Violada en fin de año. Capítulo III. En casa
Ya me han violado tres hombres y aún no termina la noche; estoy totalmente sola, semidesnuda, desamparada y con mucho miedo en un lugar desconocido; lo único que quiero es llegar a mi casa, pero aún me falta más. ADVERTENCIA: Contiene escenas de sexo forzado.
12:36 a.m. del 1 de enero; estoy convencida de que el infeliz taxista y su amigo el despachador se largaron creyendo que me dejaban desnuda y sin dinero. Afortunadamente rescaté algunas valiosas pertenencias del taxi.
Me visto, o más bien, intento vestirme, pues mi falda está rota pero puede abrocharse; mi blusa realmente es un montón de hilos gruesos colgando; solamente le sirve un botón y ni hablar de mi sostén, mi tanga y mis zapatos, esos si desaparecieron por completo.
Muerta de frío y miedo salgo despacio a la calle por donde me perseguían mis violadores y a la tenue luz de un faro amarillento reviso lo que hay dentro de mi bolso: Mis identificaciones, mi maquillaje y mi monedero están adentro, eso ya es muy bueno en mi situación. Abro el monedero y veo que tengo setecientos cincuenta pesos, mi tarjeta de crédito y algo de morralla; me alegro de que mis violadores no fueran también ladrones.
Camino hacia donde vi que salieron los fuegos artificiales, pero sé que no está cerca; voy descalza y no hago ruido, pero las irregularidades de la calle y algunas piedritas me lastiman los pies; pero sé que me tengo que aguantar y llegar a algún lugar donde alguien me ayude.
Camino lastimosamente tres cuadras larguísimas de la zona industrial, me duele todo el cuerpo y los pies me matan, llego a una calle muy oscura, donde los faros no sirven y apenas alcanzo a distinguir por donde camino.
Voy caminando despacio, tratando de no tropezar o pisar algo que me corte los pies; no alcanzo a ver el fondo de la calle, pero supongo que llegaré a un mejor lugar.
De repente escucho encenderse un motor de auto, me detengo y dos potentes faros adelante me deslumbran; me quedo quieta un segundo, no sé que hacer, no sé si es el auto de mis violadores o es algún otro auto; el miedo me hace voltearme y correr de regreso.
El auto arranca, yo corro a todo lo que me dan mis adoloridas piernas y mis rodillas raspadas, trato de ir muy rápido, pero no puedo, apenas y avanzo un poco cuando el auto me alcanza y se adelanta; casi llego a la esquina cuando el auto da vuelta y me cierra el paso; intento regresar, pero ya dos tipos bajan del auto y velozmente me dan alcance; me sujetan de los brazos, me tapan la boca y uno de ellos exclama:
- ¡¿A dónde crees que vas putita?! ¿Creíste que te ibas a escapar?, jajajaja. ¡Aún no acabamos contigo perra!
El corazón me da un vuelco cuando descubro que son el taxista y el despachador que esperaron pacientemente a que yo saliera de mi escondite. Con facilidad me someten y me jalonean la ropa rompiendo lo poco que queda de ella; yo desesperada intento gritar, pero la mano en mi boca no permite que se escuche nada. El despachador me toma del cabello y me jala hacia abajo, obligándome a empinarme; yo intento resistirme, pero ya las fuerzas me fallan y ellos me hacen como quieren.
Él ya tiene abajo el pantalón, me coloca su asqueroso pene enfrente y me ordena:
- Chúpamela
- ¡NO, NO, SUÉLTAME!, le grito aprovechando que me destaparon la boca y tratando de que me suelte y evitar que me fuerce a mamársela
En lo que trato de defenderme del maldito despachador que pretende que se la chupe, siento como el taxista, que está detrás de mí, me toma de las caderas y sin ningún preámbulo mete de un golpe su larga verga en mi pobre vagina maltratada.
- ¡AAAAAAAAAYYYYYYYYY!, grito la sentir la salvaje penetración, situación que el otro aprovecha para meter su largo falo en mi boca
- ¿No qué no, puta?, ¡Anda chupa!, me dice
- ¡GGGGGLLLLLAAAAAAGGGG!, me quejo y manoteo tratando de librarme
El taxista me detiene las manos en la espalda, para violarme a placer y sin complicaciones.
Deseo morderle el pene al infeliz despachador, pero el brillo de una navaja que veo en su mano derecha me inhibe a hacerlo. Con la mano izquierda me tiene sujeta del pelo y me obliga a mover la cabeza hacia adelante y atrás para que le chupe su sucia verga.
El infeliz taxista se mueve metiendo y sacando su largo miembro con rapidez de mi adolorida panochita
- ¡AAAAAHHHH, AAAAAHHH, QUE RICO PUTAAAA!, dice uno de ellos
- ¡Estás bien sabrosa!, dice el otro
- ¡GGGGLAAAAGGG, GGGGLAAAGG!, me quejo yo
Lloro desconsolada al saber que de nuevo me violan y solo deseo que ya se acabe la maldita noche.
Mientras ellos dos me violan escucho pasos de alguien que se acerca, no puedo voltear, pero de reojo noto que hay un tercer hombre con ellos, me pregunto quién será.
Durante un buen rato me violan burlándose de mí:
- ¡Creíste que nos habías burlado puta! Jajajaj ¡somos más listos que tú!
- ¡te vamos a coger hasta que nos dejes secos mamazota!
- ¡Yo también te voy a coger de nuevo putilla, y verás cómo te voy a gozar!
Reconozco esa horrible voz: ¡es la del vigilante del edificio en el que trabajo! No lo puedo creer, mis tres violadores se juntaron para violarme de nuevo, pero ¿cómo es que se conocen? ¿acaso todo fue una trampa para violarme a su gusto? No entiendo cómo pasa esto.
Mientras yo trato de descubrir que pasa e intento soltarme de sus asquerosas manos, ellos me violan sin parar, metiendo y sacando sus vergas de mi panocha y de mi boca con fuerza desmedida, como si quisieran partirme en dos.
Después de un buen rato, de repente el que me obliga a mamar se detiene con fuertes espasmos y mete su verga hasta mi garganta y descarga grandes chorros de semen dentro de mí. Siento que me ahogo cuando mi boca se llena con el viscoso líquido y no me queda de otra más que tragarlo.
- ¡GGGGGGGGLOOOOOOGGGG!, es todo lo que se escucha mientras me trago el asqueroso semen.
Tarda un rato y cuando por fin acaba el infeliz saca su verga chorreante de mi boca y sosteniéndola con su mano derecha me la pasa por la cara, limpiándose y haciéndome sentir más humillada.
- ¡YA POR FAVOR, YA NO, YA BASTA!, suplico llorando
- ¡Aguanta putita, ya falta poco!, me dice el que me viola por detrás
Yo de verdad deseo que ya termine para que se salga y deje de atormentarme, pero él sigue y sigue violándome sin compasión y sin importarle mis ruegos y mi llanto
- ¡POR FAVOOOOOR, SE LO SUPLICOOO, YAAAA!, grito pero es inútil; después de otro largo rato siento como él también termina dentro de mí soltando grandes chorros de semen dentro de mí
- ¡AAAAAAAAAHHHHHH, YAAAAAAAA, YAAAAA, QUE RICOOOOOO!, grita él mientras me llena de su asquerosa leche
- ¡NOOOOOOOOOO!, grito al sentir como me inunda de su inmundo líquido y trato de alejarme, pero no puedo.
Hasta que acaba por fin el maldito saca su verga flácida y chorreante de mi panochita y me suelta; caigo al suelo llorando vencida y humillada, con la cara hacia el piso y el cabello cayendo a los lados, no quiero que me miren, solo quiero que se vayan.
Pero aún faltaba el vigilante…
El infeliz gordo me toma de los tobillos y me jala, acostándome en el piso.
- ¡NO, NO, SUÉLTAME INFELIZ!, le grito tratando de patearlo
Él se coloca en medio de mis piernas abiertas mientras el taxista me sostiene las manos arriba de mi cabeza y me tapa la boca con otra mano.
- ¡MMMMGGGGG, MMMMGGG!, grito para que me suelten
El vigilante coloca su verga en la entrada de mi panocha y me dice:
- Hoy morirás bien cogida puta
Me horrorizan sus palabras y me agito con más fuerza, pero no me puedo soltar. Siento como el infeliz gordo empuja con fuerza su verga dura y me empala hasta el fondo, haciéndome soltar un chillido por el dolor tan tremendo que me causa:
- ¡GGGGGGGIIIIIIIGGGGG!
- ¡Cállate putita, sé que lo vas a disfrutar, así que ahí te va!
Y diciendo eso se encima en mí, impidiéndome cualquier movimiento y empieza a bombear, metiendo y sacando su tremendo falo de mi pobre vagina adolorida de tanto ser forzada.
El tipo está encima de mí y veo sus ojos vidriosos inyectados en sangre, parece que estuviera tomado o drogado o ambas cosas; siento un tremendo miedo al verlo.
El maldito me viola salvajemente de nuevo mientras me dice:
- Disfruta puta, que es tu última noche de placer
Entonces me lame la oreja, luego baja al cuello y me lo lame un rato mientras sigue entrando y saliendo de mí sin compasión; después baja con su asquerosa lengua recorriendo mi cuerpo hasta mis tetas y empieza a lamerlas también. Yo ya no quiero sentir nada, solo siento dolor y deseo morir cuando el infeliz empieza a morderme las tetas, haciéndome llorar más todavía.
Son varios minutos de angustia y dolor por la salvaje penetración y el dolor de mis tetas siendo mordidas, hasta que el desgraciado vigilante de repente se detiene con su miembro metido hasta el fondo de mí, me muerde con más fuera el pecho izquierdo y se viene dentro de mí haciendo un gemido callado:
- ¡NNNNNNNNNNNNHHHHHH!
Por fin acaba y saca su verga aún con semen, se hinca y me embarra el vientre mientras me dice:
- Bueno puta, estuviste muy sabrosa, pero ya fue suficiente, hoy acaba tu vida de piruja
Y diciendo esto coloca sus grandes manos alrededor de mi cuello y empieza a apretar, mientras que el infeliz taxista me cubre nariz y boca con la mano y me sigue sosteniendo de las muñecas; pataleo, pero entonces el desgraciado despachador me sostiene de los tobillos, impidiéndome mover las piernas.
Desesperada intento soltarme y jalar aire, pero los infelices me tienen totalmente sometida; voy a morir ahí, en plena calle, desnuda y violada, sin que nadie sepa mi destino; mi mente empieza a nublarse, todo se pone borroso; ya no puedo moverme, veo toda mi vida pasar frente a mí, recuerdo a mi familia, mis amigos y mis novios y al final el triste y doloroso recuerdo de morir después de ser violada por tres malditos rufianes; eso es todo, de repente todo se pone oscuro y no sé más de mí, creo que morí.
Despierto y jalo aire desesperada; me levanto asustada y manoteando tratando de quitarme unas manos que no existen. Me caigo al piso y me doy cuenta de que estoy en el mismo lugar donde me escondí: detrás de los apestosos tambos.
Me doy cuenta de lo que sucedió: me quedé dormida y tuve una horrible pesadilla, los infelices que me han lastimado me dejaron un trauma de tal manera que los veo violarme también en un sueño; no supe a qué hora me quedé dormida. Veo el reloj: 1:05 a.m. Me dormí casi media hora sin darme cuenta. Agradezco que el maldito despachador y el infeliz taxista no hayan regresado por mí en realidad, pues me hubieran sometido fácilmente una vez más y agradezco que solo fue una pesadilla, aunque lo sentí muy real.
El frío me cala hasta los huesos pues aún estoy desnuda; intento vestirme con los trapos que quedan; mi blusa está hecha jirones, solo el botón de la mitad le sirve; mi falda es un harapo, afortunadamente puedo abrocharla, pero no llega a cubrir ni siquiera mis nalgas por completo.
El nauseabundo olor de los tambos hace que casi me vomite; tomo mi bolso y salgo de mi escondite con cuidado y con mucho miedo por lo que soñé. No hago ruido al caminar, pues estoy descalza; las piedritas de la banqueta me lastiman, pero tengo que moverme de ahí. Decido caminar hacia el lado contrario del que tomé en mi sueño, no vaya a convertirse en realidad.
La cuadra parece interminable; solo se ven paredes altas y portones por los cuales seguramente entran y salen camiones de carga durante el día. Espero no encontrarme con ningún trabajador de esos lugares, porque en la condición en que me encuentro, seguramente también tratará de abusar de mí.
La maldita calle cada vez es más oscura, las luces nocturnas no funcionan bien o son amarillentas, de tal forma que iluminan muy poco. No se oye ruido, solamente perros ladrando o aullando a lo lejos. Me pregunto si en otros lugares habrá festejo de año nuevo, porque donde estoy yo, no.
Camino con los brazos sobre el pecho, pegada a la pared para que nadie note mi presencia; termino por fin la cuadra y volteo hacia ambos lados; todo se ve oscuro, no atino a decidirme hacia donde caminar, incluso si decidiera caminar sobre la misma calle, no se ve claramente donde termina. Estoy parada en medio de un lugar desconocido, semi-desnuda, muriendo de frío y tiemblo incontrolablemente; jamás imaginé encontrarme en esa situación.
Decido seguir caminando derecho sobre la misma calle, así, si no encuentro nada, sabré que tengo que regresar derecho y no tendré dudas de hacia dónde di la vuelta.
Camino penosamente, cada paso me cuesta un trabajo tremendo, me duelen los pies lastimados, las piernas raspadas, los brazos, el cuello, la cabeza, la vagina, las tetas; en fin, me duele todo el cuerpo y para colmo, mi pierna derecha empieza a acalambrarse. Miro el reloj: La 1:40 a.m. Llevo más de media hora caminando y siento que he avanzado muy poco. El cansancio me vence, pero sé que si no logro llegar a algún lugar moriré de hipotermia. Siento que odio a todos, sobre todo a los que me violaron, pero por encima de todos a Roberto, que me dejó sola y desamparada. No volveré a verlo, ni contestaré sus llamadas, no quiero saber más de él, lo quitaré de mis amigos de Facebook y Twitter y no le compartiré más mis fotos de Instagram.
Arrastrando una pierna y casi desnuda sigo caminando por la oscura calle. Debido a mi pesadilla voy con mucho miedo y precaución. Trato de ver los nombres de las calles, apenas se distinguen los letreros en la oscuridad; veo que acabo de pasar la calle tres y voy caminando sobre 2 de febrero, colonia San Isidro; sigo caminando un poco y para mi sorpresa por fin veo unas luces fuertes y noto que me acerco a una avenida, alcanzo a escuchar el sonido de algunos autos y tráileres corriendo a toda velocidad. Quiero correr hacia allá, pero no puedo por el dolor tan inmenso.
Por fin, después de mucho batallar, llego a la esquina y veo un teléfono de monedas; me acerco despacio y volteando hacia todos lados para no ser sorprendida por nadie; me alegro de pensar que podré pedirle a alguien que vaya por mí. Me acerco y veo el reloj: 1:59 a.m.
Mi primera opción es llamarle a Roberto, pero después de que me colgó el teléfono y que por su culpa destrocé mi celular, me siento enojada con él. Pero ¿Quién más podrá ir por mí? Todos están en sus casas o en algún lugar festejando la llegada del año nuevo; pienso en mi primo Adolfo, pero estoy segura que para esas horas ya está totalmente embriagado; a mis primas y a mis amigas no las llamo porque sería más peligroso que también ellas estén tan noche en la calle. MI papá y mis hermanos viven en otras ciudades, no hay la posibilidad de que me rescaten pronto. ¿Y si llamo a emergencias o a la policía?; no, en esta ciudad la policía da más miedo que los delincuentes, mejor desecho esa posibilidad.
Después de darle muchas vueltas al asunto, regreso a lo mismo de siempre: tengo que llamar a Roberto. Espero que mi amante esta vez no me cuelgue el teléfono como antes, pues tengo pocas monedas.
Tiemblo sin control mientras intento recordar el número del celular de Roberto; ¡maldita sea, toda mi agenda está en el maldito teléfono! Me regaño a mi misma por no aprenderme ni siquiera los números básicos. Después de mucho esfuerzo creo recordar el número, descuelgo el teléfono, introduzco las monedas y marco… el inconfundible tono de que está llamando se escucha. Timbra varias veces y después entra el odioso: “el número celular al que está usted llamando…”; enojada azoto la bocina contra el aparato; retiro las monedas que me devuelve, las vuelvo a introducir y vuelvo a marcar, de nuevo la misma cantaleta, lo sigo intentando hasta que, por fin en la quinta ocasión alguien me contesta:
- Bueno, me contesta Roberto en voz muy baja mientras se oye una gran algarabía al fondo
- ¡No me vayas a colgar! ¡Ayúdame por favor!
- No puedo hablar ahorita
- ¡Por favor, es urgente!
- ¿Por qué, qué te pasa?
- ¡En la calle, me violaron tres tipos!
- ¿Qué dices?, ¿cómo? ¡no inventes!
- ¡No invento estúpido, ven por mí, estoy sola y desnuda en la calle!
- Es que…
- ¡Es que nada, si no vienes ahorita tu esposa se va a enterar de todo!
- ¡No!, espera a ver dime dónde estás. El fondo se oye hueco, seguramente se metió al baño.
- Anota: Avenida siete esquina con dos de febrero, colonia San Isidro
- Ajá, ¿qué delegación?
- ¡No lo sé! ¡investígalo!, ¡pero ven ya o ya sabes…!
- Pero ¿cómo fue? No entiendo
- ¡Se descompuso el auto y me violaron tres desgraciados, necesito que vengas por mí, acá te cuento!
- Si, mira, eeeehhh… ahorita veo donde es, no voy a poder ir yo, pero le voy a pedir a un amigo que vaya por ti y te lleve al hospital o a tu casa ¿está bien? Y yo te voy a ver mañana
- ¡No seas desgraciado, ven tú!
- No puedo, es que…
- ¡Bueno, ya, como sea, pero que ya vengan, que me muero de frío y sueño!
- ¿Y tu celular?
- ¡Me lo robaron, estoy junto a una caseta telefónica, sobre la avenida!
- De acuerdo, espérate ahí
- ¡Claro! ¡no tengo a dónde ir! ¡pero que se apuren! ¿Quién va a…?
Escucho como cuelga el teléfono y yo azoto la bocina contra la cabina. Muerta de frío y miedo volteo para todos lados para ver que no haya nadie, afortunadamente estoy sola.
Sobre la avenida pasan autos, camiones, tráileres y autobuses a toda velocidad. De repente un auto rojo que viene rapidísimo frena de repente con un rechinido de llantas, casi junto a mí. Me toma por sorpresa, bajan las ventanillas de la derecha, en la parte de adelante van dos tipos y atrás tres. El copiloto me pregunta:
- ¿Cuánto?
- Me volteo y camino hacia la pared
- ¡Hey sorda! ¿Cuánto nos cobras? Somos cinco
- ¡Lárguense!, les grito tratando de que no noten el miedo que me embarga
- ¡Te pagamos bien! ¡anda!
Realmente ellos tienen razón al pensar que soy una prostituta; casi no traigo ropa y estoy parada sola en una esquina de madrugada, pareciera que estoy esperando cliente.
- ¡Largo!, les digo de nuevo y me voy caminando por la calle transversal
Uno de ellos se baja y me sigue, aún con lo adolorida que estoy trato de echar a correr, sacando fuerzas del miedo; cojeo y entonces alguien grita:
- ¡Déjala, está coja, pinche loca!
- ¡Pero se ve sabrosa!, responde el que me sigue
- ¡Naaaaa, mejor vamos a Sullivan, ahí no están cojas y no son tan mamonas!
Volteo y veo que el tipo se regresa al auto, se sube y arrancan con otro rechinido de llantas.
Regreso a la esquina despacio, pero me pego a la pared, tratando de esconderme en la parte más oscura; esperando que el amigo de mi amante si me vea. Ya son las 2: 28; el frío cada vez es más duro, creo que moriré congelada.
Unos minutos después, veo que un auto oscuro avanza despacio, con las luces intermitentes parpadeando, pegado a la banqueta, sobre la avenida. Doy un paso al frente esperando que sea el amigo de mi novio y me vea.
El auto se detiene y baja la ventanilla delantera, un tipo canoso y de bigote blanco me barre con la mirada de arriba abajo
- ¿Eres la amiga de Roberto?, me pregunta
- ¡Si!, le contesto muy contenta, por fin estoy salvada
- ¡Sube!, me dice al tiempo que empuja la puerta
Antes de subir veo que en la parte de atrás vienen tres hombres más, dos delgados y uno robusto, todos de entre cuarenta y cincuenta años.
- Hola, me dice uno
- Hola, le contesto sin subir al auto
- Hola, dicen los otros dos
- ¡Sube!, me dice el canoso
Dudo un momento, pero pienso que es mi única salida para llegar a mi departamento y con miedo me subo al auto, cierro la puerta y me coloco el cinturón de seguridad; él cierra el seguro automático y me pregunta:
- ¿A dónde vamos?
- Pues… Yo vivo al norte
- ¡Vaya! ¿Y qué haces tan lejos de tu casa a esta hora y en un lugar tan feo? ¿No te da miedo?
- Es una larga historia… dudo en contarle lo que me pasó, no me late la idea de contarle a cuatro desconocidos mi desventura y más si son amigos de Roberto
- ¡Pero mira como andas niña! Te ves muy mal, ¿no quieres que te lleve a algún hospital o algo?
- No, no, solo a mi casa por favor
- ¿estás segura?
- Si, por favor
- Bueno, pues dime tu dirección y vamos, ya luego voy a dejar a estos tres gorrones que me encargó Roberto, jeje
Le digo mi dirección mientras los otros tres se ríen de su broma, al parecer se salieron de la fiesta de Roberto juntos y los va a llevar a sus casas o algo así.
El auto huele a licor, sudor y cigarro, abro un poco la ventanilla para que entre aire fresco, pero el conductor de inmediato la cierra con su control eléctrico y me reclama:
- ¡Oye! ¿qué no ves el frio que hace?, ¡no abras! Además esta zona es muy peligrosa, aquí hay muchos delincuentes
No digo nada, simplemente me hundo en el asiento, coloco mi bolso sobre mis muslos y cruzo los brazos sobre mis pechos para que no se me abra la blusa, pues he notado la mirada morbosa del viejo.
El auto avanza a gran velocidad y toma una vía rápida. Empiezo a reconocer la ciudad y me doy cuenta de que estaba realmente muy lejos de mi casa.
Los tipos de atrás me bombardean con preguntas:
- ¿Trabajas por aquí?
- No
- ¿Qué eres de Roberto?
- Su amiga, trabajamos juntos hace años
- Ah, ¿conoces a su esposa?
- No, no tengo el gusto
- ¿Dónde trabajas?
- Lejos de aquí
- ¿Y vives cerca?
- No
- Ya, dejen de atosigarla, ¿no ven que está cansada y tuvo algún accidente o algo así?, ya déjenla en paz, dice el que maneja
- Gracias, le digo
- Para servirte mija, me dice
Su tono paternal me tranquiliza y me relajo un poco. Cierro los ojos para descansar.
Ellos comienzan a platicar entre si acerca de lo buena que estuvo la fiesta en casa de Roberto y de lo buena que está su esposa y de lo buena que se está poniendo su hija mayor, supongo que creen que estoy dormida, además de que están algo tomados y a veces hasta arrastran las palabras.
Por cerrar los ojos comienzo a quedarme dormida de verdad, pero la voz del amigo de Roberto me despierta:
- ¿es por aquí?, pregunta al meterse en una calle
- Si, vamos bien, le digo contenta de reconocer las calles de mi colonia, cercanas a mi casa.
- Tu me vas diciendo, me dice
- Si, de la vuelta a la derecha, le indico
Seguimos avanzando y yo lo voy guiando mientras los tipos de atrás platican como borrachos
Por fin llegamos al andador en el que se encuentra el edificio del departamento donde vivo. Pienso que por fin acabará esa aciaga noche. Veo el reloj: 3:07 a.m.
- Aquí déjeme por favor, le digo al señor
- ¿Aquí, segura?
- Si, ya llegamos
- Bien, deja que me estacione
- No, deténgase aquí, le digo
- Que no, niña, ¿Cómo crees?
No digo más, él busca un lugar y lo encuentra un poco más adelante.
- Bueno, muchas gracias, le digo mientras trato de abrir la puerta sin lograrlo
- Espera, yo te abro, me dice él mientras apaga el carro y se baja
- No es nece…, digo pero él ya está abriéndome la puerta y me ayuda a bajar
- Gracias, adiós, le digo y comienzo a caminar penosamente
- No, espera, te acompaño a tu casa
- No, no gracias, ya estoy cerca, es ese edificio, le digo señalándole el lugar donde vivo
- Le prometí a Roberto que me aseguraría que llegarías bien, así que déjame acompañarte
- Pero es que…
- Nada, nada, no te vaya a salir por ahí algún maleante y te haga algo ¿te imaginas?
- Si, tiene razón, termino por ceder ante su amabilidad y lo que parece ser su buena voluntad
Comenzamos a caminar y sus tres amigos se bajan del auto
- ¡Hey! ¿A dónde vas?
- ¡Cállense y métanse al carro, ahorita regreso!, les contesta él
Yo me avergüenzo de que estén gritando, pues varios vecinos aún están de festejo y noto que algunos se asoman al andador a ver quién grita y me imagino sus comentarios al verme llegar casi desvestida y con un hombre mayor; de por sí se la pasan hablando de mí y no me bajan de puta calenturienta roba maridos, ya me imagino sus comentarios al día siguiente, por ello trato de apurar el paso, pero mis piernas no responden bien. El amigo de Roberto se da cuenta y me abraza de la cintura, brindándome apoyo, yo lo agradezco y coloco mi brazo en su espalda para apoyarme en sus hombros.
Llegamos a la puerta del edificio y escucho a sus amigos que ya vienen caminado detrás.
- Oye, ¿me dejas pasar a tu baño?, dice uno de ellos
- ¡Yo también quiero ir!, dice otro
- ¡Y yo!, dice el robusto
- Esteeeee… no puedo, les digo tratando de que se vayan
- Oye, no seas grosera, te venimos a dejar hasta acá; me estoy miando, dice otro arrastrando las palabras
- Bueno, pero nada más pasan al baño y ya, ¿eh?; pero necesito que vayan en silencio, les digo con tal de que no hagan ruido y con tal de llegar a mi casa, no quiero nada más que tomar un baño y dormir muchas horas; no estoy de humor para discutir con borrachos. Ya le reclamaré después a Roberto, pienso para mis adentros
Se escucha que en la mayoría de los departamentos hay fiesta. Con mucho trabajo, pues yo casi arrastraba una pierna y entre dos me tuvieron que ayudar, subimos al tercer piso; llegamos a la puerta de mi departamento y antes de abrir les digo:
- Rápido y sin hacer ruido, por favor
Abro la puerta y entramos al departamento, el tipo bajito me pregunta dónde está el baño y en cuanto se lo indico entra corriendo. Los otros se quedan parados esperando; les digo:
- Siéntense, ahorita vengo, si quieren algo de tomar, hay en el refri
- Gracias, me dicen, el canoso se sienta y los otros dos se quedan parados
Entro a mi recámara y cierro con el pasador, solo quiero que se apuren a ir al baño y se vayan; me quito los harapos que tengo por ropa y me pongo una camiseta que me queda muy holgada, un short y sandalias; me miro al espejo mientras oigo que ya salió uno del baño y entró otro; mi aspecto es deplorable, mi cabello es una maraña horrible, tengo el maquillaje corrido, me siento llena se semen por todos lados; me paso el cepillo y espero a que se vayan para meterme a bañar; mientras preparo mi ropa interior y mi pijama de franela porque el frio está insoportable. Ya son las 3:28 a.m.
Escucho que sale el segundo y entra el tercero, pienso “ya casi”.
Me siento en mi cama a esperar a que salga el tercero; lo escucho vomitando en mi baño y me da asco, pienso: “¡oh no, dejará asqueroso el baño!” y yo que me quiero bañar rápido.
Después de un rato escucho como abre la puerta del baño y sale, me encamino a la puerta de mi recámara esperando que se despidan de lejos y se vayan, pero ellos no lo hacen, los escucho platicando en mi pequeña sala y pienso que tengo que salir a correrlos.
- Bueno, muchas gracias, que tengan buen camino, les digo mientras recorro el pequeño tramo que hay de mi recámara a la salita
Los cuatro se me quedan viendo, noto como recorren mi cuerpo morbosamente con sus miradas
- ¿Qué?, les digo
- Mira, me dice el canoso sabemos que eres la puta de Roberto y pues nosotros somos sus amigos
Me enoja lo que dice y sobre todo el tono que utiliza, le contesto airada:
- ¡No soy la puta de nadie, y ustedes se me largan de aquí!
- ¡Hey, cálmate no grites! Mira, déjame explicarte, como te decía, somos amigos de Roberto, pero también somos amigos de su esposa y la verdad…
- ¡¿Qué tiene eso que ver conmigo?! ¡No me interesa, largo de mi casa!
- ¡Deja de gritar y escucha: la verdad no nos gusta que le quieras quitar el marido a nuestra amiga; ella sabe de ti y en cuanto se enteró que veníamos a traerte nos dio un mensaje para ti!
- ¿Pa… para mí?, pregunto nerviosa y temerosa del giro que está tomando la conversación y camino hacia atrás, alejándome de él y acercándome a mi recámara.
- ¡Si, este es el mensaje!, dice el canoso y con un rápido movimiento da un brinco hasta donde yo estoy y me suelta un fuerte golpe en la mandíbula que no logro esquivar y me tumba al piso
Quedo atontada y veo como ellos se me acercan y se agachan a donde estoy tirada; intento levantarme, pero no puedo hacerlo. Ellos me cargan y me llevan hacia mi recámara sin que yo pueda reaccionar. No estoy desmayada ni inconsciente, me doy cuenta perfectamente de lo que están haciendo; los escucho a lo lejos que hablan, pero no entiendo lo que dicen.
Al llegar a la recámara me avientan en mi cama y sin más preámbulo proceden a quitarme la ropa; yo no puedo evitarlo, el golpe me dejó demasiado perpleja y no logro reaccionar. Con facilidad me despojan de mi blusa y me quitan el short y las sandalias; me dejan completamente desnuda, los escucho hablar y esta vez sí entiendo lo que dicen:
- ¡Ay cabrón, si está bien sabrosa!
- ¡Mira nada más lo que se está comiendo el pinche Rober y no invita el cabrón!
- ¡Ay güey, la neta si está más sabrosa que su vieja!
- ¡pero no que su hija!
- ¡Jajaja claro que no, esa chavita se está poniendo bien buena, nomás que se pueda, me la chingo!
- ¡Nos la chingamos jajaja!
- Bueno, pero ahorita vamos a darle a esta puta, que se ve que le encanta la verga
- Hay que apurarle, porque ya se ve que empieza a reaccionar
Después de decir eso, me toman y me voltean boca abajo; uno de ellos desgarra mi blusa rota en tiras, les da unas a sus compañeros y se queda con una; dos me atan las muñecas a la cabecera de la cama, dejándome con los brazos abiertos; los otros dos me abren las piernas y me atan los tobillos a los pies de la cama, dejándome en forma de X; por fin puedo reaccionar del fuerte golpe; comienzo a agitarme y a gritar:
- ¡NO! ¿QUÉ HACEN? ¡SUÉLTENME!
- ¡Quieta mamacita!, ¡vas a recibir una buena lección!, me dice el canoso que se sube a la cama, se sienta encima de mí; me mete un pedazo de tela hecho bola en la boca y me amordaza con otro pedazo de tela
- ¡MMMMMMMNNNNNGGGGGHHH!, grito desesperada al darme cuenta que estos tipos son iguales o peores que mis anteriores violadores.
Estoy completamente inmovilizada, me tienen totalmente desnuda en mi propia cama, boca abajo, amordazada, atada de manos y pies, sin poderme defender y con mi culo a su completa disposición. Pienso que estoy en una situación peor que la que tenía antes en la calle y me lleno de miedo.
No puedo hacer nada cuando el tipo canoso, que inicialmente parecía el más amable, se convierte en el más infeliz, pues aun montado en mi espalda me dice:
- Bien putita, nos encargó la esposa de Roberto que te demos unas buenas cogidas y unos buenos madrazos para que dejes de coger con su marido. Espero que te guste que te la metan por el culo
- ¡MMMMMGGGGHHHH!, le grito enojada, reclamándole que no debe meterse en mi vida y me agito desesperada tratando de soltarme.
Él se levanta, se para junto a mi cama y se desabrocha el pantalón; se lo baja junto con sus boxers y veo su tremenda verga, gorda y larga; abro los ojos espantada de que piense meterme ese monstruo; me agito más para que me suelten, pero me tienen bien amarrada los malditos.
El maldito canoso se vuelve a subir a la cama detrás de mí; se hinca, con ambas manos me abre las nalgas, pone su miembro en la entrada de mi culo y empuja…
- ¡¡¡MMMMMMMMMMNNNNNNNNNNNNNGGGGGGGG!!!, grito desesperada al sentir como el gordo miembro empieza a penetrar en mí.
- Tranquila, apenas entró la puntita, ahorita la vas a gozar toda
Y diciendo eso empuja con fuerza, metiendo despacio su larga verga en mi pobre culo cerrado. El dolor es tremendo; mi ano es muy estrecho y no tiene lubricación alguna. Aprieto las manos con fuerza y me muevo para tratar de soltarme sin lograr nada; lo único que puedo hacer es volver a quejarme:
- ¡MMMMMMMFFFFFF!
El desgraciado coloca sus manos a ambos lados y empieza a cogerme con fuerza, mientras me dice:
- Te vamos a dejar bien cogida y bien madreada, a ver si así dejas de cogerte a los hombres de otras y te buscas el tuyo puta, o si quieres nosotros podemos venir a verte a diario para darte tus buenas cogidas y no te haga falta hombre
Los demás tipos se desnudan mientras ven sonrientes como su amigo me viola salvajemente. De nuevo lloro desconsolada sabiendo que esta vez me he quedado sin posibilidad de escapar.
El maldito viejo canoso mete y saca con furia su verga de mi pobre ano; yo siento como que me va a partir en dos, pido perdón por debajo de la mordaza y juro que no volveré a ver a Roberto, pero ellos solamente escuchan mis gemidos de dolor y súplica:
- ¡BBBBBGGGGGGG, MMMMMMGGGGG, GGGGGGGGBBBBB
En la recámara solo se oyen mis quejidos de dolor y los gemidos de placer de él:
- ¡AAAH, AAAH, QUE SABROSO CULO MAMACITA!, ¡POR ESO TIENES EMBRUJADO AL PINCHE ROBER! ¡AAAHHH, AAAHHH!
Pienso en lo estúpida que fui al confiar en estos tipos, pero ellos me engañaron diciendo que iban a ayudarme por Roberto. También me duele pensar en todo lo que me ha sucedido en una sola noche y pienso que jamás volveré a festejar ni a trabajar en un día de año nuevo.
Mientras tanto tengo que soportar el infame dolor que me produce la penetración salvaje del tipo. Por más que muevo piernas y brazos no puedo soltarme ni puedo lograr que él deje de violarme.
El dolor no es solo por la salvaje violación, sino también por los humillantes comentarios de sus amigos, que supuestamente también son amigos de Roberto y su esposa:
- ¡Ah que rica vieja se estaba cogiendo el pinche Roberto y nosotros sin saber cabrón!
- Si, no mames, de haber sabido le hubiera dicho que compartiera; está sabrosísisma
- Lo bueno que ahorita nos la vamos a chingar
- ¡Jajaja, le vamos a dejar bien grande el agujero cabrón!
Lloro desconsolada al escuchar sus burlas y al saber que me faltan muchas horas de humillación por sufrir.
El maldito canoso me sigue violando cuando se escucha el tono de llamada de un celular. El infeliz canoso dice:
- ¡Puta madre, es mi mujer!, A ver pásame mi pantalón
Uno de sus amigos le entrega su pantalón y el tipo saca su celular con su verga totalmente metida en mí.
- Bueno, ¿qué pasó mi vida?
El infeliz se sigue moviendo metiendo y sacando su miembro, pero con un ritmo lento, yo grito para que la mujer que le llama escuche mis quejidos:
- ¡MMMMMMFFFFFF, FFFFFFFFGGGGG, MMMMMMFFFF!
El desgraciado me pellizca una nalga pero en lugar de callarme grito más fuerte:
- ¡GGGGGGGGGGBBBBB FFFFFFFGGGGG BBBBBBMMMM!
Él por fin saca su verga aún dura y se baja de la cama; camina hacia la salida de la recámara mientras sigue hablando por el celular:
- Aquí en la casa de Roberto todavía mi amor, en un rato me voy…
Sale de la habitación y ya no escucho su conversación. Mientras tanto, otro de los tipos , uno delgado y alto se sube a la cama desnudo y con su miembro totalmente parado y de igual forma se coloca detrás de mí y sin ningún aviso previo coloca su largo falo en la entrada de mi culo y me lo mete con fuerza salvaje, penetrándome hasta el fondo y haciéndome aullar de dolor:
- ¡MMMMMMMMMMMMGGGGGGGGBBBBB!
- ¡Anda puta, disfruta la verga que te encanta!, me dice mientras empieza con un mete-saca violento, aprovechándose de mi al tenerme totalmente indefensa.
- ¡Esta es vieja, no como la gorda que tengo en casa!, dice el infeliz mientras me sigue violando salvajemente sin importarle mis quejidos de dolor
Él me mete su verga salvajemente, yo siento como si me estuvieran metiendo hierro caliente; es como si su miembro llegara hasta mi intestino; el dolor es insoportable, pero él y sus amigos ríen y disfrutan con ello.
Escucho que el canoso prendió mi estéreo; sube el volumen como si hubiera una fiesta. Espero que los vecinos escuchen y vengan a reclamar y así alguien me rescate.
El que me viola dura un buen rato, hasta que grita de placer y siento como suelta granes chorros de semen dentro de mí. Me agito y trato de soltarme y evitar que se venga dentro de mí, pero no logro nada y él suelta todo su semen hasta que el pene se le pone flácido y se sale de mí.
No me hago ilusiones, sé que otro me violará después y así es; el tipo más corpulento se sube a la cama y empieza a meter su gorda verga mientras me dice:
- No te preocupes mamita, conmigo si vas a gozar, vas a saber lo que es un verdadero hombre.
- ¡MMMMMMNNNNNGGG!, le reclamo sin respuesta
El infeliz deja caer todo su peso sobre de mí y empieza a bombear; mete sus manos debajo de mí para estrujarme los senos y me dice al oído:
- ¡Si mamita, estás bien sabrosa, quisiera cogerte diario, si quieres vengo en lugar de Roberto y te doy lo que quieres!
No digo ya nada, no tiene caso; además apenas puedo respirar por el llanto y el peso del tipo sobre de mí.
El infeliz empieza a meter y sacar su gorda verga sin compasión y me estruja los senos sin importarle mi dolor, al contrario, creo que lo goza más así.
Unos minutos después entra el canoso a la habitación y habla a gritos con sus compañeros, pues la música está muy fuerte:
- Era mi vieja, ya quiere que me vaya
- ¡No manches güey!, apenas vamos empezando
- ¡Pues sí, pero ni modo que le diga a mi vieja que nos estamos cogiendo a la amante de Roberto!
- No pues hay que apurarle, ¡ándale Sergio acaba pronto!
- ¡No mames güey a esta vieja hay que gozarla con calma!, dice el que me viola deteniéndose un instante y moviendo su cuerpo a un lado, lo que me permite tomar un poco de aire.
- Pues entonces dame chance de cogérmela y yo me voy, dice el canoso
- ¡Órale pues!, dice el que me cogía mientras se sale y se baja de la cama
- Mejor nos la cogemos los tres al mismo tiempo, dice el que aun no me viola
- ¡Buena idea!, dice el canoso, a ver desátenla
Entre los cuatro me desatan y me quitan la mordaza, me volteo boca arriba y trato de sentarme; entonces aprovecho para gritar:
- ¡YA DÉJENMEEEEE, AUXILIOOOO, AYUDA, ME VIOLAAAAAN!
Más tardé en gritar que en sentir un par de bofetadas que me obligaron a callar y me tiraron nuevamente en la cama, quedando acostada boca arriba
- ¡CÁLLATE PUTA!, me dice el canoso jalándome del cabello; ¡Vas a coger con nosotros quieras o no y más vale que nos complazcas o no amaneces este año nuevo!
Me dan miedo sus amenazas y lloro, pero en voz baja le digo:
- Es que ya me violaron en esta noche
Pero ellos no me escuchan; se preparan para violarme de nuevo; rápidamente el más robusto se abalanza sobre mí, y sin darme tiempo a nada se mete entre mis piernas y me penetra de un empujón. Yo le pego en el pecho y grito:
- ¡AAAAAAAAAIIIIIIGGGGGHHHH, NOOOOOOOO!
El infeliz tipo con un rápido movimiento se da vuelta para quedar debajo de mí y entonces el canoso se coloca detrás, toma un pedazo de tela y rápidamente me amarra los brazos para que no pueda seguir pegando y me penetra por el culo salvajemente mientras me dice:
- ¡Vamos a acabar lo que dejamos pendiente putilla!
- ¡NOOOOO POR FAVOOOR YA NOOOO!, grito desesperada
Se oye que tocan el timbre de mi departamento y los cuatro tipejos se quedan quietos y callados. Yo empiezo a gritar:
- ¡AUXILIOOOOOOO, AYÚDENMEEEE, ME VIOLAAAAAN!
De inmediato el tipo que aun no me viola acude a taparme la boca con una mano y me impide seguir gritando. El otro infeliz que ya me violó se pone un pantalón rápidamente y sale de la recámara. Yo sigo gritando para que me oigan los vecinos:
- ¡MMMMMMMGGGGGGG, MMMMMMMGGGG!
Unos segundos después, escucho como le baja al radio y regresa a la recámara; entra y cierra la puerta.
- Era un vecino; me reclamó por el ruido y le dije que tenemos fiesta, pero que le iba a bajar al volumen, ya se fue
- ¡MMMMMMMMNNNNNNNGGGG!, vuelvo a gritar
Todo ese tiempo ellos se quedaron quietos, pero el que estaba debajo de mí y el canoso no me sacaron sus vergas. En cuanto terminaron de escuchar la explicación, empezaron a moverse de nuevo, me destapan la boca y el canoso dice:
- Bueno, ya cállate puta, que hasta tus vecinos saben lo puta que eres y no les ha de extrañar que grites de placer
- ¡POR FAVOR YA NO, SUÉLTENME!, vuelvo a suplicar
El tipo delgado que falta por violarme se para a un lado de la cama; me toma del cabello ya provecha que abro la boca al gritar para meterme su gorda verga en la boca y comienza a mover mi cabeza hacia adelante y hacia atrás, obligándome a chupársela y dice:
- ¡Así putita, mámamela!
- ¡GGGGGGGGLLLLLBBBBGGGG! Es todo lo que digo ya, quejándome por el dolor que me produce la doble penetración y por la humillación de que soy objeto, creo que nun ca acabará esa noche.
Después de un rato de estarme cogiendo los tres, el canoso termina primero, con un grito de placer suelta toda su leche dentro de mi culo adolorido mientras gime:
- ¡Aaaaaaaahhhhh, así puta, así se ha de venir el pinche Roberto dentro de ti cabrona!
Cuando termina, el desgraciado se sale con su miembro escurriendo aún, embarrando mis nalgas y muslos con su asqueroso semen.
El tipo que me obliga a mamársela me suelta el cabello prepara para violarme también; se sube a la cama, pero en eso el que me viola por delante se viene también dentro de mí soltando un grito:
- ¡Uuuuuuuuuhhhhhh, si, puta sssssssiiiii!
- ¡NO POR FAVOR, SÁCALO POR FAVOR, POR FAVOOOOR!, suplico desesperada pero él no hace caso, se viene dentro de mí apretándome las nalgas mientras suelta todo su semen dentro de mi ya muy maltrecha panocha.
El tipo me empuja para quitarme de encima de él y se levanta de la cama mientras me dice:
- Que sabrosa estás y que bien coges puta, por eso tienes encandilado al pendejo de Roberto
- ¡DÉJAME EN PAZ INFELIZ, NO TIENES DERECHO A METERTE EN MI VIDA!, le grito enojada de que me juzgue tan a la ligera
- ¡En tu vida no, pero en tu panocha si, jajajaja! me responde el infeliz burlándose de mí.
Los demás tipos se ríen burlonamente de mí mientras el último se coloca entre mis piernas abiertas y me dice:
- Bueno putilla, ya está bien de plática, vamos a coger
- ¡NOOOOO, YA NO POR FAVOOOOR, YA ME HAN VIOLADO MUCHOS HOY!, le grito tratando de que se compadezca de mí
- ¡Por eso, mejor ya disfrútalo como la puta que eres!, me dice mientras se me encima
El tipejo se me sube, aplastándome y con una mano toma su verga dirigiéndola hacia mi panochita, yo me empujo con los pies tratando de evitar que me penetre, pero no puedo alejarme de él, su peso me impide moverme y siento como su gorda verga empieza a entrar en mí, violándome de nuevo.
- ¡GGGGGGGGBBBBB!, grito mientras él me tapa la boca y me dice al oído:
- No quiero gritos puta, te voy a gozar en silencio
Y diciendo eso empieza a moverse, metiendo y sacando su pene en un movimiento lento, no con fuerza como mis anteriores violadores.
Al mismo tiempo, él me besa el cuello y con su mano libre acaricia mis tetas, disfrutando de mi cuerpo sin prisa.
Yo cierro los ojos para tratar de evadirme, pero no puedo, sigo sintiendo el ardor en mi vagina por las penetraciones salvajes de esa noche.
- Apúrate para que nos vayamos, le dice el canoso a su compañero que me viola tranquilo
- ¡Ya voy, déjame disfrutar de esta perrita!
- Bueno, pero apúrale que se enoja mi vieja.
- Muy bien putita, por fin te voy a disfrutar, no sabes cómo me gustaste desde que te vi, me dice el tipejo al oído en un susurro.
Los otros tres tipos salen de mi recámara y escucho como se sirven bebidas de mi refrigerador, al parecer solo esperarán a que acabe su amigo para irse.
Mientras tanto, el maldito sigue metiendo y sacando su miembro de mí a un ritmo semi lento, casi parsimonioso, disfrutando con cada embestida. Yo no puedo ni siquiera moverme y decido esperar a que acabe y se largue.
Después de largos minutos de estarme violando al mismo tiempo que me tapaba la boca y me lamía el cuello y las tetas, se detuvo. Supuse que estaba por venirse, pero no lo hizo, sacó su verga aún tiesa y sin destaparme la boca me dijo:
- Tu eres de esas viejas sabrosas a las que hay que disfrutar bien y con calma, te voy a gozar completita hasta que me canse perrita.
- ¡MMMMMMMGGGGGGGGHHHHH!, le grito tratando de que me deje en paz
Pero al desgraciado no le importa lo que yo sienta, él quiere gozar a su manera, se baja de la cama y tomándome del cabello me saca también de la cama y me baja al piso; me obliga a hincarme delante de él y coloca su verga delante de mí mientras me ordena abrir la boca, yo lo hago sabedora de que no puedo hacer más que lo que me pida y pensando en que si lo hago terminar rápido, más pronto estaré libre.
Empiezo a mamar y quiero hacerlo rápido para que el termine pronto, pero el infeliz me sostiene del cabello y me dice:
- Tranquila putita, quiero que me la chupes despacio, para gozar la mamada.
- GLAAAAGGG, es lo que se escucha cuando quiero decirle que ya no quiero seguir
El maldito mete su verga hasta el fondo de mi garganta y me sostiene así por uno segundos, sin dejarme separar de su cuerpo. Mi nariz aplastada y mi boca llena no me permiten respirar, siento que me ahogo hasta que él me aleja de su cuerpo y por fin puedo jalar aire.
Él repite la operación; me jala con fuerza obligándome a quedar con mi cara pegada a su cuerpo; yo pataleo e intento manotear, pero él se espera hasta que siento que me voy a desmayar y entonces me vuelve a alejar. Así lo hace varias veces hasta que de repente me suelta y caigo al piso atada y humillada, jalando aire desesperada.
El maldito tipo se hinca junto a mí, veo que aún tiene su miembro totalmente parado y mientras me mete un trapo en la boca y me amordaza con un pedazo de tela me dice:
- Empezamos bien putita, vamos a ver que tanto aguantas mi verga en el culo.
- ¡NNNNNNOOOOOGGGGGGHHH!, grito desesperada y cansada de ser violada y humillada.
El infeliz me hace empinarme colocando mi cara en el suelo y dejándome con las nalgas paradas; se coloca detrás de mí y con ambas manos me abre las nalgas y sin mediar ningún calentamiento previo, mete su asquerosa verga en mi culo adolorido.
- ¡MMMMMMNNNNNGGGG!, vuelvo a quejarme por el ardor que me provoca su salvaje penetración.
- ¡Ahora si puta, vas a sentir la verga de verdad!, dice y empieza a meter y sacar su duro miembro con una fuerza salvaje de mi adolorido culo
- ¡GGGGGGGGGHHHHH!, me quejo con cada embestida salvaje, deseando que se acabe el dolor y que esa noche no vuelva jamás.
Son largos los minutos de intenso dolor en los cuales él me embiste sin piedad, disfrutando al meter su duro y largo miembro en mi pobre culo reventado.
El tiempo sigue y yo lloro, alguien apaga mi radio y ya casi no se oye ruido afuera, al parecer los vecinos ya acabaron sus fiestas, pero yo no he acabado de sufrir las crueles violaciones de esa aciaga noche.
Hasta que por fin, después de mucho tiempo, el tipejo deja de moverse y clavando sus uñas en mis nalgas grita:
- ¡GGGGGGGGGAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH, YAAAAAAA, AAAAAAAHHHHH, SSSSSIIIII, AAAAAHHHH, YAAAAAA, OOOOOOOOOHHHHHH!, y siento como su dura verga suelta grandes chorros de su asqueroso líquido dentro de mi ano masacrado.
- ¡MMMMMMFFFFFF!, le grito yo, suplicando que ya lo saque
Por fin, después de vaciarse, el infeliz saca su verga chorreante de mi ano; me tira al piso quedando yo de lado, me quita la mordaza y me pasa su asqueroso falo por la nariz y la boca, me aprieta las mejillas y me ordena:
- ¡Límpialo!
Yo obedezco solamente porque deseo que ya se largue, saco la lengua y lamo su cochino miembro, limpiándole su asqueroso semen.
El tipejo se levanta y se viste, saca su celular del bolsillo de su pantalón y me toma fotos con él, “para el recuerdo”, dice y me hace sentir más humillada, pues las toma de frente y me rodea tomando fotos desde todos los ángulos.
Una vez que termina de tomar las fotos, guarda su teléfono, se agacha junto a mí y mientras me amordaza nuevamente me dice al oído:
- Ni una palabra de esto a Roberto o a alguien más, porque no sería bueno para ti; sabemos dónde vives, dónde trabajas, tu nombre y toda tu vida nos ha sido contada por tu amante; así que calladita, ¿entiendes?
- Si, contesto en un susurro mientras lloro de rabia e impotencia, sabedora de que tengo todas las de perder si digo algo.
El maldito toma una cuerda y me ata los tobillos, dejándome casi inmóvil; luego se levanta y sale de mi recámara no sin antes voltear desde la puerta y tomar una última foto con su celular; yo le grito reclamándole que no me deje así:
- ¡MMMMMMMMNNNNNGGGGGGGHHH!
El desgraciado todavía agita la mano en señal de despedida, se sale y cierra la puerta de mi cuarto.
Escucho a lo lejos como les habla a sus compañeros, que al parecer se quedaron dormidos en mi sala; luego escucho como caminan y salen, cerrando tras de sí la puerta y dejándome atada, humillada, asqueada y violada.
Me quedo tirada por un rato en el suelo, llorando de dolor, rabia e impotencia.
Después de un buen rato me quedo dormida por el cansancio. Cuando despierto ya es de día, veo el reloj de mi buró: las 8:45 a.m. del 1 de enero. Pienso que por fin acabó la maldita noche en que sufrí las peores humillaciones de mi vida.
Entonces comienzo el gran esfuerzo de tratar de desatarme y levantarme; me resulta muy complicado, pues el infeliz amigo de Roberto me dejó desnuda, atada de pies y manos y amordazada, de tal forma que me resulta casi imposible soltarme. Tengo hambre y sed y empiezo a desesperarme de saber que nadie sabe de mi situación y que nadie se dará cuenta de ella hasta tal vez el cinco de enero en que tendría que regresar a trabajar.
Fueron horas de esfuerzo y dolor en las que tuve que ingeniármelas para romper las amarras primero de las muñecas para después desatarme la boca y los tobillos.
Cuando por fin quedé libre, lo primero que hice fue ir a tomar agua y a comer algo; me enojé mucho al ver el tiradero que los malditos infelices amigos de Roberto dejaron en mi depa; comí y bebí algo mientras repasaba todo lo que me había pasado en esa maldita noche.
Luego me bañé y me dediqué a descansar. Caí en una profunda depresión y me encerré en mi misma; el día cinco que tenía que ir a trabajar no me presenté, dejé de ir por dos semanas y me llegó un aviso de que estaba despedida. Tampoco atendí el teléfono. Roberto me fue a ver un día, no supe cual y al encontrarme en un estado deplorable me llevó a un hospital en el cual me dediqué a escribir toda la historia de lo que me sucedió en el fin de año y el primer día del año.
Roberto fue por mi auto a mi trabajo y me dijo que solamente tenía un cable suelto, que con solo conectar ese cable me hubiera ahorrado todos los problemas.
También estoy segura de que lo que dijeron sus amigos de que su esposa los había enviado a violarme es una mentira, ninguna mujer le hace eso a otra.
Por otra parte, sentí que Roberto me culpaba de lo sucedido y terminé la relación; no he vuelto a saber nada de él, pero sí de sus amigos, que de vez en cuando me mandan mensajes a mi correo diciéndome que algún día me irán a visitar, que los espere sin ropa. Yo no hago caso, pero por si las dudas, me encierro bien y ya no salgo de noche.