Vino.18
En realidad sí que miraba a las chicas, pero nunca le di importancia. He estado tantos años inmersa en mi mundo que no he sido lo suficientemente valiente como para afrontar ciertas cosas.
En realidad sí que miraba a las chicas, pero nunca le di importancia. He estado tantos años inmersa en mi mundo que no he sido lo suficientemente valiente como para afrontar ciertas cosas.- Julia sintió curiosidad: - Y ¿por qué a mí no me ignoraste? - Pensé que no perdía nada por averiguar si era verdad lo que afirmabas sobre mí, no tenía mucho que perder teniendo en cuenta q
ue sólo voy a estar unos días más. Pero no calculé que fuera a gustarme, que fueras a gustarme tú y que sí acabaré perdiendo mucho.- Julia no sintió ofensa alguna en aquellas palabras y le contestó con los ojos cerrados, sin dejar de acariciarla: - Supongo que todos pasamos ese trance de un modo u otro, esa necesidad de averiguar si es cierta una sospecha nos puede más que lo que podamos perder o el daño que podamos hacer en el camino. - ¿No te ha molestado mi revelación? - No. ¿Cómo podría alguien sentirse molesta por la sinceridad?- Aceptaron unos minutos de silencio de forma tácita, para recomponer el cuerpo y el pensamiento. La brisa cálida de las últimas horas de la tarde se colaba caprichosamente entre la cortina, balanceándola a su antojo.
Julia empezó a hablar de nuevo, despacio, como si no hubiera salido de su ensimismamiento: - ¿Cuándo te marchas?- La respuesta de Clara retumbó en el silencio de aquel universo. Dos días. Resonaba aún en su cabeza cuando oyó el resto, su invitación para marchar con ella: No podría hacerlo. Yo necesito el mar, me gusta dedicarme a producir vino junto a mi padre. Puede que me haya vuelto un poco cómoda, no lo sé.- Hizo una pequeña pausa y volvió a cerrar sus ojos. Respiró profundamente, queriendo atrapar el aroma de la mujer que la mantenía enredada entre las piernas.- Pero me gustaría tenerte sólo para mí estos dos días.- Dos días que pasarían en un suspiro, que preludiarían en rápida agonía lo que no se atreverían a resolver. - He venido a despedirme.- Lo inevitable había llegado como aquella voz, sin que nadie supiera muy bien de donde había salido. Gabriel abrazó a Clara con todo el afecto que era capaz de demostrar: Espero que vuelvas pronto, te echaremos de menos. ¿Tienes quien te lleve al aeropuerto? - Sí, lo hará mi padre.- El padre de Julia se alejó sin ninguna intervención más para que su hija tuviera más tiempo que compartir con Clara en la antesala de la despedida.