Vigilando a Nadia VII

Mi corazón latía a mil en el instante en que pude ver las encantadoras pecas de Nadia, un estremecedor escalofrío invadió mi respiración, cuando por fin hicimos contacto visual, disfruté el momento más sublime de mi existencia...

—Te devoraré —dijo la pantera.

—Peor para ti —dijo la espada.

“Amenazas” de William Ospina

“Uno, son el torturador y el torturado.

El torturador se equivoca, porque cree no participar en el sufrimiento;

El torturado se equivoca, porque cree no participar en la culpa.” Schopenhauer

Me costó aceptarlo, pero entendí que Nadia no es del todo una blanca gacela, en su interior ella experimenta un goce secreto al ser dominada y humillada. Gracias a ella descubrí que en el fondo siempre había reprimido mi instinto de predador.

Me costó mucho resignarme y aceptar que el amor no sería suficiente para hacerla reaccionar, si bien Nadia era una mujer maravillosa, también era necia a más no poder, ni el argumento más convincente la haría entrar en razón, es por esto que permanecía completamente subyugada ante Héctor.

El siguiente viernes por la mañana decidí escribirle un mensaje, con la novedad de que por fin lo hice desde mi cuenta real de WhatsApp:

O:Hola soy Oscar, no me conoces pero te molesto porque tengo un problema, es algo incómodo pero ya no sé qué hacer, estoy muy preocupado por Vianey, tu hija, te parecerá increíble pero se ha obsesionado conmigo, no me deja de enviar selfies y de acosarme. Ya le pedí que me dejara en paz pero no quiere entender, tú sabes, a su edad las niñas se ponen muy intensas.

N:Pero cómo es que se conocen?

O:Nos conocimos por internet, en un principio ella me había dicho que era mayor.-

N:¡No es posible!

Para que mi relación con el amor de mi vida pudiera llegar a tener una ligera oportunidad de consumación, tendría que dejar atrás mi habitual hipocresía y lanzarme a cazar a mi presa, aunque para esto tendría que traicionar la ternura, el amor, la lealtad y confianza que Vianey ingenuamente me había entregado.  Era joven, fuerte y valiente, estaba seguro de que se repondría, además esto sería por el bien de su mamá.

O:Para que me creas te voy a mandar screenshot de una de nuestras conversaciones.

N:Pero por las fotos debiste darte cuenta de que es una chiquilla.-

O:El maquillaje le ayuda a parecer mayor, además es alta, la cuestión es que ya le expliqué que lo mejor es dejar de hablarnos, pero está encaprichada, no me deja en paz. Lo que debo hacer es hablar con su papá, dime por favor ¿dónde podría hacerlo?

N:No por favor, no hables con él, es muy celoso, además está enfermo, mira, le voy a prohibir a Vianey que te vuelva a molestar.

O:Por supuesto que no te escuchará, necesito encontrar una solución.

Sabía que Nadia sentiría terror, de que por casualidad algún conocido la viera desayunando en algún restaurante, con alguien que no fuera Héctor, así es que le propuse:

O:Bien si no quieres que hable en persona con tu marido tendré que hacerlo contigo, me imagino que prefieres un lugar discreto, te espero en mi departamento, tienes una hora.

Después de compartirle mi ubicación le advertí:

O:Si no llegas asumiré que no tienes ningún inconveniente en que yo ande con tu hija, aunque sea menor de edad.

Entonces cambié mi estado a fuera de línea.

Desde mi monitor veía nervioso, ansiaba saber si Nadia tendría el valor de exponerse para ir a hablar sola con un completo desconocido.

Tras dudarlo un tiempo que me pareció eterno, por fin de mala gana comenzó a ponerse uno de sus ñoños pans.

Le envié un nuevo mensaje, pero ahora a través de un email y desde la cuenta de su marido, en cuanto escuchó el sonido de la notificación lo abrió:

“¿Cómo estás amor? Yo te extraño muchísimo, estoy viendo que te estás preparando para salir, vas al súper ¿verdad? quiero que portes tus mallas de vinil negro y la blusa que deja al descubierto tus lindos hombros.”

Nadia contestó acercándose al micrófono de la cámara instalada en la recámara, tenía prisa para poder estar a tiempo en su encuentro conmigo.

-¿Es broma verdad amor? tú siempre me exiges que salga con ropa de una talla mayor.-

“Este capricho es una prueba de que ya confío más en ti mi amor.”

Nadia no quería demorarse en escribir, volvió a tratar de subir su tono para que su “marido” la pudiera escuchar con claridad:

-Claro que puedes confiar en mí, amor, pero no me voy a sentir cómoda, lo dejamos para otra ocasión, te lo suplico corazón.-

“Si no cumples mi capricho voy a desconfiar de tu amor ¿Acaso estás pensando en no disgustar a alguien más?  Si te pido que te vistas así de especial es para darme solo gusto a mí.”

-Sabes que jamás te he dado motivos para dudar de mí.-

Al parecer el sostén adecuado estaba en la ropa sucia, porque Nadia se puso uno de encaje blanco, no armonizaba con el color rojo de la blusa. Ir bien peinada y combinada siempre le brindaba algo de seguridad, se le hacía tarde, así es que no se tomó el tiempo de peinarse a conciencia, me sentí muy emocionado al saber que la vería con su diadema negra.

Estaba por salir cuando la interrumpió el sonido de una nueva notificación:

“Solo un último favor, también quiero que vayas al súper pintada y maquillada.”

-Amor, pero si ni maquillaje tengo.-

Me causó gracia que su hija si contara con este:

“Pues usa del de Vianey.”

Me gustó mucho verla pintando con prisa sus tiernos labios, en cuanto terminó, reportó que había cumplido la misión encomendada:

-Listo, ya me voy.-

“Eres un amor, te ves radiante, créeme, me has ayudado mucho en mi rehabilitación.”

Terminé mi correo enviándole muchísimos emoticones de besos y de corazones.

Sabía que por el tráfico Nadia llegaría impuntual, en cuanto tocó el timbre, desde el video portero aprecié su urgencia por dejar de permanecer en la calle, más que por su atuendo llamaba la atención por su porte y belleza, era evidente que se sentía nerviosa e incómoda.

Le di la bienvenida con un reclamo:

-Creí que no vendrías.-

Desactivé el seguro y Nadia enseguida empujó la puerta para por fin entrar.

Mi cielo subió a mi piso por las escaleras, quería evitar que alguien la viera en el elevador, la esperé en mi puerta para por fin ver si era real, de carne y hueso. Pero no, no lo era, en cuanto la vi frente a frente por primera vez, me quedé petrificado un tiempo que me pareció eterno, era tan imponente como una medusa de bellas mejillas.

Mi corazón latía a mil en el instante en que pude ver las encantadoras pecas de Nadia, un estremecedor escalofrío invadió mi respiración, cuando por fin hicimos contacto visual, disfruté el momento más sublime de mi existencia, una imagen reflejada en un monitor jamás me podría mostrar el aroma y la esencia del amor de mi vida.

No sé como, pero agarré fuerzas de flaqueza para saludarla de beso, en ese instante mi cielo bajó la mirada y expresó afligida:

-No quiero que te lleves una mala impresión, estoy así vestida porque quiero ayudar a mi esposo.-

-¡Pero si te ves muy bien! ¡Pasa!-

Mientras la dirigía para que se sentara en un sillón individual le pregunté:

-¿Gustas algo de tomar?-

-Estoy bien, gracias.- su tono era más que cortante, aunque para nada me mantenía la mirada.

Me senté en el sofá, a una distancia prudente,

Vianey era físicamente muy parecida, pero era mucho más segura, estaba por decir algo pero Nadia habló sin poder evitar mostrar su nerviosismo.

-Mira en verdad no sé cómo es que me animé a venir, solo vengo para exigirte que te alejes de mi hija.-

-Entonces tenemos un problema, la verdad es que lo he pensado bien y me gustaría pedirles permiso de formalizar mi relación con Vianey.-

-¿Cómo crees? ¡Si es apenas una niña!-

-Me ha conquistado, tiene muy buena vibra, me encanta que esté tan llena de vida, que sea tan alegre.-

-Claro que no, es apenas una chiquilla insolente.-

-Aunque te parezca increíble, tu linda criaturita ya es capaz de concebir una vida.-

-No, no está preparada.-

-Su lindo cuerpecito produce una increíble cantidad de hormonas sexuales, su acné es una prueba de esto.-

-Quizás biológicamente, pero le falta mucho por madurar emocionalmente, además mi marido es capaz de matarte antes que permitir que anden juntos.-

-Qué bueno que me adviertes, se lo haré saber a Vianey y ella decidirá si nos vamos a vivir lejos de ustedes.-

-No… no tienes derecho a arruinarle su vida.-

-Si tú le dices a tu marido entonces también le arruinarías la vida, pero bueno… si tanto deseas que me aleje de tu hija, quizás podríamos llegar a un acuerdo…-

-Ya sé por dónde vas… quieres dinero ¿verdad?-

-Es una propuesta interesante…-

Entonces me levanté para preparar 2 copas de su vino favorito, mientras lo hacía continué hablando desde el mini bar:

-…Si… es tentadora tu propuesta… pero el dinero no tiene valor alguno comparado con el amor de Vianey… y por si fuera poco… también está dispuesta a entregarme su cuerpo.-

Ahora no le preguntaría a Nadia si deseaba algo de tomar, era más conveniente para mí que yo decidiera por ella.

Le entregué su copa, a pesar de que no deseaba nada de mí, la tomó mecánicamente, con su temblorosa manita izquierda.

Sabía que mi reina jamás me habría dejado con la mano estirada, odiaría ser grosera, aún no estaba consciente de que podía ser más asertiva.

Me volví a sentar, para tratar de amortiguar la tensión en el ambiente, desde mi Apple watch empecé a reproducir “Persiana Americana” de Soda Stereo.

-Te noto alterada, dicen que el vino tinto es la solución a la ansiedad y el estrés, no te preocupes que como dicen, todo tiene solución…- después de hacer una pausa para tomar un largo trago proseguí: -consideras que tu hija aún no es apta para intimar, pero supongo que tú si te consideras lista para ocupar su lugar.-

-¿Perdooón?-

Antes de ser más específico volví a tomar de mi copa, sabía que Nadia intuitivamente seguiría mi ejemplo, parece un insignificante detalle, pero en su interior no querría dejar solo a quien estuviera con ella, incluso a pesar de que la estaba chantajeando, hasta que por fin dio un ligero sorbito, proseguí:

-¿Qué más grande prueba de amor que sacrificarte, a cambio de rescatar el porvenir del ser que llevaste en tus entrañas? Solo quiero disfrutar de tu compañía durante un fin de semana, esto es algo que Vianey si está dispuesta a hacer.-

Tras meditarlo un poco, Nadia expresó con aflicción:

-¿Solo te acompañaría, verdad? Es decir, por supuesto que no tendríamos intimidad.-

Les confieso que yo sí me conformaría con su compañía, pero como les comenté, el amor no sería suficiente, tenía que darle una especie de cachetada para hacerla reaccionar.

-Estoy seguro que Vianey si está dispuesta a hacerme feliz, eso incluye mantener intimidad, recuerda, lo que te propongo es que tú ocupes su lugar.-

Nadia estaba como en shock, ahora si le dio un buen trago a su copa, como queriendo ganar tiempo para meditar y encontrar las palabras adecuadas, que me hicieran entrar en razón.

-No, por supuesto que no, si quieres te consigo el dinero para que vayas con alguna prostituta y ya, parece que eso es lo que necesitas.-

-Yo no quiero tan solo sexo, también quiero tu amor, recuerda, tu hija está enamorada de mí y si quieres que la abandone, tú la tendrías que reemplazar, estoy cediendo al pedirte tan solo un fin de semana.-

-¿Mi amor? Por supuesto que no puedo amarte… eso no se puede planear, o forzar.-

-Bueno un beso falso no deja de ser un beso, quizás me conformaría con que finjas amarme, ten en cuenta que sería tan solo un fin de semana.-

-Estás loco… ¿que no se supone que a quien quieres es a mi hija? además soy una mujer casada.-

-La verdad es que en cuanto te vi quedé prendado de ti… además, disfrutaría más ayudándote a ti en tu liberación… tu hija es más fuerte… y el que estés casada no quiere decir que no puedas entregarme tu amor.-

-¿Cómo crees? Es algo que nunca haré.-

-Bien… mira que preciosas fotos de tu nena voy a publicar en tu muro de Facebook… seguro que va a tener miles de “me gusta”… ¿Qué diría tu esposo si le comento que tú pudiste evitar que las publicara, pero que no hiciste nada por impedirlo?-

De inmediato Nadia exclamó elevando por primera vez su tono de voz:

-¡Nooo! espera por favor… quizás podría acceder un poco.-

Quizás el vino comenzaba a hacer efecto, o quizás recordó su promesa a su virtual esposo de hacer hasta lo imposible por mantener unida a la familia, o quizás su motivo más fuerte para ceder al chantaje era su increíble preocupación por el que dirán.

-Bien pues dime ¿hasta dónde estarías dispuesta a llegar con tal de evitar que publique las fotos y con tal de que me aleje de tu hija?-

-No lo sé… si quieres ahora mismo puedes jugar conmigo un poco, pero por favor no podemos intimar y menos durante todo un fin de semana… jamás he dormido con un extraño, por favor, no podría estar contigo.-

-Contigo solo estaría un fin de semana, pero con tu nena puedo estar toda la vida… tienes razón, no me conviene intimar contigo, si gustas te acompaño a la puerta.-

-Espera… lo más que podría hacer es masturbarte hasta que te corras.-

-Me gustaría que también me obedecieras en todos mis caprichos.-

-No entiendo ¿A qué clase de caprichos?-

-Cosas simples… como que portes el atuendo que te indique.-

-No lo sé… puedes ser peligroso.-

-La vida no es fácil… pero yo sé que estás dispuesta a hacer lo necesario para que tu familia siga manteniendo una reputación intachable.-

-Espera, miraaa… yo no puedo dormir en otro lugar que no sea mi casa… mi esposo no está en la ciudad pero no puedo dejar sola a Vianey.-

-Te la puedes arreglar para mandarla a dormir con alguna prima o alguna amiga.-

-No, su papá jamás lo permitiría, mira… te doy mi palabra de que aquí estaré puntual a las 8 de la mañana, aquí podría estar durante casi todo este sábado… solo te pido a cambio que nos dejes en paz.-

-De acuerdo… entonces te voy a decir cuál es mi primer capricho corazón ¿Sabes? me gusta mucho tu atuendo, pero me encantaría que mañana portaras el uniforme deportivo de Vianey, recuerda que vas a ocupar su lugar… claro que si no te queda lo puedes arreglar.-

Hice un ademán para indicarle la salida, su visita había terminado, mientras caminamos hacia la puerta le expresé:

-Yo pasaré por ti a las 8 de la mañana, voy a tocar el claxon y si no sales de inmediato, tendré que consolarme robándome a tu preciosa nena.-

Antes de abrir la puerta me acerqué para besar muy suavemente sus labios, entonces acaricié sus mejillas, rozar la piel de su precioso rostro era como poder tocar el cielo.

La despedí advirtiéndole:

-Recuerda… solo tú puedes salvar el honor de tu familia.-

Puse la alarma a las 7 de la mañana, me sentí inmensamente feliz viendo como con parsimonia mi reina se ponía las juveniles y blancas medias. Hizo una pausa para verse en el espejo, el pans le sentaba maravillosamente ajustado, me encantó verla pintando sus labios de rojo, sin darse cuenta de los nervios se mordía sus uñas.

Los mechones de su frondoso cabello brillaban con la luz, miré sus cansados ojos, ante la duda de cómo debía proceder le había costado conciliar el sueño, en esta ocasión no portaría su anillo de casada, su habitual mecanismo de defensa.

Si, era hora de arreglarme, sin duda sería puntual a mi cita con la dueña de mi corazón.

Lo primero que Nadia dijo cuando entró a mi Mazda fue:

-No quiero que pienses que soy una cualquiera.-

Le hice una señal con mi mano pidiéndole que se acercara, tomé sus brazos, mi amor instintivamente trató de separarse pero yo la sujeté con fuerza, sus rizos cubrían su rostro pero era evidente que su respiración era agitada, mi presa estaba asustada, le ordené con firmeza:

-Relájate, respira… -

Me esperé a que su respiración se normalizara para pedirle al amor de mi vida:

-Mírame directamente a los ojos.-

Lo fue haciendo muy lentamente, cuando por fin hicimos contacto visual sus ojos iluminaron mi vida, entonces le expresé:

-Si algo he aprendido, es que nadie tiene el derecho de creerse superior y juzgar.-

Después de que la solté Nadia respiró profundamente, entonces me preguntó sin poder evitar el mostrar su angustia:

-¿Y bien? ¿Cuál va a ser tu segundo capricho que voy a tratar de cumplir?-

-Te voy a dar la oportunidad de escoger, te puedo dar un masaje relajante en mi jacuzzi… o podemos ir a jugar tenis.-

-¿A jugar tenis? ¿En serio?-

-Vianey me platicó que te gustaba mucho jugar.-

Por fin la veía esbozar una ligera sonrisa:

-Por supuesto que prefiero ir a jugar tenis… hace mucho que no juego, para no tener problemas con mi esposo dejé de hacerlo… pero mira que pensé que ibas a plantear otro tipo de caprichos.-

-Bueno en realidad no te quiero para mí, te quiero conmigo… pero no te ilusiones que también tengo otro tipo de caprichos y es inevitable que en su momento lleguen… por lo pronto para que te esfuerces vamos a apostar, el que pierda va a preparar el desayuno.-

Su respuesta fue advertirme:

-Por supuesto que vas a tener que preparar el desayuno.-

En el trayecto al parque seleccioné “Cámara lenta” de Zoé.

Tratando de que Nadia no se diera cuenta, me dejé ganar, había valido la pena invertir gran parte de la mañana en jugar, por primera vez la veía reír alegremente, después nos fuimos a mi departamento, en el carro seleccioné “Zoom” de Soda Stereo, como música de fondo y cuando llegamos entretuve a mi invitada poniéndola a leer una revista, en lo que me bañaba rápidamente.

Terminé de vestirme delante de ella diciéndole:

-Mi siguiente capricho es que te bañes, sirve que ganas más tiempo en postergar lo inevitable.-

Me sorprendió que Nadia sumisamente preguntara:

-¿De cuánto tiempo dispongo?-

-Una media hora es suficiente, no quiero que te pintes ni maquilles, no lo necesitas, eso sí, quiero que te pongas lo que te voy a dejar junto con tu toalla.-

Le dejé un vestido rojo, muy ajustado al cuerpo pues la tela era tipo elástica y semitransparente, tacones altos y negros con tira tobillera, su número de calzado lo sabía a la perfección, bragas de seda rojas y unas medias negras de malla.

Después aproveché para cocinar el desayuno que más me gusta, pasaron 40 minutos y Nadia no aparecía, así es que fui a tocar la puerta del baño.

-Apúrate que se enfría corazón.-

-¿Cómo crees que voy a salir así?-

-Mira, acabo de bloquear el celular de Vianey, ya no me puede enviar mensajes, vamos, sé una niña buena que se enfría el desayuno.-

Por fin Nadia salió roja de vergüenza, pero actué como si no me llamara para nada la atención su vestido, más que sensual rayaba en lo vulgar, mi cielo se sentó lentamente, intentando bajar la tela con sus manos, era tan poca que apenas terminaba debajo de su trasero.

Sus erizados vellos en sus brazos me mostraban el estado de ansiedad de mi presa, cuando sientes nervios es porque algo realmente importa mucho.

Lo primero que se animó a decir mientras desayunábamos fue:

  • Te pido por Dios que nadie sepa lo que está pasando aquí.-

  • No te preocupes que esto queda solo entre tú y yo, confía en mi corazón.-

-¿Cómo podría confiar en ti, si me has chantajeado para tenerme a tu disposición?-

-Yo pienso que cuando aparecen personas conflictivas en tu vida, es porque te pueden ayudar a mejorar, por ejemplo tu esposo.-

-No es justo, mi esposo es como es porque necesita mi ayuda.-

-La justicia es solo una idea romántica, tú prefieres cerrar tus preciosos ojos, pero la verdad es que tu esposo no te merece.-

-¿Cómo te atreves a decir eso? Tú ni siquiera lo conoces.-

No era prudente confiarle en ese momento que sí lo conocía, preferí cambiar de tema, charlamos un poco más tranquilamente, en cuanto terminamos de comer me levanté para servir a mi amor una copa con su vino favorito, entonces le ordené:

-Ven, vamos a sentarnos a la terraza.-

Acerqué mi silla para acariciar las piernas de Nadia con parsimonia, por supuesto que estaba exaltada, pero yo sabía que ella no sabía decir que no, por un momento llegué a considerar el dejarla escapar, pero era como si la conociera desde siempre y sus ojos iluminaban mi vida, me fue imposible, me sentía como un imán que no podía evitar llegar a sus brazos:

-Sé que en el fondo deseas ser ultrajada.-

-¿De dónde sacas eso?-

-Está en tu respiración, estás emocionada, dame tus bragas.-

-Pero…-

-Venga.-

Mi reina se tuvo que quitar las medias para atender mi indecorosa petición. Con su manita izquierda me entregó su prenda íntima, me sentí dichoso al corroborar que las bragas tenían una adecuada fuente de vida reflejada en su lubricación.

-Creo que puedes ser una buena guarra, pero aún no sé si puedes ser una buena esclava.-

-He tratado de atender todo lo que me has pedido.-

De niño una vez mi hermana mayor me mandó a comprarle unas medias azabache de talla mediana.

Ni siquiera tenía idea de que existía ese color, me sentí como un niño insanamente precoz, buscando con ansiedad el encargo, para lo más pronto posible dejar de invadir el desconcertante mundo de la lencería femenina.

Sí, tengo un fetiche, las medias, me ponen a mil, fingiendo indiferencia le pregunté:

-¡Nadia! ¿Qué esperas para volver a ponerte tus medias?-

Me sentí feliz cuando con dedicación mi Diosa atendía mi tonta indicación.

-Muy bien, quiero que estés cómoda, vamos a la recámara.-

Una vez que llegamos le espeté:

-¿Qué esperas para recostarte?-

Nadia se recostó quedando boca arriba, a la espera de que le diera más indicaciones, estaba en extremo nerviosa, como una gacela que intuye que está a punto de ser atacada.

No me bastaba invadir su privacidad, pervertir su mente y su cuerpo, ahora necesitaba hacerla mi esclava, tenerla completamente a mi merced, despojarla de cualquier indicio de voluntad propia.

-Nadia… vas a cooperar para que puedas tranquilizarte, vamos, cierra tus lindos ojos, déjalos descansar…Nadia, tú eres fuerte, siente como todos tus temores y responsabilidades desaparecen.-

Después de quitarle sus lentes los guardé en el cajón de mi buró y aproveché para seleccionar en Spotify la canción “Corazón Atómico.”

El vestido que portaba mi presa era tan ajustado, que tuve que recorrer su cuerpo poniendo mis manos por encima de este, acariciando con parsimonia su vientre y regresando a apretujar sus tetas y sus largas piernas…

Hasta que mi amor tomó mi brazo para dirigirlo con ansiedad hacia su vulva.

La verdad es que no me sentí tan sorprendido, a su copa de vino le había agregado un potente estimulante sexual femenino, ya debería estar haciendo efecto.

Yo estaba bastante excitado, me acerqué a Nadia e intenté besarla.

-No, por favor no, besos no.-

Yo creo que los besos son de lo mejor pero estos no se pueden forzar, así es que comencé a acariciarla, mi mano derecha fue bajando hasta su coño y se lo toqué suavemente. Cuando localicé el clítoris empecé a frotarlo en círculos y con delicadeza.

No besaría su boca pero si su cuerpo, el vestido era tan corto que ni siquiera tenía que levantarlo.

Nadia lo reprimía, pero empezó a gemir cuando el tintineo de mi lengua en su clítoris se hizo más rápido, empecé a succionarlo aumentando gradualmente la intensidad y dejándola descansar ocasionalmente, distrayéndome en besar sus labios vaginales, quería seguir comiéndome aquel coño, tenía la certeza de que Nadia estaba por correrse, pero me apartó la cabeza y mirándome a los ojos me dijo:

-Métemela.-

Había soñado tanto ese momento que me desnudé rápido, ya con la polla erecta me acerqué hasta ella, la aproximé a su cara esperando un poco de sexo oral, pero ella volvió a repetir:

  • Métemela… hazme tuya por favoor.-

Mi polla entró hasta el fondo sin ninguna dificultad, entonces comencé a moverme despacio, mi Diosa tenía los ojos cerrados, trataba de no gemir así es que jadeaba con una vibración más grave, empecé a acariciar con parsimonia sus senos, pero al poco tiempo Nadia empujó con sus manos las mías para que las presionara con más fuerza, como me empecé a resistir a su presión me pidió:

-Aprieta mis pechos más fuertee.-

A mi reina le daría lo que por fin se animaba a pedir, apreté sus tetas con ganas, llegando incluso a retorcerle uno de sus enormes pezones, la resistente y elástica tela estaba a punto de romperse, el gesto de mi amor era de puro placer, entonces elevó su tono de voz y me suplicó:

-Por favor cógeme más durooo.-

Por supuesto que aumente el ritmo de mis embestidas, pero al parecer esto no le bastaba a mi amor:

-Uuufffff  ¡PÉGAME!-

Me sorprendió tanto que me detuve completamente, mi pausa regresó a Nadia a la realidad, un poco más consciente se disculpó:

-Perdona… cuando mi esposo llegaba borracho y así me follaba me llegó a maltratar… yo creo extraño esto...-

Nadia se intentó separar pero la obligué a permanecer a mi merced, se la volví a meter hasta el fondo, entonces aceleré el ritmo de mi follada y empecé a darle palmadas en sus tetas, pero como parecía que solo le hacía cosquillas, me animé a golpearlas con más fuerza, ante esto mi cielo reaccionó bramando de placer.

Yo estaba más que excitado, fuera de mí, con la adrenalina a flor de piel, cuando Nadia me vio quitándome el condón, sin levantar la mirada trató de objetar algo, pero gritando le exigí:

-Si es que en realidad eres una zorra dime… ¿Qué esperas para ponerte a 4 patas?-

Mi amor inmediatamente se levantó como resorte, ofreciéndome una espectacular vista de sus prominentes glúteos.

Reanudé mi profanación dándole nalgadas y jalándole fuertemente  el cabello, mientras la insultaba.

Mi reina se contorsionaba, completamente estremecida, los gritos se tenían que oír en todo el edificio.

Nadia no tardó en correrse de forma tan explosiva que hizo que parara mis embestidas.

Cuando la noté un poco recuperada, volví a la carga y sin contemplación la puse boca arriba metiéndosela nuevamente hasta el fondo con violencia, me incliné hacia ella, nos veíamos con vicio mientras la embestía pausada pero potentemente, hasta que decidí ahora “golpearla” donde más le dolía: besándola con lujuria…

Me sentí en el cielo cuando el amor de mi vida me correspondió, me pareció eterno el tiempo que nos estuvimos compartiendo nuestras lenguas lascivamente.

En cuanto deposité mi semen en lo más profundo de sus entrañas, Nadia se volvió a correr…

Quedamos exhaustos, me tumbé a su lado pero ella se giró dándome la espalda y empezó a llorar.

En lugar de darle consejos solo se me ocurrió aceptar su tristeza:

  • Está bien que llores, desahógate.-

  • No quería hacer esto, pensarás que soy una puta a la que le gusta que la maltraten… además ya no podré volver a ver a los ojos a mi marido... me siento horrible…me tengo que ir ya.-

No le contesté de inmediato, solo me quedé mirándola, su cara era un poema, estaba deshecha, pero egoístamente yo quería volver a vivir la increíble experiencia:

-Eres una extraordinaria mujer… que sabe disfrutar de una manera menos convencional… pero placentera al fin y al cabo.-

Después de decirle esto empecé a besar su cuello y le empecé a masajear la entrada de su ano.

-No puedo seguir… no puedo… ya me voy...-

Con paciencia y aprovechando los espacios libres de la malla fui recorriendo con mi lengua sus piernas.

Hacía calor pero la piel blanca de sus muslos estaba erizada.

A pesar de esto mi reina se reincorporó, en cuanto se bajó de la cama la tomé del cabello, yo estaba dispuesto a todo con tal de doblegar su débil resistencia, con voz enérgica, le ordené:

-Ponte de rodillas cabrona.-

Nadia dudaba, así es que le di una sonora cachetada:

-¿Qué esperas pendeja? ¿Prefieres que tu nena lo haga?-

En cuanto lo hizo le dije:

-Eres una guarra… abre tu sucia boca.-

Mi cielo así lo hizo y yo aproveché para escupirla, después le ordené:

-Cómeme la polla.-

Con mi mano derecha jalé a Nadia con fuerza, dirigiéndola para que me la chupara, entonces le grité:

-Mírame a los ojos cabrona, quiero que olvides la estúpida vergüenza, puedes confiar en mí.-

Nos expresamos un infinito número de emociones a través de nuestras miradas.

Su cara seguía mostrando rabia, pero parecía que también comenzaba a liberar a la loba que había en ella, fue entonces cuando percibí el aroma que de su concha emanaba, ese inconfundible olor animal.

Mi estrategia funcionaba a la perfección, cargar a Nadia de angustia para que la pudiera liberar a través del acto sexual.

  • Tengo mis dudas… quizás en el fondo no eres una decadente ramera… no sé si tengas el valor de masturbarte.-

Como respuesta alcancé a ver como Nadia comenzó a sacudir su clítoris con el dedo pulgar  de su mano izquierda, por su movimiento era evidente que también uno o más dedos entraban y salían de su vagina salvajemente. Su mano derecha la aprovechaba para sacudir a la par mi polla y estrellar mi glande en su lengua, la cual había sacado varios centímetros de su boca.

-La verdad es que no entiendo porque eras tan hipócrita… antes intentabas bajar tu vestidito y ahora lo subes descaradamente hasta tu cintura ¿reconoces que eres una puta codiciosa?

-Aaaagghhh… la verdad es que siii… soy bien puta… tienes toda la razón corazón.-

Nadia hacía una pausa para contestarme, pero después volvía a su felación.

-Entonces reconoces que eres una depravada.-

-Siiii… tienes toda la razón… sí que lo soy.-

-Pero solo tú quieres disfrutar… no quieres que tu hija se degenere siendo que ella es soltera… en cambio tú gozas… siendo que eres una mujer casada.-

-Uuffffff… no por favor… no me lo recuerdees.-

-Tú misma lo reconociste… extrañas ser maltratada… así es que mereces ser humillada...-

-Solo lo hago para cuidar de mi familia.-

-Te intentas justificar… pero eso no quita que disfrutes siéndole infiel al pendejo de tu marido… que zorra eres… a pesar de que Héctor se moriría de celos… estás conmigo.-

Nadia no debatió esto, simplemente siguió mamando mi verga.

Entonces fui yo quien se empezó a mover para follar su boca sin piedad, cuando eyaculé me mantuve hasta lo más profundo de su garganta, solo me separé hasta que le empezaron a dar arcadas.

-Guarra limpia tu cara tragándote toda mi leche.-

Fue agradable ver como Nadia obedecía la orden directa y más agradable ver como forcejeaba por mantenerse para que no se le bajaran sus medias.

La conocía mejor que ni ella misma, era mi complemento perfecto, me fascinaba su cuerpo pero aún más su gran corazón, era tan maravillosa que haría cualquier sacrificio con tal de proteger a los suyos, por eso te tratamos como te tratamos, pensé para mí.

Nadia temblaba de excitación y miedo, la jalé del cabello para que se reincorporara, gracias a sus tacones estábamos a la misma altura, después de beber del sudor que emanaba su cuello le pregunté:

-Ya estoy satisfecho, pero no sé si tú te conformes con quedarte a medias… dime si te quieres ir ya, zorra.-

-Hazme tuya otra vez… por favoor.-

-Bien… no ser virtuosa tiene sus compensaciones… ahora si quiero verte bien las tetas… quítate tu intento de vestido.-

Nadia me miró pero no dijo nada mientras se despojaba de su vulgar atuendo.

Iba a quitarse sus medias pero la detuve.

-Déjatelas.-

Me sentí feliz cuando obedeció con sumisión, me fascinaba que no tuviera el poder de decir que no, me enloquecía contar con el poder de dirigirla egoístamente para mi propio beneficio.

-Voltéate perra, ponte en tu posición natural… a 4 patas… dime ¿te gustaría que te diera por el culo?

-Siii… sí que me gustaría.-

-Tienes cara de ramera adicta al sexo.-

El fuego del tormento consumía su lucidez:

-Pues eso soy……… una puta viciosa.-

-Entonces empina tu culo lo máximo posible puta.-

Sin rechistar por la incomodidad del piso, Nadia así lo hizo, me acerqué para deleitarme viendo como el músculo esfínter interno con la mera excitación ya se encontraba dilatado, sin miramientos me agaché colocándome detrás de ella, después de morder sus nalgas y degustar la entrada de su ano de un empujón le ensarté mi verga semierecta hasta la mitad de su recto. Varias gotas de leche de mi amor emanaron, su concha estaba empapada.

Embestí a Nadia despacio hasta que su culo se amoldó al extraño invasor, mi verga volvía a estar completamente erecta, perdí la noción del tiempo en que la estuve sodomizando con violencia, cuando estaba a punto de eyacular saqué mi polla, quería prolongar mi éxtasis, entonces le pedí a Nadia que la limpiara con su lengua, mi amor así lo hizo.

-Bien, ahora te tienes que castigar por haberte regocijado fornicando por todos tus agujeros disponibles. -

Fui por una fusta y se la dejé en su manita izquierda ordenándole:

-Flagela tus tetas y sexo.-

En cuanto lo empezó a hacer, a Nadia la empezaron a invadir fuertes espasmos por la excitación, hasta que empezó a perder el control.

Empezaba a anochecer y mi amor estaba fuera de sí, ya no le importaba acallar con sus alaridos el habitual silencio nocturno.

Cuando Nadia se empezó a azotar con más fuerza,  decidí quitarle la fusta y recompensarla permitiéndole acostarse en la cama, le pedí se mantuviera boca arriba, entonces le di un masajeador Magic Wand, mi cielo intuitivamente aprendió a cambiar el nivel de potencia.

Durante mucho tiempo mi Diosa mantuvo cerrados los ojos concentrada en su propio placer, sus ojos y boca los empezó a abrir cuando empezó a gritar a todo pulmón, recorriendo su vulva con el masajeador y dirigiéndolo especialmente en su clítoris.

Estaba fuera de mí, viendo a Nadia disfrutando como loca, así es que decidí volver a ponerla en 4 para penetrar con 2 de mis dedos una y otra vez su deliciosa y empapada vagina, la tensión en sus músculos me indicaban que Nadia no quería mojarme, así es que la guié para mantenerla de rodillas, esto le ayudó a relajar los músculos a mi amor, continuábamos arriba de la cama, entonces le reclamé:

-No sé por qué no confías en mi…  libérate…-

Me postré frente a ella y con mi brazo izquierdo de la espalda la sujeté, estimulando a una gran velocidad el punto G de Nadia, usando mis dedos anular y medio de mi mano derecha, el estruendoso chapoteo me indicaba que iba por buen camino, entonces le indiqué:

-Tienes mi permiso… te puedes venir.-

Incrementé aún más el vertiginoso ritmo hasta que por fin mi Diosa me bañó con un squirting espectacular, su coño se había convertido en un ojo de agua, una inagotable fuente de vida y placer, yo me sentía dichoso, gozando un sueño del que no deseaba despertar…

Solo le di unos cuantos instantes para su recuperación, entonces la volví a poner en 4 para volver a embestir su vagina desaforadamente, también aumenté al máximo la velocidad del masajeador y se lo entregué a Nadia para que lo mantuviera succionando su clítoris.

Más que gritar Nadia profería estridentes aullidos de loba, era como si sus alaridos expresaran su tristeza y el anhelo de unirse a su amor.

  • Aaahhhhh… maas… ah…ah ah ah… Diooooos… oh… -

Mi hembra gemía y clamaba con el rostro sobre la almohada.

Entonces me imploró:

-¡Por favoooorrrr! ¡Te necesitooo! –

Por alguna razón inexplicable, aquellas palabras causaron un enorme efecto en mí, me empecé a correr intensamente.

Mi cielo sintió que mi leche inundaba su intimidad, proporcionándole un intenso goce, recorriendo todos sus sentidos…

  • Aahhhaahhahhah.. Dios… aaaagggghhhhhh…  graciaas… ooooooooohhhh.-

Clamó con voz ronca mi Diosa.

No solamente fluidos de placer salían de su concha, recorrían sus bien torneados muslos y mojaban mis sábanas de seda, también lágrimas de dolor inundaban su rostro angelical…

Hasta que finalmente sus remordimientos y preocupaciones desaparecieron a través de su maravilloso y poderoso orgasmo.

Entonces colapsaron su cuerpo, mente y alma, sus fuerzas le fallaron y se vio obligada a dejar caer su cuerpo desplomándose sobre el colchón, yo también me dejé caer abrazándola y quedándome a un lado de ella.

Nadia quedó inmóvil durante varios minutos, recuperándose del esfuerzo.

Sabía que mi amor no tardaría en sentir arrepentimiento, en cuanto abrió sus preciosos ojos le dije:

-Sé que te sientes culpable, pero tu relación con tu esposo dejó de existir desde hace siglos.-

Nadia estaba muy cansada pero me escuchaba con atención:

-Claro que no.-

-Mira… te voy a mostrar un video en el que está follando con Sandra, mi ex esposa… desde que me abandonó ella vive en un departamento que tiene tu esposo para su amante en turno.-

Si, a Héctor también le instalé cámaras en su departamento de “soltero”.

-Eso es imposible… Héctor padece disfunción eréctil.-

-No lo creo… fíjate en la fecha del video y si te fijas es evidente que ella está embarazada.-

De mala gana Nadia empezó a ver el video, no quiso terminarlo pero alcanzó a corroborar que su esposo no padecía disfunción eréctil.

-Te ha desechado por una mujer más joven, como si fueras un objeto, un auto clásico, de colección, pero del que ya perdió interés.-

El amor de mi vida estuvo a punto de llorar desconsoladamente, pero prefirió darle rienda suelta a su enojo:

-Pero… entonces… ¡Nos has usado a Vianey y a mí para vengarte!-

-En un principio hice todo esto para vengarme… pero créeme que te adoro… y odio verte tan sola y saber que no eres valorada.-

-Déjame en paz, y también a Vianey… a menos que quieras que se entere de lo que eres capaz de hacer.-

Después de decir esto Nadia se fue para el baño, el ruido del agua corriendo me indicó que se estaba bañando, no tardó nada, le urgía irse, se fue sin despedirse.

Aún no era tiempo de dejarla ir, bajé por las escaleras, ella lo había hecho por el elevador, afortunadamente no podía desactivar el seguro.

-Ven, el estacionamiento está en el sótano, te voy a llevar a tu casa... es mi último capricho… por favor… créeme después de llevarte te dejaré por fin en paz.-

Nadia no me dejó tomarla del brazo para ayudarla, mientras bajábamos al sótano del edificio por las escaleras le dije:

-Ten… debes ser más cuidadosa, estabas dejando tus lentes.-

No le nacía pero de mala gana manifestó:

-Gracias.-

-Es broma… después de todo lo que te he hecho entiendo que te quisieras ir sin despedir. -

Le abrí la puerta del Mazda, en cuanto me subí decidí reproducir la versión en vivo de “Game Over Shangai” y empecé a manejar, estaba por terminar la canción cuando empecé a divagar:

-Aunque no lo creas… todo esto lo he hecho porque… más que nada porque necesito decirte algo… algo importante… y ya que se me está terminando mi oportunidad de estar contigo… trataré de ser  conciso...-

Cómo no sabía cómo comenzar, por fin Nadia se atrevió a hablar:

-¿Y bien?-

Por lo menos ahora tenía su atención, yo manejaba despacio, querría que ese viaje durara toda la vida, pero era imposible.

-Necesito que seas sincera… no conmigo… más bien contigo misma… no es muy agradable el confrontarse...-

-¿Y bien?-

-Bueno quiero comenzar preguntándote: ¿Crees que estás siendo un buen modelo? porque ¿Sabes? Vianey  está siguiendo tu ejemplo.-

Si por Nadia fuera jamás me volvería a dirigir la palabra, pero el tema le interesaba y desconcertaba.

-¿A qué te refieres?-

-¿No te has dado cuenta de que Héctor las está masacrando psíquicamente? Vianey solo ve en mi a alguien que la puede ayudar a escapar de casa…-

-Para nada le estoy dando ese ejemplo.-

Mi amor se puso a la defensiva, quería decirle lo que pensaba con tacto, pero este caso ameritaba menos diplomacia.

-Ok mira… me refiero a que Vianey me está diciendo que la puedo golpear… piensa que si lo hago me voy a sentir culpable… y entonces no la voy a querer abandonar… ¿Quieres que tu hija viva el mismo infierno que tú?-

Nadia no me contestaba nada, solo reflexionaba angustiada, así es que proseguí:

-Mira yo no soy ningún especialista… pero he leído… la única solución que te queda es que te separes… y no vuelvas a mantener ningún contacto con tu marido…porque Vianey también ha ido adquiriendo conductas aprendidas de él.-

-Nooo… no lo creo posible.-

-Claro que es posible… aunque no lo creas me amenazó con suicidarse si no regreso con ella.-

-Quéeee?-

-Este tipo de actitudes las está aprendiendo de su padre… ha visto que siempre se sale con la suya usando el chantaje…-

Después de un silencio incómodo le expresé:

-Por favor… olvídate del maldito “que dirán”… Llévate la carpeta que está en la guantera, ahí viene también una memoria, es evidencia contundente que va a ayudar agilizar tu divorcio… si no lo quieres hacer por ti por lo menos hazlo por Vianey… -

-¿Por qué haces esto?-

-Créeme, no lo hago porque Héctor me quitó a mi esposa, simplemente odio que te golpee.-

Nadia no me preguntó cómo es que sabía que su esposo la golpeaba, quizás supuso que me había enterado por Vianey, solo me reclamó con justa razón:

-Tú hiciste lo mismo.-

-Era la única forma de llegar a ti, estás acostumbrada a pertenecer, así es que hice hasta lo imposible por apropiarme de ti… porque…. estás tan confundida que necesitas ser humilde y reconocer que debes ser dirigida.-

En Psiquiatría se denomina “anclaje irracional”, mi premisa fue hacer todo lo posible para involucrarme sexualmente con Nadia, esto me daría pauta a hackear su corazón y confianza, aunque solo fuera fugazmente.

Al llegar a mantener una relación tan íntima, mis consejos no los vería como los de alguien ajeno, sino como los de su compañero, su cómplice que la aceptaba tal y como era.

-Te quieres justificar… en el fondo todos los hombres son iguales.-

-No, hay quienes luchan contra su oscuridad y sienten remordimiento y aprenden sus lecciones.-

-¿Crees que puedas llegar a ser así?-

-No… porque si no dejas a Héctor te va a volver a golpear… entonces voy a tener que matarlo.-

-Estás loco.-

Habíamos llegado, intenté darle un beso de despedida pero me respondió con una sonora cachetada.-

Dolió pero valió la pena porque Nadia debió sentirse liberada, estaba sorprendida de su reacción, entonces deshabilitó el seguro de la puerta pero yo lo volví a activar desde mi lugar.

-Solo una última cosa, ten.-  le di una tarjeta. - necesitas contratar a una muy buena licenciada, la he investigado, sé que no puede ser comprada por tu esposo, pero también checa tú su reputación, no solo seas prudente, también desconfía.-

-Me parece un buen consejo, aunque no tan alentador.-

Cuando me dijo esto por primera vez la veía resuelta, determinada.

Por fin la dejé en libertad, mientras la admiraba caminando unos cuantos pasos para entrar en la seguridad de su casa, recordé la historia de medusa.

Como ella, mi adorada Nadia había sido la más hermosa doncella, la celosa aspiración de muchos pretendientes y sacerdotisa del templo de la Diosa Atenea, pero cuando fue violada por Poseidón, el Señor del Mar en el mismo templo, la enfurecida diosa había transformado el hermoso cabello de la joven en serpientes.

Desde que comencé a espiar a Nadia me había llegado a obsesionar con liberarla del yugo impuesto por su déspota marido, su esencia había sido gradualmente despojada por su esposo, en ese momento se encontraba a su merced, completamente maniatada, así es que por sus propios medios mi amor jamás adquiriría el coraje para despertar y reconocer la realidad.

Tenía que arriesgarme, quizás a Nadia le ayudaría a salir de su letargo el vivir nuestra traumática experiencia, al parecer todo esto fue la gota que derramó el vaso porque mi amor por fin adquirió el valor de tramitar su divorcio, fue fácil para la licenciada conseguir un ventajoso acuerdo, contaba con un sin fin de contundentes pruebas de infidelidad, abuso, violencia física y verbal.

Por si fuera poco, también le envié a la Licenciada pruebas de la adjudicación de millonarios contratos en la empresa de Héctor, gracias a los sobornos que le hace a los contactos que mantiene en el gobierno.

En cuanto me enteré que se había firmado el divorcio, le mandé un mensaje a Nadia para felicitarla, después le advertí:

O:Vas a sufrir un síndrome de abstinencia, pero no debes mantener ninguna clase de contacto con tu ex, necesitas bloquear el estímulo que te representa, ese apetito, esa necesidad de ser maltratada que ha despertado en ti.

N:Y también te extraño a ti, pero tienes toda la razón, así es que aunque me duela te voy a tener que bloquear, adiós.

O:Espera…solo quiero que sepas que en verdad te amo…

Nadia no alcanzó a leer mi último mensaje, aunque me doliera hasta el alma tenía la obligación de resignarme y dejarla en paz, no merecía su perdón, ni el de Vianey. Pero su bloqueo en cierta forma también me reconfortó, Nadia necesitaba aprender a controlar el aspecto oscuro que Héctor le había mostrado, claro que no sería fácil para ella intentar regresar a relacionarse con alguien más y vivir menores intensidades sexuales, sería como si después de haber consumido una fuerte droga se intentara conformar con una aspirina.

Además del divorcio, Héctor tiene una orden de restricción, no se puede acercar a Nadia.

Hace unos días me enteré de que madre e hija se regresarían a vivir a la ciudad natal de Nadia, volverían a comenzar.

Así es que ayer fui al aeropuerto, me conformaría con verlas aunque sea de lejos, con mi cámara hice un zoom para tomarles discretamente una última foto, se veían divinas, parecían hermanas, platicando y riendo, disfrutando alegremente un rico café, en ese instante vino a mi mente la canción “Confesión”:

“Fue a conciencia pura, que perdí tu amor, nada más que por salvarte, hoy me odias y yo feliz, me arrincono pa llorarte...”

Gracias a las dos ha desaparecido mi habitual dolor de espalda, les estaré eternamente agradecido.

Subí a mi auto entendiendo que debía aprender a lidiar con la aceptación de la libertad de los demás, seleccioné “Renacer” de Zoé, era tiempo de resucitar el corazón de entre las ruinas.