Violada de camino a casa
Intenté soltarme pero él tiró de mi muñeca para hacercarme más a él. Noté su aliento en mi oreja. -Mira putita, si vuelves a gritar te vas a enterar de lo que es bueno.
Eran las cuatro de la mañana e iba de camino a casa. No había sido una buena noche exactamente, dos días antes había pillado a mi novio, con el que vivía desde hacía dos meses, follando en nuestra cama con una compañera de la universidad, y mis amigas me convencieron para que saliese esa noche, para que me olvidase un poco y, como decían ellas, a ver si caía algun tío, que un clavo saca otro clavo.
Iba por una calle estrecha, un atajo que solía coger para llegar a mi casa, cuando, hacia la mitad de la calle, vi a un chaval, mas o menos de mi edad, que, por los gritos que pegaba, tenía pinta de estar muy borracho. Me puse en el otro lado de la calle, intentando pasar desapercibida, cuando le oí gritar:
-Eh, guapa, ¿que te parece si vienes aquí y pasamos un buen rato?
Le ignoré y seguí andando.
-Venga preciosa, con la pinta que tienes queda claro que es lo que buscas.
En ese momento odié a mis amigas. Me habían hecho ponerme un vestido muy corto, que no dejaba nada a la imaginación, segun ellas, con el cuerpo que tenía, no debería esconderlo. La verdad es que no podía quejarme, era morena, media 1.72, delgada, con una talla 110 de pecho y, lo que a mí más me gustaba, unas piernas largas y delgadas.
-Encanto, con esas tetas y esas piernas te haría de todo.
Esta vez había oído su voz demasiado cerca. Aceleré el paso y seguí ignorándole.
-No corras, guapa.
Derrepente noté que me agarraba de la muñeca y me dió un tirón hacia él.
-¿Lo ves, preciosa? Así de cerca mucho mejor.
-Suéltame - le grité.
Intenté soltarme pero él tiró de mi muñeca para hacercarme más a él. Noté su aliento en mi oreja.
-Mira putita, si vuelves a gritar te vas a enterar de lo que es bueno.
Me empujó contra una pared y puso una de sus manos en mi pecho, mientras con la otra buscaba debajo de mi vestido. Intenté zafarme de él, pero me cogió las dos muñecas con una mano y las apoyó en la pared, sobre mi cabeza. Su otra mano seguía recoriendo mis piernas, hasta que llego al tanga y empezó a acariciarme por encima.
-No, por favor, te dare todo el dinero que tengo encima, pero déjame ir, por favor.
-No, preciosa, tenemos unos asuntitos pendientes tú y yo, y los vamos a solucionar ahora mismo. Además, lo vas a disfrutar tu tambien guapa, ya lo verás, y aquí tengo un amigo que está deseando follarte.
Miré hacia abajo y vi un gran bulto en su entrepierna.
-Ves, ya estas mojada putita.
Era verdad, ¿que me estaba pasando? Al ver que estaba empalmado un escalofrio me había recorrido todo el cuerpo y habia empezado a mojarme. Era imposible, esto no podía excitarme.
Noté que uno de sus dedos se deslizaba por debajo del tanga y empezaba a jugar con mi clítoris y con mis labios. Entonces sacó la mano de mi entrepierna y la subió hacia mis pechos. Me bajo los tirantes y el vestido con cuidado, me desabrochó el sujetador y me lo quitó. Empezó a acariciarme y mis pezones se hicieron más grandes muy rapido.
Estaba muy cachonda, no podía soportar estar así cuando en realidad yo no quería que eso pasase. Volví a revolverme para que me soltase, pero me tenía agarrada muy fuerte.
Noté su lengua pasando por mi cuello bajando poco a poco a mis pechos, y mis pezones poniéndose más duros de lo que habían estado nunca.
-Menos mal que no te gusta, putita, cualquiera lo diría. Ahora viene lo mejor.
Llevó su mano a su pantalón, lo desabrochó y se lo bajó. Llevaba unos boxers negros, pero yo era incapaz de verlos, lo único que veía era su enorme polla deseando salir de su encierro.
Empecé a mojarme más, tanto que noté una gota de mis flujos deslizarse pierna abajo.
Mi mente era una contradicción en si misma, por una parte estaba aterrorizada, pero por otra, que incluso me aterrorizaba más, estaba deseando que se sacase la polla y me embistiese contra la pared.
-Recordarás esta noche como la del mejor polvo de tu vida, preciosa - me dijo mientras se bajaba los boxers.
Volví a mirar su entrepierna y lo que vi me hizo gemir. Tenía delante una polla de más 20 centimetros, muy gorda y con las venas marcadísimas.
-Si esto te hace gemir ya veras con lo que te voy a hacer ahora.
Llevó otra vez su mano a mi entrepierna, cogió mi tanga por un lado y empezo a bajarmelo.
La coherencia volvió a mi y cerré las piernas, pero él me forzó a abrirlas con su rodilla.
-Venga, preciosa, si tienes el tanga como si te hubieses duchado con el puesto, a mi no me engañas, lo estas deseando tanto como yo. Por cierto, me encantan los chochitos depilados, guapa.
Se sacó el capullo y empezó a pasarlo por encima de mi rajita, apretando un poco para abrir mis labios.
-Para por favor - le dije sollozando. Me estaban dando mucho miedo las reacciones que tenía mi cuerpo.
El siguió, rozando su capullo con mi clítoris, paró y me dió unos golpecitos con él. Lo separó y volvió a pasarlo por toda mi raja, hasta el ano. Esto fue demasiado y volví a gemir. Al escucharlo él se paró en la entrada de mi agujero y me penetró de golpe.
Nunca había sentido un placer así, y él noto que me gustaba.
-Lo ves, si te encanta.
Me soltó las muñecas y puso sus dos manos en mis nalgas, haciendo fuerza contra él en cada embestida.
Me iba a correr, lo estaba notando y mis uñas arañaban su espalda con fuerza. No era justo que esto me estubiera pasando a mi, queria parar, poner en orden mi cabeza, pero no era capaz, mi corrida llegaba, y ya estaba gimiendo como una loca, asiíque el me empezó a embestir más fuerte.
- Eso es, putita, córrete, mojame toda la polla.
Hubo un estallido en mi interior, y me corrí a chorro, como nunca lo había hecho. Notaba mis flujos empaparme las piernas y mi coño palpitando, deseando que siguiera follándome, pero él paró de golpe.
-Muy bien putita, pero ahora me toca a mí. Arrodíllate.
Lo hice, para que engañarme más, había sido el mejor orgasmo de mi vida.
Me agarró del pelo y pasó su glande por mis labios, pidiéndome que abriese la boca, y la abrí.
-¿Te han follado alguna vez la boca, guapa?
Me dió un par de golpes con la polla en la cara y me empujó hacia sus huevos.
-Lámemelos, preciosa.
Lo hice, y aunque nunca me ha gustado demasiado el sexo oral, empecé a mojarme mucho más.
Volvió a apartarme y sin previo aviso me metió la polla hasta la garganta, tirando de mi pelo, para follarme la boca como si fuese mi coño. En ese momento noté como su polla se hinchaba dentro de mi boca, estaba apunto de correrse. Intenté decirle que no lo hiciese dentro, odiaba que se me corriesen en la boca, pero con su polla dentro no fuí capaz de nada, aun así parece que lo entendió, por que me la sacó de la boca y me dijo:
- Tranquila, esta vez sera en esas preciosas tetas.
Y empezó a masturbarse delante de mí, lo que me hizo volver a gemir.
La corrida empezo a salir de su polla, era más de lo que yo me podia imaginar, y otra vez mi pezones se endurecieron hasta el límite, haciendome gemir de nuevo. Cuando acabó de correrse pasó uno de sus dedos por mis pechos, mojándolo en su leche y llevándolo a mi boca.
-Que no me corra en tu boca no quiere decir que no te lo tengas que tragar, y no pongas pegas, que te va a gustar perra.
Después de tragarme toda su leche me hizo levantarme, la polla no se le había bajado ni un centimetro, lo que me puso aun mas cachonda.
-Ponte de cara a la pared.
-¿Que? No por favor, eso no, nunca he hecho sexo anal, por favor.
-Te he dicho que te pongas de cara a la pared, puta, no quiero volver a oír ni una queja.
Me volvió a agarrar de la muñeca y me forzó a darme la vuelta.
Noté como pasaba su capullo entre mis nalgas, parándose en mi ano. Forzó un poco y vió que no entraba, así que me pasó la mano por el coño para lubricarse la polla con mis flujos. Volvió a ponerla sobre mi ano, empujó y grité de dolor al sentir su polla perforándome.
-Muy mal, putita, te dije que sin quejas. Ahora te tengo que castigar.
Me dió dos azotes en la nalga, pero noté que me metía la polla más despacio, inentando no hacerme daño. Aun así el dolor era insoportable, esa polla era demasiasdo gorda para mi culo virgen. Por fin, me metió el capullo, volvio a mojar su mano en mis flujos para lubricar el resto y siguió metiéndomela. A los dos minutos ya apenas me dolía, de hecho, estaba empezando a disfrutar el tener su polla entrando y saliendo de mi culo a su antojo. Mientras me follaba una de sus manos jugaba con mi clítoris y la otra me pellizacaba los pezones. Ademas de eso me estaba besando y mordiendo el cuello. Se acercaba otro orgasmo, igual o mejor que el anterior, y se lo dije.
-Aguanta un poco putita, quiero beberme tu corrida.
Sacó la polla de mi culo, me dió la vuelta, se arrodilló y empezó a comerme el coño.
Pasaba su lengua entre mis labios, succionaba mi clítoris sin parar de jugar con el con la lengua, y en una de esas, la metio en mi cueva, sin parar de moverla dentro, a una velocidad increible. Volví a correrme en cuestión de segundos, sintiendo incluso más placer que la otra vez, esta vez en su boca, llenándole de mí. Siguió un poco con mi clítoris, hasta que me relajé un poco y se levantó.
-Quiero que pruebes tu sabor, preciosa. - y me metió la lengua hasta la garganta.
No podía creer como estaba disfrutando de ese beso. Tanto que le cogí la polla y empecé a pajearle.
- Para, quiero que disfrutemos los dos.
Me cogió en brazos, a horcajadas, y me metió la polla hasta dentro.
Mientras yo subía y bajaba el se movía para llegarme más dentro. Y sentí su polla crecer más aun dentro de mí. Me iba a correr otra vez, y él también.
Esta vez no gemí, directamente grité. Nos corrimos a la vez, yo le mojaba la polla a chorros mientras él me llenaba de su leche y me mordía las tetas.
Cuando acabamos me dejó en el suelo y volvió a besarme.
-Esto deberíamos repetirlo, mi putita.
Me quedé un momento callada y asentí, como no iba a repetir el mejor polvo de toda mi vida...
Desde entonces hemos quedado varias veces, pero ha pasado de ser un desconocido a ser mi amo. Siempre haré lo que mi amo desee.