Vigilando a Nadia V

Al día siguiente asistí al concierto. Vianey representaba para mí un fruto prohibido, pero me fue imposible no sacar ventaja de su ingenuidad ¿O habrá sido al revés?

Vianey y yo acordamos vernos frente a la puerta de acceso correspondiente a mi merecido boleto.

Nunca olvidaré ese hermoso sábado cuando la vi en persona por primera vez; llegó puntual; mientras nos saludamos de beso no pude evitar sentirme nervioso. Me avergüenza admitirlo pero me intimidaba su juvenil y cautivante personalidad, fingiendo seguridad le pregunté:

-¿Entramos?-

-No… yo no tengo boleto… voy escuchar desde aquí afuera esperando a que mi mamá venga por mi.-

-¿Cómo crees que podría disfrutar el concierto sabiendo que tú estás solita afuera? Te voy a comprar un boleto.-

-Nooo… como crees… ni siquiera me arreglé bien.-

Percibí sinceridad en su tono de voz; Vianey no lo sabía, pero cualquier atuendo le sentaría de maravilla, incluso si portara hábito, cofia y velo se vería muy bien, porque no se ocultaría su rostro divino.

-Pero si estás guapísima, anda vamos… sirve que no estoy solito.-

La joven levantó sus tiernos hombritos accediendo por fin a mi inocente invitación; para no tener que formarme compré el boleto a un revendedor.

Ni siquiera le regatee el precio, no fuera que Vianey se arrepintiera y se quisiera echar para atrás.

Esperábamos sentados el comienzo del espectáculo, me sentía un tanto cohibido, Vianey bien podría pasar como mi hija, no sabía ni que decir, me veía como un asalta cunas, en cambio la hija del amor de mi vida se veía cómoda, confiándome todo acerca de su vida, sus gustos, temores, problemas, incomprensiones.

Yo solo la escuchaba absorto, o mejor dicho hechizado, admirar a Vianey me hacía infinitamente más feliz que por ejemplo, ver a 25 hombres (árbitros incluidos) corriendo tras un simple balón, aunque fuera la final de la Champions.

La jovencita me lanzaba sus conjuros de amor, hasta que por fin, se apiadó de mí y detuvo su ataque cediéndome la palabra:

-Pero que grosera soy… yo solo hable y hable de mí y no sé nada de ti…-

¿Qué #%$%#-%  le podría decir? Mi vida para nada era tan interesante y llena de ilusiones como la suya, además mi autoestima no era del todo elevada; ni modo de confesarle que me veía como un detestable y pervertido mirón que había quedado prendado de su mamita y por si fuera poco empezaba a caer perdidamente enamorado de la hija.

Tratando de distraerla y amortiguar su natural curiosidad solo se me ocurrió cantar:

-Yo: No soy de aquí… ni soy de allá… no tengo edad… ni porvenir… y ser feliz… es mi color de identidad…-

Vianey sonrió y me comentó:

-No conozco esa canción… ¿Es nueva?-

-Tendrá unos 50 años.-

-Pues estará viejita pero está padre… pero dime… ¿Cómo te podría pagar el detalle de invitarme al concierto?-

Trataba de respirar pausadamente pero esto mismo propiciaba que me empezara a agitar, apreté mis manos como implorando ser iluminado para no echar a perder la confianza que hasta el momento me había ganado, lo mejor sería tratar de ser prudente:

-Pues… no te preocupes… con tu compañía es más que suficiente.-

Debo ser sincero, mi única intención era que la adorable joven y yo nos lleváramos bien, seguir la clásica estrategia de usar al hij@ para llegar a la madre. Sé que esto es ruin y manipulador, pero recuerden mi obsesión por Nadia, además todo el mundo está de acuerdo: en la guerra y en el amor todo se vale, no sé si fue para mi buena o para mi mala suerte, la cuestión es que Vianey insistió:

-Es que en serio… me gustaría mucho agradecerte… además me ayudaste a pasar matemáticas.-

En “el arte de la guerra” Sun Tzu aconseja: “Vencerá el que sepa cuándo combatir y cuándo no”, pero al igual que su madre, Vianey era muy amable, atractiva y complaciente, así es que mi primer error fue no mantener una distancia prudente.

Intentaría acercarme, pero solo un poco, pidiendo a Dios no llegar a asustar a Vianey me aventuré a proponer:

-Bueno… si tan orgullosa eres… y… si así lo deseas… pues… después me mandas una selfie… pero solo si no te incomoda.-

-Ay qué pena… ¿para qué querrías una foto mía?-

-Nada más y nada menos que para tener siempre presente a la más lista de mis alumnas.-

Mi pícara amiguita me respondió coquetamente:

-¿Solo me aprecias porque me consideras lista?-

No me quedó más remedio que proseguir con el combate que recién había comenzado, ahora que escribo esto entiendo que quizás me excedí un poco:

-Por supuesto que no… también me encantas porque eres mi alumna más linda…y si te llegaras a animar a mandarme tu foto me demostrarías que también eres la más valiente.-

Vianey se veía preciosa riendo con naturalidad y soltura, no tenía idea de que su juventud y belleza arrancaba suspiros a los hombres maduros como yo.

-¡Estás locooo! No sé si sea la más linda pero por supuesto que soy valiente…-

-Sí que eres la más linda…-

En ese momento se apagaron las luces y nos pusimos de pie, Vianey aprovechó para recargar su mejilla en mi pecho, como si me conociera de toda la vida. Después de olerme me compartió:

-No sé por qué… pero me inspiras tranquilidad y confianza…me gustan tus ojos… y tienes el mismo aroma que mi papá.-

Haciendo un zoom en la cámara PTZ que monitoreaba la recámara de su progenitor, había descubierto cuál loción acostumbraba usar.

Estar tan cerca de Vianey me doblegó, mi plan original empezó a sufrir un ligero punto de inflexión, empecé a añorar unirla más a mí.

Cómo les comenté anteriormente, había leído algunas de sus conversaciones en WhatsApp, es algo que también hacen las marcas, nos espían por internet para enviarnos publicidad personalizada, sé que esto no me justifica pero yo conocía sus gustos, incluso alguno que otro inconsciente anhelo. Impulsivamente me dispuse a usar esta valiosa información a mi favor.

El concierto comenzó con “Arrullo de estrellas”, para mí esto fue una señal providencial, en el interludio me aventuré a expresarle:

-Te dedico esta canción… vas a ser una mamita muy linda y muy especial.-

La joven levantó su mirada dirigiéndola hacia mí, se veía agitada y sus ojos cafés brillaban. Se había aplicado sombra azul en sus párpados y no llevaba maquillaje en su terso rostro, claro que no lo requería, unos cuantos barritos le daban más color y brillo a sus preciosas mejillas.

Vianey no usaba lentes pero su belleza me recordaba enormemente a Nadia, si acaso la piel de la madre era un poco más blanca e incipientemente pecosa.

Su pregunta me sorprendió:

-¿En verdad lo crees posible?-

Me parecía imperdonable que lo dudara, me situé detrás de ella para susurrarle al oído la realidad:

-Por supuesto, así será, tienes un gran corazón.-

Apoyé mis manos tímidamente en su estrecha cinturita, dando por hecho que las retiraría en ese mismo instante.

Para mí beneplácito la joven descansó su espaldita en mí pecho.

Su piel emanaba Shalimar, seguramente se lo había robado a su mamá; si bien me deleitaba el aroma de su perfume, me embriagaba más el buqué de sus feromonas.

De la bolsa trasera de su shortcito la despojé de su estorboso celular, fue como quitarle un caramelo a una dulce niña, entonces flexioné un poco mis piernas, mi nena respondió descansando con insolencia en mi virilidad sus firmes y redonditos glúteos. No pude evitar responder a su ataque restregando mi erecto pene, la lolita supo contener mi asedio estoicamente, así es que la sangre me empezó a hervir de la emoción, moría de ganas por traspasar mi pantalón y el shortcito de mezclilla de mi doncella.

Ya cuando acordé me encontré lamiendo el sudor que emanaba la erizada piel que cubría el expuesto y apetecible cuellito.

El corto y lacio cabello de Vianey iba adornado con mechones azules, este color me ayudó a recordar su inocencia virginal y regresar a la cordura, la jovencita era un fruto inalcanzable y prohibido.

En cuanto terminó la canción aproveché para pedir perdón por mi injustificable invasión:

-Lo siento mucho… no me pude contener princesita.-

-No te disculpes papi… es lo mejor que me ha pasado.-

-Es que estás en una edad en la que eres influenciable… no me quiero aprovechar de tu inocencia.-

-Tonto, soy yo quien se está aprovechando de ti.-

Si bien yo había comenzado las hostilidades, intentaría huir medrosamente, debía hacer entrar a Vianey en razón.

Necesitaba encontrar alguna distracción para replegarme, en cuanto escuché el riff del sintetizador con que inicia “Hielo” le dije:

-Esta canción se la dedico a mi ex.-

Ahora sí, ansiaba platicarle de mi vida, que recapacitara, que viera que no era un buen partido, que se diera cuenta que no sabía nada de mí, que yo era peligroso.

Pero Vianey estaba preparada, sí conocía esta canción a la perfección, en lugar de incomodarse me comprendió:

-¡Oh! ¿Estaba contigo por puro interés?-

Soy tan torpe que cometí un nuevo error, dejándome llevar por la confianza que Vianey me inspiraba le confíe una de mis penas en el amor:

-Yo pienso que sí porque me abandonó en cuanto me enfermé.-

-¿Y ahorita no estás con alguien más?-

No era tanto que me quisiera victimizar, lo que pasó fue que su atención y escucha me motivó a abrirle mi corazón.

-Llevo mucho tiempo viviendo solo y deprimido.-

Me sentí dichoso y agradecido cuando mi ángel con sus alitas cubrió mi cara.

Entonces proclamó el ofrecimiento de su custodia:

-Eso tiene solución… tanto tú como yo somos libres… Oscar… papi…yo te haré compañía, te curaré… te haré muy feliz.-

A pesar de su inexperiencia, la joven consiguió una fulminante victoria  ante mi iluso intento de resistencia, era tan libre y segura que tenía una infinita capacidad de amar.

En cambio yo, solo había sido un cobarde, me empezaba a exasperar ante mí exagerado culto a la razón, no era el mejor momento para ser tan obstinado y sistemático. Jamás podría ver a Vianey tan solo como una simpática y agradable amiga ¿Cómo pude ser tan ingenuo y maquinar tan terrible herejía?

Lo único que podía hacer era agradecer a Vianey por existir y ser la cura perfecta ante mi actitud soberbia de querer siempre tener la razón y que las cosas salieran a mi egoísta conveniencia.

Su manifestación bastó para volver a mantenerme cautivo, su Alteza Real había derrocado a su Majestad Nadia, usurpando el reinado en mi corazón, no tenía idea de si sería para siempre o solo durante lo que restaba del día, pero no era momento para pensar en el futuro, seguiría el ejemplo de mi ángel guardián, enfocándome en tan solo disfrutar.

Todos querían estar lo más cerca posible al grupo de rock alternativo; excepto nosotros.

Mi salvadora me ayudó a escapar, tomándome de la mano para raptarme guiándome hacia el paraíso; nunca imaginé que lo encontraría escondidos bajo las gradas, en el rincón más oscuro y apartado del estadio de béisbol.

En cuanto llegamos al Edén su majestad me empujó para que pudiera apoyar mi espalda en la pared.

Si bien yo estaba habituado a querer tener todo bajo control, en esta ocasión preferí caer rendido bajo la protección y dominio de Vianey, mi corazón.

Mi reina reconocía mi existencia y me regalaba un poco de su valioso tiempo, yo solo ansiaba estar a la altura de mi humilde conquistadora, doblegándome ante su amor y nobleza.

Sin decretar palabra alguna mi nena apoyó sus manitas en mi pecho y después acercó a mi boca sus apetitosos labios pintados de rosa, abriéndolos me invitó a entrar en su candor…

Jamás podría haberme resistido a su impecable manifestación de seducción… Comenzamos dándonos un beso tierno y sutil; terminamos devorando salvaje y lascivamente nuestras lenguas.

Ni en mi juventud llegué a experimentar tal nivel de intensidad y estremecimiento.

Sabía de antemano que después me arrepentiría de traicionar a Nadia, pero decidí cambiar de religión, olvidaría mi devoción hacia la madre, después de todo, la hija merecía toda mi atención.

Mi vencedora correspondió a mis plegarias en forma de suspiros, no era zurda como su mamita así es que diestramente bajó el cierre de mi pantalón y se las ingenió para empezar a jugar con el ansiado falo, palpándolo como si fuera de su propiedad. Yo simplemente la dejaba hacer, era mi tributo como parte de su conquista, mi cuerpo, mente y alma eran de su entera propiedad.

Vianey me brindaba una cátedra acerca de lo que representa ser libre y valiente, arriesgándose a amar sin restricciones, más que follada, ser preñada era su anhelo más profundo.

El arte de la guerra también aconseja: “Si no puedes desalentar sus deseos, afila tus armas para conseguir la victoria.”

Bastaba oír su respiración para entender que el cuerpo de mi nueva Diosa imploraba ser adorado, una necesidad psicológica y biológica que yo como su fiel seguidor debía satisfacer a como diera lugar.

En muchas ocasiones atacar es una de las mejores formas de defenderse, inmiscuí mi brazo derecho por debajo de su blusita y de su juvenil sostén, para rozar y después palpar con mis yemas sus erectos pezoncitos.

Estaban tan firmes como 2 diamantes libres de cualquier impureza.

Si bien eran un tanto estrechos los glúteos de mi linda mujercita, su silueta era tanto o más pronunciada que una curva peligrosa.

Impulsivamente decidí descansar mi mano izquierda en sus nalguitas, ahora era yo quien trataba de aprisionarla, sentía horror ante la mera posibilidad de que Vianey se arrepintiera de asediarme y llegara a intentar emprender una retirada estratégica.

Aunque los senos ya mantenían una proporción adecuada, me las ingenié para apretujar los dos al mismo tiempo usando solo mi mano derecha.

Mi reina contraatacó empezando a masturbarme, con su suave manita agitaba mi polla lentamente, pero sin cesar.

Ante tal intrusión no podía quedarme cruzado de brazos, bajé el cierre de su shortcito, a como diera lugar tenía que vengarme haciéndole lo mismo que ella hacía conmigo.

La suave pantaletita de niña buena se interponía como si fuera una muralla, pero use mis dedos, como si fueran cañones disparando potentes proyectiles.

Los apasionados gemidos de mi amor y la sensación de lubricación en mi mano me indicaron que iba por buen camino.

Gracias a mi ataque la prenda íntima comenzó a ceder y mi niña a consumirse, sus preciosos ojos se perdían mientras dejaba caer su cabeza hacia atrás.

Aproveché que había bajado la guardia para con mis dedos desabrochar el botón y derrumbar su fortaleza, el ajustado shortcito y las braguitas ahora descansaban en los muslitos de mi amor.

Por si alguien llegara a acercarse decidí proteger a Vianey faltándole al respeto; la abracé y voltee como si fuera un boxeador marrullero.

Ahora mi reina estaba contra las cuerdas, completamente a mi merced, descansando su espaldita en la pared.

Nuestras bocas empezaron a encontrarse al mismo tiempo que las yemas de mis dedos besaban sus jugosos labios vaginales.

Vianey estaba apeteciblemente expuesta e indefensa, no pude evitar avanzar en mi ventajoso ataque, lentamente fui introduciéndole mi dedo medio, hasta que empecé a estimularla, siguiendo gradualmente el ritmo del riff de "Dead", la canción que recién comenzaba.

Era como si estuviera requinteando pero en lugar de una guitarra, prefería digitar la intimidad de mi provocativa adversaria.

El cuerpecito de Vianey vibraba como las cuerdas de un instrumento musical, pero lo que más me deleitaba era el celestial canto que empezaba a emitir.

Su acústica comenzaba a opacar el concierto, así es que comenzamos a tratar de mitigarla besándonos  con más desesperación.

La vaginita de mi nueva Diosa ya contaba con una adecuada dilatación, era tiempo de agregar mi índice para tocarla, ahora con 2 dedos, al ritmo de la canción “Nada”.

Los 2 tratábamos desesperadamente de jalar aire… en cuanto terminó la canción también detuve la masturbación, pero mis 2 dedos permanecieron en lo más profundo de la estrecha vaginita, firmes como una roca golpeando las olas del mar, así es queVianey fue quien sin piedad me lanzó su ataque más letal expulsando mi mano invasora al bendecirla con su sacro rocío.

En cuanto retiré mis 2 dedos las secreciones vaginales empezaron a fluir recorriendo la cálida vulvita, era momento de adorar a mi Diosa, me arrodillé para nutrirme y a la vez también secar sus deliciosos muslitos, degustando su aromática crema, rindiéndome ante la corriente de su río.

Esto le daba tiempo a Vianey de volver a respirar y recobrar su infinita energía.

En cuanto me levanté para darle un fraternal abrazo y hacer las paces, mi bebecita no estuvo de acuerdo por lo que decidió retomar su ataque. Aunque me había doblegado, la muy canija quería seguir apabullándome, aprovechó mi distracción para volver a profanarme palpando mi glande con su manita izquierda y frotándome con aforo con su manita derecha.

Cada vez apretaba con mayor rudeza mi pene, a tal punto que no tardó en asfixiarlo, al mismo tiempo me encajaba sus colmillos en mi expuesto cuello, como si fuera una vampirita a punto de morir de sed.

Imploré una tregua suplicando a mi amor detener su serio atentado:

-Espera mi amor… no se trata de tan solo llegar a nuestro destino… lo importante es disfrutar el camino.-

Mi ángel guardián se apiadó, por el momento había empezado a solo acariciar tiernamente mi verga, entonces se puso de puntitas para susurrarme al oído:

-Cuando se goza… no puede uno estar equivocado.-

No sólo tenía toda la razón, también tenía el derecho divino de manejarme a su antojo, así es que reanudó su abuso volviendo a masturbarme con mucho afán, pero sobretodo con mucho amor.

Tuve que cerrar los ojos para atender la sabiduría de mi reina, entonces me dejé caer al precipicio y descargué mi semen en su tierna manita izquierda…

Hacía tiempo que había vaciado por completo mi eyaculación, pero con su manita derecha Vianey me seguía exprimiendo sin piedad.

Para no desfallecer tuve que recurrir a toda mi artillería y asediarla con mi ataque más desesperado, alevosamente empecé a cachetear una y otra vez su clítoris, ahora al ritmo de las percusiones de la canción “Reptilectric”, como si mis dedos medio e índice de mi mano derecha fueran 2 baquetas.

En cuanto terminó la canción se empezó a escuchar desde su interior ¡chap chap! Los líquidos reales comenzaban a desbordar la capacidad de almacenamiento de su vejiguita, era como si mis dedos chapotearan en una presa a punto de colapsar.

Como dicen, más sabe el diablo por viejo que por diablo, con los años he ido perfeccionando mi técnica en el arte de complacer a una verdadera mujer. Conocía muy bien la ubicación del punto G de mi bombón, a dos falanges del interior de la vaginita, en dirección hacia la sensibilidad de su clítoris.

Con mis 2 baquetas realizaba ligeras presiones en círculos, variando la velocidad y de manera intermitente, de esta manera aumentaba gradualmente la presión en las glándulas skene, las encargadas de producir el saciante líquido eyaculatorio.

Vianey respondió a mi ataque dejándose llevar por su excitación, moviendo instintivamente su pelvis hacia adelante y apretando sus nalgas vibrantes para de esta manera contraer sus músculos y gozar más, generando las energía más poderosas del Universo: confianza y lealtad.

Al unísono del coro de la canción "Via láctea", desde la uretra de mi nena nació un manantial de chorros y chorros de su colmante líquido eyaculatorio, concediéndome su misericordiosa amnistía.

La canción había terminado, pero mi amor continuaba aumentando la presión de su squirting, como si fuera un géiser de fuente inundando todo a su alrededor.

Completamente regocijado sentí como si un diluvio me hubiera purificado.

Solo se me ocurrió implorarle:

-Así te quiero ¡siempre mojadita! ¡Tan llena de vida mi amor!-

Por si fuera poco mi Diosa respondió a mis plegarias empapando su rostro también, se veía esplendorosa liberando de sus ojos sin prejuicio alguno, lágrimas de desbordante alegría...

En ese instante Vianey desfalleció dejando caer en mi abrazo su inerte cuerpecito, este pesaría cuando mucho unos cincuenta kilitos de puro amor.

A fuerza de besos sequé su rostro y aproveché que nuevamente había bajado la guardia para chupar sus barritos succionando la grasita en su acné, su sabor era mucho más sabroso que el dulce y jugoso litche que se da en la huasteca potosina.

Entonces cumplí con mi deber, fui un fiel súbdito y le quite su empapada ropa a su majestad, solo un instante permaneció desnuda porque inmediatamente la arropé con mi sudadera "Programaton Zoé", como si preparara a mi niña para dormir plácidamente, ahora que por fin había sido vencida por el cansancio.

Su única y nueva prenda parecía un sensual y corto vestidito; ahora era yo quien la guiaba cargándola y acomodándola en el asiento más próximo, dándole tiempo a mi vida para que tomara aire y pudiera descansar.

Yo la abrazaba melosamente, como si la tratara de arrullar y confortar.

Entonces le confesé cantándole al oído:

-"…Tengo ganas de ser aire… y me respires para siempre… pues no tengo nada que perder…”-

Entonces dormitó un poco pero la reanimó el ritmo de la canción “Love”, en cuanto Vianey abrió sus hermosos ojitos y me vio cubrió su cara con sus palmitas y exclamó sorprendida:

-Ayyy… pero que pena… pero si te mojé todo.-

-Para mí ha sido maravilloso… me regalaste mucho amor y muchísima más confianza… ¡Siento que he vuelto a nacer¡

Mi dadora de vida se ruborizó diciendo:

-No exageres bebé…-

-“La alegría fecunda; el dolor da a luz”… cuando me bañaste con tu squirting liberaste oxitocina… entonces se creó un vínculo muy especial entre tú y yo… -

-Mmm… me estás vacilando ¿Verdaaad? –

-Estoy hablando muy en serio… me sentí extasiado… inmensamente vivo… , pero como no me crees y como te consideras una niña mala por haberme refrescado…te voy a reprender… no porque yo sea malo… te castigo más que nada para que te sientas mejor.-

Sin dejarla renegar la tomé del brazo para que se pusiera de pie, entonces le di una nalgada y la agarré del cabello, obligándola a ponerse de puntitas para que yo no me tuviera que flexionar mientras devorábamos nuestras lenguas. Mi ángel volvió a sacar sus alas para cobijarme en forma de abrazo.

Me sentí volando hacia el cielo mientras me deleitaba escucharla cantar con gran sentimiento y desentonación:

-“ Love… love… love…”

Para mí pesar en cuanto se terminó la canción Vianey fue a tirar su ropita a la basura, entonces regresó, solo quedó una canción. Esta la disfrutó abrazándome mientras bailaba con una gracia sin igual.

En cuanto terminó el concierto y se encendieron las luces, entró una llamada, Su mami le estaba marcando con puntualidad. Le regresé su celular, ella contestó poniendo el altavoz, Nadia le explicó  que había tráfico.

Mi nuevo cielo le dijo:

-Pues me puedo ir con Sonia… ella me puede llevar a la casa.-

Su guardiana no aceptó la atractiva propuesta, alcancé a escuchar la suave y melodiosa voz de mi antiguo amor que le decía:

-Espérame donde te dejé.-

-Nunca vas a llegar, mejor le camino para encontrarte.-

-Es peligroso.-

Le susurré mi idea Vianey y ella la expresó:

-Mándame tu ubicación en tiempo real por Whatsapp.-

Nadia así lo hizo, aun tendríamos varios minutos más para estar juntitos, todos querían salir pronto, solo nosotros no teníamos prisa, decidimos volver a sentarnos.

Como si no me interesara demasiado saber más de su madre le comenté:

-Tu mami está muy al pendiente de ti… eso está muy bien.-

-Pues sí, pero exagera, ahorita ya habría llegado a donde está, pero lo bueno es que puedo estar contigo un poco más.-

-Y tu papá ¿Por qué no viene con ella?-

-Mi papá trabaja mucho, casi no lo veo, de hecho es algo distante conmigo y también con mi mamá… y ella es muy paciente pero creo que se pasa… el poco tiempo que mi papá está en casa casi no le habla… pero ella no le reclama ni le exige más atención.-

-Es más común que las mujeres se repriman sexualmente y que los hombres reprimamos nuestra capacidad de amar… de ser sensibles… los hombres sí podemos ser más cariñosos, incluso permitirnos vernos vulnerables pero la sociedad nos inculca que no debemos vernos débiles.-

-Pues sí... dicen que no está bien que los hombres lloren.-

-Así es... Y las mujeres pueden permitirse más libertad para disfrutar en el deseo sexual… pero, si una mujer se libera es considerada por la sociedad como una amenaza… un mal ejemplo…-

-¿Entonces qué se podría hacer para que mis papás se lleven mejor?

-Algo que ayudaría mucho a las parejas con problemas en su relación sería que tomaran conciencia de que el amor no debe anular a la sexualidad, ni el goce sexual debe anular al amor… es decir… el amor no tiene que estar peleado con el placer…más bien se pueden complementar…-

Le di una vista a su celular y le indiqué:

-Mira, tu mamá, ya está más cerca, te acompaño hasta la entrada.-

-¿Solo hasta la entrada?-

-No vaya a ser que te castigue si te ve hablando con un hombre mayor y desconocido.-

-Tú no eres ningún desconocido… te voy a presentar.-

Por supuesto que anhelaba ver a Nadia por primera vez, frente a frente, pero no era el momento adecuado:

-Creo que se asustaría y ya no te daría permiso de volver a salir… lo dejamos para un momento más propicio ¿Ok mi amor?...-

En eso llegamos a la entrada:

-Bueno, ha sido increíble… como te dije… es lo mejor que me ha pasado en mi vida ¡Te amo! ¡Te adoro! Muchas muchas gracias por todo... espero verte pronto para regresarte tu sudadera.-

-Preferiría que la conservaras… a ti se te ve muchísimo mejor que a mi corazón y eres tú quien ha estado sensacional.-

-Gracias… conservaré tu sudadera por siempre.-

Mi nuevo amor se volvió a poner de puntitas, primero puso sus manitas en mi pecho y después en mi cuello para bombardearme con muchos tiernos y largos besitos.

Al levantar sus bracitos para abrazarme también se levantó su atractivo atuendo, había algo de luz y aún había gente quitando los puestos de souvenirs alrededor.

Con mi mano derecha sostuve mi sudadera para que no quedara al descubierto y se exhibiera su respingón trasero.

Con la izquierda no podía dejar de acariciar su húmedo cabellito, había sudado tanto que parecía que acababa de bañarse.

Hizo una pausa para cuestionarme:

-¿En verdad he estado sensacional?... ¿En verdad crees que soy chida?-

-Mi amor... eres una estrella que ilumina mi vida... Vianey significa mujer viva... eres más que chida... infinitamente chida.-

Mi amor irradió una contagiosa y pícara sonrisa, entonces suspiró, estaba por responderme cuando la interrumpió el sonido de su teléfono, su mamá había llegado.

Alegremente Vianey caminaba de espaldas, sin dejar de enviarme besitos al aire y señales de abrazos.

Caminé hacia mi carro sintiéndome extasiado, confundido y mortificado a la vez.

Vianey era un ángel, en cambio yo…

¿Cómo reaccionaría si conociera mi intención de separar a sus queridos progenitores?  ¿Y si supiera que a pesar de lo que habíamos compartido me costaba  renunciar a mi obsesivo deseo por su madre?

Me sentí fatal al darme cuenta de que me había comportado de una manera despreciable, había hackeado el corazón de Vianey y de momento tan solo la había utilizado para saciar mis más bajos instintos.

Mi alma estaba en peligro, quizás ardería en el infierno, pero valdría la pena el riesgo a cualquier tipo de castigo porque mi recompensa fue el milagro que mi salvadora me brindó, a través de su sacrificio había empezado a transformarse el agua de mi tristeza en un vino de alegría.

Dicen que al que a 2 amos sirve con ninguno queda bien así es que ahora me encuentro con un dilema ¿En quién me debo enfocar? ¿En Nadia o en Vianey?

La hija ya me corresponde plenamente, pero está la cuestión de la diferencia de edad, además la madre ni siquiera me conoce y se encuentra controlada por su Señor.

No sé si sea capricho, obsesión o ¿Por qué no? Amor, pero aún la sigo viendo como mi alma gemela, mi complemento, el amor de mi vida.

Me interesa conocer el punto de vista femenino (el masculino ya lo conozco).

Si tienen algo de tiempo, les agradecería mucho a mis amables lectoras me envíen un correo, expresándome su muy valiosa opinión.