Violado casi a los cuarenta
Un hombre común es violado por un admirador que conoce en el tren.
VIOLADO CASI A LOS CUARENTA
Realmente ir a vivir a los suburbios no había sido tan buena idea. Poco tiempo después de casarme mi mujer me había convencido de mudarnos a una casa con jardín, fuera de la ciudad. Todo muy lindo salvo por este viaje de media hora en un tren atestado de pasajeros, era una mala forma de comenzar el día de trabajo. Tengo una pequeña pero redituable oficina de decoración en el centro de la ciudad. Esa línea de trenes en especial no había sido renovada, por lo que me tocaba viajar en coches viejos y oscuros. Para cuando yo subía ya estaba lleno, por lo que siempre viajaba parado en el pasillo. El tren paraba en 8 estaciones más antes de llegar a la terminal donde todos bajábamos, en cada parada ascendía una nueva oleada de pasajeros, de forma que cada vez estábamos más apretados e incómodos, un verdadero castigo. La peor parte era para las mujeres que cada tanto eran manoseadas, aprovechando la promiscuidad de la situación. Yo iba siempre atento a los roces con los demás, ante los temidos carteristas que aprovechaban para sacarte la billetera al menor descuido. Para evitar problemas usualmente trataba de apoyarme en alguna pared lateral.
Todo comenzó esa vez que se me hizo algo tarde, por lo que no tomé el tren en el horario habitual. Venía más lleno aún que el que yo solía tomar, por lo que quedé en medio del pasillo. A medida que ascendían más pasajero nos fuimos apretando cada vez más, no cabía ya un alfiler, estábamos cuerpo contra cuerpo. La costumbre hace que todos tomemos esto con resignación y salvo algún degenerado, uno termina por tomarlo con naturalidad. Sin embargo, al rato me llamaron la atención algunos roces en mi trasero. Traté de moverme pero era imposible, pero aparentemente mi intento dio resultado porque la persona intentó despegarse de mí. Me sonreí para mis adentros de mi zoncera ¿A quién le podía interesar el trasero de un hombre de casi cuarenta?. Una parada más nuevos apretujones y mi vecino de atrás quedó definitivamente pegado a mi espalda. Decidí que no había nada malo en el asunto por lo que me intenté relajar hasta llegar a destino. Sin embargo todos mis sentidos estaban puestos en el roce a mis espaldas, hasta me pareció percibir el calor y la dureza de su miembro en mi trasero. Finalmente llegamos, al comenzar a descender pude ver de quien se trataba: un hombre algo más jóven que yo, de buena apariencia, por lo que me tranquilicé, pensando que eran ideas mías. Sin embargo, en ese momento él me miró con una sonrisa de picardía y me guiñó un ojo. ¡Así que no eran ideas estúpidas mías! ¡Pedazo de degenerado, pensé! Me dirigí molesto y ofuscado a mi trabajo y traté de olvidar el episodio.
Un par de días después volví a retrasarme. Tengo la costumbre de pararme siempre a la misma altura del andén,por lo que siempre tomo el mismo coche y parece que él también, porque dos paradas más adelante lo vi ascender. Él también me vio rápidamente y comenzó a intentar acercarse a donde yo estaba. Todo el tiempo me miraba con esa sonrisa cómplice, yo me sentía abrumado por la situación y sentí que me ponía colorado como si tuviera alguna culpa. Finalmente consiguió pararse frente a mí y lentamente se movió refregándo su paquete contra mi muslo hasta apoyarlo sobre mi mano, noté que lo tenía duro y caliente a través de la tela de su pantalón. Rápidamente levanté mi mano y al hacerlo le propiné un codazo en el estómago.
-Disculpe- dije en voz alta para evitar un escándalo ante los demás.
-No es nada- contestó agachando la cabeza. Al poco giró y en cuanto pudo se apartó de mí.
Di por finalizado el episodio, no sin preguntarme que podía tener en la cabeza el tipo.
Lamentablemente no presté atención a si me seguía o no, porque después fue evidente que lo hizo.
Un par de días después recibí la llamada de un nuevo cliente, que citó una vaga referencia, quien solicitaba mis servicios para renovar un departamento. Quedamos en encontrarnos en el departamento en cuestión luego del almuerzo.
A la hora convenida toqué timbre en el portero eléctrico y una voz me contestó que subiera y entrara ya que dejaba la puerta abierta. Subí y efectivamente encontré abierta la puerta del departamento. Llamé y una voz me indicó que pasara a la sala, que ya venía. Comencé a revisar la sala pensando en las reformas que propondría, me llamó la atención que todas las ventanas estaban cerradas. De golpe las luces se apagaron, quedando todo a oscuras. Escuché el sonido de la puerta cerrarse y echarle cerradura. Una luz potente iluminó mi cara y una voz dijo:
-Quedate tranquilo y no te va a pasar nada, te estoy apuntando con una pistola, si no obedecés te mato- confirmando sus dichos escuché el clásico sonido de un arma que es amartillada. Quedé con la boca abierta y sin saber que decir, mi corázon parecía desbocado.
-¿Qué quiere?- alcancé a balbucear.
-Tu culo, vas a ser mi puta o bien te mato. Pero no te preocupes, te va a gustar, después vas a pedir más- a esta altura mis neuronas habían empezado a trabajar
-Vos sos el loco del tren ¿no?. Dejame en paz, buscate otro enfermo como vos-
Un golpe en la cabeza me hizo ver, literalmente, las estrellas y me dejó atontado. Alcancé a sentir que me llevaba a otra habitación. Cuando mi cerebro volvió a funcionar me encontré desnudo y mis brazos levantados y atados a unas argollas prendidas a la pared. Tenía una mordaza en la boca y un terrible dolor de cabeza. Al girar la cabeza vi que estaba en una habitación con una cama redonda y llena de artefactos sexuales. Sentí una molestia en mi trasero, tenía un artefacto metido en el ano, sujeto a mis piernas con unos arneses para que no lo expulsara. Sentí una enorme furia y en seguida un gran temor. Algo frío se depositó en mi cabeza.
-No te asustes, es hielo para que se te pase el dolor de cabeza, quiero que estés bien para disfrutarlo. Traté de sacudirme y darme vuelta, pero de pronto sentí la punta de un cuchillo contra mis riñones, me quedé quieto.
-Así está mejor. Te lo voy a hacer por las buenas o por las malas, me dejaste muy caliente en el tren, sos una de esas putas que te calientan y después te dejan con las ganas. Si es por las malas vas a salir lastimado o muerto. Quedate tranquilo, disfrutalo ¿qué perdés?. Voy a ser suave, ¿no ves que te estoy preparando la cola para que no te duela?- Mientras hablaba comenzó a acariciar mis nalgas y a presionar sobre el consolador que me había metido en el culo. Se apoyó contra mi espalda y comenzó a acariciame las tetillas mientras me besaba y pasaba la lengua por mi espalda. Yo estaba tenso, temblando, todos mis músculos contraídos.
-Aflojate, disfrutá de las caricias- dijo mientras tomaba mi pene con una mano y me comenzó a masturbar, con la otra acariciaba mis testículos, mientras me seguía besando la espalda y apoyando su pene en mis glúteos, refregándose contra mí. De a poco comencé a tener una erección, era demasiado, intenté evitarlo, pero él sabía como hacerlo, me fui aflojando. Soltó el arnés que sostenía el consolador y lo retiró lentamente, una corriente eléctrica me recorrió y mis testículos se contrajeron como para eyacular.
-Ves, te está empezando a gustar. Mirame.- se retiró y esperó que yo girara la cabeza. Estaba desnudo, su pene estaba bien erecto, era grande y grueso. Sus músculos estaban bien marcados y su piel brillaba como si se hubier puesto aceite. Sentí pavor que me metiera semejante pene y me lastimara. Traté de rogarle pero la mordaza solo me dejaba balbuciar.
-No tengas miedo voy a ser suave, pero si no querés que te lastime aflojate, abrí las piernas, no me rechaces- Decidí obedecer. Me pasó algo mojado por el culo, seguramente me lo estaba lavando, porque en seguida sentí su lengua recorriendo toda mi raja. Lentamente fue profundizando, mientras abría mis nalgas con sus manos. Cuando llegó a mi ano comenzó con movimientos circulares, mientras tomaba mi pene con una mano y retomaba la masturbación. Debo reconocer que empecé a tener sensaciones de lo más contradictorias, por no decir un placer que no conocía. De todas formas aún me resistía a aceptar que me penetrara, sobre todo por el temor a que me lastimara. Mi pene no pensaba así pues comenzó a liberar líquido preseminal. Fue la señal que él esperaba. Se incorporó, me untó el culo con vaselina, introdujo sus dedos embadurnados varias veces y se lubricó bien el pene.
-Ahora vas a ser mío, aflojate, no te voy a lastimar- Sentí su pene que se abría camino entre mis nalgas y presionó sobre mi ano. Instantáneamente me contraje para evitar que me penetrara. Pasó una mano por delante y apoyó el cuchillo suavemente sobre mi pene, no dijo nada, ni falta que hizo. Me aflojé decidido a dejr que hiciera lo que quisiera. Sentí un pequeño dolor al penetrar su pene mi esfinter y me contraje, pero rápidamente hice esfuerzos para relajarme.
-Así me gusta, disfrutemos los dos- dijo al darse cuenta. Tiró el cuchillo y comenzó a mastrubarme lentamente. Me la fue introduciendo lentamente, avanzando y retrocediendo. En un momento la sacó totalmente y se volvió a lubricar. Finalmente con un empujón la metió toda. Sentí sus testículos contra mis nalgas. Me llamó la atención que no me hubiera dolido casi nada, seguro era por la lubricación y la preparación previa.
Se apoyó contra mi espalda y comenzó a lamer mi cuello, mis orejas y mis hombros, con una mano me masturbaba y con la otra jugaba con mis tetillas y empezó con el mete y saca. La falta de dolor permitió que me comenzara a excitar. Mi cerebro iba a mil y me decía que eso estaba mal, pero mi cuerpo estaba disfrutando sobre todo de las caricias y la masturbación. En un momento sentí que me venía. Él se dio cuenta y apretó mis testículos con fueza.
-Vengámonos juntos. Tenés una cola divina, ya lo sabía cuando te culeé en el tren. Te voy a convertir en mi puto- dijo entre jadeos a la vez que aumentaba la velocidad con que me penetraba. Comenzó a masturbarme rápido y me hizo eyacular. Las contracciones de mi culo lo hicieron llegar al mismo tiempo y sentí su leche caliente dentro mío
Siguió bombeando ahora más lentamente y mastrubandome suavemente, mientras los dos penes se iban achicando. Al mismo tiempo me seguía acariciando y besando. Eso fue lo peor, realmente disfruté ese momento.
-Decime que te gustó, que lo vamos a seguir haciendo, fue la mejor cogida de mi vida-me dijo al oído. Dándose cuenta que aún tenía la mordaza me la quitó.
-Por favor decime que me vas a dar tu culito cuando yo quiera- insistió, mientras seguía bombeandome suavemente con su pene que parecía volver a tomar tamaño, mientras me seguía masturbando lentamente
Conseguí juntar mi voluntad y sentir vergüenza y le contesté.
-Ya conseguiste lo que querías, ahora soltame y dejame ir. No voy a hacer nada contra vos. Y no te hagas ilusiones no me gustó, no soy un puto como vos- a medida que hablaba me iba dando ánimos
-Está bien, si lo querés así- dijo y se retiró, sentí una última corriente electrica de satisfacción cuando saco el pene de golpe. Volvió al rato y apoyó la pistola sobre mi cabeza, pensé que me iba a matar en ese momento. Sin embargo, con su otra mano soltó los grilletes que sujetaban mis muñecas
-Arrodillate, tenés una oportunidad de salir vivo y esa oportunidad es que te saque una foto lamiéndome el pene. De esa forma voy a estar seguro que no se te va a ocurrir denunciarme ni perseguirme- dijo muy serio, daba toda la impresión que era capaz de hacerlo
-Dejalo así, ya lograste lo que querías, no me humilles más- intenté razonar. Sin responderme apretó el arma contra mi cabeza y forzó mis hombros para obligarme a arrodillarme. Estaba derrotado, me habían roto el culo y me podían matar, decidí obedecer. Me arrodillé, el acercó su pene a mi cara, olía a jabón, había tenido la delicadeza de lavarse. Casi sentí gratitud
-Agarralo con tu mano y pasale la lengua- me ordenó. Mientras obedecía, el flash se disparó varias veces. Mientras se le paraba, me la iba metiendo cada vez más en la boca y comenzó a bombear, yo sentía la presión del arma contra mi sien y temía que se le disparara. Al final la sacó de mi boca mientras eyaculaba sobre mi cara y sacó otra serie de fotos.
Se sentó en la cama y dijo:
-Vos lo quisiste así,si intentás algo todos tus conocidos van a recibir copias de estas fotos, tengo la dirección de tu casa y tu oficina. Si me pasa algo, alguien se va a encargar. Ahora vestite y andate- me vigiló con el arma mientras yo lo hacía, cuando me decidí a irme me dijo:
-Tomá esta dirección de mail, si en 30 días no me escribís pidiéndome vernos para que vuelvas a ser mi puta, las fotos se van a conocer
-Eso no, te pido por favor, eso no- le imploré.
-Andate, me ordenó, vos lo quisiste por las malas- me respondió apuntandome con el arma
Salí a la calle, confundido, desesperado. Siento mi vida destrozada. No se que voy a hacer. Después se los cuento