Violaciones medievales (3)

En esta ocasión, Aikarn experimentará una diferente clase de deleitable tortura.

Violaciones medievales (parte 3)

No habían pasado ni doce horas desde la primera sesión de violación grupal y ya varios de los integrantes de su escuadrón se manifestaban con ansias de repetir la experiencia. Algunos hasta habían osado demandárselo, alegando aburrimiento o falta de retribución monetaria por no haber asistido, órdenes mediante, a las últimas batallas y saqueos aldeanos. Era por eso que Vessel, acompañado por su amigo Kronos, se dirigían apenas caída la noche al recinto donde se encontraba prisionera Aikarn y sus compañeros.

El fuerte olor a sexo impregnado en los pasillos les señalaba que estaban acercándose, lo que sugestionó al segundo al mando, evocándole los perversos recuerdos recientes.

--Hacía mucho que no te veía tan excitado—se rió Vessel—No te estarás enamorando, ¿o si?

Kronos carcajeó.

--Sí, de ese precioso culito. Me gustaría que hubiese sido sólo mío. Con sólo recordar su estrechez virginal, se me hierve la sangre.

Las palabras mencionadas en tono elevado por los rebeldes llegaron hasta los oídos de Igor y Wendell, ambos colgados del techo, cautivos bajo cadenas. Pero sólo se limitaron a dedicarles furiosas miradas con ojos entreabiertos. Sus estados de debilidad no les permitían nada más.

--No les dio de comer—dijo Vessel a través de la ventana con barrotes, observando los platos traídos por sus subordinados al pie de los prisioneros.

--¿Dónde está?

Aguzando sus vistas, divisaron en el fondo de la celda, entre la oscuridad, a una pequeña mano de muchacha inmóvil y desfallecida sobresaliendo entre la mugre del suelo.

--Estará exhausta después de tanto disfrutar—se mofó Kronos.

--¿Qué le hicieron?—preguntó Vessell maliciosamente, teniendo en cuenta que sus amigos estaban escuchando.

El corpulento seguidor sonrió.

--Nada, solamente le ayudamos con su problema de constipación.

Se quedaron examinándola un largo rato, vislumbrando detalladamente el contorno de sus apetitosas curvas bañadas por las tinieblas, esperando por una señal de vida que nunca llegaría.

--¿No se habrá desangrado?

--No, la perra no derramó ni una gota. Y con eso que Fringer llegó a romper el lecho. No entiendo cómo pudo soportar tanta…bueno, tendrías que haberlos visto, creo que nunca se habían comportado tan brutalmente.

Kronos aspiró profundo, volviendo a apreciar el hedor del ambiente contaminado de depravación, recordando los gritos y aullidos de la joven, consecuencia de los salvajes embates sufridos incesantemente durante varias horas.

--¿Te acuerdas de lo que llegó a sangrar aquella niña de cabellos dorados?—sus perturbadas remembranzas retrocedieron hasta tiempos sádicos--Pensé que nunca se me iría de la polla la

--Déjala un día más.

--¡¿Qué?!—se sorprendió.

--En ese estado daría lo mismo violar a un cadáver—y pegó media vuelta con la intención de retirarse.

--¿Cómo sabes que no está fingiendo?

--Ella no dejaría morir de hambre a sus compañeros.

La excusa del cabecilla tenía lógica, pero

--¿Y si está muerta?

--Entonces mañana habrá feo olor—le contestó fríamente, ordenándole que lo siguiese.

--Esto no les gustará a

--Diles que los espero en la colina, espada en mano.

Kronos no le dijo más nada. Se acordaba muy bien del resultado de los últimos duelos de su líder contra los insurrectos.

--Mierda—golpeó los barrotes con el codo--, será una noche aburrida.


Era el crepúsculo del día siguiente y en la celda reinaba la congoja y la compasión. Aikarn hacía muchas horas ya que se hallaba consciente, tratando de contener sus quejidos de dolor ante cualquier movimiento. Le estaba dando de comer a sus amigos en silencio, procurando ocultar su desnudez en la negrura e ignorando las preguntas con respuestas implícitamente conocidas. Únicamente se confinaba a aclarar mintiendo que se encontraba bien, lo cual los llenaba aún más de impotencia.

--Ahora sí te reconozco, niña—escuchó una voz irónica a sus espaldas, detrás de la puerta—Ya me estabas preocupando.

Aikarn dio un respingo como reacción proveniente de reflejos y se volvió para darse cuenta de que su cuerpo desguarnecido estaba siendo observado por Kronos, quien inteligentemente se había aproximado hasta allí sin hacer el menor ruido, fruto de su entrenamiento como luchador.

--No te des vuelta, quiero seguir viendo el aspecto manoseado de tus nalgas—se relamió--, ¿ya te preparaste para otra diversión?

Los insultos y las amenazas de muerte por parte de Igor y Wendell no tardaron en llegar.

--¡Cállense, idiotas! Y agradezcan que no haya invertidos en este escuadrón, porque sino ahora estarían incontinentes como su hermosa amiga anteanoche—se rió.

La muchacha no abría la boca. Su vergüenza era más poderosa que su sublevación.

--Ahora, niña, ¿te quedarás quietecita y dejarás que te lleve, haciendo las cosas mucho más fáciles, ó llamaré a todos aquí para que te perforen el agujerito enfrente de ellos? Me da igual, tú decides.

--No lo hagas, Aikarn, no te entregues a su…--dijo Wendell

--Así que te llamas Aikarn—se atusó burlonamente la barbilla--Bello nombre, linda, sugiere fortaleza. Prométeme que la seguirás teniendo, aún queda mucho por delante.

Los ojos iracundos de Aikarn se compenetraban con la lobreguez del mísero habitáculo. Miró fijo su sonrisa de deseo, sin importarle ya cubrir su desnudez, intentando pensar qué decirle sin que la réplica fuera una mayor humillación.

--¿Puedes caminar todavía o necesitarás que te lleve en andas?—le dijo, entendiendo que preferiría ser ultrajada en otro sitio—Espero que no hayas comido demasiado porque no tengo intención de volver a

--Si te callas de una vez, iré sin luchar—lo interrumpió con odio en la voz.

Igor y Wendell la miraron horrorizados. Hubieran elegido ver que la mataran con honor antes que haber escuchado tales palabras.

--Así me gusta, preciosa—abrió lentamente la pesada puerta de la celda, sabiendo que la luz proveniente del exterior presagiaba lo peor para ella—Si quieres, puedo hacerte el favor de esperar afuera a que lubriques tu ano con saliva. Considéralo un obsequio de mi parte por tu sumisión.

--Muérete.

El rostro de Kronos dibujó una sonrisa demoníaca.

--No digas después que no te le ofrecí.

Y le estrechó la mano ante los gritos desesperados de las víctimas encadenadas.

--No la esperen despiertos, niños.


Durante el largo recorrido del lúgubre pasillo iluminado con antorchas que conducía a la pesadilla, Aikarn no mencionó ni una palabra, experimentando por dentro la ira que la consumía, mezclada con la desazón de no saber qué hacer para revertir las circunstancias. Kronos la acompañaba, tomándola de los hombros cual padre conduce a su hija a una situación embarazosa.

--Estaba mintiendo con la amenaza, preciosa, esta vez será un poco diferente—se mofó--Convenimos con los demás que esperaran un poco más ya que hoy es un día especial. Créeme que no fue fácil, así que deberás esforzarte en las siguientes lunas.

Le acarició la espalda con su mano derecha hasta llegar a la cintura.

--Tengo que confesarte que tienes el culo más hermoso que he visto en años—le dio una palmada en el glúteo izquierdo—Es una lástima que ya no

Aikarn aprovechó la aparente baja en la guardia de su acompañante e intentó vengarse asestándole un puñetazo lleno de furia en el rostro. Pero los reflejos adiestrados de Kronos no le permitieron cumplir con su cometido. El forzudo victimario, con un movimiento de agarre, le retuvo el brazo encorvándoselo hacia atrás, doblegándola en forma brusca.

--Es bueno saber que todavía quieres dar pelea. Lo disfrutaremos más así.

Y como escarmiento por lo que había hecho, dirigió su dedo índice hacia su ano y lo penetró vehementemente sin misericordia.

Aikarn se estremeció por la intrusión inesperada y lanzó un grito ahogado.

--Delicioso—dijo el captor, mientras escarbaba dentro de las paredes aún inflamadas del recto—Todavía se encuentra dilatado

--Para…--murmuró la muchacha.

--¿Qué cosa? ¿Esto?—y se lo hundió hasta el fondo.

--Aaah…s…¡sácalo!—no pudo evitar suplicar, arrugando su rostro por el malestar.

--No escuché que pidas por favor.

Kronos continuó hurgando en su maltrecho orificio por largo rato más, causándole momentos de sufrimiento intensivo en sus sensibles carnes. Cuando finalmente decidió terminar con el perverso juego, retiró su dedo de manera agresiva y dolorosa, haciendo que la pobre muchacha se sacudiera al sentir el repentino vacío.

--Creo que ya estás preparada.

La asió forzudamente de un brazo y la arrastró hacia una de las puertas laterales de un corredor secundario. Después de abrirla con ímpetu, la arrojó dentro de la habitación fría y tenebrosa. Al adaptar su vista a la oscuridad y ver las argollas, cadenas y demás instrumentos de tortura dispersos por la misma, Aikarn se aterrorizó al pensar lo peor.

--No te preocupes, niña, no los utilizaremos contigo. Bueno…al menos no hasta que el jefe cambie de opinión.

Se escuchó un sonido sigiloso dentro de las sombras.

--Así que es ésta la bella hembra de la que tanto me hablabas—dijo un individuo con voz sensual adentrándose en la penumbra, dejando ver su portentosa musculatura y juventud.

--Es mi regalo por tus dieciocho años, Abel. Complácela bien, que hoy te pertenecerá toda la noche.

El joven fornido sonrió pícaramente.

--Sólo recuerda lo que te dijo Vessel. Hazle caso, sabes cómo es él—lo miró fijamente—Ah, y devuélvenosla en una sola pieza por favor, no en cuatro como la anterior—le hizo un guiño.

--Pensé que me podía divertir en grande hoy--observó los ojos temerosos de la muchacha—No te asustes, linda, que sólo estamos bromeando.

--Seguro que sí

Kronos rió en forma macabra y abandonó la habitación saludándolos con un ademán. Abel se le acercó lentamente y la sujetó de las muñecas para que pueda incorporarse y así verla en todo su esplendor.

--Pensé que había exagerado cuando te describió, pero tenía razón--se excitó con su mirada esquiva y sus perfectas curvas expuestas a cualquier acontecimiento carnal.

Entre pensamientos siniestros como la atmósfera del lugar, Abel comenzó a acariciarle los senos con sus manos frías, lamiéndole el contorno de sus pezones y su cuello, provocándole un odio latente a sí misma por no poder controlar las sensaciones de gusto paulatino.

--¿Sabes cuántas mujeres quisieran estar en el lugar en que estás tú ahora?—le preguntó mientras le besaba la boca, jugueteando con su lengua.

En medio del encuentro de respiraciones, la joven enfocó la vista y contempló de cerca las facciones de su abusador, sus ojos celestes, su miramiento audaz y erótico. No pudo evitar sentirse atraída por él, como quien es fascinado y tentado por el demonio. Esa conmoción se acrecentó al máximo cuando experimentó el sugestivo movimiento de los dedos suyos en su vagina, rozando suavemente sus labios virginales, invitándole al estimulante sabor del retorcido placer.

--Estás húmeda, niña—le susurró al oído—¿Será que eres una perversita?

Y amplificó la intensidad de la masturbación, haciéndole tensar todos sus músculos por el esfuerzo llevado a cabo para no demostrar la excitación.

--No te resistas, puedo hacerlo toda la noche.

Aikarn comprendió la causa del porqué las mujeres supuestamente lo deseaban. Cerró sus ojos y apretó sus labios fuertemente para no dejar escapar un gemido placentero que la haga sentirse más humillada. Pero no pudo evitar suspirar cuando percibió las delicadas caricias en su clítoris.

--Aún no conozco tu voz. Dime, ¿quieres que continúe?

No contestó. Estaba muy ocupada pretendiendo tener el control de su mente.

--Puedo ser suave o brusco, como tú quieras. Sólo tienes que pedírmelo, ¿sigo?

En todo momento, el tono de Abel era bajo y romántico, como nunca nadie le había hablado en su vida.

--S…sí.

Y dicho esto, comenzó a besarla tiernamente trazando con su boca un camino descendente en toda la piel del centro de su pecho y de la zona abdominal, deteniéndose en el pequeño lugar entre sus senos y en el ombligo para estimularlos con su lengua, sin importarle las cosquillas deleitables que esto provocaba en ella. Cuando llegó de rodillas a su parte más sensitiva, se dedicó a lamerla con pasión y afecto, llegando a cumplir con su cometido de extirparle un incontenible gemido. Sucedido esto, se puso de pie nuevamente y sus labios volvieron a conectarse, intercambiando sus fluidos una vez más.

--A esto es a lo que sabe tu entrepierna—le dijo cuando interrumpieron para recuperar el aliento.

Sin dejar de besarla, tomó sus manos y las dirigió hacia su cinturón, haciendo que lo desabroche y se lo quite. Luego la obligó mansamente a restregar su bulto por encima de los pantalones, friccionándolo una y otra vez hasta notar la dureza máxima. Fue en ese momento que Abel esbozó un suspiro de goce, sonriendo ladinamente al imaginarse lo macabras y sangrientas que podrían volverse sus acciones durante esa noche.

--¿Quieres verlo de cerca?—le preguntó mirándola a sus ojos entrecerrados.

Ya que no hacía falta una respuesta hablada, la tomó cariñosamente de la cabeza e hizo que se arrodillara al tiempo que descendía sus pantalones de uniforme de batalla, colocándole el miembro erecto a sólo unos centímetros de su rostro.

--Dejaré que lo pruebes sólo si me permites decidir a mí lo que haré después.

La mirada lujuriosa que le lanzó Aikarn desde su posición habló por sí sola. Sin miramientos, comenzó a recorrer con su lengua el tronco de formidable tamaño desde sus testículos hasta el punto de mayor sensibilidad del glande, apreciando el aroma a limpieza después de mucho tiempo, consecuencia del baño tomado por Abel poco tiempo antes para la ocasión. Luego de lubricarlo completamente con saliva, lo adentró en su boca, dejándolo un momento alojado allí, percibiendo el palpitar mientras sus vistas se hallaban en el medio del éxtasis.

--Nunca imaginé que una chica de tu edad sabría…cómo hacer que un hombre disfrute.

Como agradeciendo el halago, la muchacha inició una serie de penetraciones orales lentas y cálidas, engullendo la polla de su apresador hasta el límite posible y sacándola casi por completo. Los ojos extasiados de ella se orientaron en dirección a los suyos, luego a su pelvis y finalmente a sus talones, deteniéndose allí por un rato prolongado.

--Terminó tu tiempo—la detuvo antes de alcanzar la cumbre del placer—Ahora cumple con tu parte del trato.

La hizo ponerse de pie y le acarició los labios carnosos de su boca, llevándose consigo parte del líquido preseminal que había segregado.

--No te inquietes, falta mucho para la madrugada. Tendrás nuevas oportunidades.

Y la volteó bruscamente, aferrándola contra su cuerpo y besándola con pasión desde atrás.

--Pero es ahora cuando gozarás en serio.

Llevó su miembro a la abertura de sus piernas y rozó con el glande la pequeña entrada de su vagina empapada.

--Odiaré hasta el final de mis días a Vessel por no permitirme penetrarte por aquí. Pero imagino que tú también lo estarás aborreciendo en este momento.

Teniendo en cuenta los gemidos apagados que llegaban a sus oídos, Abel comenzó a friccionar con velocidad creciente su falo contra su zona erógena mientras le sujetaba los senos con rudeza, llevándola al punto más alto de excitación. Los movimientos aumentaban en intensidad a medida que crecía el deseo de la muchacha de ser desvirgada. Por tal motivo, y habiendo cumplido ese propósito, el joven guerrero se detuvo sin más en su afán, sometiéndola a una diferente clase de tortura.

--Me ha llegado el turno.

Y la hizo inclinarse de forma tal que quedasen sus orificios completamente a su merced. Observó con lujuria la gran diferencia que había en cuanto a dilatación entre ellos y recordó con estremecimiento lo contado por Kronos sobre lo que le habían hecho.

--Primero te penetraré el ano con suavidad mientras te masturbo—le dijo con entonación sensual—, y luego me la limpiarás con tu lengua. Así también conocerás el sabor de tu recto.

Le echó un último vistazo al maltratado orificio trasero y su mente enferma lo llevó a imaginárselo violentamente desgarrado, brotando sangre y semen a borbotones como culminación de la celebración de su cumpleaños. Sonriendo diabólicamente, dirigió la cabeza de su miembro a la inflamada entrada y se contuvo una vez más.

--Pero eso sucederá sólo si me lo pides.

Aikarn se encontraba inclinada observando sus propios talones y los de Abel.

--¿Lo quieres?

La muchacha no respondió.

--Dime, ¿lo deseas?—volvió a preguntar, manoseando esta vez sus pezones.

El silencio continuaba apoderándose de la habitación.

--¡Contéstame, puta de mierda!—gritó frunciendo el seño.

--¡Claro que no, maldita basura!

Y de una sacudida velocísima se liberó de su captor, extrajo una pequeña daga de una funda escondida en el talón izquierdo de él y le cercenó la garganta frenéticamente, derramando sangre por todas las paredes y el suelo.

--¡Pregúntaselo al diablo en persona!

Los gritos silenciados por la herida y la expresión de sorpresa y dolor que manifestaba Abel concordaban con la penumbra del lugar. Con sus últimos esfuerzos se dirigió entre espasmos a la puerta para pedir auxilio, abriéndola a los empujones con todo el peso de su cuerpo y dejándose caer en el pasillo. Los vestigios finales que dejaron su vida fueron una sarta de muecas de ahogo adornadas por sus globos oculares desenfocados y casi fuera de sus cuencas. Los subordinados de Kronos que presenciaron la tortuosa escena alertaron enseguida a su superior, procurando que Aikarn no ambicionase escapar en la confusión.

El segundo al mando, ni bien recibida la noticia, corrió hasta la habitación y encontró a la víctima ensangrentada fuera de la misma y a la asesina curiosamente paralizada con la daga en mano.

--¡¡Maldita perra!!—arremetió contra ella y la tomó del cuello.

La muchacha arrojó al piso su única arma y abandonó todo tipo de defensa.

--¡Vas a morir! ¡Vas a morir!—le apretó la tráquea con toda su ira, intentando destrozarla.

Vessel se apersonó de repente y apartó de virulentos modos a su amigo.

--¡¿Qué mierda haces?!—gritó Kronos--¡Lo acaba de matar!

Pretendió volver a sujetarla pero su jefe no se lo permitió. Mientras tanto, Aikarn caía desfallecida sobre el suelo teñido de rojo.

--¡Déjame despedazarla! ¡La desmembraré en diez partes!

--¡No hagas lo que ella exactamente quiere, estúpido!

--¡Me importa una mierda lo que ella quiera! ¡Era el hijo de mi primo!

--¡Y era un imbécil por llevar un arma escondida! ¡¿No le dijiste que no era una aldeana ordinaria?!

--¡¡Sal del medio!!

--¡¿No te das cuenta que ni siquiera trató de escapar?! ¡¿Crees que iba matarnos a todos con esa daga y salir por el portón central?! ¡Lo que quería era que la liberáramos de su desgracia!

Ante las palabras de Vessel, Kronos controló su furia asesina, en parte porque su lógica interior no deseaba enfrentar a quien había una vez aniquilado a la mitad de un escuadrón por amotinamiento.

--¿Qué rayos te sucede, Vessel?—le preguntó luego de un silencio expectante—Tú nunca fuiste así con una prisionera.

El líder se quedó mirándolo fijo unos instantes y luego a todos los demás presentes.

--Pueden torturarla y destruirla mentalmente, pero acatarán mis órdenes.

--Porque le diste tu palabra…—le espetó burlonamente.

--Porque yo lo digo, nada más—lanzó una mirada amenazante--Y tú, Kronos, no quiero que te le acerques hasta nuevo aviso.

Los ojos ardientes de cólera del segundo al mando se posaron largos momentos sobre su superior y luego sobre la cautiva inconsciente. Jamás pensó que le llegaría a traer tantas complicaciones.

--No le quites la vista de encima…líder. Si no quieres que la próxima vez que chupe mi polla sea sólo una cabeza.

Y se retiró dándole golpes de puño a la pared y a la madera dura de la puerta.

Vessel se volvió sobre el cuerpo inerte de la muchacha, la alzó de un tirón y sin piedad le encajó una sonora cachetada en la mejilla izquierda. Aikarn se despertó sobresaltada y tosiendo, agarrándose el cuello marcado con la palma de su agresor.

--Pensé que te importaban las vidas de tus amigos—le dijo sujetándola reciamente del mentón--, pero al parecer me equivoqué.

La muchacha apartó la visual.

--¡Mírame, puta!—le apretó la mandíbula--Sabes lo que ocurrirá con ellos si mueres, ¿no? Tengo una tribu aliada que practican ciertas actividades…caníbales. Creo que les agradaría un par de sacos de carnes vivas y jóvenes.

Aikarn prefirió no pensar. Su impulso asesino como respuesta a la degradación había sobrepasado el análisis de las derivaciones de sus acciones sobre los demás. Aunque, en realidad, tendría que haberse preocupado más por lo que le iba a suceder a ella misma si no la ultimaban.

--¿Tienes al menos una idea de lo que podemos llegar a hacer contigo? ¿Te imaginas acaso lo que la palabra "castigo" significa para nosotros?

La desdichada joven cerró los ojos y les imploró a sus dioses que de alguna manera le quitasen la vida.