Vilma me engañó

Hace mucho que no escribía nada, es que no me estaba pasando nada. Iba de la cama al living, sola como una ostra, nada que contar, nada de nada. Casi me iba a convertir en monja.

Hace mucho que no escribía nada, es que no me estaba pasando nada. Iba de la cama al living, sola como una ostra, nada que contar, nada de nada. Casi me iba a convertir en monja. Convengamos que en cuestión de sexo ya he realizado muchas cosas…Probado, dado y recibido mucho pero mucho amor, a un hombre, a varios, a mujeres, sado, tríos, filial, animales

Pero no me quejo casi siempre gocé a lo grande (Algunas mas otras menos. En porcentaje mínimo de malas experiencias.)

Pero hay dos cosas que nunca hice y quedan en el plano de las fantasías: La primera es estar con una travesti y la otra es prostituirme. Siempre fue un juego, tanto la primera como la segunda fantasía, hasta he ganado algo por coger, pero nunca he cobrado. Nunca he sido una puta de puticlub, de book ni mucho menos una puta de esquina. ¿Se entiende?

Me han hecho regalos y algunos caros, me dejaron algún billete después de una noche de guerra, pero nunca me ofrecí por dinero.

Bueno esas eran mis fantasías, pero no estaba con deseos de que pasen de eso una fantasía para ratonearme y nada mas. No tenía ganas de experimentar y creo que ya era una consigna mas que un deseo, un lugar común que muchas mujeres tenemos.

Dicen y es verdad que la realidad supera la fantasía.

Hace unos días me llamó Vilma, una amiga de parrandas invitándome a una fiesta. Yo no quería salir estaba en esas etapas donde nada me venía bien y cuando ella me invitó le dije que no.

  • Dale, boluda, va a estar bárbara, tipos, vinos y si querés algún polvo blanco.

  • No tengo ganas.

  • Yo te paso a buscar, Nos vestimos en casa y te juro que si no tenés alguna propuesta mejor, te dejo en tu casa a la hora que quieras.

La verdad es que no tenía excusa, lo único que tenía que hacer era respirar.

Siempre hacíamos lo mismo, nos juntábamos varias horas antes, nos bañamos, nos probamos todo su vestuario. (Vilma tiene dos roperos de pared a pared, llenos de ropa de la mejor calidad. Es que es mi amiga millonaria y como tenemos un talle parecido me van todas sus pilchas. Es muy generosa y muchas veces me regala algún vestido, nuevo o con poco uso. Su vestuario a mí me queda más ajustado, ya que soy más abundante que ella.)

Ella es rubia, yo morocha, su piel es blanca, casi transparente, yo soy de piel morena, ella es delgada tipo noruega y yo corpulenta, tetas, culo, piernas. Vilma se depila toda y yo no. Somos blanco y negro y quizás por eso somos tan unidas, nos llevamos tan bien. Tuvimos nuestra historia lésbica y mi primer trío fue con ella. Bueno espero que les haya quedado claro que somos buenas amigas.

Lo que me pasaba esa tarde es que algo no me cerraba. Ella estaba nerviosa, miraba el reloj, como si estuviera esperando algo que no llegaba y era algo que me involucraba de algún modo, me parecía que lo que pasaba no tenía nada que ver con la fiesta a la que iríamos.

Entre las risas y los cambios de ropa ella miraba de reojo el reloj o miraba su celular esperando que suene pero nadie se acordaba de llamarla.

Vilma ya había elegido su atuendo, Un vestido muy ajustado, corto, negro que contrastaba con su piel, unas medias de red que se prendían en un portaligas que se dejaba presentir por debajo del vestido y unos zapatos de taco aguja de unos doce centímetros aproximadamente. Muy explicita, muy expuesta, esa noche iba a coger no cabían dudas.

Eran las once y media de la noche, cuando sonó el teléfono mientras anotaba una dirección decía:

  • En una hora estamos allí. – y cortó.

Fue hasta un armario y sacó un par de bolsas y una caja de zapatos.

  • Este es un regalo para vos, te lo compre antes de llamarte esta mañana. Púnetelo que en una hora tenemos que estar en San Isidro.

No había esperado toda esa escena y me impresionó aún mas cuando abrí los paquetes… Mi regalo era un juego igual que el que ella llevaba puesto, hasta los zapatos. La idea era excitante y re loca. Me lo puse sin decir nada, terminamos de pintarnos y salimos casi corriendo. A la hora estábamos entrando en una casona del barrio de San Isidro. Vilma conduce como un corredor de formula uno. Un agente de seguridad nos dejó entrar, nos indicó donde estacionar y por donde entrar.

Había una entrada principal, pero nosotros entramos por una puerta lateral, como nos había indicado el guarda.

La mansión era hermosa, de esas casas que sabés que existen pero crees que nunca vas a visitar. Al entrar había un pasillo que daba a un distribuidor que daba a cuatro puertas, una se entreabrió y salió un tipo de frac y nos indicó por donde ir.

Música, luces de colores y algunos chicos y chicas que se perdían en un enorme salón, las paredes eran espejos y eso hacía que el lugar pareciera más frío y más grande.

Un mozo nos convidó con vino blanco y Vilma me abrazó entre alegre y nerviosa. No soporté más la situación y se lo pregunté.

  • ¿Qué es todo esto?

  • Una fiesta, ¿nunca fuiste a una fiesta?

  • Algo raro hay aquí, nada de lo que pasa es natural. ¿De quién es esta fiesta?

  • Me vas a matar.

  • ¿Qué pasa? Contame todo desde el principio, antes de que te mate.

  • Es que necesitaba una compañera y vos sos la mejor.

  • No me dores la píldora, ¿para qué necesitabas una compañera?

  • Estuve con un tipo, Damián. ¿Lo conocés? No, estoy segura de que no lo conocés. El tipo organiza fiestas para turistas, para millonarios, para empresarios, para ejecutivos… ¿Se entiende?

  • Claro que entiendo, es un burdel de lujo… ¿Pero por qué estamos aquí?

  • Me está extorsionando. Me tiene agarrada de las tetas. Y si lo hago esta noche, me juró que me dejaba de molestar.

  • ¿Y yo de que juego? Soy tu chaperona.

  • No vos sos parte de mi paga.

  • ¿Me tengo que prostituir, para que ese crápula te deje en paz? ¡Es una locura! Esto me pasa a mí, que soy una boluda.

  • No la boluda soy yo y ahora te pido una ayuda.

  • Te voy a bancar porque sos mi amiga pero no te lo mereces. ¡Me voy a tener que coger a un japonés! ¡No lo puedo creer! ¿Cómo me hiciste esto?

  • Te van a pagar y muy bien.

  • ¿Estoy tarifada? ¡Ahora soy una puta cara!

  • Trescientos dólares, por lo menos.

  • ¿Cómo?

  • Trescientos dólares para vos si vas sola, si vamos juntas son quinientos para cada una. Y te avisó que suelen haber buenos tipos… Japoneses pero jóvenes y grandotes.

  • ¿Y vos cómo sabés tanto?

  • ¿Vos crees que te voy a traer a esta trampa sin recompensa? ¿Somos o no somos amigas? Ahora cuando la música y las luz cambien nos vamos a pasear por enfrente de los espejos juntas, hasta podemos besarnos para pedir más guita.

Debo decir que para ese momento ya la cosa no me parecía tan grave sino que seguía protestando porque me parecía mal que ella me haya traído a ese lupanar, sin haberme consultado y que ahora para salir tenga que hacerme un gordo fofo.

Si bien no era exactamente mi fantasía de ser puta por una noche, era bastante parecida. Ahora ya estaba allí y tenía dos alternativas, hacer una escena y salir de ese lugar a los gritos, o jugar el rol de putita cara y hacerme unos mangos. Como todos desean, elegí la segunda de las posibilidades, tomé a Vilma por la cintura y mientras le daba un beso de aquellos, mis manos la acariciaban de arriba abajo. Un show de lesbianismo realizamos en el centro de la sala, las otras minas y los tipos que estaban también ofreciéndose, se quedaron mirándonos. Habíamos violado la consigna de esperar a que se apaguen las luces y recién entonces había que empezar a ofrecerse.

Al instante, un hombre de smoking negro, nos hizo un gesto para que nos acerquemos a donde él estaba. Nos reímos las dos y lo seguimos. Nos guió hasta otro salón que estaba rodeado de unas diez sillas.

Allí nos quedamos solas unos instantes y luego entraron, por una puerta lateral, varios hombres que se sentaron en las sillas y nos miraban. Nosotras no sabíamos que hacer, hasta que llegó Damián se acercó a Vilma y la beso. Era uno de esos hombres que uno ve en las revistas, inaccesible, estaba buenísimo. Ahora entiendo porque Vilma me había traído hasta acá. Luego se acercó hasta mí y también me pegó un beso donde la lengua me llegó a la campanilla. Me dejó con ojeras y se paró delante de nosotras.

  • Bueno escucho ofertas, la base por las dos es de mil quinientos dólares, ¿Quién da mas?

Nos estaban subastando y la cifra iba subiendo de a cincuenta dólares por vez. No lo podía creer, no podía creer que esto suceda en Buenos Aires y mucho menos que me esté sucediendo a mí.

  • Dos mil dólares se las lleva el señor Valdez.

¿Y ahora qué? Pensé pero Vilma se ve que ya había estado en la casa y sabía de la metodología del lugar me hizo desaparecer por una puerta que no era ni la que habíamos entrado, ni por la que entraron los tipos. Y después de subir por una escalera entramos en un cuarto de película, con una cama gigante.

  • ¿Le vamos a hacer la fiestita al Señor Valdez?

  • Espero que sea uno solo Valdez y no varios.

  • Como varios, Si podemos estar hasta con cuatro tipos, A cada una nos va a tocar setecientos y con eso no podemos joder.

Me quede un poco choqueada, Tanto por la cantidad de hombres como por la cantidad de dinero. Es la plata que yo gano en tres meses.

El señor Valdez resultó ser uno solo, un ecuatoriano que hacía negocios en la Argentina, cincuenta años o quizás algo mas. Gordo, fumaba un cigarro y vestía de frac.

  • Bueno mis niñas, he pagado mucho por ustedes quiero ver un buen show.

Sin decir nada, Vilma me empezó a besar y nos fuimos acariciándonos sacándonos el vestido, de forma sensual, mientras Valdez nos miraba recostado en la cama. Nosotras bailábamos y hacíamos que nos dábamos placer y eso al viejo le encantaba. Pero siempre pasa lo mismo entre nosotras, una de las dos se pasa de la reya y nos empezamos a calentar de verdad, Su mano en la entrepierna, mi mano sobándole el ano y una cosa trajo la otra y en minutos nos estábamos dando por la final de la copa del mundo. Nos habíamos olvidado del pobre Valdez y de su dinero. Nos estábamos amando como siempre que llegamos a esta situación, manos, lengua, sabores y líquidos abrillantaban nuestras pieles. Vilma gemía y gemía fuerte, yo le daba una mamada exquisita.

Cuando acabó y me iba hacer acabar a mí fue cuando el viejo nos llamó.

  • A ver hijitas, háganle algo a papito.

Esto nos sacó del trance en que habíamos entrado. Vilma Me tomó de la mano y nos acercamos, El tipo tenía su verga a fuera pero estaba totalmente vestido. Ella se la agarró y se la empezó a masajear con la mano, mientras yo le sacaba la ropa. Yo tenía la esperanza que la paja que le estaba haciendo Vilma con pocas ganas, lo haría acabar y eso daría por terminada la sección. Por eso no escatimé mi cuerpo y se lo refregué por su cara, para ayudar la eyaculación. Vilma se inclinó y se la puso en la boca y se la mamaba como si fuera la verga de Brad Pitt. Deboi decir que si bien nunca me hubiera cogido a un hombre como él, tenía una pija muy honrosa para su edad, firme gruesa y con un buen porte.

Acabó al toque, Vilma se tragó toda la leche que pudo y el resrtó lo juntó con la mano y me convidó.

No había calculado que se había tomado una píldora de Viagra.

El viejo era puro vigor y no paró hasta cogernos a las dos y una de esas que te dejan con las patitas temblando. Sudé y gemí sin simular ninguno de mis grititos, Acabé las dos veces y Vilma me hizo una penetración anal con sus dedos que si bien no me hizo acabar me encantó.

Al final de la noche sentí que el trabajo había valido cada uno de los dólares que nos pagaron. Valdez quedó muy satisfecho y Damián nos dijo que nos llamaría para otra fiesta el mes que viene.

Vilma me trajo hasta casa y como estaba muerta se quedó a dormir en conmigo.