Vino sin buscarlo
Un domingo y solos en casa. Ufff! que peligro.
Lo que os voy a contar sucedió un domingo por la tarde. Después de comer mi novio y yo estuvimos viendo la tele casi toda la tarde, hablando de cosas importantes, e.t.c. Resulta que ese día, como casi todos los momentos en los que estamos solos en casa, estaba un poco cachondilla y quería juerga de la que sólo él sabe darme. Estaba cachonda, con unas ganas impresionantes de que me echara un polvo, pero no le dije nada. Fui al baño y cuando salí me estaba esperando apoyado en la pared.
Me miró un fijamente rato y después me cogió por la cadera acercando su cuerpo y al mío. Comenzó a besarme con mucho énfasis: movía su cabeza de un lado para otro; yo como es lógico, yo, le seguía en ritmo. Le metí las manos por la parte de atrás del patalón corto que llevaba, para poder tocar ese culo que me vuelve loca. Metió sus manos por debajo de mi camiseta, me subió el sujetador y se puso a jugar con mis pezones.
Después de estar disfrutando del tacto de su culito, le bajé los pantalones para animar a su verga y de paso... ponerme yo a punto. Le bajé los pantalones, le pasé la mano por la polla hasta que llegué a los testículos. Jugué un ratito con ellos mientras le pasaba el dedo por la pequeña y suave piel que tiene detrás. Eso lo puso a tope: bajó mis pantalones y comenzó a jugar con mi sexo mientras seguía lamiendo mis pezones.
Él, suspiraba, yo gemía: lo estabamos pasando genial... Él abría los ojos y me miraba con cara de placer y deseo... yo de tanto placer puse varias veces mis ojos en blanco. Continuamos dándonos el lote en el marco de la puerta del baño. Muy despacito y sigilosamente fuimos a la habitación; y una vez allí, le quité el pantalón y la camiseta y él hizo lo mismo conmigo: me quité el sujetador ya que él estaba entretenido con mis tetas, las agarraba y me chupaba, lamía y mordía los pezones; esto me puso a 200. Le pasé mi lengua por el cuello lentamente y mi mano de hacía rápidamente una paja.
Dejó mis tetas y fue a por mis labios y una de sus manos levantó mi pierna y la dobló encima de la cama, quedando mi coño todo abierto y a la vista. Volvió a bajar su mano para acariciar mi sexo; ahora las caricias eran más profundas, ya que al estar más abierto estaba más asequible para él y... a mí me gustaron más.
En un momento en el que me pilló desprevenida: metió su sexo en el mío y comenzó a bombear. Me pilló desprevenida y no sé por qué si es lo que estuve esperando toda la tarde. Él empezó: ¡¡¡zas!!! ¡¡¡zas!!! ¡¡¡zas!!!, yo gemía y decía: "si... bombéame así, sigue y no pares". Estuvimos así un buen rato; nos corrimos varias veces en la misma posición.
Espero al próximo domingo, para repetir el polvo.
Besos.