para follarme. Obedecí y me abrí el ojal con mis dos manos en cada cachete.

  • Fóllame. Quiero ese pollón dentro. - Le dije con especial voz de zorra y mientras manoseaba sus abdominales y sus pectorales en el tiempo que se colocaba el condón.

  • Ufff.. ufffff... UUFFFF. Despacio, tío. Uffff, que tranca! Joooooder. - Me estaba destrozando el culo. Era de los que no esperaba a que el ojete se acostumbrara al tremendo pollón dentro. Embestía y embestía. El mete-saca no tardó en llegar acompañado de mis jadeos y los suyos.

Zo...rra. Putta. Qué sssorra. - Eran sus únicas palabras mientras, de fondo, el sonido era el golpeo de su pelvis con mis cachetes sudados del roce de la piel. [CHAS, CHAS, CHAS, CHAS...] Rápido y veloz, y cada vez más placentero. ¡Qué follada!

  • Así, fóllame. Rómpemelo. Soy tu puta. Ábremelo bien, no lo saques. Ahhhh... Síii. - Estaba gozando como nunca. Mi polla estaba a punto de explotar, pero la tenía que retener para llegar a punto para mi otro macho. Cada embestida del monitor era una imagen de mi treintañero mirándome y esperándome de pie. ¿Qué hora sería? Estaba todo oscuro, sobre todo el vergón que tenía en mis entrañas jodiéndome el culo.

Sorrra. Qué putttta... Aahhhh, Ahhh... - Estaba a tope el monitor. Tan a tope que no pudo más y se la sacó para pringarme de lefazo.

  • Dámela. Lléname la cara. Ponme perdido de leche, cabrón. Mmmm... - Mi cara de vicio no tenía descripción. Mi boca estaba de par en par junto a mi lengua en la puerta de mi labio inferior. El chaval, de unos 27 años, se pajeaba y se pajeaba a toda pastilla jadeando como si estuviese corriendo los 100 metros lisos.

AHHHHHHHHHHHHHH, SSSORRRRRAAAPUTTTASSSORRRRA. - Cuando se corría, SIEMPRE, juntaba esas tres palabras. Un manantial de leche líquida blanca recorría todos y cada uno de los poros de mi rostro. El flequillo lo tenía empapado, los ojos como si fuese una dolorosa caliente, y mi boca, sin embargo, tan solo se manchó con tres o cuatro gotas. El resto cayó en mi pecho.

  • Madre mía cabrón. Siempre rápido, pero me flipa. ¡Qué rica te sabe siempre la leche! - Relamía los restos arrimándome el semen esparcido en la cara mientras el tío se vestía en la oscuridad, pero alumbrada por la luna que penetraba por los cristales, y se fue sin decirme absolutamente nada.

Me quedé tirado en el suelo boca arriba. Jadeando y con mis 18 cm de rabo tiesos y llenos de leche de habermela pajeado con el semen del monitor. Encendí la luz y miré el reloj. Eran las 1:30h.

  • Eyy! Me entretuve al teléfono, perdón!! Estoy saliendo ya. Llego en nada. - Salí de casa tan solo habiéndome secado toda la lefa con una toalla húmeda. Quería sentirme muy MUY puta y oliendo a lefa de macho. Me puse los pantalones de chándal que a él le molaban, una sudadera sin nada debajo, y una gorra. Tiré de la puerta y no esperé a que me respondiera el mensaje.

  • Oye, estoy abajo. Abre. - Mi entrepierna era una tienda de campaña. Pasaron varios chavales y chavales y se me quedaron mirando porque se notaba, y me la sudaba, estaba pensando en mi macho y no estaba para tonterías. Pasaron diez minutos de reloj y yo esperaba sentado en el escalón del bloque mirando el móvil, pero nada...

  • ¿En serio, tío? ¡Qué te follen!

  • Tío, perdón, llevas razón, pero me lié con el teléfono y se me pasó responderte. Estoy abajo, llevo un rato. Vengo sin boxer y con el culo bien abierto para ti. Entro y me la clavas directamente. - Necesitaba que me abriera y necesitaba que se pusiera a tope.

  • [RRRRR] - El portal se abrió pasados dos minutos. Subí en el ascensor y me puse ante su puerta. [Toc, toc...] Golpeé la puerta suavemente, me bajé los pantalones y me puse a cuatro patas con el culo mirando a su puerta con la luz del portal encendida.

  • ¡Illooo!!! ¿Estás loco, compadre?.... - Chilló, pero sin moverse. Mi cabeza estaba girada para verle la cara. Se mordía el labio mientras tocaba su pollón, muy morcillón. Estaba sin camiseta y con unos pantaloncitos grises de algodón algo desgastados. Fueron segundos pero me dio tiempo a hacerle una absoluta radiografía. El pedazo de cabrón estaba más petado que nunca. Las piernas eran como las del monitor que hacía media hora acababa de reventarme. Tenía su barba bien perfilada, algo más tupida, y la gorra hacia atrás, como la tenía yo (sabía que me ponía cerdo)

  • ¿Me vas a castigar por portame mal? - Mi voz de perra viciosa era descomunal. Me quise follar a mí mismo de lo bien que me salió.

  • Pufff... Eres un puto maricón. ¡Joder que ojal! Puffff... ¡Qué culo de guarra tienes! - Esto lo dijo mientras la polla alcanzaba sus 19 cm, bien gordos, y se le cruzaba horizontalmente en ese morboso pantalón. Segundos después se arrodilló y se puso a lamerme el culo a la par que me azotaba.

  • Ummmm... Sí, cómetelo todo. Qué bueno estás cabrón. Joder como has mejorado... - Lo dije todo susurrando y moviendo mis caderas en círculos para facilitar su lengueteo.

  • ¡SERÁS PUTA! ¡A ti te han roto el culo, maricón! Lo tienes muy abierto. ¿Acaban de follarte, no? - Se puso totalmente en pie y sus gritos debieron oirse en Francia.

  • No... Solo me he metido los dedos, es que sabes que me lo abres solito de lo perra que me pones, machito mío.

  • ¡Y una polla! Te han follado mínimo dos esta noche, por eso no me respondías. Putoooo maricooon... Ufff - Estaba MUY cabreado. Nunca lo había visto así. Estaba empezando a asustarme porque su cara era nueva. Estaba más guapo que nunca, en el cuello tenía un tatuaje que nunca le vi, eran unas letras romanas gordas. Y no paraba de mirarme MUY furioso con sus manos en las caderas como cuando las madres te pillan con las manos en la masa (nunca mejor dicho)

  • De verdad, tío. Te lo juro. Me lo he abierto yo con un consolador para ti. Llevo toda la noche pajeandome y esperándote. - Mis nervios me delataron.

  • ¿Pero no estabas hablando por teléfono, cabronazo? ¡Eres una puta zorra! [ZAS, ZAS, ZAS] - Estos tres guantazos eran de ira e impotencia. Me cogió MUY fuerte del brazo y me empujó al interior de su casa dejándome caer por tropezar con mis pantalones, que los tenía en los tobillos.

  • Tira pa'dentro, puerca. ¡Vamos! - Chillaba y me miraba como si fuese a asesinarme. Mi polla se puso a media asta.

  • Tío, de verdad, que no he estado con ninguno. Solo quería estar contigo.

  • ¡Que te calles pedazo de maricón, que te calles! [ZAS, SSSTTTTPP] - Me dio una hostia al mismo tiempo que me llenó la cara de escupitajos.

  • ¡Quítate la ropa, puta zorra! ¿Te has puesto fino de polla, eh maricón? ¿Era como esta? ¡Mírala!¡Que la mires, guarra! - Me cogió del cuello y me acercó la cabeza a su pedazo de bultaco en el pantalón. Me volvió a dar otro tortazo y me empezó a tocar el culo sin tener el más mínimo tacto.

  • ¿Qué pasa, no hablas? ¡Eres una puta guarra! ¿Con quién has quedado? ¡HABLA O TE DESTROZO A HOSTIAS! - El cabreo era tal que sus chillidos dejaban salir trozos de saliva en mi cara.

  • Sí, tío. Perdóname. Vino uno a casa y me ha follado. No me dio tiempo a decirle que no porque ya había quedado esta tarde cuando estaba esperando tu mensaje. - Mi tono era suave, apagado y nervioso.

-  [ZASS, ZASSS, ZASS] ¡Con que tragándote otro rabo mientras quedabas conmigo, eh! Te dije una vez que ese culito y esa boca eran solo para mí, guarra.

  • Perdona... Necesitaba que me follaran.

  • Es que eres un maricón de mierda. No aprendes ni a hostias. Por eso te has puesto más buenorro, ¿no, niñato? Para ponerlos bien cerdos y que te violen el culo de guarra que tienes, ¿no? ¡PUTAAA! [ZAS, ZAS, ZAS] - Debía de tener la cara colorada de los bofetones, todos ellos acompañados de lapos.

  • Pufff... joder como te estás poniendo, puto niñato. Madre mía. Menuda cerda. Pufff... Jo-der. - Me tocaba sin parar. Me manoseaba como si me acabase de ver por primera vez. Se detuvo en mis cuádriceps, bien marcados, y luego en mis pectorales que en ese momento estaban a tope producto de que me los marcaba al pajearme con fuerza el rabo. Me escupía y me restregaba el lapo por mi abdomen y luego por mis biceps. Y de repente... Lo que nunca hizo.

  • Pufff ven aquí maricón. - Me metió la lengua hasta la campanilla. Un morreo de los que pocas veces me dieron (en aquel entonces) Me cogió la cabeza para comerse bien mi lengua y con la otra mano me toqueteaba el cuerpo sin control.

  • Arrodíllate, pedazo de maricón. Te vas a enterar de lo que es un pollón dentro. ¿Querías polla no? Pues vas a flipar, guarra. - Me puso de rodillas y me atragantó directamente con sus 19 centímetros venosos de tranca. Empezó un mete-saca bestial. La luz de su mesita de noche me dejaba contemplar sus perfectos pectorales y su 'V' a punto de salir de su cuerpo. ¡Joder que bueno estaba esta vez! Lo tocaba y lo manoseaba, y le encantaba. Soltaba un jadeao cada vez que le tocaba todo y se le veía ese nuevo tatuaje en el cuello hinchado con su vena.

  • Eso es, tócame. Toca este macho que va a ser la última vez que lo veas, puta.

  • ¿La última? - Me saqué el mástil de la boca asombrado.

  • [ZAS] ¡Que chupes, zorra! ¡Sí, la última! - Me volvió a atragantar durante un cuarto de hora sin parar. Mis labios volvieron a sangrar, como siempre. Mis rodillas se escurrían en el mármol de la solería del sudor de sostener la misma postura. Sus jadeos eran al mismo compás que sus estocadas de pollón en mi campanilla. [ARG, ARG, ARG, ARG] Metía y sacaba con mi saliva cayendo al suelo.

  • Dame tu culito de cerda. Vas a estar dos años sin sentarte, maricona. ¡ZORRA! - Todo lo dijo chillando. Se puso rapidísimo un condón y me puso tumbado en la cama boca abajo.

  • ¡Quiero pollón! ¡Reviéntame! ¡Fóllame! - Yo también gritaba. Mi calentón era el mismo que te provocaba el Popper, que aún no sabía ni de su existencia. Quería que se metiera él enterito dentro. Quería un buen castigo.

  • TOOOOOOMA PERRA. TRAGA, PEDAZO DE MARICÓN. - Me la metió completamente de golpe y por poco me sale por el ojo izquierdo. ¡Qué clavada!

  • AHHHHH, SIIIIII, JOOOODERR QUE RABAZO. FOOLLLAMEEEE - Gritaba como un poseso. Estaba empapado en sudor. Mi pelo parecía haber salido de la piscina. Y mi rabo goteaba precum en el colchón como cuando dejas un grifo mal cerrado.

  • SO..... LO..... TE... FO.... LLO.... YO.... GUAAAA.... RRRAA.... - Cáda sílaba era una embestida a la cual más titánica. Dejaba caer su musculosísimo cuerpo a peso muerto sobre el mío y con su falo gordo dentro de mi agujero. Mis jadeos se cortaban por la presión de su peso en mi tórax contra el colchón.

  • AH...... AHH..... AHHHH... AHHHH... - No me daba lugar mi respiración a pronunciar palabras completas. Mis ojos dejaron de ser miel para volverse blancos. Me cogía del pelo, chorreando en sudor, y me tiraba la cabeza hacia atrás con una mano mientras con la otra tapaba mi boca abierta por completo.

  • ¿Quién es tu macho, guarra? ¡A este niñato solo me lo follo yo!, pedazo de zorra. - El mete-saca empezó a ser una cepillada rápida y veloz.

  • Te voy a reventar, maricón. Recuerda estas embestidas porque en tu puta vida me vas a volver a ver. Eso te pasa por zorra tragona. - Seguía destrozándome las entrañas. Me daba tan fuerte que pensé que atravesó el colchón de matrimonio y el vecino de abajo subiría para denunciar un agujero en el techo de su dormitorio. [AHHHH, AHHHH, AHHHH] Jadeaba como loco.

  • AHHHHHH ME CORRROOOOOOO CABRÓNNN... - Me fui por completo de las embestidas. Cómo dispararía de fuerte el primer trallazo que, a pesar de tener el rabo aplastado con la cama, me llenó la barbilla de leche. No está escrito el placer que se siente mientras te corres y un pollón de esas dimensiones te perfora la próstata.

  • DISFRUTA MARICOOOON, TOMA MACHO NIÑATOOO, TOMA MACHOOO, TOMAA MAA......AHHHHHHHHHHHH ZORRAAAAAA - Al treintañero se le cayó la gorra al suelo del giro de cuello hacia atrás que dio al correrse vivo en mi interior. Los chorros de leche se quejaban del poco espacio que tenía ese trozo de goma buceando por mi ojal. Plastificó su fibrado abdomen a mi espalda y sus pedazo de piernas a las miás. Sus dedos me violaban la boca con una mano y con la otra me agarraba mi mano izquierda por el dorso, ya que la tenía agarrando la almohada del puro placer.

  • JOOOODER. ¡Vaya polvazo, cabrón! Nos teníamos ganas, eh... - Hablaba a la almohada. Sentía el aliento intermitente de mi macho en mi oído. Chorreaban las lágrimas de sudor por nuestros cuerpos. Se levantó y se sacó el condón lleno de lefa, sin exagerar, hasta más de la mitad.

  • Abre la boca, cerda. ¡ABRE, GUARRAAA! - Chillaba como un poseso. Seguía enfadado.

  • Mmmmm...arrggg... - Un chaparrón de yogur líquido agridulce atravesó mi gañote mientras mis ojos miraban esa cara de heterazo dominante orgulloso de su castigo. Cogí el condón y relamí la lefa que quedaba en las paredes de la goma mientras jadeaba.

  • Vístete y pírate, maricón.

  • Pero...

  • ¡Que te pires, pedazo de zorra! - Esto me lo dijo antes de agarrarme la cabeza y meterme la lengua hasta el hígado. Me toqueteo otra vez todo el cuerpo, me dio una vuelta para tocar mi culo y azotarlo, me escupió la cara, y me empujó para la cama para que cogiera mi ropa.

  • Ni se te ocurra escribirme. No te respondí porque he hecho las paces con mi piba y se va a venir a vivir aquí. Como me escribas te juro que te busco por el pueblo y te rajo, ¿te enteras maricón? - Lo dijo señalando unas tijeras de papelería que tenía encima de un escritorio. Esteba de pie en posición de curva praxiteliana, sudadísimo. Sus abdominales brillaban como si estuviese barnizado.

  • Y deja de ponerte tan buenorro porque como te vea por la calle te voy a querer follar, niñato de mierda. Que eres una zorra. Pufff, que guapo eres maricón. - Me empujó de nuevo, ya vestido, y me dirigió a la salida. Me abofeteó la cara mientras llevaba mi mano a su rabaco, me besó la boca y me cerró la puerta en toda la cara.

Jamás he vuelto a verlo ni a saber nada de él, aunque sigo viviendo muy cerca. Tampoco me atreví a escribirle y hasta he perdido su contacto... Aunque desconozco si él tendrá el mío...