Violada y sometida a entrenamiento de orificios
Fernanda es una joven que ronda los 25 años, estatura media, de cabello castaño largo hasta la cintura e increíblemente liso y suave, cara redondeada, delgada (pero con forma), su cola es redonda y deseable, muy suave y sin imperfecciones, completamente depilada, su vagina tiene los labios medianos
Fernanda es una joven que ronda los 25 años, estatura media, de cabello castaño largo hasta la cintura e increíblemente liso y suave, cara redondeada, delgada (pero con forma), su cola es redonda y deseable, muy suave y sin imperfecciones, completamente depilada, su vagina tiene los labios medianos (algunos los encontrarían algo largos) pero sigue siendo estética, se moja con facilidad y es mayormente clara, su ano es algo más oscuro pero muy estético.
Como ella siempre fue una persona que se quejaba del tamaño, sobre todo para el sexo anal, tuve que capturarla en una lejana casa de campo que sería su nuevo hogar y prisión para que se someta a mi voluntad. Las cosas podrían haber sido mejores pero no tuve elección.
“Nunca van a entrar” ella decía señalando los dildos de 3 diferentes tamaños.
El más pequeño de todos era incluso de menor tamaño que un pene común y corriente.
“Este pequeño si, pero los otros no hay forma…” dijo enojada
Eso es lo que creía, desconocía lo que le podía hacer a su cuerpo, cuando termine su entrenamiento le voy a mostrar los resultados y quedará más que sorprendida.
El primer día se le colocaron los dildos pequeños, y una vez dentro de su vagina y ano, se le ajustó un cinturón de castidad de cuero para mantenerlos dentro, se colocó su camisón y, aunque se quejó un poco, se logró dormir finalmente… no será la mejor noche de su vida, pero pronto se acostumbrará.
Al otro día, se la citaba a una sesión de chequeo de tamaño y dilatación, notamos un pequeño progreso, cuando retiramos el dildo de la vagina, esta estaba bien mojada y apenas abierta, rosada por la irritación.
Al retirar el dildo de su ano, noté con un dedo que estaba bastante relajado, pero era tan estrecho que se cerró inmediatamente mientras ella gemía. El dildo estaba un poco sucio así que para este día íbamos a cambiar el proceso.
Luego de evacuar se le colocaba una generosa enema, para que termine de limpiar bien todo su recto, la vagina se le lubricó bien y se la preparó para la inserción.
El segundo dildo era un poco mas grueso, como un pene normal, unos 17 centímetros de largo, y un ancho tolerable, era similar a una banana grande… sin embargo, ya empezó con los problemas de que “no le iba a entrar” y que “no quería”.
Las consecuencias de protestar y no obedecer eran ir al cepo, un mueble especialmente confeccionado en madera y cuero, donde se le sostenía su cabeza y manos. Su cuerpo se recostaba sobre un tapizado de cuero con una forma especial que la dejaba muy expuesta en cuatro patas, y tenía incorporadas unos sujetadores de brazos y piernas, junto con un arnés regulable que le sostenía la espalda y cintura.
Le introduje suavemente los dildos pequeños que había usado durante toda la noche, ella solo emitió unos gemidos pero entraron sin demasiada dificultad, una vez que pasaron varios minutos haciendo ejercicios de respiración, los comencé a mover muy despacio y tanto su cola como vagina se fueron acostumbrando. Ya habían pasado 20 minutos y estaba lista para la siguiente etapa. Retiré primero el de su vagina y con abundante lubricante lo reemplacé por el siguiente tamaño que era de unos 17cm bastante grueso, como un pene bien dotado. Sufrió un poco cuando empezó a abrirse paso entre sus paredes vaginales, se sentía tan llena como cuando era penetrada como una perrita. Rogó que lo retire pero se acostumbró casi instantáneamente lo que probaba que ella no conocía muy bien a su propio cuerpo. El dolor era soportable, mientras sostenía el dildo con una mano, veía como su colita abierta expulsaba involuntariamente el dildo más pequeño. Le dije que cuanto antes lo expulse, antes le colocaría el nuevo… Al decirle eso, ella hizo todo lo posible por apretar su ano y evitar que se deslice para afuera, pero con mi otra mano lo empecé a sacar.
Le comenté que parte de este ejercicio, era la relajación y que para evitar dolor, debía mantener abierto su ano bien relajado cuando salga el dildo. Si ella empujaba como para ir al baño, el dildo saldría lentamente con mi ayuda y una vez fuera ella debía seguir haciendo esa pequeña fuerza para que su hermoso ano se mantenga abierto.
Lo hizo y en la pequeña apertura jugué con mi dedo que bailaba en las paredes del recto lubricado, por reflejos, ella lo cerró al sentir esto.
Introduje nuevamente el dildo pequeño y le dije de repetir el proceso, pero esta vez en lugar de mi dedo, introduje muy despacio el nuevo dildo de 16cm en su ano abierto.
No fue fácil, ella estaba muy asustada y hasta le caían lágrimas. Pero con insistencia y ejercicios de respiración logró finalmente que el dildo quede completamente dentro.
Sentía demasiadas ganas de ir al baño mezcladas con un dolor que parecía que le desgarraba el interior. Pasaron alrededor de 15 minutos respirando y ayudándola a relajarse, cuando el dolor empezó a ceder, ella ya ni recordaba el dildo de su vagina que se había adecuado fácilmente.
Le coloqué el cinturón de castidad de cuero bien ajustado mientras ella dejó escapar un gemido de queja, ya estaba lista para otro buen día de ejercicio.
Ella fue sometida a varias actividades, empezamos con caminatas por el parque, le coloqué un arnés bien ajustado que sostenía sus brazos, mordaza equina y una cola de pony, botas con tacos altos para que se le dificulte el ejercicio y con una varita larga le iba marcando el paso, si cometía errores le proporcionaba un golpecito en las nalgas, de todos modos mucho no podía gritar ya que como un buen pony tenía su mordaza bien apretada, su baba iba dejando un rastro por toda la zona de ejercicio mientras ella emitía quejas y lamentos.
Luego le retiré el arnés con la mordaza, colocándole un bañador completo, y empezamos a hacer ejercicios de sentadillas, cada vez que flexionaba sus piernas y bajaba casi hasta el suelo los dildos se le introducían tan profundo que gemía de la gran molestia.
Al terminar la actividad estaba empapada de transpiración y se le dió un largo baño con agua tibia que la logró relajar bastante y olvidar el dolor.
Hasta la noche todo fue normal, almuerzo y cena livianos, un poco difícil sentarse ya que cada vez que lo hacía los dildos le molestaban más de lo habitual. Sin más preámbulo se quedó relajada viendo televisión en una habitación cómoda.
Cuando debía orinar, lo hacía con el arnés puesto dentro de una bañera que luego se la duchaba, y solo se le permitía vaciar sus intestinos a la noche, donde se le retiraba el dildo de su recto obviamente sucio y se le dejaba vaciar todo. Antes de volver a colocar el dildo, ella misma lo debía lavar y se le colocaba una pequeña enema para evitar ensuciarlo de nuevo.
A la noche se la dejaba bien cómoda en una gran cama, se ajustaba bien su cinturón de castidad y se le avisaba claramente de que si se lo quitaba, se lo volvería a colocar untado en gengibre y se le atarían las manos, por lo que pasaría toda la noche con un horrible ardor y con las manos entumecidas. Luego de esa amenaza nunca se atrevió a intentar quitarselo.
Se despertó muy despacio, apenas sentía sus agujeros que estaban bien flojos por el acostumbramiento, se le ayudó a asearse, peinarse y prepararse para su cambio de dildos diario.
Como ya estaba seguro de que se quejaría y comenzaría un drama para el cambio diario, se le llevó directo al cepo, donde una vez sujetada en la posición de cuatro patas se hizo lo siguiente.
Primero se instaló una cámara de alta resolución con una perfecta iluminación en su trasero, esto tomaba en primer plano a su vagina y su ano.
Luego enfrente de su cara se colocó una pantalla de gran calidad y de 47 pulgadas para que no se pierda ni un solo detalle.
Le comenté que hoy iba a comenzar a mostrarle su progreso
Primero le mostré una foto del primer día, su hermoso trasero se veía bien paradito y firme, su ano cerrado y pequeño, hasta parecía que un solo dedo le haría daño de tan pequeño que era. Su vagina de labios húmedos se veía común y corriente, luego en la próxima foto se la venia abierta como una mariposa, y su cavidad era húmeda pero realmente pequeña
Luego le mostré fotos del 1er día, donde se veía a su ano levemente dilatado, abierto y rosado, con su vagina ahora más enrojecida y abierta.
Ahora el mueble donde estaba en cuatro patas le separaba bien las piernas, y empecé a retirar el cinturón de castidad.
Cuando llegó el momento del dildo de su vagina, ella se quejó, aunque luego de tanto tiempo dentro había desarrollado una costumbre, que su vagina estaba bien enrojecida y dilatada, cuando salió la última parte del dildo ella respiró con alivio y yo la ayudé a abrir bien sus labios para que se vea como había quedado su hermoso agujero.
El progreso era notable, al estar bien iluminado ella misma pudo ver sorprendida cómo se extendía una cueva de delicada carne rosa. Quería llorar, era terrible ver lo que estaban haciendo con su cuerpo.
Y luego le tocó ver lo grande y dilatado que quedó su ano, una enfermera con guantes blancos ayudo separando sus nalgas y yo le ayude a retirar el grueso dildo de 16cm, ella como le había instruido siguió haciendo fuerza y su ano abierto se vio en cámara como ella jamás lo imaginó, por la fuerza que hacía parecía una caverna redonda escupiendo lubricante, que se mantenía abierto y daba la sensación de que entraba aire en su interior. Una enfermera acercó una regla de medición para constatar su apertura.
Ella quería cerrar los ojos o apartar la vista, nunca creyó que su pequeño ano podía quedar tan abierto.
Ante la situación le comenté que si apartaba la vista o no prestaba atención buscaría un duro castigo, y para asegurarme, al final debería responder un cuestionario detallado sobre lo que observaba, cuanto más alta la calificación en el cuestionario, más beneficios obtendría.
La enfermera continuó sosteniendo las nalgas con sus manos exponiendo el recto de la víctima, ahora íbamos a hacer algunos ejercicios, que observaría en cámara.
Primero le dije de contraer y que vea cómo se cerraba su culito. Luego introduje con ayuda de un aplicador abundante lubricante y le coloqué el dildo hasta el fondo muy lentamente, como era de esperar estaba tan acostumbrada que le entró sin dificultad y con apenas dolor.
La felicité por su hazaña y empezamos a hacer un ejercicio de apretar y soltar con su ano para aflojarlo aún más. Al final le dije de hacer fuerza y le retiré rápido el dildo mientras su recto hacia un sonido desagradable por el aire que salía.
La enfermera colocó de nuevo la regla de medición y le dije a ella que recordara muy cuantos centímetros había logrado abrirse (en este caso fueron 2,5 centímetros)
Entonces llegó el momento del tercer dildo, este era mucho más grande, medía 24cm de largo y su ancho era muy desafiante incluso para personas con experiencia, como una lata de cerveza.
Ella ya estaba sacudiéndose y gritando de solo verlo, se lo coloque frente a su cara y le dije que todo esto iba a estar dentro suyo.
El dildo se calentó con agua tibia y se le aplicó abundante lubricante, las cámaras mostraban al dilatado ano con el dildo apoyado en sus puertas. La víctima no lograba entender como semejante objeto poco a poco se abría camino dentro de su cuerpo, y su esfínter cedía estirándose como nunca antes. El dolor se volvió más intenso pero se le retiró el dildo y se la ayudó con más lubricante bien masajeado por su recto, lentamente ahora soportó con lágrimas el enorme objeto que luego de 20 minutos y mucha paciencia lo tenía todo dentro de su cavidad anal.
Se sentía tan pero tan llena que le era difícil soportar las terribles ganas de ir al baño, se le ayudó con ejercicios de respiración y luego de 10 minutos se logró calmar y entender de que ese dildo se quedaría allí un buen tiempo.
El problema es que este objeto era tan grande que ahora su cavidad vaginal estaba algo reducida y a su pobre cuerpito le sería difícil alojar otro dildo.
Ahora ella estaba más entrenada y su vagina se dilataba con más facilidad, por eso con una gran cantidad de lubricante y un dildo tibio de casi 4 dedos y medio de grosor comenzamos el procedimiento.
La enfermera ayudó a sostener el dildo firmemente dentro de su hermoso culito, y yo comencé a recorrer con mis dedos sus labios vaginales y su interior esparciendo el lubricante, luego de controlar que las cámaras estén en buena posición procedí a introducir la primer parte del dildo, ella gemía incómoda, al ver como se vagina se abría y recibìa poco a poco el gran objeto no podía dejar de sorprenderse, tuvimos tanta paciencia que no sufrió ningùn accidente ni desgarro, pero al llegar al fondo ella sentía que llegaba a su límite y sollozaba sin parar.
Rápidamente se lo colocó su cinturón de castidad para que los dildos se mantengan dentro de su cuerpo, luego la tranquilizamos con caricias, se la cubrió con una manta caliente, y se le hizo tomar un relajante muscular con sedante, la retiramos del cepo y sin obligarla a caminar o moverse la llevamos en una camilla a una gran cama de 2 plazas para que descanse.
Luego de 4 horas se le cedió un descanso, retiramos lentamente ambos dildos, fue al baño, y tomo un baño relajante con agua tibia. También se le colocaron cremas que evitaron que sufra más dolor o ardor, y le ayudaron a que su vagina y ano se recuperen fácilmente.
Durante toda la noche durmió muy bien, y comió sus platos favoritos, había que reconocer el mérito y el gran esfuerzo.
Al otro día, luego de una buena limpieza general de su cuerpo, procedimos de nuevo al cepo, donde intentamos con los dildos medianos y no tuvo ningún problema.
Este dildo tenía aproximadamente el tamaño de una banana grande así que llegó la hora de probar el primer desafío.
Colocamos las cámaras y pantalla en posición y nuevamente le instruí que debía recordar todo con detalle.
Se la cojio unos 15 minutos con los dildos haciendo que mantenga sus orificios abiertos con la ayuda de una enfermera que separaba sus nalgas, una vez bien relajada se le mostraron 2 grandes bananas que debió lamer y empezar a conocer bien de cerca mientras los dildos seguían invadiendo sus 2 orificios.
Se le retiró el dildo de su vagina y con mucho lubricante se empezó a abrir paso la primer banana que llego bien hasta el fondo mientras ella exhaló con un gesto de dolor, posiblemente generado por el miedo a un objeto nuevo.
Le pregunté si se sentía llena y asintió levemente con su cabeza.
La enfermera abrió bien sus nalgas, le retiré el dildo de su recto y con el esfínter aun un poco abierto introduje la segunda banana en su cuerpo, fue bastante lento y más doloroso, pero llegó hasta el fondo son problemas, ya que los orificios estaban bien entrenados.
Moví levemente las bananas para que ella sienta lo que es ser cogida con 2 frutas y luego de 10 minutos mientras ella respiraba agitada le comenté que realizaríamos una prueba, si la lograba pasar, podría tomarse el día de descanso.
Ella temerosa se preparó y le expliqué, las cámaras enfocarían sus orificios y ella debía abrirse lo más posible ya que le sacaría la piel a las bananas y debían entrar hasta el fondo sin romperse.
Empecé a cogerla con los dildos medianos por ambos agujeros, mientras una enfermera pelaba cuidadosamente las bananas y las colocaba en un plato de plástico.
Retiré el dildo de su vagina y antes de que se cierre introduje con mucho cuidado la banana sin piel que no se rompió y ella hasta suspiro sabiendo que tenía la mitad del problema solucionado.
La felicité y le dije que estaba progresando mucho, luego retiré el dildo de su recto y mientras la enfermera le sostenía sus nalgas, aproveche su orificio abierto para introducir la otra banana sin piel.
Había entrado menos de la mitad de la banana cuando ella se empezó a cerrar, primero hice un poco de fuerza y entró hasta la mitad pero si hacía más fuerza se rompería, por lo tanto tuve que sacarla.
Le comenté que intentaríamos de nuevo, y comencé a penetrarla con el dildo mediano unos 5 minutos más hasta que al retirarlo veía que le quedaba bien abierto.
En el segundo intento entró hasta la mitad, ella veía atentamente como su orificio tragaba la banana sin piel pero al llegar a la mitad tuve que empezar a hacer fuerza, la banana entró unos centímetros más pero cada vez era más difícil hasta que lamentablemente se rompió
Ella sabía que no era bueno eso… había perdido una buena oportunidad de descanso y suspiró de forma resignada.
Se le ordenó que haga fuerza y la parte de la banana que había quedado dentro fue expulsada por su recto en 2 partes junto con una gran cantidad de lubricante, también expulsó la banana de su vagina que la guardamos en un recipiente, ya que sería su cena.
Le mostré el dildo grande, vuelvo a explicar que este dildo era de 24cm de largo y tenia casi el ancho de una lata de cerveza.
Ella se sacudía porque sabía que le causaría dolor, pero para su sorpresa no fue tan malo, solo se le escaparon algunas lágrimas ya que tener semejante objeto en el recto era algo complicado y sentía que se desgarraba por dentro.
Una vez que tenía todo dentro, se le aplicó lubricante también en su vagina y se la penetró con otro de los dildos grandes por su orificio frontal.
Su pequeña vagina lo soportó pero claramente le causó un gran dolor, ya no se sacudía y solo se caían lágrimas de sus ojos mientras respiraba agitada, se sentía extremadamente llena por segunda vez y le dolía tanto como la primera, su pequeño cuerpo no estaba preparado ara soportar estas cosas.
Se le colocó el cinturón de castidad para mantener los dildos bien firmes en su lugar, luego un arnés de cuero que le sostenía sus manos y tetas, una corre en el cuello y una mordaza del estilo para caballos.
Por último unos buenos tacones con plataforma y estaba lista para dar un paseo.
La cargamos hasta el jardín en un camino de loza para ver si podía dar sus primeros pasos.
Era increible lo que le costaba, estaba babeando por su mordaza de caballo y apenas podía moverse, tiré del lazo que tenía en su cuello para obligarla a caminar y trastabillaba al punto de casi caerse, caminaba con sus piernas demasiado abiertas con la esperanza de abrir su cuerpo y soportar mejor a semejantes dildos dentro de su cuerpo, no hay que olvidar que cada uno medía 24cm y con el grosor de una lata de cerveza.
Poco a poco comenzó a caminar bien, hizo sus primeros 10 metros mientras la azotaba levemente con una vara en sus nalgas si tardaba demasiado. Después de los 100 metros de caminata llegó la hora de un ejercicio más enérgico. Se le retiraron los tacones con plataforma y se le colocó un calzado deportivo, sin embargo aún se le dejó su arnés y su mordaza de caballo.
Tenia que ahora llegar a los 5 minutos en una cinta de trote.
La cinta iba muy lento, apenas tenía que correr, pero no era tarea fácil para la pobre víctima con los dildos en su interior y el incómodo cinturón de castidad.
A los 2 minutos ya se veía el lubricante chorreando por sus piernas y la baba cayendo de su boca amordazada.
Al terminar venía una parte difícil, ella ya tuvo problemas para hacer sentadillas con los dildos medianos, así que ahora con los grandes sería bastante complicado.
Primero le colocamos un bañador completo porque seguiríamos el ejercicio hasta que esté bañado en sudor, luego se le quitó el arnés de las manos y se lo reemplazó por esposas.
A las esposas se las ajustó a una gran barra metálica obligándola a mantener las manos a la altura de sus pechos y se le ordenó que realice la primer sentadilla.
Ella dudaba, ya que a duras penas había podido caminar hasta el lugar, se retorcía y caminaba con las piernas demasiado separadas lo que le daba una imagen torpe y ridícula que hasta causaba gracia.
Tuve que azotarla con la vara para que se decida a bajar por primera vez, y poco a poco cedió… La cara de dolor era claramente perceptible, cuando flexionaba sus rodillas los dildos se le enterraban tan profundo que era insoportable, 24cm dentro de su cuerpo sentía que uno entraría en su útero y el otro llegaría hasta el final de su colon.
Una vez en el cepo, apunte bien las cámaras y le dije que tenía que describir todo lo que veía con detalle.
Lentamente retiraba poco a poco el dildo de su recto mientras ella gemía, una enfermera estaba lista con una regla para medir el orificio, mientras que otra estaba separando bien sus nalgas.
Cuando faltaban los últimos centímetros le ordené a la víctima que ayude haciendo algo de fuerza y que mantenga su fuerza incluso después de que salga el dildo para que su cola se mantenga bien abierta.
Salió el dildo mientras su ano escupía una buena cantidad de lubricante, una de las enfermeras le midió rápidamente y su apertura fue de 4 centímetros, ella observaba y le comente.
¿Cuántos centímetros puedes ver?
Con dificultad respondió “cuatro”
¿Que color predomina en tu recto?
Dudo un poco y dijo “rosa oscuro”
Luego introduje un dedo en su ano abierto que tenía al apertura que entraba sin tocar sus paredes rectales.
Le comente que como podía ver mi dedo le quedaba chico y que probaremos ahora con la banana sin piel y seguro no tendrá problemas.
Una de las enfermeras me trajo una banana recién pelada.
Yo introduje de nuevo el dildo grande y una generosa cantidad de lubricante.
Ella reaccionó con un grito al ver por la televisión como su ano cedía ante tan bestial consolador.
Lo retiré rápidamente y con su ano bien abierto le introduje la banana pelada.
Para su sorpresa esta entró sin el mínimo problema hasta el fondo.
“Puedes ver como has progresado?” Le dije
Ella solo sollozaba… no podía creer el estado de su cuerpo, su ano estaba dilatado a tal punto que dudaba de que alguna vez se vuelva a cerrar.
Le ordene que haga fuerza para expulsar la banana y lo logró sin problema.
Ahora solo quedaba el gran final.
Le dije que era hora de ver como su culo se tragaba la banana sin dificultad, embocada como jugando al golf.
Bajamos el cepo para que quede atrapada con su agujero trasero apuntando el cielo.
Movimos las cámaras, luces y a tv para que ella observé todo con detalle.
Una de las enfermeras sostenía las nalgas de la víctima para lograr una excelente apertura, mientras que la otra la consolaba con caricias en su rostro diciéndole que ya terminaba.
Introduje profundamente y retiré el dildo grande varias veces, le dije que contaríamos hasta 10, las primeras fueron mas dolorosas, pero luego de la número 6 su ano cedía mucho y asi acabamos la tarea para dejar una buena apertura (y si que lo era, fácil calcule de nuevo unos 4 centímetros de diámetro)
Luego de retirar el dildo tome rápidamente la banana y la deje caer en ese agujero de golf que se tragó entera la banana sin oponer resistencia.
Así fue como ella ganó un día completo de descanso. Ella completó correctamente los cuestionarios con medidas record (4 centímetros) de su esfinter, cantidad de flujo vaginal al ser penetrada por el dildo grande, color de sus labios delanteros y del interior de su ano, contar correctamente como sus orificios escupían lubricante y el color del mismo (hasta recordaba los sonidos)… en fin, una excelente observadora del arte sexual al que fue sometida.
El próximo día tendría otra pruebas variadas que ella no pudo creer posibles, pero claro, luego de tanto entrenamiento solo era cuestión de hacer una sesión larga en el cepo con el dildo grande (al tener el grosor de una lata de cerveza la dejaba tan abierta que le entraba casi cualquier cosa)
Primero el desafío del desodorante, antes del entrenamiento hubiese sido imposible, pero ahora se deslizaba por su vagina como un pene pequeño y en su recto entraba sin gran dificultad, de hecho era hasta aliviante tener eso dentro en lugar del dildo grande.
Segundo el desafío de la lata de cerveza, este fue algo complicado, no entró fácilmente por su forma, pero luego de una noche completa con los dildos grande a la mañana pudo alojar 2 grandes latas de cerveza en su recto y cavidad vaginal, luego la ayude para que empuje y se transforme en una hermosa máquina expendedora humana. Luego bien relajada pudo aprender el truco de servir cerveza, ya que abrí las latas dentro de su cuerpo y llenó un recipiente con el contenido de la lata sin derramar nada.
El tercer desafío fue doloroso, por primera vez su recto y su vagina alojaban algo más grande que los dildos. Ya era normal que ella duerma con ambos dentro y eso la habían preparado muy bien, sus orificios estaban tan flojos y elásticos que era admirable.
Así llegaron 2 grandes berenjenas, esta verdura de forma tan cruel que con esfuerzo se abrieron paso en su cuerpo… pero no sin sacrificio,ya que con ayuda de las enfermeras tuvimos que empujar y pasar varias horas hasta poder introducir los vegetales, el dolor era extremo pero sus orificios estaban preparados para esa crueldad, evitamos desgarros pero nuestra pobre víctima pasó un día completo sin poder caminar correctamente.
El último esfuerzo fue la botella de vino que luego de la tortura de la berenjena fue su despedida de un entrenamiento lleno de crueldad y maldad.
En su último examen ya marcó con una cruz las cosas que no le causaban dolor, marco con exactitud su enorme apertura de 6 centímetros (que con la ayuda de un especulo llego hasta 8)…así terminó su entrenamiento, era una muñeca viviente lista para complacer y someterse sin límites en cuanto a sus orificios inferiores.