Violación por posesión

Tras ser sorprendidos consumiendo drogas y practicando sexo en el coche, un policía viola a mi compañera mientras lo contemplo todo esposado al volante. (Ilustrado).

Violación por posesión

Tras ser sorprendidos consumiendo drogas y practicando sexo en el coche, un policía viola a mi compañera mientras lo contemplo todo esposado al volante. (Ilustrado).

NOTA: Este relato es totalmente ficticio. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, y los personajes que aparecen en las fotografías son actores representando un papel.

Nueva York. Cuatro de la mañana. Sin duda el mejor viaje de mi vida. Nos había enviado nuestra empresa desde España a una convención donde nos reuniríamos personal de las mas de cien sucursales que la compañía tiene repartidas por el mundo.

Cuando me anunciaron el viaje me puse como una moto, estaba loco de contento. Nueva York, joder, si yo nunca había salido de Europa. Pero cuando me dijeron que me acompañaría Amparo, nuestra jefa de recursos humanos, entonces ya pegaba patadas en el cielo.

Amparo es una rubia impresionante, algunos en la empresa dicen que le sobra algún que otro kilito, pero yo creo que es pura envidia. La verdad es que tiene fama de ser un poco golfilla. En los dieciocho meses que llevo en la empresa ya he oído varios rumores que la relacionaban con algún que otro empleado, incluso durante un tiempo escuche que la habían pillado in fraganti en uno de los rincones del almacén con la cabeza de un jovencito metida entre sus piernas.

Para ser sinceros diré que yo daba bastante crédito a esos rumores. Acostumbraba a ir por los pasillos con exagerados escotes por donde casi se escapaban sus tetazas, y raro era el día en que no aparecía por entre los despachos con escuetas minifaldas y meneando su culo ante todos los hombres que allí trabajábamos.

Además, no gozaba de muchas simpatías entre la plantilla femenina de la empresa. Era muy corriente oír a las otras chicas referirse a ella como "la puta" cuando comentaban aspectos laborales en las zonas de descanso con un café en las manos.

Pero, que coño, este viaje era una oportunidad, si resultaba ser solo la mitad de calentorra de lo que se decía, yo estaba dispuesto a tirarle los tejos e intentar meter mi cabeza, mis manos, mi polla y todo lo que me dejara entre sus carnosos muslos.

Llegado el día de salida, nos encontramos en el aeropuerto y me saludo con una sonrisa que se me antojo bastante falsa. Amparo y yo no es que tuviéramos lo que se dice una buena amistad, ni siquiera nos teníamos un poco de confianza, cada uno hacia su trabajo y punto. Seguro que a ella le hubiera gustado mas que la acompañara uno de los supuestos ligues que dentro de la empresa se morían por sus huesos.

Durante el vuelo apenas cruzamos cuatro palabras, me dijo que se había acostado muy tarde preparando el equipaje y que estaba hecha polvo. Y una mierda, pensé yo. Lo que pasa es que té as pasado la noche follando con tu marido, porque, no os lo perdáis, a pesar de todo lo que se hablaba de ella, la tía era casada.

Se paso la mayor parte del tiempo durmiendo, y cuando nos trajeron la cena, hasta me arrepentí de haberla despertado. Solo abrió la boca para responderle de forma repelente a la azafata cuando nos pregunto lo que deseábamos, por cierto, que estaba como un quesito.

Ya en el aeropuerto, cogimos un taxi que nos llevo al hotel, que por cierto, pago ella, ya que como jefa de personal, le correspondía llevar la cuenta de los gastos del viaje. El caso es que como yo la veía mas bien arisca conmigo, decidí mostrarme un tanto indiferente hacia ella, y durante el trayecto me entretuve en contemplar la ciudad de los rascacielos, ahora, con dos menos, claro.

Durante los primeros días de nuestra estancia él la gran ciudad solo coincidía con ella a la hora del desayuno y luego en el trayecto hasta la sede central de nuestra empresa, que puso a nuestra disposición un coche de alquiler para desplazarnos mas libremente entre el hotel y las oficinas, hecho que no agrado mucho a la antipática Amparo, ya que gracias a ello me entere de que la presumida, no tenia carnet de conducir.

Una vez que llegábamos al edificio de nuestra empresa, cada uno se perdía con los distintos compañeros que estaban invitados a la convención y pertenecían a su misma sección, y por supuesto Amparo desaparecía entre los otros jefes de personal y no volvía a verla hasta el día siguiente. No tarde en enterarme de que cada día se las apañaba para encontrar algún colega que la llevara al hotel cada noche.

Así fueron pasando los primeros cuatro días de nuestra visita a nuestra compañía madre. Yo me relacione con muchos compañeros, principalmente sudamericanos, y hasta le eche el ojo a una panameña que tenia el mejor culo que he visto en mucho tiempo, pero ella no me hizo el menor caso, y todo quedo en unas risitas mientras cenábamos con otros cuatro compañeros.

Pero él ultimo día se celebraba una gran fiesta donde todos los invitados escucharíamos un discurso de futuro por parte de nuestro presidente, tras el cual podríamos despedirnos unos de otros en una opípara cena y posterior fiesta que incluía copas y baile en un afamado y lujoso hotel neoyorquino.

Espere a Amparo en la recepción del hotel durante mas de veinte minutos en los que según ella, había estado terminando de arreglarse. Lo cierto es que apareció con un aspecto como para tremparle la polla a cualquiera.

Zapatos de tacón negros y medias, una minifalda negra que solo le cubría la mitad de los muslos, y una delgada blusa de florecitas blancas y amarillas con un escote por el que se apreciaba un delicioso canalillo que discurría entre sus bien formadas tetas.

Estas muy guapa, Amparo. – Le dije tocándola un poquito el codo y dirigiéndonos a la puerta que daba al aparcamiento. – Ha valido la pena la espera, vas a causar sensación en la fiesta.

Por toda respuesta recibí una cortisima sonrisa antes de que continuara andando delante de mí meneando su trasero como solo ella sabia hacer. Por un momento pensé que lo hacia adrede para provocarme, pero luego recordé que varias veces en el viaje me había dado a entender que no le caía simpático.

En los días que llevábamos en Nueva York había aprendido a orientarme por la ciudad, además me había estudiado a conciencia el trayecto hasta el hotel donde se celebraría el fin de fiesta de nuestra convención. Sin embargo, tuve serios problemas para no perderme debido a que no era capaz de quitar los ojos de las piernas de mi compañera.

Nada mas sentarse en el coche, las cruzo una sobre la otra y su corta falda aun disminuyo unos centímetros en lo que abarcaban de sus muslos. Ella, que no tiene un pelo de tonta, y creo que bastante experiencia con los hombres, se dio cuenta enseguida de que me perdían sus carnes, pero la muy zorra parecía disfrutar de la situación y no hizo él más mínimo intento por alargar el corto espacio de tela que descendía desde su cintura.

Como suele ocurrir en ocasiones como esta, el discurso del "presi" fue un latazo, y la mayoría de los asistentes pasamos el acto cuchicheando en voz baja entre nosotros. Yo personalmente, me divertí bastante escuchando a un alemán que intentaba explicarme en su pobre español lo que haría con las tetas de Amparo y si tenia alguna posibilidad de que esta le dejara entrar en su habitación antes de nuestra partida.

Por el contrario, la fiesta posterior fue un gran acierto, corría el alcohol a raudales y todos conversábamos y nos reíamos animadamente. Incluso intente un desesperado acercamiento a la panameña del culito de modelo, pero la vi tan interesada en un ingeniero francés que por la edad podría ser su padre, que opte por pasarlo lo mejor posible y olvidarme de la chica con cintura de avispa.

En varias ocasiones pude ver a Amparo riendo a carcajada limpia y siempre rodeada de hombres. Al cabo de unas horas de juerga, yo, que la conocía mejor que el resto de los invitados, empecé a advertir que en sus ojos había un brillo producido por el exceso de alcohol, además, caí en la cuenta de que frecuentaba el aseo en demasiadas ocasiones.

Así que como su compañero de país, decidí estar un poco más pendiente de ella, no sé muy bien si con la intención de echarle un polvo si la pillaba borracha, o para evitar que fuera el hazmerreír de las distintas sucursales de la compañía por el mundo.

Ya bien entrada la noche, el personal empezó a abandonar la fiesta para dirigirse a sus respectivos hoteles, bien para dormir la resaca por el alcohol ingerido, o en compañía de algún rollito con el que pasar la ultima noche de un viaje de "trabajo" con todos los gastos pagados.

En un momento dado, cuando más de la mitad de nuestros compañeros ya habían desaparecido de la recepción, Amparo se me acerco por detrás y me agarro del brazo con una sonrisa en la cara que yo jamás le había visto mostrar.

¿Es que no piensas volver nunca al hotel, "chofer"? – Me suelta la tía arrastrando las palabras y con una mirada propia de la mas zorra de las mujeres. – Ya llevo un buen rato esperando a que me preguntes si quiero marcharme.

No hay que ser ningún lumbreras para darse cuenta de que llevaba un pedo impresionante, así que me despedí de unas cuantas personas con las que había hecho una pequeña amistad durante aquellos días, y con Amparo siempre colgada de mi brazo, yo creo que más para no caerse que por mí mismo, salimos de la fiesta en dirección al parking subterráneo donde habíamos aparcado el coche.

Nada mas sentarse en el asiento del acompañante, Amparo tiro el bolso a la parte trasera y apoyo su cabeza en el respaldo con los ojos cerrados. Mientras yo salía del garaje no dejaba de echar furtivas miradas a su apetecible escote y a sus provocativos muslos que difícilmente podían tapar la corta minifalda.

Estaba pensando en como entrarle, en que no iba a tener otra oportunidad como aquella para beneficiarme de semejante mujerona, ya que la gran cantidad de alcohol que había tomado la tenia que haber puesto cuando menos receptiva a unas cuantas insinuaciones, y no me resultaría difícil colarme en su habitación con cualquier pretexto, cuando va la tía y me planta su mano izquierda en el paquete y lo aprieta haciéndome sentir sus dedos sobre mi pantalón.

Reconozco que aunque tenia unas ganas locas de tirarmela, su atrevimiento me cogió por sorpresa, me olvide por unos segundos de que iba circulando por una calle con bastante trafico y eche la vista hacia abajo y me quede mirando como un idiota como Amparo me magreaba la polla por encima de la ropa a riesgo de darme un leñazo con el coche que iba delante.

Tu debes pensar que soy tonta. ¿Te crees que no me he dado cuenta de cómo me miras? – Me dice la tía sin dejar de sobarme el rabo. – Venga, gilipollas, busca una calle tranquilita donde aparcar que te voy a hacer la mejor mamada de tu vida.

Sin saber a donde me dirigía, gire a la derecha en el primer semáforo y empecé a meterme por callejuelas estrechas hasta que nos encontramos en un callejón sin salida con largas paredes de ladrillo y unas cuantas farolas bastante distanciadas entre sí. El lugar era perfecto para un polvo en el coche, pero no conocíamos la ciudad y no sabíamos apenas donde nos encontrábamos.

Estaba a punto de dar marcha atrás cuando Amparo me dijo que apagara el motor y le encendiera la luz interior. Ella se puso de rodillas en el asiento delantero ofreciéndome las mejores curvas de su culo mientras se esforzaba por alcanzar su bolso que había ido a parar al ultimo rincón del coche justo detrás de mí.

Cuando lo recupero, volvió a sentarse un poco inclinada hacia mí y empezó a buscar algo en su interior. Yo pensé que la zorra debía de estar buscando algunos condones que debía de llevar siempre preparados por si la ocasión lo requería, pero lo único que vi en sus manos fue una brillante pitillera de plata que coloco encima del salpicadero.

Después volvió a meter la mano en el bolso y saco una especie de billetera marrón claro de la que extrajo una pequeña bolsita de plástico y un billete de veinte dólares. Joder, la tía iba a esnifar droga, aquello no entraba en mis planes, me cago en la puta, si yo casi ni siquiera fumo.

¿Pero que vas a hacer? ¿Qué es lo que tienes ahí? – Le pregunte mientras notaba que se me desinflaba la polla por la sorpresa. – Oye, no creo que sea una buena idea, mejor nos vamos al hotel y allí hacer lo que quieras.

Azúcar, no te jode. – Me dice la tía sin ni siquiera mirarme. - ¿Tu eres siempre así de tonto o solo antes de echar un polvo? Es heroína, capullo, y como digas una sola palabra te vas derechito al paro. ¿Estamos?

Amparo vertió el contenido de la bolsita sobre la lisa superficie de la pitillera, y antes de enrollar el billete para esnifarla la separo en cuatro cortitas rayas paralelas que demostraban la practica que tenia en esos menesteres.

Luego cogió la pitillera con cuidado y metiendose en enrollado billete en uno de los orificios de la nariz sorbió la mitad de una de las separaciones. Cambio el billete de orificio e hizo la misma operación con lo que quedaba de la primera raya, aspirando luego una gran cantidad de aire para que la droga llegara a lo más hondo de sus pulmones.

Entonces va la hija de puta y pasándose la lengua sensualmente por los labios me pone la pitillera y el billete delante de mis narices, y nunca mejor dicho, y con un movimiento de cabeza me indica que ha llegado mi turno.

Yo no deseo meterme aquella mierda en el cuerpo, pero dudo de que si no hago lo que ella quiere me voy a quedar sin mamada y sin polvo, así que permanezco unos segundos indeciso hasta que ella vuelve a insistir con un movimiento de sus manos.

Cojo el billete y mientras Amparo me sujeta la pitillera ante la cara efectuó torpemente la misma operación que le he visto hacer a ella, y cuando el polvo blanco empieza a llenar mis fosas nasales siento como un puñetazo en el pecho y una ligera neblina en los ojos.

Pero de perdidos al rió, haciendo acopio de valor, me cambio el billete de agujero de la nariz y esnifo el resto de la raya que Amparo me había reservado. Empiezo a sentir mucho calor y un principio de mareo dándome la impresión de que el coche se balancea hacia los lados, pero me tranquilizo un poco al ver que ella vuelve a dejar la pitillera y el billete sobre el salpicadero y no tiene intención por el momento de seguir esnifando.

El calor que siento va en aumento y bajo la ventanilla con la sensación de que estoy empezando a sudar. Mientras tanto, la zorra de Amparo empieza a desabrocharme la bragueta mientras me dice que las otras dos rayas nos las meteremos cuando terminemos de follar.

Me saca la polla por la abertura del pantalón y sin él más mínimo preámbulo se amorra a ella y comienza a chupar como si la vida le fuera en ello. Me la sujeta por la base con sus dedos pulgar e índice y la mantiene mirando al techo del coche mientras su cabeza sube y baja succionando con avidez.

No me cabe ninguna duda de que la muy zorra es una experta mamadora, enseguida comienzo a sentir un suave cosquilleo a lo largo de todo mi pene mientras sus labios se desplazan de arriba abajo y su lengua recorre lascivamente toda la punta de mi capullo.

Su larga melena semi rizada cae a los lados de su cabeza y me impide ver como se traga toda mi polla con la boca, pero la sensación de su saliva llenando mi piel me esta empezando a producir la necesidad de elevar mi pelvis para que la mamada sea aun más profunda.

Siento que me voy a correr de un momento a otro, y el placer me hace poner las manos sobre el volante y agarrarlo con fuerza para no estrujar la cabeza de Amparo contra mi vientre, hasta que mi rabo se hunda en su garganta.

Unas cuantas chupadas mas y se estará tragando toda mi leche, quizás es demasiado pronto, pero me da igual, ya la compensare después con una buena comida de coño. Cierro los ojos y echo hacia atrás mi cabeza en espera de que se produzca la gran cascada, es cuestión de segundos que mi semen inunde la boca de Amparo.

De pronto siento como algo frió roza mis muñecas, pero debido al colocon que me ha producido el alcohol y la droga ingerida tardo un poco en reaccionar y pasan unos segundos hasta que abro los ojos creyendo que Amparo me estaba cogiendo las manos para que las utilizara sobre su cuerpo.

Pero lo que veo me deja helado. Un policía ha introducido sus manos y cabeza por la ventanilla del coche y me ha esposado al Volante. Amparo, que no se ha dado cuenta de nada, sigue chupando mi polla con sabios movimientos, mientras el policía se lleva un dedo a los labios indicándome que permanezca calladito.

El tío se queda apoyado en la ventanilla mirando sonriente como me la chupa mi compañera, pero a mí la situación no me parece en absoluto divertida y rápidamente comienza a decrecer mi erección. Amparo, que nota enseguida que algo me pasa, levanta un poco la cabeza y se da de bruces con las narices del policía, que echa una descarada mirada a su escote desde su posición privilegiada.

Si eso que tenéis ahí encima es lo que parece, estáis metidos en un buen lió. – Nos dice el agente indicando el tablero del coche y en un ingles que nos costo bastante entender. – Me temo que como mínimo vais a pasar un par de días entre rejas.

Amparo, sin decir una sola palabra, se levanto de encima de mi regazo y se puso a rebuscar nuevamente en su bolso, dejándome a mí en una ridícula situación con la polla fuera y esposado al volante.

Entonces va la hija de puta y no se le ocurre otra cosa que sacar de su monedero un fajo de billetes y ofrecérselo al policía, que la mira con aspecto curioso deteniéndose nuevamente en su escote descaradamente.

Pero en vez de decirle algo o incluso coger el dinero, el policía dio la vuelta por delante del coche y se dirigió a la puerta donde estaba Amparo, que ya estaba bajando la ventanilla para darle los billetes con su sonrisa de puta.

Eso no va a ser suficiente, zorra. – Le dijo el policía abriendo la puerta e indicándole que bajara del coche. – Malditos ricos de mierda, os pensáis que todo es como en las películas, y todo lo podéis comprar con un poco de pasta.

Entonces le quito a Amparo el dinero que tenia en la mano y se lo guardo en un bolsillo. Pero acto seguido saco otras esposas de detrás de su cinturón y agarrandola y retorciéndole los brazos la obligo a que los pusiera tras su cuerpo y le esposo las muñecas a la espalda.

Yo forcejee un poco con mis manos sobre el volante pero indudablemente no había forma de soltar los grilletes que sujetaban las muñecas. El policía cogió a mi compañera bruscamente por un brazo y la llevo a delante del coche donde quedaba oculto de cualquier mirada proveniente del principio del callejón que daba a una calle transversal.

El cabronazo se situó detrás de Amparo y comenzó a sobarle tas tetas con una sonrisa de pervertido en la cara. Ella intento deshacerse del abrazo pero con las manos sujetas a la espalda tenia pocas posibilidades de conseguirlo.

Amparo permanecía integra y mostraba su altivez y carácter, manteniéndose seria ante la vejación de que era objeto y soportando de la mejor forma posible las manos que palpaban sus tetas y empezaban a introducirse por su escote.

De pronto, el policía la agarro del pelo haciéndole echar hacia atrás su cabeza para pasarle una lasciva lengua por todo lo largo del cuello y su mejilla, al tiempo que su frotación sobre las tetas de Amparo sé hacia cada vez mas violenta.

Entonces, de un fuerte tirón hizo saltar los tres botones de la blusa de Amparo y su pequeño sujetador quedo al descubierto. El policía lo observo un momento pero rápidamente volvió a concentrarse en lamerle el cuello con su lengua y seguir sobandole los senos con ambas manos.

Amparo empezaba a poner cara de rabia y se la veía apretar los dientes ante la impotencia de no poder defenderse, me echo una rápida mirada a través del parabrisas que parecía indicar que pensaba que todo lo que estaba ocurriendo era por mi culpa. Pero rápidamente inclino su cabeza hacia su propio pecho al notar que las manos que la magreaban habían pegado un tirón al sujetador hacia abajo y sus tetas estaban al aire.

Mira como va a pagar la puta de tu mujer él haber intentado sobornarme. – Dijo el policía gritando un poco y dirigiéndose a mí. – Ahora me va a hacer a mí lo que estabas disfrutando tu, cabron de mierda.

Aquel hijo de puta se había pensado que éramos un matrimonio, y parecía decidido a hacerme contemplar como violaba a mi mujer delante del coche. Aun continuo mirándome unos instantes, mientras restregaba las palmas de sus manos por los rosados pezones de Amparo produciendo que estos empezaran a ponerse duros.

Tras unos minutos de fuerte manoseo, y con las tetas de mi compañera casi coloradas por la fricción que le propinaba el policía, este volvió a echarme una mirada de sicópata mientras metía una de sus manos por debajo de la minifalda de Amparo.

Por la fuerza se abrió camino entre sus muslos y comenzó a masajearla entre las piernas por encima de sus bragas, pero después de tres o cuatro pasadas volvió a darle lengüetazos en el cuello mientras intentaba bajárselas desde una de sus caderas y la mantenía sujeta con la otra agarrado a sus tetas.

Y lo consiguió en parte, la prenda intima de Amparo dejaba entrever una pequeña y bien depilada mata de pelo rubio que a intervalos quedaba oculta cuando la mano del agente se introducía entre sus muslos para pasar sus dedos por sus labios vaginales.

Amparo permanecía seria ante la violación de que era objeto, pero ya parecía no disponer de tantas fuerzas como para ponerle al policía las cosas demasiado difíciles, así que este se recreaba tocándole tas tetas y el coño cada vez con mayor facilidad, mientras de vez en cuando me dirigía una malvada mirada e insultaba a mi compañera llamándola zorra, golfa, puta y adjetivos similares.

Ante la escena que se desarrollaba delante del morro del coche, yo mismo me sorprendí al comprobar que mi polla volvía a ponerse en estado de guerra. Cuando el policía había comenzado a bajarle las bragas a Amparo, había sentido que un extraño cosquilleo recorría mis genitales y en escasos segundos se me había vuelto a empinar el rabo.

Tengo que reconocer que la violación de Amparo me estaba produciendo morbo.

Acto seguido, el policía volvió a coger a Amparo por un brazo fuertemente, y diciéndole: - De rodillas, puta, que te quiero follar por la boca. – La obligo a doblar sus piernas y la coloco frente a su entrepierna mientras este se daba toda la prisa que podía en sacar su polla de la bragueta.

Tan pronto la tuvo fuera, agarro a mi compañera por sus rubios cabellos y se la metió completamente en la boca de un solo golpe. Amparo la acogió como pudo y por un momento me dio la sensación de que se atragantaba con ella, pero el policía solo se preocupaba de su placer y rápidamente comenzó a mover sus caderas y la cabeza de la chica haciendo que se tragara su glande con inusual brusquedad.

La verdad es que el cabron no tenia una herramienta despreciable, y mientras Amparo hacia claros esfuerzos por recibir las embestidas de aquella polla de la mejor forma posible, él la miraba desde las alturas con cara de asesino y los nudillos blancos debido a lo fuerte que sujetaba el pelo de la chica.

Pero pronto se volvió a acordar de que yo los observaba desde el coche, y girando un poco la cabeza de Amparo le dijo que me mirara mientras se la chupaba, haciéndola permanecer durante un buen rato mirando hacia el parabrisas del coche mientras aquella polla se hundía en su boca hasta que su nariz chocaba con el pantalón del policía.

A mi se me había puerto el nabo mas duro que una barra de acero, viendo como la zorra jefa de personal de mi empresa era forzada a realizarle aquella impresionante mamada al policía, con las manos esposadas a la espalda y las tetas y el culo al aire.

Empezaron a entrarme unos deseos locos de machacármela allí mismo, y lo hubiera hecho de haber tenido mis manos libres, incluso creo que en ese momento, hubiera ayudado a aquel cabronazo a violar a Amparo debido a la excitación que me estaba causando la escena.

De pronto, el agente volvió a obligar a mi compañera a ponerse en pie tirandole del pelo, la volvió a colocar de frente al coche y mientras la sujetaba fuertemente por la cadena que unía sus muñecas, se las ingenio para quitarle los zapatos, las medias y las bragas.

Aunque el tío era bastante hábil y usaba toda su fuerza, Amparo estaba casi a su merced debido al cansancio que los forcejeos iniciales le habían producido, así que no le resulto demasiado difícil dejarla completamente desnuda de cintura para abajo, con su falda enrollada en las caderas y las tetas bamboleándose al ritmo de los bruscos meneos que le propinaba el policía.

Cuando el agente tuvo la mitad de la ropa de mi compañera tirada en el suelo delante del coche, se volvió a poner en pie detrás de ella con el rabo asomando completamente tieso por entre su bragueta.

Entonces, con una maniobra que daba a entender que no era la primera vez que se veía en semejante situación, metió su mano derecha por entre la cadena de las esposas y el trasero de Amparo, y comenzó a hurgar de nuevo con los dedos en su coño mientras con la mano libre seguía magreandole las tetas.

Mi compañera empezó a emitir pequeños quejidos de dolor al comenzar a introducirse en su coño los bruscos dedos del agente, que sin ningún miramiento se iban abriendo camino por entre sus paredes vaginales un poco mas profundamente a cada embestida.

Además, en su posición forzada se veía obligada a permanecer con la espalda un poco arqueada y por tanto su vientre quedaba un poco echado hacia delante, que sumado a que tenia que mantener sus piernas un poco entreabierta y su falda seguía descansando apoyada en sus caderas, me otorgaba una posición privilegiada para no perder detalle de la frenética follada de dedos de la que era objeto.

El caso es que yo estaba a punto de correrme sin ni siquiera poder tocarme la polla debido a mis grilletes a través del volante. Cada vez que oía a Amparo soltar un nuevo gemido al ser su coño perforado por los dedos índice y corazón de su atacante, una especie de escalofrió placentero recorría mi cuerpo y se acentuaba con un recosquilleo en mis genitales.

Durante unos minutos mas, el policía continuo masturbando de aquella burda forma a mi compañera, mientras alternaba el magreo de sus dos pezones con algún que otro lametazo en los mismos, y de vez en cuando aun dirigía una rápida mirada hacia el coche para comprobar que yo no perdía detalle de la violación de mi supuesta esposa.

Varias veces durante los movimientos que el agente realizaba para mantener a Amparo bien sujeta, pude observar que su tranca continuaba completamente erecta, y cuando ya sus nudillos chocaban con la parte exterior del coño de la chica a base de empujar con fuerza su mano, decidió que era el momento de dar un giro a la situación.

Primero la empujo hasta dejarla apoyada sobre el morro del coche, y luego sin soltar ni un momento la cadena que sujetaba sus muñecas, se las apaño para sacar del bolsillo una pequeña llave y liberar una de las manos de Amparo.

Pero rápidamente, sin darle apenas un par de segundos para reaccionar, se llevo la pequeña llave a la boca, y sujetándola con los dientes, forzó los brazos de mi compañera hasta volver a esposarla por encima de la cabeza, con la diferencia de que ahora sus manos estaban sujetas por delante de su cuerpo.

Pensé que se la iba a meter allí mismo, con las tetas de Amparo apoyadas sobre el capo y sus ojos buscándome a través del cristal delantero del coche, y en un plano posterior, el policía dándole fuerte por detrás a sabiendas de que nuestros rostros no estaban separados por mas de medio metro.

Sin embargo, tirando bruscamente de su larga melena rubia, la obligo a levantarse nuevamente. Casi la arrastro unos cuantos pasos atrás y volvió a colocarse a una distancia del automóvil ideal para que yo no perdiera detalle de las fechorías que aun iba a padecer mi supuesta esposa.

Un ultimo empujón hizo que Amparo quedara apoyada de costado contra la pared de ladrillo del lado izquierdo del callejón, y con un expresivo: - Abre bien las piernas, hija de puta. – El agente agarro la pierna izquierda de Amparo por la parte interior de la rodilla y su sexo semi depilado quedo plenamente expuesto a mis ojos.

Agarrandose la polla con la otra mano, el policía la penetro bruscamente mientras la miraba a la cara con una media sonrisa y los dientes apretados. Amparo, al sentir dentro de su coño la verga del agente emitió un pequeño grito de dolor al que siguieron otros coincidiendo con cada embestida que le propinaba su violador.

Ella permanecía apoyada en la pared, con sus manos esposadas a la altura de su ingle y la única pierna con que se sostenía un poco flexionada. Por descontado que su cara mostraba un aspecto de no estarlo pasando muy bien, pero el policía pasaba olímpicamente de lo que sintiera su victima y cada vez movía con mas fuerza sus caderas intentando llegar hasta el fondo del coño de Amparo.

Yo estaba absolutamente embobado viendo como violaban a mi compañera, el ver como sus tetas daban pequeños brincos cada vez que el agente le metía un golpe de caderas, me estaba poniendo más cachondo que si hubiera sido yo el que se la estaba follando, y no me cuesta reconocer que hasta intente hacer tocar la punta de mi polla con el volante del coche para ver si con el rozamiento conseguía de algún modo cualquier tipo de masturbación.

Pero claro, el volante del coche no es lo que se dice una buena compañera de polvo, y tuve que conformarme con seguir mirando como el policía se beneficiaba a mi jefa de personal, hasta que pasados unos minutos, el tío dio un grito que no identifique claramente si era de dolor o de placer, y sacando la polla del coño de Amparo, se dio unos cuantos meneos con la mano y su leche comenzó a regar la parte exterior de la vagina de la chica.

Aun la mantuvo unos instantes apoyada en la pared y con una pierna levantada, mientras él restregaba su rabo por los impregnados de semen labios vaginales de Amparo. Cuando estuvo totalmente satisfecho, la soltó y tranquilamente se puso a guardar su herramienta medio flácida dentro de su bragueta.

Fue entonces cuando volvieron a asaltarme ciertos temores sobre lo que podría ocurrir a continuación, pero el guardia se limito a echarme una rápida mirada con cara de satisfacción mientras volvía a acercarse al coche sujetando aun a mi compañera por el brazo.

Entonces vi que el agente se agachaba a recoger las medias que le había quitado a Amparo y se ponía tranquilamente a anudárselas en las muñecas que aun seguían esposadas.

Cuando comprobó que los pantis estaban bien atados a sus manos, tiro de ella con violencia hasta traerla al lado de la puerta que yo ocupaba, y tras abrirla unos centímetros, hizo varios nudos con el resto de las medias alrededor del marco de la puerta, quedando mi compañera atada a esta, y cerrándola luego para dificultar aun mas el que pudiera desatarme.

A continuación, sentí que me volvía a subir la adrenalina al ver que el policía rodeaba el coche, recoger también del suelo las arrugadas bragas de Amparo, y se colocaba a mi lado en el asiento del acompañante con una sonrisa de oreja a oreja.

Se quedo mirando unos instantes mi polla completamente tiesa asomando por mi bragueta abierta y diciéndome: - Esta es la pena por tenencia ilícita de drogas en el estado de Nueva York, que no se te olvide, maricon de mierda. – Me hizo pasar las manos por las aberturas de las bragas y no sé muy bien como me dejo atado con ellas al volante.

Con toda tranquilidad me quito las esposas y tras salir del vehículo hizo lo propio con mi compañera. Yo empecé a forcejear y morder con toda la fuerza de mis dientes las bragas que me mantenían atado al volante y en unos minutos conseguí liberarme de este.

Con las muñecas aun entumecidas por el forcejeo, mire a través del cristal trasero del coche en busca del violador uniformado, pero todo lo que descubrí fue el oscuro callejón totalmente vació y ni rastro del policía.

Me apresure a desatar a Amparo que aun permanecía enredada con sus propias medias a la puerta del coche y una respiración un tanto agitada. No me costo mucho conseguirlo, y cuando se vio libre de sus ataduras, se puso otra vez la minifalda negra que permanecía en el suelo delante del coche y vino a sentarse en el sitio del acompañante llevando en las manos sus altos zapatos de tacón.

Yo estaba un poco confundido y ocupado en guardar mi pene ya en estado de descanso bajo mi pantalón, pero aun me quede con mas cara de gilipollas cuando amparo me soltó cerrando la puerta del coche: - Anda, vamonos al hotel y échame un polvo como dios manda, que ese hijo de puta me ha dejado muy mal follada. – Y sin ni siquiera mirarme a la cara se dispuso a abrochar nuevamente su blusa, tras lo cual se metió por la nariz y en solo dos esnifadas, el resto de la droga que aun permanecía sobre el salpicadero.

Yo, que ya no sabia si lo que estaba viviendo era real o una extraña pesadilla, no acerté a encontrar palabras para la ocasión y me limite a obedecer sumisamente. No me costo demasiado orientarme en cuanto encontré una ancha avenida y en pocos minutos entrábamos en el hotel habiéndose arreglado Amparo lo mejor que pudo y con un aspecto bastante decente.

Pero aun no se acabaron ahí mis sorpresas. Amparo recorrió a mi lado toda la recepción del edificio y cuando llegue a la puerta de mi habitación espero a que la abriera con la tarjeta del hotel. Entro en la misma delante de mí, y tirando el bolso sobre una silla que había al lado de la puerta se dirigió sin titubeos a la cama.

La golfa de mi compañera no me dio él más mínimo respiro ni se anduvo con preámbulo alguno. Se tendió sobre la cama y levanto su minifalda hasta la cintura dejando al aire todo su sexo, ya que durante el trayecto hacia el hotel había guardado sus malogradas medias y sus bragas dentro del bolso.

Solo tuve tiempo de quitarme la americana del traje. Cuando me senté en la cama para quitarme la camisa y aprovechar la invitación que mi compañera claramente me hacia, esta se incorporo un poco y poniendo su mano a la altura de mi nuca, me hizo hundir la cabeza entre sus piernas con un ímpetu como si llevara años esperando que alguien le comiera el coño.

Al principio me mostré un poco reticente, nada mas tomar contacto mi boca con el sexo de Amparo sentí el claro aroma del semen que el policía había depositado entre sus piernas, y no me hacia ninguna gracia que yo tuviera que irlo arrebanando con la lengua.

Pero cuando aquella golfa me agarro del pelo con las dos manos y comenzó a manejar mi cabeza a su antojo moviendo además sus caderas para que mi lengua llegara a los más profundos y placenteros rincones de su entrepierna, se me empezó a empinar nuevamente el rabo y en escasos instantes ya lo tenia otra vez en posición de guerra.

En unos pocos minutos, Amparo me aplasto la cara entre sus piernas haciendo coincidir el coño con mi boca y su clítoris con la punta de mi nariz. Empecé a sentir que casi me ahogaba al comenzar a brotar de su interior una cantidad de jugos vaginales mezclados con semen que se me metían tanto por los orificios nasales como por la boca.

Pero ella me mantuvo allí sujeto, restregándose como una loca hasta que tras un largo orgasmo que acompaño con expresivos gritos y jadeos empezó a serenarse y a volver a respirar con normalidad, momento en el que aflojo sus dedos sobre mi pelo y pude sacar la cabeza de su encharcada entrepierna.

Entonces me dijo que me levantara, y poniéndome en pie al lado de la cama, ella misma me desabrocho los pantalones y me los bajo junto con los calzoncillos hasta las rodillas. Sin perder un instante, se amorro a mi polla y se la metió hasta la garganta ya desde la primera chupada.

Entonces fui yo el que la agarro con brusquedad de la cabeza y comencé a follarle la boca con todas mis ganas, cosa que a ella parecía no disgustarle en absoluto, ya que acompaño su trabajo oral con una serie de masajes en mis huevos que pronto me hicieron ver el paraíso.

Después de todo lo que había pasado en las ultimas horas, yo hacia rato que estaba a punto de caramelo, y mucho antes de lo que yo hubiera deseado, una gran cascada de leche comenzó a bombear desde mis genitales y perdiéndose en la boca de mi compañera.

Amparo demostró ser una experta en el sexo oral sin dejar escapar una sola gota del semen que manaba a raudales de mi pene, y aunque me dio la impresión de que en algún momento tuvo serios problemas para tragar al ritmo que yo eyaculaba, se las apaño bastante bien succionando y masajeando al mismo tiempo hasta que me dejo completamente exprimido.

Con el pantalón y mi ropa interior en los tobillos me deje caer tan largo era sobre la cama para reponerme de la fantástica mamada que me acababa de hacer Amparo, y estaba pensando en la salvaje noche que me esperaba al lado de aquella zorra cuando con un escueto: - Ahora me siento mucho mejor. Hasta mañana, guapo. – Se levanto, y tras alisarse un poco la minifalda, cogió su bolso y abandono la habitación dejándome con un palmo de narices.

Al día siguiente apareció en la recepción del hotel con unas gafas oscuras y un aspecto completamente normal. Cogimos un taxi hasta el aeropuerto y durante el vuelo se mostró tan arisca y antipática como de costumbre. Apenas cruzamos unas palabras en todo el trayecto, y no hizo él más mínimo comentario sobre lo sucedido la noche anterior.

Hace apenas unas horas que hemos aterrizado y me pregunto que ocurrirá mañana cuando nos volvamos a encontrar frente a frente en nuestro trabajo. Lo cierto es que estoy dándole vueltas a la cabeza con la posibilidad de chantajearla con contarle a toda la compañía sus aficiones ocultas si no consiente en convertirse en mi puta esclava.

En fin, aun tengo toda la noche para pensarlo.

FIN

Si os ha gustado este relato, o si no os ha gustado, agradecería comentarios en mi dirección de correo. Prometo contestar a todos y todas.

v_galan_g@yahoo.es

OTROS RELATOS PUBLICADOS:

Forzados por los moteros.

De mirones a violadores.

Dedos entre las piernas de mi mujer.

Orgías a seiscientos euros.

Cornudo desde una jaula.

Saludos, Víctor Galán.