Vínculos 4
La historia sigue
Vínculos 4
No podíamos creer lo que ponía en ese informe, la culpable de la muerte de nuestro padre no era otra que nuestra madre. Ella fue la que le dio los códigos de seguridad y la clave de la alarma a Néstor, con esa maniobra no solo sentencio a nuestro padre, sino que nos puso en peligro a nosotros. Que clase de madre hace eso, mire a Sonia y a esta le tambalean las manos.
• Sonia, Sonia, ¡Sonia! – grité.
Ella me miro y su expresión me asusto y mucho, no decía nada, pero el odio que desprendían sus ojos era aterrador de verdad. Sandra se asustó, entonces nos miró y pregunto.
• ¿Qué pasa? –pregunto Sandra preocupada.
• Ella mató a nuestro padre – dijo una furiosa Sonia.
• ¿Quién? – pregunto Sandra.
• ¡Nuestra madre! – contesto Sonia.
Yo me senté porque me temblaban las piernas, Sandra me miraba preocupada y no pude contener mis lágrimas. La persona que tenía que protegernos propicio la muerte de nuestro padre y que tuviéramos que mal vivir en la calle, que excusa podría ponernos para justificar sus acciones. Sonia apretó las hojas en sus manos y también empezó a llorar.
Sandra cogió mi mano y me levanto, me acerco a Sonia y nos abrazó, el llanto ya era incontrolable. Sandra también contagiada de nuestro dolor empezó a llorar, todo fue interrumpido por una enfermera. Esta al mirar los puntos de Sandra se dio cuenta de que se le habían saltado, llamo a los médicos y nos pidió que esperáramos fuera.
• Los siento mucho chicos – dijo el padre de Sandra.
• Yo también lo siento, que pensáis hacer – dijo el tío de Sandra.
• No lo sé – dije.
Mire a Sonia y su mirada decía claramente lo que pretendía hacer y no pensaba permitírselo, Sandra estuvo en el hospital por unas semanas, mi hermana y yo íbamos todos los días. En casa del abuelo de Sandra las cosas cada vez iban a peor, Sonia se metió en un caparon impenetrable. Delante de Sandra disimulábamos, pero me parece que muy mal porque sabía que algo no iba nada bien. Mi hermana y yo pasamos de ser uña y carne a prácticamente a no hablarnos.
Todo estallo el día que a Sandra le dieron el alta, le esperamos en casa, la limpiamos y le ordenamos la habitación, la verdad es que la pobre era bastante desordenada. Sonia solo sonrió cuando tuvo a Sandra delante, la pobre estaba muy cansada y decidió irse a dormir. El padre y el tío de Sandra tenían que irse y nosotros les dijimos que se fueran tranquilos que nos encargaríamos de todo.
Sonia salió a la calle y yo le seguí.
• Sonia tenemos que hablar – le dije.
• No hay nada de que hablar – dijo ella.
• No dejaré que vayas a por nuestra madre – le dije muy serio.
• ¡La defiendes! – me dijo muy furiosa.
• No, te defiendo a ti de hacer algo de lo que te puedas arrepentir.
• ¡No te interpongas en mi camino hermano! – me dijo.
• ¡No te irás! – poniéndome delante de ella
Entonces Sonia hizo lo que jamás de los jamases creí que fuera capaz, me levanto la mano. Para mí eso es la mayor falta de respeto entre dos personas que se quieren. Caí contra la mesa que estaba fuera, el ruido despertó a Sandra que bajo corriendo. Me había partido el labio y sangraba copiosamente, ese acto me había partido el corazón. Mi hermana para mí era sagrada y la decepción que sentí no se puede explicar con palabras.
• Héctor yo… -dijo una tristísima Sonia.
Yo no conteste, me metí en la casa subí al cuarto y me prepare la maleta, necesitaba tomar distancia. Estaba muy enfadado y sabía que si no me iba, las cosas podían terminar en un distanciamiento irreversible. Sandra lloraba y me imploraba que no me fuera, yo no le hice caso, sabía que esto había sido muy duro para mi hermana, pero para mí también fue muy duro.
Tome el camino hacia el lago sin mirar atrás, Sandra me quería, por fin mi hermana y yo podíamos ser verdaderamente felices y otra vez el destino nos arrebataba eso. Sonia intentó pararme, mire su rostro arrepentido y lleno de lágrimas, se me partió el corazón. Sabía que ahora no era el momento, lo que sentía no era enfado, sino una profunda decepción.
Cuando llegue al lago mi amigo me esperaba, sonreí al verle. El lobo siempre aparecía cuando estaba triste, parecía que la vida me lo enviaba en modo de consuelo. Me agache y abrace su cuello empezando a llorar, el lobo me acaricio el rostro con su cabeza como intentando consolarme. Se puso en marcha y me miro como pretendiendo que le surgiera, me llevo hasta su guarida y allí se encontraba la loba con los cachorros.
Habían crecido mucho, reconocieron mi olor y vinieron a jugar conmigo. Esa noche acampé junto a esa familia canina, mientras cenaba algo y miraba al fuego recordé la noche que huimos de nuestra casa, Sonia y yo metidos en el saco de dormir, helados de frió y con la incertidumbre de si despertaríamos a la mañana siguiente si nos dormíamos.
Los sentimientos que tenía hacia mi hermana en esos momentos me estaban matando, con eso en la cabeza me dormí. Al despertarme vi como los lobos estaban delante de mí y hacían frente a alguien. Cuando me di cuenta de que esa persona era Sonia me acerque a ella y la abrace, los lobos se calmaron y yo me separe de mi hermana y la mire al rostro.
• Perdóname Héctor, perdóname, por favor – dijo una llorosa Sonia.
Yo la abrace con más fuerza y le dije que estuviera tranquila, me separe de ella y mirando a los lobos les dije.
• Os presento a mi hermana Sonia.
• Héctor me dan miedo – dijo Sonia.
Entonces paso algo mágico, uno de los cachorros se acercó a Sonia y esta se agachó a acariciar su cabecita. Los demás lobos se acercaron y aceptaron a Sonia como parte de su familia, eso era yo para ellos. Sonia volvía a sonreír mientras jugaba con los cachorros, me senté junto a los lobos adultos y la vida volvió a mi corazón.
• Lo siento de verdad Héctor, no era mi intención golpearte.
• Sonia entiendes por qué te he intentado parar ¿verdad?– le dije serio.
• Sí, tienes miedo que haga daño a mama – dijo Sonia.
• No, tengo miedo que te pierdas en esa sed de venganza que he visto en tus ojos.
• Mama tiene que pagar – dijo una categórica Sonia.
• Y lo va a hacer – le dije.
• ¿Cómo?, no hay castigo suficiente para que compense lo que nos hizo.
• Haremos que cumpla una condena ejemplar en la cárcel, mama en un habitáculo tan pequeño como el cuarto donde se guardaba la fregona en casa – le dije mirándole fijamente.
Sonia me miro y esbozo una sonrisa, coloco su cabeza sobre mi hombro y me dijo.
• Tienes razón hermanito, mama se merece un castigo ejemplar.
Me dijo de volver pues Sandra se había quedado muy preocupada, yo me acerque a los lobos y cuando me iba a despedir de ellos, la loba ladeo la cabeza y empezó a gruñir. Me agaché y me miro, no sé por qué, pero su mirada me indicaba que algo malo estaba a punto de suceder, miro al lobo macho y se pusieron en marcha, no sin antes indicarnos que los siguiéramos.
El camino que seguían llevaba justo a nuestra casa, tanto Sonia como yo nos temimos lo peor. Llegamos sin hacer ningún ruido y cuando llegamos nos escondimos en unos frondosos matorrales, que se encontraban cerca de la casa. Sandra estaba fuera y estaba siendo apuntada por dos hombres, también había un coche estacionado.
Intentamos adivinar quien se escondía dentro del coche, pero los cristales eran muy oscuros y no podíamos ver su interior. Pensé que no seria Néstor, era demasiado inteligente para arriesgarse a ser capturado o peor, muerto. Unos de los hombres hizo un gesto sospechoso con el arma y los dos lobos se lanzaron a por los dos hombres. Los cogieron desprevenidos y los tiraron al suelo, subiéndose sobre sus pechos y enseñando sus grandes dientes a escasos centímetros de sus caras.
Del coche salió un tercer hombre, este apunto a los a la loba con su arma. Yo coloqué la mía pegadita a su cabeza y le dije.
• Yo que tú guardaba tu arma.
Sonia de una fortísima patada lo mando a volar y lo dejo inconsciente, yo me acerque a los lobos y los tranquilice. Estos se pusieron al lado de Sonia y esta última fue con Sandra. Sandra temblaba, pero no de terror, era de rabia. Uno de esos hombres era su mejor amigo, ex amigo mejor dicho.
• ¿Por qué? – pregunto una iracunda Sandra.
• Por dinero Sandra – contesto su amigo cabizbajo.
• ¿Cuánto debes? – le pregunte.
• ¿Cómo lo sabes? – pregunto mirándome fijamente.
• Es evidente que no querías matar a Sandra, aquel día demostraste ser demasiado bueno, tu disparo no le provoco lesiones, más que una pequeña cicatriz.
• Me gusta el póquer y últimamente he tenido una mala racha, Néstor me prometió que saldaría mi deuda si recuperaba el dinero para él.
Sandra lo miro, la mirada estaba llena de rencor, odio, pero sobre todo de reproches. Se acercó a él y de un puñetazo le rompió la nariz. Entonces hizo acto de presencia la persona que mandaba sobre esos hombres, Sonia y yo nos quedamos con la boca abierta, sin poder creernos lo que estábamos viendo.
• ¿Qué ocurre chicos? – dijo una sorprendida Sandra.
• Es nuestra madre – dijo Sonia mascando las palabras.
• ¿Cómo? – pregunto Sandra.
• Si Sandra esta es la mujer que puso en peligro a sus propios hijos y permitió que mataran a su marido- dije muy serio.
Mi madre era preciosa y Sonia había salido a ella, por suerte solo se parecía en su belleza, mi madre había demostrado ser fría y muy cruel.
• Esa es forma de tratar a vuestra madre, ¿no pensáis acercaros a saludar? – pregunto mi madre.
• ¡Cállate! – grito Sonia.
• Madre, créeme que preferirás que no nos acerquemos, sobre todo Sonia.
• Únicamente he venido a explicar algunas cosas e intentar terminar esta entupida guerra que no nos lleva a ningún sitio.
• Muy bien pasa, pero tus perros se quedan en la calle – le dijo Sandra a nuestra madre.
• Ya habéis oído – dijo nuestra madre.
Los lobos se despidieron de nosotros y por primera vez se acercaron a Sandra que los acaricio con sumo gusto, los lobos también parecían complacidos, por primera vez se asomó una ligera sonrisa en el rostro de Sandra desde que los hombres de mi madre la amenazaron con sus armas. Entramos en casa y Sandra le ofreció un café, lo hizo por educación. Si hubiera sido por ella le hubiera sacado cianuro, mi madre se quitó el abrigo y se sentó en uno de los sofás.
Soltó la primera bomba, nuestro padre no era nuestro padre biológico. Eso nos dejó a Sonia y a mí, sin palabras.
• ¡Quien es dímelo! – dijo Sonia fuera de sí.
• Néstor – soltó nuestra madre.
Una bomba hubiera hecho menos daño, a mí me entraron ganas de vomitar y tuve que salir corriendo al baño, Sonia miraba a su madre como si estuviera viendo al mismísimo demonio. Entonces espero a que volviera y empezó a relatarnos que ella en realidad siempre fue pareja de Néstor, nuestro padre conoció a nuestra madre y se encaprichó de ella. La contrato en su empresa y trato de conquistarla, sin saber que en realidad era un caballo de Troya.
Todo fue planeado por Néstor, Nuestro padre era rico y él pretendía quedarse con todo. Nuestro padre quería descendencia para poder dejarle todo su patrimonio, pero lo que él no sabía era que era estéril, nuestra madre cogió una muestra de su esperma para hacer pruebas. Nuestro padre debió de empezar a impacientarse y entonces fue Néstor quien la dejo embarazada, mi padre cargaría con el hijo de otro sin saberlo y de esa manera conseguía que mi madre se casara con él.
Nuestra madre nos detalló como fui concebido, en la fiesta de cumpleaños que nuestro padre hacia todos los años invitando a gente importante. Mi madre metió una especie de droga en la bebida de mi padre, este no bebía alcohol, decía que lo atontaba y no le gustaba esa sensación. Sé lo hecho poco a poco para que no se notara, cuando todos los invitados se fueron. Nuestro padre empezó a sentirse aturdido y se cayó redondo en el sofá, lo llevaron a rastras hasta el dormitorio.
Lo tumbaron en la cama, mi madre se puso encima de él, mientras Néstor se la clavaba desde atrás, ella quería ver la cara de nuestro padre, mientras otro hombre la llenaba entera, según nos contó que eso la provoco el orgasmo más intenso de su vida. También nos dijo que era una lástima que estuviera inconsciente, si lo hubiera presenciado lo hubiera disfrutado mucho más. Después le entrego lo que nuestro padre siempre había soñado y siempre le fue negado, le entrego su culo.
Según nos relató el placer que estaba sintiendo era tan grande que se le escapaban babas de la boca que caían sobre la cara de nuestro inconsciente padre. Había sido una humillación en toda regla, pero como el que la había recibido no se enteró a mi madre no se le ocurrió más que masturbar a Néstor hasta que se corrió sobre el rostro y pecho de papa.
• Como no te calles ya no respondo – dijo Sonia con lágrimas en el rostro.
• Sigue – le dije yo muy enfadado.
• ¡Pero hermano! – dijo Sonia.
• Que acabe de contarnos lo que ha venido a contar y que se vaya para siempre de nuestras vidas- dije.
Según nuestra madre ella se quedó embarazada esa noche, mi padre se despertó con la cara pegajosa y con un dolor de cabeza enorme, estaba tan mal que no se dio cuenta del característico olor de la sustancia pegajosa que tenía en la cara. Nuestra madre empezó a reírse, yo no lo pude soportar más y dando un puñetazo en la mesa hice que se callase.
• Nuestro padre no se portó bien con nosotros, pero por lo menos se quedó y no huyo como una cobarde – le espete asqueado.
• Yo no hui como una cobarde, fuisteis concebidos con un fin, mantener a vuestro padre a mi lado, lo demás no me importabais para nada – con un rostro lleno de soberbia.
• Sigue que no tenemos todo el día – espeto Sandra.
Nuestra madre dejó de reírse, siguió con su historia, según parece durante el embarazo hizo el papel de esposa abnegada y muy enamorada de su esposo, mientras se revolcaba con Néstor en cuanto podía. A los nueve meses nací yo, su plan marchaba a las mil maravillas, mi padre y mi madre se casaron antes de que naciera yo. Paso el tiempo y mi madre se quedó embarazada de Sonia, esto si fue un contratiempo. Ni Néstor ni mi madre tenían planeado que mi madre se embarazase otra vez, su intención era abortar, pero una tarde que vino una amiga de nuestra madre a casa, esta le contó que se había vuelto a embarazar y que no estaban en sus planes.
Mi padre les escucho y su plan de abortar se fue a la mierda. Los planes de mi madre y Néstor se tuvieron que retrasar y allí fue cuando entro la crisis y mi padre se arruinó, mi madre viendo que mi padre no le daría la vida que ella soñaba lo abandono sin ningún escrúpulo. De hecho se reía al recordar que mi padre se dio a la bebida cuando para el era un signo de debilidad.
Néstor contactó con lo peor de la ciudad y trazo un plan, blanquear el dinero de estos usando las empresas de nuestro padre. Le haría ver una recuperación que no era más que una cortina de humo y cuando tuvieran todo el dinero en cuentas seguras, culparían a mi padre y este cargaría con las culpas. El problema es que Néstor y nuestra madre se impacientaron, la noche que nuestro padre murió. Según nuestra madre, la idea era que muriera nuestro padre y que nosotros heredáramos sus deudas.
Ellos se marchaban con el dinero y nosotros apechugaríamos con las consecuencias, no quiero ni imaginarme donde habríamos acabado los dos, yo siendo esclavo de alguien y Sonia no quiero ni imaginármelo. De repente se escuchó un estruendo, Sonia le soltó un tortazo a su madre que la tiro de la silla al suelo.
• No te imaginas lo que te odio, pagaras caro todo el mal que has hecho – dijo Sonia.
• ¿Crees que nos quedaremos de brazos cruzados Madre? Pregunte.
• La solución es fácil, nos entregáis las cuentas donde vuestro padre escondió el dinero y seguiréis con vida, lo que no entiendo es como lo descubrió - Dijo nuestra madre.
• Él sabía que entraban grandes cantidades de dinero y no aparecían registradas en ningún sitio y contacto conmigo – dijo Sandra.
• Maldito cabrón – dijo mama, mientras se agarraba el dolorido rostro.
Nuestra madre se levantó del suelo y nos miró con una cara de odio infinita, entonces soltó que ellos tenían un ejército y nosotros solo éramos un puñado, Sonia y yo nos miramos y le dijimos que nos subestimaba como lo hizo con nuestro padre. Le dijimos que se fuera, ya nos había manchado bastante con su inmundicia, mama salió de casa diciendo que si queríamos guerra tendríamos guerra, pero que al final el dinero seria de ellos.
Sonia temblaba, apretó tanto los diente que creí que saldrían volando. Sandra nos abrazó desde atrás y nos dijo que todo saldría bien, llamo a su tío y nos dijo que la reunión ya estaba preparada. Sus hombres nos guardarían las espaldas en la reunión, le pregunto a Sandra si estábamos seguros y todos dijimos que sí. Entonces el tío de Sandra dijo que adelante, si todo salía como lo habíamos planeado Néstor y nuestra madre lo pagarían con creces, mire a mi hermana y le dije.
• Estoy orgulloso de ti hermanita.
• Al final se me ha escapado un sopapo – dijo riéndose.
• Si, pero ha salido con vida, ha habido un momento que creí que le saltarías a la yugular.
Mi hermana se rió y se abrazó con Sandra mientras se besaban, mientras tanto yo reflexionaba, como podía haber personas tan podridas en este mundo.
Continuará.