Violada por el Sr. Q. (2)

Debido a la excelente acogida de la primera parte continuo con lo que sucede con Marcia despues de su violación y al llegar a su casa. (con fotos)

En la primera parte, que les sugiero leer primero , el Sr. Q. me viola cuando acudo donde él para pedirle trabajo, yo debo quedarme callada debido a las muchas deudas que tiene mi marido y que el Sr. Q. como distinguido abogado se encarga de cobrar. Al llegar a la casa debo “compartir” la violación con mi marido para no volverme loca.

Al terminar de follarme, Q. se retira satisfecho y mira orgulloso como mi conchita  exuda su abundante leche. Saca una cámara fotográfica del cajón de su escritorio y toma un acercamiento de su obra.

Atontada aún me subí la tanguita, la que gracias a Dios conservaba aún el protector diario, así evitaría que su semen escurriera por mis piernas al caminar.

Q. hablaba por teléfono con Juan Carlos, explicándole que muy temprano pasaría un vehículo a buscarlo para su nuevo trabajo y otros detalles referentes a documentos para paralizar las cobranzas de las deudas y acerca del dinero que nos prestaría. Al ver que me retiraba me lanzó un chao Marcia, nos vemos mañana a las nueve para que comiences tu trabajo, no le respondí.

Aún era temprano pero decidí irme a la casa. Mientras iba de pie en el abarrotado metro noté la mirada de descarada de muchos hombres sobre mí, sentía como que todos sabían que me acaban de follar ya dos veces en el lapso de una hora, y que además, eran hombres distintos. El tipo que estaba sentado frente a mí quedaba demasiado cerca de mi conchita para mi gusto, seguro percibía mi olor a sexo. El muy cerdo cerraba los ojos y aspiraba lenta pero profundamente poniendo cara de deleite, luego me miraba desde abajo con una cara que decía claramente, “quiero cogerte puta”. Traté de apartarme pero lo atestado del metro me lo impedía, cerré los ojos y me tragué mi vergüenza.

Al llegar a la casa Juan Carlos me esperaba aún desnudo, muy ansioso y contento.

Marcia mi amor, eres un genio, no sólo conseguiste trabajo para ambos, sino que también lograste que no nos quitaran nuestra casa y las cosas y que yo no fuera a la cárcel,  eres súper, no se como agradecértelo, ¿cómo lo hiciste?

Me limité a sonreír, ¿qué sentido tenía explicarle?, ¿cómo podría explicarle lo sucedido?

Me zampó un beso, su lengua jugaba dentro de mi boca. Con culpa recordé que hace muy poco yo había besado a mi violador dándole las gracias como una tonta por la buena cogida que me había dado. Con morbo recordé lo sucedido, como estando Juan Carlos al otro lado de la línea yo podría haber gritado o reclamado para evitar que Q. mi violara, recordé sus manos acariciando mis senos como lo hacía Juan Carlos en ese momento, las manos de Juan Carlos bajaron hacia mis piernas y en mi cabeza eran las manos de Q. que bajaban mientras yo no hacía nada por evitarlo.

Juan Carlos me tocó la conchita por encima de mi tanga; mmm, que caliente que estas. Me aparté, no quería que tocará mi conchita o se daría cuenta de lo mojada que estaba. Me debes algo le susurré al oído, se echó sobre la cama mostrando orgulloso su pene erecto.

Me arrodillé entre sus piernas como pidiéndole perdón, acaricié su pene con mi lengua sin mirarlo a los ojos como solía hacerlo, me daba vergüenza lo sucedido. Su verga tenía un gusto más fuerte de lo normal y estaba como pegajoso, recordé que me había follado en la mañana dejándome sin acabar. Si no lo hubiera echo, o si yo no me hubiera quedado tan caliente, o incluso si hubiera tenido la precaución de lavarme después de que Juan Carlos me la llenó con su leche, entonces mi conchita no hubiera estado tan mojada, Q. no se hubiera equivocado pensando que su actitud me excitaba cuando sus dedos descubrirán mi conchita tan mojada, tampoco su gran verga se hubiera introducido en mi con tanta facilidad.

Me sentía culpable, culpable de no haber podido evitarlo, culpable de haber tenido un orgasmo, culpable de haberlo besado después. Trataba de expiar mi culpa dándole la mejor mamada de su vida a mi marido, le limpiaba el ojete de su miembro con la punta de mi lenguita, me lo metía en la boca hasta tocar mi garganta y donde las arcadas no me dejaban seguir, se lo lamía como si fuera un rico helado, me comía a besos sus bolas mientras mi dedo exploraba su ano, incluso le lamía esa sensible zona que va desde donde terminan los testículos hasta su ano. Necesitaba imperiosamente expiar mi culpa.

Juan Carlos estaba en la gloria, sin embargo, mi mente no lograba alejarse de lo pasado,  veía su pene y recordaba la gran verga de Q. toda mojada con mis jugos y la leche de Juan Carlos. Besaba su glande y me imaginaba como sería besar el glande de Q., ¿me cabría en la boca?, ¿podría chuparselo como se lo chupo a Juan Carlos?, ¿me obligaría a hacerlo?. Escuchaba los gemidos de placer de Juan Carlos y recordé que Q. me había follado en silencio. Recordé también la gran cantidad de leche con que Q. había llenado mi vagina, lo caliente y rica que se sentía dentro mio, y como ésta escurría entre mis labios cuando Q. me había fotografiado.  Realmente Q. arrojaba bastante leche, ¿querría terminar en mi boca?, ¿le gustaría que me la tragara directamente o como Juan Carlos preferiría que le mostrara mi boquita llena  y que nos besáramos antes de beberla?, ¿podría realmente tragarla?, ¿qué gusto tendría?.

Realmente esto no estaba funcionando, necesitaba sacar a Q. de mi mente, necesitaba exorcizarlo de mi cuerpo. Necesitaba que mi vagina olvidara que había sido tocada por esa varita mágica que llenaba todos mis pliegues y todos mis rincones. Era necesario que hasta la última gota de leche de Q. abandonara el cálido refugio de mi conchita.

Decidida a lograrlo me desvestí completamente. Mi conchita era una sopa mixta de mis jugos, los de Juan Carlos y los de Q. No me importó. Como una gata en celo me deslice sobre Juan Carlos hasta poner mi vagina en su boca. El trato de protestar, !estas muy mojada!. Si mi amor, estoy muy mojada, me pone muy caliente chupártelo, además, acuérdate que tu terminaste en la mañana y yo no, me la debes. Juan Carlos asintió y yo seguí con mi cantilena me has tenido toda la mañana saboreando este momento. quiero que me la chupes hasta hacerme acabar, quiero que tu lengua me recorra entera, quiero que tu boquita beba todos nuestros jugos, !los tuyos y los mios!. Si te portas bien y te tomas toda tu lechecita, como niño bueno, te daré un premio. Ambos sabíamos que premio quería él, mi culito seguía siendo virgen pese a los años de matrimonio.

La lengua de Juan Carlos comenzó a lamerme entera, en cada lamida su lengua llevaba hacia su boca parte de mi flujo, y con el la leche de Q., Juan Carlos se relamía de gusto por el abundante flujo y tragaba sin darse cuenta de mi engaño. Extrañamente me sentí aliviada, Juan Carlos sin darse cuenta y sin poder oponerse estaba siendo violado por Q. Creo que lo más difícil de aceptar para un hombre en caso de una violación es tener que someterse a que otro hombre, más macho que él, con la verga más grande, más gruesa, lo obligue a hacerle una felación y luego tener que tragarse su leche. Ignorante de todo, Juan Carlos me estaba dando una excelente chupada, su lengua se afanaba por alcanzar todos mis rincones, me deje llevar, comencé a disfrutar cada lamida, cada roce de su lengua con mi clítoris me encendía, como un juego comencé a gemir y a estimularlo con frases como, !que rico papito!, !chúpame así!, !más, más!, era yo quien controlaba todo, mis caderas comenzaron a moverse, me estaba follando la boca de Juan Carlos!!!, cerré los ojos e imagine que yo era Q., que me violaba a Juan Carlos por su boca, me vagina chocaba contra su boca y era como si la verga de Q. se introdujera en su boca, una y otra vez, como me habían dado a mi por la conchita yo le daba a Juan Carlos por la boca. Termine gozando como una cerda, en un orgasmo intenso y ruidoso. haaaaaaaayyyyyyyy.

Me dejé caer hacia un lado, temblaba entera, traté de ponerme en 4 patas como una perrita para que Juan Carlos cobrara su premio, si alguien me iba a desvirgar el culo que al menos fuera mi marido. Pero mis manos no tenían fuerza, sólo logré incorporarme sobre mis rodillas y afirmé mi torso en la cama, de esa manera estaba a su disposición, podía cumplir al fin su sueño de darme por el culo, estaba tan entregada que no podía oponerme de ninguna manera. Él no estaba para cosas suaves ni dilatar nada, me metió su verga de un golpe en la vagina y comenzó a darme bien duro, cómo a mi me gusta, rápidamente tuve un nuevo orgasmo, luego me dormí o me desmayé, mientras el me seguía cogiendo muy rico. Cuando desperté ambos dormíamos desnudos y abrazados. Era recién mediodía, pensé en levantarme pero que caso  tenía, mejor descansaba, Q. ya me había advertido que al día siguiente tendría un día de mucho trabajo.

Próximo Capitulo: El peor enemigo de Juan Carlos y como subastan mi culito virgen.