@}}---,--- (vii)
-¿Dilan?- escuché decir a alguien detrás de mí. -¿Sí?- dije volviéndome, encontrándome de frente con el motivo por el que había abandonado el aula en primera estancia, Edward, quien sostenía mi mochila en su mano Sergio, te voy a matar pensé.
Previamente en @}}---,---...
~ (...)Quiero que retomemos lo que empezamos anoche(...) ~ (...)Estuvo cerca(...) ~ (...)tu madre, va a pensar que soy una muy mala influencia(...) ~ (...)¿Así de mal te dejó Miranda?(...) ~ (...)Ah, pero sí sucedió algo entonces(...) ~ (...)No entiendo por qué te molesta(...) ~ (...)Hasta mañana, Cami(...) ~ (...)Te faltó algo(...) ~
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VII
Dilan
-¿A qué horas empezaron tus clases ayer, Dilan? Y ¿A qué horas llegaste la noche anterior? ¿Y anterior a la anterior?- mi tía tenía que darle un reporte completo a mi madre, aunque ella siempre le mentía, haciéndome quedar como un buen chico, pero si había algo que la sacaba de quicio, era el hecho de que yo le ocultara cosas, así que no lo hacía, no me castigaría, como muy malo podía darme un sermón de menos de tres minutos, eso me gustaba de ella, era práctica y siempre iba al punto.
-Empezaron a las 10:00, anoche llegué a las 00:00 y la noche anterior a las 2:00- dije sin levantar la cabeza de mi plato.
-Tendré que hablar con esa Sofía, no está bien que hayan pasado tres días de tercero y ya estés así de perdido en el bajo mundo, ¿llegando a las 2:00? Ni yo en mis mejores días hacía eso- dijo mientras se ponía algo de delineador en sus ojos mirando a su pequeño espejo.
-Es diferente, tú eres mujer- dije tomando una bocanada de cereal.
-No me digas que Sofía es un travesti- dijo dejando caer sus manos en la mesa con expresión de sorpresa; su expresión agregando el inmenso tamaño de sus ojos hicieron que regresara el cereal que tenía en mi boca a la tasa porque de otra forma me ahogaría.
-Pensé que estabas hablando de mí- dije limpiando mi mentón convulsionando entre risas.
-Estaba hablando de ella- dijo retomando su labor.
-Ella va en segundo semestre.
-¿Segundo? Peor aún, esa niña es una peste, te prohíbo que la sigas viendo- algo que la caracterizaba era su sentido del humor, esa capacidad de hacer bromas sin rastros de empatía, no perdía el profesionalismo en ningún momento, la única cosa que podía hacerla reír con ganas, eran las desgracias que le ocurrían a mi tío o a mí, clásico de una hermana mayor.
-¿Tú me prohíbes?- dije fingiendo altivez; tenía miedo de tomar una cucharada y verme obligado a devolverla de mi boca a la tasa por los siguientes comentarios.
-Pues entonces sigue viéndola, saliendo con ella, que te emborrache, te ponga un condón roto y te cague la vida- dijo buscando algo en su bolso de maquillajes –no hay manera de taparte algo así y si mi hermana me pregunta yo me voy a hacer la pendeja, “no, él a mí no me dijo nada, ni siquiera me había mencionado que tuviera novia, yo solamente lo vi aparecerse con la muchachita llorando y una maletas, casi vomito del susto cuando vi la escena” así le voy a decir- dijo sin levantar la mirada, me gustaba hablar con ella, de lo que fuese, me divertía, me distraía aunque las conversaciones eran algo cortas, ella siempre tenía urgencia de irse, siempre se levantaba tarde y en las noches tomaba un baño y se iba a dormir.
-No va a pasar, no me emborracharé cerca de ella.
-No, es que no tiene que molestarse en emborracharte, “cuando el pene se para, la razón escapa por la ventana de la habitación” eso leí en un libro, con que te amague con hacerte un strip-tease, hará que se te olvide que esta conversación alguna vez tuvo lugar- dijo recogiendo sus cosas, resignada al no encontrar lo que buscaba y levantándose de la mesa –me voy a arreglar el cabello, necesito un espejo más grande voy a mi habitación- entró en ella y se encerró.
-Es Sonia, a propósito- grité desde la mesa, dispuesto a comer nuevamente.
-¿Y yo qué dije?, grandísimo… Dilan- gritó desde el interior de la habitación.
-Sofía.
-Ahora me dejas más preocupada todavía, porque si no sabes bañarte bien y lavarte las orejas que lo has hecho toda tú vida, o eso creo yo, no sabrás ponerte un condón, eso te lo pones en la verga, en caso de que no lo supieras, cuidado te lo vas a poner en el pie- allá iba la segunda bocanada de cereal, de regreso al plato. Me puse en pie, caminé hasta el baño, me dispuse a cepillarme, tomé mis cosas y caminé hasta la parada del autobús.
Harvey hoy tendría clases desde las 7:00 y las mías comenzaban a las 8:00 así que para la hora en la que yo estaba en la parada sus clases habrían comenzado ya; tomé el primer autobús, bajé frente a la sede y me dirigí al aula señalada en el horario, cuidando de no encontrarme con Simón, entré en el salón, el profesor aún no llegaba y de entrada me abordó Sergio en cuanto tomé asiento.
-¿Por qué no viniste ayer?
-Tenía resaca, ¿Tanta falta te hice?
-Sólo un poco… en fin, Dilan, ¡ayer la sede estaba vacía! De nuestro semestre solo vinimos cuatro personas ¡cuatro! El campus parecía un pueblo fantasma- dijo asombrado.
-Entonces, ¿no hubo clases?
-No, pero no salimos antes, los profesores llegaban se sentaban, algunos establecieron conversación hipócrita con nosotros pero otros sólo se sentaron a esperar que se terminara la hora.
-¿y sólo vinieron ustedes cuatro… de toda la sede?
-No, claro que no, habían otros grupos de personas, pero el más amplio que pude contar ¡estaba compuesto de ocho estudiantes!- su tono de sorpresa no cambiaba, y a mí personalmente también me sorprendió un poco.
El tema se prolongó un rato hasta que el nuevo profesor hizo su entrada, seguido de rostros nuevos que estaban en el pasillo esperando que él entrase, “repitentes” pensé, eran unos cinco más o menos, pero no me detuve a reparar a nadie, durante el trascurso de la clase, no pude evitar sentir el peso de una mirada sobre mí, proveniente extremo opuesto del salón, asumí que sería una mujer del grupo de repitentes, así que decidí hacerme el interesante y no mirar, pero para cuando la clase estaba a punto de terminar busqué la mirada y encontré a un chico, moreno, complexión promedio, cabello negro opaco, liso, ojos rasgados, negros, nariz recta y pequeña, labios pequeños, del uno al diez sería un… ¿9.0?, al momento que yo le miré el desvió su mirada hacia la pizarra, me puse algo inquieto, pero no porque me haya gustado que me mirara precisamente.
Seguimos unas cuantas clases más sin un receso, en las que el repitente, de nombre Edward, entró a algunas clases y su actitud no cambió un poco, no quitaba sus ojos de mí y la situación empezaba a incomodarme.
-Sergio.
-¿Qué?
-Cuida mi mochila un momento, ya regreso.
-¿A dónde vas?
-A la cafetería.
-Pero la clase está por terminar- me reprochó.
-Sí, ya sé.
-Dilan…
-Sólo cuídala, no tardo- dije incorporándome.
-Tráeme algo- alcancé a escuchar mientras abandonaba el aula. Caminé a la cafetería, compré una frituras y una soda y me senté en una mesa, reparé el lugar por un momento y encontré una cara conocida, Simón, acompañado de otro joven, me di cuenta de que él manejaba un prototipo particular, el sujeto al igual que yo era blanco de cabello y ojos negros, sólo que su cabello era corto y su cara era un tanto alargada, era delgado, tenía rasgos asiáticos “bueno, al menos no me perseguirá tanto, el que mucho abarca poco aprieta” pensé algo complacido, giré la mirada antes de que el peso de la misma delatara mi presencia y me dispuse a comer, “esperaré a que Edward salga y entonces volveré” su mirada me resultaba incómoda, no me desagradaba pero no me sentía libre de hacer lo que quisiera, me sentía vigilado; sentí unos pasos aproximándose, no tuve que alzar la mirada para saber de quien se trataba.
-Hola- dijo moviendo una silla para sentarse.
-Hola.
-¿Por qué no viniste ayer?
-Tenía resaca.
-Eso fue lo que pensé- dijo con una sonrisa –ayer el campus estaba vacío.
-Eso me comentaron- le sonreí -¿A qué hora te fuiste de Euphoria?
-A las 4:00 más o menos.
-¿Con él?- dije mirando hacia el asiático.
-¿Por qué? ¿Estás celoso?- dijo con una sonrisa algo altiva.
-No, sólo siento algo de curiosidad, pero no te preocupes, no tienes que contestarme si no quieres- dije tomando frituras de la bolsa.
-Es sólo un amigo, y personalmente, no me gustaría que pasara a mayores, no me parece tan atractivo de cualquier forma- dijo tomando mi soda y sorbiendo del pitillo –Dilan, no quiero presionarte ni nada por el estilo pero ¿Qué has pensado? Sobre lo que hablamos.
-Sólo han pasado dos días.
-Bueno, dime lo que tengas pensado hasta ahora.
-Que quiero tener mi primera vez con Sonia, no soy gay, Simón- mentí. Se quedó callado asintiendo, asimilando cada palabra –la cuestión es que…- decidí alargar el parlamento para que pensara que me importaba –no quiero que dañes tu primera vez conmigo, mi desempeño sería terrible, ¿entiendes?
-No me importa que tan mala pueda ser, Dilan, en tanto sea contigo lo demás no importa, si eres tú, no hay forma de que sea terrible- dijo tratando de ser tierno, si no fuera por el hecho de que estuviese tratando de persuadirme me hubiese disparado el ego, pero era muy conciente de que eso podía ser mentira.
-¿No se supone que… sea… especial?
-No lo será… si no es contigo.
-No puedo hacerlo especial, si… no te hago sentir especial, ya sabes, cosas como besos y retazos de poemas; esas cosas no me nacen, no hacia otro hombre- hubo silencio entre nosotros, a esas alturas, lo que pudiese haber entre Harvey y yo era incierto, pero si de algo estaba seguro era de que no iba a cargarme la virginidad de Simón, no sólo por el hecho de que no me provocaba al punto de querer estar con él, sino además porque veía en él alguien que no iba a poder evitar involucrarse emocionalmente con eso, si ya lo había hecho con mamadas, follarlo iba a arreciar las cosas.
-Y ¿Tú amigo el modelo? ¿Harvey?- dijo estirando la conversación.
-¿Qué pasa con él?- no pude evitar ponerme algo arisco.
-Pensé que tenían algo, digo, fue a buscarte a Euphoria.
-No, Harvey y yo, sólo amigos, no hay nada más, te dije que no soy gay, Simón.
-Entonces… no te molestaría si yo me acercó a él ¿cierto?- mi temperatura se incrementó y sentí como se calentaba mi rostro, “¿Así de que eso se trataba? Te acercaste sólo para sacarme el tema de Harvey, pues entérate que sí me molestaría, suficiente tengo con Miranda, para llegues tú a querer follártelo también, imbécil”.
-¿Se la pretendes mamar al tiempo que lo haces conmigo?- me controlé.
-No, no le mamaré nada, sólo quiero conocerlo, hablar con él, en buen plan.
-Mientras no me incluyas en ninguna de sus conversaciones, ni me uses de excusa para hablarle, tienes vía libre- mentí fingiendo descomplicación –pero eso sí, tú te las ingeniarás para conocerlo, no vas a usarme de vehículo- reí poniéndome de pie y dispuesto a abandonar el recinto. Me sonrió y se puso de pie, iniciando marcha hacia su príncipe oriental. Miré la hora, 12:20, “iré a la otra sede” pensé, ahí las cosas eran más animadas, independientemente de Harvey o Sonia, ese campus era más cálido, aquí las personas no eran muy dadas.
Recibí un mensaje de Sergio a unos metros de la cafetería “Tardaste, la clase acabó, tuve que irme, la mochila está asegurada”; había dejado mi mochila sin ninguna clase de protección, aceleré un poco paso hasta llegar al aula y estaba vacía, sin personal del semestre, ni mochila “no puede ser” pensé, tomé aire y traté de controlarme.
-¿Dilan?- escuché decir a alguien detrás de mí.
-¿Sí?- dije volviéndome, encontrándome de frente con el motivo por el que había abandonado el aula en primera estancia, Edward, quien sostenía mi mochila en su mano “Sergio, te voy a matar” pensé.
-Sergio me dijo que te lo guardara en lo que regresabas.
-¿No dijo nada más?
-Sólo me preguntó si me quedaría en el aula, y le dije que sí y me pidió que me quedara hasta que volvieses, pero… eso fue hace un rato ya- me sentía algo incómodo, nervioso, Edward era atractivo, no lo negaré, pero no era lo que buscaba.
-Bueno… gracias- dije tratando de esbozar una sonrisa, que él regresó sin inconvenientes. Lentamente empecé a caminar hacia atrás.
-¿Dilan?
-¿Qué pasa?
-Oye, ¿Tu grupo para el taller de probabilidad está completo?- "piensa muy bien que vas a decir".
-No, falta un miembro- lancé automáticamente "¿Pero que mierda fue eso?"
-Podría...
-Sí, claro, nos reuniremos este sábado, en mi casa, hablaremos de eso luego, ¿te parece?
-Claro, gracias- dijo con una sonrisa.
Abandoné el campus y me preparé para la caminata colina abajo. Al llegar encontré un tumulto dispersándose y de él vi salir a Harvey, con un joven alto, cabello castaño, liso, cortado a manera de tasa que llegaba hasta un poco más arriba de sus cejas, ojos redondos cafés, nariz recta y roma en la punta, labios rojos intensos, no muy delgados pero tampoco muy gruesos, sonrisa perfecta, con un cuerpo bastante ejercitado, tez blanca que fue quemada por el sol, asumí que él había salido con Harvey hacía dos días, se veían sudorosos, llevaban camisillas y la camisa de sus uniformes en sus hombros, entraron a la biblioteca por unos minutos; esperé y los vi salir con sus uniformes y las camisillas en los hombros, Harvey me sonrió desde la lejanía y yo alcé mi mano y la sacudí en saludo, cuando se acercó a mí, chocamos puños haciendo el saludo más personal.
-¿Vienes a ver Sonia?- preguntó con una sonrisa. Asentí.
-Acompáñanos a la cafetería- dijo Harvey poniendo su mano sobre mi hombro; durante el trayecto en la conversación que tuvimos me dí cuenta de que había un problema con el otro chico; era atractivo… y lo sabía; era petulante y algo egocéntrico, se veía en su caminar, como haciéndose notar, caminaba lento y con el mentón paralelo al suelo, con las manos en su nuca, apretando sus bíceps, sin mirar a nadie diferente de Harvey y de mí, a diferencia de Harvey que siempre miraba a todo lados y guardaba sus manos en sus bolsillos que de vez en cuando sacaba para saludar a algún conocido.
En la entrada de la cafetería, había otro chico, hablando por teléfono, no pude verlo muy bien ya que estaba de perfil y cubría su cara con su mano y su móvil y nos hizo una señal de que fuésemos entrando; ya dentro, nos acercamos a la barra, Harvey y el chico sólo pidieron líquido y yo no pedí nada porque ya había comido en la cafetería de mi sede, cuando nos dispusimos a buscar una mesa, vimos que el chico que hablaba afuera ya estaba adentro en una mesa vacía, caminamos hacia él, Harvey pasó detrás de él, acariciando su mejilla y sentándose en el extremo de la mesa, mientras el joven apático se sentó del otro lado, frente al nuevo miembro, yo por mi parte me senté junto al nuevo, era muy parecido a Harvey, a excepción de su cabello y su mirada; tenía cejas rectas y ojos rasgados, tenía una mirada inexpresiva, interesante, misteriosa, me parecía familiar, vestía muy elegante, una camisa púrpura manga larga, sin ninguna arruga y unos jeans, otro diez en la escala, aunque eran atractivos distintos, sacaban lo mejor de cada diferenciación.
-¿Y quién ganó?
-Harvey- dijo el otro joven.
-Pero Eliana se veía mucho más pesada que Sarah.
-Cambió de jinete, una nutricionista, estaba como buenorra- dijo recostándose en el espaldar de la silla –Wanda, era su nombre- asumí que se trataba de una situación ocurrida antes de que llegase.
-Como todas las amigas de Harvey.
-Seh, nunca lo he visto hablar con mujer fea y de ninguna rinde reporte- Harvey no intervino en la conversación ya que había encendido su reproductor, miraba hacia la nada, en su rostro se reflejaba un profunda meditación, un completo ensimismamiento, moví mi mano sobre la mesa para atraer su atención.
-¿Estás bien?- pregunté sin efectuar sonidos.
-Sí- respondió de la misma forma, una sonrisa empezaba a dibujarse con algo de dificultad.
-¿Seguro?
-Seguro- dijo asintiendo con la sonrisa completa, lo que me hizo parar, antes de que mi insistencia pudiera irritarlo. Yo tampoco pronuncié palabra en la conversación de los otros dos jóvenes, ya que no sabía como meterme, el joven bien vestido alzó la mirada y agitó su mano en el aire, la seguí y vi que una chica se acercaba, cabello largo, negro, liso, ojos azules, piel de marfil y rasgos delicados, era hermosa, hasta yo lo noté y soy gay.
-Ahí viene Dakota- dijo el chico con una sonrisa; el joven altanero volteó y giró nuevamente sonriendo.
-Estás a punto de presenciar una abducción- me dijo -…5…4…3…2…1…
-¡Hola niños!- dijo Dakota saludando a los dos jóvenes con un beso en la mejilla y con un ademán hacia mí, llevaba un uniforme azul celeste que resaltaba sus ojos y un pantalón negro con zapatos negros, perteneciente a la facultad de odontología, le hizo una seña a los dos jóvenes de que llamaran a Harvey que se encontraba con la cabeza gacha sobre la mesa.
-Amor- dijo el chico elegante rascando su espalda, Harvey levantó su rostro levemente hacia él y este a su vez señaló a la chica, que le sonreía, la cara de Harvey se compuso en una fracción de segundo, esbozó una sonrisa matadora, de inmediato tomó los últimos sorbos de la bebida de la que se había olvidado y sacó el pitillo de la botella llevándoselo consigo, se incorporó se lanzó sobre ella, alzándola del suelo en un abrazo, cosa que me desagradó completamente; ella lo tomó de la mano y se lo llevaba a la barra cuando el chico egocéntrico interrumpió:
-Eh, Dakota- la chica volteó hacia él –no te lo puedes llevar fuera de la cafetería y sólo te lo presto por un rato, él está castigado- dicho esto levantó las cejas y asintió una vez como diciendo “¿fui claro?” ella asintió divertida y se alejó con él.
-Y una vez más, Harvey nos deja tirados por Dakota- dijo el joven bien vestido con una sonrisa.
-Seguro ya se la folló- dijo el otro chico.
-Víctor…- cuando el joven dijo su nombre recordé algo que Harvey me había dicho antes “-Nos miran –¿Es incómodo cierto? Me pasa mucho, especialmente si voy con Alexander o Víctor” y si el apático era Víctor, el bien vestido se convertía en Alexander, la ecuación estaba completa.
-¿Una vez más?- traté de incluirme en la conversación.
-Dakota, resulta ser la droga de Harvey- dijo Víctor inclinándose sobre la mesa y apoyando los codos en ella.
-Y Harvey la de ella, y siempre que ella aparece, nosotros desaparecemos- comentó Alexander –lo hace desde… ¿primer semestre?- preguntó mirando a su compañero.
-¡Lo hacen desde siempre!- comentó este molesto –desde la semana de inducción, antes de conocernos, ellos ya se traían algo entre manos.
-Detecto… ¿celos?- dijo Alexander con una sonrisa y levantando la ceja.
-Sí, Alex, ¡son celos!- dijo Víctor cabreado.
-Déjalo ser, Víctor, cuando tú te vas a buscar mujeres, nosotros no decimos absolutamente nada… ¿ustedes hablan de mí cuando yo no estoy?
-Sí, y tu gemelo siempre me regaña y me evita el tema, justo como lo estás haciendo tú ahora, mismas palabras, ya sabes, telepatía de hermanos- dijo sacudiendo la mano en el aire y cayendo en su espaldar nuevamente, hablaba increíblemente rápido.
-Además, Dakota, es una legenda en La Regional, pensaba que todos habían oído hablar de ella, que se correría la voz- agregó Alexander girando hacia mí.
-¿Legenda?
-Colecciona virginidades- dijo Víctor; la noticia me golpeó justo en el pecho
-Ha estado tras Harvey, desde… ¿Cuándo Víctor? ¿Siempre?- preguntó Alexander divertido.
-Sí, eso fue lo que dije- lanzó irritado.
-Creo que estás más molesto por el hecho de que Dakota persiga a Harvey y no a ti.
-No, me molesta que él tenga semejante desorden en sus prioridades, una vagina nunca debería ser más importante que un amigo.
-Víctor, pasamos la mayor parte del tiempo juntos, a veces es necesario un poco de aire.
-¿Estás excusándote para irte y dejarme solo también, porque no te estoy sosteniendo del brazo, o sí?
-No físicamente.
La conversación continuó entre ellos aunque me hacían partícipe de ella haciéndome alguna clase de comentario, eran muy fáciles de tratar y cálidos de alguna forma, eran totalmente opuestos el uno del otro; Harvey, era carismático, tierno y alocado, Víctor era ególatra, impulsivo y temerario y Alexander era sereno, maduro y racional, me gustaba la relación que ellos tenían, entendía por qué Harvey sí estaba emocionado de volver. Al rato de conversación, veo entrar a Miranda en la cafetería, quien me sonríe y se encamina a nuestra mesa, me da un beso en la mejilla y se sienta junto a mí, en el extremo de la mesa, opuesto al extremo en que hace un rato estaba Harvey, saluda a los chicos con un ademán que responden, me di cuenta que Miranda puso particular atención en Alexander, “te pierdes en la porquería, mujer” pensé.
-Dilan, ¿has visto a Harvey?- preguntó.
-¿A Harvey? No… no lo he visto- mentí descaradamente, con el rabillo del ojo vi como Víctor miraba a Alexander, entendió entonces de qué se trataba -¿ustedes lo han visto?- giré a ellos que negaron con la cabeza, asustados.
-Lo he estado buscando- dijo algo resignada- y tú ¿vienes a ver Sonia?
-Sí, pero me distraje un momento, ya voy para allá.
-Bueno, nos vemos luego entonces- dijo poniéndose de pie, caminando hacia la barra de espalda a nosotros.
-No vayan a mirar- dijo Víctor, al tiempo que sacaba su teléfono y mirando a través de la cámara de este para ver que sucedía.
-¡Encontró a Harvey!- dijo con los ojos bien abiertos –Miró hacia acá, Dilan, hermano, estás en problemas.
-¿Quién es?- preguntó Alexander girando hacia mí.
-Una amiga nuestra, Miranda.
-¿Qué tan amiga?
-¡Se sentó con ellos, se sentó con ellos!- exclamó Víctor emocionado, Alexander y yo no pudimos evitar voltear, en efecto, Miranda los había sacado del trance, se había sentado junto a Harvey, dejándolo en medio de ambas.
-¡Que no miren, coño!- exclamó Víctor provocando que nos giráramos de inmediato.
-¿Qué tan amiga, Dilan?- repitió Alexander.
-Ayer salimos en una cita doble- la cara de Alexander se descompuso del susto.
-Harvey, eres el mejor- dijo Víctor entre risas sin despegar los ojos de la cámara, pasó un momento en el que hubo silencio entre nosotros, como a la expectativa de una señal de Víctor –suficiente voy a salvarlo, tomen sus cosa y caminen a la salida- dijo guardando el teléfono.
-Por favor- dijo Alexander poniéndose de pie, también me incorporé con él y nos aproximamos a la salida. Giramos a la mesa y vimos que Víctor giró hacia nosotros, nos levantó el pulgar con una sonrisa, señal que Alexander devolvió dándole autorización a Víctor de proceder, se levantó de su asiento y se acercó a paso a rápido a la otra mesa, dio tres fuertes palmadas, haciendo que toda la cafetería voltease hacia ellos; apoyó sus manos en la mesa y luego levantó el pulgar sobre su hombro apuntándonos en señal de que teníamos que irnos ya, luego señaló con su índice a Dakota, provocando que ella asintiese con una sonrisa, Harvey se puso de pie, tomó a Dakota de la mano, haciendo que ella se levantase con él, le dio un beso y un fuerte abrazo y luego besó la cabeza de Miranda, esperó a que Víctor se despidiera de Dakota e iniciaron la marcha hacia nosotros.
-Cuando Harvey llegue con nosotros, estírale el puño o la palma, o dale un beso, como sea que se saluden- dijo Alex en tono serio.
-¿Por qué?
-Para que no quedes como un mentiroso sinvergüenza con tu amiga- dijo sin voltear a verme. Cuando ellos se acercaron, estiré el puño hacia Harvey, que él chocó con el suyo de inmediato, salimos del recinto y la conversación no se hizo esperar.
-Creí que no ibas a advertirle lo del puño- dijo Víctor.
-Ya ves, no lo olvidé- dijo Alex mirándome.
-Y usted señor…- dijo Víctor volteando a Harvey –será mejor que nos expliqué con lujo de detalles que pasó allá adentro, porque sabemos que la última mujer que se sentó en su mesa, estuvo ayer con usted en una cita.
-No pasó nada, sólo hablamos los tres, como gente civilizada- dijo algo confundido.
-Eso fue porque Víctor no le dio tiempo a la enfermera de actuar- dijo Alex –pero la escena iba a suceder, Harvey.
-Bueno, ya volvamos a la facultad faltan diez minutos para la siguiente clase- dijo Harvey sacando el tema, nos despedimos y me encaminé hacia la facultad de Sonia, ella era la excusa para ver a Harvey y lo había conseguido; el hecho de que Dakota y Harvey hablasen desde principios de primer semestre sin que ella hubiese intentado algo antes me tranquilizó, asumí que ella lo había puesto en la zona de amigos y a Harvey no parecía molestarle, de nuevo respiraba sin presiones en el pecho.
Camilo
-…ondas!- escuché un grito desde la primera planta que me despertó, lo que me hizo ponerme en pie y abrir la ventana.
-¿Dijiste algo Elaine?- grité desde arriba.
-¡Que voy a salir, el almuerzo está tapado en la cocina para cuando lo quieras, si se enfría lo pones en el microondas!- “microondas” repetí en mi mente “esa era la palabra completa”.
-¿Y es que a qué horas o qué día piensas volver o que?- grité en respuesta.
-Oigan al otro, irrespetuoso y entrometido, ¡me saqué la lotería contigo Camilo!- escuché mientras cerraban la puerta del patio trasero, reí tras el comentario, yo era el único que la llamaba Elaine en la casa, los demás se referían a ella como “Señora”; tras el intercambio de palabras, levanté la vista hacia el patio trasero de la casa que se encontraba contigua a la nuestra… nada; me dejé caer en la cama, tallé mis ojos, estaba solo en casa, Sandro y Alicia en sus respectivas oficinas y Wanda y Harvey, en La Regional, me incorporé nuevamente, antes de que el almuerzo fuese a enfriarse, no quería tener que usar el horno microondas de Elaine, era un horno criminal, la comida salía caliente, pero muy seca y desagradable al gusto, además que ella tenía la mala costumbre de guardar pan en él, por lo que lo que entrara en ese horno, saldría impregnado con el olor.
Me vestí ya que me encontraba relativamente desnudo, bajé las escaleras con algo de torpeza, y me colé antes de que Elaine se saliera de la planta, me senté en la mesa y me dispuse a comer, tal vez fue muy poco o tal vez yo comí muy rápido, tras dejar el plato en la cocina, me senté en las bancas del patio trasero, para reposar el almuerzo y tomar algo de aire, pensé en Harvey y en Sandro y puse las cosas en una balanza y aunque esta se inclinaba a favor de Sandro, por aplicación de la ley del menor esfuerzo; quería arriesgarme con Harvey, no quería tener esa opción abierta, necesitaba un “Sí” o un “No”, cualquier respuesta serviría, sólo quería que las cosas estuviesen claras.
Me puse en pie y me dispuse a abandonar el lugar, abrí la reja que daba a las escaleras hacia la segunda planta y me encaminé hacia mi habitación, tomé mi reproductor y empecé a caminar la segunda planta al tiempo que cantaba algunas canciones y tras un rato me di cuenta que estaba acompañando el canto de baile, “¿tenía ganas de ir al baño? ¿Desde cuándo?” caminé al baño de la planta, bajé mi zipper y ejercí algo de presión, mi vejiga estaba algo resentida, debió haber estado dando avisos desde un largo rato, cuando estaba por terminar, escuché que alguien abría las rejas de las escaleras “¿Harvey?” pensé; me apoyé en la pared del baño a esperar que pasase, vi una figura a través de la puerta de acrílico, pero la silueta pertenecía a alguien mucho más corpulento, debía ser alguien mayor, y su cabello era corto, no podía ser Harvey, vi la figura caminando hacia la habitación, lentamente y sin hacer ruido, o eso creí ya que tenía mis audífonos puestos, asomé sólo mi cara fuera del baño y vi al extraño, buscando algo en mi habitación, me era familiar e hice la conexión de inmediato, “¡El hombre de la casa de atrás!”, traté de calmarme, respiré hondo, me acicalé un poco y salí del baño, me posé frente a la puerta del mismo y hablé detrás de él:
-¿Sabes que puedo matarte ahora mismo y no tendría consecuencias de ningún tipo? Estás invadiendo propiedad privada- dije firme y creo haber lanzado una mirada cortante. El hombre se volvió y divisé algo de temor en su rostro antes de que su semblante se iluminase al verme.
-Pero sabemos que no lo harías- dijo acercándose.
-Yo cambiaría el “sabemos” por un “supongo”- El sujeto era más grande en comparación, no iba a lastimarlo, no al menos sin salir tan o más lastimado que él; en su rostro se dibujó una sonrisa completa.
-Tranquilízate, no pasará nada que no quieras que pase- dijo deslizando su dedo sobre mi mejilla, sentí un escalofrío y me puse nervioso, me sujetó del cuello y acercó sus labios a los míos, respondí al instante, su lengua dominaba a la mía con facilidad, incluso sentía que mi boca era muy pequeña para ella, posó su otra mano en mi cintura y me acercó a su cuerpo, era delicado, o al menos conmigo, suavemente fui empujándolo hasta la habitación y cuando lo había empujado lo suficiente, lo aparté y puse tranca a la puerta, me volví a acercar y le quité la camiseta que llevaba puesta y me deshice de mi reproductor, él volvió a buscar mi boca, yo sólo lo seguía, con intención o no, él dominaba, y eso me gustaba, me sacó la camiseta, y empezó a recorrerme con su boca, subió hasta mi nariz, mis mejillas y metió su lengua en mi oreja, mordió mi lóbulo, suavemente deslizó sus labios en mi cuello y en él se detuvo, y empezó a dejarme una marca, succionaba con fuerza al tiempo que inhalaba y exhalaba bruscamente por su nariz, mientras sus manos buscaban mi ano, yo pose mis brazos sobre los suyos, sólo podía dejarlo hacer, estaba ido de placer, al terminar me tomó de la mano y me llevó hasta mi cama, me quitó los shorts que llevaba puestos y él se desnudó completamente, su verga era algo grande y estaba dormida aún, reconoceré que al principio no me alentó para nada, por el contrario, tuve miedo y por un momento pensé en parar, pero el deseo pudo más que el miedo, se lanzó sobre mí e inició todo, me besó en los labios un poco más y descendió del otro lado de mi cuello, empezó a besar mi pecho y mis pezones sin control, descendió hasta mi ombligo y regresó hasta mi rostro, yo no paraba de gemir.
-Date la vuelta- ordenó. Yo obedecí y lentamente me giré, al tiempo que el tiraba de mis bóxers, ya boca abajo, se posó sobre mí y me acarició el rostro, la nuca y la espalda con la punta de su nariz hasta llegar a mi espalda baja, mordió mis nalgas repetidas veces, mis gemidos inundaban la habitación, las sensaciones que ese hombre despertaba en mí eran difíciles de describir, de repente abrió mis nalgas con sus manos y me sentí vulnerable, cuando una fría corriente recorrió mi espina dorsal, terminando en un gemido ahogado, su lengua se movía con rapidez de arriba abajo y de adentro hacia fuera, yo alzaba mi trasero hacia su boca, lentamente fui apoyando mis rodillas sobre la cama y levantando mi pelvis hacia atrás al tiempo que él lentamente se alejaba, incitándome a seguirlo con mi culo y cuando estuve totalmente a cuatro patas, él comenzó a meter un dedo por mi esfínter, al tiempo que con la otra mano, acariciaba mis nalgas y mi espalda, yo apretaba la almohada entre mis dedos mientras gemía con ganas casi gritando, no había nadie que pudiese escucharnos, sentí otra punta tratando de entrar en mí, el segundo dedo, di un pequeño salto, me había tomado por sorpresa, pensé que debía controlarme así que empecé a gemir apretando los labios.
-Estás listo.
-Tal vez yo lo esté, pero tú con seguridad no lo estás- dije girándome a él, el tamaño de su verga nunca salió de mi mente, tenía al menos que lubricarla antes de dejarla entrar, le di la orden de que se sentara sobre sus piernas, poniendo mis manos en sus hombros, me incliné frente a él y me llevé su verga a la boca, o al menos lo que me cupo de ella, no tenía sabor particular, asumí que se la había lavado meticulosamente antes de venir, “tenía su acto planeado” pensé y reí para mí, él había comenzado a gemir de manera descontrolada, tenía mucha sensibilidad allá abajo y era de esperarse, que tuviese más terminaciones nerviosas por su tamaño.
-Eso fue… Wow- dijo levantándome del mentón y plantándome un beso en los labios –date la vuelta- ordenó nuevamente, caí sobre mis manos en la cabecera de la cama, metí la mano, en mi buró y saqué un condón, lo lancé hacia atrás sin mirar.
-Sí, necesitaba uno, pero para cuando caí en cuenta de ello estaba aquí, es que me excitas mucho- dijo detrás de mí.
-Menos charla y más acción- objeté. Escuché una risa y de inmediato el hombre empezó a lamer mi entrada nuevamente mientras se ponía el condón, cuando sentí que se alzaba y ponía su miembro en la entrada de mi culo, el miedo se apoderó de mí y perdí el equilibrio en ocasiones, él me sujetaba de la cintura mientras presionaba, tragaba saliva con brusquedad y rascaba la tela de la almohada, tratando de distraerme del dolor, cuando sentí que su pelvis se ajustó detrás de mí, al momento empecé a sentir como se alejaba y se acercaba, el dolor desaparecía y sólo sentía placer, gemía encantado, al tiempo que él lo hacía, la armonía de nuestros gemidos me excitaba en gran medida, en una ocasión me tomó de la nuca y tiró de mí hacia él, me incorporé y él pegó su cuerpo a mí, empezó a masturbarme con vigorosidad y asomó su cabeza sobre mi cuello y mordió violentamente mi mejilla sin detener sus embestidas, el dolor era placentero, yo posé mis manos sobre sus nalgas y presioné contra mí; permanecimos así un largo rato, ya no mordía con tanta ferocidad como en un principio, lo hacía sólo por la necesidad de sostener mi mejilla.
-Casi llego- susurró, levanté uno de mis brazos y sujeté su nuca contra mí hasta que empezó a moverse lentamente detrás de mí y a prolongar los gemidos, mientras me masturbaba con más fuerza provocando que me corriera tras segundos después entre gemidos, nos desplomamos en la cama, para tomar energía y nos incorporamos de inmediato, alguien podría llegar; nos vestimos y me dispuse a escoltarlo a la salida.
Abrí la puerta y lo encontré apoyado en la pared junto a la puerta de baño, con un pie en el suelo y el otro en la pared, las manos en sus bolsillos, balanceando su cabeza producto de una canción sonando a través de sus audífonos, mirando al piso, tarareaba una canción, su cabello caía sobre sus ojos, por lo que no pudo vernos al salir, “Harvey” pensé, me sentí cálido y mi pulso se aceleró, al tiempo que me sentía tremendamente avergonzado, quería estar con él en un futuro y sentía que el hecho de que me viese con uno y con otro sólo nos distanciaría, detrás de mí el hombre maduro, se quedó inmóvil, así que le di la orden de que pasase primero que yo latigando mi cabeza hacia Harvey, dio unos pasos hacia delante, provocando que él volteara, al ver la escena su expresión de confusión y asombro fue inocultable “sí, cada vez más inalcanzable” pensé al ver su expresión, se quitó los audífonos y se aproximó unos pasos hacia nosotros.
-Hola, ¿Hace cuánto llegaste?- dije avergonzado, creo que me había ruborizado.
-Hace un tiempo ya- dijo con el ceño fruncido mirando a mi compañero.
-¿Cuánto?
-No sé, Camilo, escuché gemidos y decidí ¿Eso en tu mejilla es un golpe?- dijo aproximándose abriendo los ojos, puso su pulgar en mi mentón y giró mi cabeza suavemente para ver más detenidamente, tras la inspección, le lanzó una mirada inquisitiva a mi acompañante, a la que él no respondió; me emocionó aquello, se preocupaba por mí, tenía un ángel guardián ahora.
-No, Harvey- giró hacia mí, la expresión en su rostro de confusión e impresión combinada con el ceño fruncido no desaparecía –es una mordida- confesé antes de que la situación se nos saliese de las manos.
-Entiendo- dijo bajando la mirada a las manos del hombre, quien sostenía el condón anudado, se hizo a un lado dándole completa libertad de marcharse, en cambio, entró al baño y Harvey lo interrumpió:
-¿Qué hace?
-Voy a tirar esto- dijo el hombre nervioso.
-No así- dijo Harvey muy serio. Pasó sobre mí hacia la habitación, lo seguí con la mirada, pero desapareció en mi punto ciego, escuché como abrió el closet detrás de mí y regresaba con papel de baño, estiró un poco y le hizo una señal con la cabeza al hombre para que pusiese el condón, así lo hizo y Harvey unió las dos puntas, estiró el “columpio” de papel hacia el hombre indicándole que lo sujetara justo por donde él lo estaba haciendo, y así lo hizo, una vez colgando en su mano, Harvey empezó a envolver el condón con más papel cuidando de no tocarle, cuando creyó que era suficiente, lo sostuvo de la punta provocando que el hombre lo soltase, con la otra mano; sostuvo la muñeca del sujeto y le dio la vuelta a la mano para que su palma quedara mirando al techo, puso el envuelto en su mano y lo guió de la palma al interior del baño, escuché como abría la llave del lavamanos y luego se alejó un poco y le apuntó con la palma a la cesta de basura, se veía realmente incómodo y molesto.
-¿Para qué hicimos eso?- preguntó el hombre confundido.
-Para que el condón no se resbalara fuera del papel y para que nadie trate de ver que hay dentro- dijo secamente.
-Veo que has estado muchas veces en mi posición- comentó el hombre tratando de romper el hielo con una sonrisa, Harvey frunció el ceño nuevamente y levantó el parpado inferior de su ojo, al tiempo que parpadeó repetidas veces mirándolo directamente, no le pareció nada gracioso el comentario, sin decir nada, le dio la espalda y pasó por encima de mí por segunda vez sin siquiera mirar, sin hacerme alguna seña de que todo estaba bien; el hombre mi miró algo preocupado.
-No dirá nada- articulé sin efectuar sonido; me miró más relajado, le hice un ademán con la mano que respondió al tiempo que se encaminaba a las escaleras, giré a Harvey y caminaba hacia la puerta, hacia donde me encontraba, se detuvo en seco y se regresó, metió su mano en su mochila y sacó su teléfono, lo puso en su bolsillo y se ajustó los audífonos en sus orejas nuevamente, caminó hacia mí, sintió el peso de mi mirada, y frente a mí me miró, como buscando algo, le sonreí, pero, no lo hizo de regreso, me miró como si estuviese viendo a un extraño, parpadeó un par de veces y apartó su mirada de mí caminando hacia las escaleras, “lo perdí mucho antes de tenerlo” retumbaba dentro de mí, cuando desapareció doblando el pasillo hacia la salida, recosté mi cabeza contra la pared y sentía como las lágrimas empezaban a llenar mis ojos.
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La próxima semana...
~ (...)Te preocupas demasiado, te dije que yo protegería tu entrada trasera(...) ~ (...)¿Quieres que me vaya atrás contigo o así estarás bien?(...) ~ (...)Cuando te llevaste la chupeta a la boca, ¿Qué sabor tenía?(...) ~ (...)¿Es tu primera vez en Andrómeda?(...) ~ (...)Y ¿Por qué ató mis manos?(...) ~ (...)te noto algo raro, como… callado, al menos conmigo(...) ~ (...)No puedo evitar sentirme uno más del montón(...) ~ (...)¿Fue tu primera vez, Xandy?(...) ~ (...)No puedo quedarme, Andrew, no es por la Sra. Elaine…(...) ~
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Yyy... Aquí está el séptimo capítulo, espero que haya sido de su agrado, ahora, estamos entrando en una parte de la historia en la que los caminos se bifurcan, para así poder hacer la respectiva presentación de los colaterales, es por eso que no puedo darle mucho protagonismo a la relación de los personajes principales, si saben a lo que me refiero, la "chispa", como la llamó Bragbob (a quien mando un saludo, ya que ha estado muy pendiente de cada emisión y ha comentado en todos los capítulos) que tal vez se esté perdiendo, seh, ese es más o menos el propósito de momento, pero no se precipiten, cualquier clase de duda, pueden escribirme. Agradecimientos... Sí... Quisiera hacer mención de alguien que me ayudó y aconsejó en cuanto a la elaboración de este capítulo...
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, a propósito, me encantó tu dedicatoria...
no lo vuelvas a hacer
... todavía sigo pensando en cómo alguien que emite frases sin predicados, se convierte en... eso que dijiste, pero no importa lo que hagas o digas, no conseguirás sacarme cómo terminaba la oración y pues como ya te había dicho antes;
Es una lástima que me odies, porque yo a ti te amo
, ¡Ah! y como prueba, encontré la analogía perfecta aquí, bueno casi perfecta http://www.youtube.com/watch?v=aTbmczC7pvg ; no dejen de valorar y comentar, gracias de antemano y bueno... es todo por ahora, así que... Hasta la otra semana! ^^