Vientre de alquiler
La pareja ahora ha cambiado, están horizontales uno sobre otro, se besan, ella abre sus piernas y lo engancha a él por detrás de su cintura, el apunta su polla a la vulva encharcada de mi esposa, acomoda con su mano el ariete, juguetea con el glande tocando la vulva de un extremo a otro...
Esta es una de esas historias en donde demuestra el ser humano las estupideces que puede cometer…de las que te arrepientes toda la vida. Los motivos que nos llevaron a estos errores, fue la falsa idea de que el dinero se hace fácil sin nada que exponer, ciertamente estábamos pasando momentos económicos difíciles y barajamos todo tipo de posibilidades pero los intereses de los préstamos bancarios no los podíamos pagar y la hipoteca nos estaba ahogando tras las facturas de la electricidad, agua, seguros y la manutención diaria de una familia. Pasaron varios días, y una mañana mi mujer comenta una disparatada y loca idea que la fue fundamentando hasta tenerme convencido.
– Ya tenemos un hijo… sé lo que es estar embarazada y tener un parto, ¿Por qué no alquilar mi vientre?, soy sana, joven aún, hay parejas que no pueden tener un hijo y algunos pagarían fortunas.
– ¿Estás loca…? ¿Quieres vender tu vientre?, le digo preocupado – Eso es ilegal.
– Si se hace bien No. Unen en “in vitro” un espermatozoide y un óvulo de la pareja que no puede concebir, luego un médico en una clínica, quirófano o sala estéril lo inserta en mí útero, no es nada más que eso… todo normal, explica ella.
– ¿Y nuestra familia y el vientre cuando empiece a crecer?, pregunto yo.
– Aquí en este barrio no nos conoce nadie, puedo disimularlo unos meses con ropa holgada y no ver a la familia los últimos tres meses, añade ella.
– Bueno, ponemos el aviso y vemos que pasa, no creo que se presente nadie, no perdemos nada con probar, estamos a tiempo de arrepentirnos, le digo a ella.
Le tome unas fotos a ella, difumine sus ojos para salvaguardar la intimidad y publicamos el aviso en internet con un teléfono. No hubo llamadas y nos olvidamos del tema. Dos meses después recibimos una extraña llamada, la persona sabía nuestros nombres y sabía lo del aviso, ¿pero cómo es posible…? Una voz femenina que se identifica como abogado, nos dice que su cliente está muy interesado en lo ofrecimiento y que quiere entrevistarse con nosotros en su casa, un coche nos pasaría a buscar esa misma tarde. “Joder, ¡también sabía nuestra dirección!
A las 16:00 puntualmente, una limousine con chófer nos pasa a buscar, tras andar dos horas llegamos a una lujosa, aislada y antigua mansión, tras atravesar varios controles de seguridad llegamos a la puerta, donde nos recibe un mayordomo ataviado como en el siglo XIX, nos conduce a un estudio totalmente insonorizado, donde hay dos personas, un anciano en silla de ruedas más viejo que el sol, con una botella de oxígeno y una joven mujer ataviada con ropa de ejecutiva de H&M, demasiado sexy para serlo…. La joven se presenta como, abogada del anciano, luego vemos que en el escritorio hay una carpeta con fotos y datos nuestros, hasta nuestras historias clínicas. El anciano, respira, toma la palabra.
– Me llamo Napoleón Rossetti, dueño de la empresa “Global Food” y accionista importante del Grupo Aliment Mittal, tengo una gran fortuna, mi abuelo inventó la fabricación de alimentos en lata para Napoleón en el siglo XIX, de ahí mi nombre, busco que mi hijo, ese inútil… tenga un hijo antes que yo llegue a fallecer, un nieto al que dejarle mi Imperio, la elegí a usted por su gran parecido con una novia de mi juventud, mis detectives y unos amigos que me deben favores, han obtenido sus datos como pueden ver sobre la mesa, tengo a mi abogada presente para elaborar un contrato en caso que decida aceptar, estoy dispuesto a ofrecer…50.000 euros añade el hombre.
– ¡Acepto! Grita riendo mi mujer.
– No se apure, calma señora que no es tan sencillo, muchas mujeres se dejarían preñar de gusto, para quitarle al cabeza de chorlito de mi hijo todo lo que heredé, sabe no confío en clínicas, suelen confundir las muestras o no servir luego… (silencio, hace una pausa, respira oxigeno) quiero que sea por… INSEMINACION NATURAL, añade el viejo.
La cara de mi mujer ha perdido su risa a sorpresa, desencanto, confusión y pregunta.
– ¿Eso…quiere…decir…?
– Coito, relación carnal, quiero verlos, estar presente, ver la concepción de mi nieto, esa es una de las condiciones, añade el anciano.
– ¡Quiere que me deje follar por su hijo, preñarme y verlo…, es usted un viejo verde, perverso y degenerado, búsquese una puta, váyase al infierno! Responde mi mujer enfurecida.
– Estoy dispuesto a subir esa cifra a 80.000 euros, por ser usted la madre de mi nieto, insiste el anciano.
– Nos dirigimos hacia la salida de la habitación, mi mujer indignada caminaba a paso firme y acelerado.
– ¡100.000 euros! Gritó el anciano casi ahogándose.
Seguimos sin hacer caso, bajamos las elegantes escaleras, desde el atrio de la escalera, la joven abogada, grita…
– ¡Mi cliente está dispuesto a pagar 150.000 euros… y es su última oferta!
Inesperadamente mi mujer se detiene, me mira… – Es mucho dinero por un polvo con un desconocido… 150.000 € à 15 minutos a 10. 000 euros por minuto y lo del embarazo era lo que yo vendía.
– ¿Vas a aceptar?, te van a follar. Mira que tendrá tu sangre será tuyo, le advierto.
– No hay que pensar en ello, será solo un Rossetti, precisamos el dinero, concluyó.
– Se dio media vuelta y retornó sobre sus pasos. Le grito, – ¿Estás segura?
Cuando subo ya se encontraba firmando el contrato. El viejo no puede hablar ha hecho un sobresfuerzo, habla su abogada…
– La llamaremos para que vaya a ver un ginecólogo de nuestra confianza pagado por nosotros, para que nos certifique que está sana y en condiciones de concebir un hijo, el médico nos dirá que día puede ser la concepción, en base a eso los llamaremos 24 horas antes.
El viejo sabía que una decisión de ese tipo, era difícil podría quebrar nuestro matrimonio y arruinar sus planes. Ya en casa, traté de convencerla de lo contrario, que lo pensara.
– ¿Te vas a dejar follar por un desconocido? ¿Y si está enfermo?, le digo.
– Un polvo es un polvo, sin amor no hay nada más que un tema de ejercicio físico, donde se produce la abertura de mi coño, eyaculan dentro y poco más. Podría ser como uno de tantas folladas que me han dando… ¡¿O acaso te casaste conmigo siendo yo virgen…?! Pues este va a ser un polvo más que tú no me has echado.
– Pero ahora eres mi esposa, es diferente…
– Diferente, joder… Será que tú por ese dinero no te revolcarías con 100 mujeres, te las follarías dos veces al día y te correrías a gusto dentro de su coños hasta dejarlas a toda preñadas…. Además ya firmé un contrato, en él esta especificado la buena salud de ambas partes, léelo si lo deseas está en el cuarto, añade ella.
Cuando voy a replicarle suenan dos llamadas en el teléfono, la primera el banco solicitando la puesta al día de la hipoteca, sino procederían al embargo y desalojo… El desahucio iba a ser el resultado de una serie de etapas que comenzaron con la demanda de entidad financiera para reclamar el cobro de las cuotas hipotecarias impagadas. Esta notificación nos llegó hace dos meses diciendo que podíamos paralizar el proceso finiquitando la deuda pendiente. La segunda de una reconocida clínica privada, que mañana ella tiene cita con el ginecólogo, que no tenga relaciones sexuales y vaya con ocho horas de ayuno. Me callé la boca, necesitábamos ese dinero.
Al día siguiente la acompañé, creo que solo a los astronautas le hacen tantas pruebas y análisis, PAP, mamografía, hormonas, estudios de enfermedades transmisibles, escáner genético, grupo sanguíneo, un extenso cuestionario… se tuvo que desnudar y soportar que le hicieran ecografías tras-vaginales y espéculos. Los estudios, con el destaque urgente. De la boca del clínico solo salieron dos frases…
– ¿Así que quiere concebir un hijo, cuando fue su última menstruación?…veamos
Y la otra para que se diera la vuelta, con el fin de aplicarle una inyección para favorecer la ovulación, después que el médico hubiera hecho cálculos mentales. Una semana más tarde, nos llega una invitación y un vestido muy sexy para ella, un traje para mí.
Una fiesta formal en la mansión de los Rosetti, viernes a las 21:00 horas, nos pasaría a buscar el coche a las 19:30 y podríamos vestirnos, cambiarnos allí. Como era costumbre puntualmente nos pasan a buscar, llegamos nos recibe el mayordomo y nos acompaña a una habitación, donde encontramos al anciano y al ginecólogo de la clínica, este médico, tiene una bandejita con un frasco para orina, un sobrecito, una jeringuilla, alcohol y algodón, un frasquito, una ampolla de algo inyectable.
– Necesito que orine en el baño en este tarro y luego venga que tengo que ponerle una medicación, le dice el médico.
Ella ya convencida de lo que debe hacer obedece, trae la orina y le hacen a la muestra un gravidotest.
– ¡Bien, negativo, no está embarazada! Ahora señora, bájese el pantalón y las bragas, por favor.
Toma la jeringuilla la prepara y la clava el glúteo de mi mujer, ella pega un grito… el émbolo baja y la sustancia entra en su torrente sanguíneo.
– ¿Qué... qué es? tartamudeó ella.
– Es por si está tomando píldoras o si alguien intentara hacerle ingerir alguna sin usted saberlo en alguna bebida, tipo Postinor, esto es una gonadotropina, un inhibidor de estrógenos. Puede sentir nauseas, pero es pasajero, aclara el Doctor.
Tras terminar el Doctor, nos abandona, el anciano habla…
– Entiendan que tengo enemigos y no me queda mucho tiempo. Cumplidos los últimos requisitos, esto es suyo, el restante cuando me entreguen al nieto, como acordamos… ¡Vamos cámbiese y alegren esas caras no es un velatorio! Luego, pasemos a la fiesta, les quiero presentar a mi hijo.
Me da un sobre con un cheque por 50.000 €, mi mujer lo mira con alegría, en una habitación de invitados nos cambiamos, las ropas nos quedan impecables, mi traje no lo hubiera podido comprar con todo el sueldo de un mes, el de mi mujer un Yves Saint Laurent, le quedaba impresionante, tuvo que traerse un tanga muy pequeño y sostén de breteles transparentes para que no se le notara, pues el vestido era muy corto, gris metalizado, generosamente escotado en busto y espalda, se puso medias y ligero a tono, se dejó la cabellera suelta y pintó labios de carmín “Rojo Rusia”, o sea paraba verticalmente a una locomotora con vagones cargados a tope.
Eso me carcomía iba a entregar a mi mujer, como el padre de una novia. Bajamos, yo impotente sabiendo el final de la noche, tenía en mente pescarme una gran cogorza. Pero luego Don Rossetti se encargó que no sucediera. De lejos vemos a padre e hijo juntos, mi mujer se sorprende por la diferencia de edades.
– Es un yogurín, un muchacho casi imberbe…, sinceramente esperaba alguien mayor que yo, cada vez comprendo menos, “¡El chico no es feo…! ¿Qué necesidad hay de pasar por todo esto?”, debe tener 10 años menos que yo, entre 24 o 25.
El chico era guapo, atlético, alto, ojos verdes, como los tiroleses del norte de Italia. Ya a unos tres metros de ellos, escucho al hijo hablar a Rossetti padre…
– No lo puedo creer, es igualita, es hermosa, tenías razón viejo y yo dudé de ti.
Quedan mi mujer y el chico hablando, a mi me entran a presentar gente, toda muy importante, cada vez más alejado de mi esposa, algunas personas las conocía solo de verlos en televisión, de estar desempleado en el paro desocupado pasé a tener un montón de ofertas de trabajo en empresas de renombre y otras tantas referencias, tantas tarjetas personales que no me entraban en los bolsillos. Me preguntaban mi experiencia, era buena nunca fui un pelele y mi carrera de informático con experiencia en diagnósticos de datos, hacían de catapulta. De meditarlo segundos me ofrecían puestos interesantes como la de determinar la posición actual de los servicios informáticos en relación con… Solución a necesidades, tecnología en uso y métodos de organización, puestos y perfiles. Plantear la adecuación de los sistemas al momento actual desde el punto de vista organizativo y de servicio. Potenciar la eficacia de la organización, interna y externamente. Favorecer la mejora de la calidad profesional y de la gestión interna y definir un horizonte hacia el que evolucionar a corto, medio y largo plazo…. Ese era mi discurso de aquí allá, tuve que dejar la cogorza para otro momento.
Nos sentamos en una larga mesa, yo estaba en un extremo y mi mujer con el joven en el otro. Eso era enorme por lo menos cien comensales, un banquete de reyes, música, baile…, vi bailar a mi mujer muy de lejos, pero como la mayor parte de los invitados eran de edad madura, hacia las 01:00, empiezan a irse, poco a poco se vacía el lugar, hasta quedar hacia a las 02:00 solo los dueños de la casa.
Aparece a mi lado el anciano Rossetti, con una jovencísima enfermera, me indican que los siga, subimos los tres a un ascensor privado. Se abre un piso más arriba, llegamos al fondo de un pasillo y entramos en una habitación estilo victoriano, con esas camas con columnas y techo, sábanas de seda azul oscura, potentes luces iluminaban la cama haciendo que el resto de la habitación permaneciera oscuro, invisible, en uno de esos rincones un sofá de dos cuerpos, el anciano en su silla, la enfermera y yo en el sofá.
Vi que había tres grandes pantallas de 75 pulgadas cada una, que correspondían a cada una de las tres cámaras de video enfocando a la cama, desde distintos puntos de vista… a los pies, en el lateral y en el techo. Miro al viejo preocupado…
– Es para asegurarme que se termine donde se debe, sin trucos, mi vista está muy gastada, para verlo de lejos.
Pasos, hacemos silencio en el momento en que mi mujer y el joven entran en la habitación, bebiendo champagne levemente con el punto de alegría que da una bebida espiritosa de la que no se ha abusado demasiado… Entre las risas, él saca un álbum de fotos y se lo muestra a ella. El chico se acerca, roza su cuerpo al de ella y le roba un beso, ella muy nerviosa queda congelada, el chico la acaricia suavemente, le besa los labios, el cuello, huele su cabellera poco a poco, le va quitando lentamente, pendientes, aretes, pulseras, le baja el cierre del vestido y este cae a los pies de ella, la empuja para hacerla sentar al borde de la cama y procede a quitarle, las medias tirando suavemente de ellas, solo quedan dos pequeñas prendas en el cuerpo de ella, un diminuto tanga blanco y un sostén pequeño. Él aborda el sostén, desenganchándolo dejando libre unas tetas firmes y coniformes, talla 95C, luego tira de los elásticos del tanga, haciéndola deslizar hacia abajo, dejando al descubierto un pubis rasurado, una vulva roja irrigada, medio abierta a punto, acondicionada por las medicaciones del Doctor.
Ya desnuda, el chico rompe la última barrera, la última cosa que podía echarla atrás, toma la mano izquierda de mi mujer y del dedo anular quita la alianza de oro de casada.
Ya nada puede detenerlo. Sigue con el cortejo y hunde su cabeza en el febril, caliente y ahora accesible coño de mi esposa, juega con sus dedos y muerde el clítoris, ella gime.
– ¡Uuummm, sí, sigue...así... Umm.
Se ha roto el hielo. Luego besa su rasurado pubis y sigue hasta toparse con sus tetas, estás, son grandes de pezones hinchados, debido a las hormonas que le inyectaron, muerde y juega con los pezones. La joven enfermera a mi lado, grita bajito… “¡¡Ah!!”, de sorpresa, no estaba preparada para lo que iba presenciar y se cubre la boca abochornada de vergüenza ajena. Don Rossetti mira concentrado sonriente a su vástago en acción. Ahora la que está caliente es mi mujer, que reclama con riendo con lujuria.
– ¿Donde lo tienes... dónde está?, lo quiero...
De un tirón rompe, haciendo saltar los botones de la camisa Armani de diseño del chico, luego tira de su cinto, le ayuda a bajarse pantalones y bóxer, de entre las telas surge un erecto, bien formado y de dimensiones respetables. Es una verga con una gran capullo rojo hinchado, cuyo ojo ciego está mirando al cielo. Sube a la cama desnudo, excitado, ella lo besa, recorre con su boca su torso, su abdomen musculoso muerde sus tetillas, baja por su pubis y mete la verga del chico en su boca. Con suavidad lo lame, sube y baja, mordisquea sus huevos, chupa y rechupa cada uno de sus bolas, se las traga y juguetea con ellas dentro de la boca mientras lo pajea con sus manos. Una se desliza al culo del chico y mete un dedo en el ano, él la hace girar hasta hacer un 69.
Ella gime como una perra en celo… – ¡Dame, tu leche me la quiero beber!
– Luego más tarde, ya habrá tiempo responde el chico.
Mis sensaciones están confusas, es la primera vez que delante de mí, se follan a mi mujer, quiero detenerlos pero… las consecuencias…también me genera un morbo bárbaro, deseo escucharla gemir una parte de mí dice ¡déjalos seguir!
La pareja ahora ha cambiado, están horizontales uno sobre otro, se besan, ella abre sus piernas y lo engancha a él por detrás de su cintura, el apunta su polla a la vulva encharcada de mi esposa, acomoda con su mano el ariete, juguetea con el glande tocando la vulva de un extremo a otro, muy caliente, muy mojada, no necesita ser lubricada…le pajea el clítoris, ella se lo extrae tirando con dos dedos del capuchón y se frotan ambos capullos…el masculino con el femenino, friccionando con fortaleza. La cara de mi esposa es un vergel de sensaciones, el del chico no menos. Todo ese previo alegra al viejo, él sabe como todos los presentes que una buena excitación previa favorece la producción de esperma en las gónadas… más estimulación igual a mayor cantidad y por tanto mayor posibilidad de fecundación.
En segundos el tronco de carne de unos 20 cm desaparece dentro de la caliente, receptiva y febril vagina de ella, la está follando a base de bien. Su cadera se mueve acompasadamente, ella gime de gozo, entran en calor y sudan.
– ¡Sí, eso, dame, dame duro...aaahhhh... así...hummmm...más!
Gemía mi mujer como puta abriendo más sus piernas y moviendo las caderas, para lograr del chico una penetración más profunda, que llegase hasta la raíz y notar los huevos golpearle. Mi sorpresa no tiene límites, ¿es una puta o es mi mujer? Tengo una erección de caballo… escucho el latir acelerado del corazón de la enfermera que se encuentra prácticamente pegada a mí, se ha ido acercando y ahora la tengo sobándome la cabeza con el lateral de su tórax… pongo una mano en su cadera pegada el culo, y ella no me rechaza, le pego más contra mí y ella me pone una mano en el hombro. Mi mujer se está corriendo, la veo convulsiva poniendo los ojos en blanco… el muchacho arrecia las embestidas con mayor contundencia… mi esposa abre su boca y grita…
– Ya me viieeeennne…! ¡Aaaahhh¡ Sí, si… ah, ah, me corro…. ¡No pares ahora!
Clava la uñas en la espalda del chico y llega a un intenso orgasmo, el anciano da vivas con su bastón en alto, yo meto mi mano por debajo de la falda de la bata de la enfermera hasta dar con su empapado coñito… le masturbo el clítoris sacándole gemidos hasta que metiendo y sacando los dedos de sus coñito logro su orgasmo.
El chico sigue sobre mi mujer arreciéndole duros empellones, en los que hace desaparecer todo el cipote hasta los huevos en abrazo carnal innegable de deseo. Come sus pezones grandes con verdadera hambre, muerde ligeramente su cuello sin dejar de embestir una y otra vez en el dilatado coño de mi mujer, la cual continúa con sus movimientos pélvicos, sudando y corriéndose como una PUTA. El chaval está sobrexcitado, se nota que llega el instante decisivo y le dice al oído, jadeando…
– ¡¿Estas... lista?!
– ¿Para qué?, titubea ella. Luego le agrega el chico…
– Como hablamos, ahora te voy a meter toda la leche de mis huevos bien adentro de ti, preciosa. Te voy hacer un hijo, vas a salir de mi casa bien follada y preñadísima de mi bebé… de un Rossetti ¡Vas a percibir como te voy a PREÑAR!
– ¡Noooo… no… quiero, no estoy prep...! ¡Por favor no te corras dentro de mí…!
Gime ella arrepentida, empuja el pecho del chico con sus manos tratando de sacarlo de encima de ella, así poder evitar su terminación dentro. Él le toma de las manos se las lleva hacia atrás de la cabeza de ella y con fuerza las empuja sobre la almohada, le susurra con delicadeza y firmeza… como ha de ser un macho en tal situación.
– Cumple...tu...palabra… ya es demasiado ¡off!… tarde… ¡off! para arrepentirse.
Jadeando hunde con fuerza su recia polla más dentro de ella y explota en un grito animalesco corriéndose a chorros. Se ve como inserta con golpes secos el ariete. Clava a modo de jeringuilla de carne dura inyectando todo su esperma caliente y fértil dentro del útero de mi esposa… inundando su ser, su matriz, inseminándola, fecundándola ¡PREÑÁNDOLA! Ella siente esa sensación, ese calor que desliza y recorre su interior, sabe lo que es porque lo ha percibido decenas de veces conmigo y con otros machos, quizás demasiados para mi fuerza de voluntad. Mi mujer está ovulando y sabe lo que potencialmente significa eso con un torrente de esperma joven y fértil… afloja su cuerpo, cesa su resistencia, cierra los ojos resignada murmurando para ella…
– ¡Nooo! ¿Qué he hecho?
Gimotea bajito con una lágrima partiendo de sus ojos. Lo había hecho hasta el final, había consumado el coito fuera de su matrimonio con un extraño, posiblemente los espermatozoides ya nadaban camino arriba por la trompa de Falopio, con la única intención de conquistar el maduro óvulo de mi esposa… sin remedio ya podíamos pensar que en su vientre se hallaba un ser engendrado por el tipo que aún la perforaba. Un acto carnal ilegítimo conlleva un hijo ilegítimo, el que le acompañará en sus recuerdos, toda su vida.
Don Rossetti da vivas… – ¡Bien, bien ese es mi chico!
Gritaba el anciano, viendo sus deseos cada vez más cerca de realizarse. Mi esposa entregada, rendida y considerándose preñada, no tiene nada que perder y solo esperar que la noche se haga corta y se deja hacer todo lo que el chico quiere…, le sube las piernas a ella unos minutos, como le sugirió en médico y deja a mi mujer en esa postura para favorecer la fecundación. Tras cinco largos minutos donde ella rogó que se las bajara que era humillante, se las deja bajar, un montón de leche abandona su entrepierna, manchando de blanco la oscuras sábanas de seda azul, lo que demuestra que la cantidad eyaculada dentro de su vagina es considerable, más de la necesaria para preñar a mi esposa. Ella se gira, queda acostada boca abajo, ahora, callada, pensativa, mordiéndose el nudillo de su pulgar, lentamente su coñito expulsa el contenido inyectado sobrante… se vacía.
El chico la abraza y la consuela, la mima, es dulce y buen amante. Ella ahora debe concentrarse en superarlo lo más rápido posible. El chico quiere más sexo, ella ya no tiene nada que perder, veo que me busca mirando a las cámaras, sabe que le vemos a través de ellas, era lo pactado.
Ahora el joven Rossetti, ha tomado un tubo de crema, saca un poco con sus dedos, unta el culo de ella, todo, ano y nalgas, lentamente dilata su ano con los dedos, unos minutos después, un grito ahogado de ella…
– ¡Ayyy, despacio no seas bruto…, despacito que duele.
Nos indican que van a hacer uso de la puerta trasera, en perfecta posición cucharita, embiste suavemente, ella lo acompaña moviendo su cadera, luego él saca su verga del culo, para penetrarla nuevamente por su vagina, ella gime… – ¡Uuffffff, así, hummmm! apretando las sábanas, mordiendo su labios y no se resistirá esta vez cuando él acariciándole las tetas, le diga…
– Te voy a dar lo que me queda de leche ¡Me voy a volver a correr dentro de ti…!
– Está bien... hazlo...donde quieras.
Para derramarse otra vez, por si la otra lefada no fue suficiente para quedar preñada, en esta sí que iba a ver una buena cantidad de esperma, que haría definitivamente al bebé de Rossetti. Siento como la enfermera no puede más, abandona su posición y noto mi boca llena con la lengua de ella. Bucea dentro de mí profundamente cuando la atraviesa con su molusco. Mientras nos besábamos enloquecidos, ella agarró mis manos y las llevó a sus radiantes tetas blancas, las aprieto sintiéndolas gordas y poderosas con ansia ancestral de ser devoradas. Se acomodaron en las manos torpes, la enfermera gemía, pasaba la lengua por mis labios más envalentonados, y con todo ello me fue desprendiendo el pantalón. El cipote se hallaba como resorte y duro como piedra.
Ella lo tanteó cuando lo pudo contactar, lo apretó firmemente meneando de arriba abajo bajo el glande con todo el prepucio remangado. La piel y los sentidos le ardían a la enfermera, que se hallaba muy caliente con lo que ocurría… no podía detenerse. Con sus dedos me tocó los testículos colganderos y enormes que tengo, así como tantas veces mi esposa lo había hecho, pero nunca como esta vez. Ella los sintió poderosos duros y muy llenos rebosantes de leche. No aguantó más la pobre mujer y se bajó al pilón desde allí de forma rauda y veloz se tragó el sable.
Yo gruñía enloquecido mientras acariciaba el cabello de la enfermera, salvaje y libre, tal como era ella ahora mirando a mi esposa siendo montada por otro semental. Esa mujer tan recatada hasta entonces me realizaba la felatio de mi vida, con mi polla en todo lo alto me la estaba mamando a placer sin comedimiento alguno, me comía la gran verga, la cual tragaba sin vergüenza alguna. Miraba a mi mujer y veía desde mi ubicación el hermoso culo de mi esposa, un trasero bien respingón y firme siendo perforado sin compasión. La lengua de la chica llegó a las bolas que lamía a lengüetazos para luego tragarse una a una como si de caramelos se tratase y de nuevo volvía a mamarme el glande con fuertes succiones, pasando la punta de la lengua por el orificio uretral sin dejar de pajear el recio tronco que en esos momento tenía, por ver a mi esposa siendo jodida por otro o por el placer que me daba aquella hermosa enfermera ante el viejo.
El viejo Rossetti gozaba de ambos espectáculos, ya no tenía virilidad pero si sapiencia de cómo iba aquello. Cuando dejaba bien ensalivado el tronco lo lamía desde la raíz al capullo sobándome los huevazos y vuelta a empezar. Así me mamó la verga durante diez minutos hasta que empecé a convulsionar totalmente estremecido y tenso. Aferrándome al pelo de la enfermera… comencé a largar leche como un surtidor. Esa chica debía estar acostumbrada a copiosas corridas, porque no hizo nada por separarse… me corrí en sus labios, lengua y paladar, dado que ella abría la boca alrededor de la lluvia de semen. Mucho del engrudo se coló en su paladar que junto con lo rebañando de sus labios y cara, se tragó todo por completo. Después me limpió el sable sin dar crédito a lo que ocurría en aquel lugar con mi esposa desaforada y la enfermera haciéndome el trabajo de mi vida. No sabía si aquello era un sueño o era realidad. La enfermera se colocó a mi lado mirando la verga que no alcanzaba a caer…
– ¡Estás muy cachondo cariño! No se te baja la dureza…, diciendo así me comió la boca y nuestras lenguas se cruzaron.
– ¡¡Dime que esto no es un sueño!! ¡Que no es algo pasajero o caprichoso!
– ¡Claro que no! ¿Te parece que mi sabor es irreal? ¡Tengo tu sabor en mi boca, me la has llenado con tu semen!! ¿No te ha gustado acaso?
– ¡Oh sí claro, claro que me ha gustado!!! Tanto que no me lo creo…
Con voz calmada, esa que ponen los sanitarios cuando te daba una recomendación o consejo que chocaban son sus principio hasta ahora…
– ¡Olvídate de los preceptos de familia y esas tonterías tabú en las que nadie aquí cree… ¿Quién puede hacerte gozar más que una guapa enfermera que conoce bien el cuerpo humano…? Dijo muy risueño el viejo Rossetti.
Me recosté sobre sus ubres voluptuosas, las olfateé mientras ella reía muy ardiente…
– ¡¡Chúpalas, chúpamelas anda! ¡Mámamelas como si fueras un bebé!
Bebé, era el que le estaban haciendo a mi esposa en esos instantes, con rabia o impotencia abrí la boca y me metió un pezón rosado hinchado. Lo mordisqueé. La chica largó un gemido acariciándome el pelo. Me amamantaba frugalmente. Casi desesperado. La saliva iba cayendo sobre aquellas fenomenales tetas. La enfermera atrapó el mástil que volvía a estar en todo lo alto, lo acarició, lo masturbó, oyendo mis gruñidos que se ahogaban con las enormes chupadas que le daba a esas tetas firmes y hermosas. Ella meneaba la verga para un lado y para otro lado como quien sostiene un cetro apretando severamente desde la raíz al glande. Tomó suavemente una de mis manos, la llevó a su entrepierna donde encontré la gran rajita depilada de nuevo…, Suave, Húmeda y Caliente. Ella dio un breve suspiro al notar los dedos…
– ¡Ahhh, así papi, acaricia a tu nena, ohhh, ahhh!!
Lanzaba la gata desquiciada de placer con mis dedos masajeando el botón eléctrico. La pepita de la enfermera estaba muy dura cuando se erguía, un clítoris endurecido parecido a la falange de dedos meñique, blanco y exaltado descubierto de su capuchón, pero impregnado de los fluidos salían sin descanso de su angosta vagina… esta se abría como una flor en alzada. Mi lengua lamía y recorría sin descanso los pezones erectos de la enfermera, los succionaba y hasta los mordía con desesperación al borde el dolor. En todo momento no dejaba de otear como follaba mi esposa…. Gemía la puta.
– ¡Ohh sí, hunde tus dedos dentro, así, ahh, mi vida por Dios Santo que gusto, ahhh!!! Ronroneaba la mujer ardiente.
Mis dedos habían penetrado el conducto vaginal, iban y venían dentro, teniendo un orgasmo seguido de otro. Notaba sus paredes vaginales muy calientes y anegadas, al tiempo que ambos cuerpos se chocaban… las manos, las bocas y los gemidos eran todo uno. Ella se levanta y lentamente se coloca a horcajadas sobre mí, la recibo con mi estaca firme mirando al cielo
Una tranca rocosa en alza, gigante, gruesa y firme esperaba a la puta enfermera. De pronto se produce el contacto en la boca vaginal y el misil a modo de ariete entrar en ella ajando su intimidad. Ella arquea la espalda percibiendo al invasor profundizar en su interior, conquistando centímetro a centímetro su coño tan necesitado de macho. Su culo se echa hacia atrás haciéndolo aún más bello el acoplamiento, y tal como un anillo en su dedo encajan perfectamente. El canal de la hembra se abre dando espacio a la tranca que penetra hasta el fondo uterino, y una vez alojada allí esperan unos segundo a que los músculos vaginales se acomoden al tamaño de recio rabo. Entonces es cuando ella cabalga insertándose todo el tronco hasta la raíz una y otra vez. Se aferra a mi cuello, gime y resopla, sube y baja, Sube y baja. Ya no atiendo a mi mujer ni al viejo de al lado.
La vara tiesa se baña de jugos blanquecinos de lo excitada de la chica. Ahora mis dedos acarician el fabuloso clítoris de ella y se abre aún más facilitándome el acceso al botón de su placer. Recibe esas caricias y explota una vez más. Las corrientes eléctrica erizan su piel, casi la arrastran a las lágrimas. Tiembla todo su cuerpo. Me Besa. Mete su lengua codiciosa y rolliza hasta el fondo de mi garganta, incluso les chorrea la saliva por la comisura de los labios de la ferocidad del acto comiéndose como fieras…
– Ohh!!¡Ahhh! ¡No pares hasta que te vacíes dentro, por favor, no pares de follarme… no lo hagas!!! ¡¡ahhh, ahhhh! ¡Te amo tanto mi rey! ¡Quiero salir llena como tu esposa! Solo quiero que pienses que me puedes preñar como a ella.
La cabalgada se hacía un poco más vertiginosa. Me tensaba a cada segundo un poco más prendido a las tetas de esa fiera, se las mamaba con lujuria insostenible… estaban rojas de tantas chupadas que le había dado y marcadas por mis dientes. De pronto un dedo entró en el culo de ella, aceleraba un poco más la cabalgada, que se hacía indefendible. Yo acabaría de un momento a otro al notar cómo se me endurecía la polla y el redoble de sus acometidas… entonces YA, me comencé a vaciar con un primer y segundo chorro de lefa enormes que acabaron en la misma cérvix del útero de la enfermera, seguidos de otros dos más clavando a fondo a la puta… y sin dejar que terminase de eyacular, la chica se desacopló veloz, saltando en frente de mí.
Se arrodillo. Tomó con las manos el vergazo endurecido y lo hundió en su boca. Lo asió por debajo de su glande con unas contundentes movidas y bebiendo de mi glande, acabé de aligerar la leche en torrentes más livianos directos al paladar y lengua de ella. Los gritos aturden al viejo, mientras los chorros pegajosos de lefa son tragados por la enfermera perversa y salvaje… ella come lo que puede y se lo traga directo al estómago. Besa la vara que tanto placer le ha dado y yo suspiro deshecho, en tanto me limpia el sable concienzudamente, no deja un centímetro sin lamer. La tranca brilla salobre y magnifica, en tanto busca la caída doblándose sin remedio. Apoya la cabeza en mis muslos, le acaricio los cabellos enredados, sueltos y largos. Hay un silencio desde el placer, esa calma de cuando todo ha pasado como un torbellino y llegan los dulces momentos de sosiego.
Continúa....