Violada en mi casa
Relato de cuando fui violada a los 20 años en mi casa
Es un relato muy crudo y recomiendo quien puede sentirse sensible con estos temas no siga leyendo.
Este relato me ocurrió a los 20 años. Desde los 18 vivo sola en un departamento que me alquilaron mis padres para que pueda estudiar en Buenos Aires. Soy una chica normal, no me considero muy atractiva, pero siempre he llamado mucho la atención de los hombres. Mis amigas me dicen que es por mi forma de ser, que parezco la típica nena de papa y que eso le produce mucho morbo a los hombres, sobre todo a los mayores. A veces pienso si eso ayudo a que me pase lo del relato o fue una violación mas.
El día que fui violada, llegué a mi casa a las 18:40 hs., volvía de la facultad. Cuando llegué, estaba el encargado del edificio, sentado en la entrada. Me producía mucha incomodidad esta persona. Había empezado a trabajar hace un poco más de un año. Siempre me miraba con cara de depravado y siempre me hacía comentarios fuera de lugar que me ponían incomoda, nunca le contestaba solo lo saludaba, asentía con mi cabeza, y tomaba el ascensor.
Una vez en mi departamento, como siempre hacía me saqué las sandalias, y fui a lavarme las manos. En un momento escucho que golpean la puerta. Pregunté quien es, y me respondió el encargado del edificio.
-Necesito que me deje entrar, de su cocina esta perdiendo agua y esta filtrando al vecino del piso de abajo.
No lo pensé y abrí la puerta, no pareció nada raro, era un edificio viejo y siempre estaban pasando cosas.
Una vez dentro, recorrió todo mi departamento con su mirada, no parecía estar interesado en la cocina.
-Esta allá la cocina, le dije.
Me miró y se sonrió. En ese momento presentí lo peor. A través de su pantalón, vi que su bulto estaba inmenso. Se lo acarició.
-Salga ya mismo!!!!, le grite.
El cerró la puerta de un portazo, y quedé encerrada dentro con el.
Empecé a gritar: -Ayuda, ayuda,.... No llegué a pedir ayuda una tercera vez que me dió un golpe con su puño directo a mi boca. El golpe me expulsó hacia atrás casi un metro y medio y caí con mi espalda sobre la mesa del living. Caí al suelo, el golpe me dejó atontada. Sentía el gusto metalico a sangre en mi boca. Me dolía la lengua, que me la había mordido cuando me golpeó.
Quería gritar, pero estaba ida. Todo parecía una película y yo era una espectadora. Lo peor de todo que el único departamento que había en el piso a parte del mío estaba desocupado hace semanas y nadie me escucharía.
Se sacó sus zapatos, luego se bajó el pantalón y el boxer y quedó desnudo de la cintura para abajo.
Cuando ví su pene, entré nuevamente en pánico, no sabía que me iba a pedir hacer y encima era muy grande, tendría entre 18 o 20 cm, me daba miedo que tratase de meterlo dentro mio.
Su pene estaba bien duro, y colgaba como si tuviese una tercera pierna, no se mantenía parado, quizas por el peso, no lo sé.
Se acercó a mi, me agarró de mi cabello y me arrastró hasta un sofá de dos cuerpos del living, me tiro ahí, dejandome sentada, yo solo lloraba. Le suplicaba que pare.
Se arrodilló delante mio, metió sus manos por debajo de mi pollera y tomó mi tanga para bajarla. Comencé a darle manotasos en su cabeza para que pare. Lo único que logré fue enfurecerlo. Sacó sus manos de mi tanga, y con su mano derecha me agarró del cuello y comenzó a ahorcarme. Me estaba matando. Me faltaba el aire. Con la cara mas siniestra que ví en mi vida dijo: -Hija de puta, te lo digo solo esta vez, te voy a violar por todos lados y te vas a tranquilizar porque te rompo el cuello y me violo tu cadaver.
Esas palabras realmente me llegaron y sabía que eran verdad. Puse mis manos en mi cara y comecé a llorar muy fuertemente. Sabía que iba a ser violada, y solo podía esperar que todo acabe pronto.
Con sus manos, tomo mi tanga y me la sacó por debajo del vestido. La tomó con su mano derecha y se la llevó hacia su nariz. La aspiró un par de veces.
-Asi huelen las conchas de las calienta pijas, y comenzó a reirse.
Metió sus dedos, entre mis labios vaginales y empezó a penetrarme con estos. Cerré mis ojos, los apreté fuerte y trataba de pensar en otras cosas, lo cual me fue imposible.
-Que estrechita sos putita, espero que no te desangres con mi pija.
Y siguió metiendome los dedos, sentí tres dentro de mi. El maldito no solo me penetraba, si no que con sus dedos trataba de abrir mis labios, provocandome mucho dolor.
-No te mojan las violaciones, y se reía el desgraciado.
Luego me tomo de la cintura y me acomodo un poco mas adelante y metió su cabeza entre mis piernas, lamió mi vagina con desesperación, al principio pasaba su lengua por mi rayita, por mi clitoris, luego empezó a morderme, no al punto de producirme heridas pero sentía sus mordidas, era una maldito animal. Solo me confortaba, que todo iba a acabar en algún momento.
Me hizo parar, me tomó mi mano y me hizo agarrar su pene.
-Pajeame, me dijo.
Obedecí. Lo tomé con mi mano derecha, me dí cuenta realmente la proporción de su pene, era pesado y grueso, ocupaba toda mi mano. Empecé a masturbarlo, subía y bajaba mi mano, era monstruoso. Por dentro pensé, si lo hago acabar, quizas me deje en paz. Y lo masturbé con mas fuerza, mi mano subía y bajaba por el tronco de su pene, lo hacía lo mejor que podía, tengo cero experiencia en el sexo, y trataba de darle placer para lograr que eyacule como podía. Escuchaba sus gemidos, me daba tanto asco, sentir su miembro en mi mano, escucharlo gemir de placer.
En un momento me dice: -No pares putita. Me tomó de mis cabellos, a la altura de mi nuca. Y me besó con sus labios. -Abrí la boca, me gritó. Lo hice y metió su lengua. Su lengua buscaba la mía desesperadamente. Mi lengua no se movía pero la de el hacía todo el trabajo. Me producía arcadas todo. Estaba cerca de vomitar. Por suerte sacó su lengua de adentro de mi boca.
Se apartó de mí y me dijo: -El vestido, sacalo.
Respiré hondo, me tomé unos segundo, el se seguía masturbando mientras me miraba.
Tomé mi vestido y quise levantarlo para sacarmelo, pero mis brazos estaban pesados y me temblaba todo el cuerpo.
El perdió la paciencia y lo hizo a la fuerza, lo levantó, y me dejó solo con mi corpiño blanco. Acto seguido, me desabrochó el corpiño y lo tiro al suelo. Con su mano derecha tomó mi pecho izquierdo y empezó a acariciarlo, con su pulgar frotaba mi pezón, yo temblaba y estaba a punto de romper en llanto nuevamente.
-Sos muy preciosa, no sabes las pajas que me hice en tu nombre. Me obligastes a violarte. Me escuchastes, vos te lo buscastes.
Lo odiaba tanto, encima de todo me echaba la culpa a mí de todo.
Sacó su mano de mi pecho. Puso su mano sobre mi hombro izquierdo, y me hundió hacia el piso. Quedé arrodillada frente a su pene, lo tomó con su mano, y refregó su cabeza por toda mi cara, por mis labios, mi menton, mi nariz, mejillas, frente. Pensé que me lo metería dentro de mi boca, pero no lo hizo. Debo reconocer que pensé que si lo metía en mi boca, lo mordería para tratar de escapar, quizás el lo sabía y por eso no me hizo darle sexo oral.
-Ponete en cuatro perrita, me dijo. Como no me moví el me acomodó. Emepcé a llorar nuevamente, sabía lo que significaba. Se situó detrás mio, y sentí la cabeza de su pene tocar mis labios vaginales. Empezó a acomodar su pene dentro de mis labios y fui sintiendo su inmenso miembro abriendose paso dentro mio. Me tomó por mi caderas y se acomodo, y empezó el dolor, me embistió como un animal, su pene entraba con mucha dificultad, yo me doblaba del dolor, trataba de zafarme pero sus manos me dominaban, lo sentía penetrarme hasta el fondo.
-Te gusta hija de re mil puta, por fin te coge un hombre de verdad.
Mientras me violaba, acomodó sus manos sobre mis nalgas y las apretaba, las separaba, sus dedos jugaban con mi ano. Podía sentir como lo metia de a poquito, me daba tanto asco el desgraciado, no le alcanzaba violarme por mi vagina, si no que también me metía sus dedos en mi ano.
En un momento sacó su pene de mí, me dejó temblando del dolor.
Sentí que trato de meter dos de sus dedos en mi ano.
-Nooooo, basta, ya no puedo mas, dejame por favor, ya no resisto.
Traté de zafarme, lo siguiente que recuerdo, fue una patada a la altura de mis costillas, que me dejó tendida sobre el suelo en posición fetal, tratando de respirar, sentía que me ahogaba. Daba bocanadas tratando de tomar aire.
A los minutos me puso boca abajo, dejando mi cola hacia arriba, se recostó sobre mi cuerpo, y puede sentir la cabeza de su pene entre mis nalgas, comenzó a presionar para meterlo por mi ano.
-Nooooooooo, noooooooooooooo, no podés, porfavor, lloraba desconsolada, no soportaría eso, no lo hagas.
El se levantó pensé que no me violaría la cola, dentro de toda la situación sentí algo de felicidad, y me reí de los nervios. Pensé que ya había acabado todo.
Pero no fue así, solo fué a la cocina para buscar manteca, me la metió en mi ano y ví de reojo como se la pasaba por el pene.
Sabía que ya nada podía hacer traté de hacerme la idea, pensaba por dentro, es solo un pene, soy mas fuerte que todo esto, quería creerlo pero cuando su pene empezó a entrar dentro de mi cola, solo sentí dolor, y nauseas.
Ya no lloraba, tenía arcadas, sentía que en cualquier momento vomitaba. Su cabeza penetró completamente mi ano, sentí que se acomodó, y hundió con fuerza. Sentí su pene abriendose paso por mi recto, su pene entraba muy lentamente con mucha dificultad. El dolor me desgarraba por dentro, gritaba como si me estuviesen matando. En un momento sentí que su pene no avanzaba más aunque el seguía presionando, sentía como si mi recto se degarraría de lo tirante que lo sentía, en un momento, sentí como algo dentro mio cedió y permitió que el maldito hundiera su pene hasta el fondo. No recuerdo haber sentido dolor en ese momento preciso, pero mi visión empezó a nublarse, sentía un dolor muy profundo en mi pecho, y me desvanecí.
Me desperté muy atontada, no sabía si habían pasado segundos o minutos. El dolor ya no estaba, sentía mi cuerpo relajado, como si estuviese anestesiada. Por unos segundos olvidé todo lo que me había sucedido.
Pero aún no había acabado. Cuando recupé mi conciencia del todo, ví que estaba boca abajo con mi mejilla izquierda sobre el piso, y el maldito seguía violando mi cola. Aunque ya sin dolor, solo me molestaba mi mejilla, el movimiento de las penetraciones hacía que raspase el suelo con esta.
Estaba relajada, como si estuviese drogada, me quedé mirando fijamente una de las patas de sillón, esperando que acabe.
Fianlmente lo sentí genir de placer, y largó toda su leche dentro de mi cola.
Luego lamió mi cuello y hombros por unos instantes y se levantó. Con su pie me giro, dejandome boca arriba. Y comenzó a orinarme sobre mi cara y pechos.
Quise cubrirme la cara con mis manos pero me fué imposible. No tenía fuerza para moverlos.
Cuando terminó de orinarme, se arrodilló y me dijo:
-Si hubieses sido una nena buena y hubieses cogido conmigo en vez de despreciarme, no hubieses pasado por esto.
Fueron sus últimas palabras. Se vestió y se fué, dejando la puerta entreabierta. Con todas mis fuerzas me arrastré hasta la puerta y la cerré. Y perdí el conocimiento nuevamente.
Me desperté a las horas. Estaba tirada boca abajo. Traté de levantarme pero mi cuerpo estaba muy adolorido. Tuve que gatear hasta la cama y me subí como pude. Y volví a dormirme.
Me desperté cerca de las 4 a.m. Me despertaron las nuseas, me levanté y sentí una puntada que empezaba en mi ano y terminaba en mi estomago. Me dobló del dolor y caminé encorbada hasta el inodoro.
Me miré en el espejo del baño, y no me reconocí. El pelo despeinado, pegoteado. Mi mejilla toda raspada, tenía mi labio inferior cortado, y comenzaba a verse un moretón en mi menton. Mi cuerpo lleno de moretones por todos lados.
En ese momento empecé a llorar desconsoladamente. Sentía mi interior sucio. Nececitaba bañarme, puse a cargar la bañadera y tomé un baño. Me limpié como pude dentro de mi cola, me había dejado muy dilatada mi cola. Metí mis dedos en mi vagina y la limpie con mucho jabón al igual que todo mi cuerpo.
Tome agua y me recosté en la cama. No podía quitarme las imagenes de la violación. Esa semana no salí de mi casa. No fuí al trabajo no vi a nadie. Solo me comunicaba por mensaje de texto y decía que estaba todo bien.
En esa semana había perdido 7 kilos de peso, estaba demacrada. Las heridas de mi cuerpo ya estaban sanadas. Pero nunca pude olvidar ese día y todas las situaciones. Al sexto día desde la violación tomé coraje y salí de mi casa. El encargado ya no estaba y fue reemplazado por otro. Fue un alivio saberlo. A las semanas me enteré, que el día que me violó desapareció sin aviso y no supieron mas de el.
Es un hecho que me marcó para siempre. Tengo problemas de quedarme sola con un hombre, estando en el ascensor con alguien siento que me ahogo.
Son los primeros que les cuento esto, lo hice como una forma de desahogarme.