Vienes y te follo
Ese es el sencillo mensaje que me manda un amante cuando quiere sexo conmigo, y yo solo tengo que recibirlo para ir a su casa, bajarme los pantalones y dejar que me la meta sin decir ni una palabra.
Ese es el sencillo mensaje que me manda un amante cuando quiere sexo conmigo, y yo solo tengo que recibirlo para ir a su casa, bajarme los pantalones y dejar que me la meta sin decir ni una palabra.
Es un chico normal, bastante guapo y que va de hetero machito, lo cierto es que tiene mucho éxito entre las chicas, pero de vez en cuando me llama a mí para follar, lo cual me agrada mucho.
Esa tarde de domingo, estaba en la sobremesa de una aburrida comida familiar, deseando levantarme y largarme de casa, pero no tenía ninguna escusa. Por suerte sonó mi teléfono y me salvó.
El mensaje decía -"Vienes y te follo"-, rápidamente me inventé que era del trabajo y debía acudir a la oficina, de manera que me despedí cortésmente de todos y me marché hacia su casa.
Me llevé una gran sorpresa al ver que él estaba aparcado en doble fila frente a mi puerta, no había dicho nada y pensé que me esperaba en casa. Sin dudarlo me subí a su coche saludando, pero como de costumbre, no me dijo nada. Estoy seguro que por un lado se avergüenza de tener sexo con hombre, pero por otro lado, le encanta.
Arrancó el coche y nos dirigimos a las afueras de la ciudad y por el camino, se sacó la polla con una mano. No es una polla enorme, pero es la más bonita que he visto en mi vida, siempre afeitada como la mía, con unos 16 o 17 centímetros y bien proporcionada, cada vez que la veo me entran unas ganas locas de meterla en mi boca.
Él lo sabía y por eso se la sacó, en segundos me agaché sobre su verga y comencé el ritual de mamarla, primero por fuera, con la lengua, dándole besos por todo el tronco, lástima que en esa posición no podía llegar a los huevos. Lamer esa polla completamente afeitada es una delicia, pero metérmela en la boca cuando esta bien dura es mi premio.
Seguí comiendo su rabo ajeno a cuanto pasaba a mi alrededor, podríamos estar parados en el centro de la ciudad rodeados de gente mirando que no me daría cuenta. Pero sé que quiere ocultar sus inclinaciones y nunca haría nada así. De manera que sin saber donde estábamos ni donde nos dirigíamos, seguía comiéndole la polla con esmero.
Al cabo de unos minutos paró el coche, esta vez puso el freno de mano, se reclinó hacia atrás y me facilitó las cosas para hacerle una buena mamada. Supuse que íbamos a follar en el coche, no es que me guste, pero mejor hacerlo ahí que no hacerlo.
Me separó la cabeza y se bajó del coche, aproveche el momento para mirar a mi alrededor, no llegaba a reconocer del todo el lugar, pero parecía la colina donde muchas parejas vienen a follar cuando se quedan sin sitio, pero al ser domingo por la tarde no había nadie.
Empezaba a anochecer, lo habitual en estas fechas, frente al coche, iluminado por los faros podía ver a mi amante, mirándome con la polla en la mano desafiándome a salir, hacia algo de frio, pero yo estaba tan caliente que no me importaba. Salí del coche y me puse frente a él, con las manos sobre el capó ofreciéndole mi culo.
Sin pensárselo mucho me bajó los pantalones hasta los tobillos, dejando mi culo al aire. Me acarició todo el trasero, bajando por la raja hasta llegar a mis huevos y mi pene, que agarró con la mano masajeándolos con maestría. Me estaba poniendo muy caliente, para facilitarle las cosas me acabé de quitar el pantalón y me abrí todo lo que pude de piernas.
Escupió en su mano y me lubricó el agujero, metió un dedo, al que luego le siguió otro que metía y sacaba para follarme con la mano. Me excitaba mucho toda la situación, en plena calle, donde podía vernos cualquiera, desnudo de cintura para abajo, follándome con la mano y en cuanto la sacó, entró su hermoso rabo sin problemas.
Me empujó sobre el coche mientras me embestía con fuerza, cada sacudida metía su tranca hasta el fondo, haciéndome sentir más y más placer. Mi pene chocaba contra el coche, haciendo que me duela en algunos momentos, pero el gozo que sentía en mi interior lo compensaba con creces.
Noté que de repente bajó el ritmo, lo cual me hizo alzar la cabeza y vi unos metros detrás del coche, por la carretera por la que accedimos a nuestro picadero, una mujer de pie, mirándonos sin decir nada. Llevaba un pequeño perrito de la correa, lo que me hizo pensar que tal vez viviese cerca, y con suerte, estaría acostumbrada a ver gente follando ahí.
Mi compañero, lejos de asustarse, volvió a subir el ritmo, como amenazándola, demostrando quien manda. O tal vez solo quería complacer a nuestra nueva admiradora. Todo esto hizo que se me baje la erección, pero no importaba pues la polla de mi amante seguía en plena forma, puede que más excitado incluso.
No podía dejar de mirar a esa señora, madurita, pero aun con curvas, me tenía hipnotizado mientras las sacudidas me empujaban una y otra vez sobre el capó del coche. Se separó de mí sacando su verga de mi trasero y me alzó para que me tumbe de espaldas sobre el coche. Abierto de piernas y apoyándome donde podía le ofrecía mi culo para que siguiera follándome.
Cogiéndome de la cintura volvió a follarme con ritmo, esta vez ya no me daba golpes contra el coche, y el calor del motor me quitaba el frio. Además pensar que esa señora nos estaba mirando hizo que volviera a empalmarme, lo que hizo sonreír a mi compañero de juegos. De repente oí al perro, y al girarme nuestra admiradora estaba junto al coche mirando de cerca toda la acción.
Su rostro mostraba una sonrisa lasciva que remarcaba de vez en cuando pasando la lengua por sus labios. Sus ojos no dejaban de mirar mi pene y como me follaba mi amante. Tenerla tan cerca hacía que él se esforzase más en sus embestidas sacándome algún grito de placer. En breve, sacó su polla de mi culo y me hizo bajar del coche para correrse en mi cara.
Esta vez quería lucirse ante nuestra invitada de manera que apuntó bien a mi cara y lanzo unas cuatro o cinco sacudidas de semen, llenándome el rostro de leche que me chorreaba y me excitaba. Me levanté para mirar a nuestra espectadora directamente con la cara llena de esperma, y sin pensármelo comencé a masturbarme frente a ella, a la luz de los faros del coche.
El frio había desaparecido y yo me encontraba en pleno trance sexual, me meneaba la polla yo solo para deleite de esa señora que lejos de escandalizarse parecía ponerse cachonda por momentos. Me hubiera gustado que se acercase a mí y me la chupara, pero creo así me da más morbo.
Oigo un chorro goteando contra el suelo, veo que mi compañero también quiere ofrecer su espectáculo, orinando de cara a nuestra amiga, la escena hace que en pocos minutos acabe por correrme yo también, lanzando el semen al suelo sin dejar de mirarla, aunque ella no me miraba a mí, sino a nuestros rabos.
Sin decir nada volví al coche, me limpié la cara con una toalla mientras mi compañero entraba también al coche, me vestí y nos fuimos sin despedirnos. Nuestra espectadora siguió con su paseo y nosotros volvimos a casa.
Como ya dije, no tiene la polla más grande que conozco, pero siempre sabe hacerme gozar como nadie, por eso cada vez que me dice "Vienes y te follo" yo voy para que me folle.