Vigilando un búho sale un vecino indiscreto (2)

El vecino perplejo por el espectáculo que se encuentra.

Es la segunda parte del relato.

Tal como decía ayer, Loreto con sentimiento de rabia pero a la vez muy excitada, se dispuso a dar lo que nuestro vecinito Rodrigo buscaba. No se lo pensó dos veces y bajó corriendo al jardín, por supuesto completamente desnuda y se zambulló en la piscina, estábamos a últimos de Junio y la noche era calurosa, a la salida, extendió en la hierba una toalla de baño, como podéis suponer, lo hizo casi debajo de donde se encontraba nuestro espía, ofreciéndole un primer plano insustituible, de paso recogió sus "bolas chinas" del dormitorio y una caja de condones, cosa que no entendí, pues entre nosotros jamás los utilizamos.

No tardó una vez tumbada, en contornearse mientras se acariciaba con ambas manos, comenzando por los senos, ni grandes ni pequeños pero firmes, bajando por su propio abdomen y terminando con las manos en la entrepierna, empujando hacia afuera para favorecer la visión de todo su pelado sexo, con los dedos se separaba los labios a la vez que con el índice recorría lentamente la vulva, subiendo y bajando desde el perineo hasta el clítoris, quedando la punta del dedo brillante pues quedaba empapado de sus propios jugos, no tocaba el clítoris excepto en contadas ocasiones, el resto de las veces, describía círculos a su alrededor para seguir bajando hasta el extremo inferior, de vez en cuando, introducía en su vagina uno o dos dedos, lo hacía lentamente, permitiendo que una vez dentro los dedos se quedasen hurgando un poco o presionando su punto g, es su técnica preferida y disfruta doblemente cuando tiene a alguien observándola, me lo hace frecuentemente y sé que lo hace también cuando, de vez en cuando, tiene algún escarceo con otro hombre o con una mujer, yo consiento ambas cosas como ella me las consiente a mí, nuestra única condición es que nos lo hemos de confesar, no ocultárnoslo jamás y luego contarlo con todo detalle para hacer que al otro nos inunde una nube de excitación, que normalmente termina con una excelente ración de sexo. Como decía ayer, somos una pareja excelentemente conjuntada y siempre dispuesta a hacer realidad todas las fantasías del otro por extravagante que sea, somos verdaderamente afortunados en esto.

Mientras desde mi observatorio, veía a Rodrigo continuamente empalmado, parecía que tenia su verga de acero, y si bien cuando al inicio estaba muy quieto, ahora mostraba una gran inquietud, parecía como si le importase menos ser descubierto o incluso que ni le importase, cambiaba de posición continuamente y estiraba la cabeza cuanto podía para no perderse detalle-

Estando en esta situación, Loreto me llamó, cuando bajé al jardín me hizo tumbar, casi me tira, comenzando un torrente de caricias y mamadas que me hizo poner al cien, mientras me chupaba, con la otra mano me acariciaba los testículos y a veces llegaba hasta el culo, introduciendo la primera falange de algún dedo. Cuando estaba a punto de correrme, me puso el condón sin que yo entendiese nada, ella me tapó la boca para que estuviese callado. En semejante estado de excitación, fueron necesarios muy pocas emboladas para yo descargar, fue una sensación extraña hacerlo en un condón, pero reconozco que placentera. Ella lo desenrolló e hizo asomar el semen que contenía a la vez que le daba un pequeño sorbo, de paso me dedicó una de las sonrisas más pícaras que jamás le haya visto, algo tenía en mente y yo no era capaz de adivinarlo, ella sonreía y sonreía a la vez que agitaba el condón, como si tuviera en la mano una campanilla, finalmente lo anudó para preservar su carga y… lo arrojó hacia su espalda en una acción estudiada, porque fue a caer a los pies de la cabaña en la que se escondía nuestro Rodrigo. Para terminar la función se fue introduciendo las bolas chinas, que por cierto tienen un vibrador dentro, que según se lo accioné le provocó un tremendo orgasmo que la hizo emitir varios gritos e incluso algún rugido.

Cuando saqué las bolas de la vagina, cosa que hice de manera intencionada muy lentamente, llegó a tumbarse de espaldas apoyando la nuca y los pies en la hierba, y con estos apoyos arqueando su cuerpo, como si quisiera que el monte de venus tocara el cielo, la visión no podía ser más excitante, yo no quería mirar hacia Rodrigo por el temor de cruzar nuestras miradas, pero lo hice y allí estaba sin esconderse masturbándose como un loco, como si de repente hubiera tenido un acceso de locura, por el gesto de su cara supe que estaba a punto de correrse, pero que increíblemente se controlaba y evitaba la eyaculación. Por mi parte ya con las bolas chinas en mi mano y el sexo de mi mujer enfrente, me encontré con que las bolas estaban inundadas del flujo de Loreto, y pensando por mi, para dar más excitación al vecino, tiré las bolas junto a donde estaba el condón.

En voz alta, Loreto dijo: vamos a la cama, allí estaremos mejor, sonaba a orden, así que fuimos directos al dormitorio, donde nada más entrar echó la cortina, para que nadie pudiera ver nada del interior. Tomó mi mano y me llevó corriendo a mi estudio, era fácil imaginar sus intenciones.

Nos lanzamos como locos al ordenador para ver lo que hacía nuestro vecinito. Allí estaba él, saliendo de su escondite, por los infrarrojos, veía el caliente condón perfectamente y a el mirándolo con ansiedad, de repente bajó a nuestro jardín, pudimos ver que de alguna manera había escalones en el muro, escalones que yo desconocía su existencia, pues el bajó con una facilidad enorme. Tomó ambas cosas: bolas y condón. Las bolas escurrían líquido de mi mujer, las olía una y otra vez con frenesí salvaje y al final, fue chupando una tras otra poniendo cara de deleite cada vez que sorbía alguna gota. Puso en marcha el vibrador y se pasó las bolas por todo su cuerpo, incluido el ano, creo pero no lo vimos bien, que trató de introducirse la primera y más pequeña en su culo, después vino el número fuerte, desanudó el condón, se sirvió una gota de semen en la mano y después de olerlo varias veces se tomó la gota, lo repitió una o dos veces más y finalmente, descargó todo el semen en su mano, se lo extendió por su torso y por su verga para terminar chupando todo el que fue capaz de sacar de donde lo había puesto, colocó el condón del revés y se lo vació en la boca, estábamos atónitos.

Lo que nos dejó perplejos fue la despedida, se puso mi condón y se masturbó. Con la visión infrarroja se veía perfectamente como se llenaba de semen el pequeño depósito del condón, cuando terminó y me imagino que destrozado, anudó el condón igual que había hecho Loreto y lo dejó en una posición muy parecida a como lo había encontrado.

Trepó de nuevo por el muro y esta vez, volvió a su casa.

Nos faltó el tiempo para volver al jardín y recoger el condón, lo hice yo, por supuesto que lo desanudé y me lo serví en la mano, Loreto tomó el plástico con lo que quedaba y se lo bebió, yo mientras extendía el de mi mano por mi cuerpo y por el de Loreto, cerramos la noche con un largo beso en el que nos intercambiamos flujos de mil sabores. Fue muy placentero y excitante,

Continuaré cuando pueda, ya dije que la historia es larga