Violada (1)

Una chica es violada por dos desconocidos en un sótano.

Abrí los ojos despacio, sentía como si mil alfileres se clavasen en mi cabeza, traté de enfocar la vista, ¿dónde demonios estaba?. Me esforcé en recordar, había salido a correr por el parque para despejarme un poco, la noche era fría, razón por la cual pocas personas transitaban por él. A los 15 minutos de estar corriendo, se acercó un fornido hombre de unos 40 años, siempre me habían dicho que no confiara en los desconocidos, pero no se por qué, ese hombre no me pareció peligroso, quizás fuera porque vi su expresión de agobio, algo malo estaba pasando.

-Por favor, Señorita, ¿podría ayudarme?, mi mujer se ha desmayado a pocos metros de aquí, y necesito que alguien se quede vigilándola mientras voy a la cabina más cercana para llamar a una ambulancia.

-Sí por supuesto, voy con usted- dije rápidamente.

El hombre comenzó a andar deprisa y le seguí. Iba tan preocupada pensado en la mujer que no me dio tiempo a sentir como alguien se situaba detrás mía, me sujetaba fuertemente y me tapaban la boca con un pañuelo. Después todo fue oscuridad

No sabía cuanto tiempo había pasado, me encontraba en lo que seguramente sería el sótano de una casa, ya que no veía ventanas por ningún sitio, en uno de los rincones había una amplia cama y en el centro de la habitación estaba yo, sobre una silla de esas que usan los ginecólogos, completamente desnuda, con los brazos atados sobre mi cabeza y las piernas inmovilizadas y bien separadas, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Comencé a recordar todas aquellas historias que contaban en la televisión sobre mujeres desaparecidas y no pude evitar llorar. ¿Por qué yo?, ¿por qué me estaba pasando esto?.

En ese momento tenía 25 años, no era una belleza escultural pero tampoco me podía quejar, melena larga color castaño, pechos generosos coronados por grandes pezones color café claro, estatura media (1,65 cms), y bastante proporcionada, no estaba en mi peso ideal, pero tampoco se podía decir que fuese una persona gorda, digamos que soy una de esas mujeres con "curvas", que tienen "donde agarrar".

La puerta se abrió, y apareció el mismo hombre que había visto en el parque, se colocó delante mía y sus ojos recorrieron lascivamente mi cuerpo. Ahora que podía verle mucho mejor, noté lo alto que era, mediría casi el metro noventa, moreno, de complexión bastante fuerte, y por los rizos que asomaban entre su camisa, muy peludo.

-¡¡¡Por favor, no me haga daño!!!!- mi voz sonó lastimera, reflejando todo el terror que sentía.

-Mira zorrita, el daño que te hagamos va a depender de cómo te portes, si eres una buena putita, no te pasará absolutamente nada.

Mi llanto se hizo más fuerte. Ni siquiera podía hablar. Estaba completamente paralizada.

La puerta volvió a abrirse y entró otro hombre, me imaginé que fue el que me sujetó por detrás en el parque, era más viejo que el otro, tendría unos 60 años, calvo, y con una enorme barriga.

-Toño- dijo el viejo –menuda perra has traído esta vez. Ya la tengo dura de solo ver esas tetazas que tiene.

-Ya te lo dije Esteban, a ésta sí que la vamos a follar con ganas.

En ese momento comprendí que iba a ser violada por dos maníacos, pero por lo que más temía era por mi vida. Mi vida sexual hasta ese momento no había sido muy abundante, tan sólo un par de novios y siempre sexo "tradicional", no quería ni imaginarme lo que esos dos tipos iban a hacer conmigo, pero lo que verdaderamente me aterraba era que pasaría después, siempre había temido al dolor y, por supuesto, no quería morir.

-¡¡¡¡Por favor!!! ¡¡¡¡No me maten!!! Haré todo lo que quieran, pero no me hagan daño.

Mientras estaba diciendo eso, Esteban se había puesto a la altura de mi cara. Acercó su cabeza a mi oído y me empezó a lamer mientras me decía con voz pastosa:

-Te vamos a matar a polvos perra, cuando terminemos contigo podrás irte a tu casa, pero como se te ocurra contar algo de esto, entonces sí que te buscaremos y te mataremos. Sabemos donde vives, así que mucho cuidado.

Yo asentí con la cabeza mientras las lágrimas se deslizaban por mi cara.

Las manos de Esteban empezaron a sobarme las tetas sin piedad, mientras su lengua iba bajando por mi cuello. Por su parte, la boca de Toño se acercó a la altura de mi coño y sus dedos empezaron a abrir mis pliegues. Yo estaba completamente seca y tensa, por lo que las primeras intrusiones de esos dedazos en mi interior me causaron dolor.

El viejo se metió uno de mis pezones en la boca y chupo con fiereza mientras me pellizcaba el otro pezón con sus callosos dedos. Me estaba haciendo daño y yo seguía llorando, pero a pesar de todo, mi cuerpo empezó a responder. Cerré los ojos tratando de relajarme, ya que no podía evitar que me violasen cuanto menos tensa estuviera menos dolor sentiría.

-¡¡¡¡Joder que tetas tiene!!!- Esteban seguía chupando, pellizcando, manoseando brutalmente mis pechos. Y, para ser sinceros, Toño estaba haciendo un buen trabajito abajo, su lengua recorría todo mi sexo mientras me introducía un dedo en el ano. Muy a mi pesar empecé a humedecerme.

-Nos ha salido un buena zorrita, ya está empezando a estar lista, no ha costado mucho trabajo.

Sin dejar de tocarme empezaron a desvestirse, cuando vi sus penes supe que iba a ser doloroso, el de Toño era largo y ancho, mediría unos 23 cms, lleno de venas y con un enorme capullo rojo que parecía que iba a estallar de un momento a otro. El del viejo era un poco más pequeño pero, aún así, más grande de la media y mucho más grueso que el del otro. Mis ojos se abrieron como platos.

-¡Sí perra! Míralas bien porque estas dos pollas te van a taladrar todos los agujeros que tienes.

La polla de Esteban se acercó a mi boca mientras sus manos seguían sobando mis tetas.

-Ahora me la vas a chupar, y mucho cuidado con los dientes que como me hagas el más mínimo daño te corro a hostias.

Me dio un asco enorme cuando pasó su pene por toda mi cara hasta llegar a la boca. Me la metió sin ningún miramiento, de un golpe seco y casi me atraganto cuando noté como su glande golpeaba mi campanilla.

-Empieza a mover la lengua puta, hazme la mayor mamada que le hayas hecho a nadie o si no te vas a arrepentir.

Empecé a mover la lengua por toda su polla mientras él empezaba a bombear con fuerza, casi no podía respirar, la sacaba entera y luego la volvía a meter casi al instante sin darme tiempo a tomar aire. Estaba, literalmente, follándome la boca.

Toño se había colocado entre mis piernas, separó bien mis muslos y empezó a meterme su enorme cipote. La penetración fue mucho mas lenta que la del viejo, poco a poco fue llenándome por dentro hasta que noté como sus huevos tocaban mis nalgas, nunca creí que fuera posible que una polla así cupiera dentro de mí, pero la dura realidad afirmó todo lo contrario. Toño empezó un mete-saca lento pero constante. Los gemidos de los dos hombres se hicieron más fuertes.

Una de las veces que Esteban sacó su polla de mi boca, no la metió de nuevo rápidamente sino que, por el contrario, puso sus huevos en mis labios, por lo que supe que quería que se los chupara, así que me puse a ello. Los lamí ávidamente, asqueada por el olor que desprendían.

-¡¡¡Joder esta zorra si que sabe chupar pollas!!!. Me voy a correr de un momento a otro. Te voy a llenar con mi leche guarra, vas a ver como te gusta.

Me metió de nuevo la polla en la boca y noté como empezaba a contraerse, un chorro enorme y espeso me llenó toba la boca y no tuve más remedio que empezar a tragar si no quería asfixiarme. Mi coño soportaba las embestidas del otro hombre cada vez mas fuertes, me estaba ensartando tan profundo que pensé que me partiría en dos, instantes después se empezó a correr y sentí como todo su semen se derramaba entre mis muslos.

-¡Límpiamela! No quiero que ni una sola gota quede en ella.

Mientras limpiaba los restos de semen del viejo, Toño se colocó al otro lado de mi cara y empezó a restregar su polla chorreante por mi mejilla. Cd termine con la de Esteban, limpie la del otro.

-¡¡¡Ufff!!!, como se nota que llevábamos tiempo sin follarnos a una tía. Nos hemos corrido rápido, ¿eh, Esteban?, venga vamos arriba a tomarnos unas cervezas y luego seguimos con esta perrita, nos esperan unas horas de puta madre jejejeje.

-Si, si, una cervecita ahora no estaría mal, pero espera un momento que quiero que esta zorrita se acuerde de nosotros mientras estamos arriba.

Yo me temí lo peor. Vi como el viejo se acercaba a sus pantalones y sacaba de los bolsillos dos pinzas negras. Se acercó a mí, pellizcó mis pezones ya doloridos por el anterior sobeteo, y colocó una pinza en cada uno de ellos.

-¡Joder Esteban, estás en todo! Jejejejeje

Y se marcharon, dejándome atada, dolorida, llena de semen y con los pezones pinzados. Volví a llorar amargamente sin querer imaginar que es lo que harían después, aunque mucho me temía que todavía quedaba lo peor.

(Este es el primer relato que publico, espero que os haya gustado, si queréis que siga, mandarme un email)