Violación en la oficina (2: capturando la presa)

Eva solicita los servicios del técnico para poner las cosas en su sitio.

Violación en la oficina II: Atrapando a la presa

Habían pasado varios días desde aquella experiencia en la oficina. Eva estuvo dándole vueltas al asunto, pensando en qué forma le iba a devolver la humillación sufrida por el técnico que le vino a instalar la red.

Una semana después, el miércoles concretamente, Eva llamó a la empresa del servicio técnico para indicarles que un par de puntos de red fallaban y que quería dos de nuevos. La chica le comentó que el viernes por la tarde le enviaría a alguien.

  • Por favor, me gustaría que viniera el mismo técnico, ya que él sabe exactamente cómo está instalada la red y así no tardará tanto. Además, le tengo que devolver el albarán firmado.

  • No se preocupe, le mandaré al mismo técnico. – Le dijo la chica.

Llegó el viernes y todo estaba listo: Eva se aseguró que nadie fuera a venir por la tarde y así poder operar con toda la tranquilidad del mundo. Además, como la mayoría de las empresas cierran el viernes a las 15:00, tampoco tendría llamadas molestas. Justo un poco antes de comer, llamaron a la puerta. Eva se había vestido para la ocasión, con un jersey de cuello alto que se le ceñía al cuerpo, marcando sus pechos y cada curva de su torso. Una falda justo por encima de las rodillas, unas botas de piel altas que prácticamente hacían que no se vieran sus piernas enfundadas en medias negras completaban su vestimenta. No llevaba sujetador, para mostrar aún más sus pechos que terminaban en unos pezones completamente de punta a causa del roce constante con el jersey. El tanga negro semitransparente era el punto sobre la i que le faltaba para tenerlo todo a punto.

Con sus gafas en la mano se acercó y la abrió lentamente. Allí estaba él, con su maletín, su rollo de cable y una sonrisa picarona que denotaba una cierta confianza en tener una tarde loca y de pasión... loca si que fue, pero de pasión... no se si para él lo sería.

  • Adelante, pase – Le dijo ella con una media sonrisa i mordisqueando una de las patillas de las gafas. – Cierra la puerta, por favor.... con llave.

El chico obedeció, tampoco quería interrupciones. Dejó la maleta y el cable en el suelo y se dirigió hacia Eva. Ella estaba apoyando sus manos sobre la mesa, con las piernas cruzadas y el culo justo en el borde. El técnico se acercó a ella para besarla y empezar a tener una tarde loca, pero Eva le paró en seco, con la mano en el pecho.

  • Un momento, chaval, hoy lo haremos a mi manera, en la variedad está el gusto, ¿No crees?

Él se quedó inicialmente un poco parado, como no entiendo mucho lo que pasaba, pero pensó que sería divertido dejarle llevar la iniciativa a ella, ya que la última vez no fue muy cruel (pensaba él) y en el fondo la chica disfrutó seguro con su "violación".

  • Está bien, tú mandas, dime que... – Con las dos manos Eva le hizo arrodillarse ante ella, lentamente se fue subiendo la falda y le mostró sus piernas fuertes y robustas que estaban cruzadas y empezaba a separar lentamente. – ¿Hace falta que te explique más o ya te ha quedado claro lo que quiero? – Él no dudo ni un instante y se acerco arrastrando sus rodillas en la moqueta hasta quedar a escasos centímetros de las bragas medio transparentes. Pudo ver los pelos de su coño como estaban presos detrás de la tela, esperando a ser liberados. Eva fue abriendo más las piernas hasta quedar sentada en el borde de la mesa. Le cogió del pelo y le fue acercando a su monte de Venus lentamente. El chico intentó separar la tela de las bragas... estaba claro que no tenía intención de tomárselo con calma, porque iba directo al grano.

  • Tranquilo, quiero que me lo beses por encima de las bragas, y que me las lamas como si te fuera la vida, cabrón... – El la miró un poco molesto, por el insulto, pero el bulto en su pantalón crecía por momentos y no estaba para chorradas, así que le hizo caso y empezó a lamer lentamente. Notó un sabor raro, pero no le dio importancia, serían los jugos de esa hembra en celo.

Mientras se dedicaba a poner caliente a su "cliente", miraba de reojo a los lados, pudiendo ver un par de muslos imponentes que se iban tensando y moviendo a medida que Eva se iba poniendo más y más caliente. Eva llevaba esas medias altas que terminan a medio muslo, de forma que podía ver perfectamente las ingles bien depiladas. A los pocos minutos ya no se diferenciaba la saliva del técnico con los jugos que soltaba el coño de Eva... un coño que, dicho de paso, daba miedo porque era bastante grande, y visto de cerca daba mucho respeto... el chaval no sabía que no tardaría en verlo y sentirlo mucho más de cerca de lo que lo estaba haciendo ahora.

Pasado un rato "la presa" empezó a marearse. Pensó que era consecuencia de la calor que hacía allí, del olor a hembra cachonda que desprendía Eva, o sencillamente porque no había comido todavía. Pensó que podría aguantar, que después de echarle un polvo iría a degustar una de esas hamburguesas que tanto le gustan. A medida que lamía y jugueteaba con el coño de Eva a través de su tela perdía fuerzas y sus piernas no le aguantaban... fue cayendo lentamente lamiendo primero la parte interior de uno de sus muslos, luego su rodilla, posteriormente siguió con la bota que cubría media pierna de la chica y acabó casi tumbado en el suelo besando el tacón de la bota y la suela... Eva sonreía porque su plan empezaba a surtir efecto: había impregnado sus bragas con cloroformo de forma que el colega se había drogado el solito mientras le lamía el coño, quedando en un estado de pérdida de conciencia aparente que le llevo a tumbarse en el suelo y quedar totalmente indefenso ante esa mujer.

Pasados unos 10 minutos, un par de bofetadas empezaron a devolverle el sentido. Todavía se notaba mareado; poco a poco fue abriendo los ojos y pudo ver que algo no iba bien. Estaba sentando en el sillón de Eva, que estaba justo en medio de la habitación. Tenía los pies atados a la parte trasera de la silla, de forma que quedaban suspendidos en el aire. Pudo observar que tan solo llevaba el slip rojo que se ponía para las ocasiones especiales. En cuanto levanto la vista comprobó que no veía a los lados; eran sus propios brazos que estaban levantados, sujetos por las muñecas al techo, de forma que quedaban completamente estirados y no le permitían moverse. Miró hacia arriba y vio que estaba atado con su propio cable de red, aquel que utilizó hace unos días para violar a Eva. Estaba todavía un poco confuso, pero empezó a comprender que las tornas habían cambiado y que la situación era un poco embarazosa.

  • Hombre, por fin despertarse, pensaba que no lo harías nunca. – Eva estaba justo delante de él, sentada en un sillón que había en la entrada, para las visitas. Con las piernas cruzadas y mirándole fijamente a los ojos, se reía de la presa que acaba de cazar; a pesar de todo había sido más fácil de lo que pensaba.

  • Pero… pero… ¿Qué coño…? ¿Pero qué haces? ¿¿Estás loca?? ¡Suéltame! Joder… estoy mareado…. No, no, yo

Eva Se levantó lentamente y fue hacia a él, con paso firme, se agachó ligeramente y le agarró el paquete apretando fuertemente. La mueca del chaval fue muy expresiva, así como sus movimientos para intentar zafarse de la mano que le estaba provocando un dolor insoportable. Si no le llega a tapar la boca el grito se hubiera oído hasta en la calle.

  • Bien chico, es hora de ir a comer, no te muevas, ahora vuelvo, con el estómago vacío pienso mejor y tenemos muchas que hacer esta tarde tú y yo para pasar cuentas por lo que me hiciste.

Lentamente le soltó y quedó de pie justo delante de el. Con un movimiento suave de caderas mientras se levantaba la falda, se bajó las bragas que habían sido la trampa perfecta para atraparle. Estaban chorreando, después que la chica hubiera estado pensando en todo lo que iba a hacer con él y de la sesión con la que le había obsequiado el amigo. Se las puso en la boca y con un trozo de precinto le amordazó.

  • Ahora serás un niño bueno y no te moverás. El poco cloroformo que queda en las bragas te mantendrá tranquilito para evitar que intentes nada y suficientemente débil para que no escapes. Reza todo lo que sepas porqué vas a tener suplicarme que deje de torturarte hasta hacer que pierdas el conocimiento.

Eva le dio un beso en la frente y le volvió a retorcer la polla con sus manos; esta vez no se oyó más que un ligero sonido que salió de la boca del chaval que empezaba a temblar por todo lo que le venía encima.

Justo cuando la chica cogía su abrigo y su bolso para salir, se paró mirando al suelo, como pensando. Acto seguido miró a su izquierda y vio el rollo de cable tirado justo al lado de la maleta. Se acercó a él y cogiendo unas tijeras cortó un trozo de un metro y medio más o menos. Se dio la vuelta lentamente y se aproximo a su víctima, estirando el cable en sus manos. Los ojos del chico se salían de sus órbitas, pensando que narices iba a hacer con el cable.

Eva le bajó el slip hasta las rodillas. Su polla emergió como si tuviera un resorte y quedó mirando hacia arriba, casi tocando con su barriga. Mientras le miraba a los ojos, la chica dio un par de vueltas al pene con el cable, apretándolo ligeramente, para asegurarlo. El chaval dio un pequeño salto al notar la presión. Acto seguido paso los dos extremos, cada uno de ellos por debajo de las piernas del chaval. Lentamente, consciente del sufrimiento que producía, fue tirando del cable hasta que la polla quedó prácticamente mirando al frente, por la tensión. Era evidente que eso dolía, y mucho, ya que él la miraba con una cara mezcla de terror y odio mientras su polla aun crecía más por la excitación, a la vez que ella tiraba más y más del cable, hasta que ató los dos extremos por debajo de la silla, quedando la magnífica herramienta casi en paralelo con la base de la silla. Eva aprovechó para dar un par de lengüetazos a la punta del capullo que no hicieron otra cosa que excitar al chaval aún más de lo que ya estaba. Era consciente que si quería dejar de sufrir, debía concentrarse en otra cosa, así disminuiría su erección y acabaría su calvario, pero era imposible, y más si la chica no dejaba de lamerle la polla cada vez que parecía que se aflojaba.

  • Bueno, te dejo, ahora si. Voy a comer algo y vuelvo… se bueno, ¿Vale? No me gustaría tener que castigarte… más de lo que ya lo voy a hacer, ¡Jajajajajajaja!

El cuerpo del chico empezaba ha estar impregnado de sudor, ya que no era agradable tener los brazos sujetos al techo, los pies completamente tensados hacia arriba, la polla forzada hacia delante y, para colmo, respirando y saboreando los olores más íntimos de esa mujer que se estaba convirtiendo en su verdugo por un acto inocente que le llevó a violarla, pensando que ella disfrutaba del todo con ello. Los músculos estaban tensos, ya que intentaba tirar el cuerpo hacia delante lo más posible para no forzar tanto su miembro viril, pero era imposible, sólo podía cerrar los ojos e intentar concentrarse en otra cosa, en algo que le hiciera disminuir la erección y aliviar su sufrimiento.

Eva cerró la luz y la puerta de golpe, dando un par de vueltas a la llave. El tiempo que transcurrió hasta que ella volvió se hizo eterno para el chico, que prácticamente había perdido el conocimiento por el sabor de las bragas, entre flujos vaginales y cloroformo. Por suerte, tal pérdida de la conciencia le hizo disminuir la tensión de la polla con el cable, pero no lo suficiente como para soltarse del todo… En cuanto ella entró por la porta, su polla pareció rendirle culto al volverse a poner dura como una piedra, y despertarle de golpe con el dolor de la incomoda postura.

  • Bueno chico, empieza el juego...