Violada pero contenta
¿Puede una violación ser consentida?, para Susana sí...
Nota: Si te ofendes por descripciones explícitas de sexo o del cuerpo humano, si es ilegal en tu país, si eres menor de edad según la ley de tu país, o si alguien piensa que tu podrías divertirte demasiado leyendo esto, para ahora y borra el texto de tu ordenador. Esto es puramente un trabajo de ficción,
con todos los caracteres y acciones descritas por mí procedentes de mi imaginación
. Como trabajo de ficción que es,
no indica acuerdo o aprobación de las actividades o acciones descritas
.
El autor no considera la violación como algo divertido, sino como un acto despreciable, y por supuesto, lo aquí escrito no es más que
un trabajo de ficción que nada tiene que ver con sus ideas
y por lo tanto, no debe ser sacado de su contexto.
Participantes: 4H 1M
Acciones descritas: Hetero, Orgía, Anal, Violación, Sexo oral
Nivel de consentimiento: Violación, Consentido.
Relación personajes: Desconocidos.
VIOLADA PERO CONTENTA
"La noche había caído sobre la ciudad y la chica, una atractiva joven morena vestida con un traje largo ceñido a la cintura, caminaba lentamente por la calle desierta y oscura tan solo iluminada por la luz de las escasas farolas.
Podía oír el sonido de sus pasos retumbando en la soledad de la noche, pero no estaba sola. Lo presentía y por eso se detuvo para mirar atrás. No había nadie, o al menos no podía ver a nadie. Volvió a caminar acelerando ligeramente el paso, a lo lejos podía ver la puerta de su casa, ya estaba cerca. Los sonidos de sus pasos habían cambiado, ahora resonaban con eco, lo que resultaba extraño a la chica, por eso volvió a detenerse a escuchar. Ahora sí lo oyó, a lo lejos, detrás de ella, pudo escuchar otras pisadas y una figura que pasaba bajo la luz de las farolas. Volvió a acelerar el paso, y pudo notar como el extraño que avanzaba a su espalda hacía lo mismo y acompasaba su ritmo al de ella. Caminaba deprisa, tratando de mantener la distancia con el desconocido. Tropezó, se levantó y siguió adelante. Comenzó a correr, su perseguidor también corría. Veía la puerta de su casa, le faltaban pocos metros para alcanzarla. Como pudo abrió su bolso y trató de buscar la llave sin dejar de correr. Las pisadas estaban cerca. Cada vez más fuertes. Con más velocidad. Encontró las llaves y las sostuvo en sus manos en posición para abrir con rapidez. Alcanzó la puerta, estaba casi a salvo, introdujo la llave y la giró. La puerta se abrió con un chasquido.
Sintió que la empujaban, algo o alguien la impulsó hacia dentro y cayó al suelo. Tras ella la puerta se cerró, y al girarse pudo ver la figura de aquel extraño, de pie mirándola. Comprendió que había cometido un error, un grave error, ahora estaba sola sin posibilidad de huir.
Se levantó tratando de correr sin rumbo fijo pero él la agarró y la golpeó volviendo a caer al suelo. El se echó sobre ella tapándole la boca para que no gritara, aunque de nada hubiera servido pues nadie podría escucharla. Mientras forcejeaba moviendo sus piernas, él trataba de subirle el vestido. Y entonces habló, con voz ronca, jadeante:
- Hermosas piernas. Deja de moverlas y tal vez no te pase nada.
Pero no era tan fácil, el terror se había apoderado de ella y quería gritar, patalear, golpearlo. Él respondió golpeándola con fuerza haciendo que sangrara por el labio. Eso hizo que su terror la paralizara temiendo algo peor.
- Eso es puta, déjame hacer y podrás vivir.
Le arrancó las bragas de un tirón y le colocó su mano sobre el coño frotándolo con fuerza. Ella sentía el peso de su cuerpo, que le impedía moverse, podía oler su aliento a alcohol y decidió no provocarlo más. Optó por la resistencia pasiva.
Entonces llegó el peor momento que podía haber esperado. Aquel hombre bajó la cremallera de sus pantalones y sacó su polla tiesa. Se acercó a su cara y la colocó a la altura de su boca.
- ¡Chupa!, ¡Chúpala! - le gritó.
Ella se negó, giró la cabeza, pero nada podía hacer. Tirando de sus pelos la obligó a abrir la boca. La polla, de gran tamaño, entró dentro. Tras mantenerla un rato dentro se volvió a colocar sobre ella tratando de metérsela.
- ¡Ábrete zorra!
Tiró de sus piernas y las separó con violencia, de un golpe metió su polla dentro y empezó a moverse compulsivamente."
Susana, sentada en la última fila del cine, contemplaba la escena mientras su mano acariciaba su coñito a través de la fina tela de las bragas. Se sorprendió al sentirse excitada y mojada, aquella escena de la película la había puesto a cien. No podía entenderlo, odiaba a los violadores, sentía pánico de ser violada, sin embargo, al margen de aquello, la violencia de la escena, el sexo forzado y rápido, la había excitado.
Cuando salió del cine estaba tan caliente que deseaba follar, deseaba ser follada. Caminó sin rumbo durante un rato en la noche y decidió ir a la zona en la que se solían reunir los jóvenes y los buscadores de marcha nocturna. Entró en una calle llena de bares, pubs y todo tipo de lugares de venta de alcohol. La gente se agolpaba en las puertas y se sentaba donde podía, en pequeños o grandes grupos bebiendo hasta caer sin sentido.
Se detuvo sin saber si continuar, la mayoría eran jóvenes. Ella tenía 30 años, pero era bastante atractiva, rubia, pelo largo, alta, largas piernas cubiertas con unas medias negras, vestida con minifalda y con una camiseta ceñida marcando el gran tamaño de sus pechos. Sabía que pocos hombres podían resistirse a su belleza y mucho menos un grupo de jóvenes adolescentes deseando tener su primera experiencia.
Deseaba tener sexo, esa noche deseaba sexo rápido y salvaje. No sabía si lo encontraría allí pero tenía que probar. Avanzó paseando por la calle, mostrándose a todos los que estaban fuera sentados o apoyados en aceras y coches. Podía oír algunos silbidos y piropos que algunos le lanzaban sin inhibición aturdidos por el alcohol.
Un grupo de chicos estaban sentados bebiendo en una esquina. Se acercó a ellos para que pudieran verla con más claridad, subió su falda más de lo que ya estaba y caminó mirándolos. Todos la vieron y por supuesto la piropearon y gritaron obscenidades que probablemente ni sus padres sabrían pronunciar. "¿Qué coño hago?"- se dijo - "¡son sólo unos críos!, ¿Qué busco? ¿Que me viole un grupo de adolescentes imberbes? ¡Odio a los violadores!, ¡Bastardos!"
Giró bruscamente, alejándose de ellos y subió a la acera. Al pasar por un pequeño callejón sin salida pudo verlos. Un grupo de cuatro chicos de entre 18 y 20 años, vestidos con ropas de cuero y botas militares, estaban sentados bebiendo.
Pasó delante de ellos y en cuanto la vieron comenzaron a gritarle.
- ¡Eh! ¡Rubia! ¿Buscas marcha?
- ¿Quieres un buen pedazo de carne?
Ella siguió caminando, pero se detuvo a unos metros de donde se encontraban ellos. Su mente calenturienta empezó a trabajar. Recordó la escena de la película y sus bragas volvieron a mojarse. Una parte de su cerebro le decía "¡corre!" Pero la otra decía "¡sexo!". Aquellos chicos tal vez podían satisfacerla, al menos parecía que podían tener más experiencia que los adolescentes de hacía un rato. Dio la vuelta y caminó hacia ellos. Cuando llegó a su altura todos se levantaron rodeándola.
- ¿Lo has pensado mejor rubia? preguntó uno de ellos, un chico atractivo y con pinta de llevar varios días sin afeitarse.
Susana avanzó hacia él y colocó su mano en la entrepierna agarrándole su paquete.
- Quiero saber si tenéis un buen pedazo de carne para llevarme a la boca.- respondió con voz sensual.
Los otros chicos lanzaron un grito de aprobación al oír aquello y se acercaron más, lo que aprovechó ella para acariciar el paquete de otro. Pudo sentir como uno a su espalda metía su mano por debajo de la falda y agarraba sus nalgas apretando con fuerza. Movió sus caderas y empinando su culo lo colocó sobre la entrepierna del que estaba detrás, frotándose con fuerza.
Todos estaban excitados y ella más caliente que una caldera. Si hubiera seguido habrían terminado follando como animales, pero eso no era lo que ella quería. No, al menos esa noche, después de haber visto aquella película en el cine.
- Bueno chicos, creo que será mejor que me vaya dijo apartándose de ellos y caminando en dirección por donde había llegado.
Al principio no reaccionaron, se quedaron sin entender su actitud, pero tan solo fueron unas décimas de segundo.
- ¡Será zorra! exclamó uno de ellos.
- ¡De aquí no te mueves!- gritó el que había estado delante de ella. Con un movimiento rápido, la agarró del brazo y la lanzó hacia el callejón sobre una montaña de cajas de cartón.
Ahora no había marcha atrás, los cuatro estaban frente a ella desabrochando sus pantalones. Había conseguido lo que buscaba, pero no sabía si había sido buena idea.
- ¡Ahora nos la vas a chupar a todos! - dijo el que parecía ser el jefe.
- ¡Y una mierda! - gritó Susana. Sabía que debía resistirse un poco si quería que la forzaran con algo de violencia.
- ¡Jode a esa mamona! pidió otro.
El primero avanzó hacia ella y le lanzó una torta que le hizo retumbar los oídos. Aquello no era lo que ella quería, al menos no tanta violencia. No deseaba resultar herida, tan solo quería sexo salvaje. Comenzó a sentir miedo, sin embargo, su sexo no dejaba de humedecerse empapando sus bragas. El chico la agarró por los pelos y le colocó su polla en los labios.
- ¡Chupa! Y hazlo con cuidado
Susana abrió la boca y se la metió dentro chupándola con el mayor interés que podía poner. Lo hizo con maestría y calidad. Tan bien lo hacía que pronto tuvo otra polla cerca.
- ¡Prueba con dos puta!.
Ellos se reían, mientras ella chupaba dos pollas al mismo tiempo. Era la primera vez que hacía aquello, es más, era la primera vez que mantenía relaciones con desconocidos, y estaba disfrutando.
- Esta zorra lo que quiere es que la obliguen - dedujo uno de ellos.
Mientras chupaba, los otros dos se dedicaban a levantarle el vestido y la camiseta. Al quitársela, sus pechos aparecieron desafiantes y con los pezones duros como rocas. Pronto estuvieron rodeados de manos que los sobaban y presionaban con fuerza. Estaba excitada y podía sentir los muslos mojados por sus secreciones vaginales. Aquello era lo más fuerte que le había ocurrido en su vida y lo peor era que le estaba gustando.
El primero que metió su polla en la boca volvió a empujarla sobre las cajas y sin darle tiempo a reaccionar le metió los dedos por la parte superior de las bragas y dio un tirón. Las bragas se rasgaron de una sola vez y las costuras se le clavaron a Susana provocándole dolor.
- Este chochito es mío gritó, apartando a los demás y dejando espacio para contemplarla.
Dos de ellos la agarraron por las piernas rompiéndole las medias y se las separaron dejando su coñito expuesto. Era un chocho arreglado, afeitado por los lados y con tan solo una fila de pelillos en su pubis. El chico metió la cabeza entre los muslos y pasó su lengua todo a lo largo de la raja.
- Ummm, ¡genial! Está mojadito y jugoso.
Susana gimió excitada al sentir la lengua y las manos tocándola.
Uno de ellos, le colocó sus testículos sobre la cara esperando que los chupara y desde luego no tuvo que esperar mucho, pues ella no le hizo ascos. Susana veía las pelotas de aquel tipo sobre ella y podía percibir su olor, mezcla de sudor y orín. No le desagradaba, la excitaba más si cabe y por eso las chupaba con gusto.
Sus pechos estaban siendo manoseados con fuerza y sentía la saliva fluir por sus pezones cada vez que alguno de ellos pasaba su lengua sobre ellos. El chico entre sus piernas se las había levantado violentamente y le estaba pasando la lengua desde su ano hasta su coño haciendo que se corriera de puro gusto.
- ¡Dejadme que me la folle! exigió el que estaba entre sus piernas indicando a los demás que se retiraran.
Cuando todos se apartaron, éste la cogió por los pelos y tiró de su cabeza acercándola a la de él:
- ¡Ahora verás como mi pedazo de carne te va a llenar! le dijo cara a cara, tan cerca que Susana pudo oler el aroma de su sexo y sus flujos en la cara de su violador.
Dicho esto, se quitó la cazadora y la camiseta dejando su torso musculoso desnudo, lo que gustó a Susana. Se echó sobre ella y sin ningún preámbulo, clavó con precisión su bestial rabo en el interior de su húmeda vagina. Susana, sintió la polla entrar hasta lo más profundo de su ser, lo que la hizo gritar, no de dolor, sino de gusto. El chico, se movía sobre ella con movimientos rápidos y ella, cada vez más excitada, podía oler su sudor que aún la provocaba más, tanto que llamó a los otros tres que miraban para que se unieran a la fiesta. Varias pollas fueron colocadas sobre su cara y una tercera la agarró ella con su mano para masturbarla.
- ¿Te gusta zorra? le preguntaban deseando que ella respondiera. Lo que no esperaban era que realmente ella lo hiciera.
- ¡Seguid follándome y callad! - les pidió entre sollozos
El chico que la follaba estaba ya al límite y comenzó a gruñir, al tiempo que la golpeaba con más violencia hasta que, sacando su polla, se corrió sobre su coño empapándolo con gran cantidad de semen caliente que empezó a chorrearle a lo largo de él. Susana, pensó que todo había acabado, que todos se retirarían, pero no tuvo tiempo de incorporarse. Violentamente, uno de los que tenía la polla en su cara, la agarró por su brazo y la levantó tirándola con fuerza sobre las cajas boca bajo.
- ¡Ahora es mi turno y quiero tu culo!
- ¡No por favor! Eso no - suplicó Susana mitad en serio mitad en broma.
La realidad era que nunca había sido penetrada por ahí, tan solo en sus juegos con consoladores, pero siempre después de una buena lubricación.
- ¿Qué pasa puta, acaso necesitas que te lubriquen? le preguntó el chico acercando su boca al oído.
- Sí, sí - gimió ella.
- Pues toma lubricante respondió otro de los chicos, derramando una lata de cerveza sobre su ano mientras otro separaba sus nalgas entre risas.
El que la iba a penetrar, pasó su lengua entre las nalgas para lamer la cerveza que chorreaba y sin esperar más agarró su polla de gran tamaño y la colocó a la entrada del ano. Susana se agarró con fuerza, a la espera del momento en que realmente fuera violada por su culo. El chico empujó con fuerza dejando caer su peso sobre ella, pero la polla no llegó a entrar, lo que produjo dolor a Susana.
- ¡Hija de puta! ¡ Qué culo más estrecho tienes! le espetó, pegándole un guantazo en las nalgas.
El chico enfadado y excitado metió sus dedos en el coño de Susana y los sacó empapados en sus flujos y manchados por el esperma de su amigo. Después, los metió en el ano tratando de abrirlo y dilatarlo lo suficiente para que su polla pudiera penetrarla.
Susana sintió gusto al notar los dedos hurgando en su recto, pero estaba tan excitada que deseó que fuera la polla lo que estuviera dentro. Y no tuvo que esperar mucho, de nuevo se repitió la operación inicial, colocó la polla a la entrada y empujó. Esta vez y tras una resistencia inicial, comenzó a entrar provocando gritos de dolor en Susana, que notaba sus músculos dilatarse y desgarrarse a medida que aquella verga la rompía sin piedad por dentro. Se agarró con firmeza a los cartones y cerró sus ojos con fuerza, aguantando las sensaciones de dolor que provenían de su ano. En ese momento deseó no haber estado allí, no haber provocado a aquellos chicos, pero era tarde, ahora tenía que aguantar, o bien disfrutar (si podía).
El chico se empezó a mover sin importarle si a Susana le producía dolor o placer, lo que le interesaba era su propio goce, y eso le hizo alcanzar con rapidez su orgasmo corriéndose dentro de ella. Susana sintió el caliente semen extendiéndose en sus entrañas y aquello le produjo gusto entre tanto dolor. Se había calmado, sabiendo que pronto la polla saldría relajando sus músculos. Lo que no esperaba, era que nada más salir la polla otro de los violadores se colocó en posición y sin dar tiempo a que su ano se relajara volvió a meterle la polla de un solo golpe, arrancándole otro grito de dolor que le hizo saltar las lágrimas. Esta vez el dolor le duró menos, el semen de la anterior penetración sirvió de lubricante y comenzó a disfrutar de aquella enculada. Tanto disfrutaba que no tuvo problema en chupar una polla mientras se encargaban de su trasero.
El chico al que le chupaba la polla derramaba cerveza encima de ella que la tragaba sin dejar de chupar, mezclando el olor del alcohol, el sudor y el semen como un afrodisiaco único. Sin esperarlo, la polla empezó a lanzar chorros de esperma sobre su cara, boca y pelos, que los recibió con la misma alegría que las gotas de agua en una ducha. Quedó empapada en semen que le chorreaba por su barbilla y mejillas, lo que no impidió al chico que se había corrido besarla saboreando su propio esperma.
Al poco rato, el que la estaba enculando sacó su polla y dándole la vuelta con violencia se masturbó sobre sus pechos hasta que se corrió sobre ellos lanzando ríos de semen sobre sus pezones.
- Ahora chupa tus tetas le ordenó el chico, y ella lo hizo sin esperar a que se lo repitieran limpiando tan solo los pezones y extendiendo el resto .
Después de todo aquello, los chicos recogieron sus cosas y se largaron dejándola tirada sobre los cartones. Susana se levantó y arregló su ropa como pudo. Su aspecto era deplorable, con sus medias rotas y su cara, pelo, y resto del cuerpo lleno de manchas de semen y empapado en cerveza. Caminó fuera del callejón lentamente, sintiendo el semen de su culo derramándose por sus muslos y entre sus nalgas. Estaba desconectada del mundo y ni siquiera podía notar la mirada de los que pasaban a su lado.
- ¿Puedo ayudarla, está bien? preguntó alguien.
Ella lo miró extrañada y respondió:
- No, ¿por qué? Estoy estupendamente y siguió caminando.
Sabía que había sido violada, que se había comportado como una puta pero estaba contenta, era lo que ella había buscado
FranK