Violación

Después de casi tres años de silencio, entrego este relato a petición de mi querida amiga Alejandra, que me ha brindado experiencias increibles.

Autor: Salvador

E-mail: demadariaga@hotmail.com

Desde hace dos años y medio que no he enviado ningún relato para que se publiquen, aunque en todo este tiempo he escrito sin parar, pero lo he hecho para cumplir pedidos particulares. Mis relatos, desde diciembre de 2007, han sido a pedido de muchas amigas que han querido ver escritas sus fantasías y, en algunos casos, sus experiencias reales. En muchos casos dichos relatos son el producto de fantasías que hemos hecho realidad por medio del Messenger y que mis amigas me han pedido que las escriba, para su uso personal. Todos estos relatos son de propiedad de ellas y son ellas las que deciden el destino de los mismos, pero Alejandra me dio permiso para publicar el siguiente relato y con ello rompo un silencio autoimpuesto.

Gracias Alejandra por ser tan especial, tan única.

Violación

No se dio cuenta cuando su padre entró y la vio inclinada sobre el cajón más bajo de la cómoda de su dormitorio, buscando ropa para cambiarse. Aún vestía el uniforme azul del colegio, con su minifalda que en la posición en que se encontraba no dejaba nada a la imaginación. Los senos de la niña se balanceaban al compás de sus movimientos. Movimientos que hacían subir su faldita y dejaban al descubierto esos globos que se apretaban entre sí y apretaban la tela de la braguita que intentaba ocultar una rajita que se mostraba casi impúdicamente a la vista de su padre. Sin hacer ruido, éste se mantuvo a la entrada del dormitorio de su hija, observando atentamente su hermoso culito, que en su redondez y apenas cubierto por las diminutas bragas, le parecía irresistible. Y él, con algunas copas en el cuerpo, obviamente no pudo resistirse al deseo que se fue apoderando de todo su ser.

Desde hacía un par de meses que estaba pendiente de su hija. Ahora que había cumplido 16 años le parecía irresistible en sus nacientes formas de mujer, con unas piernas tan bien delineadas que le hacían soñar con estar entre ellas, besando ese bultito que adivinaba en su entrepierna. Y ese culito, que cuando se agachaba le ponía como loco de excitación. Y ahora lo tenía delante suyo, como había soñado tenerlo: paradito, invitante, esperándolo. Y él no iba a dejar esperándolo.

Su niña se le había metido entre ceja y ceja desde la vez en que la sorprendió duchándose y él entró al baño inesperadamente. Lo poco que alcanzó a ver de la muchachita le bastó para comprender que ya era toda una mujer: senos generosos, erectos, con pezones duros, paraditos, unas piernas largas, bien diseñadas y de muslos gruesos, que culminaban en unas nalgas que se veían redonditas y erguidas. Todo su cuerpo era perfecto y estaba rematado por un rostro hermoso, de ojos grandes y un pelo negro que le caía sobre los hombros, rematando armoniosamente el conjunto. Toda una hembra. El deseo por su hija se fue convirtiendo en obsesión y sólo pensaba en lo que podría hacer para poseerla. Y ahora parecía que había llegado el momento de hacer realidad sus afiebrados sueños. Ese culito delante suyo, apenas cubierto por la braguita que se incrustaba en la rajita de su niña, era una invitación que no iba a rechazar. Sintió como una nube roja de deseo que cubría sus sentidos y se decidió a actuar.

Se acercó calladamente a la muchachita y tomándola de sorpresa, la apretó contra su cuerpo. Se aferró a los senos juveniles de Alejandra, y empujó su aparato contra las carnes turgentes de la niña, que reaccionó sorprendida por el ataque. Miró por el espejo y quedó más sorprendida aún al ver que era su padre el que estaba apretando su humanidad contra ella y masajeando sus senos. En la cara le vio retratado el deseo, la lujuria que lo dominaba. Y se acordó que estarían solos toda la tarde.

"Papi, ¿qué te pasa?"

El no respondió. Solo se limitó a apretarse más a ella, la que sintió en sus nalgas el bulto de su padre y en sus senos las manos calientes por el deseo.

"Papi"

Pensó rápidamente en la situación por la que estaba pasando y concluyó que difícilmente podría librarse de las manos de su padre, el que parecía estar decidido a llevar sus planes hasta el final. Y esos planes no presagiaban nada bueno para ella.

"Papi, por favor"

Comprendió que de nada le serviría dialogar con él. El hálito alcohólico de su padre le decía que no entendería razones y que estaba dominado por una lujuria que no se detendría hasta haberse saciado sexualmente. Y ella era el objeto de su deseo sexual.

"Papi"

Era inútil pedirle que se detuviera. Era sordo a cualquier clamor suyo. Sólo pensaba en seguir adelante, eso se lo decía la manera en que masajeaba sus senos y los golpes de su paquete contra su culito. Y como era su padre, su temor era menor a si esta situación la estuviera viviendo con un desconocido, por lo que de alguna manera le dejó hacer al no resistirse tenazmente. Y eso, de alguna manera, fue la causa de que ella finalmente se entregara y gozara en brazos de su padre. Pero no nos adelantemos.

"Por favor"

Una mano, febril y temblorosa por el deseo se apoderó de su braguita y empezó a bajarla. Cuando la hubo desprendido de esa prenda íntima, su padre la empujó para obligarla a afirmarse en el mueble, le abrió las piernas con cierta brusquedad y sintió que algo se ponía a la entrada de su chuchita. ¡Su padre iba a violarla! Se revolvió desesperada pero nada podía hacer pues estaba sujeta por sus poderosos brazos, que le impedían todo movimiento. Y esas manos que seguían apretando sus senos.

"No, no, papi"

Y la cabeza del intruso empezó a penetrarla, con brusquedad, sin ningún miramiento. Y de un par de empujones, la verga paterna se introdujo totalmente en su rajita. Su padre la estaba violando a lo perrito, obligándola a afirmarse en el mueble para resistir el ataque paterno.

"Nooooooo. Papi nooooooooo"

Pero todo reclamo era inútil pues su padre la tenía completamente empalada, empezando un movimiento de vaivén que metía y sacaba su polla rápidamente, como si estuviera apurado por acabar pronto.

"Papiiiiiiiiiii"

Su reclamo se perdió en un llanto incontenible al sentir que la violación era irreversible, que ya nada podría parar esa locura paterna, su padre continuaba moviéndose en busca de su goce final. Y sin querer dar crédito a lo que estaba sintiendo, se dio cuenta de que su cuerpo estaba reaccionando a los embates de su padre y tuvo que reprimir a duras penas el deseo de moverse para que la verga paterna la hiciera gozar. ¡Estaba gozando mientras su padre la violaba!

De pronto se sintió inundada por un líquido caliente, que cubrió su rajita y empezó a caer por sus muslos al suelo. El sacó su verga ya satisfecha mientras la muchacha seguía llorando desconsoladamente, de manera incontenible, en parte por la violación y en parte por su propia reacción.

Pasado un momento de silencio de parte de él, Alejandra sintió que le acariciaban la cabeza, como intentando consolarla, Ya pasado el momento de lujuria, su padre había reaccionado y se daba cuenta de la magnitud de lo que había hecho.

"Perdona, cariño"

Ella no dijo nada. Seguía llorando pero ahora en silencio.

"Perdona, por favor"

¿Qué podría perdonar?, pensaba la muchacha para sí, ¿Que me violó, siendo su propia hija? ¿Que había cortado todos sus sueños juveniles haciéndola experimentar el sexo en su forma más abyecta? ¿Que de hija la había convertido en amante? ¿Eso quería que le perdonara? Pero la violación en si misma no era lo peor para ella. Lo que más le dolía y que no podría perdonarse nunca a sí misma fueron las sensaciones que sintió mientras era violada. Y violada por su padre.

Se sintió sucia. Usada, obligada, sí, pero sucia. Porque había sucumbido a la lujuria de su padre y al final, cuando éste soltó su semen en su rajita, esta palpitó del gusto de recibir el regalo que su padre le entregaba. Y casi acabó junto con él. Y aún sentía en su interior el deseo insatisfecho que le produjo la violación. De pronto comprendió que deseaba que su padre volviera a penetrarla, pero no a la fuerza. Deseaba que lo hicieran de común acuerdo.

Se dio vuelta y le miró a los ojos. Sin querer ser dura, le preguntó derechamente:

"¿Por qué lo hiciste?"

Avergonzado, su padre buscó una excusa para lo inexplicable.

"Cuando te vi perdí la cabeza y no supe lo que hacía"

"Pero ¿cómo es que no pudiste reaccionar?"

"Es que te veías tan rica, con tu culito frente a mí"

"Pero soy tu hija"

"Pero estabas tan exquisita"

Las palabras de su padre avivaron en ella el fuego que se inició durante la violación y pareció que era envuelta por un torbellino de lujuria. Esa lujuria fue la que le dictó las palabras que siguieron.

"Pero si mi culo es normal, papi"

Lo de "papi" tenía el claro objetivo de darle confianza. Y lo logró, aunque a él no le pasó inadvertido el trato que le daba. Comprendió inmediatamente que la situación había cambiado entre los dos.

"No, mijita, tienes un culito de ensueño"

"¿Tu crees?"

"Si. Me volvió loco cuando lo vi y solo pensé en hacerlo contigo"

"Pero me violaste"

"¿Y qué otra cosa podía hacer?"

"Preguntarme"

El se quedó boquiabierto. Jamás hubiera imaginado una respuesta así de su hija. Las cosas estaban tomando un cariz sumamente interesante, y él no dejaría pasar esta oportunidad.

"¿Y tú habrías aceptado?"

"En ese momento tal vez no"

"¿Y ahora?"

"¿Qué crees tú?"

Le respondió mientras su mano se apoderaba de la verga de su padre. Este quedó asombrado del rumbo que estaba tomando la situación y acercándose a la muchacha la besó en la boca en tanto una de sus manos se apoderaba de uno de sus senos.

Esta devolvió el beso abriendo la boca y sacando su lengua, para entrelazarla con la de él mientras sus cuerpos se apretaban. El la tumbó en la cama y ella abrió sus piernas, para recibir nuevamente su polla.

"Ahora hazme gozar"

"Vas a gozar mucho, mijita"

Y hundió su arpón en la cueva de su niña, que se sintió trasportada y empezó a moverse de arriba abajo mientras su padre lo hacía en sentido contrario. Ambos cuerpos estaban poseídos por el deseo y el morbo de ese acto incestuoso.

"Mijita rica, toma, toma"

"Dame, papito, dame"

"Si, mijita, siiiii"

"Papito lindo, mijito, dame, dame"

"Qué rico, mijita, qué ricoooo"

"Culeame papi; culeame, papito"

"Si, mijita, toma, toma"

"Aghhhhhhhhhhhh. Papiiiiiii"

"Mijitaaaaaaaaaaa"

Era tanta la lujuria desatada que no pudieron aguantar mucho y ambos acabaron casi al unísono, quedando desparramados en la cama en medio de jadeos, buscando el aire que les faltaba.

Pasado un momento, cuando ambos lograron retomar el ritmo de sus respiraciones, el la tomó y besó con pasión, a lo que ella respondió con el mismo entusiasmo. Se revolcaban en la cama abrazados, con las piernas entremezcladas, sintiendo que muy pronto volverían a hacer el amor.

El le tomó la cabeza y la llevó hasta su polla, en tanto se ubicaba entre las piernas de la muchacha. Ella comprendió sus intenciones y se abalanzó sobre la verga paterna, que engulló con deleite mientras sentía que la boca de su padre se apoderaba de su conchita, metiendo su lengua en su cuevita, de la que aún salían algunas gotas de la acabada reciente. La muchacha, con su conchita sensibilizada por las dos penetraciones anteriores, muy pronto se rindió y entre gritos de placer se revolvió y soltó nuevamente sus jugos, esta vez en la boca de su padre, que prefirió aguantarse.

"Ahora lo vamos a hacer igual que la primera vez"

Y la puso en cuatro pies. Ella, encantada, se dispuso a recibir en esa posición por segunda vez la polla de su padre.

"¿Sientes cómo te entra la polla de papi?"

"Si, papito, siiiiii"

"¿Te gusta la polla de papi?"

"Es ricaaaaaa, papitoooooo"

"Papi te está follando, mijita"

"Si, papito, me estás follando. Y me encanta"

"Eres caliente, mijita linda"

"Si, papito. Caliente y puta"

"Mi putita"

"Si, papito, tu putita"

"Toma, puta, tomaaaa"

"Aghhhhhhhhhhhh, papiiiiiiiiiiiiii"

"Siiiiiiii, mijitaaaaaaaaaaaaaa"

Las palabras soeces que intercambiaron les hicieron llegar al clímax y sus orgasmos se confundieron sobre la cama, dejándolos completamente agotados.

Fue así como padre e hija se convirtieron en amantes.