Vínculos 2

La historia sigue.

Vínculos 2

Sonia y yo salimos del coche, miramos a la mujer pelirroja, entonces Sonia se puso delante de mí y con la mirada más recia que le había visto en la vida le dijo.

• ¿Quién eres y que quieres de nosotros?

• No hay tiempo para esto – dijo la mujer pelirroja.

• Me da igual si hay tiempo o no – dijo una más que cabreada Sonia.

La mujer pelirroja dio un suspiro y nos dijo que la siguiéramos a su coche y que allí nos contaría todo. No nos quedaba otra opción que fiarnos de esa mujer. Por lo menos no nos había intentado matar, nos montamos en el coche y esta acelero. Salimos quemando neumático, cuando decidió que ya estábamos lo suficientemente lejos empezó a contarnos su historia.

Lo primero que dijo es que se llamaba Sandra y que era una ex inspectora de la policía. Nos contó que tiempo atrás nuestro padre se puso en contacto con ella para destapar una trama de blanqueo de dinero. Empezó a contarnos que nuestro padre abrió un nuevo negocio con el que ganaría mucho dinero, entonces llego la crisis y ese negocio se fue a pique. Nuestro padre había invertido casi todo el capital en él, las deudas se le fueron amontonando y decidió pedir ayuda al que él creía que era su amigo.

Este le dejo el dinero con una condición, que él se encargaría de la parte económica. En otras circunstancias nuestro padre no abría aceptado, pero estaba tan desesperado que no le quedo otra. Con el paso del tiempo nuestro padre empezó a recuperarse, pero empezó a ver cosas sospechosas, entraban grandes cantidades de dinero que no aparecían reflejadas en ningún sitio. Nuestro padre debió de ir a preguntarle a su amigo lo de ese dinero y este le dijo que si hacía preguntas se marcharía y volveríamos a estar en la ruina.

Fue el tiempo donde nuestra madre le fue infiel a nuestro padre con ese hombre que consideraba su amigo. Una tarde que volvió antes del trabajo porque no se encontraba bien, se encontró a nuestra madre bramando por la ventana mientras el supuesto amigo de nuestro padre le penetraba desde atrás. Cuando nuestro padre entro y les pidió explicaciones, el supuesto amigo le dijo que ese era un asunto entre ellos. Según Sandra no sabe lo que hablaron porque nuestro padre no quiso decir nada, pero según parece ese día fue el que mama decidió abandonarnos.

Nuestro padre empezó a investigar por su cuenta y entonces se puso en contacto con Sandra. Le enseño lo que tenía y decidieron que tirarían de ese hilo, lo que descubrieron dejo a nuestro padre horrorizado, el supuesto amigo utilizaba la empresa de papa como tapadera para blanquear dinero para el crimen organizado, policías corruptos y políticos corruptos.

Con lo que nuestro padre no contaba era con que su amigo pretendía fugarse con mama y con todo el dinero de esas personas tan peligrosas, papa seria la cabeza de turco que despedazarían. Entonces él pensó que si iba a morir de todas maneras, vaciaría todas la cuentas pasando el dinero a otras cuentas que él había abierto para que a nosotros no nos faltara de nada cuando él no estuviera. Los policías corruptos descubrieron que Sandra les estaba investigando y consiguieron que la sacaran del caso y después fuera investigada por asuntos internos.

• ¿Cómo es que sigues con vida? – pregunte a Sandra.

Ella soltando una amarga risotada nos dijo que su padre era un comisario de la policía retirado y que el mejor amigo de este era el padrino de la organización criminal más peligrosa de toda la ciudad. Sonia y yo nos miramos incrédulos y le preguntamos como era eso posible, entonces Sandra nos dijo que ese hombre y su padre se conocían desde niños. Aparte de su amigo aquel hombre respetaba a su padre, uno por lo buen policía que era y la segunda porque era absolutamente incorruptible.

Mientras se reía nos contó que una vez su padre se vio envuelto en un tiroteo con una banda de la ciudad, entonces hizo su aparición el mafioso y los de la banda decidieron que lo mejor que podían hacer era largarse. Podía haberlo dejado morir, pero era su amigo y se preocupaba por él. Esa era la única razón que no atentaran contra ella, el amigo de papa había perdido el dinero y sus legítimos dueños se lo estaban reclamando. Mando unos sicarios para sacarle el paradero del dinero y la cosa acabo con su muerte.

• Sandra nosotros no tenemos el dinero – dijo Sonia.

• Mira en tu peluche preferido – dijo Sandra.

Dentro del peluche había un pendrive, Sandra nos dejó un portátil y pudimos abrirlo, en él había distintas numeraciones que nosotros no entendíamos. Según Sandra eso nos hacía sus blancos y teníamos que prepararnos, el amigo de nuestro padre estaba sentenciado a muerte si no devolvía el dinero. Ahora al saber que estábamos vivos y habiéndonos localizado tenía una oportunidad de salir con vida.

• ¿Entonces que podemos hacer Sandra? - pregunte.

• Tendréis que aprender a defenderos, de eso me encargaré yo – dijo Sandra.

Lo que me faltaba, si yo el máximo ejercicio que había hecho en mi vida era subir las escaleras y porque mi habitación se encontraba en el piso de arriba de la casa. Sin embargo, mi hermana era diferente, a ella hacer deporte le encantaba, la idea le pareció genial. Sandra nos llevó a una casa en las montañas, era de su abuelo y el padre de esta se aseguró que nadie supiera de su existencia.

Según llegamos, nos tocó limpiar la casa, estaba en la mitad del monte. Allí no había cobertura ni nada, había unas telarañas del tamaño de edificios, no quería saber el tamaño de la araña que las había construido. Después de ordenar todo, hicimos la cena entre los tres, eso si se me daba bien, siempre me gusto cocinar. Solo había dos habitaciones, en una dormirían Sandra y Sonia y en la otra lo haría yo.

No pegue ojo en toda la noche, Sandra nos había contado una versión de nuestro padre que no concordaba con lo que nos tenía acostumbrados, llegamos a pensar que no nos quería y que éramos un estorbo para él. Tal vez nosotros tampoco pusimos de nuestra parte para ver más haya, con esos pensamientos por fin pude conciliar el sueño.

Al día siguiente Sandra nos levantó a las cinco de la mañana, no tiene perdón, yo no podía ni andar sin tropezarme con algo por tener los ojos medio cerrados del sueño, cuando llegue a la cocina allí estaba mi hermana tarareando una canción. No era humana, entonces entro por la puerta Sandra recién duchada con el cabello mojado. Estaba preciosa, esa mañana me di cuenta de que Sonia también la miraba con los mimos ojos que yo. Lo más probable seria que Sandra no sintiera nada por nosotros y todo terminara en una decepción para los dos. Según terminamos de desayunar, va Sandra y nos dice que teníamos que correr dos kilómetros por el monte. Por ser el primer día solo serian dos.

Esto parecía el club de la comedia, como que dos kilómetros por ser el primer día. Yo a los cien metros ya estaré echando el hígado por la boca. Me puse un chándal que nos dio Sandra, feo de cojones tengo que decir y unas zapatillas. Casi me muero, la pobre Sonia tenía que pararse cada dos por tres para esperarme. Los dos kilómetros se me hicieron eternos, y eso que era el primer día.

Poco a poco me fui habituando al ejercicio, Sandra nos cambió la alimentación por algo que ella llamaba comida, sabía a rayos, pero decía que nos limpiaría y nos mantendría sanos, por lo menos a mí. Sandra me entro por los ojos desde el primer momento que la vi, pero la traición de Teresa pesaba en mí. Había pasado un mes y ya era capaz de correr diez kilómetros, sin morir en el intento. Yo seguía retraído, hablaba con Sandra, pero ciertos temas los reuia, en cambio, Sonia y ella parecían uña y carne. Mi hermana seguía conmigo como siempre, jamás me dejo de lado, pero se notaba que Sandra le gustaba y le gustaba mucho.

Decidí que no me interpondría y me guardaría mis sentimientos en lo más hondo de mi corazón, cuando Sandra decidió que nuestro estado físico era el óptimo, empezamos a entrenar, ella nos dijo que tendríamos que aprender a defendernos por nosotros mismos, nos empezó a enseñar artes marciales, no lo parecía, pero era cinturón negro en tres estilos diferentes, mi hermana sobresalía en los tres, karate, Taekwondo y Judo. A mí solo se me dio bien el Judo y me centré en aprender lo máximo posible.

Después también nos enseñó a rastrear, eso se me dio de diez, mi hermana se defendía, pero yo fui capaz de dar con todos los objetos que Sandra había escondido, la siguiente lección fueron las armas. A mi hermana y a mí nos daba miedo al principio, pero con el tiempo nos fuimos acostumbrando, mientras Sonia se convirtió en alguien letal en distancias cortas. Yo me volví letal en distancias largas, Sonia prefería las espadas y cuchillos, la verdad es que aprendió rápido y bien, yo me di cuenta de que tenía un don para ser un francotirador. Sandra trajo a algunos excompañeros de confianza para que nos adiestraran, los meses fueron pasando.

Trabajábamos desde la casa de Sandra mandando el trabajo por servidores seguros, también hablábamos con nuestros padres adoptivos por un teléfono encriptado. Estaban muy preocupados, siempre nos preguntaban si comíamos bien y si dormíamos lo suficiente. Cada vez que preguntaban eso Sonia me quitaba el teléfono, yo me cagaba en lo mal barrido. Eso que comíamos sería cualquier cosa menos comida, en esos seis meses había comido más verde que una vaca en un año. Lo de dormir ya era arena de otro costal, al principio nos despertaba a las cinco de la mañana, según fueron pasando las semanas fue acortando ese tiempo hasta que al final nos despertaba a las cuatro y media.

Yo no se para qué teníamos que tener miedo al amigo de mi padre (se llama Néstor), si Sandra seguía así. En cualquier momento caería fulminado por un infarto. Yo procuraba dejarles el máximo espacio a mi hermana y a Sandra, a Sandra también se le veía una conexión hacia Sonia. Sonia lo paso muy mal cuando Tamara la engaño, ahora era feliz y yo decidí poner tierra de por medio. Por las tardes mientras ellas hacían sus ejercicios de lucha, yo me iba a rastrear por el bosque. Coloque unos pequeños pañuelos a algunos conejos, los dejaba por algunos días y después rastreaba su rastro hasta dar con ellos.

Uno de ellos el más astuto me las hacía pasar canutas, pero también me llevo hasta un lago hermosísimo que se encontraba en medio de la montaña, ese lago se convirtió en mi refugio. Allí solía pasar mucho tiempo a solas, practicando todo lo que había aprendido. Allí afiné mi puntería con el rifle de francotirador, conseguí dar a una lata vacía a unos mil quinientos metros. Para eso aprendí a calcular, la caída por la acción de la gravedad, la deriva por el viento, la deriva por la rotación, altitud por densidad, agrupación y por último la rotación de la tierra.

Eran cálculos complejos, pero se me daban bien los números y una vez lo tuve dominado. Empecé a acertar en el blanco a más distancia. Otra cosa que tuve que adquirir fue paciencia, un francotirador puede pasarse incluso días y guardar siempre la calma es primordial. Solía ir los días que hacía más frió, llovía mucho o hacía mucho viento. No cese en mi empeño hasta conseguir acostumbrarme a cualquier problema climatológico, como cuando hacía calor o frió.

Una de las veces se me hizo tarde y empezó a anochecer, al llegar a la casa, solo vi luz en la habitación de Sandra. No pensé en nada, estaba tan cansado que únicamente tenía ganas de ducharme e irme a la cama, para ir al baño tenía que pasar por delante de la habitación de Sandra. Cuando empecé a subir las escaleras, escuche unos gemidos, escucharlos me entristeció para que negarlo. Decidí que me metería en la ducha rápidamente, cuando llegue a la habitación la puerta estaba abierta. Sandra y Sonia estaban haciendo el amor, me quede mirando como alelado, no sentí celos ni rabia. Estaba presenciando una declaración de amor tan bonita que mis ojos empezaron a llorar de emoción.

Esa escena no me puso cachondo, el contrario, sentí un calor que me envolvió y una paz interior enorme. Con cada caricia, con cada mirada se decían la una a la otra lo mucho que se querían, hubo un momento en que las dos entrelazaron sus piernas, se cogieron de las manos y se miraron. Esa mirada tenía tal intensidad que mi cuerpo empezó a temblar, decidí que lo mejor era dejarles y darme una ducha. Me fui hacia el baño con una gran sonrisa, después de todo lo pasado Sonia había conseguido amar y ser correspondida.

Hasta ahora la gente se movía a nuestro alrededor por interés, nuestros padres eran ricos y todos querían coger su parte el pastel, la mirada de Sandra decía otra cosa. Su mirada decía que había encontrado a la persona que la complementaba, no seré hipócrita, un noventa por ciento se alegraba sinceramente por Sonia, pero un diez por ciento se lamentaba porque sabía que mi felicidad se escapaba otra vez. Cuando termine de ducharme prepara una mochila con todo lo necesario y decidí que lo mejor que podía hacer es dejarles el máximo de intimidad.

En el lago me había construido una especie de refugio, no era como para echar cohetes, pero no estaba nada mal. Menos mal que me conocía el camino al dedillo, como soy un membrillo, se me olvidaron las pilas y mi linterna casi no alumbraba. Nada más llegar encendí un fuego, saque de la mochila algo para cenar y desempolvé mi vieja armónica. Fue el único regalo que me hizo mi verdadero padre, me la dio el día que mama nos abandonó. Me dijo que cuando estuviera triste la tocara, su sonido me haría ver las cosas desde otra perspectiva.

La verdad es que el sonido de la armónica no me cambiaba la perspectiva de nada, pero si conseguía evadirme en sus melodías y dejar de pensar mientras la tocaba. Coloque trampas a mi alrededor como me enseño el compañero de Sandra, me metí en mi refugio y me dormí, lo último que sentí fue una lágrima resbalar por mi cuello. No sé que hora seria, unos gritos me despertaron. Cogí mi pistola Jericho que me dio mi instructor y la amartille, nunca había disparado a una persona y no sé si sería capaz.

Disparar a un árbol o a una lata era una cosa, pero disparar a una persona… al llegar a donde había colocado la trampa. Me encontré a mi hermana colgando de ella, la bajé enseguida.

• Héctor bájame de aquí enseguida – parecía muy enfadada.

• Voy hermanita un poco de paciencia – le dije intentando tranquilizarla.

La bajé y sin darme tiempo a reaccionar me soltó un sopapo que me temblaron hasta las uñas de los pies. Me di cuenta de que estaba llorando, la cara me dolía mucho, pero me levante y lo primero que hice fue abrazarla y preocuparme por su salud.

• ¿Estás bien Sonia, te has hecho daño en el tobillo? – pregunté preocupado.

• ¡No es eso animal!, llevo toda la noche buscándote – dijo muy enfadada.

• ¿Buscándome porque?, no es la primera vez que no paso la noche en casa.

• Te vi – me dijo mirándome a los ojos.

• ¿Cómo dices? – conteste muy avergonzado.

• Se que nos viste a Sandra y a mí – dijo poniendo su mano sobre el lado de la cara donde me había dado el tortazo.

• Lo siento Sonia yo…

Sonia sacó un pañuelo y lo mojo en las frías aguas del lago y después me lo puso sobre la parte hinchada de la cara con sumo cariño.

• Se que tú también estás enamorado de Sandra y sé cómo tuviste que sentirte Héctor.

• Te equivocas Sonia.

• ¿Cómo?

• Mientras os miraba, no sentí celos, ni rabia ni siquiera me excite, sentí paz interior y una gran felicidad porque a mi hermana la amaban de corazón.

• Creo en lo que me dices, pero también veo cierta tristeza en tu rostro.

• Bueno, a mí también me gustaría que alguien me amara así – le dije con una sonrisa.

• Tienes que hablar con Sandra, tiene que decirte algo que te alegrara.

• Lo haré, pero me gustaría quedarme una noche más aquí, la verdad que necesito poner mis pensamientos en orden.

• Muy bien hermanito, pero mañana a la mañana sin falta te esperamos para desayunar.

Mi hermana vio la armónica y esbozo una sonrisa llena de tristeza, sabía que la única vez que utilice esa armónica fue la noche en la que Teresa me engaño. Me dio un abrazo, me dijo que la perdonara y volvió hacia la casa. Yo me preparé el desayuno, después me dispuse a hacer ejercicio, me puse unas tobilleras y unas muñequeras con peso y me dispuse a correr alrededor del lago, el entorno era tan bonito que cualquier mal pensamiento desaparecía.

Más tarde empecé a hacer las katas de judo, no quería que se oxidada todo lo que había aprendido. La verdad que después de sudar me encontraba en mejor humor, decidí darme un baño para limpiarme y posteriormente haría un ejercicio de rastreo, pero esta vez lo aria con un lobo que solía pasar las noches que pasaba en ese lago cerca de mí. Este sería todo un reto, el lobo conocía el terreno mucho mejor que yo, cuando me desnude me mire y me di cuenta cuanto había mejorado físicamente.

El agua estaba fría, al principio me costó, pero pasado un tiempo fue muy placentero tumbarme y mirar al cielo. Llego el momento de salir y empezar a rastrear al lobo, tenía que ir a contra viento o él me encontraría primero a mí. Fue muy complicado y me costó toda la mañana y parte de la tarde, pero al final conseguí coger al lobo. Estaba custodiando una cueva, mantuve las distancias, esa era su guarida y no quería que me atacara. No se porque, pero me dejo acercarme y pude ver uno de los momentos más hermosos de mi vida, una loba dar a luz a sus pequeños cachorros.

La vida me había negado la mujer que amaba, pero me estaba compensando con momentos ciertamente hermosos. Cuando la madre estaba amansando a los cachorros yo decidí que ya era hora de regresar, me costó llegar hasta el lago. No pensaba que me hubiera desviado tanto, estaba tan absorto en mi tarea que perdí la noción del tiempo y del lugar. Cuando llegue al lago me di cuenta de que alguien había estado allí y no había sido ni Sandra ni Sonia.

Conocía muy bien sus huellas, recogí todo rápidamente y armé mi rifle de francotirador, empecé a rastrear a esa persona, era realmente bueno. Camuflo muy bien sus pasos, pero no contaba en que yo conocía ese terreno mejor que él, me fui moviendo sigilosamente. Aunque yo contaba con la ventaja del terreno, el seguro que era más experimentado que yo. Poco a poco me fui acercando al camino que llevaba a la casa, según me acercaba pude sentir que alguien me seguía.

Me metí entre unos matorrales, el hombre que me seguía se parió y se empezó a acercar donde yo estaba, cuando ya estaba cerca. Lance una pequeña pierda hacia su espalda y cuando este se dio la vuelta, yo le agarre del cuello con una llave de judo que lo dejaría sin respiración y en conclusión perdería el sentido. Nos habían descubierto, corrí hacia la casa, Sandra y Sonia estaban en el porche sentadas en una mesa hablando animadamente.

Yo les grité que se agacharan, había descubierto donde se escondía el francotirador, no me daría tiempo a llegar ni a ellas y mucho menos a detener al francotirador. Les grité que se tiraran al suelo, estaba demasiado lejos y no me escucharon. Saque la pistola y me dispuse a apuntar, entonces vi un fogonazo y no se porque lo vi todo a cámara lenta. El proyectil impactó contra la cabeza de Sandra, eso hizo que cayera hacia atrás y se quedara tendida en el suelo, Sonia se tumbó sobre ella para protegerla y yo dispare hacia donde estaba situado el francotirador.

Ya no se encontraba allí, según me acercaba hacia donde estaban Sonia y Sandra esta última estaba en el suelo sobre un charco de sangre y mi hermana lloraba amargamente.

Continuará.