Violada por un paciente
Quede atontada pero no perdí el conocimiento, todo se veía borroso, pero podía ser consciente de lo que pasaba. Me arrastró hasta una punta de la habitación, era una esquina que era un punto ciego desde la puerta, solo se podía ver si se estaba dentro y Germán lo sabía.
A mitad del año pasado terminé mis estudios en Psicología. Ya venía trabajando en lo mío, en selección de personal para empresas. En uno de los cursos de Psicología forense que estaba anotada conocí una compañera que trabaja en un hospital psiquiátrico en Buenos Aires, más precisamente en Capital Federal. Me hizo contacto con la gerencia de RRHH para una entrevista y tres semanas después ya estaba trabajando en el hospital.
La primer semana fue realmente fácil, me llevaban acompañada de otros profesionales a ver pacientes, por lo que supe después eran pacientes tranquilos o que estaban muy sedados por lo que el trabajo parecía realmente simple. Al pasar las semanas me di cuenta lo equivocada que estaba. Por la falta de personal en el hospital terminé en menos de un mes atendiendo pacientes, que supuestamente comenzaría a ver en 6 meses a un año, cuando tuviese más experiencia en el área.
Los días se hacían realmente largos, habían jornadas de 10 a 14 horas diarias. El sueldo no era suficiente, podría ganarlo en una empresa privada haciendo selección de personal y por supuesto en muchos menos horas y de lunes a viernes. Pero lo medité un par de días y decidí que la práctica profesional que conseguiría en el hospital lo valdría.
Las semanas pasaban, cada vez se hacía menos difícil el trabajo, aunque solía irme a casa con algún que otro moretón de pacientes violentos. Sobre todo en guardias nocturnas donde el personal era escaso.
Uno de los pacientes que atendía en el turno nocturno era Germán. Un chico de 19 años, que había sido internado por su padres por conductas violentas e intento de ataque sexual. Por lo que leí en el expediente, al ser su primer delito, el juez que llevó su causa en vez de enviarlo a la cárcel lo internó en el Psiquiátrico para no emporar su situación, ya que en un ambiente carcelario podría tomar otros malos hábitos y cualquiera que conozca a Germán diría que es un buen chico con problemas mentales.
La primera vez que lo entrevisté fue con una colega, en sí ella llevó la entrevista y yo acotaba algún comentario o le hacía alguna pregunta. Me dio una buena impresión era muy educado, hablaba bien y mostraba cierto nivel de cultura no muy común en jóvenes de su edad.
A las semanas de conocerlo, se me asignó como uno de mis pacientes. Lo visitaba diariamente, todo transcurría muy bien. Realmente me caía muy bien. Tenía una relación más cercana de lo que tenía con otros pacientes. Dentro de todo podía decirlo que no se me hacía pesado cada vez que lo trataba. Aunque una noche pagué por mi falta de profesionalismo.
La noche en cuestión fue un jueves por la noche. Una de las enfermeras me avisó que Germán estaba inquieto y seguía despierto siendo las 2 a.m. Le dije que yo me ocupaba y le pedí que me envié un enfermero para ir a sedarlos juntos. Era un protocolo del hospital que con pacientes masculinos un enfermero tenía que asistirnos por si el paciente se descontrolaba.
Habían pasado 40 minutos, le consulté nuevamente por el enfermero y me dijo que habían 3 enfermeros para 79 pacientes, que todavía tenía que esperar un buen rato.
Mi jornada ya había terminado hacía más de 2 horas, y quería irme a mi casa. Quería dormir aunque sea unas 4 horas que tenía que presentar una tesis al día siguiente.
Mi inmadurez, falta de experiencia, ansiedad, y varias actitudes de mi parte me llevaron a cometer un gran error.
Pasé por la farmacia del hospital y busqué los calmantes para Germán. Fui a su habitación. Se encontraba sentado en la cama cantando una canción que no supe reconocer. Le pregunté cómo se sentía y me dijo que era una puta que lo quería controlar, que él era un hombre y no se iba a dejar dominar, y otras cosas que no recuerdo seguramente por el miedo que me ocasionó verlo así, parecía otra persona. Le dije que no lo molestaba mas y que lo dejaba tranquilo. Me di vuelta rápidamente y me dirigí a la puerta, sentí detrás mío como saltaba de la cama al piso y me paralicé, estaba segura que iba a pagar mi error, sentía una angustia dentro mío que se hizo realidad. Me agarró del brazo y me tiró hacia atrás, caí al piso muy bruscamente, cuando quise reaccionar, vi como su puño iba hacia mi cara, y todo se puso nublado, caí hacia atrás y sentí mi nuca chocar contra el piso.
Quede atontada pero no perdí el conocimiento, todo se veía borroso, pero podía ser consciente de lo que pasaba. Me arrastró hasta una punta de la habitación, era una esquina que era un punto ciego desde la puerta, solo se podía ver si se estaba dentro y Germán lo sabía.
Sacó mis sandalias bruscamente, bajó mi pantalón blanco y finalmente arrancó mi tanga, que era de color blanco, siempre usaba este color ya que los pantalones del hospital eran algo traslucido, si usaba otra tanga de color que no sea blanco se notaba tenuemente. La tanga que estaba destrozada la metió en mi boca y la hundió bastante, me produjo arcadas, me llevó darme tiempo que podía respirar por la nariz. Separó mis piernas sentí como su cuerpo se recostaba sobre el mío y sentí su pija tocar mis labios vaginales, buscando mi orificio, apenas lo encontró sentí como la enterró hasta el fondo, hizo contraer todo mi cuerpo del dolor, el dolor fue tan intenso que me hizo recuperar mis sentidos que se encontraban afectados por el golpe. Fue como un shock de adrenalina que me hizo recuperarme en tiempo y espacio. Pude verlo sobre mi violándome como un animal, mi vagina se estiraba mas y mas con cada embestida, sentía como se dilataba, con tremendo miembro, no pude vérselo en ese momento pero me tenía completamente llena, la metía y sacaba, le gustaba sacarla toda para volverla a meter de golpe hasta el fondo, era un dolor desgarrador que cada vez se sentía mejor, me daba vergüenza sentirme así pero sentía mis pezones duros, no entendía si estaba en shock o qué, pero me permitía disfrutar ese dolor tan placentero. No entendía si me sentía atraída hacia Germán o era su pija que me producía ese placer que jamás había sentido, o tal vez la situación de ser violada como una puta, nunca fui una santa y el sexo violento siempre lo disfrutada pero jamás pensé que en una violación real podría estar sintiendo algo de placer. El miedo no desaparecía, pero el placer cada vez era mayor. Mientras me embestía violentamente sentimos un ruido en el pasillo de una camilla chocar contra una pared, eso hizo detener a Germán, aún con su pija dentro mío, me sujeto del cuello con su mano derecha viéndome fijamente, observando que haría, me quede quieta, espero unos cuantos segundos, y cuando nada pasaba, sacó su miembro de mi concha y se paró, me agarró de mi mano y me levantó de golpe llevándome al baño de la habitación.
Era extremadamente pequeño, solo había lugar para un inodoro, una ducha en la pared, sobre el inodoro y un lavatorio con un plástico plateado que hacía de espejo, ya que no se podían tener vidrios o elementos cortantes en la habitación.
Me hizo arrodillar y me puso su pija en la cara para que se la chupe, me sacó la tanga de la boca, corrí mi cara, pero reaccionó dándome una cachetada en mi mejilla izquierda, creo que no calculo la fuerza, porque me hizo caer de costado con la fuerza que me dio el golpe, creo que ni él lo esperaba, siempre fue muy delgada, pesaba 52 Kg y Germán me llevaba varios kilos de diferencia, el golpe termino siendo muy doloroso y no quería que siga golpeándome por lo que me acomodé y comencé a chuparle la pija, que estaba en camino a estar completamente erecta, le pasaba la lengua por la cabeza y parte del tronco, pero no le alcanzaba y terminó sujetándome mi cabeza, y haciendo el trabajo el mismo, metió su verga en mi boca o lo que entro, sentí su cabeza y parte del tronco dentro mío, bombeaba su pija en mi boca hasta donde entraba, no era mucho, más que mientras más dura y gorda se ponía era imposible que siga entrando, aunque siguió insistiendo, no paraba de darme arcadas, sentía que en cualquier momento vomitaba, me lloraban los ojos y mi mandíbula no daba más, sentía los huesos de la misma que se iban a romper.
Por suerte se detuvo y me hizo parar, me puso contra el lavatorio mirando al espejo plateado de plástico, lo sabía por dentro sabía lo que se venía, no tenía sentido resistirme, por lo que traté de relajarme y esperar que pase, miré fijamente el espejo, podía ver mi figura algo distorsionada, y la figura de Germán detrás mío, no sé que esperaba, pero se me hizo extremadamente larga la espera. Finalmente, con su mano izquierda me tomo de la cadera, con su mano derecha, me hizo inclinar mi torso hacia adelante, sacando cola hacia afuera, sentí su miembro entre mis nalgas buscando mi orificio, lo encontró y empezó a hundir su pija, en el primer intento mientras su cabeza luchaba por entrar en mi ano, se zafó, esta vez agarró su pene con su mano derecha y empezó a hundir, con más fuerza, sentía milímetro a milímetro como su cabeza entraba muy lentamente pero constante hasta que de un momento a otro sentí como se deslizó dentro mío, largué un grito en seco. Germán no perdió tiempo y con su mano izquierda tapo mi boca desde atrás, con su mano derecha me tomo de mi cadera y la hundía hacia atrás en dirección a su pija, podía sentir como entraba mas y mas dentro mío, su cabeza iba produciendo mucho dolor abriéndome la cola, hasta que la sentí toda dentro, sus huevos tocaron mis nalgas, y en ese punto, la sacó hasta la mitad y la enterró hasta el final, así una y otra vez, violaba mi cola con tanta violencia que sentía el lavatorio por romperse en cualquier momento, su pija cada vez dolía menos, y podía disfrutar algo, me odiaba por disfrutarlo pero realmente necesitaba ese sexo salvaje en mi vida. Ser tratada como una puta sin mi consentimiento, me hacía mojar, como no recordaba. Sentía mis jugos salir de mi concha y bajar por mis muslos. El ultimo año me enfoque de lleno a terminar mis estudios y en lo profesional que deje el sexo de lado practicante, solo con mi novio que no me daba el placer que necesitaba, Germán me dio lo que necesitaba.
Finalmente lo sentí gemir muy fuertemente, con su brazo derecho me tomo de la cintura, me hundió contra su cuerpo y con su pija hasta el fondo de mi cola largó toda su leche, que fue demasiada. Sentir esa cantidad de leche me hizo llegar al orgasmo, aunque traté de disimularlo lo más que pude, no quería que sepa que lo había disfrutado.
Quedó clavado dentro mío por casi un minuto hasta que su pija quedó flácida. Me soltó y mi cuerpo agotado se desplomó sobre el suelo, mis piernas estaban muertas, no sé si del miedo, la excitación o qué, pero me llevó varios minutos recuperarme.
Apenas pude me puse de pie, mire si Germán seguía allí, comprobé que no, me limpie con papel higiénico mis jugos vaginales y la leche de Germán que salía de mi culo, me puse el pantalón, las sandalias y levanté mi tanga rota y la guardé en mi bolsillo. Presioné el botón de emergencia de la habitación, e inmediatamente llegó una enfermera y luego una persona de seguridad.
Les conté como pude, me costaba unir las palabras. Les dije que quise sedarlo y se puso violento y me pegó para escaparse. Decidí no contar realmente lo sucedido, sentía mucha vergüenza de lo poco profesional que fui y sobre todo de haber disfrutado el sexo forzado.
Me tomé unos días de licencia. En ese tiempo me enteré que Germán fue atrapado cerca de su casa por la denuncia de un vecino. Decidí renunciar al trabajo, dije que quería alejarme un poco y terminar mi posgrado. Fui por una semana para pasar mis casos a otro profesional del hospital, si bien no conté de la violación, le informé al nuevo profesional de la conducta sexual de Germán, para que sea tratado como se debe y para que ninguna otra mujer pase por esa situación contra su voluntad.