Violada por mi marido y mi suegro
Hola, mi nombre es Irene, tengo 68 años y desde hace tres me ocupo de atender a mi suegro, un hombre de casi 90 años que apenas se puede mover, por lo que me toca hacérselo todo, y cuando digo todo es todo.
Hola, mi nombre es Irene, tengo 68 años y desde hace tres me ocupo de atender a mi suegro, un hombre de casi 90 años que apenas se puede mover, por lo que me toca hacérselo todo, y cuando digo todo es todo.
Todo empezó cuando a causa de la crisis económica mi marido decidió sacarlo de la residencia y traerlo a casa, en aquella época el hombre aun se valía por si mismo y no representaba mayor molestia, hasta que le dio una trombosis y se quedo casi paralizado. Fue a partir de ahí cuando yo comencé a hacerme cargo de el y a actuar como su enfermera particular, dándole de comer, aseándolo, vistiéndolo…
Al principio todo iba bien, aunque al asearle por sus partes notaba como se le ponía un poco dura, cosa que supuse que era normal, al fin y al cabo aunque anciano no deja de ser un hombre y yo le estaba trasteando sus partes para lavarlo, hasta que un dia mientras le aseaba, de pronto empezó a tocarme uno de mis pechos. Le aparte la mano e intente terminar pero el insistía en tocarme y cada vez parecía mas excitado, por lo que me queje a mi esposo, contándole lo que me había pasado y que su padre me había tocado los pechos mientras le aseaba.
Mi marido es un militar retirado de 70 años con un carácter muy fuerte y bastante machista, de hecho mi misión en el matrimonio fue única y exclusivamente hacer de ama de casa y criar a nuestros cinco hijos, todos casados ya e independizados.
El caso es que al contarle la situación no le dio importancia y me dijo que no pasaba nada, que solo era un pobre viejo inválido y que no le diera mayor importancia. Esa misma noche al ir a ponerle a hacer sus necesidades antes de dormir estaba totalmente erecto, aunque haciendo caso a mi marido le puse la “chata” para que orinase, pero claro, con aquello erecto no había manera y además notaba como su mano me empezaba a tocaba el trasero intentando colarse bajo mi falda. Enfadada volví donde mi marido y le volví a explicar la situación, diciéndole que viniese conmigo y me ayudara ya que era su padre y con el delante se tranquilizaría.
Subimos a su cuarto y le volví a poner a orinar, esta vez sin problemas, pero al lavarle volvió a tener una erección, esta vez con mi marido delante y se lo dije, - ¿ves lo que te decía Paco? A lo que mi marido quitaba importancia, mujer, me decía, que solo es un pobre viejo, no es para ponerse así, seguro que no lo hace a propósito, además puedes dejar el tema zanjado de una manera muy sencilla. ¿Cómo dices? Le dije yo. Muy sencillo Irene, si el hombre esta tenso haz que se relaje…
Yo no salía de mi asombro, mi propio marido diciéndome que aliviase a su propio padre, me quede sin saber que decir hasta que me tomo de las manos y las llevo sobre el pene de su padre. Yo di un respingo hacia atrás y le dije que si estaba loco, que eso era una asquerosidad y que conmigo no contase para eso, que si quería aliviar al viejo que contratase una fulana.
Me volvió a coger de las manos y me volvió a llevar hacia su padre diciéndome que no teníamos dinero para eso y que esta era la única solución, me gustase mas o menos, obligándome a poner mis manos sobre su pene totalmente erecto.
Yo le decía que no, que no quería pero mi marido es un hombre fuerte, 190 de alto por 100 kilos de peso y yo apenas mido 160 y pesare unos 65 kilos, por lo que no tenía muchas opciones de resistirme, aunque forcejee con el todo lo que pude mientras el viejo me sobaba por donde podía hasta que de pronto me agarro del pelo y grito; ¡ QUE LE HAGAS UNA PAJA, COÑO ¡
Me quede blanca, como una niña cuando la riñen me subió una congoja por el pecho y empecé a llorar… ¡ Qué SE LA HAGAS ¡ me volvió a decir dándome un golpe en la cabeza. Aterrada comencé a hacérsela llorando mientras notaba como el viejo me sobaba los pechos y mi marido me tenia cogida por el pelo empujándome hacia el.
Por favor, no… le decía, pero el insistía en que continuara haciéndosela.
Yo no paraba de llorar e intentaba que no pudiera tocarme, hasta que de nuevo mi marido me agarro por los brazos y le dejo campo libre para tocarme todo lo que quisiera.
Vamos Aita, toca… le decía mientras el viejo me las sobaba y apretaba con la poca fuerza que tenia. SI MI PADRE QUIERE TOCARTE LAS TETAS TE LAS TOCA, ¿HAS ENTENDIDO IRENE? Me dijo y acto seguido me levanto la blusa mostrando mis pechos cubiertos únicamente por el sostén. No tardo el viejo en meter la mano y sacar uno de los pechos del cazo del sujetador, a mi edad y después de haber tenido cinco hijos los pechos los tengo algo caídos, blandos y de tamaño medio, pues uso una talla 90C.
Me apretaba el pecho y tiraba del pezón como intentando sacar leche, por lo que mi marido me dijo que si el aita quería teta que le diera teta, obligándome a ponerle el pezón en la boca y dejar que me lo chupara.
Para entonces ya estaba con los dos pechos fuera, mi marido sujetándome por detrás de los brazos y notaba como el también se había calentado y se restregaba contra mi trasero. Me soltó los brazos y me dijo que siguiera masturbándole, yo estaba aterrada cuando de pronto note como mi marido me levantaba la falda. NO, ESO NO le dije cuando de pronto sentí un golpe en la cabeza que me hizo bajarla hasta ponerla prácticamente a un palmo del pene del viejo. El muy cerdo ya esta desnudo y no me había dado cuenta, me ladeo las bragas e intento penetrarme allí mismo. Yo le decía que parara, le suplicaba, intentaba meterla pero no podía, estaba totalmente seca, hasta que escupió en su mano y me la paso por mi sexo empapándolo con sus babas y abriéndolo con sus dedos hasta que de un golpe me penetro produciéndome un dolor espantoso.
Yo estaba aterrada, con mi cabeza sobre el viejo empalmado mientras mi marido me violaba. Permanecimos inmóviles un rato hasta que de pronto me dijo; ¡ AHORA CHUPASELA ¡ me cogió por los pelos y me obligo a metérmela en la boca mientras el de dos embestidas mas me la metió hasta el fondo.
Yo chupaba y lloraba hasta que el viejo se corrió en mi boca provocándome arcadas y que el semen se me saliera por la nariz. Me apartó del viejo y me dijo que terminara de lavarlo y fuera a nuestro cuarto a terminar lo que había empezado, pero eso ya lo contaré en otra ocasión.