Villanas primera parte

Son villanas de un universo que me inventé, espero que les guste la historia

Una japonesa apaga la llave de su ducha, tras eso, pulsa un botón y un aire calido seca su cuerpo, se mira al espejo, una joven de 23 años que poseía un cuerpo atlético de cuerpo mediano, su piel blanca contrastaba con su larga melena negra que llegaba hasta sus hombros, sus ojos, de un verde fosforecente antinatural, se examinó su cuerpo, ninguna anormalidad, su tecnocortex le ahorraba ir al medico.

Bueno, no podría ir al medico, no hay muchos sitios donde puede ir.

No sabia por que, pero abrió el cajón del lavabo y empezó a peinarse.

Hacia años que no se peinaba ¿Por qué iba a hacerlo? No tenia a nadie a quien gustarle.

Una lagrima recorría su mejilla, luego otra y otra mientras un nombre susurraba sus finos labios.

-Makoto.

¿Cómo llegó a esto? Lo ha pensado tantas veces, pero aún le parecía una broma de mal gusto su situación.

De pequeña nació y se crió en el sitio menos adecuado para ella, Nagoro, un pueblo de Japón, ella iba a la escuela y después de eso ayudaba en casa y en su tiempo libre, jugaba con su muñeca Sakura.

La japonesa alargó su mano y un dron se activó y empezó a volar a una estantería para coger una muñeca con su mano mecánica.

El dron voló hacia la mano de la mujer y depositó suavemente la muñeca en la mano de la mujer y regresó a su sitio.

La joven abrazaba su muñeca como una niña asustada ¿Qué se había convertido? ¿Por qué? ¿Por qué?

-no es tu culpa, Kirie, no pudiste hacer nada – decía la muñeca que poseía una inteligencia artificial diseñada por la joven.

-debi poner una contraseña, revisar el Amateratsu, no… no conocerle nunca – decía Kirie estallando en lagrimas.

-eras inocente y no tenias motivos para desconfiar, tu diseño es perfecto, solo que fue saboteado, en cuanto a Makoto, conserva el recuerdo, es tu más maravilloso recuerdo – decía la muñeca.

-¡lo maté! ¡nunca debi conocerle! – gritó Kirie.

-no lo mataste, fue el, no dudó en segar diez vidas para destruirte ¿Por qué no lo activas? Se feliz, hace tanto que no sonries.

Kirie temblaba, no se atrevía, pero se levantó, tras pasar por la puerta de su habitación, pasó a un lugar lleno de maquinas y ordenadores.

Le encantaba ese sitio, podía estar días sin dormir aquí, pero había una cosa que la atormentaba.

Podía usar su tecnocortex para eso, pero prefirió usar las manos, unas manos largas, finas y delicadas con uñas un poco desarregladas.

Kirie se dio cuenta, no, no puede hacerlo así.

Corrió al baño y mando instrucciones con su Tecnocortex, así no tendría que controlar las maquinas.

Un enjambre de insectos mecánicos se colocó sobre ella, extirpando su vellos corporales de los brazos, piernas, axilas, salvo el cabello y el vello púbico.

Dolía, pero ella aguantó peores cosas, pero su mente retomó sus recuerdos, a los ocho años jugaba con la muñeca, que en aquel momento era una vulgar muñeca de trapo con un kimono, pero de repente, algo chocó a sus pies.

Era un coche pequeño, pero no paraba de chocar a sus pies, se sintió asustada, el coche le perseguía, oía a unos niños reírse de ella, uno de ellos tenía una caja.

Su padre fue a por ellos al grito de malditos tokiotas, los niños se fueron corriendo.

El coche dejó de moverse.

¿Cómo se movía? ¿Cuándo ellos se fueron el coche dejó de moverse? ¿lo hacían ellos?.

En cuanto su padre volvió a su trabajo, Kirie cogió el coche y fue a buscar a esos niños, no tardo en encontrarlos uno protestaba porque perdió su juguete favorito.

Kirie se presentó detrás de ellos y se los ofreció, esta vez eran los niños los que se asustaron.

Kirie siguió ofreciendo el coche teledirigido y les pidió que les explicara como lo hacían moverse, que clase de magia usaban.

La Kirie adulta soltó una pequeña carcajada que la pilló por sorpresa, pero que la disfrutó, se sentía tan diferente ahora de lo que sintió cuando era niña, decidió seguir con el recuerdo.

El niño que tenia once años le explicó que manejaba el coche con el mando, que las ordenes salían de la antena que su mando y el coche recibía esas ordenes de la antena que tenia.

Acto seguido, le ofreció el mando para que lo manejase.

Kirie temblaba, tenía miedo ¿y si esa caja estuviera maldita? Pero cuando la tocó, sentía que tocaba su destino, manejó el coche sin que el chico le dijese como funciona, empezó familiarizándose con los controles, pero luego hacia maniobras que desencajaron la mandíbula de los niños por sorpresa.

El dueño del juguete sentía algo por esa niña.

-¿puedo tocarte los cabellos? – preguntó

-¡claro! – dijo Kirie inocentemente.

La mano acariciaba los hermosos cabellos de Kirie, que reaccionaba notando una sensación de bienestar, intentaba no desconcentrarse en la maquina, pero…

Esa mano se sentía tan bien.

-¡Makoto le gustan las paletas! ¡Makoto le gustan las paletas!

Makoto tiró una piedra a sus amigos que se iban riéndose.

-¿Paleta? – preguntó Kirie inocentemente.

-no era nada, los tokiotas nos gustan decir palabras sin sentido – decía Makoto con una sonrisa.

La Kirie adulta sonreía.

-tenían razón, era una paleta, una ignorante en Paletolandia.

Soltó un suspiro y susurró .

-y te doy las gracias por mostrar un mundo tan distinto

Cuando terminaron las maquinas, Kirie cogió unas tijeras y empezó a cortar su abundante vello púbico.

cada corte calculado para lo que tenia que hacer.

Entonces dejó las tijeras y cogió una loción para evitar la irritación, se aplicó abundantemente.

Entonces cogió una navaja y empezó a depilarse el vello.

Con cuidado, desnudando su parte más deseada, aquella que solo conoció un hombre.

Cielos, echaba de menos eso ¿Por qué no iba por ahí? Conocer a un hombre, seducirle, sentirle.

Ah, si, la orden de búsqueda internacional, la puta orden de búsqueda internacional.

Siguió cortando las fibras capilares de su pubis, dándole forma, una forma que le daba recuerdos.

Recuerdos cálidos y húmedos.

No podía evitar tocarse, sus finas manos acariciaban su clítoris, dejó la navaja en la mesa y se tumbó en la cama, boca arriba, con las piernas abiertas, ofreciéndose ¿a quien? A sus recuerdos, los recuerdos de un hombre musculoso, hermoso, carismático.

Ideal.

Sus dedos se introdujeron dentro de ella, recordaba perfectamente la forma en que se introdujo ese hombre dentro de ella e intentó replicarla con sus dedos.

La forma en que la convirtió en mujer.

Se imaginaba a ese hombre entrando y saliendo de ella, recordaba esa noche, recordaba cada palabra que le decía, cada beso que le dio.

Cada disparo seminal que lanzó dentro de ella.

En aquel momento era un día seguro, pero le hubiera encantado tener su bebe.

Algo de él.

No quería que los recuerdos tristes la invadieran, siguió tocando su concha con, pasión, el mismo compas, la misma fuerza, intentaba replicarlo, pero no era lo mismo, no podía sustituirle, quería olerle, sentir su calor, su corazón latir.

Eso hizo que parara, rompió a llorar, podía soportar el dolor físico, tenia voluntad de ello.

Pero el dolor emocional, era otro dolor del que no estaba preparada, del que no tenia defensa posible.

Durante quince minutos se pasó llorando en su cama, le necesitaba, pero dolía, dolía mucho.

Se levantó y se miró su pubis, el trabajo estaba medio hecho, cogió la navaja y se concentró en cada corte.

Hasta conseguir su resultado deseado, como siempre.

Un cohete espacial, esa era la forma que le ha dado su vello púbico.

El mismo que el día de su primera vez.

Luego con una lima, arregló las uñas de sus manos y de sus pies y luego las pintó con la forma de noche con estrellas.

Cuando se secaron sus uñas, se fue al laboratorio y se colocó frente a una capsula.

Su cuerpo temblaba.

Siguió con sus recuerdos

Una discusión, su padre había concertado un matrimonio entre ella y el que era el niño matón del pueblo.

Kirie tenia doce años y la idea era comparable con revolcarse con la basura.

-¡padre! ¡me niego en redondo! ¡y mucho menos con eso!

-¡SILENCIO! ¡tu deber es casarte para que puedas dar a estas tierras una nueva generación para trabajarlas – dijo su padre de forma firme.

-¡o sea que me convierta en una maquina de parir niños! ¡si solo fuera eso aceptaría, pero de el, serian niños feísimos! – dijo Kirie con rebeldía.

Eso hizo que su padre se levantase furioso.

-¡vas a presentarte ante tu futuro marido y no habrá discusión! ¡¿entendiste?!

Kirie temblaba de rabia, apretaba sus puños con fuerza, pero le dio un ultimátum.

-si, padre, lo hare, pero después no me veras nunca más.

Su padre ignoro esas palabras, le bastaba con que fuese.

Kirie insistió en que se maquillaría a sí misma, ese niñato mataba pájaros y zorros por diversión, si ella intentaba impedirlo, era agarrada por sus amigos y la hacían ver el dolor que sufrían esos pobres animales.

Quiera maquillarse para verse brillante, hermosa, adulta, algo que hiciera que los hombres cedieran imperios por ella, lo hacía con una intención.

Para que viese algo que nunca pudiera poseer.

Su madre contempló a su hija, era hermosa, solo faltaba peinarla, pero Kirie se encargó de ello, con un compuesto que ella misma hizo con flores y plantas que encontró, frotó sus cabellos, dejándolos lisos, brillantes.

Hermosos.

Llegó el día del compromiso, los adultos hablaban, Kirie estaba frente a su prometido mirándolo de forma fría y sentada en seiza, su prometido tenia quince años y era un chico enorme y corpulento con cara estúpida, Kirie le parecía increíble, pero la forma que la miraba hacían parecerle aún más estúpido, sus padres estaban emborrachándose con sake.

Kirie sonrió a su prometido.

-vaya, estas, hermosa… no puedo creer que seas mía, como voy a presumir a mis amigos de la novia tan bella que tengo.

-gracias ¿Qué es lo que me hace tan bella?

El prometido no paraba de mirarla, parecía que se le caía la baba

Asqueroso.

-tienes una bonita cara

-¿solo? – dijo Kirie en una actitud triste.

  • tu voz es angelical – dijo el prometido como intentando contentarla.

-¿solo? – dijo Kirie poniendo una actitud aún más triste.

  • una piel perfecta, como de porcelana.

-mientes, no me has visto la piel – dijo Kirie.

-si, tus manos, tu cara, son perfectas – dijo el prometido sudando.

Kirie miró a los padres, demasiado borrachos celebrando algo… que nunca pasará.

-se que me mientes porque nunca viste esto.

Se abrió su kimono lo suficiente para mostrar uno de sus nacientes pechos y se subió la parte de abajo lo suficiente para mostrar su concha desnuda.

Eso embobó al prometido que no dudó en tocarse delante de ella.

Asqueroso mono involucionado.

Kirie se levantó tras ocultar sus encantos y le dijo que estaría en su habitación, que esperase a que sus padres durmieran para que entrase en su habitación y “comprobase” toda su belleza.

En media hora, cuando los padres durmieron, el simplón del prometido fue corriendo hacia la habitación de Kirie y lo hacía mientras se quitaba la ropa hasta quedarse desnudo, encontró un futón con una figura femenina metido en el en una habitación oscura.

El tiró la manta del futón y abrió las piernas de aquella figura y empezó a penetrarla con ganas, agarraba las caderas de esa figura como un animal, bombeando su interior como un animal, sin pensar si podía hacerle daño o humillarla, pero ¿las chicas son tan ligera? ¿Por qué le duele en vez de…?

Al verla mejor, vio que era una muñeca muy bien confeccionada, al sacar su miembro, vio muchos cortes profundos y trozos de cristal y clavos oxidados en su glande.

Kirie no vio eso, estaba fuera de casa, pero no pudo evitar sonreír maliciosamente al oír ese grito, el grito de un perdedor.

Vestida con el kimono, con sandalias zori, unas joyas y el dinero de la dote, cogió un autobús y se dirigió a su destino.

Primero se fue a Nagano.

A medida que el autobús avanzaba, los paisajes cambiaban, los ojos de Kirie contemplaban esos cambios.

Estaba aterrada, aterrada por que entraba en terreno desconocido ¿y si sale algo mal? ¿y si se pierde y no sabe volver?

Pero también estaba ilusionada, nuevas sensaciones la invadían, nuevos olores, tenía un destino, tenía un objetivo.

Su padre le decía siempre que nunca sería una tokiota, que esa gente engreída la pisaría la cabeza ya que se ríen de las tradiciones.

Pero ella respondía riendo que sería la reina de Tokio y que todos le suplicarían besarle los pies.

La última vez que lo dijo recibió tantos cachetes en el trasero que no pudo sentarse en todo el día.

Kirie rio durante todo el viaje, pero cuando se metió en el tren bala con destino a Tokio, esa alegría se convirtió en una mezcla de sorpresa y terror, la velocidad de ese vehículo no era algo de lo que se familiarizara la joven japonesa, intentaba explicarse como una cosa tan grande y pesada se movía tan rápido.

Kirie adulta volvió a reír, esa experiencia con el tren bala.

Pagaría por repetirla.

Vio la capsula, parte de ella quería abrirla, parte no, tenía miedo de sus sentimientos, por eso siempre los enterraba, la lógica es fría, es neutral y no puede dañarte.

Pero abrió la capsula.

Había un hombre musculoso de cabellos cortos y negros.

Kirie cayó de rodillas y empezó a llorar otra vez.

-Makoto – dijo con tristeza.

Si, dolía, mucho, los recuerdos dolían con fuerza.

Esa cosa tenia la apariencia de Makoto, pero no era el, era un robot con los recuerdos de el, lo construyó en ese momento para recordarle cuando no estuviese.

Pero esa máquina no era él, nada le podría sustituir.

Nada podía sustituir esa parte de su corazón que murió aquel día.

Cerró la capsula y se concentró en el trabajo, los recuerdos volvían cuando veía las luces de sus maquinas.

Cuando vio Tokio por primera vez.

Vio esas luces tan diferentes, la gente tan organizada, la ropa tan elegante, tantos sitios que visitar, tantas maravillas que ver, los coches, los recreativos, los robots.

Kirie respiraba rápido, notaba como su corazón latía con tanta fuerza que quería salir de su pecho, una sensación de vértigo hacia que todo le diese vueltas ¿Qué pasaba? Necesitó apoyarse a la pared, cerró los ojos y se dijo a si misma que se calmase.

Un policía se puso a su lado y le preguntó si necesitaba ayuda.

Kirie lo miró aterrada ¿la devolverían a ese lugar lleno de paletos cuando ha visto las mieles de la tecnología?

Empezó a correr, el policía fue tras ella, Kirie se metió en una callejuela, pero no conocía la ciudad, el policía casi la alcanza.

No tenia opción

Se quitó el kimono y lo lanzó al policía que vio como esa ropa le cubría el rostro y se estrelló contra una pared.

Kirie no se atrevía a volver por el kimono, no quería acercarse al policía, su cuerpo de 12 años desnudo podía atraer a los mafiosos para darle uso.

Temblaba, de frio y de miedo, no podia salir a la vista, se metió en la oscuridad de las calles.

El lado oscuro de la ciudad.

Pero durante dos años, sobrevivió, tuvo momentos de peligro, pero siempre salía adelante, durante ese tiempo se ganaba la vida arreglando maquinas, su belleza estaba cubierta por una capa de polvo y suciedad, su cuerpo cubierto por una camisa sucia y unos pantalones muy grandes para ella, el futon donde dormía antes en su pueblo es ahora un monton de cartones húmedos que guarda en la callejuela.

Vivía en la calle, insegura, durmiendo con un ojo abierto, escapando de la policia.

Pero cuando ponía las manos a una maquina compleja, era feliz, pero había un momento en el que era aún más feliz.

Un grupo de estudiantes de un colegio privado femenino la rodearon, Kirie no tenia miedo, les dedicó una radiante sonrisa.

-Kirie…

Eso extrañó a Kirie, esas chicas normalmente la llamarían roña, pero la han llamado por su nombre, Kirie.

-Kirie, esta vez no queremos que nos soples las respuestas, han colocado un emisor de interferencias y el examen es super super difícil.

Kirie les daba las respuestas a través de un comunicador, lo hacia gratis ¿Por qué?

Porque para saber las respuestas tenia que estudiar los libros, libros llenos de conocimiento, libros que esas chicas le entregaban pensando que ella era una pringada por hacerlo gratis.

Pero ella ganaba mucho, no queria arriesgarse a perder la oportunidad de tener todos esos conocimientos a su alcance, historia, literatura, geografía, ingles y el amor de su vida, matematicas.

-puedo anular las interferencias – dijo Kirie con seguridad.

-no, hemos ideado un plan – dijo la jefa mientras aparecia una estudiante con una coleta de caballo.

Esa estudiante era muy parecida a Kirie.

-¿quiereis que la sustituya en la clase y os de las respuestas directamente?

-¿veis chicas? Las coge al vuelo – dijo la jefa – por cierto, necesitamos que vengas a la casa de nuestra amiga y te arreglemos como es debido.

Eso no le gustaba nada a Kirie ¿si fuese una trampa? Pero esos libros de matematicas, hubiera matado por ellos.

Con miedo, fue con ellas hasta una casa lujosa, se quedó embobada ante esa estructura.

Entraron y vio que cada habitación era más grande que su anterior casa, con maravillas tecnológicas como la nevera o el microondas, su pueblo era un pueblo del Japón profundo, que cultivaba el campo para su manutención, con sus costumbres arraigadas, sus superticiones.

Pero hubo una habitación que la detuvo, las chicas no pudieron moverla.

Miraba una biblioteca llenas de libros, todos de ciencia, ciencia avanzada.

Hasta ahora solo leia bazofia, el verdadero tesoro estaba ahí, delante de sus narices.

Cuando entró en si, se arrodilló chocando su frente con el suelo, les suplicaba poder tener acceso a esos libros, que haría cualquier cosa.

Las chicas se miraron y luego dijeron.

-si nos ayudas a aprobar, ya veremos.

Una promesa endeble, pero una posibilidad, leyó todos los libros del temario, el examen era de matemáticas avanzadas, estudió ese libro hasta asegurarse de que esas chicas tendrían un 10.

Cuando terminó, pidió leer al menos uno de esos libros, pero las chicas decían que tenian que prepararla para parecerse a su amiga.

La metieron en la ducha y la desnudaron, la jefa se metió en la ducha con ella y el agua calida cayó sobre sus cuerpos.

Kirie se sorprendió, antes se bañaba en un bidón, esa lluvia proveniente de esa maquina era calida, se sentia revitalizada.

Hasta que la jefa le agarró los pechos.

Vaya, son suaves y firmes, chicas ¿quereis tocarlos?

Kirie no tuvo tiempo de protestar, una tras otra entraron, manos femeninas profanaban sus simbolos de mujer, ella pedia que no siguiesen, pero no se resistía, queria esos libros, los deseaba.

-no suenas convincente con esos jadeos – dijo la jefa mientras le chupaba la oreja.

Kirie no pudo evitar un chillido de placer, las chicas untaron sus manos de jabon liquido para “limpiar” el cuerpo de Kirie.

La verdad era, que querían tocarla, era carne fresca, pero cuando vieron su himen.

-¡Chicas! ¡esta tia no ha follado nunca!

Mientras una la sujetaba, las otras se turnaban para mirar esa pequeña membrana que simbolizaba su pureza, notaba como los dedos de las chicas abrían sus otros labios para observar su himen.

Kirie queria parar, eso era demasiado.

-¡parad o no colaborare en vuestro aprobado! – dijo pensando que lo lamentaría toda la vida.

Las chicas pararon, necesitaban ese aprobado, en una sociedad tan competitiva como Japón, el éxito lo era todo.

-ok ok chica – dijo la jefa – pero hemos de hacer algo con tu vello.

-pero… - protestó Kirie.

La chica que tendría que sustituír la hizo mirar a su coño.

Totalmente depilado.

Mientras que Kirie tenia una ligera mata de pelo.

La jefa sacó una navaja y se acercó a la concha de la pueblerina.

-quieta, no quiero hacerte daño.

Kirie notaba el filo del cuchillo cortar su vello.

Estaba nerviosísima.

-¿tienes novio? – preguntó la jefa.

-n-no – Kirie.

-he de suponer que nunca se la chupaste a nadie ¿no?

Kirie no entendía la pregunta.

La jefa sonreía intuyendo la ignorancia de la pueblerina.

-tranquila, puede que te presentemos algunos de nuestros novios, gracias a ellos, serás una buena feladora, sentir esa carne en tu boca, las pulsaciones de ese miembro en tus labios y su leche, esa leche tan viscosa, acabaras adicta a esa leche.

-y-yo prefiero ser del amor de mi vida – dijo con sinceridad.

Las chicas se miraron y echaron a reir.

Kirie se sentia ofendida, pero esas chicas pensaban de forma diferente a ella.

Cuando terminaron de afeitarla, le hicieron probar su uniforme, le quedaba como un guante, Kirie hacia tiempo que no sentía la comodidad de un sujetador, tras repasar el plan, las chicas se fueron salvo la que Kirie iba a sustituir.

Ya que era su casa.

La anfitriona le dio un pijama, Kirie se sorprendió de lo suave que era la tela pero…

Sentia la mirada de la chica penetrándola a medida que se quitaba el uniforme y se ponía un pijama que realzaba sus formas, intentó hacerlo lo más deprisa y se tumbó en la cama.

La cama, dios mio, esa cama, era una nube, la anfitriona se presentó como Aya, Kirie le molestaba que le acariciara los cabellos, tenia que vigilarla, tenia que… tenia tanto sueño, esta cama es una nube, un algodón de azúcar, debe mantenerse despierta, no confiaba en Aya.

Pero sus ojos se cerraban solos, su cuerpo caia victima de este comodo lugar, su cerebro empezó a soñar.

Aya se sorprendió lo rápido que durmió, la contempló durante largo tiempo.

Se colocó cuidadosamente encima de ella, Aya era lesbiana.

Y Kirie es virgen ¿a que sabria?

Sus manos acariciaban el rostro de la virgen, que bajaron a su cuello, maldito pijama, cubre sus partes interesantes.

¿Qué tan lejos puede llegar antes de despertarse?