Violaciones medievales (4)

Comienza el perverso castigo que llevará a la joven prisionera al límite de su resistencia.

Violaciones medievales (Parte 4)

"En la oscuridad nadie distingue tu sufrimiento…ni tus gritos" "Sólo más oscuridad"

Los pensamientos extraviados de Aikarn se estaban tornando sombríos, desvariados, carentes de decencia como consecuencia de la brutal agonía de la asfixia. Los segundos no corrían, se arrastraban mientras se encontraba allí, sumergida en la pesadilla cubierta de fría agua hiriente. Cristalina en su composición, pero negra por la escasa iluminación.

Ellos esperaban. No eran más que un par de minutos. Pero lo suficiente como para hacerla sufrir dentro de la dicotomía de preferir la muerte o la vida.

--Piensa en tus amigos, niña—se reía un inmanente individuo al hacer rodar la rueda de madera en la que estaba atada de los tobillos y los brazos—Trata de no ahogarte, ¿si?

La muchacha sentía por enésima vez el fugaz alivio de encontrar aire al cual respirar luego de toser y expulsar por su boca todo el líquido alojado allí. Sólo le bastaba aspirar profundo y esperar una vez más el tormento, ansiando a que la aclimatación fuera un consuelo.

Los sádicos solamente detenían el accionar de la rueda en el lado seco para abrumarla con la posibilidad de culminación de tal suplicio. Pero luego volvían a destruir su esperanza moviendo nuevamente la palanca sobresaliente hasta el sumergimiento total de su cuerpo.

Esta tortura la habían repetido más de diez veces, por lo que Aikarn luchaba ya contra sus propios deseos de inconciencia. Odiaba aquella vasija más que a ninguno de sus violadores, la aborrecía por mantenerla forzosamente despabilada, llegando a pensar que había sido la más macabra de las ocurrencias de Vessel.

Y nuevamente las tinieblas. Silenciosas y asfixiantes.

Solitaria en su ensimismamiento, sin miedo ya, pero insoportablemente inmóvil, tenía tiempo suficiente como para ahondar en esos malditos pensamientos. Aquellos crueles que la llenaban de culpa por su egoísmo. ¡¿Por qué había deseado la muerte?! ¡¿Cómo iba a abandonar a sus compañeros a su suerte?!

La decisión la había tomado: resistir. De alguna forma, algún milagro, algo tenía que ocurrir. La ilusión siempre era lo último que se perdía, por más vana que ella fuera.

Y de nuevo la luz.

--Esto se está poniendo aburrido—dijo alguien al observar su rostro descompuesto y empapado, tratando de aspirar una bocanada—Yo quiero ver sangre en sus agujeros.

--Sí, y que se ahogue, pero en mi leche—acotó otro.

Luego de debatir y decidir qué hacerle de manera poco disimulada, entre varios la desataron y la arrojaron al suelo boca abajo en forma violenta, haciendo que se pegara un porrazo contra los fríos peldaños.

--Ahora sí me gusta: mostrándome esas nalguitas….

Su cabello corto enmarañado alcanzaba a ocultar sus gestos de resignación y cansancio. Las marcas consecuentes de las varias horas de martirios disímiles se esparcían por todo su cuerpo: desde las contusiones por lo apretado de las cuerdas hasta las leves pero ardientes quemaduras de cera caliente de vela en sus senos y entrepierna. Todas esculpidas en su epidermis entre gritos sordos contenidos y muecas de dolor.

--Dale las gracias a Vessel por la suavidad, niña. Ni te imaginas lo que teníamos en mente

A muchos de los allí presente se les había hervido la sangre al anunciar su líder que iba a ser castigada por el asesinato, liberando sus pensamientos colmados de sadismo y extrema violencia. Pero las ansias de salvajismo fueron detenidas rápidamente con las decepcionantes órdenes impartidas.

"No le hagan marcas permanentes que destruya su belleza" les había extrañamente dicho antes de irse con la promesa de que volvería pronto, lo cual fue respondido con quejas y preguntas sobre el tipo de torturas sin cicatrices.

"Sean originales" fueron sus últimas palabras.

No les podía haber arruinado más la siniestra diversión. Algunos incluso habían imaginado a la muchacha ensartada por su orificio trasero de uno de los ganchos gigantes colgados del techo. O siendo empalada lentamente hasta la muerte con una pica, cuya punta le traspasaría todo el cuerpo hasta salirle por la boca. Pero sólo se tuvieron que conformar con perversiones convencionales para sus gustos, aquellas que habían dejado de llevarlas a cabo por tediosas.

Sin embargo ahora se encontraba allí, nariz contra el piso, indefensa, mostrándoles su apetitosa espalda y sus perfectas nalgas desnudas a cada uno de ellos: más de una docena de violadores insaciables y torturadores sin piedad.

--Provoquemos esta noche que tenga que dormir en esa posición por el resto de su vida.

Entre risas, la alzaron de los hombros y le aprisionaron las muñecas con cadenas provenientes de una argolla metálica del techo. Observaron su mirada perdida, como apartada, aislada en la lejanía de una realidad menos cruenta, y le encajaron una cachetada para hacerla reaccionar.

--Vamos, niña. No me decepciones—dijo un corpulento hombre.

Aikarn frunció el seño como si la hubieran despertado de un hermoso sueño.

--Mucho mejor—rió.

--¡Alarguen la cadena!—gritó alguien.

Y enseguida uno de los soldados prolongó el encadenamiento de finas argollas de acero reforzado agregándole porciones sueltas. Acto seguido, tiraron con fuerza de éste, provocando que la muchacha quedase arrodillada con sus brazos colgando.

--Levántenle ese hermoso culito.

Le rodearon la cintura con los eslabones de un collar suelto y elevaron sus caderas de modo que su cuerpo quedara suspendido en el aire en forma de L.

--Qué panorama…--expresó uno con lujuria.

--¿Quién va primero?

--No tiene caso que nos peleemos por eso—rió, mientras observaba cómo la cautiva dejaba caer su cabeza con desazón—Hay para todos.

Y fue entonces que el más cercano a la víctima tomó posición en su parte trasera para luego bajarse los pantalones y apuntar su miembro hacia el maltrecho orificio anal.

--No creo que esto te duela tanto ahora, niña…--sonrió con malicia, y la penetró sin clemencia hasta lo más profundo de sus entrañas.

Aikarn esbozó un alarido ahogado por su propio orgullo al sentir sus inflamados pliegos anales nuevamente perforados sin ningún tipo de preparación o lubricación previa.

--Todavía aprietas, perra—carcajeó—Lo tienes bien seco.

Ni bien dilató con fuertes estocadas iniciales el agujero vejado, el primer violador comenzó una sucesión de entradas y salidas tan feroces que hasta hacían chirriar las cadenas y las argollas del techo. La muchacha únicamente se limitaba a soportar la situación extraviando sus pensamientos en océanos de odio y venganza.

No habían pasado más de diez minutos y la mayoría de los presentes estaba ya impacientándose, por lo que se lo hicieron saber de manera poco simpática, ordenándole que se apresurase en acabar o de lo contrario sería retirado a la fuerza.

--Me gustaría llenarle esa boquita con mi leche—dijo cerca de llegar a su límite, en medio de salvajes penetraciones.

El primer violador se detuvo y se dirigió entonces al otro extremo, donde le aguardaba el rostro arrugado de dolor de Aikarn.

--Espero que te hayas limpiado el hoyo, porque ahora vas a probar lo que tenías dentro.

Le abrió la boca haciendo uso de sus dedos y le depositó el miembro en ella, adentrándolo hasta llegar a la garganta.

--Ten cuidado—le advirtió un compañero--, no vaya a ser que

Y la advertencia tuvo razón de ser.

--Aaaaaahh, maldita…¡puta!—aulló el abusador, tratando de separar a la fuerza los dientes de la muchacha de su sensible carne.

Entre los bramidos y las gotas de sangre que caían al suelo, cuatro manos tuvieron que actuar rápido para apartarle la mandíbula sin que el daño fuera total. Una vez liberado el miembro injuriado, le aplicaron dos fuertes cachetadas en sus mejillas que la dejaron atontada mientras escuchaba por vez enésima la frase conocida: "si no fuera por Vessel…"

Los gritos e insultos del primer violador fueron tranquilizados al indicarle sus camaradas, entre risas, que se trataban sólo de heridas superficiales y que agradeciera por poder todavía orinar de parado. Pero el deseo de venganza no aminoró en nada.

--¡¿Qué voy a hacer contigo, perra?!—le vociferó con su mano sosteniéndole férreamente el mentón.

--¿Por qué no pruebas con esto?—se escuchó a una voz entrante.

Todos los presentes giraron su cabeza. Era su líder Vessel, que había regresado sosteniendo un adminículo que a primera vista no se podía distinguir qué era.

--¿No les parece bonito? Ideal para que no se lastimen idiotas como tú.

Al mostrarlo a la luz de las antorchas, lograron observar que se trataba de una especie de cinturón bucal de tortura que contenía dos alambres simétricos que se utilizaban para dividirle los labios y abrirle a la fuerza la boca a la víctima. Al verlo, Aikarn sintió un nudo en el estómago.

--Nos leíste la mente, jefe—dijo uno.

--No exactamente—contestó el superior, habiendo escuchado tras la puerta lo sucedido anteriormente.

Se dirigió hacia el rostro de la muchacha y lo levantó con su palma derecha, quedando sus miradas encontradas. Se mantuvieron de esa manera un largo rato, contemplando cada uno los ojos del otro—furiosos los de ella y vacíos los de él—hasta que una tenue sonrisa se posó en las facciones de Vessel.

--Todo esto te lo has buscado tú solita, niña—le habló con repugnante tono paternal--¿Sabes lo que es esto?—le mostró el instrumento—Me parece que sí. Y me parece que también te imaginas lo incómodo que debe ser usarlo durante un largo tiempo. Ni que hablar si mis muchachos tienen pensado hacer lo que sospecho.

Aikarn, para sorpresa de todos, en lugar de amedrentarse, demostró su valentía degustando visiblemente con su lengua la sangre de miembro sexual que había quedado alojada en sus dientes delanteros y le escupió parte de ella en la cara.

--Vaya…--se asombró el líder mientras se limpiaba con la muñeca—Creo que me estoy enamorando.

Y le introdujo los alambres bruscamente dentro de las partes internas de sus mejillas, abriéndole la boca y colocándole una suerte de cánula pequeña para mantenerla así de manera constante.

--¿Quieres decir algo antes de que comiencen?

Ante las risas generales, la muchacha berreó frases furiosas que carecieron de sentido por el impedimento bucal, y que sólo consiguieron que las bromas groseras aumentasen.

--Sólo te diré una cosa—le susurró el líder al oído--: ahora sí te lo permito.

El gesto de Aikarn demostró ignorancia de a lo que se estaba refiriendo.

--Ahora sí puedes vomitar cuando quieras.

Vessel le acarició cariñosamente el cabello y se apartó, dando a entender que la dejaba a voluntad de sus subordinados.

--Llamaré a los demás—fueron las últimas crueles palabras que escuchó antes de que comenzara una vez más el abuso en grupo.

Sin esperar ni un instante, su ano fue nuevamente ultrajado en forma violenta ya ni sabía por quién, agregándole a este martirio el sometimiento de quien se había posicionado delante de ella, sujetándola de los pelos e introduciéndole su maloliente falo hasta la garganta. Encadenada como estaba, su cuerpo se hallaba a completa merced de sus violadores, sacudiéndose cada vez más vertiginosamente al compás de las feroces estocadas. Lo único que podía llegar a hacer para sosegar su sufrimiento era cerrar sus ojos e inclinar de cierta manera su cadera para que las diferentes frecuencias de los embates no le lastimaran la espalda.

--Le voy a llenar las tripas de leche a esta perra--vociferó el que la sodomizaba—, su mierda va a nadar en

--Mejor haz que se la trague—le sugirió el que había sido injuriado por ella, todavía tratando de detener la hemorragia de la herida sangrante con una venda—¡Que se trague la de todos y cada uno!—gritó con odio.

--Es una buena idea—se rió el que estaba por llegar al orgasmo en su boca, gracias al placentero y obligatorio rozamiento de su lengua—Aquí va la primera ración

Aikarn abrió los ojos por la repulsión al sentir el estallido de un torrente de semen en lo más profundo de su garganta, siendo dirigido casi directamente hacia su estómago.

--Al menos serás bien alimentada—se burló.

Los vellos púbicos pegados a su nariz no la dejaban respirar con libertad, por lo que comenzó a tener convulsiones por falta de aire.

--No te impacientes, niña, ya te la saco y vendrán otras…--miró a los demás—Parece que no puede esperar a que

Como un guiño cómplice a su maligna burla, en el momento en que extraía su miembro de la boca ultrajada, más de una decena de soldados se adentraron en la habitación dispuestos a satisfacer sus bajos instintos, quedando fuera varios más aguardando ansiosamente.

--Menos mal que en esta posición no puedes ver hacia la puerta—le dijo al tiempo en que limpiaba su aparato frotándoselo en las mejillas.

Durante las siguientes dos horas, el cuerpo de Airkarn fue agraviado tanto oral como analmente, procurando los violadores no acabar dentro de su recto, sino en su boca, recibiendo una y otra vez las explosiones orgásmicas en su interior y tragando a más no poder para no morir ahogada en semen.

"Esta será toda tu comida hoy", "trata de morderme ahora, perra", "te llenaremos hasta que se te infle la barriga", "mira, se le está saliendo por la nariz" fueron sólo algunas de las frases pervertidas que se oyeron entre carcajadas y jadeos de regocijo. Luego de haber sido disfrutada por todos los presentes, Vessel se le acercó con una expresión siniestramente condescendiente, sujetándole el mentón con sus dedos.

--¿Qué se siente tener litros de esperma en tu estómago?—le preguntó con voz calma.

La muchacha apenas si lograba mantener los ojos abiertos por la extenuación.

--¿Me quieres decir algo?—los demás rieron, tomando su agotamiento como un triunfo—Cierto, te es difícil hablar con esto puesto.

Y le quitó el adminículo que la obligaba a tener la boca abierta.

Ni bien sucedió esto, ante la mirada lasciva de la masa de sádicos, Aikarn dejó caer una escabrosa cantidad de lefa albergada en su paladar como si éste fuera el origen de una cascada de líquido blanco.

--Qué desperdicio—sonrió el líder.

Las groserías que se escucharon a continuación por parte de sus subordinados fueron inenarrables.

--¿Qué harás? ¿Los digerirás o no?

Todos contestaron con mayores indecencias.

La muchacha se encontraba inmóvil, en la misma posición que la habían sitiado horas antes: con cadenas colgadas del techo maniatando sus muñecas y su cadera, dejando desplomar su cabeza a la altura de las entrepiernas de sus captores.

--Me gustaría que me dijeras algo ahora que puedes hablar.

Aikarn contorsionó su pecho varias veces, como queriéndose negar a una circunstancia de la cual ya no había retorno.

--Aquí viene

Luego de un par de punzantes arcadas, la joven finalmente vomitó todo el contenido de su estómago, formando un gran charco de líquido amarillo blancuzco en los adoquines del piso.

Como respuesta a eso, además de las risotadas, algunos hasta habían insinuado con recogerlo en un recipiente y obligárselo a que se lo trague nuevamente. Pero eso fue rechazado rotundamente por el oficial.

--Creo que tendremos que limpiar, ¿no te parece?

La contestación de Aikarn fueron respiraciones profundas, anteriores a las nuevas arcadas y el posterior vaciamiento definitivo de su órgano digestivo con un vómito más.

--A ver, ahora te estarás dando cuenta del error que cometiste, preciosa. Quizás esta noche la podrías haber pasado de maravillas con el imbécil ese. Bueno, si no enloquecía como la anterior vez. Pero decidiste hacerte la dura.

Los ojos de la joven lo fulminaron con la visual.

--Aunque admiro esa fuerza tuya. La respeto. Así como tú tendrías que considerar en respetarnos a nosotros si no quieres que todo sea mucho peor.

Algunos de los observantes negaron con la cabeza sonriendo, como deseando que eso nunca ocurriese para así seguir desatando toda su violenta lujuria.

--Empezando por admitir que he cumplido con lo que dije—le acarició afectuosamente el cabello enmarañado y pegajoso—Eso no puedes negármelo, cariño. Además, si fuera por ellos, probablemente ahora estarías siendo violada e inseminada por los caballos del establo. Así que hazme un favor y di algunas palabras de agradecimiento hacia mi persona.

No sabía qué es lo que le repelía más a Aikarn, si el sabor nauseabundo en su boca o lo que estaba oyendo.

--¿No me vas a agradecer nada? ¿Ni siquiera un poquito?—la miró fijo—Al menos nunca te he mentido. ¿No tienes algo que decir al respecto?

--Dime, líder—la muchacha enalteció su voz--, ¿acaso tus familiares abusaban de ti cuando eras niño con las excusa de que decías mentiras?

Casi todos los soldados en la habitación rieron al unísono. Pero luego se callaron al ver facciones retorcidas dibujadas en el rostro de Vessel.

Un silencio extremadamente incómodo envolvió el ambiente. El portentoso líder se hallaba tieso, como no pudiendo creer lo que acababa de escuchar.

--¿Toqué un nervio?—preguntó vilmente Aikarn.

Vessel, sin más, le propinó dos sonoras cachetadas seguidas para regocijo de quienes querían verla de ese modo; asimismo, y al ver que la expresión de fortaleza mezclada con maldad de la muchacha no cambiaba, cerró el puño con la intención de estrellárselo de frente contra su nariz, queriendo rompérsela junto con varios dientes. Pero esa acción quedó solamente en un amague. Él mismo contuvo toda su furia deteniendo su golpe a casi nada de distancia del rostro.

Y se sorprendió al notar que ella ni siquiera había cerrado los ojos como reflejo.

"No seas idiota, es lo que ella quiere" recordó sus propias palabras. "Morir con honor" fue la frase que vino a su mente. Pero, ¿realmente quería eso? "Una vez muerta, ¿pensaría que sus amigos correrían igual suerte y en forma rápida?"

Apartó su puño y la observó atónito. Nunca había conocido a una chica tan valiente como ella, y menos que lo haya llevado a perder el autocontrol. Sin embargo, a pesar de su admiración, no tenía planeado que la situación quedara así.

--El castigo no terminó—dijo molesto consigo mismo luego de soltarle las cadenas, haciéndola caer de barriga al charco de esperma en el suelo—Háganla gritar hasta que se quede afónica.

Entre el vitoreo y el desenfreno lujurioso, varios se enfrentaron para designar quién iba a ser el primero en reanudar el abuso masivo. Luego de haber sido todo su cuerpo aseado con cubetas de agua helada, la muchacha fue por enésima vez rodeada y sometida analmente en repetidas ocasiones, procurando que nadie utilizase su boca como otro orificio placentero por temor a que sucediera el incidente anterior. Así fue como uno tras otro nuevamente vejaron e inundaron su ano por más de una hora ante la atenta mirada de su líder, quien no llegaba a contentarse con la escena ya que no estaban cumpliendo con su petición de hacerla chillar o llorar. Ciertamente, Aikarn soportaba con sus ojos cerrados las continuas agresiones sólo dejando escuchar de su padecimiento pequeños gimoteos forzados, mostrándoles tanto su bravura como la ineficacia del intento de ruptura.

--A este agujero ya le entraría la de un burro—bufó el que la violaba en ese turno—, ¿por qué no podemos cambiar al de adelante para hacerla sangrar y gritar?

Ante la pregunta, varios observaron a Vessel buscando un gesto de aceptación, pero se encontraron con otra negativa.

--¿Por qué no le preguntamos a ella qué es lo que quiere?—sonrió uno de los que estaba ansiosamente esperando.

--Dime, preciosa—la sujetó para encontrar su mirada--¿prefieres que no acatemos a Vessel y desvirguemos tu vaginita, o que sigamos de esta forma hasta que seas incontinente de por vida?

El líder se rió por lo bajo. Sabía que sólo se trataba de una pregunta maliciosa con el objetivo de averiguar qué era lo que iba a decir.

--Responde—le sugirió el abusador con una salvaje penetración profunda.

--Aah…--se quejó Aikarn.

--No oigo bien—el que la jalaba de los cabellos se acercó a su rostro.

Cuando se había aproximado lo suficiente como para escuchar las palabras ahogadas por los quejidos, la muchacha estiró su cuello intentando morderle la oreja, no lográndolo hacer ya que, advertido por los acontecimientos preliminares, el sádico guerrero anticipó el movimiento y se apartó enseguida.

--Haz lo que quieras, cerdo impotente, ¿crees que les sigo teniendo miedo?—la voz de Aikarn expelió rencor.

Desde su rincón, Vessel sonrió una vez más.

Luego de tantas penurias, torturas y humillaciones, la joven entendía que ya no habría acciones que la despojasen de su valentía como había ocurrido anteriormente, cuando todavía ignoraba qué es lo que planeaban hacer con su cuerpo. Pero para desdicha de ella, aún le aguardaban un sinfín de perversiones que no se imaginaba.

--Ya me harté de esperar—dijo al que le había pretendido morder—Ponte de espaldas y ábrele las piernas lo más que puedas—le ordenó al que todavía la sodomizaba.

--Espera tu maldito turno como todos. Todavía no acabé, idiota.

--Ya lo sé

Vessel se percató rápidamente de lo que ambicionaba llevar a cabo.

--Haz lo que te dice—le dijo a su subordinado.

El violador, sin terminar de comprender, tomó entonces a la muchacha de los senos, se acostó de espaldas y colocó su cuerpo vejado arriba del suyo, separándole luego las piernas hasta el punto en que Aikarn tuvo que aguantar una gimoteo de dolor. Complacido por el cumplimiento de su deseo, el que se había salvado de ser injuriado retiró su miembro de entre los pantalones y lo acercó lentamente hacia el ano ocupado de la joven.

--Hacía mucho tiempo que no intentaba esto.

--¿Qué es l…qué…?—no pudo evitar asustarse Aikarn.

--Tú me dijiste que haga lo que quisiera—se rió diabólicamente—Me imagino, amigo, que no te opondrás, ¿no?

El que estaba acostado carcajeó.

--Será un poco extraño, pero todo vale con tal de escuchar los gemidos de placer de una niña.

--No…espera….no…--suplicó la muchacha

Mientras que entre los dos le apartaban al máximo las nalgas, el nuevo abusador depositó la cabeza de su miembro por encima de la de su compañero, empezando a ejercer presión para que también entrase. La perversión y el asombro en las caras de los demás demostraban la pretensión de querer también experimentar luego esa sensación de estrechez. No podían creer que en tan pequeño orificio llegasen a entrar dos falos juntos sin desgarrarlo por completo.

--Ya casi llego, perra—le esbozó al oído--Te gusta, ¿no?

Los suspiros y el gesto de sufrimiento de la muchacha era la excitación suprema que estaba esperando ver Vessel. Sus ojos cerrados con lágrimas y sus dientes apretados le provocaban el morbo necesario como para tener una nueva erección.

Cuando el de la idea de la doble penetración anal finalmente empujó con toda su fuerza bruta y terminó de introducir su miembro, el aullido que brotó de los labios de Aikarn indujo a que varios en la habitación comenzaran a masturbarse.

Difícilmente haya soportado un dolor mayor en su vida. Los movimientos espasmódicos, queriéndose liberar de los brazos de sus captores, manifestaban que finalmente la muchacha parecía haber llegado al límite de su resistencia al padecimiento. Nunca pensó que se arrepentiría de haber asesinado a aquella persona que tan bien la había tratado.

--Qué delicia--exhaló el abusador—Ahora prepárate

Sin darle importancia a los sollozos cada vez más fuertes de su víctima, ambos comenzaron al unísono a taladrarle el ano una y otra vez con furia creciente. Aikarn ya no sabía dónde apoyar su cabeza. La zarandeaba de un lado a otro gritando palabras de piedad entrecortadas con sus quejidos, esforzándose al máximo por apartarlos.

--¿No quieres agregar algo más? ¿O tocar algún otro nervio como habías dicho?—se levantó Vessel—Te gustaría volver a insultarme, ¿no?

--¡Maldito….seas!—vociferó Aikarn—¡Te matar…aaaaahhhh!

El llanto plagado de impotencia de la muchacha no hizo más que alentar la depravación. Los violadores aceleraron como pudieron los movimientos y llegaron al orgasmo con poco tiempo de diferencia, depositando sus semillas en su ano y bajo vientre, sólo para luego tomar su lugar dos soldados más y ultrajarla casi de igual forma. Y de esa manera prosiguieron. Por más de dos horas, la infortunada Aikarn no paró de sufrir las sucesivas penetraciones anales dobles en la misma posición o boca abajo, aspirando el horripilante hedor de los torsos desnudos y sudorosos. Su entrenamiento y arrojo la habían preparado para resistir varias clases de torturas físicas sin doblegarse, pero jamás imaginó que sería expuesta a las de tan aberrante y humillante índole sexual.

Y cuando creía que nada podría empeorar su situación de degradación y dolor, se escucharon unos pasos detrás del portón de entrada que interrumpieron el vitoreo y los insultos indecentes dedicados a ella. La puerta se abrió vehementemente e hizo su aparición una figura imponente que sobresalía entre la penumbra del pasillo.

Vessel registró enseguida al individuo capaz de producir tales sonidos al caminar.

--¿Qué haces aquí, Wagner?—le preguntó al tiempo que todos se llamaban a silencio.

--Kronos me envió—contestó una voz gruesa y poderosa—Dijo que tenías a alguien para mí.

Los integrantes del último par que había estado penetrando a la muchacha se detuvieron y la arrojaron a un costado. Vessel suspiró riéndose, mirando de reojo a la exhausta y jadeante Aikarn acostada boca arriba.

--Ese hijo de puta…--sonrió cruelmente.

Pensó unos momentos para saber qué decirle. Ese colosal sujeto escondido aún tras las sombras lo había ayudado incontables veces, tantas como las que le había negado a participar de las brutales orgías que organizaban con las prisioneras. Pero sabía que ahora no había vuelta atrás, que no podía hacerlo regresar por donde vino, que no era prudente volver a decepcionar a alguien de su porte que tan fiel le había sido siempre.

--¿Por fin vas a compartir el botín conmigo?—insistió el individuo mientras se adentraba en la habitación agachando su cabeza para no colisionarla contra el pórtico.

La luz de las antorchas iluminó a un hombre calvo de enormes proporciones y marcados músculos, con barba y decenas de cicatrices diseminadas por todo su cuerpo.

--Parece que el castigo se prolongará un poco más—le informó Vessel a todos en el lugar.

Sus subordinados se entusiasmaron palpitando lo que sería algo verdaderamente sádico que no estaba planeado.

Aikarn, al recuperar parcialmente la conciencia y escuchar la clase de instrucciones retorcidas que Vessel le daba a su guerrero de mayor tamaño, se incorporó con sus manos y se sentó con un súbito movimiento, olvidándose por un instante del terrible dolor en su parte trasera.

--¿Q..quién…er…?—balbuceó casi temblando al observar que el recién llegado superaba en altura por más de una cabeza al ya bastante alto Vessel.

--Es tu nuevo amante, niña—ironizó uno de entre la aglomeración.

Wagner la divisó de arriba a abajo por primera vez y delineó una sonrisa cargada de lujuria en su rostro.

--Es demasiado pequeña—se mofó—Aquí correrá sangre

Al oírlo, la joven retrocedió instintivamente ayudándose con sus brazos hasta la pared opuesta, volviendo a ensuciarse nuevamente con el charco de semen y vómito propio.

"Yo creo que disfrutará…", "hasta quebrarla no pares", "déjala arruinada de por vida", "¿estás seguro de que solamente le permitirás darle por el culo?" fueron, entre otras, las expresiones malignas dichas adrede al ver su cara de horror.

--Miren—dijo uno al aguzar su vista y ver por debajo de la entrepierna de Aikarn—, se orinó encima.

Las risas generales se contrapusieron a su llanto silencioso de incapacidad y vergüenza.

--Y yo que pensaba que ya no le tenías miedo a nada—la oprimió aún más Vessel, regodeándose con su revanchismo.

Wagner se le fue aproximando con pasos pesados y lentos, permitiéndole ver el exageradamente inmenso bulto que sobresalía en su pelvis recubierta con vestimenta de guerra, acorde a la dimensión de su perfil.

Sólo la sombra que la envolvió al tenerlo cerca fue más negra que el destino que le depararía hasta el amanecer.