Vik, nuestro gran amigo

Relato número 6 de mi nuevo libro de título: “Relatos calientes para dormir mejor”. Un relato que habla de amor, poliamor e incesto con respeto, describiendo escenas de sexo de altísima intensidad, sin mal gusto...

Aquí, se lo dejo a todos ustedes, esperando que les guste...

...

Me llamo José Miguel, y soy más que un buen amigo de Vik.

Por cierto, que mi nombre coincida con el protagonista del relato anterior, es pura coincidencia.

Víctor, Vik, con “k”, como le gusta que le llamen, entró en la Universidad cuando contaba apenas 18 años, y ya en el segundo año de carrera destacó por su brillantez.

Aquel segundo año le conocí, fui su profesor en una asignatura tan interesante como compleja: contabilidad y auditoría contable, normas NIC y NIIF.

Yo ejercía de profesor auxiliar.

Muy pronto Vik y yo, conectamos de manera extraordinaria.

Soy bastante mayor que Vik, pero la madurez en todos los aspectos de Vik, nos hizo estar encantados con él desde casi el principio.

Sí, han entendido bien, les he hablado en plural…

Somos tres amigos inseparables.

Aquí he de introducir a mi esposa Verónica, una inigualable compañera de vida, en todos sus aspectos, incluyendo el de un feliz, maravilloso e inusual matrimonio.

Por cierto, que el nombre de mi adorada esposa, coincida con la protagonista del relato anterior, también es mera coincidencia.

Desde que empezamos a salir los tres, supimos que nuestra relación sería más que duradera, incluso ligada más que, probablemente, a un moderno término denominado poliamor, que como su nombre indica, se refiere a amar a varias personas al mismo tiempo y momento, sin que haya ningún tipo de celos entre ellas.

Amor en armonía y conjunción, donde varias personas se sienten imbuidas recíprocamente, los unos y los otros, sin ningún tipo de objeciones, en un amor puro y jamás egoísta, eso es para nosotros tres el amor que nos profesamos.

Cada uno de los tres nos sentimos amados por las otras dos personas del trío.

Podría ser un cuarteto, próximamente. Lo será, como leerán ustedes.

El término poliamor fue acuñado por Morning Glory Zell-Ravenherat en 1990, y desde entonces se ha ido haciendo bastante popular como filosofía de vida.

Tanto la vida de Morning Glory, como de su marido Oberon, está plagada de infinitas aventuras de todo tipo, aunque eso es para reír o sonreír en otra ocasión.

Hoy hablamos de un trío inicial muy especial.

Sí, amigos, la relación que nosotros tres tenemos, es una relación basada, además de en una amistad indestructible, en unos lazos sentimentales excepcionales, y quizás algo complejos de comprender para una gran mayoría de personas en general.

Los tres somos bisexuales, aunque pronto…, seremos cuatro.

Así daremos a Verónica…, algo más de entretenimiento, aunque no se ha quejado aún.

Los convencionalismos nos castigan socialmente de vez en cuando, aun cuando en grandes ciudades, como Barcelona, nuestra ciudad, con una mentalidad liberal de primera, la cosa es algo más relativa.

No se crean ustedes, que la relatividad liberal de los catalanes es demasiada. A veces, las personas hacemos mucho daño con miradas extrañas que no alcanzan a comprender situaciones poco usuales.

Poco a poco, las sociedades modernas están empezando a comprender situaciones que en el pasado eran inadmisibles.

Un ejemplo de ello, es la bisexualidad, que parece admitirse cada día más.

Que una persona se declare abiertamente bisexual en nuestros días, realmente es casi normal.

Sabían ustedes, en todo caso, que se dice que, biológicamente, todos tenemos algo de bisexualidad en distinto grado.

Lo habrán escuchado alguna vez, seguramente.

Leyendo al respecto, como todos ustedes pueden comprobar si investigan lo suficiente, existen algunas hipótesis que justifican que la homosexualidad, y por ende la bisexualidad,  se inician en el embarazo, durante la etapa intrauterina, antes del nacimiento de la persona y está ligada a cambios hormonales de la madre, en concreto, de la hormona testosterona, que influye en el desarrollo de algunas partes del cerebro, implicadas, parcialmente, en la atracción sexual.

Pocas personas saben que la testosterona es una hormona que producen, exclusivamente, todos los mamíferos, incluidos machos y hembras.

En los hombres se genera en los testículos, y en las mujeres en los ovarios, además de en las glándulas suprarrenales de ambos.

Quería hablarles ahora de otro concepto sexual, incluso más delicado.

Si bien, es a veces llamativo, dependiendo del lugar, el contexto, grupo social o de edad, el declararse bisexual, es mucho…, muchísimo más…, diría yo,  e incluso alarmante socialmente, hablar en primera persona de relaciones sentimentales sanguíneas, es decir, entre familiares directos, como hermanos, padres e hijos, primos, sobrinos…

Sí, amigos, hablamos del incesto, algo prohibido en la gran mayoría de culturas.

Incluso la propia palabra viene del latín “incestus” que se traduce por “no casto”.

Todos hemos leído e incluso conocido casos de personas consanguíneas que han tenido algún tipo de relación íntima, aunque sea solo de oídas o por alguna película.

Son famosas algunas cintas que recrean el incesto, entre otras…

Soñadores, película de Bertolucci de 2003, basada en la novela de Gilbert Adair, ambientada en París de mayo del 68, en donde una pareja de hermanos siameses que tienen relaciones incestuosas se unen a un amigo de su misma edad. Una de las mejores cintas eróticas, según muchos especialistas del género.

Daniel y Ana, película de Michel Franco de 2009, basada en hechos reales, en donde dos hermanos mexicanos son secuestrados y obligados a hacer una película pornográfica, originando finalmente una relación sentimental entre ambos.

Carne de tu carne, película de Carlos Mayolo de 1983, recreando una incestuosa relación de dos medio hermanos,  ambientada en la época dictatorial de Rojas Pinilla en la Colombia de 1956.

Pero no solo hay películas sobre hermanos…

El soplo al corazón, película de Louis Malle de 1971, recrea una familia francesa que terminará en una relación incestuosa de la madre con uno de sus hijos. Una película que trata el incesto de manera aséptica, sin entrar a moralizarlo, nominada a varios premios importantes y que sería censurada y prohibida en Italia durante años.

Hablemos de una madre y un hijo, que Verónica y yo, terminaríamos conociendo.

Vik comenzó una relación sexual con su madre, o más propiamente la madre de Vik, Marta, inició una relación sexual y llena de sentimentalismo emocional con su hijo, y nosotros, tanto Verónica, mi mujer, como éste que lo relata, hemos sido testigos directos de ello.

Les hablaré, en primer lugar, de nuestra relación a tres, de nuestro “poliamor trifásico”, como nos gusta llamarlo a nosotros.

Todo comenzó hace unos seis meses, con ocasión del cumpleaños de Verónica en casa.

Hasta entonces habíamos salido muchas veces a tomar algo, al cine, o simplemente a pasear por los maravillosos parques y jardines de la ciudad condal.

Habíamos hablado de miles de cosas, de aficiones comunes, de naturismo, algo que nos encanta a los tres, de alimentación saludable, de ecología.

Jamás nos cansamos de estar juntos, nos alimenta compartir cosas, especialmente sexo.

Aquel día de finales de mayo, hacía una temperatura excelente en Barcelona.

Cuando Vik se presentó en casa, venía resplandeciente, ilusionado, pletórico, venía especial.

He de decirles, mis queridos lectores, que Verónica y yo, somos un tanto especiales, pues nos gusta compartir momentos íntimos con personas muy particulares y no solo en lo físico.

Aunque hasta ahora nuestros intercambios liberales con otras parejas solo habían estado ligados a buen sexo, a veces a una buena amistad, pero a nada más.

Eso cambiaría desde que conocimos a Vik.

Además, deben de saber todos ustedes, por si acaso no se lo imaginaban ya, que nos cansan los convencionalismos. Tenemos muy pocos amigos de verdad, apenas tantos como los dedos de una sola mano.

Aquel cumpleaños, dio la casualidad que una pareja muy especial con la que compartimos también muy buenos momentos a veces, no podía venir por un problema de salud puntual de uno de sus familiares directos, y nos encontramos solos los tres aquel viernes mágico del pasado y  entrañable año.

Vik, al enterarse de que solo seríamos solo nosotros tres en la fiesta de cumpleaños, se soltó a placer, y nunca mejor dicho, como al final se desarrollaron los acontecimientos.

Extrañado preguntó:

-          Vero, tu familia no viene.

-          No Vik, mi familia no es de festejar cumpleaños habitualmente y menos en día de diario. Nos llamamos, pero poco más.  Tanto José Miguel como yo, nos gusta celebrar los cumpleaños o nuestro aniversario, exactamente el mismo día que se cumple, no dejarlo al sábado siguiente como es habitual. Ya sabes, somos “perros verdes”…

-          ¿Cómo?

-          No sabes lo de la expresión, “eres más raro que un perro verde…”

-          Es la primera vez que lo oigo decir. (Pero sonreía).

Nos pusimos a celebrar el cumpleaños de Vero.

Unos aperitivos, unas cervezas, un postre, un café, un chupito, una copita, otra copita.

Hacía buen tiempo, como les decía.

Sin complejos, de manera natural, Vik nos preguntó:

-          ¿Os importaría que me desnudase?

-          Me encuentro tan a gusto aquí, que me gustaría estar desnudo.

Ya sabíamos que a Vik, le gustaba estar desnudo, la vida naturista y las playas nudistas.

En cuanto se lo podía permitir se desnudaba.

En su habitación siempre.

Cuando su madre no estaba en casa.

Con algunos de sus amigos y amigas en fiestas privadas.

Pudiendo, se acercaba siempre que podía a alguna  de las playas nudistas cercanas…, desde la Mar Bella, hasta Les Roques en Calella, pasando por la Murta en la Costa del Maresme en Sant Pol de Mar,  Roques Blanques, también en Sant Pol, La Picordia y la Musclera de Arenys, la platya de Ponent en Vilassar, y en Premía, la Ocata y la del Coco, la Morisca, las tres calitas de Balmins de Sitges, la Mora de Badalona y la Naturista del Prat…

Había estado en todas.

Nos quedamos boquiabiertos con la naturalidad que nos relataba sus experiencias nudistas.

Al final, y como no le dijimos que no, se desnudó.

Nosotros tenemos cierta experiencia en el trato íntimo con parejas y no pusimos objeción alguna, incluso nos agradó la situación, pues estaba cargada simplemente de morbo.

(Bendita y maravillosa palabra).

Sin mediar palabra, Verónica se desnudó también.

Entre ambos y enarbolando amplias sonrisas, me desnudaron a mí, que sin ser tímido, había tardado en reaccionar.

Nos miramos y nos reímos de manera absolutamente natural.

Observar el cuerpo desnudo de Verónica es algo excepcional y ello no pasó desapercibido para Vik, que inmediatamente se quedó perplejo mirando unos pechos pequeños, pero erectos que jamás habían necesitado un sujetador.

Vero se había dado cuenta de que no parpadeaba mirándole aquellos pechitos tan especiales, y él lo apreció.

  • Perdón. (Vik).

  • No te disculpes, es natural. (Vero).

  • Tranquilo Vik. (Le dije).

  • Eres preciosa. (Vik).

  • Tu también estás muy bien desnudo. (Vero).

Vero se fijó en su atributo, un gran atributo, sin duda, y Vik sin darse cuenta inyectó vida al mismo, despacio…, muy despacio…, pero inexorablemente, hasta alcanzar una posición bastante erecta.

Todos sonreímos.

Sin saber cómo, al poco tiempo los tres estábamos jugando en la alfombra a hacerle cosquillas a Vero entre los dos.

Todo pasó rápido o nos pareció muy rápido.

Disfrutamos de forma natural los tres juntos, y muy revueltos.

Toda aquella noche, los tres juntos en la alfombra, sería testigo muda de escenas de sexo sin malicia, de un sexo febril y pasional en donde los tres solo pensábamos en dar placer a las otras dos personas.

Un placer sin egoísmo, un placer humano y natural, exento de convencionalismos y sin embargo impregnado de una esencia vital que a los tres nos produjo un sentimiento de pertenencia recíproca a las otras dos personas.

Hablar de orgasmos, sería pecar de materialismo. Fueron decenas de orgasmos, unos físicos y otros emocionales de nosotros tres al unísono durante aquella mágica noche.

Pueden creerse todos ustedes, que cada uno de nosotros disfruta mucho más cuando promueve un orgasmo a una de las otras dos personas, que cuando las otras dos, solas o de manera conjunta, nos lo promueven a nosotros mismos.

¿Pueden creerlo?

Los cuerpos hacían y se dejaban hacer sin pensar absolutamente en nada.

No recuerdo los detalles, pero la sensación de placidez y de sexo imbuido de un amor completo, llenaba, sin duda, nuestro ser interior.

Si quieren visualizar el mejor sexo del mundo, visualicen nuestros tres cuerpos desnudos durante aquella excepcional noche, siempre juntos buscando, dando y sintiendo placer físico y emocional permanente de cada uno de nosotros hacia las otras dos personas.

Mi boca, por ejemplo, no sentía diferencia alguna si besaba la boca de Verónica o la de Vik, y su respuesta era idéntica.

Si mi sexo era lamido por los dos juntos o por separado, la sensación placentera de mi cuerpo y de mi alma era idéntica, fuese quien fuese quien me lo hiciese.

Si mi boca ávida de sexo, encontraba uno, le daba lo mismo que fuese el sexo de Verónica que el de Vik.

No sé si ustedes pueden llegar a comprenderlo.

Espero que sí.

A la mañana siguiente hablamos de forma natural de lo sucedido y los tres quisimos repetirlo más veces, sin ninguna duda.

Algo que ha ocurrido muy frecuentemente desde entonces.

Al cabo de unas semanas, en uno de nuestros encuentros, Vik, nos relató cómo había iniciado una relación sexual y posteriormente sentimental con Marta, su madre.

Él siempre la llamaba Marta como si se tratase de una amiga. Todo de forma natural, como le gustaba decir.

Sobre su padre jamás nos había hablado.

Al parecer jamás lo conoció, ni se interesaron recíprocamente, el uno por el otro.

Marta fue el padre y la madre desde el minuto uno para Vik.

Desde que él recordaba, siempre se había sentido muy cómodo con ella, incluso en la desnudez.

Se bañaban juntos. Jugaban juntos. Estaban casi siempre juntos.

En la adolescencia, y fruto de la presunción de que Vik necesitaría más intimidad, Marta dejó de bañarse con él.

Vik deseó seguir haciéndolo. No comprendía, ni quería aquel cambio.

Hablaban de todo con naturalidad.

Hablaban de la lubricación, de la excitación, de trucos y maneras para masturbarse en público y en privado, de la limpieza, de los tabúes de la sociedad.

Ellos vivían en un mundo privado natural y sin complejos.

Nosotros le preguntábamos algunos detalles, pues somos muy morbosos y curiosos de todo lo que sea sexo. Especialmente sobre cosas que no conocíamos o nunca habíamos oído, o que nos resultaban poco habituales.

Como, por ejemplo, de la costumbre que tenían ambos de auto masturbarse en público, sin que nadie se diese cuenta, cuando excitados alguno de ellos dos, contemplaban a alguien con quien les hubiese apetecido hacer sexo en aquel preciso momento.

Nos relataba con toda naturalidad una cantidad ingente de diferentes trucos y técnicas para obtener placer, orgasmos incluidos en plena calle, sin que nadie se diese cuenta.

Obviamente, siempre lo hacían sentados, con presiones de sus muslos, apretándose las piernas una encima de otra y mucha concentración.

Realmente, habían hablado de todo, de absolutamente todo, sin ningún reparo y de forma natural, sin nada de malicia.

Se habían confesado mutuamente todos sus deseos, fantasías y sus experiencias.

Vik sintió deseo por ambos sexos desde el principio.

A Marta en cambio, la bisexualidad se la había despertado una película... Había sido una de Radlye Metzger de 1974, de título “Score” traducida como “Puntuación”.

Sin ser una buena película, cinematográficamente hablando, las imágenes de sexo bisexual van mucho más allá del erotismo.

Tan impresionada quedó Marta al ver la película, que ella quiso probar y probó con mucha discreción con una buena amiga, no sin antes tantearla adecuadamente con mucho tacto.

Desde entonces Marta también era bisexual.

Les iba genial, a Vik y a Marta, en todos los aspectos, aunque solo en la intimidad natural de su hogar, ellos hacían ciertas cosas.

Llegaron a masturbarse juntos muchas veces viendo películas porno, cada uno por separado.

A Marta jamás se le había pasado por la cabeza, hacer sexo  a ningún nivel con Vik.

Los convencionalismos son muy fuertes y las barreras mentales muchas veces infranqueables.

-          ¿Cómo ocurrió?

Le preguntamos, sobre su primera vez.

De la forma más natural, nos lo contó.

Él le había preguntado por la prohibición tradicional de sexo entre familiares.

Habían hablado muchas veces del incesto.

No lo entendía cuando era un adolescente. Tampoco después.

Al preguntar la primera vez Vik, por la causa o el por qué, Marta le había contestado lo habitual, que porque estaba mal, que por mera supervivencia de la especie o por la riqueza genética de un extraño al clan.

Le había hablado de reyes y casamientos entre familiares por razones de trono o herencia, de hijos enfermos.

-          No lo entiendo, Marta.

-          Una cosa es un trono o una herencia y otra disfrutar con alguien a quien deseas.

Vik, nos contaba aquellos recuerdos.

Nos decía que Marta le daba siempre evasivas.

Qué él deseaba que se masturbasen recíprocamente, que le apetecía mucho. Lo veía natural.

Una noche empezó todo.

En una de sus sesiones de videos porno en que se veía una mujer madura con un jovencito, Vik acarició la mano de Marta y se la llevó despacio, muy despacio hacia su sexo.

Marta acarició poco a poco aquel miembro erecto y hermoso de Vik, hasta que la explosión de placer les llegó juntos, pues Marta se acariciaba a sí misma con la otra mano.

Marta se había avergonzado. Lo hablaron.

Siguieron probando poco a poco. Todo fue mejor cada vez.

Hablaron de sentimientos. Se sintieron enamorados. Prometieron no decirlo jamás a nadie.

La gente no lo entendería.

Vik nos confesó, que tener ese secreto le pesaba mucho y que al conocernos, quiso liberarse.

Marta, obviamente, tenía más experiencia y tomó la iniciativa en toda la actividad sexual que empezó a desarrollar con Vik, cuando éste era aún muy joven.

Ellos por separado tenían vida sexual independiente.

Eran muy sexuales.

Marta a sus 43 años era una mujer todavía joven, sensual y muy morbosa, aunque también muy prudente.

Tenía pocos amigos íntimos y una sola amiga íntima.

Vik fue descubriendo el sexo con amigos y amigas de su edad.

Todo se lo comentaban. No tenían secretos de ningún tipo entre ellos. Había mucho más que sexo, había un sentimiento de amistad, ellos decían que amor. Quizás era así.

Lo que seguro que había, era mucha química. El ser confidentes les había unido infinita e indefinidamente.

Vik contó a Marta que nos había conocido y que tenía que conocernos.

Le dijo que quizás podríamos estar los cuatro juntos alguna vez. Al final Le dio largas, pero ante su insistencia, al final Marta accedió.

Marta era una mujer excepcional. Nos dimos cuenta de inmediato al conocerla.

Nuestra primera velada fue genial. Solo cenamos y hablamos durante horas de todo, especialmente del sexo natural.

Se les veía, profundamente unidos, aunque lo estarían mucho más en la intimidad, como comprobaríamos.

Al principio, al estar con nosotros se cortaron un poco. Se quieren de verdad. Se adoran. Se quieren infinitamente. Pensábamos.

Como les decía más arriba, Vero y yo hemos sido testigos presenciales de ese amor nada egoísta que se tienen Marta y Vik, tanto emocional como físicamente.

Tan testigos que nos ofrecieron hace tres fines de semana una sesión en directo.

Solo les relataré algunas escenas…

Estábamos sentados los cuatro juntos en uno de los dos grandes sofás que tenemos en el salón, con todas nuestras manos unidas, conversando sobre la gratificación saludable de los orgasmos, tanto de buscarlos en solitario, como promoviendo los de otras personas.

Al notar que las bebidas se agotaban, Verónica y yo fuimos a la cocina a reponerlas. Cuando volvíamos minutos después, Marta y Vik estaban fundidos en un cálido beso con sus bocas.

La imagen era poética.

No pudimos dejar de ser simples espectadores de algo tremendamente divino.

Aquel largo beso había acabado con ellos rodando una y otra vez encima de la alfombra.

Se fueron desnudando sin prisa, con los ojos cerrados y sin dejar de besarse ni un solo segundo por todo su cuerpo, incluyendo muchas partes de sus cuerpos, que generalmente no son tan habituales.

El pelo, los párpados, las puntas de su nariz. Cada uno besaba al otro por turnos naturales no pactados cualquier rincón al alcance de sus bocas, en diferentes posiciones no habituales, pero no forzadas.

Sin apenas darnos cuenta hacían un sesenta y nueve natural sediento de sexo recíproco. Sus cuerpos unidos no dejaban de sentir sensaciones y de temblar mientras disfrutaban el uno del otro.

Pasado un rato convulsionaban juntos a la vez, mientras se apreciaba como devoraban hambrientos sus recíprocos flujos.

Seguían excitados, al parecer y sin darnos cuenta estaban unidos sexualmente en una postura similar a la “flor de loto”, ella encima de él abrazándose y él con su espalda ligeramente apoyada en uno de los laterales del sofá.

Durante eternos minutos se tocaban y abrazaban, sin dejar de besarse y siempre con sus ojos cerrados, disfrutando del placer único y evidente que se daban sin hablar y sin abrir sus ojos.

Se volverían a correr ambos al mismo tiempo y durante minutos larguísimos se quedaron quietos, como contemplándose interiormente.

Obviamente, nosotros interactuamos al final con ellos, aunque esperábamos su invitación.

Habían acabado de hacer el amor ante nosotros, un amor apasionado y tierno. Nos habíamos quedado embobados y sin poder articular ni una sola palabra al contemplarlos ni siquiera entre nosotros.

Abrieron sus ojos a la vez.

Nos miraron y con un gesto armonioso y angelical, nos dijeron con sus miradas que nos acercáramos.

Otra vez aquella gran alfombra de nuestro gran salón, sería testigo de otra gran ensoñación poética amorosa, en esta ocasión de cuatro cuerpos.

Nos desnudaron entre los dos suavemente, pero sin darnos cuenta. Nos besaron, pero de manera gloriosamente sensual. Nos besábamos los cuatro a la misma vez muchas veces, como queriendo firmar un pacto no escrito de infinito amor comunal.

El sexo fluyó como de la nada. Aquellos cuatro cuerpos se entremezclaron sin saber ni buscar un cuerpo especial, ni nada puntual. Éramos cuatro y éramos uno solo al mismo tiempo.

La necesidad de las sensuales bocas que anhelaban diferentes sexos, se complacerían instintiva y al parecer indefinidamente durante horas que aparentaron ser minutos.

Extasiados los cuatro de un poliamor sexual y sensual placentero  e integrador de emociones sobrenaturales, finalmente después de horas de placentero amor, dormiríamos como nunca.

Juntos y abrazados descansaríamos el resto de la noche, después de culminar cada uno de nosotros, la búsqueda y el encuentro de orgasmos únicos en cada una de las decenas de ocasiones en que sin realmente irlos a buscar, los hallaríamos en los cuerpos deseosos de las otras tres personas.

Agotados nuestros instintos sexuales en pro de la consecución de un amor múltiple que no era terrenal, finalmente, dormimos como niños.

Aun al recordarlo no puede dejar de sentir como mi piel se eriza, mi respiración se acelera y mi alma crece en amor por esas tres personas, además de sentir recíprocamente, como sus almas suspiran por la mía.

Los cuatro lo pasamos no solo bien, era algo mucho más grandioso y excepcional. Se notaba en nuestras sinceras miradas llenas de amor…

Tendremos que repetir, seguramente muchísimas veces más, el resto de nuestras vidas…

FIN.

...

Espero que les haya gustado.

Contestaré a todos los que deseen contarme cosas, a través de mi correo electrónico.

Uno de mis próximos proyectos es un libro que tengo en marcha de título provisional: “Historias reales de cornudos complacientes” Les contaré diez historias reales noveladas con escenas de sexo morboso. Aún puedo integrar un par de historias más si alguno de ustedes, quiere que su experiencia quedé para la posteridad...

PEPOTECR.