Viendo pelis con la vecina que podría ser mi madre

He alquilado un piso para estar cerca de la universidad lo que me ha permitido conocer a una vecina casada con mis mismos gustos cinematográficos. Me dobla la edad y me está matando la lenta pero progresiva seducción que estamos teniendo. ¿Estaré malinterpretando las señales?

Me gustaría compartir con vosotros una serie de sucesos que me están ocurriendo en las últimas semanas.

Todo empezó hace dos meses, con una mudanza. Es la primera vez que me separo del nido de mis padres por una cuestión de necesidad: ellos viven en las afueras y yo comienzo la universidad en el centro.

Me busqué un pisito de soltero, en un pequeño bloque de 4 plantas y 8 viviendas. Mis amigos me ayudaron con la mudanza aunque sólo era una excusa para juntarnos en el nuevo piso y beber unas birras mientras jugábamos a poker. Digo excusa porque la mudanza fueron 3 maletas, mi gran TV, mi ordenador y poco más.

Se nos pasó el tiempo volando y no nos dimos cuenta ni de la hora ni del ruido que hacíamos. En un momento dado sonó el timbre y miré a mis colegas preocupado. ¿Quién será a estas horas? Nadie sabe que vivo aquí excepto los que ya estaban dentro conmigo...

Me dirigí al interfono:

YO: ¿Diga? ¿Quién es? No contestan...

¿¿??: Hola, soy la vecina de al lado. -dijo una voz femenina tras la puerta.

Me percaté que el timbre que había sonado no era el interfono, era de la puerta principal del piso.

VERO: Hola, soy Vero, tu vecina.

No pude evitar mirarla de arriba a abajo. Se había presentado con una camiseta larga que le iba 4 tallas grande, le llegaba por la mitad de sus muslos. No soy capaz de deciros si llevaba un pantalón corto o sólo la ropa interior, llevase lo que llevase no se le veía. Lo que si mostraba era gran parte de sus piernas y son preciosas, delgadas pero sin considerarlas finitas. Su camiseta, pese a ser ancha, no ocultaba el tamaño de los 2 bultos que tenía bajo la misma. Sus pechos se intuían grandes y firmes y si no la hubiese tenido delante habría apostado con mis amigos que eso era una 90. Su cuerpo me decía que tenía una edad similar a la mía pero su rostro me decía que tendría entorno a 40 años. No me malinterpretéis, era una belleza con su coleta que dejaba verle todos los detalles de su cara: fina, ojos castaños, nariz pequeña pero puntiaguda y unos labios no demasiado carnosos que dibujan una pequeña boca. De estatura es bajita, 155cm tal vez.

YO: Hola, soy Cristian, el nuevo vecino.

VERO: Encantada Cristian, disculpa que os interrumpa. Estamos intentando dormir y mi marido madruga para ir a trabajar, ¿os importaría bajar el volumen?.

YO: Claro, disculpa. De hecho ya se van, no te preocupes.

VERO: Muchas gracias, te lo agradezco.

Fue super amable pese a las horas y el ruido. Yo quise ser igual de amable para no empezar con mal pie con los vecinos y eché a mis colegas. Tenía la suficiente confianza con ellos y ya había terminado la timba.

Los días transcurrieron con normalidad y pasada una semana de nuestro primer encuentro coincidí con ella en el portal.

YO: Déjame ayudarte. -dije mientras cogía un par de bolsas de la compra.

VERO: Ay, gracias, muy amable... Cristian si no recuerdo mal.

YO: En efecto.

Nos subimos al ascensor, que era pequeño, pero cabíamos sin problema. Los dos somos delgados y ahí dentro pude calcular que le saco una cabeza de altura. Me fijé en su ropa, que pese a ser ancha y bastante hippie, me daba una idea más precisa de su figura. Caderas estrechas y vientre plano, como a mí me gustan. Antes de entrar también me fijé en su culo, de tamaño normal tirando a pequeño pero compuesto por dos circunferencias perfectas.

Sus ojos estaban a la altura de mi pecho y esto provocó que se fijara en mi camiseta, la cual era de una de mis pelis de culto favoritas.

VERO: No me jodas que te gusta esta película.

YO: Pues claro. ¿La conoces? La conozco yo, su director y 4 gatos.

VERO: Pues yo soy uno de esos gatos y... ¡me encanta! La vi hace mucho y no la encuentro en internet ni en ninguna parte.

YO: Pues debo decirte que tienes un gusto exquisito. No te preocupes, tengo una copia en casa de mis padres y si me acuerdo te la traigo para que te deleites.

VERO: ¿Harías eso por mí? Esa copia tiene que valer oro...

YO: Claro, si está cogiendo polvo en una estantería.

Le acompañé hasta su puerta para llevarle las bolsas. Al abrirla, salió su marido a recibirla con un cigarro en la boca. Los tirantes que llevaba me sirvieron para ver que era un armario empotrado plagado de tatuajes.

VERO: Oscar, te presento a Cristian, el nuevo vecino.

OSCAR: Hola. -dijo secamente con el cigarro en la boca mientras cogía todas las bolsas para meterlas dentro.

VERO: Bueno Cristian, gracias. Espero con ganas la peli.

La última frase me la dijo susurrando, acompañada de una preciosa sonrisa y un guiño.

Volvimos a coincidir en el ascensor, rellano y portal en los días consecutivos. El tema de conversación siempre era el mismo: el cine y nuestros gustos, que eran prácticamente idénticos. Esto nos permitió alargar cada vez más las conversaciones y coger más confianza entre ambos.

Cogí el famoso DVD que le tenía que dejar a Vero y lo metí en mi mochila. Fue lo primero que hice en la primera visita que le hice a mis padres. Al dia siguiente volví a mi piso y, cuando giraba la llave para entrar en él, me percaté de que Vero estaba saliendo de su casa.

VERO: Hola Cris. -por fin me llamaba como yo quería.

YO: Hola Vero, que bueno verte.

VERO: Gracias guapo, tú tampoco estás mal. -dijo mientras me guiñaba un ojo.

YO: Gracias... Es que acabo de llegar de casa de mis padres y te he traído la película. Aquí tienes.

VERO: ¡Ay! Pero es en DVD... No tengo DVD...

Claro que era en DVD... ¿Qué esperaba? ¿Un VHS? ¿Y qué persona no tiene DVD hoy en día?

YO: Yo tengo uno en casa, te lo puedo dejar si quieres.

VERO: Ay no, tienes que desconectar el aparato para después volverlo a poner... Me sabe mal. Además, si te lo rompiera me daría algo.

YO: Pues... Si quieres lo podemos ver juntos en mi casa. -me arriesgué.

VERO: Me parece una idea sublime, así la rememoramos juntos y la comentamos. ¿Mañana por la tarde te va bien?

YO: Vale, sí.

Pasé el resto del día pensando en lo que había pasado y, sobretodo, en lo que podría pasar al día siguiente. Siempre me refería a mi piso como un pisito de soltero pero nunca habría imaginado que la primera chica que metería en él iba a ser una "madura" (para mi lo es puesto que me dobla la edad) de 30 y largos o 40 y poco que estaba casada.

Llegó el momento y, como el crío nervioso que soy, me probé diferentes combinaciones de ropa para estar guapo para ella. Sonó el timbre y allí estaba, con su habitual sonrisa.

VERO: ¡Hola! Uy, que guapo te has puesto... He traído una caja de cervezas para que nos acompañen durante la peli. ¿Te gusta la cerveza?

YO: ¿Son amarillos los limones?

VERO: Bien, eres de los míos...

Le hice pasar y cogí las cervezas para meterlas en la nevera aunque Vero ya las había traído frías. Aparté un par y le ofrecí una de ellas.

VERO: ¡Ala! Que bonito te ha quedado todo.

YO: En realidad no he hecho nada, ya me lo encontré así.

VERO: ¿Y esta pedazo tele? ¿También estaba?

YO: No, esa es mía.

VERO: Mola, cuanto mas grande mejor, así se aprecia más todo.

No le di importancia a esa frase hasta que me guiñó un ojo, una vez más, y me percaté que iba con segundas. Estaba empezando a conocer su sentido del humor y me gustaba.

YO: Por cierto, ¿a tu marido no le importa?

VERO: Mi marido tiene turno de tarde... Será nuestro secreto.

Vaticiné un nuevo guiño y así fue. Me senté yo primero en el sofa biplaza y ella hizo lo propio a mi izquierda. Puse la peli, la cual ya estaba preparada, y empezamos a degustar los primeros sorbos de las cervezas que había traído. La primera nos duró poco, la segunda también y en el momento en el que nos estábamos acabando la tercera me dijo:

VERO: ¿Te importa si me pongo cómoda?

YO: Estás en tu casa.

Se quitó sus zapatillas y flexionó su rodilla izquierda de tal modo que posó su talón a escasos centimetros de su entrepierna. La otra la puso encima de la mía y su cabeza se acomodó en mi hombro. Lastima que no llevara escote, me habría puesto las botas.

VERO: Que lindo eres... -me dijo tras darme un beso en la mejilla.

YO: Mira quien fue a hablar.

VERO: ¿Te parezco linda?

YO: ¿Dura más de dos horas esta peli?

De nuevo contesté con una pregunta retórica. Ella sonrió y volvió su mirada a la pantalla. Yo me dejé llevar por el alcohol y posé mi mano en su pierna, entre la rodilla y su cintura. Vero empezó a acariciar mi brazo a la altura del biceps y yo hice lo propio por la parte interna de su muslo, con un vaivén tentador el cual se acercaba cada vez más a su zona íntima.

La situación me empezó a empalmar y no podía disimular el bulto que empezaba a asomar. Por una parte quería que fuera a más pero me daba miedo malinterpretar sus intenciones. Pensándolo fríamente ella tiene marido, un marido que me puede hacer papilla.

VERO: Bueno Cris, muchas gracias por todo, te debo una.

YO: ¿Te vas ya? Está bien... Gracias a ti por las cervezas.

VERO: Oye, no quiero abusar pero, si tienes alguna tarde libre, ¿te gustaría que volviera para ver otra? Cuando mi marido tiene turno de tarde me aburro mucho...

YO: No tienes ni que preguntarlo. Esta semana tengo que estudiar pero si te parece bien podemos quedar la semana que viene a la misma hora.

No es que priorizara los estudios a un posible polvo, como ya he dicho tenía mis dudas de si iba a tenerlo con aquella preciosidad casada que podría ser mi madre. Me contestó con una gran sonrisa seguida de un abrazo con el que rodeaba mi cuello con ambos brazos, y poniéndose de puntillas me dio un beso en mi comisura para despedirse. Esa despedida hizo que me arrepintiera de alargar la sesión de cine, pero sólo iba a ser una semana...

Joder, se me hizo larga la semana aunque ayudaba verla en las zonas comunes del edificio. ¿Me estaba pillando por ella? No sólo la veía de vez en cuando, también la escuchaba ya que vivimos pared con pared y las discusiones con su marido son bastante frecuentes. Nuestros encuentros fortuitos y mis pajas pensando en ella me hicieron más amena la espera. Llegó el día y sonó el timbre a la hora prevista.

VERO: Hola guapísimo. Toma, más cervezas.

YO: Joder, ¿quién se ha puesto guapa esta vez?

VERO: ¿Insinuas que la otra vez vine con las pintas?

YO: No, pero mírate ahora, estás espectacular.

VERO: Mi ropa es espectacular. Yo empiezo a ser una vieja a tu lado, podría ser tu madre.

YO: Pocas madres he visto como tú. Que coño, ninguna.

VERO: Bueno, el no haberlo sido también ayuda a mantener a estas dos, aunque veremos durante cuanto tiempo. -dijo refiriéndose a sus pronunciadas tetas.

Ya estábamos en ese punto en el que nos gastábamos bromas picantes y hablábamos de nuestros cuerpos sin pudor. La cosa iba por buen camino aunque yo seguía dudando. Pensaréis que soy tonto pero eso es porque no habéis visto a su marido.

Sobre su atuendo: llevaba una falda, una prenda que me volvía loco, sobretodo la suya la cual no alcanzaba sus rodillas. En la parte superior se había presentado con una fina camiseta con un gran y espectacular escote que daba una gran visión de sus pechos y su canalillo. Casi me atrevería a decir que tenía tanto pecho oculto como descubierto.

Repetimos las mismas acciones de la última vez pero en esta ocasión Vero se descalzó y se puso cómoda desde el inicio. A la tercera cerveza, y tras hora y media de película, me atreví a pasar un brazo por detrás de su cuello para agarrar su hombro con la mano. Mi otra mano corrió más riesgo y repitió las mismas caricias que la otra vez, en la parte interna de su pierna, pero esta vez el contacto era piel con piel.

Ella no reaccionó, lo cual era bueno, y si reaccionaba era dándome algún que otro beso en la mejilla, lo cual era mejor. Me atreví a deslizar la mano que tenía en su hombro para posarla en la zona amplia que había entre su cuello y su camiseta. Dejé la mano muerta y empecé a moverla en círculos, acariciando muy sutilmente toda esa zona y acercándome cada vez más a su canalillo. No tardé en llegar al nacimiento de sus grandes y preciosos pechos y a la hendidura que los separaba. Me atreví incluso a tocar el borde de su camiseta, con la tentación de meter un dedo por debajo de esta, lo que provocó que sus pezones resaltaran. Mi otra mano no se aburría tampoco y se encontraba en una zona peligrosa aunque no lo suficiente como para saber si llevaba bragas. Había aprendido de la última vez y ahora llevaba un pantalón con el que podía disimular o hacer menos visible mi erección, por si las moscas.

Por alguna razón ella hincó su dedo índice en mis costillas y yo di un bote. Involuntariamente mis manos se separaron de su cuerpo, ¿se habría molestado?

VERO: No me digas que tienes cosquillas.

YO: Ay, para... estate quieta.

Empezó a repetir la acción con su dedo y al ver que me protegía la zona Vero se sentó encima mío para hacerme cosquillas en ambos costados. Ni corto ni perezoso empecé a hacer lo mismo y los dos empezamos a botar de forma involuntaria. El roce que estabamos teniendo con mi bulto en su coño me estaba poniendo como una moto y deduje que esta era su intención. Entre tanto salto y movimiento mi mano le tocó un pecho y debo decir que fue involuntario pero afortunado.

VERO: Quita la mano de mi teta.

Obedecí y el mundo se me vino encima.

VERO: Cógeme el culo.

Y así lo hice con las dos manos a la misma velocidad con la que había quitado mi mano de su pecho. Su culo era perfecto, el mejor que había tocado nunca y aproveché la ocasión para cogerlo con fuerza.

VERO: ¡Eres super mono! Y obediente, como un perrito.

Me dí cuenta de que estaba jugando conmigo pero iba a demostrarle de lo que era capaz de hacer ese perrito. Acerqué mi boca a la suya y cuando estaba cerca de besarla se levantó y me dejó con los morros en el aire.

VERO: Bueno, ya ha acabado la película y me tengo que ir. Me lo he pasado muy bien.

YO: ¿Te quieres ir? Si nos lo estabamos pasando bien...

VERO: Sí, ya te he dicho que me lo he pasado muy bien y no, no quiero irme, tengo que irme.

YO: ¿Quedamos para ver la secuela?

VERO: Claro, pero esta vez te aviso yo, mi marido vuelve al turno de siempre.

YO: Está bien, si no queda otra... Tampoco te puedo obligar.

VERO: Uy... ¿No me digas que me vas a echar de menos?

YO: No te lo tengas tan creído...

Pues sí, la iba a echar de menos y la espera se me iba a hacer eterna, sobretodo al no saber si iban a ser días o semanas. "Siempre nos quedará el rellano", pensé resignado.

Se despidió y me quedé desconcertado. Me hice una monumental paja fantaseando con lo que pudo haber pasado y no pasó. ¿Será que el toque de queda lo ponía los créditos de la película?

Pasó más tiempo del que me habría gustado, el cual se me hizo eterno, y por fin concretamos un nuevo día para tener la tercera sesión.

¿Y que pasó? Os estaréis preguntando... Pues debo deciros que la cita es mañana y esta vez pienso ir a por todas. No os preocupéis, pase lo que pase lo compartiré con vosotros y no me dejaré ni un detalle, si es que no acaban conmigo en el intento.

Dios bendiga el turno de tarde.

Continuará... Seguro.