Violada, sometida y humillada por mi cuñado

Desenlace final de las aventuras del Tio Antonio con su cuñada y sobrinos. Amor filial y sexo no consentido en este duro relato.

Finalizan las aventuras de la familia de Isabel en casa del Tío Antonio. Recomiendo encarecidamente leer primero los capítulos anteriores de la saga “Los oscuros secretos del Tío Antonio”..

Isabel y sus hijos llevan varias semanas instalados en la finca de su cuñado Antonio, comenzando una nueva vida tras el fallecimiento de su marido. La relación con su cuñado y sus sobrinos está siendo idílica, amables, hospitalarios, se han volcado con ellos en hacer que se encuentren como en su propia casa. Hasta el extremo de que Teresa y José, dos de los hijos de Isabel han iniciado una relación con sus dos primos Jorge y Rosa.  Isabel y sus hijos se esfuerzan por ayudar en las tareas de la finca esencialmente relacionadas con el ganado, vacas y ovejas principalmente. Después de las muchas penurias padecidas en Madrid consecuencia de la crisis económica la vida comienza a sonreírles.

EL TÍO ANTONIO Y LA HERENCIA DE LA FAMILIA

Desgraciadamente para Isabel y su familia las cosas parece que están a punto de torcerse de nuevo.  Aquella misma mañana, del día que Isabel descubre los abusos que sufre por las noches, su cuñado se encontraba en la Notaría del pueblo.  Isabel no puede ni imaginarse de que manera aquella reunión de su cuñado cambiará la actitud y relación de Antonio con ella y sus hijos.

Antonio ha sido citado por el Notario, con el que tiene una excelente relación,  por un tema relacionado con la herencia de la familia.

-Entonces Antonio,  ¿no tienes ni idea del paradero de tu cuñada y sus hijos? Llevamos semanas intentando localizarlos, tu hermano hizo testamento en esta Notaría el día antes de firmar el acuerdo contigo. -preguntó el Notario

-No, ni idea. Estuve en el funeral de mi hermano en Madrid, no  veía a Isabel desde el día de su boda, ni conocía a mis sobrinos, ya sabe que mi hermano y yo no teníamos relación.  Hablamos muy poco, era una situación incómoda, la verdad. Creo que a mi cuñada no le iban bien las cosas, no podía ni pagar el alquiler y tenía que cambiar de residencia. Pero ya no sé nada más de ellos -respondió Antonio, mintiendo con todo el descaro del mundo. Advertido por un oficial de la Notaría, Antonio tenía sus motivos para no decir que su cuñada y sus sobrinos estaban viviendo en la finca con él.

-Veras Antonio, tu hermano firmó un Testamento Abierto, previo a vuestro acuerdo. Es el tipo de testamento más común, se realiza ante Notario que asesora al testador, conoce el contenido, normalmente redacta éste y responde de la legalidad del mismo. Además, el Notario o quien le suceda en la notaría, está obligado a conservar siempre el original, expidiendo cuantas copias sean necesarias. Pese a denominarse "abierto” es totalmente secreto, y el Notario no podrá comunicar su contenido a nadie, salvo al testador, hasta la muerte de éste. El Notario informa al Ministerio de Justicia (Registro General de Actos de Última Voluntad) tan sólo de la existencia de un testamento otorgado en la fecha y por la persona que lo hizo, pero sin indicar de más datos. -comenzó a explicar el Notario

-¿Y bien? ¿De qué modo me afecta esto a mí?  Mi hermano y yo firmamos un acuerdo por el que él renunciaba a su parte de la herencia, la mitad de la finca, la granja  y resto de las propiedades de la familia. Lo que él tuviera en Madrid y haya dejado a su mujer y sus hijos imagino que será cosa de ellos -respondió Antonio.

-No exactamente Antonio, veras, como te he dicho la Notaria tiene la obligación de comunicar al Ministerio de Justicia la existencia de un testamento. Lo que se denomina Registro de últimas voluntades. Por el motivo que sea tu cuñada no ha retirado ese documento cuando falleció tu hermano, imagino que porque pensaría que de no tener propiedades ni bienes que heredar en Madrid no era necesario.  Lo cierto es que si existe una herencia la que firmó tu hermano en esta Notaría, parece ser que ella y sus hijos desconocen su existencia. Ese es el motivo de intentar localizarla. -explicaba el Notario

-Sigo sin entender de qué modo me afecta eso a mí -insistió Antonio

-Resulta frecuente disponer en los testamentos, que sean los descendientes de los herederos forzosos los que les sustituyan para el caso de que éstos renuncien a la herencia o no puedan aceptarla (de conformidad con lo dispuesto en el artículo 774 del Código Civil).  Es decir, aunque tu hermano renunció a su herencia en el documento que firmó contigo, esa cuestión afectaba mientras el viviese. Al fallecer tu hermano, sus herederos, es decir sus hijos como beneficiarios y su mujer como usufructuaria les corresponde legalmente su parte de la herencia. Independientemente que tu hermano renunciase a ella en vida, una vez fallecido y con un testamento legal estos derechos son de sus herederos. -explicó el Notario

-¿Me quiere decir que a pesar del acuerdo con mi hermano la mitad de todo lo que tengo es de mi cuñada y sus hijos? - preguntó Antonio que se había quedado blanco como el papel. Toda su vida esforzándose trabajando la granja, las tierras, y ahora  ¿tenía que entregar la mitad de todo a sus sobrinos y su cuñada? ¡Ni hablar! ¡Antes muerto! se decía Antonio para sí

-Legalmente así es Antonio, tan solo tienen que reclamar su herencia. Lógicamente para reclamar su legado primero tienen que saber que existe. De ahí el interés en localizarlos. Como sabes Isabel nació en este pueblo, yo siempre fui muy amigo de sus padres hasta que fallecieron y tengo un interés personal en que se haga justicia. Sé que esta situación afectará a tu patrimonio pero es lo justo Antonio, espero que lo comprendas -decía el Notario

-¡Claro, claro, lo comprendo! si la ley es así habrá que aceptarla. Desgraciadamente no tengo ni idea de donde están mi cuñada y sus hijos, si me entero de algo no se preocupe que será el primero en enterarse. -respondió Antonio despidiéndose del Notario.

Antonio salió de la Notaría y fue directo a uno de los bares de la pequeña localidad, se tomó de trago  dos copas de coñac Fundador, su preferido, Le costaba asumir aquello, toda la vida trabajando, esforzándose en conservar y hacer crecer la herencia familiar para que ahora unos niñatos de la capital se  iban a quedar con la mitad.

¡Ni hablar!, no estaba dispuesto a perder lo que tanto esfuerzo le había costado mantener, haría lo que hiciese falta para que su cuñada y sus sobrinos no se enterasen jamás de la existencia de la herencia. Si era necesario los encerraría en la finca, bajo ningún concepto dejaría que salieran de la finca para ir al pueblo.  No podía consentir que nadie supiera que estaban allí, nada más llegar a la finca hablaría con sus hijos y los pastores para que no comentaran a nadie que vivían allí.

¿Qué hacer con su cuñada y sus sobrinos? ¿Encerrarlos? El no  era un asesino, no podía hacerlos desaparecer pero ¿Cómo mantenerlos ocultos de por vida para que no reclamasen sus derechos?  Lo ideal sería que ellos aceptaran voluntariamente vivir el resto de su vida en la finca sin ir al pueblo. Aquello era una entelequia, algo irreal, nadie aceptaría una reclusión voluntaria de por vida. De algún modo tenía que someterlos, si no podía ser por las buenas sería por las malas.  Con aquella convicción Antonio se subió al todo terreno y se dirigió de nuevo a la finca.

Por el camino a casa su mente iba dando forma a un plan para evitar perder la mitad de su patrimonio. Necesitaba la colaboración de sus hijos y los pastores de la finca. A ninguno de ellos pensaba contarles toda la verdad, la gente si sabe demasiado es fácil que se vaya de la lengua, mejor prevenir que curar.

EL DESPERTAR DE ISABEL

Queridos lectores  como recordaréis en el  anterior capítulo Isabel descubre horrorizada que  desde su llegada a la finca de su familia ha sido drogada todas las noches para poder abusar de ella por parte de su sobrino y su cuñado.

Isabel se despertó, por primera vez desde que estaba en aquella casa era consciente de lo  que había ocurrido aquella noche. Su mano fue directa a su ano dolorido, toda su entrepierna estaba pegajosa, ahora se daba cuenta que aquello no era su propio flujo como había pensado las últimas semanas.  La habían follado, se habían corrido y ni siquiera se habían molestado en limpiarla. En silencio, haciéndose la dormida había sentido en primera persona la violación de su sobrino que con total impunidad creyendo que estaba drogada la folló primero por delante y luego por detrás. Se había quedado dormida en aquel momento por efecto de la droga en forma de inocente infusión que su sobrino Jorge le preparaba cada noche con la excusa de  facilitarle el sueño. ¡Tómatelo tía, veras que bien duermes! decía cada día el cerdo de su sobrino.  Aquel maldito brebaje la dejaba sedada de tal forma que no tenía nada que envidiar a la anestesia usada en los quirófanos.

En silencio, simulando estar profundamente dormida había descubierto que era “la muñeca hinchable” de la finca. Su sobrino, su cuñado y los tres pastores de la finca se la tiraban por las noches cuando les apetecía. Se había convertido en un recipiente para el semen de los hombres de la finca, agujeros que follar a su antojo y donde podían descargar su leche sin el más mínimo reparo. Y ella había sido tan idiota que lejos de imaginar algo así se despertaba satisfecha pensando en que bien le habían sentado sus masturbaciones nocturnas y los orgasmos conseguidos. ¿Cómo podía haber sido tan imbécil?

A veces los seres humanos vivimos en nuestra propia realidad que ni siquiera somos conscientes de lo que ocurre delante de nuestras propias narices. ¿Y ahora qué? se preguntaba Isabel. Tenía ganas de plantarse en casa de su cuñado y decirle a la cara que lo sabía todo, ¡que era un cerdo! Y posiblemente las consecuencias serían que su cuñado se burlase de ella en su cara y tuviese que hacer las maletas, coger a sus hijos y buscarse la vida sabe Dios donde. ¿Qué sería de sus hijos? ¿Qué sería de ella?, aquella alternativa que parecía la sensata, la honesta ¡le daba pánico! verdadero terror, solo de pensar imaginarse de nuevo en Madrid con sus tres hijos, sin trabajo, sin recursos, sin casa, era una sensación de angustia horrorosa, le faltaba el aire, no podía respirar de pensarlo, se ahogaba.

El cerdo de su cuñado que parecía no tener bastante con tirársela por las noches mientras estaba drogada, profundamente dormida, le  había sugerido que si ella cedía a sus insinuaciones sus hijos vivirían bien en la finca. Ahora pretendía que ella voluntaria y conscientemente le complaciera ¿Cómo podía un ser humano ser tan despreciable? Engañada había caído en la trampa, con buenas palabras, con promesas de una vida nueva para ella y sus hijos, aquel falso cariño familiar estaba resultando ser un burdo engaño. Desgraciadamente había caído en el, hasta el fondo, el barro de las mentiras de su cuñado le llegaba a los labios, se ahogaba y no encontraba ninguna salida.

¿Qué hacer? martilleaba aquella pregunta en su cabeza que creía a punto de estallar. Era tarde, no tenía tiempo que perder, madrugaba la primera en la finca para ordenar una buena cantidad de ovejas antes de que los pastores las sacasen  a pastar. Una ducha rápida de agua fría para despejarse busco una braga y un sostén limpios en el cajón y se los puso.

Con 36 años Isabel mantenía una buena figura, 1.70 de estatura, de gran melena morena rizada, delgada, unas tetas bien puestas de la talla 90 que con el sostén adecuado seguían pareciendo firmes, generosas y desafiantes.  Sin embargo cuando se lo quitaba se descubría una realidad más acorde con sus años, aquella firmeza y desafío de sus pechos se caían bastante y parecían más dos grandes flanes temblorosos que colgaban más de la cuenta. Su culazo sí que mantenía el tipo, redondo, poderoso, nada caído, sin celulitis, ni grasa, bien conjuntado con aquel par de piernas largas terminadas en poderosos muslos. Seguía llevando el coño poblado de abundante vello negro, un fetiche residual de los antojos de su difunto esposo.

Aquel verano en la montaña estaba siendo bastante más caluroso de lo normal, se enfundó un mono de trabajo azul directamente sobre la ropa interior y aún así se asaba de calor. Subía la cremallera que llegaba desde la entrepierna hasta el cuello y dejó un escote prudente que no llamase la atención. Aceleró el paso y se dirigió a los corrales, tenía que darse prisa en ordeñar aquellas ovejas si quería no volver a escuchar los gritos de los pastores impacientes por salir al alba con las ovejas. Era noche cerrada cuando estaba entrando en los corrales, la vida en el campo tenía sus propios horarios, prácticamente se acostaban al atardecer y se levantaban al alba. Ella bastante antes por encargarse del ordeño.

La maldita infusión sedante que le daba su sobrino la dormía profundamente de cinco a seis horas. Se acostaba sobre las  nueve de la noche, un rato para acariciarse y conseguir el orgasmo diario tan deseado. Antes de las diez estaba profundamente dormida hasta las cuatro de la mañana que solía levantarse cada día.  Era el primer día que era consciente de que su descanso no era nada inocente, ajena a lo que ocurría mientras estaba sedada y dormía plácidamente, abusaban de ella, lo había descubierto aquella misma noche.

-¡Buenos días cuñada! ¿Se te han pegado las sábanas? ¡Tienes un buen culo pero te cuesta sacarlo de la cama! - dijo su cuñado Antonio  que la estaba esperando en los corrales.  Después de la visita al Notario la mañana anterior, Antonio estaba decidido a someter a su cuñada y sus sobrinos. Necesitaba imponerse, limitar al máximo sus movimientos, evitar cualquier posibilidad de que pudieran enterarse de la existencia de aquella maldita herencia. Sería lo duro que fuese necesario, sin contemplaciones, el patrimonio y futuro de sus hijos estaba en juego. La amabilidad y el cariño de aquellas semanas pensaba cambiarlas por la mano dura y un control absoluto de sus movimientos, nadie del pueblo podía enterarse que su cuñada y sus sobrinos vivían en la finca.

Isabel le miró sorprendida, era extraño ver a su cuñado madrugar tanto ¿Qué puñetas hacía allí tan temprano? El tono grosero hablando de su culo tampoco era el habitual, siempre tan amable y atento. Algo pasaba ¿el qué?

-¡No me mires con esa cara! He tenido que levantarme y venir a sacar una partida de ovejas porque uno de los pastores está enfermo. Si tu hijo José no fuese tan malo con el ganado se podría haber encargado él de sacar la partida. ¡No se que huevos ve mi hija en ese inútil que tienes por hijo! - Antonio parecía realmente enfadado, molesto quizás por tener que levantarse tan temprano pero aquel tono dirigiéndose a Isabel no era el habitual.

-Antonio tú les cambiaste hace unos días las tareas, a Juan se le da mucho mejor el ganado y los pastores están contentos con él. Seguro que si se lo dices él puede encargarse. -decía Isabel intentando razonar con su cuñado

-¡No me repliques joder! ¡No lo soporto!  Zass -el sonido del bofetón con la mano abierta en plena cara de Isabel la hizo tambalearse a punto de caer al suelo.

-¡Estoy harto de gorrones! ¡De sanguijuelas! ¡Y encima tus hijos intentando emparentar con los míos! Las cosas en esta casa van a cambiar, se acabaron las contemplaciones y las tonterías. El que quiera un plato de comida y un techo va a tener que ganárselo muy bien a partir de ahora. Y si no ¡a la puta calle! -gritaba enardecido el tío Antonio fuera de sí.

-¡Perdona Antonio, no quise llevarte la contraria! -intentó disculparse Isabel con la mano en su mejilla dolorida por el bofetón

-No tengo porqué dar explicaciones de mis decisiones a nadie y menos a ti pero te lo voy a decir. Te hace falta empezar a escuchar las cosas claritas para evitar que te hagas la tonta y digas luego que no te enteras.  Cambie a tu hijos de tareas porque a tu hijo Juan le gustan las pollas y no quiero que me convierta en maricones a mis pastores. Muy a mi pesar hoy le voy a dar una oportunidad si es capaz de llevar solo un rebaño sin estar pegado a la verga de alguno de mis hombres. Y el otro nene que tienes se pasa el día pegado al culo de mi hija intentando meterle el rabo, cualquier día me la deja preñada. Tengo serías dudas de querer emparentar con una familia de desagradecidos como vosotros -gritaba Antonio muy enfadado y con un tono despectivo que Isabel no había escuchado nunca ¿Que le ocurría? ¿Estaba borracho?, no lo parecía pero se comportaba como si lo estuviese.

-Mis hijos no son como dices, son  buenos chicos. Cada cual escoge libremente lo que quiere y me consta que se esfuerzan,  trabajan como el que más, no son unos vagos, ni holgazanes y mucho menos desagradecidos -replicó Isabel que no se pudo contener.

-¡Zass! -de nuevo otro guantazo ahora en la otra mejilla  esta vez consiguió tirar al suelo a Isabel. -¡Te he dicho que no me repliques!

Isabel se levantó dolorida del suelo, jamás en su vida había recibido un par de guantazos como aquellos, ni siquiera sus padres de niña y eso que su padre tenía mal carácter.  Estaba asustada, temblando, muerta de miedo, el cuñado que tenía delante no era el Antonio que ella había conocido, parecía ser otra persona. Sin poder evitarlo se había meado encima, la mancha de humedad bajaba desde su entrepierna y se distinguía perfectamente por la parte interior de sus muslos en el mono azul de trabajo.

-¡Eres terca como una mula! ¡Baturra tenías que ser! ¡Y una guarra, joder, acabas de mearte encima! ¡Pedazo de cerda esta hecha! -decía Antonio intentando humillar a su cuñada.

-¿Que es lo que quieres Antonio? ¿Por qué me haces esto? - preguntó Isabel aterrada

-Quiero que te des cuenta como puede ser tu vida aquí, la tuya y la de tus hijos. ¡Despierta cuñada, no tienes nada! ni opción de conseguirlo en estos momentos por la crisis.  Fuera de esta casa solo os espera el hambre y quien sabe que calamidades. Posiblemente tu hija que es joven no tenga problemas para trabajar de puta en cualquier sitio igual que tus hijos poniendo el culo. Pero tú, a tu edad, hay cientos de mujeres de tu edad buscando cualquier cosa, lo sabes mejor que yo. ¿Te imaginas volviendo a Madrid? acabarás comiendo pollas a 5 euros o poniendo el culo por 10. Has venido aquí con tu familia porque no tienes nada que ofrecerles, ¡Nada! -gritaba Antonio, recreándose en la crueldad de sus palabras.

Isabel se sentía impotente ante las palabras de su cuñado, humillada, avergonzada,  sin alternativas que ofrecer a sus hijos, aquella situación y la actitud de su cuñado la desbordaba, no aguantó más, se derrumbó física y emocionalmente, cayó de rodillas al suelo sin poder contener el llanto.

-Puedo consentir que tus hijos vivan relativamente bien en mi casa, techo, comida, trabajo… ¡Todo depende de ti cuñada!  Para mí puedes valer tanto como uno de mis perros, ¡He dicho puedes valer!, de momento no lo vales,

-¿Que es lo que quieres? ¿Qué quieres de mí Antonio? Esta noche he descubierto que abusáis de mí drogada, tu hijo, tú, los pastores, ¿no tienes bastante? ¡Eres un cerdo, un degenerado, me das asco! - replicó rabiosa Isabel ya no podía aguantar más aquella situación

Antonio dio un par de pasos para ponerse delante de ella y de nuevo le soltó un par de bofetones en la cara, Zass, Zass. Con el segundo Isabel cayó de espaldas al suelo y quedó tendida boca arriba.

-¡Te he dicho que no me repliques, Puta!   Jajaja, ¿te quejas? Con lo contenta que te levantabas todas las mañanas después de estar bien follada y con tus agujeros rezumando leche. ¡Lo has sabido desde el primer momento, Zorra! Te gusta dejar que te la metan, ¡eres una perra salida!  El mismo día de tu boda ya dejaste que te jodiéramos todos, nunca olvidaré el momento que arrodillada mamabas una verga tras otra, tengo una buena colección de fotos de aquella noche, Mmm. Tus hijos tiene que ver lo furcia que era su madre el mismo día de su boda Jajaja - reía a carcajadas Antonio,

Burlándose y humillando a su cuñada.

-¡Había bebido mucho aquella noche! ¡No recuerdo nada de eso! ¡Eres un cerdo Antonio! ¿También abusaste de mí aquella noche?

-Jajaja ¿abusar? Estabas salida pérdida, como siempre ¡No te hagas la estrecha! Te quitaste las bragas y te  pusiste a mear delante de todos para que pudiéramos verte bien tu sucio coño, luego nos pedias que te foliáramos como una perra, te jodimos los cuatro el coño y el culo, para terminar nos limpiaste bien la verga con tu boca hasta que nos corrimos de nuevo en tu boca y tus tetas. ¡Puta!  Vestida de novia, con mi hermano dormido allí al lado y tu pidiendo rabo sin cesar. ¡Pobre Cornudo! ¿Sabes? os fuisteis a Madrid el día siguiente y ni siquiera te llevaste tu vestido de novia, aún lo guardo, yo creo quizás te valga Jajaja - decía Antonio  que era plenamente consciente de que su cuñada  borracha y drogada aquella noche no se acordaba de nada.

-¡Cerdo mentiroso! -exclamó  Isabel, ella jamás se habría comportado así de forma consciente.

-¡Levanta del suelo! Me tienes harto con tus repliques, voy a molerte a palos, aprenderás a respetar y ser agradecida. No pienso parar hasta que seas más dócil que mis perros.  ¡Levanta Puta! - dijo Antonio al tiempo que se sacaba el cinturón del pantalón y lo enrollaba en su mano, estaba dispuesto para azotarla con él.

Isabel asustada se levanto del suelo, se quedo de pie frente a su cuñado, alzó las manos protegiendo su cara temiendo que la golpease con el cinturón.

-¡Por favor no me pegues Antonio! ¡No me hagas daño Antonio, por favor te lo pido! - suplicó Isabel entre lagrimas.

-¡Quítate ese mono de trabajo! ¡Vas meada guarra! ¡Desnuda, te quiero desnuda del todo! ¡Espabila, Puta! -gritó Antonio, soltando el botón de su pantalón y dejándolo caer al suelo, luego bajo sus calzoncillos y pasó el cinturón por la hebilla haciendo un lazo con él. Orgulloso se agarró la verga con la mano, grande, dura, completamente erecta.

Isabel se quitó el mono azul de trabajo, su braguita y el sujetador blanco quedaron a la vista. La mano de su cuñado señalando las prendas le hizo quitarlas y dejar que cayesen al suelo. Completamente desnuda intentó taparse pudorosa con sus brazos el pecho y el pubis. Un nuevo manotazo de Antonio, esta vez en sus brazos le hizo quitarlos y quedar expuesta. Completamente desnuda frente a su cuñado. Los generosos pechos de Isabel, algo caídos, se movían libres del sostén por el temblor de su cuerpo.

-¡Arrodíllate! Vamos a ver si despierta la chupas mejor que dormida, ¡Vas a tragártela enterita,  Puta! Por tu bien, más vale que me guste o te juro que te ahogo aquí mismo - amenazó Antonio pasando el cinturón con forma de lazo por la cabeza de su cuñada y ajustándolo  fuerte a su cuello.

Isabel comenzó a notar la presión del cinturón en su cuello,  su cuñado se encargaba de aumentar poco a poco la fuerza de aquel collar improvisado, se ahogaba, no podía respirar.  Antonio acercó su verga a los labios de su cuñada, el glande hinchado, rojo, superaba el grosor de aquella verga descomunal.  Isabel abrió la boca todo lo que pudo, intentó meterlo en su boca, era incapaz. Ahora comprendía el dolor que sentía por las mañanas en sus pobres agujeros, aquella verga no se parecía en nada a la de su pobre marido.

-¡Traga Puta! ¡Si entra la punta entra el resto! Acostúmbrate, la vas a tener que chupar mucho a partir de ahora - decía Antonio al tiempo tiraba del cinturón hacia él con una mano y con la otra cogía a Isabel de la cabeza empujándola con fuerza para meter la verga en su boca.  A punto de rasgar sus labios pero con aquel empujón el glande entró en la boca de la pobre Isabel y luego el resto fue mucho más sencillo. Entre arcadas y con aquella sensación de ahogo comenzó a mamar como pudo.

-¡Ahora escúchame bien Isabel! Puedes escoger, sacrificarte por tus hijos y hacer exactamente lo que yo te diga desde este momento o serán ellos quienes sufran las consecuencias.- dijo Antonio sacando su verga de la boca de su cuñada esperando su respuesta.

-¡Maldito cerdo, deja a mis hijos en paz! Haré lo que quieras pero a ellos no les toques un pelo. ¡Te lo suplico Antonio, no les hagas daño a mis hijos! Yo... yo... haré todo lo que tú quieras, todo - rogaba Isabel cuando su cuñado volvió a coger su cabeza y la hizo continuar con la mamada.

-Me lo tendrás que demostrar cuñada, tendrás que hacerlo muy bien. Si descubro que le dices a cualquiera de tus hijos algo referente a nuestro acuerdo tu hija Teresa ocupará tu lugar. Quiero que tus hijos te vean como la madre más feliz del mundo, te encargarás de que ellos se lo crean -decía Antonio satisfecho de ver totalmente sometida a su cuñada

-¡Túmbate en el suelo! ¡Boca arriba, bien abierta de piernas! ¡Quiero verte revolcar en el suelo como la cerda que eres! Vas a ser una puta muy complaciente Isabel, a disposición de todos los hombres de esta finca.  Te juro que haré que olvides las ganas de meterte pepinos y zanahorias por las noches Jajaja ¿te pensabas que no veíamos esas cosas cuando te foliábamos dormida? ¡Maldita perra salida! ¿Qué te parece este pepino? - dijo Antonio tumbándose sobre ella y penetrándola sin ningún miramiento.  La estuvo follando un buen rato, por delante y por detrás, hasta que se corrió en su coño,  una buena cantidad de esperma salía del sexo de Isabel y se deslizaba por sus muslos. Aquella sería la primera violación consciente que sufriría en la finca, era tan sólo el comienzo de su nueva vida en el infierno.

ISABEL EN LA VIVIENDA DE LOS PASTORES

Aquel mismo día siguiendo las indicaciones de su cuñado Isabel habló con Teresa, su hija, le comunicaba que había decidido dejar la vivienda de Jorge para cederle su lugar. -Es tu pareja hija, parece que vuestra relación tiene un futuro,  lo lógico es que vivas en su casa con él, no que duermas en la misma habitación que tus hermanos - dijo Isabel

-¿Y tú dónde te instalaras mamá? -preguntó Teresa sorprendida por aquella decisión de su madre.

-He pensado que como soy la que primero se levanta de la finca para ordeñar a los corderos  será más cómodo instalarme en la vivienda de los pastores. He hablado con tu tío y está de acuerdo, -respondió Isabel siguiendo las instrucciones recibidas por su cuñado

-¿Te irás a dormir a la casa de los pastores? ¿Tu sola con tres hombres? -preguntó sorprendida Teresa

-Hija, soy una mujer adulta pero todavía soy joven, con las mismas necesidades que cualquier persona, creo tengo derecho a rehacer mi vida. -respondió Isabel

Aquella respuesta de Isabel dejó sin palabras a Teresa ¿estaría liada su madre con alguno de los pastores? ¿Rehacer su vida? Aquello sonaba o daba la sensación de que su madre estaba iniciando una nueva relación ¿pero con quién? En cualquiera de los casos parecía una decisión firme, sin vuelta atrás.

Teresa se encontraba un poco entre la espada y la pared, chantajeada por su tío que había descubierto la relación incestuosa con sus hermanos, la usaba a su antojo. Teresa sin embargo en su interior tenía que reconocer que aquellas sesiones diarias de sexo con su tío le eran muy placenteras, nada que ver la verga descomunal de su tío comparada con las de sus hermanos.

Teresa se había visto  obligada por su tío en aquel proceso de acercamiento con su primo que inicialmente no era para nada de su agrado. Con los días había descubierto según ella una faceta de Jorge que desconocía, un cierto grado de sensibilidad que aliñado con cariño habían hecho que estuviera a gusto con él. En cierto modo se sentía como si fuese una mujer de la edad media, matrimonio concertado y al mismo tiempo teniendo que acceder al derecho de pernada del señor de la finca.

Pensaba en aquella situación muchas veces, a sus 18 años todo parecía ir demasiado rápido. A veces la vida te lleva por caminos que desconoces, es como montar en un coche el conductor te dice el destino del viaje pero lo que te encontrarás en el camino lo vas descubriendo a medida que avanzas por tu destino. A sus años aquel recorrido le deparaba cada día  demasiadas emociones, sin buscarlo se había metido en una vorágine sexual que pocas mujeres adultas vivirían en toda una vida. Tenía sexo diario con su tío y su primo, no cualquier sexo, sexo de verdad, los dos eran verdaderos empotradores y su pequeño cuerpo por mucho que disfrutara con aquello acababa magullado.

Al atardecer buscó a sus hermanos y les comentó la conversación con su madre. Los dos la miraban extrañados por aquella decisión tan repentina.  Sin embargo José comentó que Rosa le había insinuado algo, como si su madre estuviese teniendo algún tipo de relación con uno o varios de los pastores.  Juan también había oído rumores por parte de Perico que iban en la misma línea.

-A mí me ha insinuado Perico que mamá últimamente va un poco desesperada detrás de ellos. Sus palabras textuales han sido “tu madre va como perra en celo buscando quien la monte” - dijo Juan

-Bueno, es natural, ha pasado un tiempo desde la muerte de papá. Mama es una  mujer joven, tiene sus necesidades, es normal que busque alguien que la consuele y le de cariño -respondió José

-Justo eso me ha dicho mama, que es joven y tiene sus necesidades, que quiere rehacer su vida -añadió Teresa.

-Entonces chicos no le demos más vueltas, será eso. Ya es mayorcita para saber lo que quiere o lo que necesita, a fin de cuentas es su vida -dijo Juan finalizando la conversación de los tres.

En la mente de los tres quedó la idea que su madre estaba necesitada de sexo y buscaba quien la consolara. Lejos estaban de imaginar que todo aquello era un plan urdido por su tío. Antonio se había encargado de hablar con su hija Rosa y Perico para sembrar aquella idea y que la transmitieran a los dos hijos de Isabel. Aquella falsa conclusión que habían sacado los tres hijos facilitaban el plan de su tío donde Isabel comenzaría a comportarse desde aquel día de forma promiscua, no por su propia voluntad sino obligada por Antonio.

Las palabras textuales de Antonio aquella misma mañana en el corral del ganado fueron -Hoy mismo me demostrarás que estas dispuesta a cualquier cosa, a sacrificarte por el bien de tus hijos. Dejarás la casa de mi hijo Jorge y te instalaras en la vivienda de los pastores. Durante unos días, al menos de momento, me los vas a contentar en todo lo que quieran, sin restricciones, las veces que quieran. Si recibo la menor queja de alguno de mis pastores  tu hija ocupará tu lugar. Habla con tus hijos, con tu mejor sonrisa, diles que es idea tuya, que eres joven y con necesidades, insinúas algo así. Dilo como quieras pero que se crean que vas encantada- el tono en la voz de Antonio y los guantazos recibidos con anterioridad dejaban claro a Isabel lo que quería su cuñado. Lo primero eran sus hijos y no estaba dispuesta a ponerles en peligro, no tenía otra opción que aceptar.

Aquella misma noche Isabel se trasladó a la vivienda de los pastores, no tuvo que esperar nada para darse cuenta que los tres hombres la iban a tratar como si fuese una prostituta callejera.  El recibimiento fue una violación por parte de los tres, obligada a realizar cualquier tipo de práctica sexual. Por la noche se la pasaron de cama en cama como si fuese una muñeca. Durante los siguientes días era usada en cualquier momento por los pastores, a diario cuando llegaban del pastoreo los tres a la vez, luego en cualquier momento que a uno de ellos le apetecía la obligaba a mamar o la penetraba delante de los otros.  Estaba obligada a ir con la mínima ropa por la vivienda, siempre accesible a cualquier manoseo o deseo de usar sus agujeros si alguno de los tres pastores estaba presente. Los abusos y humillaciones sufridos durante la primera semana fueron incontables, le daban de comer sobras en un plato en el suelo como si fuese un perro, tenía que practicarles felaciones mientras ellos cenaban o para despertarlos por la mañana. Siempre había alguno de ellos que al despertarse la montaba a su antojo. Solo las horas que estaban los pastores en el monte podían descansar.

Su cuñado había previsto que un par de semanas de aquel trato harían que volviese dócil como un perrito al caserón familiar. No se equivocaba, Isabel se había dado cuenta que cualquier resistencia suya tenía como consecuencia golpes, malos tratos, falta de comida. Tal como había dicho su cuñado estaba siendo domada como uno de los perros del ganado, por necesidad y supervivencia se había vuelto dócil, complaciente hasta límites impensables.

Por ejemplo, por las noches los pastores solían jugar a las cartas después de cenar. Isabel se encargaba por supuesto de cocinar, servir la cena, recoger, fregar y luego si la dejaban cenaba las sobras que le dejaban. Era muy habitual que mientras ellos jugaban a las cartas ella de rodillas bajo la mesa mamaba una verga tras otra, sin descanso alguno. A veces se corrían rápido, en otras ocasiones aquello podía durar perfectamente un par de horas, terminaba con boca acartonada y las mandíbulas desencajadas.

Apenas habló unos minutos durante la primera semana con alguno de sus hijos y siempre intentando aparentar que era feliz viviendo allí.  El que más la veía era Juan que había vuelto al pastoreo con Perico y solía verla muchos días cuando sacaban a pastar a las ovejas y luego al atardecer cuando las encerraban.

Antonio había comprado varios vestidos cortos veraniegos, escotados,  un poco cutres, en el mercadillo del pueblo. Era ropa más propia para ir por la playa que para trabajar con ovejas.  Juan los primeros días que la vio con aquella ropa no dijo nada pero uno de los días llevaba puesto uno que parecía una camiseta larga con un gran escote en forma de pico que dejaba muy claro que no llevaba puesto sostén. Cuando Juan la vio al punto de la mañana Isabel sentada en un taburete estaba ordeñando a las ovejas, el se acercó y se puso en un lateral, bajo la mirada hacia su madre, aquel vestido escotado se ahuecaba y dejaba ver por completo los pechos de Isabel mientras ordeñaba.

-Madre vas medio desnuda, ¿no crees que deberías ponerte otro tipo de ropa? vas enseñando las tetas -dijo Juan sin poder aguantarse

-¡No seas crio Juan! ¡Hace mucho calor! No se ve nada que no se vea en una playa -respondió Isabel sin dejar de ordeñar un instante ni mirar a su hijo

-¡Esto no es la playa mamá! Aquí hay hombres trabajando, te exhibes como si fueras  una puta de carretera buscando clientes -dijo enfadado Juan sin ser muy consciente de lo que estaba diciendo a su propia madre.

-Esta puta te ha criado y dado todo lo necesitabas desde niño. No eres quien para juzgarme, ¡vete a tu trabajo! -replicó Isabel sin poder contenerse. Aquellas palabras le salieron del corazón, del alma, no había nada que le doliera más que sus hijos la vieran así, pero no podía hacer nada si les contaba la verdad sabe dios cómo podría reaccionar su cuñado. Sabía que sus hijos vivían felices en la finca  o al menos eso creía ella y eso era lo único que importaba.

Juan se fue enfadado, dolido con su madre, no comprendía aquella actitud, su comportamiento, ni el cambio de vestuario, si realmente se había encoñado con algún pastor aquel amor la había vuelto loca.  Una vez en el monte no pudo evitar comentar con Perico lo que había ocurrido mientras comían su almuerzo, necesitaba hablarlo con alguien.

-¡Ven aquí Juanito, vamos a pajearnos un poco! Si quieres te cuento lo que hace tu madre pero igual no te gusta saber la verdad -dijo Perico tirando la caña, sabía perfectamente que Juan se moría de ganas por escuchar lo que pasaba con su madre.

-¡Cuéntamelo! Necesito saberlo -respondió Juan que entró al trapo con facilidad. Perico ya estaba con la verga fuera sentado con la espalda apoyada en aquel pino grande y Juan le imitó, se sacó la verga, se sentó junto a él y comenzó a pajear al pastor.

-¡Mmm así Juanito, pajeame con fuerza que sabes que me gusta más! Ya has visto cómo va tu madre, medio desnuda, no deja de provocarnos, últimamente ni se molesta en ponerse bragas ni sostén. Nada más vernos se abre de piernas, comienza a tocarse, le gusta ponernos cachondos, nos mira desafiante cuando llegamos y su primera pregunta siempre es ¿Quien va a ser el primero? ¿Quien tiene más ganas de metérsela a la puta del corral?  ¡A la puta del corral! dice ella misma Juanito, Uff. Se nos tira a los tres todos los días, es insaciable, no se cansa de joder…. -mentía Perico que sabía que aquellas historias ponían a cien al pobre Juanito imaginando a su madre.

-¡Menuda puta! ¡Será zorra! ¿Os la chupa? ¿Le follais el culo también? -preguntaba ansioso Juan mientras ambos se pajeaban con  fuerza.

-Claro Juanito, le hacemos de todo, lo que más le gusta es que la montemos los tres a la vez. Tres buenos rabos para ella sola Mmm, todos sus agujeros rellenos de verga  ¿te gustaría verlo?

-¡Me encantaría! ¡Qué pasada verla así! Mmm -decía Juan a punto de correrse.

-¡Ven aquí Juanito! ¡Chúpamela un poco!, tú tampoco lo haces mal ehh. Mmm así, así, enterita, cométela toda, igual que hace tu madre, MM. Deberías ponerte tetas Juanito, serías la putita perfecta. Si te soy sincero me gusta más tu culito estrecho que el suyo ¿me lo vas a dar hoy putita mía? ¡Claro que sí!, ¿verdad?, ¡te gusta mucho, lo sé! -decía Perico que no tardó en follarse a Juanito bajo la sombra de aquel pino. El chaval se había convertido en el juguete del veterano pastor.

Perico habló con el tío Antonio y pocos días después los dos hombres planearon encontrarse en el corral antes de salir a pastar las ovejas.  Antonio había ido minutos antes para pillar a Isabel a solas, Perico y Juan no tardarían en llegar. El chaval desconocía por completo los planes de su tío aquella mañana.

En el momento que  entraron en el corral Perico y Juan, el hijo de Isabel, se quedaron a un lado del patrón sin dejar de mirar a Isabel, Ella permanecía arrodillada delante su tío haciéndole una mamada. Con aquel vestido corto, playero, escotado, parecía una turista de capital visitando la granja, estaba ridícula con aquella ropa para ordeñar las ovejas.

-¡Mira quien tenemos aquí! ¡El comenabos! ¡La zorrita de mis pastores! Teniendo una madre tan guarra no me extraña que el hijo haya salido maricón -decía Antonio cogiendo del brazo a Juan completamente avergonzado por lo que veía y lo que tenía que escuchar.

- ¡No sea duro con el chico patrón! El chaval no hace ascos a nada pero sobre todo le gustan los coños. La de pajas que nos hacemos pensando en su madre, está deseando metérsela -dijo Perico saliendo en defensa de Juanito.

-¡No me lo creo! ¡Eso tendría que verlo! Por lo que yo sé es más fácil que Juanito me coma la polla que ver como se  folla un coño - respondió Antonio apretando con fuerza el brazo del chaval que soltó un quejido de dolor.

- ¡Madre, por dios! ¿Que estás haciendo? -exclamó Juan al ver a su madre arrodillada chupando la verga de su cuñado.

-Tu madre está encantada comiendo polla Juanito. Le gusta mucho chupar  y sabe muy bien lo que le conviene. ¿No quieres que tu hija te quite el puesto de puta de la casa, verdad que no cuñada? - decía Antonio mientras Isabel aterrada por aquella frase negaba con la cabeza. La amenaza era muy clara o se sometía o sería su hija quien pagase las consecuencias.

-¡Claro que no Isabel! No necesitamos ninguna otra puta si tú te portas tan bien como siempre. Serás la mejor zorra que nadie haya conocido nunca, ¿verdad que si? -dijo Antonio viendo como ahora Isabel asentía con la cabeza. La amenaza sobre su hija había acabado con cualquier intento de resistencia. Estaba dispuesta a someterse, haría lo que fuese por proteger a su hija.

-Yo creo que al chico hay que darle una oportunidad de demostrar lo que le gusta,  patrón! ¡Déjemelo a mí! Juanito cuando quiere saca su genio, ¿verdad chaval? anda ven conmigo -dijo Perico cogiendo a Juan del brazo.  Perico y Juan se colocaron a la espalda de Isabel que arrodillada intentaba digerir aquella verga sin posibilidad alguna de hablar.

-Mira Juanito le dije a Perico que te trajese esta mañana para que vieses a tu madre, le encanta comer rabos. Nos la tiramos todos los días, es buena jodiendo y le encanta ser tan perra ¡Tenías que saberlo ya! - decía el tío Antonio sin permitir que Isabel respondiera a sus palabras. Antonio se había quitado su cinturón y formando un lazo lo tenía ajustado al cuello de su cuñada, le encantaba repetir aquello cuando la obligaba a chupar. Tiraba del cinturón hacía él como si llevase a uno de sus perros.

-¡Tranquilo Juan! Recuerda todas esas pajas que nos hemos hecho hablando de tu madre. Acuérdate de cómo deseabas que nos enseñase el coño y las tetas. ¡Mírala! ¡Aquí la tienes! deseando que se la metan -decía Perico mientras se ponía en la espalda de Isabel y la cambiaba de postura. Agarrándola de la cintura la puso a cuatro patas en lugar de arrodillada, las piernas separadas, el culo en pompa y la boca llena de la verga de su cuñado que sujetaba su cabeza con fuerza para que no pudiese decir nada.

Juanito estaba paralizado, Perico le llevaba de la mano como si fuese un corderito. No se podía creer  que su madre hiciese aquello voluntariamente, pero allí estaba ella mamando ansiosa la verga de su tío. Perico comenzó  a acariciar a Juanito por encima del mono de trabajo, cuando Perico le bajo la cremallera del mono, el calzoncillo y comenzó a pajearle no dijo nada, no se quejo, se dejó hacer igual que tantas veces en el monte. Los dos habían disfrutado de muchas pajas juntos hablando de Isabel, imaginando escenas con ella.  Ahora estaba allí, su madre, de espaldas a él, a cuatro patas, con el culo en pompa y mostrando su coño peludo. Se había hecho tantas pajas pensando en un momento así que se calló, y no dijo nada, se dejó hacer, como siempre en manos de Perico.

-¡Mírala Juan! ¡Le gusta lo que hace, es una puta! ¡Díselo!, te la ha puesto dura, estas deseando metérsela, ¡Ahí la tienes, toda para ti! ¡Hazlo, follatela! -decía Perico sin dejar de pajearle. Juan estaba verdaderamente excitado, fuera de sí, incapaz de razonar. Perico le dio un empujón y se quedó justo detrás de su madre, las manos del pastor se apoyaron en los hombros del chico y se dejó caer. Arrodillado detrás de Isabel, entre sus piernas, con la verga en la mano

-¡Eres una puta mamá! ¡Te voy a follar, te la voy a meter como te gusta! -dijo Juan embistiendo a su madre, de un solo golpe la clavó en su sexo. Isabel no estaba lubricada, nada más lejos que excitarse con aquella situación, intentó soltar un grito de dolor al sentir la penetración pero su boca taponada por la verga de su cuñado no pudo expulsar ningún sonido.

-¡Muy bien Juanito, muy bien! Así me gusta, ahora sí que veo que llevas sangre de la familia.  ¡Fóllatela bien! Le gusta, solo es una puta, ¡tíratela! -animaba el tío Antonio

Durante las últimas semanas Perico, el pastor,  había sabido sacar todas las fantasías que el chaval retenía dentro de sí relacionadas con su madre. Isabel se había convertido en el foco, la obsesión de aquellas sesiones de masturbación compartidas. Tantas veces le había hecho decir a Juan que su madre era una puta,  que ella estaba para satisfacer sus deseos, tantas pajas los dos imaginando situaciones como la que ahora tenía delante, imposible contenerse, el deseo estaba a flor de piel, se había convertido en algo obsesivo.

Dos o tres minutos penetrando a su madre y se corrió, no pudo aguantar más. Juan estaba fuera de sí, como si todo aquello fuese uno de sus sueños. Las manos  de Perico tirando de sus brazos para que se levantara le hicieron reaccionar, volver a la realidad.

-¡Aparta chaval, me toca! Hoy prefiero el culo de tu madre al tuyo, imagino que lo comprendes -dijo Perico escupiendo sobre el ano de Isabel y presionando su verga en el ojete.

Las frecuentes enculadas que Isabel recibía por las noches hacían que lo tuviese suficientemente dilatado para no ofrecer demasiada resistencia. Un buen par de empujones y la verga de Perico se clavaron hasta el fondo. Isabel no ofrecía la más mínima resistencia, seguía con la verga de su cuñado que llenaba su boca y alcanzaba hasta el fondo de la garganta, le costaba respirar, una sensación mezcla de ahogo y ganas de vomitar. Como dijo Isabel días atrás se había convertido en la muñeca hinchable de los hombres de la finca.

-¡Vámonos chaval! Tenemos que sacar las ovejas a pastar.  Seguro que a ella no le importa que repitas en otro momento -dijo Perico nada mas correrse en el culo de Isabel

-¡Claro que no le importa! ¡Donde la meten 5, la meten 6! ¡Cuantas más mejor! A Isabel le encantan las vergas. ¿Verdad que si Isabel? ¡Díselo, vamos díselo! -gritaba Antonio que sacó la verga de la boca de su cuñada para obligarla a decir aquello delante de su hijo.

-¡No… no me importa hijo! puedes hacerlo cuando quieras - dijo al fin Isabel. Quizás había sido la frase que más le costó pronunciar en su vida, incapaz de mirar a Juan a los ojos, humillada, sometida, incapaz de ofrecer resistencia.

-Así me gusta, muy bien cuñada. ¡Venga, vosotros a currar, que las ovejas no salen solas a pastar! -dijo Antonio mirando a los dos hombres que salieron del corral llevándose al rebaño.

SOMETIDA Y HUMILLADA, EL NUEVO ROL DE ISABEL

Perico se encargó desde ese día de meter en la cabeza de Juanito la idea de que su madre tenía tantas ganas y necesidad de sexo que se entregaba voluntariamente al primero que lo deseara. Al atardecer cuando encerraban el ganado Juan solía acompañar a los pastores a su vivienda. Comenzó a participar de las sesiones de sexo de los tres pastores con su madre como si fuese uno más de ellos.

Madre e hijo se comportaban como dos extraños, el distanciamiento era total. Isabel consciente del riesgo que corrían sus hijos de no someterse a los caprichos de su cuñado se resignó a ser vista y tratada como una puta.  Ella lo hacía por protegerlos pero su frialdad y falta de explicaciones hicieron que realmente sus hijos creyeran que había cambiado, se comportaba como una extraña. En Juan había nacido un sentimiento de desprecio y resentimiento  hacia su madre que se encargaba de alentar su primo Jorge repitiendo la misma frase “todas son iguales, mi madre era como la tuya, les pueden las ganas de sexo”. Perico y su tío se encargaban de repetir lo mismo. Algo parecido le ocurría a su hermano José aleccionado por Rosa que seguía las indicaciones de su padre.

Un día el tío Antonio reunió a los dos hermanos en la casa -Hijos los dos veis cómo se comporta vuestra madre. Me avergüenza, soy incapaz de tratarla como mi cuñada, no me merece ningún respeto, ha perdido su dignidad y se comporta como una golfa salida. No consentiré que arrastre por el barro el nombre de la familia. Mi hijo tenía razón, las mujeres así hay que tratarlas con mano dura si quieres que permanezcan a tu lado. La otra opción es echarla de casa, quizás deberías iros todos con ella -

Como buen jugador de poker Antonio acababa de apostarlo todo a  “un farol”. Nada más lejos de sus intenciones que cuñada y sobrinos se fuesen de la finca y se descubriera su existencia. Pero para llevar a cabo su plan necesitaba la connivencia de sus sobrinos, sin ser conscientes de ello si reaccionaban como esperaba serían los mejores guardianes del secreto que pretendía ocultar a toda cosa.

-¿Qué culpa tenemos los demás de que ella sea una puta? yo soy feliz aquí -dijo Juan dejando bien a la vista el desprecio que sentía por su madre.

-¿Os habéis vuelto locos? Es nuestra madre de quien estás hablando Juan, no pienso despreciarla.  ¡No me gusta lo que veo últimamente y mucho menos lo que escucho! - Respondió José harto de escuchar los continuos comentarios despectivos de su hermano. Había aguantado lo que decían sus primos y su tío de Isabel en las últimas semanas pero aquellas últimas palabras sobrepasaba el límite de lo que cualquier hijo podía escuchar referido a su madre.

-¡No te hagas el digno ahora José! ¿Qué diría tu madre si conociera el tipo de relación que han tenido sus hijos durante años? Lleváis años follando entre vosotros como conejos.  De tal palo tal astilla, puta la madre, putos los hijos -recriminó Antonio a su sobrino en tono despectivo

-Prefiero que se sepa la verdad de una puta vez  a vivir siempre bajo tus amenazas tío. Me gusta Rosa pero no estoy dispuesto a ser un muñeco como mi hermano. Hablaré con mi madre y si ella quiere me iré con ella de aquí, mis hermanos que hagan lo que quieran -dijo José convencido. Era algo que llevaba mucho tiempo pensándolo.

Antonio estaba rojo de ira mirando a su sobrino, no podía consentir aquello de ningún modo, tenía que impedirlo a toda costa.

-¡Sube a tu cuarto desagradecido! ¿Así me pagas la hospitalidad? Yo que os he tratado como si fueseis mis hijos - gritó enfurecido Antonio.

José subió a la segunda planta seguido de su tío que se apresuró a cerrar aquella robusta puerta de madera una vez que entró su sobrino dejándolo encerrado. -Haré que entres en razón o no volverás a salir de ahí - le dijo al cerrar.

Aquel mismo día Antonio hizo volver a Isabel a la casa y dejar la vivienda de los pastores. Reunió en el salón a sus hijos y a sus otros dos sobrinos en presencia de Isabel -Desde hoy dejas de ser mi cuñada, nadie te llamará Isabel, ni tía,  ni madre. Serás solo “la perra” de la casa y todos te tratarán como tal. De tu actitud depende que tu hijo José coma y beba cada día o no lo haga - dijo Antonio mirando fijamente a sus dos sobrinos.  Mientras decía aquello colocaba un grueso collar de cuero negro con una gran anilla metálica en el cuello de Isabel y en la boca una mordaza con una bola de látex que tapaba su boca. -Ni se te ocurra quitarte la mordaza “perra” si necesito que hables o que emplees tu boca yo la quitaré, nadie más-

Juan escuchaba satisfecho las palabras de su tío, el desprecio hacía su madre se había vuelto enfermizo. Quizás consecuencia de sus deseos reprimidos desde niño,  o su propia insatisfacción consigo mismo.

Teresa sin embargo escuchaba aquello aterrada pero en silencio. Su pensamiento estaba mucho más cerca de su hermano José que de Juan. Obligada a mantener aquella doble relación con su tío y su primo tenía pánico de ser tratada y vejada como su madre o encerrada como su hermano. Se sentía cobarde y despreciable por no rebelarse como su hermano José pero era incapaz de enfrentarse a su tío.

-Juan tu vivirás desde hoy con los pastores serás uno más de ellos, no quiero que vuelvas a estar con tu hermano mientras no cambie su actitud.  Y tú Teresa, ¿no dices nada?, sé lo que piensas. Tienes la misma actitud rebelde que tu madre, ¿quizás debería mandarte una temporada a vivir con los pastores? ¿O ponerte otro collar y otra mordaza? - dijo Antonio

-¡No hace falta padre! Teresita es dócil, bien aplicada y me caliente bien la cama, yo me encargo de ella, no dará problemas ¡no se preocupe! -respondió Jorge ante el silencio de Teresa

La vida continuó en la finca bajo las nuevas reglas impuestas por el tío Antonio. Rosa al tener a José encerrado había perdido su ración diaria de sexo con el que hasta entonces era su novio.   Su padre al tener a Isabel en casa, simplemente por el placer de humillarla la usaba sexualmente a diario al igual que seguía haciendo con su sobrina Teresa.

Rosa seguía durmiendo con su padre pero ya no la satisfacía como antes empezaba a estar más que molesta con la presencia de su tía y su prima que la estaban privando de las atenciones de su padre tan abundantes hasta su llegada. Ella era la encargada de subir una vez al día comida y agua a José que seguía encerrado en la planta de arriba.  Su padre le había encargado que supervise las tareas de Isabel y su vigilancia. Aquella falta de sexo que tenía últimamente Rosa la hacían masturbarse con frecuencia, un día se le ocurrió que podía probar a “la perra”

-¡Ven aquí perra!  Tengo muchas ganas de correrme, veamos qué tal se te da comerte un coño. Esfuérzate en hacerlo bien, si no consigues que me corra no le daremos de comer hoy a tu hijo. -ordenó Rosa sentada en el sofá abierta de piernas  vestida solo una camiseta larga.

Isabel obedeció, arrodillada delante de Rosa se puso a lamer como una buena perra, era la primera vez que practicaba sexo con otra mujer. Estaba tan acostumbrada a ser humillada y usada de cualquier modo que ni se inmutó.

-¡Mmm que bien lo haces, me gusta, sigue, sigue! ¡Lame perra, lame, que lo estás haciendo muy bien, Mmm  !Ahh  ahh que rico! -Rosa se corrió por primera vez en la boca de una mujer. Aquella experiencia le gustó y desde aquel momento la repetiría con cierta frecuencia.

Las perversiones y humillaciones de Rosa hacia Isabel iban parejas a las que veía realizar a su padre.

-Padre, se me ocurre una idea que me resultaría morbosa ¿sabe que me gustaría ver mientras usted me monta? -preguntó Rosa

-Dime hija, ¿Que te gustaría?

-Ver a la perra apareándose con el hijo que tenemos encerrado. Verlos joder como si fueran dos perros hasta que la deje preñada, deberíamos hacerla criar antes de que sea demasiado vieja ¿Qué opina padre? -preguntó Rosa que veía en aquello una forma de quitarse competencia y recuperar de nuevo el deseo de su padre por ella.

-Jajaja cada día te pareces más a tu padre. Estoy de acuerdo, puede ser buena idea. Encárgate de que la perra no tome más pastillas anticonceptivas, deja un par de días sin comer ni beber a José, cuando le  apriete el hambre y la sed su propia madre le pedirá que la monte. -respondió el sádico Antonio

-No se preocupe padre, me encargaré de todo -dijo Rosa

-Voy a encadenar a José desnudo con los brazos en cruz, quiero que su madre lo vea para que se vaya mentalizando. Estos dos días como te dije no le darás de comer ni beber salvo un zumo al atardecer con un par de pastillas azules disueltas que te daré... Avisa a Juanito que venga por las tardes cuando encierren al ganado, hace días que no monta a su madre, haremos que lo haga delante de su hermano. Mientras lo hacen quiero que los dos vean como se empalma el otro . -decía Antonio que a medida que pensaba en la idea que le había dicho su hija su retorcida mente la desarrollaba de un modo más sádico que perverso.  La vejación de su familia parecía no tener límites para él.

Padre e hija parecían definitivamente haberse vuelto locos. La obsesión de Antonio por someter a su cuñada y sobrinos queriendo evitar se descubriera su existencia le estaba llevando a cometer todo tipo de delitos, violación, abusos, secuestro, chantaje, malos tratos, etc. etc.

Mientras padre e hija maquinaban aquella vejación la pequeña Teresa estaba entregando un pedido al distribuidor de los quesos.  Mientras cargaban el pedido en la furgoneta del hombre Teresa no lo pensó más y decidida le pidió al pobre repartidor si podía acercarla al pueblo, el buen señor encantado acepto. La pobre Teresa estaba harta de aquella situación, su hermano encerrado, su madre tratada como un perro y ella siendo abusada a diario por padre e hijo. Fue directa al cuartel de la guardia civil, en mono de trabajo, con una sola idea en la cabeza, acabar con aquella situación al coste que fuera necesario.

El pobre guardia que le tomó declaración no se podía creer las atrocidades que estaba escuchando.  Un par de horas después dos patrullas acompañaban a Teresa a la finca y liberaron a José de su encierro.  Isabel agradecida se abrazaba a Teresa y su hijo cuando salió del encierro. Antonio, sus hijos y los pastores fueron detenidos acusados de todo tipo de delitos en espera de juicio. Días después la familia descubrió que eran los herederos legales de la mitad de la finca. En el juicio que se celebró el juez dictaminó que la otra mitad de la herencia fuese adjudicada a Isabel y sus hijos en concepto de daños y perjuicios.

Tan solo había un tema pendiente, Juan, no fue denunciado ni por su madre ni hermanos que estaban dispuestos a perdonarle. Estaría avergonzado y en deuda con su familia el resto de su vida, tan solo pidió una cosa, encargarse del ganado, vivir solo en el corral, necesitaría mucho tiempo para poder mirar a su madre a los ojos.

FIN DE LA HISTORIA

Queridos lectores espero que os guste el final de esta dura historia de relaciones familiares, ambición, incesto y violencia.

En próximas publicaciones continuaremos con los relatos de la saga “Cuarentena Coronavirus” y los finales de otras sagas pendientes.

Un abrazo para todos

MariaRuizRed