Violada por un Duende
Hasta hace poco pensaba que los duendes eran solo una historia inventada, hasta que una noche descubrí que eran muy reales, y lo peor, es que te pueden violar
Violada por un Duende.
“Hasta hace poco pensaba que los duendes eran solo una historia inventada, hasta que una noche descubrí que eran muy reales, y lo peor, es que te pueden violar”.
Mi nombre es Laura, tengo 18 años y en estos momentos me dirijo hacia mi nueva casa. Mis padres trabajan en esas compañías que restauran casas viejas para luego venderlas a mejores precios. Una de esas casas viejas les gustó tanto a mis padres que decidieron comprarla. Lo malo no es que la casa sea muy vieja, creo que de principios del siglo XIX, sino que estaba muy alejada de la ciudad. Era un lugar como sacado de películas de terror, con muchos arboles con hojas caídas, mucho viento y ese silencio tétrico que es preámbulo de algo malo por suceder.
Habíamos llegado, era una casa muy grande de tres niveles, restaurarla completamente iba a costar una fortuna, pero era habitable en el estado en que estaba. De tras de ella había lo que parecía ser un pequeño bosque, lo que solo me hizo pensar que los mosquitos tendrían una fiesta en mi honor. Al entrar a la casa el olor a humedad me invadió, había estado deshabitada por mucho tiempo, no había electricidad, al parecer el sistema eléctrico estaba descompuesto y no sabía cuando lo repararían. Entré a lo que sería mi habitación, no estaba tan mal, era grande, tenía mi propio baño y un balcón con dirección al pequeño bosque que había al rededor de la casa.
Pensé que todo esto duraría unas pocas semanas, luego la casa sería completamente remodelada y todo este ambiente tétrico desaparecería. Después de desempacar las cajas, decido tomarme un pequeño descanso por lo que voy a dar una vuelta por ese bosque. Al andar por el, trataba de recordarme de cual película de terror es que lo había visto, estaba muy concentrada cuando de repente alguien me llama.
-Oiga jovencita, está usted perdida? -Me pregunta un señor con algunos pedazos de madera en sus manos.
-Ahh no, no estoy perdida, solo estaba dando una vuelta por el bosque, me acabo de mudar en aquella casa. -Le contesto señalando en dirección a mi casa.
-Pues le recomiendo que no dure mucho tiempo sola, no sea que le suceda algo malo por estos alrededores. -Me dijo aquel señor de forma muy seria, lo que solo aumento mis dudas por saber a que se refería.
-Por qué lo dice, es que hay algún asesino suelto por aquí?
-No que yo sepa. -Me contestó. Pero no hace falta que sean asesinos para hacer daño, existen muchas cosas que el hombre no puede ver pero que están hay y unos lastiman.
Todo aquello me pareció muy extraño, así que decido acercarme a aquel señor para preguntarle más de cerca que significaba todo aquello.
-Creo que si usted me dice claramente lo que me quiere decir, sabré entonces contra que me enfrento y como defenderme.
-Usted parece ser de la ciudad, dígame, cree usted en cosas sobrenaturales? -Me dijo aquel señor bajando la voz como para darle un efecto más terrorífico.
-La verdad es que si creo en cosas sobrenaturales, pero no en todas, hay muchas que solo son para asustar a los niños en las noches.
-Pues muchos de esos cuentos son más que eso, son reales y si se les cuenta a los niños no es para asustarlos, sino para que se cuiden.
-Vale, pues tendré cuidado. -Le digo.
-Y recuerde, no ande por el bosque muy tarde y cierre muy bien sus puertas y ventanas en las noches. -Me decía aquel señor mientras se alejaba de mí.
Todo esto me había parecido muy extraño, que tal si aquel hombre me quería decir que mi casa estaba embrujada o que había un monstruo en la zona. Decidí regresar a mi casa y tratar de olvidar esa extraña conversación. Habían pasado las horas, eran como las 22, estaba algo cansada y decidí ir a costarme. Me despido de mis padres y subo a mi habitación, estaba muy oscuro y solo me alumbraba el camino la pequeña vela que llevaba en mis manos.
Por más que trate, no podía dormirme, aquel lugar me era completamente desconocido, sin mencionar que los mosquitos habían formado un aeropuerto en mis oídos. Decidí tomar algo de aire, abrí las puertas que iban hacia el balcón, rápidamente una ráfaga de viento chocó contra mí. La noche estaba muy oscura, había luna llena pero estaba cubierta por unas nubes muy espesas. Del bosque ni hablar, solo se veía una oscuridad que no parecía tener fin, lo que me hizo sentir algo de miedo.
Estaba viendo la inmensa oscuridad cuando escuchó lo que parecía ser unas pisadas. Me puse más nerviosa aun y para tratar de tranquilizarme pensé que debía ser algún efecto del viento o tal vez algún animal caminando por los alrededores de la casa. Permanecí como unos cinco minutos viendo en vano los alrededores de la casa haber si encontraba ver algo que me tranquilizara, normalmente yo no estaría tan asustada, pero las palabras de aquel señor me habían despertado todo este miedo.
Decido volver entrar a mi habitación y cerrar bien las puertas, en ese momento sentí una extraña sensación, como si alguien me estuviera observando. Decidí creer que era mi imaginación, entré rápido a mi habitación, cerré las puertas del balcón y me arropé con mis sabanas hasta la cabeza.
A pesar del miedo que tenía logré dormirme esa noche. Habían pasado unos días y los extraños sonidos se hacían cada vez más frecuentes al igual que esa sensación de ser observada. Decidí contarselo a mis padres, ellos me dijeron que era solo mi imaginación, el vivir en un lugar tan apartado de la ciudad y aun sin electricidad en la casa causaban todo ese efecto en mi. Yo también decidí creer eso, pero las palabras de ese señor no me dejaban de rondar por mi cabeza.
Esa noche hacía mucho calor, por más que me resistí tuve que abrir la puerta del balcón y dejar que el aire fresco entrará a la habitación. Volví nuevamente a mi cama y me dormí. No recuerdo cuanto tiempo estuve dormida, solo se que me desperté por unos extraños ruidos. Cuando lo hago, me doy cuenta que estoy amarrada de pies y manos, intento gritar, pero también tengo la boca amordazada. Estaba muy asustada, quería pedir ayuda, pero no podía, pensé que iba a morir cuando de repente escucho una voz.
-Será mejor que te tranquilices, princesa mía.
Era una vocecita muy extraña. Tenía un sonido como algo ronca y macabra. Pensé que había sido un ladrón que se había metido a la casa, estaba muy oscuro y casi no podía ver bien. Solo veía una sombra en la esquina de la habitación, fuera quien fuera, estaba allí observandome. Estaba muerta del miedo, a medida que se iba acercando a mi pude diferenciar mejor a quien tenía frente de mi.
Al parecer tenía una muy baja estatura, tal vez menos de un metro. Con la poca luz que había casi no podía ver bien su cara, pero lo que apenas pude ver me dejó aun más aterrada. Aquel extraño ser tenía la nariz como alargada y las orejas puntiagudas, pude ver también unos ojos grandes y una espesa barba al rededor de su boca. Sin duda de lo que fuera aquello, no podía ser humano o bien era una deformidad de la naturaleza. A medida que se iba acercando a mi sentía más terror y trataba de escaparme, pero mis ataduras estaban muy apretadas y solo podía ver como aquello se acercaba cada vez más. Cuando estuvo cerca de mí, se subió a la cama y vi que en una de sus manos, tenía un cuchillo. Al ver esto me quedé inmóvil con la esperanza de que no me hiciera daño alguno. Con el cuchillo comenzó lentamente a romper toda la ropa que tenía puesta hasta dejarme completamente desnuda.
Sin decir palabra alguna, se acercó a mis pechos, tomó uno en sus pequeñas y arrugadas manos y comenzó a jugar con el, luego con su lengua, comenzó a lamer lentamente la punta de mi pezón. Con su lengua daba círculos al rededor de la punta. Luego comenzó a morder delicadamente la punta y a succionarla como si quisiera alimentarse de ella. Yo no era virgen, y sabía a la perfección lo que este extraño ente querría de mi.
Se la pasó unos minutos jugando con mis tetas sin decir ni una sola palabra. Yo en cambió estaba algo más calmada y sin darme cuenta me estaba comenzando a gustar todo aquello. Su lengua era caliente y algo áspera, con ella fuera lamiendo todo el trayecto hasta llegar a mi coño. Cuando llegó allí, de la forma más promiscua comenzó a oler fuertemente mi coño, y con una risa maliciosa, aquel ser dijo:
-Jejeje, ese olor a hembra que tienes me pone a mil, no puedo esperar a comerte este rico coñito.
Sus palabras me parecieron muy perversas, pero no podía negarme que en el fondo deseaba que me lo comiera como me había dicho. El siguió embriagandose con el olor de mi coño hasta que con uno de sus pequeños dedos, recorrió todo el camino de mi coño, luego abrió delicadamente mis labios y dio un pequeño lametón como si estuviese probando su comida. Su lengua seguía igual de caliente, con ella comenzó a lamer todo mi coño, no había lugar que no hubiese probado, yo en cambió ya ni sabía si era miedo o placer lo que sentía, pero no quería que acabará. El extraño ser dejó de lamer mi coño para succionar mis fluidos como si de miel se tratara. Mi respiración se había hecho muy rápida y no era por los nervios, más bien por el orgasmo que estaba apunto de tener.
No quería admitirlo, pero aquella cosa me estaba dando placer, me sentía sucia, como si fuera la puta más barata, pero a medida que se acercaba el orgasmo iba cambiando de opinión. Con unos cuantos de sus dedos comenzó a penetrarme muy salvajemente mientras seguía lamiendo mi coño. Por más humana que fuera, el placer se había hecho demasiado intenso y no pude evitar estallar en un grandísimo orgasmo.
Mi respiración era muy rápida, todavía no me había recuperado del todo cuando le oí decir:
-Jejeje, veo que te has divertido bastante, creo que ahora es mi turno.
A pesar de la poca luz que había, pude ver como se bajaba sus pantalones y sacaba de ellos lo que parecía una gran polla muy dura. Al ver tan tremenda polla no pude evitar fruncir el ceño, no por la monstruosidad de aquella polla, sino por el hecho de que un ser tan pequeño de menos de un metro tenga una polla de esa proporción. A pesar de que me había calmado un poco, comencé nuevamente a sentirme nerviosa, esa polla era muy grande y no creo que mi coño pueda contenerla toda.
-No te preocupes, ya estas bien lubricada, mi princesita. -Me dijo aquel ser como si supiera lo que estaba pensado.
A pesar de estar toda amarrada, me volteó e hizo colocar la cabeza en cima de la cama y mi culo hacia arriba. Pude sentir como la punta de su polla recorría mi coño buscando la entrada. Lentamente fue introduciendola, a pesar de que estaba muy lubricada, no pude evitar sentir dolor, aquella polla era muy inmensa y no sabía si podría aguantarla.
-Joder, joder, pero que apretado tienes el coño. -Le oí decir, mientras seguía metiendo su polla.
No creí que fuese posible, pero toda aquella polla estaba dentro de mí, lentamente comenzó a embestirme, a medida que iba avanzando el tiempo el dolor iba desapareciendo y el placer tomaba su lugar. No sabía que estaba sucediendo, si todo aquello era real, pero de algo si estaba segura, es que nunca había gozado tanto. Aquella polla monstruosa estaba apunto de partirme el coño en dos y no me importaba, solo quería más y más. Podía sentir como mis fluidos se escurrían por mis piernas, la dura y caliente polla que tenía dentro y la inminente llegada de mi segundo orgasmo.
Pensaba que iba a morir, el placer era demasiado intenso, nunca había gozado tanto, cuando no pude más, exploté como nunca con el orgasmo más intenso que había sentido en mi vida hasta ese entonces. Poco después aquel ser extraño se corrió jadeando un poco, a pesar de eso, lamió nuevamente mi coño hasta dejarlo libre todo mis fluidos. Se subió sus pantalones, y se arregló. Se acercó a mi nuevamente con su cuchillo, solamente que esta vez no sentí miedo, con el cortó mis ataduras y me dejó libre.
Con su mano acarició mi mejilla y me dijo:
-Has estado riquísima, princesita. Hacía tiempo que no comía tan bien.
-Comía? -Le pregunté intrigada.
-Así es, para mi los jugos vaginales son la cosa más sabrosa sobre la tierra, hacía tiempo que no comía los de una jovencita como tu.
Estaba algo perpleja, aquello me había dejado impresionada. No sabía que existieran seres que se alimentaran de los fluidos vaginales.
Cuando se iba aquel extraño ser de mi habitación le pregunté una última cosa.
-Espera, quiero saber que coño se supone que eres, eres humano o eres algo más?
-Si de verdad quieres saberlo, deja las puertas de tu balcón abiertas y acuestate sin ropa, así me ahorraras trabajo.
Dicho esas palabras se fue de mi habitación desapareciendo en el espesor de la oscuridad de la noche y dejandome con la intriga de saber que coño había sido todo eso.